━twenty five: northern alliance
╭══❅•°•CAPÍTULO XXV•°•❅══╮
LA ALIANZA DEL NORTE.
❝Eres un rey y yo tu corazón de león❞
La mañana estaba soleada, los vikingos trabajando mientras desviaban a los miles de dragones que para ese entonces ya habitaban en Berk e Hipo estaba totalmente orgulloso de aquello. Había pasado unos pares de meses desde que comenzaron a rescatar a los dragones y frustrar más a los cazadores o atrapadores que se encontraban por el camino, quien se encargaba de informar sobre el paradero de los barcos era Eret y ellos se ocupaban del resto. Lo estaban haciendo bastante bien, sin contar las veces en que los muchachos solían adelantarse al plan ya que todos querían hacer una gran entrada y en el camino alertaban al enemigo, la mayoría de las veces Astrid o Idunn arreglaban el problema.
Todo salía bien porque Valka los guiaba al tener más experiencia en los rescates, la preocupación de ambas amigas y compañeras de cuarto es que la mayor ya advirtió que para el próximo asalto lo iban a hacer solos, ella los observaría desde lejos y les diría luego en que mejorar. Astrid de una dijo que iba a salir mal teniendo a los gemelos y Patán juntos, imagen graciosa, ya que cuando esas palabras abandonaron su boca tanto los Thorston como los Kerr la miraron al no saber a cuales gemelos se refería. Específico que, claro, hablaba de los rubios.
Alistair había vuelto a Fair desde el último asalto, pues las visitas mensuales eran para ver a su hermana —aunque Idunn comenzaba a sospechar que no solamente venía por ella tiempo despues— como también para participar de los rescates que Hipo se encargaba de dirigir. Así fue como en la última visita había traído consigo a Dhalia haciendo que se reencuentren con sus viejos amigos, entre ellos lo más cercanos eran los Thorston. En esa visita Dhalia había llevado con ella a Alyssane quien, a la vista de Idunn, finalmente se vio feliz, ya que si no parecía desconfiada estaba triste.
Lo último que supo de Alistair es que se iba a dirigir hasta la isla Kain, como nuevo Jefe le había llegado la carta del Rey Bastón para que Fair vuelva a convertirse en vasallo de la isla vecina. Recordaba haber recibido la misma carta años atrás junto a una condolencia por la muerte de Morag, lo había tirado a las llamas del fogón haciéndolo cenizas. No porque Kain le cayera mal, sabía que su abuelo fue su guardián, además necesitaban aliados, el problema era que Kain no apoyaba a los dragones y en ese tiempo la isla estaba repleta de aquellas criaturas, no vio otra opción más que ignorarlo.
— ¡Un correo aéreo! —exclamó Patapez al ver al Terrible Terror acercarse con su rapidez usual, desviando las casas y columnas de madera como también a los dragones que se le cruzaban en su camino.
— ¿Qué? —preguntó Patán que había estado sentado limpiando de mala manera los colmillos de su dragón, ya que este no se dejaba.
Se puso de pie dándose la vuelta recibiendo en lleno el pequeño cuerpo del dragón en su rostro causando que se resbalara y caiga al suelo del establo, donde estaban, con un quejido. Se rieron de aquello ya que Patan solía ser la víctima del correo del terror. Hipo se acercó a él para agarrar al dragón, extendió su mano dejando que el Terrible Terror se subiera por él con gusto quedándose sentado sobre su hombro, desató la carta que llevaba en una de sus patas mientras Jorgenson se quejaba de que nadie lo trataba de ayudar.
— Es para ti —habló el joven jefe caminando hasta Idunn quien se encontraba sentada limpiando a Trueno, ella a su vez se secó las manos con un pedazo de tela que había traído para eso y tomó la carta, se sorprendió al notar que eran dos.
— Es de Al —informó al abrir la hoja, comenzó a leerlo entonces—. Les manda saludos, especialmente a ti Astrid y que pronto vendrá —murmuró sin alzar la vista aunque la rubia había puesto sus ojos en blanco al escucharla.
Las siguientes palabras eran informando que había pasado en Kain y que había aceptado ser vasallo de ellos con la condición de que ambos lados se presentarían por cualquier necesidad que se requiera. También decía que podrían necesitar de Fair en cierto momento, ya que al parecer el rey y su familia estaba teniendo algunos problemas con el consejo de Lores, pues al parecer estos habían confabulado en el asesinato de la hermana del actual rey y ya tenían a la princesa, futura reina, amenazada al ella no querer casarse para subir al trono. Alistair indicó que podría necesitarla si llegara a ocurrir algo.
