━four: a new friend
╭══❅•°•CAPÍTULO IV•°•❅══╮
UNA NUEVA AMIGA.
❝La responsabilidad es el precio de la libertad❞
A ver, empecemos esto con lentitud.
Hablar con Estoico no fue de lo mejor, no confiaba en ella y era justo, seguía siendo una forastera, por lo que creer en su palabra fue un poco difícil y no fue hasta que Trueno entró en escena cuando ciertas cosas pudieron ser creídas por el pelirrojo. Al final, y con ayuda de Hipo, que estuvo ahí y confirmó lo que Idunn decía, Estoico cedió pero con una condición.
Idunn tenía que quedarse para ganar la confianza del jefe de Berk, sin tiempo establecido. Su cara no fue la mejor y cualquiera que la conociera hubiera sabido los pensamientos asesinos que se le cruzaron por la cabeza, pero Estoico no es que no confiaba en sus palabras sino de su forma de líderar. No se lo dijo directamente pero ella igual pudo entenderlo, Fair fue lanzado a la mismísima Hel luego de que Idunn quedara como jefa y aunque entendía que era una simple niña, era su culpa igual.
Y aunque la acusación indirecta fue un golpe duro para la pelirroja, lo aceptó, porque se venía quejando de eso desde hace cinco años, ¿cómo hacer un buen trabajo si este no te agrada? Idunn fue lanzada a liderar Fair teniendo, básicamente, un nulo conocimiento de lo que tenía que hacer, era muy joven y con unos problemas psicológicos que no era recomendable exponer bajo mucho estrés, que en su línea de trabajo era casi imposible. Estoico lo sabía, porque le había dado asilo a muchos Fairianos que venían quejándose del desastre que era estar bajo el mando de dos niños que no tenían idea de donde estaban parados.
El problema de Idunn era fuerte y ella posiblemente no sepa que lo tiene, pero solo necesitaba a alguien que pueda luchar y darle las fuerzas que requería. Dejar de estar tan tensionada y pensar más en sí misma que en los demás, pero con esa aclaración y que tenía que quedarse solo le pusieron más estrés sobre sus hombros, ¿cuándo los dioses se la llevaban?
Y luego de que a regañadientes acepte poniendo como siempre el bienestar de su pueblo encima del de ella, aquí se encontraba, sentada en uno de los escalones de la gran arena donde los berkianos entrenaban, con arco en mano buscando el punto más alejado para disparar, queriendo distraerse de alguna forma de sus caóticos pensamientos. Aunque, todo lo contrario, no paraba de rondar la idea por su cabeza haciendo que su nerviosismo solo empeore. ¿Tenía que quedarse, en serio? Apenas y hablaba con dos lugareños.
La arena no estaba vacía como quería pero para su suerte —si a eso se le llamaba suerte— había un pequeño puñado de guerreros que fácilmente podía contarlos con una mano, que igual se comparaba al estar sola ya que la ignoraron completamente. Estaba sentada, con los codos apoyados en su pierna, atajando su arco que se veía tan amenazador por las cuchillas en cada extremo mientras sus ojos azules se movían por todo lugar buscando un objetivo al que disparar.
Agudizó su vista hasta algunos objetos que se encontraban en el suelo a unos diez metros de ella, eran partes de madera que se amontonaron a lado de la gran puerta. Se paró entonces extendiendo su arco en su mano izquierda mientras que sacaba una flecha del carcaj que descansaba en uno de los escalones. Para Idunn tener un objetivo alejado era mucho mejor que uno cerca, ella veía mejor a la distancia ya que tenía una gran vista.
Tensó el arco viendo su objetivo, una tabla fina que estaba recostada sobre una de las puertas dobles que se encontraba bastante camuflada debido al color que ambas tenían pero que no era un problema para la pelirroja. Tardó unos segundos más concentrándose, donde las voces de los hombres dejaron de oirse dejándole solo el sonido de su respiración, hasta que disparó. La flecha salió disparada en el momento exacto en que la otra puerta fue abierta y entraba un chico rubio que al parecer estaba hablando con otra persona, el rubio soltó un grito y se sobresaltó cuando el arma de Idunn llegó a su objetivo, muy cerca de su mano.
— ¡Ja! Gritas como una niña —se burló una voz femenina al ver la reacción que tuvo el contrario, la otra rubia que Idunn reconoció como una de las jinetes que fue a Fair caminó hasta sacar la flecha que quedó incrustrada en la madera para observarla.
— Es una flecha, ¿nunca habías visto una, cabeza hueca? —preguntó el otro, que parecía ser su hermano ya que tenian ciertas cosas en común. La rubia solo rodó los ojos y giró en dirección en donde debió venir topándose con Idunn, con arco en mano, y haciendo un mohín por que casi lastimó a alguien—. ¿Lo disparó desde ahí?
— Yo le superaría, obviamente —respondió la rubia ganándose la mirada desaprobatoria de su hermano.
— Tú ni le darías incluso si está enfrente tuyo.
— A tu cara si —sonrió con malicia mientras que el rubio la empujara. Mientras eso, Idunn bajó de los escalones hasta la arena para ofrecerle disculpas a los hermanos que se estaban acercando a ella, pensando que le iban a reclamar su falta de atención.
