━prologue: fire meets fate
╭══❅•°•PRÓLOGO•°•❅══╮
EL FUEGO SE ENCUENTRA CON EL DESTINO.
❝Una constelación de lágrimas sobre tus pestañas, queman todo lo que amas❞
Idunn recordaba lo inmensamente feliz que fue de pequeña, como junto a su hermano gemelo recorrían su isla y creaban pequeñas aventuras entre sí. La gente del pueblo los veían con ternura, algunos se reían cuando notaban sus cabezas coloradas pasar corriendo hasta que uno se caía o chocaba con algo.
Cuando habían nacido los dragones ya habitaban la isla, ellos ya estaban ahí por lo que se habían acostumbrado a su presencia. Esa historia comenzó gracias a sus padres, que en una de sus aventuras en el bosque de Fair encontraron a un Nadder malherido debido a una flecha negra, ellos lo salvaron de morir, se ganaron su confianza y gratitud. El proceso fue difícil, tanto por el pueblo como por los dragones, pero el tiempo sirvió para que Fair se vuelva una utopia de dragones y vikingos, ellos se dieron cuenta que no solo eran criaturas mortíferas, ellos quisieron decirles a las demás tribus pero con una reunión de los altos mandos a cargo de Estoico El Vasto decidieron ocultarse de todos y cortar lazos para protegerse.
Nadie sabía de ellos, había pasado más de veinte años desde que llevaban así. Morag e Ishbal Kerr tuvieron gemelos, el pueblo estaba feliz y los dragones convivían en armonía.
... hasta ahora.
La isla estaba en llamas, la gente corriendo ya que no podían contra los dragones que atacaban la isla, tiraban lo que parecía ácido, así que era casi imposible contraatacar. Idunn de quince años veía todo pasar en cámara lenta desde que salió de su casa, le habían ordenado quedarse ahí pero cuando el fuego comenzó a entrar fue imposible no correr, y se había quedado parada abrazandose frente a su casa en ruinas mientras la isla era consumida por las llamas.
No entendía que pasaba, los dragones no los atacarían porque sí luego de tantos años conviviendo con ellos, abrió sus ojos cuando notó como un pilar cerca de ella comenzó a caerse pero se encontraba en shock como para reaccionar, así que solo sintió un golpe que la empujo lejos antes de que la estructura cayera sobre ella. Comenzó a respirar agitadamente antes de voltear para ver como el pilar había caído sobre un dragón.
— No —susurró intentando acercarse pero las llamas se avivaron, causando que frenara mientras escuchaba el lamento del Nadder. La había salvado y ella no podía hacer lo mismo, se estaba muriendo de miedo, no lo iba a negar.
— ¡Idunn! —escuchó el grito de su hermano, rápidamente giró hasta él para pedirle ayuda más descubrió que el grito se debía a que la estructura frontal de su casa se estaba rompiendo, ella al retroceder cayó al suelo y el golpe fue lo suficientemente fuerte para hacerla reaccionar. Gritó y se quiso levantar del suelo para no morir aplastada o quemada más con el terror que sentía no se movió lejos—. ¡Rhaegal!
Una onda de sonido se escuchó de un lado antes de que una bola de plasma chocara contra la estructura que caía e Idunn estuvo en el aire segundos después, Rhaegal, el Furia Nocturna de su hermano la dejó sana y salva en tierra luego. Él hizo un sonido hacia ella algo preocupado ya que comenzo a toser, ella movió sus manos quitándole importancia porque solo era a causa del humo que había en el lugar, Idunn se apoyó por Rhaegal debido al humo que había aspirado.
— Que haríamos sin ti, pequeño —murmuró ella acariciando la cabeza del dragón quien la miró con ojos amistosos, pronto vio a Alistair correr hasta ella y abrazarla algo aliviado—. Alistair...
— ¿Estás herida? ¿Te duele algo? —preguntó él sin darle tiempo de continuar hablando, se separó un rato para analizar su rostro y cuerpo para ver si tenía alguna herida.
— Hermano —lo llamó nuevamente a lo que él alzó la vista la verla—. ¿Fueron nuestros dragones?
— No, de hecho nadie sabe que clase de dragones son —negó lentamente, Idunn frunció el ceño pero una explosión causó que se protegieran, la pelirroja miró al Nadder que la había salvado muerto bajo los escombros y llamas que debieron ser para ella.
De repente se sintió horriblemente mal, aliviada por saber que la destrucción no era a causa de sus dragones pero igualmente tenía un nudo en su garganta por el caos del lugar. Pronto un gruñido de alerta por parte de Rhaegal le llamó la atención, los hermanos se fijaron en como algunos hombres armados comenzaban a acercarse a ellos por lo que fueron retrocediendo al ser superados en número, pero el fuego de una Pesadilla Monstruosa interrumpió el camino de los hombres dándole una ventaja a los Kerr de salir de ahí.
