━ten: they dance as one

══❅•°•CAPÍTULO X•°•❅══
ELLOS BAILAN COMO UNO.

❝La danza es un poema en el que cada movimiento es una palabra❞

Tres semanas exactas habían pasado desde que piso Berk por primera vez, había descubierto la descendencia de Trueno y dado cuenta que parte de los Fairianos alojados en la isla de los Gamberros Peludos la odiaban. Tal vez estaban planeando su muerte por las miradas asesinas que le regalaban, por eso desde que el hombre la había golpeado no se separaba de Trueno.

El híbrido notó que la vida de su dueña corría peligro ni bien notó la cicatriz en la cara y escuchado todas las maldiciones que le echaban. No se iba a jugar con Chimuelo y desaparecer como siempre lo hacía, siempre se mantenía a lado de la pelirroja para gruñirle a quien sea.

Este día pocos captaban su presencia pues la mayoría estaban alborotados arreglando la ciudad y decorandola, Idunn no entendía que pasaba por lo que supuso era un día festivo en la isla aunque preguntaría luego. Berk se encontraba feliz de alguna forma que no comprendió, las personas la saludaban mientras se movían por todos lados poniendo banderines y moviendo mesas con la ayuda de sus dragones. Al llegar al comedor a la hora del almuerzo, ya que a la mañana se la pasó durmiendo, encontró la zona completamente agitada. Muchos chocaron con ella hasta que finalmente llegó a su mesa con los demás jinetes, que no supo si estaban igual o más efusivos que el resto. Notó que Hipo no se hallaba con ellos, supuso que había salido a volar como era su costumbre.

— ¿Qué está pasando? ¿Llegó el Ragnarök y nadie me avisó? —preguntó al sentarse en su lugar habitual a lado de Astrid, esta le pasó un plato de sopa que la pelirroja agarró agradecida.

— ¡Es el Sigrblót! —exclamó Patán con obviedad pero Idunn solo abrió los ojos más confundida y miró a Astrid para que le traduzca lo que el vikingo dijo—. ¿Acaso no sabe que es?

— ¿Si recuerdas que viene de otra isla, verdad? —preguntó la rubia Hofferson un tanto divertida, Patán se limitó a fruncir el ceño, Astrid volteó su cabeza para darle la explicación que Idunn pedía—. El Sigrblót es una celebración mensual que se hace un día antes de las carreras de dragones, es para agradecer y pedir a los dioses suerte para las futuras victorias.

— Pero todos saben que yo voy a ganar —afirmó Brutacio señalandose—. Y nadie me va a detener.

— Excepto yo, ¡tenemos el mismo dragón, genio!—contestó su hermana.

— ¿Carreras de dragones? —preguntó Idunn ignorando la pelea diaria de los gemelos, había un pequeño brillo en sus ojos al darse una idea de lo que significaba. Astrid asintió con una sonrisa sellada, Idunn quedó maravillada con la idea, jamás se le hubiera ocurrido hacer algo así.

— ¿Quieres competir?

— Oh, no, prefiero verlo —negó rápidamente, mientras sorbía su sopa miró a su alrededor—. Tal vez la próxima. ¿Dónde está Hipo?

— Se pasó el día en la herrería, no sé que está haciendo que lo mantiene ahí —se encogió de hombros—. ¿A qué se debe el interés?

— Solo era curiosidad, a esta hora solía ya estar aquí —se tomó su tiempo en dejar a la mitad su plato porque el hambre le ganaba, cuando la rubia no contestó fue cuando la miró encontrándola con las cejas levantandas y una sonrisa de lado, la señaló con su cuchara—. No empieces, Astrid Hofferson.

— Solo opino que...

— No opines nada —la cortó—. Sé lo que tratas de decir y no, solo somos amigos. Te dije que eso no iba a pasar —volvió a comer sin darle vueltas al asunto hasta que Astrid volvió a hablar.

— Uno no puede controlar lo que siente, Idunn.

