━twenty eight: farewell and new lands
╭══❅•°•CAPÍTULO XXVIII•°•❅══╮
DESPEDIDA Y NUEVAS TIERRAS.
❝Solo veinte minutos para dormir pero sueñas con alguna epifanía❞
El ambiente se había vuelto pesado, la conmoción causaba que su corazón latiera furioso contra su pecho, el sonido de las personas que salían de sus casas en llamas eran lejanas y lo único que podía oír era el molestoso pero continúo pitido en sus oídos, el rugido del Garra Mortal repitiéndose en su mente y el crujido de la madera ceder ante el fuego.
No le tenía miedo al fuego normal, no claro que no lo hacía, sin embargo, le tenía un profundo terror al fuego ácido de aquel dragón que la había marcado de por vida. Estaba aterrada de siquiera acercarse para ayudar a los berkianos a salir de sus casas, con ese miedo latente de las llamas que a sus ojos parecían bailar y alargarse hasta ella para tocarla, sin pensar que su uniforme la protegería de aquella desgracia. Pero su brazo derecho ardiendo, como nunca lo había hecho, le impedía moverse.
Un grito agudo llegó a sus oídos sacándola de su burbuja de terror y pánico, los sonidos se volvieron reales y hasta pudo ser capaz de notar que había estado respirando de forma agitada, cualquiera que la veía pensaría que se estaba a punto de desmoronar —de hecho algunos si lo notaron—. Se dio un golpe mental al notar el peligro en el que los habitantes se encontraban, como todas las otras veces cuando Fair era invadida tuvo que respirar hondo y hacer frente a lo que sea.
Soy valiente, soy valiente, soy valiente.
Centró su atención entonces en una de las casas, donde había oído el grito, notando a una niña atrapada entre un escombros que por suerte no estaban en llamas pero toda su casa delantera si y estaba a punto de caerse sobre la pequeña. Se alertó y sin quedarse a pensar en las posibilidades o el peligro, Idunn corrió hasta ella para ayudarla, tan rápido y preocupada que a la berkiana le pase algo que olvidó bajar el visor de su casco. Llegó a ella deslizándose por el suelo para estar de rodillas, la niña la miró con terror de que el techo se venga encima pero la esperanza brilló en sus ojos almendrados al verla ahí, no sabía donde estaban sus padres y moría de miedo, no debió volver para sacar a su pequeño Terrible Terror que se había paralizado de miedo cuando todos corrieron fuera aunque tampoco lo iba a dejar morir. Era mucho más pequeño que los demás de su misma especie, así como ella.
— Tranquila, te sacaré de aquí —murmuró Idunn notando los ojos aguados de la niña y como el pequeño dragón de escamas verdes se acurrucaba en el hueco de su cuello—. ¿Cómo te llamas? —preguntó mientras movía las maderas, quería verse relajada para tranquilizar a la pequeña, aunque esté igual de aterrada.
— Siggy —murmuró casi siendo un susurro sin dejar de mirarla.
La menor del Clan Wolff realmente admiraba a la pelirroja, no por ser la pareja del Jefe como sus padres se referían a ella, sino por ser General y Jefa en un tiempo pasado, Idunn era de las pocas guerreras y jinetes de Berk junto a Astrid y Brutilda, además de que era la segunda al mando. Para una niña de cinco años, que por su inteligencia parecía de más, aquello era más que grandioso.
— Es un hermoso nombre, Siggy —le sonrió antes de fijarse en la madera más pesada que sujetaba sus piernas al suelo, el crujido del techo la hizo mirar arriba y tragar saliva, debía apresurarse—. El mío es Idunn.
— Como la Diosa —indicó aún con el miedo en sus ojos, pues al estar boca arriba podía notar las llamas con más ímpetu.
— Sí, como la Diosa —murmuró asintiendo moviendo desesperada las placas hasta que un crujido mayor se oyó, sin detenerse a mirar esta vez quitó el pilar y tosió por el humo que había estado aspirando. Sus pulmones seguro la odiaban ya para este punto.
