━five: friendship on high
╭══❅•°•CAPÍTULO V•°•❅══╮
AMISTAD EN LO ALTO.
❝Si entras en la oscuridad, yo seré tus ojos y juntos pasaremos cualquier adversidad❞
Dormir siempre era lo más difícil del día para Idunn, tal vez para otros sea lo mejor por poder descansar finalmente de sus responsabilidades diarias, pero no para la hija de Morag el Grande. Dormir significaba revivir todas sus pesadillas, ver nuevamente toda la muerte y traumas de su pasado, dormir la hacía sucumbir a sus miedos y la dejaban indefensa contra sus demonios. Porque lo mas peligroso no eran los vikingos de otras tribus, si no los enemigos que no podía ver ni combatir y que siempre la acechaban.
Y esta vez no fue la excepción.
El fuego invadió sus memorias, quemándola, la pesadilla de esa noche fue una de tantas que ya había visto pero que seguía afectándole como la primera vez. Se trataba del día que mataron a su padre y uno de sus mejores amigos, el día que se quemó tanto la piel como el alma, ese día siempre la abrazaba junto al fuego ardiente que la marcó de por vida. Por eso prefería no dormir y aunque era malo para su salud, optaba mil veces no hacerlo con tal de no revivir sus traumas. Para Idunn era igual dormir y no, las pesadillas podrían estar destruyendo su cabeza al igual si no descansaba.
Pero no se crean, estaba demasiado cansada y veía su cama con brillitos la mayoría de las veces, que incluso así ella no se dignaba a acostarse. Simplemente tenía miedo de dormir.
Se despertó agitada luego de ver algo que en sus otros sueños no estaba presente, se sentó en su cama agarrando su brazo derecho donde estaban las quemaduras ya que estas comenzaron a arder. A veces dolía y mucho, especialmente cuando sus pesadillas eran sobre el mismo fuego que lo ocasionó, no tenía idea que tenía esas llamas de esos dragones que atacaron Fair hace cinco años como para que le siga doliendo en ciertas ocasiones. Se tapó su rostro con sus manos para quitarse el mal sueño, pues fue horrible. Lo que vio fue algo que en serio la asustó, era Trueno pero con una mirada pérdida, sus ojos amistosos lo reemplazaron unos vacíos mientras estaba siguiendo las órdenes de Grimmel, Idunn le gritó y trató de que su amigo volviera a ella más él abrió su boca y la envolvió con sus llamas azuladas.
Fue entonces cuando despertó, cuando ella murió quemada por su mejor amigo en su sueño.
Trueno no era capaz de dañarla, si incluso no se fue cuando le dejó libre por preocuparse por ella, Trueno no haría eso, ¿o sí? Sacudió su cabeza por la simple idea de que Trueno cambiara para mal, especialmente siendo controlado por el hombre que mató a su amigo dragón.
Gruñó y rápidamente al darse cuenta de que tal vez esté haciendo mucho ruido, alzó la mirada hasta la otra pared donde Astrid descansaba pacíficamente, se le quedó mirando con un poco de envidia hasta que su brazo alertó sus sentidos. Se quitó su guante de mala manera para acariciar su piel quemada, así para alejar el malestar. Lo observó desde su antebrazo hasta su mano viendo las cicatrices que esta tenía, pasando su dedo índice por las marcas suspirando al tener aún sensibilidad, tal vez por eso dolía o porque el fuego de dragón no quería que lo olvidaran.
Se levantó descalza hasta la ventana para ver como seguía bastante oscuro afuera a la vez que movía su cabeza y brazos escuchando como estos crujian, miró abajo viendo como Trueno y el Nadder dormían frente a la casa. Se quedó un tiempo observando la luna hasta que volvió a la cama, solo para acostarse, no para dormir, así esperar que salga el sol para poder salir del hogar de los Hofferson. Sacó un cuaderno y un lápiz, cuando casi se quedó dormida, así para distraerse un rato.