Siguió comiendo como si nada hubiera pasado pero la pelirroja si dejó de hacerlo, lo peor es que se quedó pensando enredando más su pobre mente. Sacudió su cabeza al final para luego vaciar su plato, Hipo y ella solo eran amigos y así se trataban, ¿pero porqué le dio tanta importancia a eso para empezar? Al terminar de comer agarró una fruta, se disculpó para luego retirarse.

Al salir, Trueno se paró ya que estaba acostado esperándola, ella sonrió acariciando su cabeza antes de comenzar a caminar con el híbrido detrás. Llegó a la herrería donde fue recibida por un alegre Chimuelo que disfrutó las caricias de la chica para luego acercarse a su amigo dragón. Idunn se adentró al lugar encontrándose primero con Bocón quien la saludó y aprovechó por preguntarle donde estaba el castaño.

— Está aquí, supuestamente ayudando según él pero está con uno de sus inventos como siempre —negó mientras seleccionaba un accesorio para su mano, que por cierto no lo tenía—. Lo haz tenido muy ocupado estas semanas, ni asistía al trabajo.

— Lo siento, no sabía eso —puso un mohín—. Estuvo ayudándome y...

Nah, descuida, es bueno que halla encontrado a alguien con quien estar, pasar el tiempo ya sabes —hizo un ademán quitándole importancia, ella asintió apretando sus labios mirando las espadas y hachas decorando el lugar—. Además quedan bien juntos, serán una pareja poderosa —Idunn abrió los ojos que cualquiera pensaría que se le saldrían, volteó hasta el vikingo rubio por haber pensado algo así.

— Oh, no, no, n-no estamos... —moviendo sus manos quiso negar de forma torpe pero no pudo terminar de formular la oración porque Estoico apareció por el marco de la puerta, suspiró para luego tragar saliva, ¿cuando la tierra se la tragaba?—. Señor.

— Idunn, que bueno verte —manifestó el pelirrojo acercándose a ella—. Hipo me dijo lo que pasó, te pido disculpas de verdad y, ¿cómo te encuentras?

— Solo fue un pequeño corte, sobreviviré —sonrió de lado—. Y no tiene porqué disculparse, no fue uno de sus hombres.

— Fue un Fairiano, lo sé, pero no porque sea de su isla debe tratarla así —pensó un segundo lo que diría—. De todos modos ha estado sirviendo aquí en Berk, así que ya se convirtió en mi responsabilidad como también me di cuenta que no te quieren mucho por aquí, voy a arreglar eso.

— No se preocupe, señor, no creo quedarme para siempre y no quiero conflictos.

— Debo hacer de tu estancia lo más agradable, permíteme.

Idunn asintió sin tener de otra, aunque agradecía sus buenas intenciones. El pelirrojo asintió y con una pequeña, y graciosa sonrisa por su gran barba se retiró para ayudar a Bocón. Idunn respiró, Estoico le parecía muy intimidante a parte de que parecía un mosquito rojo a su lado. Volteó, aún con la fruta en mano, buscando a Hipo pero al final decidió ayudar a Bocón a hacer monturas para los demás vikingos, huyendo así de todo el ajetreo de afuera.

Pasado la primera hora se quedó sentada encima de una mesa medio vacía, puso sus piernas de forma cruzada viendo como su dragón jugaba con Chimuelo y riendo la mayoría de las veces por lo adorables que se veían así. Se alegraba de que Trueno halla conseguido un amigo después de tanto tiempo solo por culpa de que habían matado a su mejor amigo, así que no sabía que iba a hacer cuando el momento de irse llegara, ¿los tenía que separar?

— Idunn —escuchó la voz familiar de Hipo, por lo que desvió su vista de ambos dragones para mirarlo.

— Creí que la tierra te tragó o algo así, Abadejo, ¿ya comiste? —preguntó mirando el delantal marrón que tenía por él, se movía de un lado a otro llevando algunos materiales para sabrán-los dioses-que.