Siggy agarró a su dragón, de nombre Neo, entre sus manos para levantarse, Idunn la sujetó de sus axilas paras ayudarla a salir de los otros restos que habían quedado pero que no la habían aplastado. La castaña se quejó cuando se puso de pie, pues se había lastimado la pierna cuando cayó junto a los escombros, la pelirroja no le importó tener también la misma pierna lastimada cuando la alzó en brazos —junto al pequeño dragón en manos de Siggy— y corrió a la salida.
Un pilar cayó frente a ellas haciéndola frenar, Siggy ahogó un grito mientras Idunn, sin dudar, se quitó el casco con una mano y se la puso, aunque le quedara grande ya la iba a proteger. Pasó todo su largo cabello del lado de donde estaba la berkiana —lado izquierdo—, esta a su vez intentó distraerse viendo el rojo intenso pero a la vez oscuro de la fairiana, le encanta aquel color y era mejor que fijarse en el fuego que las atrapaban. La General respiró hondo viendo la salida rodeada de llamas, tosió levemente y cuando la castaña hizo lo mismo decidió cruzar el umbral con rapidez, pues ese miedo de las llamas de dragón seguían ahí.
Para su mala suerte, pues al parecer estaba maldita y el fuego ácido la perseguiría hasta el fin de sus días, la casa cayó cuando salieron y al proteger a Siggy el fuego la tocó, de nuevo, y la madera astillada la golpeó. El mismo ardor le recorrió la mandíbula derecha —que sorpresa que sea el mismo lado— desde el mentón hasta cerca del lóbulo de la oreja. Cayó al suelo de espalda para llevarse el golpe y por aquello el fuego terminó extendiéndose hasta lo mencionado, rápidamente llevó una de sus manos enguantadas para extinguirlo aunque el dolor era espeluznante. Se quejó cuando sintió que la astilla le había cortado cerca del labio. ¿Quién era Idunn sin un poco de desgracias y heridas en su cuerpo?
— ¿Idunn? —preguntó la voz preocupada y agitada de Siggy, siendo opacada por el casco que llevaba, no vio que pasó exactamente pero escuchó el estruendo y el quejido de la pelirroja.
Cuando la fairiana iba a contestar el crujido de la casa desplomandose la detuvo, retrocedió queriendo incorporarse más la figura violeta y alada de su compañero se hizo presente. Trueno la agarró con sus patas lo más rápido que pudo a la vez que Idunn sujetaba con más fuerza a Siggy, el híbrido la dejó en tierra y aterrizó para ver si se encontraba bien, la pelirroja no hizo nada más que intentar respirar con normalidad al hallar de vuelta el oxígeno del aire exterior. Terminó de rodillas para bajar a la castaña y luego le quitó el casco para que realice la misma acción.
Idunn le sonrió sin mostrar dientes alzando su mano para acariciarle una de sus mejillas manchadas por el humo y las cenizas. La castaña alzó la mirada sonriendole de la misma forma hasta que notó la quemadura en su barbilla y el hilo de sangre del corte no tan profundo, abrió los ojos acercando una de sus manitas temblorosas hasta tocar una parte, la pelirroja cerró los ojos por el contacto, así que rápidamente la retiró.
— Te heriste por mi, lo siento —murmuró con la voz culpable, la General negó tragando saliva antes de responder.
— Prefiero que me pase a mi que a ti, descuida, estoy bien —habló mirando a la castaña como también a Trueno, pues el híbrido la veía preocupado. Siggy bajó la mirada hasta sus manos donde Neo seguía acurrucado esperando que todo pasara, la miró y abrió la boca para decirle algo, tal vez agradecerle, cuando fue interrumpida.