No era una gran artista, pero sus dibujos ya se entendían, solía ilustrar una gran variedad de cosas pero lo que agarraba más las páginas eran los de Trueno y Rhaegal, separados como juntos. Pensando esta vez que hacer para no dormir, se puso sus botas y volvió a moverse junto a la ventana con la idea de dibujar al dragón de Astrid, puso el cuaderno y el lápiz en el marco antes de alzar una silla con cuidado de no hacer ruido para sentarse y así estar más cómoda al ilustrar al Nadder.
Lo dibujó de dos formas, acostado como estaba ahora y parado como lo vio anoche antes de dormir, mientras lo perfeccionaba la luz del día comenzó a elevarse sacándola de su concentración al darse cuenta que se quedó mucho tiempo en su lugar y que el alba ya estaba cayendo sobre la isla. Perfeccionó sus dibujos un rato más hasta que sol finalmente salió y Berk despertaba con él.
— Alguien no durmió tal parece —escuchó la voz soñolienta de la rubia detrás de ella, no se asustó debido a que ya andaba oyendo movimiento por parte suyo. Astrid bostezo y se levantó rápidamente para comenzar a hacer sus actividades diarias.
— Solo madruge, es la costumbre —se encogió de hombros quitándole importancia al asunto mientras seguía moviendo su lápiz para que el Nadder dibujado quede perfecto—. Buenos días, por cierto.
— Buenos días, ¿dormiste bien? —preguntó mientras se ponía sus botas, escuchó una respuesta afirmativa arrastrando las palabras por parte de su nueva compañera de habitación, la miró y con curiosidad se acercó para ver que era lo que hacía soltando una exclamación al notar que era, Idunn se sobresaltó por el repentino susto que la rubia le causó y giró su cabeza para verla—. Aw, es Tormenta.
— Con que así se llama, eh —suspiró volviendo a ver su dibujo—. No es para tanto pero hago lo que puedo.
— ¿Estás loca? Es hermosa, de verdad lo haces muy bien —la pelirroja con una sonrisa le agradeció, pero luego que de se diera cuenta que no traía su guante ocultó su antebrazo derecho, con el cual estaba dibujando, antes de levantarse a buscar con la prenda que lo ocultaba. Le daba mucha vergüenza que lo vieran y pensaban también que le iba a desagradar ver cicatrices tan feas, Astrid al notar este cambio no pudo evitar fruncir el ceño y preguntarse que tenía en su brazo cuando la vio ponerse el guante pero solo calló ya que suponía no iba a recibir una respuesta—. Bajemos, muero de hambre.
Idunn asintió antes de cerrar su cuaderno con el lápiz adentro y ponerlo en su mochila, bajó tras la rubia hasta la pequeña cocina de su hogar y ayudó a la señora Hofferson justo a tiempo ya que se le cayó un vaso que llevaba en una bandeja, que se enteró era para ella, Idunn se sonrojó por tal atención que le estaban dando y le dijo que no era necesario y que pronto tendría que salir, pero para no quedar mal ante la rubia mayor se quedó a comer junto a las dos mujeres ya que el señor Hofferson acababa de irse al trabajo para cuando ellas bajaron.
La madre de Astrid era simplemente un amor y el amor que le profesaba a su hija era tan genuino que se alegró por ellas, por tener esa relación de madre e hija que ella hubiera querido tener. Cuando comió todo lo que la mayor hizo, agarró un pescado que, literal, fue lanzado por Astrid y que por suerte lo sostuvo antes de que golpeara su rostro, Astrid rió y se escabulló de ahí. Idunn se disculpó antes de salir de la casa, según lo que Estoico le mencionó esta mañana volaban los dragones junto a refuerzos y recursos para Fair y ella quería estar presente para cuando eso.
Saludó a un bien despierto Trueno al salir, le acarició la cabeza antes darle el pescado luego giró hasta Tormenta, Idunn se le acercó un poco tímida hasta que el Nadder dejó que se le acercase ganándose una sonrisa por parte de la pelirroja. Acarició su hocico y la parte de abajo de su cabeza, hace cuatro o tres años que no veía un Nadder tan cerca y estar tan cerca de uno ahora alegraba su roto corazón, con una última sonrisa y un gruñido por parte del dragón celeste se alejó con Trueno pisandole los talones. Caminó hasta la costa donde precisamente pudo ver a Estoico a lado de un Cuernatronante junto a otros hombres y dragones más.