— Eh, sí, claro —murmuró lentamente mientras seguía buscando algunas cosas, la pelirroja achicó los ojos sin creerle—. ¿Dónde dejé la correa? —bufó para si mismo por no recordar, Idunn buscó con la vista lo que él quería encontrandolo a su lado.

— ¿Hablas de esta correa? —preguntó divertida alzandolo con su mano izquierda ya que en la otra sujetaba la fruta, Hipo puso una sonrisa divertida por su falta de atención mientras se acercaba a ella.

— Gracias —agarró el material que le estaba faltando, pero antes de poder escaparse Idunn agarró su muñeca deteniendolo.

— Eres un pésimo mentiroso —aseveró alzando la fruta, el castaño sonrió de lado sin mostrar dientes agarrando el fruto.

— Eres la mejor —mencionó, Idunn alzó las cejas y estuvo a punto de rodar los ojos pero Hipo se acercó a dejarle un pequeño y rápido beso en la frente antes de alejarse dejándola helada en su lugar, eso era nuevo—. Y no soy un pésimo mentiroso.

— Ajá, claro y yo no le tengo miedo a las alturas —contraatacó tan rápido que no se dio cuenta que su mente trabajó solo para responder, ya que seguía en blanco por la acción que el castaño hizo. Él hizo un gesto ofendido por no creerle antes de desaparecer por una esquina, segundos después vino cargando algo masticando un pedazo de la fruta, lo puso en la mesa donde Idunn estaba sentada quien curiosa posó sus ojos en ellos hasta que supo que era—. ¿Es una montura?

— Sí, es para ti —ella abrió los ojos, estaba segura que ya eran muchas sorpresas por hoy—. Y agradezco que hayas venido para ver mejor a Trueno.

— ¿Qué?

— Que mejor para que vueles sin miedo que en tu propio dragón y así debes tener todo lo necesario —volvió a agarrar la montura aproximándose al híbrido—. No vas a volar conmigo todo el tiempo.

— No me quejaría la verdad de lo último —se paró para ver por donde iba, Trueno se detuvo frente a él mientras Hipo veía las medidas y lo que le faltaba—. Solo que...

— Tu puedes, Idunn —aseguró con una sonrisa sellada volviendo a ella, palmeó su hombro antes de entrar de nuevo mientras que la pelirroja se quedaba viendo a un Trueno feliz por la montura en su lomo.

— Me voy a morir.

— Dramática, yo voy a estar ahí, la única forma de que puedas caer es por tu cuenta así que relajate —pasó a su lado volviendo a Trueno.

Suspiró ya sin decir nada, se quedó ahí mirando como trabajaba por Trueno acomodando cualquier detalle que tuviera. Vio en lo concentrado que estaba al hacer algo para ella y sonrió por eso, porque le hizo algo para que fuera libre allá arriba. Cuando se dio cuenta que lo estaba mirando por un largo rato sonriendo sin mostrar dientes sacudió su cabeza sin entender y se fue a jugar con Chimuelo para distraerse de alguna manera, ¿pero de qué exactamente? Fue una respuesta que no pudo responder.

• • •

Llegado a la noche las antorchas se prendieron al igual que una gran fogata en medio de la ciudad, las personas se reunieron ya sea para alabar a los dioses, agradecer o pedir suerte en las próximas victorias. Idunn se mantenía frente a una mesa junto a Astrid charlando animadamente mientras bebían lo que le dijeron que era Hidromiel, lo tomaba de a poco ya que sabía que resistente al alcohol no era.

Increiblemente se puso otras ropas, la mayoría de Astrid, para verse más vikinga por así decirlo. Su vestimenta diaria era sencilla, así que ahorita parecía más parte de los Gamberros Peludos que una Drakenhart, como su tribu se llamaba. Vestía guantes con los dedos descubiertos de pieles color marrón oscuro con partes claras, con una capucha y botas tambien de piel. Lo único de ella serían el pantalón y la blusa negra, agregando que Astrid le hizo una trenza de costado dejando sus mechas a cada lado de su rostro.