Fueron a la herrería donde agarraron lo que podían para defenderse, Alistair agarró un hacha mientras que Idunn tomó un arco con su carcaj correspondiente, en el camino su hermano le preguntaba si estaba bien para salir a lo que ella le afirmaba que sí repetidas veces aunque no fuera verdad. Así protegieron a su pueblo hasta que tuvieron que separarse y cuando Idunn necesito más que nada de sus flechas, estas terminaron y Grimmel piso la isla.
Rompieron su arco y la empujaron hasta el suelo, para cuando el hacha enemiga iba a partirla en dos del cielo oscuro se formó nubes de tormenta y unos rayos la iluminaron antes de que un dragón de color morado con electricidad en todo su anchor baje hasta el suelo donde escupió fuego azul para protegerla.
— ¡Es un Skrill! —exclamó el hombre, el dragón golpeó a un hombre con su cola antes de correr hasta el que tenía Idunn encima suyo.
— No es un Skrill, amigo, pero se aprecia el intento —habló Idunn llamando la atención del hombre que segundos después fue golpeado por el dragón. La criatura morada ayudó a la pelirroja a levantarse al momento que vio como a lo lejos su padre tenía problemas, ella miró a su dragón antes de asentir y montarlo para llegar más rápido.
Trueno no era cien por ciento un Skrill, de hecho era un híbrido, uno de sus padres lo fue pero nunca se supo quien fue el otro dragón con el que se mezcló para que él saliera. Alistair pensaba que fue un Furia Nocturna pero eso fue descartado ya que aunque era posible, los Furias Nocturas estaban extintos y Alistair amaba a esos dragones más que otros, así que se entendía porque siempre hablaba siempre sobre ellos. Trueno tenía el cuerpo y poder de un Skrill más no la forma de su cabeza, en vez de ser alargado y con los ojos en la punta, era muchísimo más corto con los ojos donde normalmente deben estar como también tenía más espinas dorsales que se doblaban hacía abajo. También era morado oscuro en su totalidad, no como un Skrill normal que tenía el estómago de color gris.
Era único y especial, Idunn había hecho muchas investigaciones pero nunca pudo saber de que mezcla de dragones venía.
Al llegar, Trueno golpeó a algunos hombres y paró para que Idunn se bajara y apoyara a su padre junto a su hermano que también había llegado. El escándalo no era algo que a Grimmel le caracterizaba pero los dragones de la isla Fair no le dejaron de otra, aunque su plan seguía siendo el mismo, igual de sigiloso como siempre ya que solo le importaba y le interesaba el Furia Nocturna.
— Vaya, vaya, vaya —murmuró el peliblanco rodeando a la familia Kerr, tenía sus brazos en su espalda mientras caminaba con tranquilidad. Morag mando a sus hijos detrás de él con tal de protegerlos del desconocido—. Estoy sorprendido, tengo que admitirlo.
— Tú quien eres —escupió Morag intentando averiguar quien era el intruso.
— Oh, donde están mis modales —habló en tono burlón—. Pero antes de eso... —hizo una minúscula seña con sus dedos al ver como el jefe se separaba de sus hijos, el ácido de los dragones enemigos fue lo suficiente para que Alistair agarrara a su hermana de su cintura para alejarla, el acido convertido en fuego luego fue rodeandolos hasta que los hermanos quedaron sin escapatoria en medio de las llamas.
— ¡Hijos! —exclamó Morag dando algunos pasos para acercarse pero las llamas lo detuvieron, volteó nuevamente atajando su hacha con fuerza mirando con furia al desconocido.
— Seré breve, mi nombre es Grimmel y soy asesino de Furias Nocturnas —se presentó el hombre de cabellos claros alertando principalmente a Alistair—. Hace poco me enteré que aquí habitaba uno, denmelo y nadie más saldrá herido.
— ¡Jamás entregaremos a Rhaegal! —gritó Alistair entre el fuego y el humo, segundos después comenzó a toser debido a este último, Grimmel rió—. ¡Ellos no son malos! ¡Son criaturas muy leales!
— ¿En serio un niño me quiere decir que un dragón no es peligroso? —preguntó con ironía—. Ustedes son una verguenza para ser vikingos, son una desgracia por tener estos ideales erroneos, los dragones y humanos no pueden convivir porque somos la raza dominante...
— Lo hemos hecho por más de veinte años —lo interrumpió Morag—. Sin molestar a nadie, estábamos viviendo bien hasta que tú llegaste a mi isla como si fueras el rey del mundo, destrozas mi hogar y amenazas a mi familia y a nuestros dragones, ¿qué te da el derecho de hacerlo?