Idunn pensó en el caso y aunque necesitaría más información seguro lo apoyaría para no dejarlo en medio de problemas de la realeza. Siguió leyendo en la segunda página cuando comenzó a contarle una historia que empezaba con su abuelo, Aren, siendo vasallo y Guardián de Kain, historia que se enteró en su estancia en aquella isla contada por el mismo Rey. Y a lo que llegó la dejó helada.
"Tenemos un primo".
Eso era lo que decía, no especificaba mucho ya que Alistair esperaba explicarlo en persona. La pelirroja tragó saliva y sus manos comenzaron a sudarle, volvió entonces a releer esa parte. Al parecer su abuelo había tenido una aventura con una kainiana en sus tiempos como Guardián, aquella mujer que desconocía el nombre había quedado embarazada y dio a luz a un bastardo, porque claro Aren o no sabía de su existencia o no lo reconoció para no quedar mal con la familia que él ya tenía. Este hijo se enamoró de la princesa de Kain, y viceversa, y tuvieron un hijo llamado Kristoff, también bastardo.
Así que si esto era real, sea bastardo o no, sea reconocido o no, tenían un primo, tenían una familia más.
"¿Recuerdas la vieja pintura que mamá hizo y que papá guardó de cuando abuelo era joven? Es idéntico a él, la diferencia es que Kristoff es rubio, ya lo conocí, él ya lo sabía y tenía miedo de que lo rechara ya que al parecer todos hacían eso.
Debo aclarar que casi me desmayo al enterarme de esto y peor al conocerlo, pero estoy feliz, no estamos solos, Idunn".
Sacó el aire contenido de sus pulmones que no sabía que lo había aguantado, y miró a Hipo. El castaño confundido se volvió a acercar al notar su rostro sin poder comprender que trataba de decir.
— ¿Sucede algo? ¿Al está bien? —preguntó sin querer estar preocupado por el hermano de su novia, Idunn no respondió y se limitó a pasarle la segunda hoja donde estaba el texto. El castaño frunció el ceño pero sus ojos se fijaron en las letras esparcidas sobre el papel, se sorprendió tanto como la pelirroja—. Un primo.
— Un primo —repitió poniéndose de pie parpadeando—. Yo... tengo un primo —murmuró esta vez intentando procesar la información, respiró pausadamente con la mirada baja hasta que formó una sonrisa sellada—. Tengo un primo, ¡Astrid!
Sonrió más grande antes de agarrar el papel e ir corriendo hasta la rubia para explicarle la nueva información que su hermano le dio, Hipo sonrió al notar que estaba demasiado feliz para expresar más palabras, sentía su alegría, era tal vez la misma que él tuvo al descubrir que su madre estaba viva, que ya no estaba solo con su padre. Giró su cabeza sonriendo sin mostrar dientes al ver como Astrid evaluaba la carta y como el equipo se había acercado también curiosos para saber de que se trataba la explosión de chispas de la pelirroja, sintiéndose feliz por ella.
• • •
Llegado al atardecer se juntaron para ir al comedor para la cena, entre el desastre de siempre Eret llegó con la noticia de que los atrapadores fueron vistos reunidos en una pequeña isla a unos kilómetros de aquí, posiblemente reuniendo provisiones y organizandose para saber en que lugar irían, porque no fue visto ningún dragón y claro que no se presentarían a su base de esa forma. Hipo asintió agradeciendo a Eret, se quedó pensativo.
— ¿Qué piensas? —preguntó Idunn, quien estaba a su lado, al notar que estaba sumergido entre sus pensamientos.
— Pienso que si atacamos ahora no tendría sentido pero tal vez podamos ir a investigar donde van, hasta podríamos conseguir el sitio donde se esconden —informó moviendo sus manos antes de mirarla.
— Atacar la raíz, es una buena idea —asintió evaluando sus palabras—. Si quieres ser sigiloso no creo que sea bueno ir entre todos, ser silenciosos no es su estilo.
— Lo sé, por eso te lo estoy diciendo a ti, General, suponiendo que no me dejarás ir solo —alzó las cejas a lo que la aludida sonrió.
— Muy bien, vas aprendiendo, pecas —asintió a sus palabras, porque claro que jamás lo dejaría ir solo a una de las guaridas de los atrapadores.
Luego de informar al equipo lo que harían y rechazar la idea de que los acompañen de una forma sutil, usando la excusa de que descansen para el verdadero ataque, se pusieron de pie para salir del comedor para ir a ponerse sus uniformes por cualquier eventualidad.