Esta noche se estaba convirtiendo en una de sus favoritas, la principal la tenía el día que fue a volar con Hipo, pero esta podría tener el segundo puesto ya que le recordaba demasiado a Fair. Podía escuchar la música y pronto a su hermano arrastrarla hasta en medio para hacerla bailar bajo las risas de su padre, cualquiera de los dos la hacía bailar por lo que ya tenía conocimiento de todos los movimientos que se tenía que hacer. Ahora no sabía si le iba a salir si lo intentaba, de saber los pasos mentalmente estaba segura que sí, pero expresarlo físicamente la hacía dudar.

Recordaba las noches en los que había celebración en Fair, eran tan alegres que festejaban por cualquier cosa y ponían excusas —a veces muy estúpidas— para hacerlo. Pero sin duda fueron los mejores porque todo el pueblo se divertía, reían y la pasaban bien con sus familias, amigos e incluso dragones. Berk todavía le recordaba a su hogar en sus días gloriosos, días a los que añoraba regresar atrás para poder disfrutarlo al máximo.

Pronto se les unió los gemelos junto a Patán y Patapez, quiénes no tenían nada de miedo en tomar de golpe el Hidromiel y eso que mañana tenían que competir.

— Oigan, ¿se puede apostar para mañana? —preguntó luego de dar un sorbo a su bebida, todos asintieron—. Bien, lo poco que tengo va para Astrid —la rubia rió por las quejas de los demás y alzó la mano para que la pelirroja la chocara, cosa que hizo.

— Ustedes dos son peligrosas —las señaló Patán viéndolas con desconfianza. Ambas se limitaron a verlo con diversión, segundos después llegó un Hipo mejor arreglado a como lo vio por última vez en la herrería.

— Buenas noches, señoritas —saludó él con una cálida sonrisa mientras agarraba uno de los vasos.

— Apareció al fin —reclamó la rubia.

— Buenas noches, Hipo —saludó en cambio Idunn con una sonrisa de lado, feliz por verlo. Astrid al notar el rápido cambió en su actitud se excusó con ir a buscar más Hidromiel con tal de dejarlos solos, la rubia sabía que algo pasaba ahí pero con la negación rotunda de la pelirroja esta mañana le dejaba en claro que eran muy ingenuos para notarlo.

— Mírate, pareces Berkiana así —señaló poniéndose a su lado, ella sonrió algo cohibida.

— Acabas de señalarme completa —se recostó por la mesa mirando sus guantes peludos, Hipo la miró al escuchar una oración bastante familiar salir de su boca—. Pero me gusta, es de Astrid igual y estoy en un debate en devolverle o no.

— Pues te ves bien, te queda —aseguró tomando un sorbo de su bebida, Idunn lo miró de reojo poniendo una mueca al sentir su corazón acelerarse sin ningún motivo, según ella.

— ¿Qué tal la montura? —preguntó para desviar, pero seguía sin saber qué, solo lo hacía y ya.

— Creo que si te atreves para mañana ya podrás usarlo —asintió mirándola.

— Eres el ser humano más hermoso que he visto en mi vida, Hipo Abadejo. En serio no tenías porque hacerlo, eso y muchas otras cosas más —murmuró lo último más bajo—. Gracias.

— No tienes porqué, mi lady.

Pronto se comenzó a oír una música más rápida y alegre que algunas personas comenzaron a aglomerarse en medio para iniciar una danza. Idunn puso una pequeña sonrisa al reconocer la melodía, la Danza del Reino, se llamaba y era su danza favorita incluso comenzó a formar los movimientos en su cabeza rápidamente. Al principio era más lento por lo que empezó a mover su cabeza y sus manos recordando todas las veces que bailó con Alistair. Oh, Al, como deseaba que estuviera aquí. Pronto Hipo notó eso y pensó un segundo antes preguntar correctamente lo que se formuló en su cabeza.

— ¿Quieres bailar? —la pelirroja giró su cabeza para mirarlo.

