━thirteen: the sanctuary
╭══❅•°•CAPÍTULO XIII•°•❅══╮
EL SANTUARIO.
❝Ahora, dime, ¿cómo se convirtieron todos mis sueños en pesadillas?❞
¿Alguna vez han sentido a tu mayor miedo ceñirse por tu huesos? Pues Idunn había vivido así desde hace cinco años, sin parar. Pero esta vez sus sueños fueron crueles al mostrar a Trueno irse o peor, muerto. No era como las otras veces donde la dañada era ella, prefería mil veces que los golpes sean dirigidos a su persona a que lastimaran al híbrido.
Ella no sería capaz de soportar un mundo sin él, sin sus bromas, sus juegos infantiles, sin verlo presumir o caminar con porte elegante cuando quería pavonearse a sí mismo. Que le faltara todo menos Trueno, porque no sabía que hacer o como vivir sin él revoloteando a su lado. Recordaba perfectamente el día en que los Fairianos dejaron ir a sus dragones por seguridad de ambas especies y como el dolor en su pecho le cortaba la respiración con la simple idea de pensar en que no volvería a verlo nunca más. Pero él se quedó, cuando los demás dragones comenzaron a alzar vuelo Trueno se quedó al borde de la isla viéndolos irse mientras se debatía en su interior si los seguía o no, y no lo hizo, volteó mirando a su mejor amiga llorando en silencio y corriendo se acercó a ella. Él no la iba a abandonar.
Su cuerpo se tensó en medio del sueño, o pesadilla mejor dicho, lágrimas se escaparon de sus ojos cerrados y su pecho se apretó viendo como Trueno, el ser que más amaba en este mundo, yacía muerto en la nieve mientras ella estaba llorando y gritando a su lado. Nunca escuchó un sonido salir de su boca, parecía que había quedado sorda porque lo único que oía eran zumbidos, pero en su visión borrosa por las lágrimas se coló alguien quien conocía a la perfección.
Hipo, juró haberlo dicho más seguía sin oir nada. El castaño apareció frente a ella agarrando su rostro herido entre sus manos, acunándolo y limpiando las lágrimas. Lo vio mover sus labios y luego la zarandeó para sacarla de su conmoción, claro que no sabía que fue para Idunn un oasis al que pudo aferrarse y aunque ese sueño era en parte real, que Hipo si fue el apoyo que ella necesitaba, era impresionante lo increiblemente muerta que se sentía incluso ahí.
Entre sus memorias estaba lista para morir decidida a que él sea lo último que viera antes de partir al más allá, como ayer, pero esta vez pudo ver sus ojos brillar antes de que la luz blanca la cegara. No despertó sobresaltada, mucho menos agitada, simplemente abrió sus ojos con lentitud mientras parpadeaba.
Posiblemente aún esté en estado de shock, o solo esté pérdida, no estaba segura, volteó su cabeza intentando ver algo fijándose en un pequeño dragón bebé de color celeste con motas verdes acostado cerca de su mano mientras dormía con tranquilidad. Movió sus ojos al notar la presencia de un par jugando entre sí en el suelo del cuarto, frunció el ceño elevando la cabeza al notar que no era parecida en nada al cuarto de Astrid o Hipo, de hecho, ni siquiera era madera lo que la rodeaba. Analizó el lugar con una mezcla de confusión y curiosidad, parecía ser una cueva por las paredes de piedra gris oscuro que había, estaba bien iluminada y tenía partes de hielo celeste rodeando una de las paredes.
El lugar tenía un toque hogareño que no la hizo entrar en pánico, no aún, por lo que observando encontró una salida que era una apertura en una de las paredes de roca lisa, escuchando como algunos gruñidos y sonidos familiares entraban por él y fue entonces cuando reaccionó finalmente. Trueno, los cazadores, la sombra desconocida, ¿porqué soñó con Hipo? ¿Él estaba también ahí? Se levantó o al menos lo intentó ya que su abdomen la hizo volver a la cama, gruñó para si misma apretando las telas nuevas que le habían puesto quedando sentada. El dragón a su lado bostezó para luego abrir sus grandes ojos de color ambar que se fijaron en ella, Idunn mandó su mano a su cabeza acariciandolo con una pequeña sonrisa el cual el pequeño lo aceptó juguetonamente.
Hace tiempo no veía dragones bebés y se había olvidado de lo adorables que eran, en Berk no había —o tal vez nunca se dio cuenta por estar admirando los ojos de Hipo— así que con el ceño fruncido y un máximo esfuerzo de su parte se movió hasta la orilla de la cama donde sus pies tocaron el frío suelo, el cual le dio un escalofrío. Se paró al hallar sus botas sintiendo su cuerpo adolorido, ¿hace cuánto andaba dormida? Como estaba descubierta y solo las telas cubrían su pecho se tardó un poco más al encontrar un cambio de ropa, una blusa manga larga de color verde musgo un poco más grande que ella descansaba en una silla, esperando a que la tomara. Idunn se acercó con lentitud mientras los dragones seguían jugando entre ellos para ponérselo con desconfianza, pero tenía frío así que no podía aguantarse.