— Ellos solo quieren quedarse solos, ya les descubrí —fue lo último que escucharon salir de la boca de Patán antes de alejarse completamente, se limitaron a sonreír porque aunque aquello no era realmente el plan lo podían usar igualmente, su tiempo juntos se estaba limitando bastante debido a la responsabilidad de ambos sumado también los asaltos constantes que realizaban.
Salieron del Gran Salón y se separaron para dirigirse hasta sus casas, pues aunque Idunn solía ir a pasar la noche en ciertas ocasiones en el hogar de los Abadejo, ella vivía con los Hofferson por lo que todas sus pertenencias se encontraban ahí. Se subió rápidamente al cuarto compartido poniendose su armadura, teniendo bastante paciencia para agregar todos los detalles que esta tenía, tomó en manos su espada doble a la que llamo Müspel poniéndolo en su cinturón y antes de irse se detuvo, volteó la mirada hasta su arco y flechas y con un suspiro se acercó para también llevarlo. Tenía un presentimiento de que lo necesitaría.
Pasó el carcaj por su espalda, tomando en manos el arco y su casco antes de bajar para salir de aquella casa. Al estar afuera caminó hasta el hogar de Hipo, a lo lejos observó como el castaño salía ya con su uniforme negro puesto mientras que Chimuelo lo esperaba escaleras abajo mientras jugaba con Trueno, quien por cierto estaba más grande y con dieciséis años cumplidos hace un par de meses.
— Vaya que te ves bien de negro —halagó estando ya más cerca, Hipo quien se encontraba bajando las escaleras bajó la mirada sonrojado, se aclaró la garganta antes de mirarla.
— Apuesto que a ti se te vería mejor —llegó abajo estando a unos metros de ella.
La pelirroja sonrió acomodando su pelo para meterlo bajo su casco, dejó el visor arriba mientras se dirigía hasta su dragón. Trueno bajó el cuello para que no se le haga muy difícil subirse sobre su lomo, Hipo la imitó aunque montar a Chimuelo era más fácil y hasta que estuvo acomodada fue cuando respondió.
— Pues quítatelo y veamos si eso es cierto —alzó las cejas sin que la sonrisa abandonara su rostro, ante eso y el claro doble sentido en sus palabras, Hipo abrió los ojos mientras que sus mejillas se volvían mucho más rojas que hace solo segundos, Idunn se limitó a reír burlona por su reacción antes que pedirle a Trueno que se elevara, dejando al castaño en el suelo, quien la siguió momentos despues cuando reaccionó.
— Eres muy atrevida, mi lady —comentó yendo tras ella, volviendo a escuchar su risa.
— Así me quieres —se encogió de hombros.
Oh, y claro que la quería. Simplemente negó con una pequeña sonrisa para calmar su sonrojo, aunque claramente pensar en lo que pasaría si hicieran eso no ayudó para nada, sacudió su cabeza y dándose un golpe mental se puso a su lado, dejando que ella guiara. Hace poco descubrieron que Trueno podía rastrear tan bien como Tormenta, tal vez pasar mucho tiempo con la Nadder causó que desarrollara más aquella parte, el punto es que les iba bastante bien para ocasiones como esta.
No dijeron muchas cosas por el camino queriendo concentrarse, Hipo trazó un plan para no ser descubiertos y pronto la noche cayó, la oscuridad iba a ser de gran ayuda. El camino era uno bastante familiar para el castaño y antes de poder siquiera imaginarse estaban llegando a la Orilla del Dragón, su vieja base de operaciones, abrió los ojos sorprendido elevándose al notar que aquella isla era la misma en donde los atrapadores estaban descansando. Y es que con las casas que los jinetes de Berk habían hecho, tenían todo lo necesario para quedarse.
— Es la Orilla del Dragón —informó él mirando como usaban, lo que se convirtió en su hogar por un tiempo, es su base para atrapar y herir dragones.
Idunn observó también desde el cielo, siendo ayudados por la noche y las escamas oscuras de sus dragones, como era la isla que él ya le había explicado. Se sintió mal al imaginar que Hipo no lo estaría tomando bien, porque claro, lo que él había hecho ahí hace más o menos cuatro años los atrapadores lo estaban manchando, se suponía que la Orilla del Dragón sería un lugar en donde los dragones se sintieran a salvo y como una ráfaga de conocimiento se acordó de ellos.
— ¿No hay dragones en esta isla? —preguntó preocupada, fácilmente podían encontrarlos y apresarlos, Hipo se vio igualmente preocupado cuando asintió.
— Ven —pidió volando más bajo queriendo ir hasta el punto más alto de la pequeña ciudad, en donde estaba el gran cuerno que Brutacio y Brutilda solían usar para informar sobre las noticias, despertando a medía isla de paso, sonrió al recordar aquello ya que extraña esos tiempos.