— Tengo todo el derecho del mundo en liberar al mundo de esta plaga y ustedes no me lo van a impedir por razones estúpidas —el vikingo pelirrojo decidió que no iba a escuchar más el discurso del hombre, no tenía porqué, entonces empuñó su hacha con más fuerza y la alzó para atacarlo, pero de nuevo Grimmel lo detuvo al chasquear los dedos, en ese instante uno de sus dragones agarró a Morag por los brazos echándolo y abrió la boca esperando que su amo le diga que ataque.
— ¡Padre, no! —exclamó Idunn intentando acercarse más cuando quiso cruzar las llamas en un intento desesperado de ayudar a su padre, se quemó, desde el antebrazo hasta su mano y aunque no le importaba Alistair la detuvo antes. La alejó y rompió parte de su vestimenta para apagar las llamas del brazo de su hermana que estaba muy alterada como para sentir dolor.
— Denme al Furia Nocturna por las buenas o por las malas —volvió a hablar Grimmel con una tranquilidad algo envidiable, sabia que la batalla ya era suya. Morag, que atajaba los colmillos sobresalientes del dragón, miró a sus hijos y aunque estos amaban a los dragones preferían la vida del único familiar que tenían.
— No —sentenció él, los hermanos abrieron sus ojos sin creer lo que dijo, Idunn intento volver a ir junto a él pero esta vez Alistair no dejó que se moviera de sus brazos.
— Pues así será entonces —volvió a caminar dándole la orden a su dragón de atacar.
El gritó desolador, cargado tanto de furia como de terror, salió de la garganta de Idunn al ver como el dragón utilizaba sus grandes colmillos para atravezar el corazón de su padre. Alistair, estando igualmente afectado, abrazó a su hermana y no dejó que viera más de lo recomendado mientras la oía llorar, pronto se escuchó la familiar onda de sonido en el cielo y una bola de plasma chocar contra la criatura enemiga, haciéndolo retroceder del cuerpo de Morag.
Grimmel sonrió mientras que los Kerr se alertaron, ya perdieron a su padre, no iban a perder a uno de sus mejores amigos. Rhaegal bajó al suelo gruñendo contra Grimmel poniéndose frente a los hermanos.
— ¡No, Rhaegal, vete de aquí! —exclamó Alistair más el dragón no pensaba dejarlo, el hombre no se inmutó de su lugar y cuando el Furia se acercó para atacarlo sacó su ballesta de donde disparó una jeringa, este impactó contra el dragón que cayó al suelo al instante sin fuerzas—. ¡Rhaegal!
Ataron al Furia bajo la mirada de los Kerr antes de arrastrarlo hasta la orilla, Alistair se estiró sus cabellos totalmente desesperado, no pudo salvar a su pueblo, a los dragones, a su padre y a su mejor amigo. Las lágrimas en sus ojos era la evidencia que había perdido la batalla.
— No, esto no va a quedar así —negó Idunn llamando la atención de su hermano—. Él no va a venir a quitarnos todo porque así quiere, no lo permitiré... ¡Trueno!
Los rayos volvieron a iluminar el cielo cuando el dragón tomó vuelo, estaba del otro lado cuando esto pasó así que rápidamente fue en busca de la pelirroja. Aterrizó en medio de las llamas e Idunn se subió para hacer lo que pocas veces hacía, volar; le tendió la mano a su hermano que se subió detrás de ella y así Trueno volvió a subir.
Su brazo comenzaba a dolerle, temblaba inconscientemente y el ardor le entumecía, la quemadura no fue tan grave pero esos segundos bastaron para dañar su piel. Volaron lo más rápido que pudieron hasta donde Rhaegal estaba atado, los dragones enemigos sostenían un fuerte donde Grimmel estaba parado sosteniendo una ballesta mucho más grande.
Rhaegal los sintió igual estando débil, los miró con sus preciosos ojos una última vez antes de que una lanza bastante grande lo atravesara. Idunn frenó a Trueno, quien también miraba la escena algo sorprendido, y solo pudieron hacer eso, mirar como todo lo que amaban morían.
Lloraron encima de Trueno, Alistair abrazó a su hermana desde atrás mientras esta se sujetaba fuertemente de los cuernos que sobresalían de la cabeza de su dragón. Trueno los sintió y entonces bajo a tierra para que no cayeran de él, Alistair ocultó su rostro lloroso entre la espalda y el cabello de su hermana, no teniendo en valor de ver el cuerpo de Rhaegal, mientras que Idunn trataba de controlarse ya que no querían que nadie viera lo destrozada que se encontraba.
Porque todo lo que había amado se había ido y el desastre en la isla Fair había comenzado.
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