Van a ir a defender mi hogar.
Idunn bajó la colina y caminó hasta el muelle donde rápidamente llamó la atención del jefe, era fácil captar un cabello rojo aproximarse hacia ti. La chica observó todo lo que estaban llevando para ayudar a Fair y comenzó a olvidarse de lo que había pasado el día anterior, estaba inmensamente agradecida con el pelirrojo por estar brindando una mano solidaria a su isla, porque la estaba alejando exactamente para que esta se levante de las cenizas, no tenía malas intenciones a decir verdad.
— Quiero agradecerle —se adelantó Idunn al ver que el hombre iba a hablar, la pelirroja alzó su cabeza porque era el doble de alto que ella, tragó saliva antes de continuar—. Sé que quiso decirme con sus palabras ayer y tiene razón, sí, me enojé, pero nos va a ayudar y no puedo estar más agradecida con usted, señor.
— No tienes qué, entre jefes nos ayudamos y siento si mis palabras te afectaron, pero si te diste cuenta puedes mejorar, nadie nace sabiendo, Idunn —murmuró regalandole una pequeña sonrisa y poniéndole una mano en su hombro, la chica se limitó a asentir.
Se quedó parada en el muelle todo el tiempo en que los vikingos se alistaban y escuchaban las ordenes de Estoico, el pelirrojo iría hasta Fair para hablar con Alistair y decirle todo lo necesario, tal vez darle algunos consejos, antes de dejar a algunos hombres con sus dragones y volver. Cuando estaban a punto de partir Idunn detuvo al jefe.
— Puede decirle a mi hermano que no se preocupe por mi y que estuve de acuerdo en quedarme, es mi obligación como jefa —pidió suavemente, lo menos que quería era que Alistair se enfadara si supiera la razón por la que se quedaba y un Alistair enojado era alguien a quien no te querrías cruzar. Estoico asintió antes de tomar vuelo junto a los demás, Idunn se quedó mirando el lugar por donde fueron hasta que desaparecieron de su vista. Un empuje en su hombro hizo que girara para ver como Trueno la miraba con sus grandes ojos ambarinos un tanto traviesos—. Y ahora que quieres, eh.
Él hizo un movimiento con su cabeza y con su cola la obligó a ponerse hacia enfrente para así caminar de nuevo hasta la ciudad, Idunn lo miró confundida de que estaba queriendo hasta que el dragón comenzó a caminar llevando sus alas con garras hasta el suelo para sostenerse, ya que Trueno contaba con solamente dos patas traseras y sus grandes alas como apoyo cuando andaba por el suelo, el dragón hizo un bufido antes de caminar y detenerse para volver a mirarla. Quería que lo siguiera.
Idunn negó para si misma y decidió darle el gusto. Cada vez que el híbrido se adelantaba más que ella frenaba y miraba hacia atrás para saber si lo estaba siguiendo y para que no se perdiera, claramente. Cruzaron el centro de la ciudad antes de salir de ella y aproximarse hasta el bosque, Trueno paró en la entrada de este y comenzó a oler hasta que halló lo que andaba buscando, miró a la pelirroja de brazos cruzados e hizo el mismo gesto antes de introducirse entre los árboles haciendo a Idunn suspirar por criar un dragón travieso y malcriado más igual lo siguió, esta vez un poco más torpe por los árboles caídos y rocas sobresalientes, cosa que no era un problema para la criatura.
— A donde se supone que me estás llevando, eh —comenzó a hablar la pelirroja mientras desviaba una rama, pasando debajo de él, Trueno se limitó a soltar un bramido sin detenerse—. ¿En serio estás caminando solo para llevarme a Odín sabrá donde? ¿Debería sentirme ofendida o...? ¡Trueno! Ugh —rodó los ojos cuando el aludido la ignoró olímpicamente y comenzó a subir una colina un tanto empinada, Idunn se le quedó mirando desde abajo con las cejas alzadas sin intenciones de subir, al darse cuenta de esto el híbrido la miró y gruñó—. ¿De verdad?