— ¡Idunn! —exclamó una voz que reconoció era el de Alistair, miró de un lado notado que venía junto a Hipo. Suspiró al verlos a salvo y en una pieza, no como ella. Se incorporó justo a tiempo cuando su hermano llegó y la abrazó con fuerza, se había asustado cuando la Garra Mortal la comenzó a perseguir y que no apareciera luego de que salió de la casa no ayudaba en nada—. ¿Estás bien? Estás herida.
Se separó para mirarla y fue cuando notó la quemadura, movió sus ojos de la herida hasta sus ojos sabiendo demasiado bien el terror que ella le tenía al fuego de aquel dragón, Idunn se limitó a negar antes de voltear hasta Siggy —quien pasaba su mirada de Trueno, Al e Hipo, nunca creyó estar junto a ellos tan cerca, aún un conmocionada por lo que pasó— y ponerle una mano sobre su hombro.
— Hay que buscar a sus padres —anunció mirando al pelirrojo y castaño, este último asintió con muchas ganas de acercarse.
— Yo lo haré pero antes de eso, Arwen —llamó a su dragona quien rápidamente se acercó al oir su llamado—. Su quemadura —señaló antes de mirarla—. Agachate hasta su altura.
Idunn frunció el ceño pero obedeció, confiaba plenamente en él. Arwen se acercó entonces hasta su rostro y pasó su lengua púrpura por la quemadura, la pelirroja cerró los ojos sintiéndose aliviada por el frío que emanaba de la Aullido Lanudo, esta a su vez dejó un par de escarchas para mitigar el dolor y que el ardor no sea tan fuerte. El fuego ácido del Garra Mortal contra el hielo sanador del Aullido Lanudo. La General le sonrió en forma de agradecimiento antes de pararse, Alistair se acercó a Siggy para preguntarle sobre sus padres por lo que Hipo pudo aproximarse a su pelirroja, ella no dudo en abrazarlo y él la rodeó con sus brazos sin decir nada.
La adrenalina había bajado y el terror que había sentido al ver a Grimmel volvió, al igual que todo lo que aconteció momentos despues. Se había vuelto a quemar con el mismo fuego infernal. Pero ahora mismo ella no importaba mucho, aunque sintiera que su mundo daba vueltas, sabía que Hipo podría estar igual, era su isla la que estaba ardiendo, era el Jefe y debía proteger a su gente, y lo confirmó cuando él apretó su agarre. Ambos estaban casi igual de asustados, el mundo de ambos también era un desastre y solo quedaba apoyarse mutuamente.
• • •
Entrada la medianoche y luego de que apagaran las llamas en la ciudad, Hipo mandó llamar a todo el pueblo a una reunión en el Gran Salón, habían sido atacados y los demás debían saber el próximo paso a tomar. El castaño tenía un plan e Idunn lo sabía, se le notaba al hojear su cuaderno y sacar su mapa, que lo extendió en la mesa frente a ellos. Todo el equipo fue a ponerse a su lado en la silla que cada uno ocupaba, con el castaño en la más grande aunque nunca se sentó en él.
El lugar de Idunn era a su lado, se sentó de forma pesada haciendo descansar a su cuerpo por unos minutos por lo menos, le habían puesto un ungüento de hierbas en su corte y en cuanto a la quemadura, Gothi hizo que se limpiara con un paño húmedo con delicadeza para luego ponerle una pomada blanca —que era traslucida al ponerse— que no supo de que se trataba más le alivió el dolor, eso no significaba que no lo sintiera del todo. La anciana le escribió en el suelo, algo que no entendió pero que pudieron traducirle, que no era una quemadura grave como la de su brazo y aunque dejaría una cicatriz por ser fuego de dragón, no sería tan profunda, esto debido a que había reaccionado rápido en apagarlo.