Lentamente fue caminando hasta la salida mientras se atajaba de las paredes, siendo seguida de los pequeños dragones que revoloteaban entre sus piernas. Definitivamente esto no era Berk ni mucho menos Fair, era mucho hielo y roca para ser cualquiera de esas dos islas. Pronto el camino que la llevaba quien-sabe-donde comenzó a poblarse de helechos hasta que su vista se inundó de verde, que la maravilló por cierto. Más dragones bebés aparecieron, algunos eran bastante grandes y otros pequeños como el que andaba durmiendo junto a ella minutos atrás.
Al final de la cueva, rodeada del mismo hielo, achicó sus ojos cuando la luz de afuera le impactó pero fue capaz de oír el rugir, bramir y gruñir de los animales que ella amaba, así que con el ceño fruncido salió, cuando sus ojos se acostumbraron a la luz abrió la boca y los ojos quedando de pie al ver a miles de dragones sobrevolando el área. Alzó la vista viendo el hielo creando una especie de domo gigante, se fijó en las rocas, cascadas y toda clase de plantas que había mientras caminaba torpemente por tan maravillosa vista.
Era hermoso, era una utopía del cual nunca quisiera salir.
Fue avanzando sin que su vista se apartara de los distintos tipos de dragones, algunos ya conocidos por ella y otros que en su vida vio o escuchó alguna vez. Vio a bebés Gronckle jugar cerca haciéndola sonreír, volvió a alzar su vista suspirando y deteniendose en medio de las plantas sin tener palabras que puedan describir las sensaciones que le estaban recorriendo. Había vivido rodeaba de dragones y vegetación abundante, pero Fair no le hacía competencia a este lugar.
Eran más dragones y verde de lo que alguna vez haya visto, lo que la hacía sentir bien de algún modo. Pronto su vista se fijó en un punto púrpura del otro lado del acantilado, el cual dio vuelta su cabeza al oler un aroma familiar, sonrió tan grande que pensó que los músculos de su cara se desgarrarían al ver como Trueno alzaba vuelo para acercarse a ella feliz, el híbrido aterrizó a pocos metros de la pelirroja pero se acercó rápidamente a ella donde Idunn lo abrazó por su cuello. ¡Por Odín! Creyó haberlo perdido, pero aquí estaba, sin un solo rasguño y moviéndose por verla a ella, ¡a ella!
— Oh, Trueno —murmuró mientras lágrimas de felicidad se deslizaban por sus mejillas, estaba demasiado feliz por verlo bien.
Se aferró a él todo lo que pudo hasta que se alejó para verlo, el dragón comenzó a mover su nariz oliendo si no tenía algún otro rastro de sangre y se tranquilizó al saber que no, se había preocupado por ella. Idunn lo miró con los ojos aguados pero con una sonrisa, se acercó y le dio el beso en la nariz que comúnmente lo solía hacer para responderle que se encontraba bien. Él entonces al ya saber esto intento hacer una sonrisa a su estilo antes de pasarle su lengua por su rostro dejándole un rastro de baba, Idunn se quejó pero igual se rió, Trueno podía hacerle eso cuantas veces quiera y no se molestaría en serio nunca.
— Veo que ya despertaste —escuchó una voz femenina desconocida, se separó de Trueno para averiguar de quien se trataba y miró hacia la derecha para ver como una mujer se acercaba atajando un bastón largo en una de sus manos. Idunn se puso alerta más ladeó la cabeza al ver como Trueno se acercaba a la mujer, incluso creyó verlo dando saltitos cuando llegó a su lado. La mujer castaña, que tenía un cierto parecido con alguien, sonrió y acarició la cabeza del híbrido antes de mirar hacia su dirección—. ¿Cómo te encuentras?
— Bien —respondió un tanto confundida, sacudió su cabeza antes de bombardearla con preguntas—. Disculpe, ¿quién es usted, dónde estoy y que es este lugar? —la mujer rió con delicadeza antes de hacer un ademán con su mano para que la acompañara hasta la orilla del acantilado.
— Es el hogar del Salvajibestia, la especie Alfa, una de las pocas que todavía existe —explicó la mujer apuntando con su bastón al enorme dragón blanco que descansaba en el fondo del lago, Idunn abrió su boca por la impresión de estar viendo con sus propios ojos al rey de los dragones, no creyó estar viva para poder apreciar uno en su gran magnitud—. Con su aliento helado, este noble gigante construyó nuestro nido, un refugio para los dragones del todo el mundo, un santuario.