— Hace tiempo que no lo hago, no sé si lo podré hacer —dijo casi avergonzada por ello, no porque él lo sepa, sino porque ese baile era muy común y casi una tradición en Fair por lo que sentía que estaba decepcionando a su padre por olvidarlo.

— No lo creo, si ya lo sabías solo te hace falta una chispa para despertarlo —se puso frente a ella estirando su mano esperando que lo acepte—. Vamos, tu tienes ambas piernas.

Idunn rió levemente por lo que dijo, lo pensó medio segundo antes de dejar su vaso en la mesa y aceptar la mano del castaño, ¿qué perdía intentándolo? Habría querido bailarlo durante mucho tiempo y aunque no sea en los brazos de Alistair o Morag, era Hipo quien sonreía y la guiaba hasta las demás personas, ¿cómo podía negarse ante eso? Para ser sincera, incluso si no sabía el baile lo iba a aceptar.

Hipo puso una mano en su cintura mientras que el otro brazo la alzó formando un puño con el, ella hizo lo mismo creando así como un ocho entre ellos, sonrió divertida cuando comenzaron a moverse lento girando para así cambiar la dirección de sus brazos. No dijeron ni una sola palabra, sus ojos y el movimiento de sus cuerpos decían muchas cosas de por sí que sus corazones facilmente captaron pero sus mentes no.

Se mantuvieron juntos, girando o agarrándose de las manos ya que lo interesante comenzó a ir al iniciar la parte rápida de la canción, dónde se tenían que separar e ir formando el mismo ocho con las personas que ya estaban bailando. Lo interesante estuvo en que sus amigos jinetes, que los estaban observando, notaron que ambos se buscaban con tal de terminar juntos otra vez. Idunn dio varias vueltas, como debía ir en los movimientos que increíblemente le estaban saliendo natural ya que estaban en ella, hasta dar en la parte más rápida de la canción donde alguien debía atraparla.

Cuando la nota más alta llegó, junto al siguiente paso, apareció Hipo para atraparla de la cintura donde ella puso sus manos en sus hombros para así alzarla, darle una vuelta y finalmente terminar de vuelta en el suelo. Ella rió a causa de eso pero fueron nuevamente separados por los demás pueblerinos ya que eso requería el baile, ellos siguieron los pasos como debían y al estar tan cerca del final volvieron a hacer las vueltas para terminar de nuevo con la pareja con la que empezaron a bailar. Al dar la última vuelta de la última nota, al volver enfrente terminó en los brazos de Hipo, poniendo sus manos en su cintura y en su mano ella los posicionó en su hombro como también unió su mano izquierda con su derecha.

Sus cuerpos habían chocado al igual que sus respiraciones se habían mezclado, sonrieron inconsistentemente hasta que sus viles mentes se interpusieron donde los corazones estaban trabajando, dándose cuenta de la casi inexistente distancia entre ellos causando así que se separasen rápidamente. Idunn mandó su mechón suelto detrás de su oreja dando una espléndida sonrisa que relajó el nerviosismo que Hipo tuvo y cuando otra melodía comenzó no dudaron en moverse al compás nuevamente.

Los jóvenes jinetes se habían sorprendido de la magnífica conexión que ambos mostraron, de la luz que irradiaban al estar juntos y como parecían ser una sola alma danzando y opacando al resto. Parecían estar hechos uno para el otro.


FACTS:

• El Sigrblót realmente existió, fue una festividad vikinga. En la Saga Ynglinga, se dice que en el inicio del verano los suecos celebraban blót en honor a Odín para la victoria. Significa "Sacrificio de la Victoria". Consistía en un sacrificio animal como regalo para los dioses para así asegurar sus victorias en sus próximas conquistas o exploraciones. [Aquí lo adapté pero el propósito sigue siendo el mismo]

Drakenhart significa "Corazón de Dragón" en Neerlandés.

• El Hidromiel es una bebida alcohólica que se obtiene a partir de la fermentación de una mezcla de agua y miel. Fue muy popular en la antigüedad en diferentes regiones, ya que era supuestamente la bebida que tomaban los dioses.

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