Se hundió en su asiento sin decir nada ni mirar a nadie en específico, aunque sí oía las quejas y habladurías de la gente. Estaban enojados y nos los culpaba. Alistair quedó de pie a su lado sin quitar la mano de su hombro, suspiró poniendo la suya sobre la de él, si esto era difícil para ella no se imaginaba lo que estaría pasando por su mente. El menor de los Kerr había sido el más afectado entre los dos, ambos perdieron a su padre por culpa de ese hombre pero Al también perdió a su dragón, su mejor amigo y hasta partes de él mismo que no creía nunca recuperar aquel día hace seis años.
Astrid sentada en la punta más alejada los miró, primero a la mayor con la que compartía habitación y luego al menor, desde que lo había conocido y al menos convivido con él sabía que un Alistair callado en medio de gente con la que ya se había abierto no era bueno. Y no lo diría en voz alta pero estaba preocupada por él. Preocupada por ambos porque parecían muy afectados desde la mañana donde Eret mencionó por primera vez el nombre de Grimmel, la rubia era una persona bastante inteligente y tanto ella como Hipo pudieron unir cabos con los relatos cortos, que los hermanos les contaron sobre el día en que Fair cayó en desgracia, con las palabras que el cazador le había dicho en la cabaña.
El miedo lo había reemplazado el enojo cuando todo se había calmado.
La voz de Hipo los hizo volver a la realidad, alzó la voz pidiendo que se calmaran y que guarden silencio, pocos obedecieron, el castaño se inclinó hasta Patapez a su lado quien se encontraba acostado por la mesa aún con el efecto del sedante que Grimmel le había lanzado.
— Patapez, ¿habías visto esa especie de dragón antes? —preguntó el joven Jefe, el rubio intentó incorporarse alzando un dedo asintiendo entre su debilidad antes de caer de su silla terminando en el suelo, Hipo suspiró.
— Son Garras Mortales —habló Idunn entre todo el barullo para que alcance a oírla, el castaño volteó a verla entonces—. De clase embestida, tiene veneno y acido que se convierte en fuego.
Se fijó en él —ya que había estado observando la mesa al hablar— y este a su vez la miró de una forma que no supo identificar, era una mezcla de preocupación, susto y posiblemente de revelación. Suspiró asintiendo, prometiendole con aquel gesto que le contaría lo que había omitido en sus relatos. Las quejas enojadas de los berkianos queriendo hacerle frente al invasor los hizo despegar miradas y centrarlas en el furioso pueblo.
— ¿Se perdieron la parte en la que casi morimos? ¿Han visto mi casa? —preguntó alzando la voz, algunas cabañas resultaron más dañadas que otras como la de Siggy, pero la de los Abadejo era un completo horror y una remodelación como las otras veces iba a ser imposible, estaba totalmente destruida—. Este es una nueva clase de enemigo y lo subestimé, eso es mi culpa —añadió rápidamente sabiendo que lo era, había sido advertido por tres personas y no los oyó—. Pero no lo volveré a hacer.
— ¡Somos vikingos! No huimos de una pelea —exclamó Patán levantándose de su asiento no sin antes golpear ligeramente la mesa—. Al menos no yo, tu sí —señaló a Eret a quien tenía a su lado, las pequeñas y absurdas peleas que tenía con el antiguo atrapador eran divertidas pero ahora nadie tenía el ánimo para aquello.
— Estoy de acuerdo con Hipo —habló Eret ignorando el dedo acusador de Patán y a Patán mismo, acercándose hasta la silla del Jefe—. No hemos visto lo último de Grimmel, es un depredador solitario y paciente. No se detendrá hasta que consiga lo que quiere.
Dioses, su hombre debería estar prohibido decirlo, pensó Idunn bufando con la mano en la sien.
— Estoy con Eret —señaló Valka quien se encontraba parada a lado de Alistair, aunque más adelantada que el pelirrojo, Idunn vio de rojo como Patán se levantaba de su asiento cuando escuchó como la mayor le daba la razón al otro pelinegro—. Tenemos que tomarnos en serio esta amenaza, ¿General? —miró a la Kerr mayor esperando que diga algo.