— Oigan, siento eso, no sabía que la puerta...
— ¡Eso fue increíble! —fue interrumpida cuando el muchacho se acercó poniendo sus manos en sus hombros moviéndola, haciendo que se maree un segundo—. Por Thor, la distancia con la que disparaste fue alucinante, ¿podrías dispararle a alguien más lejos? —ella un tanto confundida asintió con el ceño fruncido—. Genial, hermana, tenemos a una integrante más, ¿te imaginas lanzarle cosas a Patán sin que se entere? Ya me lo estoy imaginando todo y es hermoso.
— Uhhh, ¡hay que hacerlo! —empujó al muchacho para ponerse frente a una muy confundida Idunn, ya que no tenía ninguna idea de que estaban hablando—. Un gusto, rojita, soy Brutilda y el bruto ese de ahí es mi hermano, claro que yo saqué toda la belleza.
— Ya quisieras, cabeza de carnero.
Idunn sonrió levemente al verlos pelear recordando instintivamente a su hermano de alguna manera. Ella y Alistair no peleaban de esta forma pero que lo hacían, lo hacían, tenían sus momentos en que volvían a ser unos niños que no tenían responsabilidades, olvidando por un momento el desastre en el que vivían. Idunn sabía que no era nadie sin su hermano y por un momento comenzó a preocuparse por él, ¿y si Fair estaba siendo atacado en este instante? Sabía que Al podría defenderse bien, pero sin Trueno rondando por ahí... se puso alerta y maldijo a todos los dioses por ser una inútil y no poder ir a su hogar en paz.
No quería quedarse, ni siquiera quería venir, pero no iba a ser irresponsable y algo ciega solo por ver a Alistair, Estoico tenía razón, no era una buena líder.
— La van a asustar —escuchó otra voz femenina sacándola de sus muy paranoicos pensamientos, giró su cabeza viendo como Astrid se acercaba a ella luciendo tan gentil como la vio por la mañana—. Por favor, que no te asuste el actuar de este par, así son desde que nacieron para mi lástima.
— Descuida, son muy extraños para mi pero también tengo un hermano, entiendo la razón de porque son así entre ellos —puso una pequeña sonrisa solo por pensar en Alistair. La rubia se dio cuenta que eso fue bajando a una mueca algo disgustada, la berkiana suspiró ya que estaba al tanto de la noticia.
— Oye, Hipo me dijo lo que pasó, ¿cómo te encuentras? —para la sorpresa de Astrid, la pelirroja rió pero sin ánimo al final.
— Sin intenciones de ofender, esto es un asco, los dioses definitivamente me odian —bufó—. Iré preparando mis cosas para ir al Helheim, es decir, Berk es lindo y agradable hasta cierto punto, tal vez lo sea por los dragones, pero...
— Pero no es tu hogar, lo entiendo —terminó por ella la oración, Idunn asintió y se sintió aliviada que la rubia la pudiera entender—. No puedo saber que sientes con exactitud con todo esto, pero me lo puedo imaginar al ser alejada de tu hogar obligatoriamente, pero no pierdas las esperanzas en que alguna vez regresarás y Fair estará en la gloria que mencionaste, por el momento eres nuestra invitada, no una prisionera, ¿bien?
— Puedo discutir con lo último... —murmuró con voz baja pero Astrid igual la oyó, la miró con una ceja alzada haciendo que Idunn alce las manos en señal de rendición—. Bien, no creo igual salir a volar sin que esté Hipo, digo, no me pone tan nerviosa estar arriba si me hablan.
— Creo que tanto Hipo como yo estaremos encantados en enseñarte a alejar tu temor, él es mejor maestro que yo, lo admito, pero también puedo ayudar si lo necesitas. De todos modos creo que vas a estar algún tiempo aquí y no pienso dejar a un alma renegada vagando por la isla sola, quien sabe que te puede pasar.
— ¿Me acabas de decir irresponsable o soy yo nomas? —alzó una ceja con una sonrisa divertida, Astrid fingió pensar un segundo antes de responder.
— Fuiste tú —frunció sus labios asintiendo, Idunn rió y comenzó a sentirse un poco mejor con la compañía de la rubia—. ¿Puedo? —señaló el arco, la pelirroja siguió su mirada y luego de analizar sobre dar o no a su bebé, cedió pasándoselo—. ¿Y piensas rendirte así nada más? ¿No le dirás nada a Estoico con tal de ir a Fair? —preguntó mientras caminaba hasta una esquina, Idunn se fijó como los hermanos estaban "entrenando", entre comillas porque parecían más estarse fastidiando entre sí.
— No pienso discutir algo en el que tiene razón, sería muy estúpido de mi parte negar algo que todos ven —se encogió de hombros mientras veía como Astrid traía una diana, puso una sonrisa de lado al notar sus intenciones. La rubia colocó correctamente la estructura de madera a unos siete u ocho metros de la pelirroja antes de volver a acercarse a ella.