Aterrizaron en silencio y suavidad para no alertar a nadie como también para que la madera no se rompiera, pues luego de estos años no estaba seguro en que tan buenas condiciones se encontraba. Para su suerte resistió. Bajaron caminando hasta la punta, se pusieron de cuclillas para no ser descubiertos mientras estudiaban la zona. Eran muchos hombres esparcidos, había dos enornes barcos cazadores anclados en la orilla con el doble de jaulas sobre ambas y ni hablar de las armas.
— Hay dragones ahí —susurró señalando uno de los barcos al notar movimiento, suspiró observando a sus alrededores notando que cada casa que había tenía detalles de los dragones del equipo, sonrió sellada al notar el Nadder a lo lejos. En esa observación notó como un par de hombres entraban al salón de reuniones en medio de la ciudad, movió el brazo de Hipo, quien estaba mirando al otro lado, para mostrarle lo que hacían pues parecían que eran los que estaban a cargo—. Están entrando ahí.
Escuchó a Hipo gruñir deslizándose para pararse, Idunn lo imitó sin querer emitir alguna pregunta pues sabía que le disgustaba que usaran la isla para malas intenciones. Se alejaron lo suficiente de la orilla pensando como podrían llegar hasta la sala para poder oír lo que dirían, porque claro que ellos tenían la información que necesitaban. A Hipo se le ocurrió primero, así que se acercó a Idunn, quien aún evaluaba la zona, para sacar el traje de vuelo que le había puesto al traje.
— Hipo —lo llamó al ver su ceño fruncido, suspiró alzando sus manos hasta las mejillas del contrario—. Hipo, calmate, sé que te disgusta que estén aquí pero necesitas estar relajado.
El castaño suspiró para luego asentir, se alejó para dejar que ella arregle el traje de vuelo mientras él también hacía lo mismo. Al estar preparados se miraron asintiendo antes de correr hasta la orilla y planear sobre la zona oscura hasta la sala terminando sobre la chimenea para no hacer ruido y alertar al enemigo, Hipo ayudó a Idunn a bajar hasta el techo en silencio siguiendola luego. Caminaron hasta quedar al borde y escuchar lo que decían.
— Tenemos solamente una carga y no podemos llegar de esta forma, es como llegar con las manos vacías —se quejó uno de los hombres.
— Agradece al menos que los Señores de la Guerra son más flexibles de lo que Drago era —bufó otra con una voz más rasposa—. Están enterados de que tendremos suerte si nos vamos con cargas llenas por culpa de los jinetes que los rescatan, que desagradable.
— La Alianza del Norte no está feliz de igual forma y además de culpar a los jinetes nos culpan a nosotros —espetó una voz femenina, cosa que sorprendió a ambos jóvenes ya que hasta ahora no habían visto una mujer entre sus filas—. Y tienen razón, ¿cómo no vamos a poder contra niños?
— ¿Tal vez porque tienen dragones de su lado y al propio Alfa? —respondió otra voz femenina con sarcasmo, aunque esta era mucho más fría y seca que la otra.
— Cállate, Seren, cazamos dragones, ¿qué tanta diferencia hay? Debemos llegar con cargas, es urgente o lo van a llamar a él.
— Ya lo llamaron de hecho —lo interrumpió una de las mujeres—. Y si tan jóvenes son ven, Bjorn e intenta derrotar a Seren que podría tener su misma edad, a ver si puedes con uno que tiene un dragón protegiendolo.
— Quiero seguir vivo, gracias.
Siguieron hablando de lo que deberían hacer pero Idunn simplemente dejó de escuchar, frunció el ceño por lo importante que había escuchado. La Alianza del Norte era una junta militar dirigido por Drago, teniendo tanto a los atrapadores y cazadores de su lado, la idea era básicamente conquistar el mundo usando la armada de dragones que el líder ansiaba, pero hasta ahora no tenía idea de que siga operando pues tanto ambos pensaban que esa idea se había acabado con la muerte de Drago Manodura.
Sean quienes sean los Señores de la Guerra eran los que estaban al mando ahora y eran los nuevos líderes a los que ellos frustraban sus planes al liberar a los dragones e inmovilizar sus naves la mayoría de las veces en las que Idunn atacaba primero, entendía porque sonaban tan cansados y enojados con ellos. La pelirroja suspiró elevando su mirada hasta los barcos, específicamente hasta las velas notando el símbolo de la espada atravezando la cabeza de un dragón, emblema de la Alianza.
Además de todo, ¿quién era él?