— Él va a volver —habló poniéndose un poco más recta, no quería y no iba a decir su asqueroso nombre—. Y va a cumplir con su palabra y con lo que quiere, no importa si arrasa media isla para lograrlo.
— No podemos esperar mucho de alguien que mata por deporte —mencionó Alistair sin contenerse, pues quería hacer resaltar de que se trataba de un asesino.
— Grimmel es solo una señal de los tiempos —indicó Hipo retomando la palabra. ¡El maldito nombre!—. Nuestros enemigos se están volviendo más listos, más decididos. No solo estamos sobrepoblados, estamos expuestos y vulnerables. A poco de una guerra total y arriesgando a todos los que amamos. Yo no... no veo la manera de que nos quedemos aquí por más tiempo.
Tan rápido como dijo aquello las quejas volvieron, la pelirroja suspiró mirando a su novio entendiendo a lo que se refería ya que solo el día anterior estaban hablando de aquello. Ayer parecía una locura, pero ahora parecía ser la única opción que tenían. Bufó al ver que no lo dejaban hablar, con un gruñido se levantó —ya que no había tenido ganas de llamar la atención, más bien quería desaparecer— y golpeó la mesa con fuerza.
— ¡Déjenlo hablar! —exclamó con el ceño fruncido, la gente calló al escucharla ya que nunca la habían visto enojada o con la mirada que expresaba las ganas de matar que sentía. Se sentó de vuelta al notar que había logrado su objetivo y miró a Hipo, quien ya la estaba viendo asintiendo en forma de agradecimiento por lo que había hecho.
— Si queremos vivir en paz con nuestros dragones necesitamos un plan mejor —continuó moviendo las manos.
— Entonces, ¿qué estás diciendo, Jefe? —preguntó Bocón lentamente.
— Estoy diciendo que debemos desaparecer, salir del mapa, llevar a los dragones a un lugar donde nadie los encuentre.
— ¿Y dónde podría ser eso?
— Está hablando de la busqueda del Mundo Oculto —suspiró la antigua Jefa de Fair, los murmullos más bajos fueron escuchados al no saber de aquel mítico lugar y los que habían escuchado con anterioridad pensaron que era una completa locura.
— A mi padre le obsesionó cuando yo era niño —explicó el Jefe—. Hizo notas y mapas en busqueda de la casa ancestral de todos los dragones, escondido en algún lugar más allá del fin del mundo. Quizá sea la solución que necesitamos. Somos gente de dragones. Es en donde pertenecemos —unos cuantos gruñidos y voces al mismo tiempo que decían "este es nuestro hogar" pudieron oírse.
» Miren, sé que este es nuestro hogar, mi padre me dejó para protegerlo. Pero Berk es más que este lugar, ¡nosotros somos Berk! La gente, los dragones, yo digo que Berk está en donde quiera que vayamos.
Idunn sonrió de lado de forma sellada sin dejar de mirarlo, ¿de verdad él no notaba el liderazgo y la voz que cargaba? Tal vez no lo notaba y jamás lo notaría, pero siempre estuvo en él, debería hacérselo saber.
Hablando de su plan, no le gustaba huir y menos de aquel hombre, sin embargo, muy dentro de ella sabía que podría volver a perder. El hombre era astuto e inteligente, siempre estaría cuarenta pasos por delante de ellos y darle frente podría ser lo último que alguien haría. Huir y desaparecer del mapa sonaba razonable, aunque lo que la preocupaba era ir en busqueda de un lugar que podría no existir.
— ¡Estoy con él! ¡¿Quién más?!
• • •
Luego de la reunión y que la gente haya apoyado en plan de su Jefe, fueron rápidamente a sus casas para preparar sus cosas para el largo viaje que tendrían, iban a partir lo más pronto posible pues Grimmel podría volver en cualquier momento y aunque nadie quería irse estaban en peligro, lo sabían, y no solo ellos, también sus dragones. Hipo tenía razón, eran gente de dragones, nadie quería separarse de sus amigos y compañeros, la gente se había acostumbrado a ellos y viceversa.