— Wow, esto es fascinante —soltó entre medio de un suspiro, admirando al gigante y hermoso dragón. Infló su pecho antes de mirar a la mujer que seguía siendo una desconocida—. Tú... me salvaste —afirmó, la castaña con ojos azules movió sus labios en una pequeña sonrisa y asintió una vez—. Gracias.
— No tienes porqué hacerlo —negó, Idunn se puso recta frente a ella mirándola agradecida, la verdad era más por la vida de Trueno que por el de ella—. Soy Valka, es mejor para ti que te quedes por un tiempo aquí por tu herida, no es bueno que te esfuerces.
La pelirroja asintió mientras chasqueaba su lengua, sus planes debían tener un ligero retraso y por más que quería disculparse, no quería volver a poner a Trueno en peligro.
— Soy Idunn, un placer y nuevamente gracias, Valka.
Ella volvió a negar para luego señalarle un lado para comenzar a caminar, la pelirroja la siguió viendo como Trueno se escapaba de los dragones bebés que lo andaban fastidiando riéndose a causa de eso. Pero frenó al ver al gran Cortatormentas de color claro bajarse de uno de los árboles pegados a la pared de piedra, era enorme y giró su cabeza al ver como se acercaban a él. Idunn abrió los ojos por lo majestuoso que era, extendió sus alas para bajarse al suelo y le sorprendió lo grandes que eran. Ya había visto uno en Fair pero supuso que era joven porque el que vio no era así de grande, este era simplemente hermoso y pensar que Trueno tenía descendencia de uno la hizo maravillarse más.
— Brincanubes, ella es Idunn, será nuestra invitada durante un tiempo —le avisó a lo que supuso era su dragón, él solo la miró curioso sin hacer un sonido por lo que la pelirroja solo sonrió de lado y lo saludó con la mano. Era un dragón tan imponente que se sintió un poco intimidada al principio—. Ven, debes descansar, ¿dé donde eres, Idunn?—preguntó Valka volviendo a ella para comenzar a caminar, Trueno se acercó demasiado curioso hasta Brincanubes el cual solo lo miró por ser para un él un Cortatormentas un tanto extraño.
— Uh, Fair —respondió mirando el lugar, tal parece que Valka la estaba regresando al cuarto del cual salió pero por otra ruta, la castaña asintió.
— Vaya, entonces si era cierto —la menor la miró confundida—. Siempre se dijo que Fair alojaba dragones pero solían decir que eran puros engaños para alejarse de la isla y ya, no lo creía tan descabellado pero las personas no tenían idea que los dragones y humanos podrían convivir en paz. ¿Fueron la primera utopía, no es así?
— Si, bueno, lo eramos —murmuró jugando con sus manos—. Los soltamos hace algunos años para seguridad de ellos y nuestra, ya que Fair empezó a pelear con cazadores, fue lo más sensato que se me ocurrió hacer y hasta ahora creo que no fue lo mejor. Aunque Trueno se quedó, la verdad es que no sé qué haría sin él.
— ¿Eres la jefa? —preguntó la castaña un tanto sorprendida porque la chica que caminaba a su lado era muy joven para liderar toda una isla, ella asintió un tanto cansada dando a entender a la mayor que pasó algo para que le dieran el mando, pero decidió no decir nada al respecto—. Así que se llama Trueno, es un híbrido, ¿no?
— ¿Cómo supo eso? —la miró con el ceño fruncido a lo cual ella solo sonrió.
— He pasado veinte años de mi vida rodeada de dragones, pude aprender ciertas cosas de ellos y a diferenciar a cada especie, y supe que tu dragón era especial porque ningún Cortatormentas forma rayos de su cuerpo —Idunn sonrió volteando hacía atrás para ver a Trueno seguirlas junto a Brincanubes—. ¿Skrill?
— A mi me costó quince años saber de que mezcla venía y usted lo supo en un segundo, mi autoestima acaba de bajar más de lo que ya estaba —Valka rió por su exageración—. Y ni siquiera fui yo quien lo descubrió, para empeorar mi situación.
— ¿Quién fue el afortunado? —Idunn sonrió sin mostrar dientes viendo los helechos del suelo mientras caminaba.
— Alguien muy importante para mi, alguien a quien hice daño y que seguro ni querra verme si vuelvo porque solo me fui —murmuró poniendo una mueca, Valka parpadeó recordándose a si misma y a su esposo, tragó saliva frenando su caminata antes de hablar.