Simplemente bufó y volvió a subir usando las garras de sus patas y las sobresalientes de sus alas, a veces Trueno se acostumbraba más a caminar por el miedo de Idunn a las alturas que a estar en el aire, por lo que era fácil para él no volar para llegar a un destino. Idunn rodó los ojos antes de seguirlo, teniendo cuidado de no caerse se agarraba de arboles, rocas hasta incluso del suelo solo para saber que estaba tramando su dragón, su curiosidad estaba bastante alta como para dejarse guiar por el híbrido.
Después de unos minutos Trueno llegó a la cima y se quedó esperándole hasta que escuchó otro sonido más, desde su posición podía ver a su dragón alegrándose por algo o alguien y no pudo estar segura hasta que llegó. Algo cansada se sento en el suelo de la orilla cuando finalmente lo alcanzó y pudo observar la felicidad de Trueno, Chimuelo se hallaba en la otra orilla de la colina junto a Hipo quienes voltearon al escucharlos.
— ¿En serio me trajiste hasta aquí para esto, malcriado? —preguntó mirando a Trueno quien hizo un sonido de felicidad antes de que el Furia, igual de feliz, se acercara a él. Se saludaron antes de que Chimuelo se acercara a ella, quien aún estaba en el suelo, para igualmente darle los buenos días haciendo a Idunn sonreír, le acarició la cabeza antes de que Trueno volviera. Ahora se encontraba siendo acosada por dos dragones y ella sabía lo que el suyo quería al menos, alzó las cejas al ver como Trueno la miraba con inocencia, le estaba pidiendo permiso, como si lo necesitara—. Sí, ya vete.
Trueno, feliz, le lamió la cara en un acto de agradecimiento antes de irse no tan lejos con Chimuelo a jugar. Idunn se quejó alto por ello escuchando la risa de Hipo a lo lejos.
— Buenos días, señorita —saludó el castaño estando en el suelo y girando su cuerpo para mirarla con una sonrisa sellada.
— Ah, hola —respondió algo tímida, no sabía que Trueno la guiaba hasta ellos, se levantó sacudiendo la suciedad que había quedado en ella al subir la colina—. No sabía que estabas aquí, yo solo lo seguí —apuntó al híbrido con su cabeza—. Ya que había sido le tengo que dar permiso al bebé de jugar con su amigo —suspiró dramática haciendo que Hipo riera, ella se aclaró la garganta luego—. Si interrumpí algo o molesto puedo irme.
— No, no molestas —respondió el castaño negando lentamente—. Puedes quedarte mientras los bebés andan jugando, hay que vigilar a nuestros hijos, ya sabes, lo normal —la pelirroja rió antes de acercarse al futuro jefe y sentarse a su lado, no antes de observar lo que estaba haciendo. Frente a él había un mapa sostenido por tres piedras para que el viento, que en verdad era bastante fuerte ahí arriba, no se lo llevara. Decidió mirar el mapa que enfrente ya que no quería que el vértigo atacara.
— ¿Son todos los archipiélagos de los alrededores? —preguntó observando todos los dibujos que había sobre él.
— No, son todos los que ya exploré, seguro hay más y eso voy a descubrirlo alguna vez—Idunn abrió los ojos cuando lo escucho decir que él hizo el mapa dependiendo de donde iba—. Oye, Idunn, sobre lo de ayer, disculpa la actitud de mi padre, no creo que...
— Está bien, Hipo, lo importante aquí es Fair —le quitó importancia mientras sus ojos seguían vagando por las hojas—. ¿Volaste en todas ellas? —volvió a preguntar esta vez mirándolo, no quería hablar de lo que pasó ayer. Él asintió con una pequeña sonrisa de lado y pudo ser capaz de ver como los ojos azules de la chica se iluminaban—. Eso es... —dejó las palabras en el aire cuando giró a ver el cielo y el mar, ya que desde su posición se podía ver muchas cosas, atreviendose a imaginar explorar tantas tierras volando en todas ellas.
— Es sensacional —terminó por ella la oración—. Puedes venir conmigo alguna vez si quieres, a veces es bueno escapar de tus problemas de esa forma, lo recomiendo —Idunn rió levemente.