Idunn fue junto a Astrid para cargar con sus cosas y ponerlas sobre sus dragones, para la suerte de ambas la cabaña de los Hofferson fue la menos afectada, en cambio a Hipo que había perdido muchas cosas en el incendio. Trueno les había dejado un rastro de babas a ambas cuando salieron, la pelirroja rengueaba un poco al igual que la rubia, ya que esta última había estado sobre un pilar y tuvo que saltar al suelo para evitar el fuego acido de la Garra Mortal, dando así el resultado de una lesión poco grave en la pierna por el esfuerzo.
Al terminar ya eran como las cuatro de la mañana o tal vez más, así que el día lentamente comenzaba a aclararse. La pelirroja se acercó a la casa de los Abadejo lentamente viendo un poco lo que la claridad le enseñaba la vivienda destrozada, suspiró con las cejas bajas entrando por donde debería estar la puerta encontrando a Hipo de cuclillas revisando los pocos libros que habían sobrevivido, quien se puso de pie al sentir su presencia. Alistair debía estar por aquí, ya que era donde se quedaba, pero no había un solo rastro de su hermano.
— Al fue a ayudar a los demás —señaló al notar que miraba a todos lados, ella puso una mueca asintiendo a la vez que se acercaba haciendo crujir la madera y algunos escombros caídos, parte del techo estaba destruido.
— No solo miraba por eso, me pone triste ver tu casa así, ¿cómo estás? —preguntó parando frente a él, el castaño suspiró meneando su cabeza.
— Siendo sincero, no lo sé —miró a los lados observando con expresión triste el lugar donde por años había vivido reducido a escombros y cenizas, algunas partes incluso podías ver como salía el humo—. Son solo cosas materiales, también nos vamos a ir, pero...
— Es tu hogar —terminó por él cuando había dejado las palabras al aire, el castaño se fijó en ella de nuevo y asintió. Se miraron por unos segundos sin decir nada hasta que el Jefe volvió a hablar.
— Fue él, ¿no? —murmuró lentamente sin querer sonar rudo, Idunn suspiró antes de asentir y alejarse hasta otra parte para que ver podía rescatar.
— Lo omití porque no quería hablar de él, del hombre que con un chasquido de dedos había arruinado mi vida —volteó mordiendose el labio interior—. No valía la pena y tampoco sabía que lo iba a volver a ver. ¿Y sabes? Quería verlo, estoy muy enojada y triste, lo único que quiero es matarlo pero me di cuenta que no estaba para nada lista para ver sus ojos tan viles otra vez. Perdón por no decírtelo.
— No —negó acercándose mientras negaba con la cabeza, puso sus manos sobre sus brazos para darle suaves caricias—. No tenías por qué decírmelo, él te hizo daño y no me hubiera gustado que revivieras esos recuerdos solo para contarme... lo que te dijo... tú no eres débil, de hecho eres la mujer más fuerte que vi en mi vida.
— Y tú eres un buen líder —respondió al ver que tenía una oportunidad, el muchacho negó bajando la mirada con una pequeña sonrisa irónica—. Oh, por favor, vas a guiar a un pueblo entero a un lugar donde nadie sabe si existe o no, ¿quién más que un líder podría lograr que lo sigan con tan poca información?
— Estábamos hablando de ti, no de mi —la miró con una sonrisa de lado.
— Hemos hablando mucho de mi —asintió decidida—. Gracias por tus palabras y por el apoyo que me das, déjame hacer lo mismo, no tienes por qué hacer esto solo.
El castaño sonrió sin mostrar dientes, realmente agradecido con los Dioses por haberla conocido. Alzó la mano izquierda para pasar sus dedos por la quemadura en su rostro lo que la hizo cerrar los ojos, no por dolor, sino por el toque suave y reconfortante. Hipo recorrió su nueva herida con cuidado extremo, parecía que si la tocaba mal podría romperse, pero solo no quería dañarla. Cada cicatriz significaba lo valiente que era. Terminó dándole un beso en la frente.