— Sea lo que sea que hiciste no creo que lo hayas hecho a propósito o con intenciones de lastimar, pero siempre tendrás la capacidad de pedir perdón si vuelves —recomendó poniendo una mano en el hombro de la chica, ella asintió dándole la razón. Trueno ronroneó comenzando a mover su nariz por estar olfateando el ambiente mientras mandaba la cabeza hacia arriba y terminar sobre el suelo.
— ¿Qué pasa, bebé dragón? —preguntó con una pequeña mueca el cual fue respondido con un gruñido por parte del híbrido, ambas mujeres junto al dragón de la mayor observaron lo que hacía Trueno el cual no tenían idea de que era. El dragón púrpura finalmente se acercó hasta un montículo de rocas pequeñas que se encontraba de un lado del camino, el híbrido se sentó a su lado y puso su cabeza encima e hizo un sonido que Idunn reconoció, esto lo hacía cuando estaba triste—. ¿Qué es eso? —le preguntó a Valka mientras se acercaba a su dragón para intentar averiguar que ocurría.
— Una sepultura —declaró mirando a la chica acercarse al montículo, ella vio otra roca enfrente en un intento de lápida que tenía un dibujo en él—. Era un dragón que encontré hace tiempo, estaba flotando muerto en el océano y lo traje para rendirle un poco de honor ya que podría ser el último de su última clase.
— ¿Qué clase de dragón? —preguntó un poco temerosa y algo sombría, estaba de espaldas de la castaña quien ladeó la cabeza.
— Un Furia Nocturna —reveló lentamente, Idunn cerró los ojos mientras tragaba el nudo que se había formado en su garganta, sus labios comenzaron a temblar—. Fue hace cinco años, lo habían matado cazadores ya que tenía por él una lanza negra y lo tiraron al océano.
Ahora entendía la reacción de Trueno, soltó un sollozo involuntario y al abrir los ojos nuevamente, no fue capaz de atajar las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas.
— Oh, Rhaegal —gimoteó, sus piernas temblaron por lo que lentamente fue cayendo al suelo de rodillas frente al lecho de su amigo. Extendió una mano temblorosa hasta las rocas donde las mantuvo mientras las lágrimas caían. Valka se puso a su lado poniendo una de sus delicadas manos en su hombro.
— ¿Lo conocías?
— Era el dragón de mi hermano, era mi amigo —dijo con la voz temblorosa y rota—. Gracias por traerlo aquí.
Valka asintió mientras que Idunn se lamentaba y todo su cuerpo comenzó a arder de ira, saber como terminó Rhaegal flotando en el mar como si no fuera nada la hizo odiar con mucho más fervor a Grimmel. Ese hombre no hizo más que darle desgracias y le enojaba mucho más el hecho de que él seguro ni se acordaba más, mientras ella aquí se encontraba llorando aún por todo lo ocurrido.
Rhaegal no se merecía esto, no merecía terminar en un hoyo en el suelo a tan corta edad, los Kerr no lo habían merecido. Por eso luego de tanto tiempo volvió a culparse de su muerte, a culparse de todo y decidió que ahí podría quedarse un tiempo sin causar más daño de lo que ya hizo. No pudo proteger a su amigo, a su padre, a su isla y dañó a Hipo, ¿cómo se vive con eso?
¿Y si esta vez luchaba, pensaba y vivía por ella, las cosas serían diferentes en su vida? ¿Y si rompe las cadenas y baja la libertad que siente al volar? Tenía miedo, de nuevo, pero ese miedo la hizo terminar aquí, frente al lecho de Rhaegal Kerr que gritaba con una gran fuerza que ella tenía que vivir, tenía que disfrutar, tenía que arriesgarse porque no creía que sea una coincidencia haber terminado justamente aquí en medio de tantas crisis en su vida.
Rhaegal, desde el Valhalla, le dio las fuerzas para seguir luchando.
Hola, no estaba muerta solo andaba de parranda. Ah, parece como que me fui mil años pero aquí estoy babys, el cap anterior me dejó muy cansada porque fueron casi seis mil palabras y dejó de funcionar la última neurona viva xd
Mientras Idunn anda socializando con la suegris, que aún no sabe que es la suegris, Hipo y Alistair se están muriendo de preocupación por nuestra pendeja, ksual.
Aparte de decir eso también vengo a avisar que solo falta un cap más para llegar a la película, finalmente me dirán xd pero ya llega señorassss y más fuerte que nunca, también que estén preparados para cuando empiece el acto dos (httyd3)
Si alguien quiere dedicación en los próximos caps me dice aquí quien quiere ♡
Pd: el último gif fue hecho por la genial newtmas-, muchísimas gracias, cariño, es hermoso y como agradecimiento este cap te lo dedico a ti ❤
¡Nos leemos!
Mag.
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