— Salgamos ahora —habló la voz rasposa del hombre, supusieron que era el líder de aquel grupo. Se escondieron mejor cuando vieron como estaban saliendo—. Tal vez encontremos algo en esta isla.
Se deslizó para ver como eran por si alguna vez los encontraban en uno de sus asaltos, se trataban de dos hombres corpulentos y dos mujeres rubias de pelo corto y largo, por esta última apostaría a que tenía más o menos su edad, se veía joven, estaba armada hasta los dientes mientras su mirada era tan fría y vacía, supuso que aquella era Seren. Miró a Hipo quien le dio la misma mirada mientras retrocedían hasta la chimenea para que no pudieran verlos.
— Son peligrosos —susurró el castaño a lo que Idunn asintió—. ¿Cómo podremos rastrearlos luego? Pueden perdernos fácilmente —puso una mueca mientras la pelirroja fruncia el ceño pensando en algún plan.
— Tengo una idea —enunció segundos despues, sacó a Müspel abriendo el compartimiento donde se encontraba el gel de la Pesadilla Monstruosa que era lo que causaban las llamas, le dio a un confundido Hipo que lo atajara mientras sacaba una flecha y sumergía la punta en el líquido viscoso, al sacarlo se lo mostró—. Dejaremos un rastro.
— ¿Eso no incendiaría el barco con cualquier chispa? —alzó una ceja viendo como agarraba de vuelta a Müspel para cerrarlo y ponerlo en su cinturón, se encogió de hombros.
— De hecho, pero para que no te molestes lo tiraré a una zona donde sea difícil que el fuego llegue, ¿bien? —lo miró esperando que dijera que sí, aunque igualmente pensaba hacerlo.
— Bien, eres una genia, por cierto —apuntó, Idunn sonrió parándose con cuidado de no resbalar agarrando su arco que se había puesto en la espalda, sabía que lo iba a necesitar.
Tensó la cuerda con la flecha e hizo uso de su buena vista para ver entre la oscuridad y la poca luz que las antorchas otorgaban, apuntaba al segundo barco donde ella vio que estaba el dragón. Sacó el aire de sus pulmones esperando no fallar y lo soltó, le flecha fue lanzada quedando incrustrada debajo de la toldilla de la popa, en un lugar estratégico para que no lo notaran. De todos modos el barco era bastante grande, sería difícil notar una pequeña flecha. Se puso de cuclillas rápidamente mirando a Hipo, asintió haciendo entender que ya estaba hecho.
— Debemos irnos o nos van a descubrir —murmuró a lo que Hipo, aunque quería quedarse y proteger a los dragones de la isla, estuvo de acuerdo.
Se movieron nuevamente planeando hasta donde dejaron a sus dragones y ante las voces cercanas se alertaron, por lo que los montaron abandonando la Orilla con rapidez, subiendo rápidamente hasta las nubes para no ser detectados. Con la adrenalina en sus venas trataron de calmarse mientras volvían a Berk cerca ya del amanecer, la Orilla estaba lo bastante lejos más allá de las zonas nubladas por lo que tardaron tanto en ir y volver.
Dos días despues atacaron el barco señalado, para ese entonces ya estaba cargado con muchos dragones que pudieron liberar sin tantos problemas de por medio, por más que hubieran sido solo ellos solos y por más que los Thorston se adelantaron nuevamente. El único problema fue que no se dieron cuenta que dejaron a una dragona abandonada, no porque no querían, sino porque esta dragona tenía la habilidad de volverse invisible tal cual un Alacambiante por lo que no la notaron.
También tampoco sabían que aquél asalto iba a ser el último.
Quién haya captado todas las referencias de una se ganó una dedicación en el otro cap ah. Anyway hello! Cuanto tiempo, extrañé escribir por aquí, siento haber tardado no tenía inspiración ):
Btw puntos que aclarar:
• La isla de Kain son originarios del fic de newtmas- Crown, al igual que el rey y su hija. Kristoff es una invención de ambas, es nuestro hijo uwu.
• La Orilla del Dragón era una isla sede de Hipo y equipo en la serie Race to the Edge, que si aún no lo ven, ¿qué están esperando alv?
• La Alianza del Norte y los Señores de la Guerra son canon en httyd.
• El grupo que estaba en la Orilla son los Dranters, ellos y Seren en este caso son personajes también del fic de httyd The Way Home de MarieWeasley. Debo especificar que las historias no están unidas, solo quise dar una referencia. Igualmente vayan a leerlo bc es una joyita.
Ahora, ¿quién crean que sea él? Ya vamos a empezar la peli, no creo que sea muy difícil saber de quien estoy hablando 👀
Espero les haya gustado, ¡nos leemos pronto!
Mag.
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