— ¿Segura que estás bien, mi lady? —preguntó al separarse, la fairiana abrió los ojos conectado azul con verde.
— Lo estaré.
Luego de eso dejó la conversación anterior y se puso a ayudarlo con sus pocos objetos, teniendo cuidado en subir al segundo piso para ver si había algo rescatable. Encontró el peluche de dragón del castaño cuando era niño sucio por las cenizas pero intacto, decidió conservarlo. Terminaron rápidamente pues no eran muchas cosas y así llegó la hora para partir.
La despedida fue silenciosa, muchas cosas dejaron atrás por ser grandes o pesadas, el cielo estaba nublado y oscuro dándole un aspecto más triste. Nadie quería irse de su hogar, un lugar en el que vivieron miles de aventuras y por primera vez en siete generacion las fraguas se apagaron. Hipo tuvo que ser el primero en despegar para guiar y que Chimuelo lo haga con los dragones, cuando hizo eso y comenzaron a seguirle miró atrás por última vez. Las casas coloridas que ahora estaban apagadas por las cenizas del incendio anterior, las calles vacías, su casa destruida, el Gran Salón con las puertas abiertas y lo más importante, la estatua de su padre y todo lo que lo recordaba a él.
Ahí dejaba Punta Cuervo en donde conoció a Chimuelo, ahí dejaba la Academia donde entrenó él y los demás, ahí dejaba los recuerdos que tenía con su padre y las aventuras que lo marcó, ahí dejaba todos los lugares donde iba con Idunn cuando tenían libre, en donde se enamoró de ella. Dejar la Orilla del Dragón no había dolido tanto como esta vez, siempre se escapaba cuando podía y ahora que no volvería se sentía diferente.
Pero era para bien y esperaba que el plan saliera como debía. Miró a Idunn a su lado, ella asintió con una pequeña sonrisa sellada para darle animos y así comenzaron a volar sin rumbo fijo en busqueda del Mundo Oculto.
¡Buenos días! O tardes dependiendo de donde viven, me prometí no hacer nota pero he fallado.
Primero que nada pido disculpas por tardar, intenté actualizar otras historias pero simplemente no pude, vine aquí y de repente tenía 4k de palabras jsjss ):
No tengo fc para Siggy siendo niña, pero sí para adulta, así que pueden imaginarla como una versión pequeña de Blanca Nieves de Zapatos Rojos y los Siete Enanos.
Decidí hacer nota para decir esto: querido lector fantasma, votar es gratis. He estado recibiendo muchísimos fantasmas y me di cuenta, las vistas subían pero los votos no, ¿creen que uno no se da cuenta? Además están estos que no se con que cara vienen comentan y jamás votan, la estrellita ahí abajo es para eso por si no lo sabían. Estoy harta. En el capítulo pasado se nota, como que 600 vistas y solo 60 votos, antes era peor y las vistas superaban los mil.
¿Ustedes no saben todo el esfuerzo que conlleva escribir? ¿No quieren que vean que leen un fic de animación? ¿Nunca fueron de interactuar? No hace falta y no te digo que comentes en cada párrafo, pero el voto puede ser muy importante para el escritor, al final es el único pago que podemos recibir. Igualmente ninguna de esas 600 personas va a leer esto o no le va a importar, tampoco te sirve votar solo en esta parte y luego desaparecer.
Wattpad debería de hacer una buena actualización en vez de sacar cosas, que genial sería que para leer el próximo capítulo debes votar para desbloquear.
Dicho todo esto me voy a tener una crisis ya que seguro me van a ignorar. ¿Qué les pareció el capítulo? Díganme sus opiniones pls ):
¡Nos leemos!
Mag.
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