— Prefiero mis pies en la tierra pero gracias, lo analizaré —asintió antes de observar el otro lado del mapa donde pudo hallar a una isla conocida dibujada hasta la mitad—. ¿Esto es Fair?
— Eh, si, no lo pude dibujar por completo ya que no tuve tiempo, ya sabes —movió sus hombros al explicar.
— ¿Me prestas? —señaló su lápiz que el castaño lo sostenía en su mano izquierda, él se la tendió y rápidamente Idunn se puso a trabajar para completar el dibujo de su isla.
Hipo la observó en todo momento, en como decoraba su isla y lo concentrada que estaba al hacerlo, su pelo rojo suelto con algunas ondas se movía con gracia debido al viento de la altura, en como su frente se fruncía levemente cuando se equivocaba en algo. La analizaba porque Idunn le parecía un misterio, era un libro cerrado que no todos entendían como leerla, quería saber porque era así ya que de alguna forma se ganó su curiosidad. Se fijó esta vez en el dibujo y en el esmero que le estaba poniendo, trazaba incluso cosas que ni sabía que la isla tenía tanto dentro como a su alrededor y sonrió al notar como dibujaba a un pequeño dragón sobrevolando Fair, que supuso era Trueno.
Pudo ver también como su guante le molestaba un poco a la hora de dibujar, tal vez si estaba roto en sus dedos como los de la izquierda podría dibujar mejor, pero ella no se quitaba así que evitó preguntar algo al respecto. Cuando finalmente ella terminó el dibujo, se alejó devolviendole el lápiz a Hipo que se quedó mirando con una pequeña sonrisa lo bien dibujada que estaba, especialmente el pequeño dragón que también ilustró.
— Me gusta el dragón que le pusiste —la miró aún con la sonrisa adornando su rostro, ella le devolvió el gesto encogiendose de hombros.
— Un toque de Fair en tu mapa lo vuelve mejor —le guiñó el ojo, pronto ambos dragones pasaron corriendo cerca de ellos y con sus alas los empujaron, inconsistentemente, con fuerza haciendo que tanto la pelirroja como el castaño fueran echados al suelo con ella quedando encima de él debido al golpe, ambos se quejaron pero fue Idunn quien se quedó mirándole a Hipo, poniendo a este nervioso por la cercanía que mantenían—. Tienes una cicatriz aquí —murmuró tocando con su dedo índice dicha cicatriz que se hallaba en su mentón.
— ¿Ah? ¡Ah! Sí, es una marca de nacimiento —declaró mientras se aclaraba la garganta, Idunn pareció darse cuenta en la posición en la que estaban por lo que con las mejillas ligeramente rosadas se alejó rápidamente susurrando un lo siento.
Se quedaron en un silencio incómodo luego de eso, pero que fue interrumpido por Idunn que volvió a agarrar el lápiz esta vez decorando Berk con lo que veía, algo temerosa, desde ahí arriba. La conversación volvió a surgir cuando Hipo preguntó si se andaba quedando con Astrid y que dibujaba muy bien.
— Astrid en serio es una muy buena persona —dijo ella—. Me ofreció un techo y comida, hubiera querido tener amigos así en Fair, o amigos en general.
— ¿No tienes amigos en tu isla? —preguntó con el ceño fruncido, ella tardó un rato en contestar.
— No —suspiró mientras trazaba—. A parte de que hay muy pocos chicos de mi edad, la mayoría no quiere crear una amistad conmigo por ser la jefa, o simplemte porque soy diferente a ellos, antes tenía pero... en los ataques... solo tengo a Alistair y a Trueno. Y no es que me importe mucho tampoco.
Hipo quedó analizando sus palabras y lo hicieron recordar a su yo de hace años cuando solo tenía a su padre y a Bocón, sabía que era sentir no tener a nadie más
— Me tienes a mi ahora —soltó, Idunn se detuvó y lo miró—. Puedo ser tu amigo si quieres, también está Astrid y seguro hay más personas en la isla que lo quisieran, no tengo nada más que mi amistad que ofrecerte.
Ella sonrió de lado, conmocionada por las palabras del castaño.
— Me encantaría ser tu amiga, Hipo.
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