— No creo que seas una mala jefa, Idunn —la aludida la miró, ya que su vista estaba fija en la diana, se preguntaba como ya lo sabía—. Hipo me lo contó, saliste del Gran Salón un tanto cólerica, andaba buscándote para disculparse de como actuó su padre y al no hallarte me ofrecí a ayudarlo, obviamente sacándole información —la Fairiana soltó una pequeña risa por lo último que dijo para luego suspirar.
— No todos piensan como tú, hoy viste mi parte más responsable que fue la esperanza de ver más dragones nuevamente. No siempre es así —se cruzó de brazos mientras veía como Astrid se ponía en posición para disparar la flecha, no habló en ese lapso de tiempo ya que se quería concentrar para no fallar, unos segundos pasaron cuando soltó la flecha que fue a parar en el centro mismo de la diana. Idunn miró esto asombrada y sonrió mirándola—. Wow, eso estuvo espectacular.
— Lo sé —afirmó sus palabras mientras movía su cabeza con presunción, la sonrisa de Idunn creció al ver su seguridad—. Te reto —la pelirroja alzó las cejas por la proposición y sin dudar tomó su arco y una flecha, poniéndose en posición.
Astrid estaba segura de que iba a fallar, o al menos no llegar tan cerca del de ella, ya que no estuvo presente cuando casi acertó la mano de Brutacio que estaba a unos veinte metros de ella. No negaba que sea buena arquera, ya que por eso es su arma favorita, pero era imposible cuando su flecha ya estaba en el centro. Idunn se tardó unos segundos más antes de disparar, la quijada de la rubia se fue al suelo cuando pudo observar como la flecha de la pelirroja rompía la suya a la mitad para así llegar al centro.
Idunn miró a Astrid, quien aún tenía su vista fija en la diana y en la flecha.
— Bien, lo admito, eso fue genial —la rubia asintió mientras señalaba lo que había hecho—. Muy genial —Idunn sonrió antes de alejarse para sacar la flecha y ponerla de nuevo en su carcaj—. Te iba a decir, ya que te vas a quedar y suponiendo que no tengas donde ir, te ofrezco quedarte conmigo —rápidamente Idunn giró al escuchar—. Tengo una cama extra en mi habitación y mis padres no van a tener problemas con ello, ¿qué dices? No creo que te quieras quedar con Hipo ya que vive con Estoico.
— Oh, no —negó riendo, se acercó nuevamente con una pequeña sonrisa en su rostro—. Gracias, Astrid, ya estaba un tanto preocupada por ello.
— Te dije que eras visita, ¿no? Ven, te mostraré en donde vivo —hizo un ademán para que la siguiera a lo que Idunn con arco y carcaj en mano obedeció, a lo largo del camino no hablaron de cosas importantes más se hundieron en silencio al acercarse a la casa de Astrid, era una muy linda construcción. Idunn vio al Nadder acostado enfrente y que al ver a la rubia se paró emocionada de verla, la pelirroja sonrió al ver el gesto tan tierno y pensó en que parte de la isla estaría Trueno, aunque supuso que estaría con Chimuelo, esos dos se estaban llevando mejor de lo que esperaba. Antes de entrar Astrid se detuvo y giró hacia ella—. Respecto a tu liderazgo, yo creo que si lo eres, esa determinación con la que diste tu discurso hoy encima de un dragón ya lo tienes en ti, que nosotros lleguemos solo lo hizo ver más fácil y fluyó mejor. Apenas y nos conocemos pero uniendo todos los puntos, estos me dicen que eres una muy buena líder y sí tú no lo crees, te lo vamos a enseñar, pero que jamás te digan lo contrario.
Para ese entonces los ojos de Idunn ya estaba cristalizados, con emoción al escuchar de una persona desconocida y que no sea su hermano, apoyarla de tal forma y darle fuerzas que ella necesitaba. Cerró los ojos para que ninguna lágrima se escape antes de poder hablar.
— Eres la mejor, en serio, ¿quieres casarte conmigo? —Astrid soltó una carcajada seguido de la de Idunn.
— Me lo voy a pensar —respondió la rubia volviendo a reír junto a la otra chica.
Finalmente se adentraron al hogar de los Hofferson, recibiendo una calurosa bienvenida de los padres de Astrid quienes le dijeron que se sienta como en casa y que si necesitaba algo que no dude en preguntar. Idunn les agradeció con la vida por dejarla vivir sin tiempo establecido en su hogar, era un gesto que nunca se le iba a olvidar. Subieron al segundo piso donde Astrid le mostró donde iba a dormir, que era la otra pared de donde ella descansaba, se acercó a la ventana quedándose mucho tiempo mirando el más allá hasta que captó a Trueno bajar la colina feliz de la vida hasta llegar frente a la casa y saludarse con el Nadder del cual aún no sabía el nombre.
Negó para ella misma y mientras decidía bajar para traer sus cosas, que aún estaban sobre su dragón, quedó mirando un rato más el cielo y en como se sintió tan libre estando ahí arriba, lástima que su miedo se lo impedía.
Suspiró viendo a Berk esta vez, pensando que sería una larga visita/prisión, como quieran llamarlo y que posiblemente nada interesante ocurriría mientras se moría de preocupación, claro que estaba equivocada.
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