━eight: part of berk in you

══❅•°•CAPÍTULO VIII•°•❅══
PARTE DE BERK EN TI.

❝Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan❞

¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida? Cómo seguir adelante cuando en tu corazón comienzas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz.

Hoy era el cumpleaños de Morag Kerr, hubiera cumplido cincuenta años exactos y ella lo sabía muy bien por la herida en su corazón que dolía como el infierno. Su padre era un hombre carismático y el mejor líder que Fair alguna vez tuvo, defendió a los dragones la mitad de su vida y le dedicó atención al amor de su vida, Ishbal, como también a su pueblo. Hubiera sido hermoso conocer a su madre, pero había muerto cuando les dio a luz y vivió quince años imaginándola gracias a las historias que su padre les contaba cada noche sin falta, hablaba de ella como su vida entera y que nadie se comparaba a su hermosa pelirroja. Le solía decir que ella le parecía a Ishbal y eso solo la hacía sentir peor, por sertirse culpable de algún modo.

Movía descontroladamente la pierna izquierda mientras veía su mochila abierta, analizaba que ponerse ese día porque de alguna u otra manera quería recordar el natalicio del hombre más bueno y que hizo de su vida mejor, nunca tuvo quejas de él y nunca las tendría, simplemente era un buen hombre que fue a alegrar los salones del Valhalla con su carisma única. Se paró para agarrar su mochila para luego volver a sentarse, comenzó a rebuscarse en él sabiendo que nunca se separaba de esa prenda y que debía estar ahí, finalmente lo encontró doblado perfectamente al final así que sin dudarlo y con cuidado lo sacó.

Era un saco largo de un color verde musgo que le llegaba hasta las rodillas, era un poquito grande para ella pero siempre le gustó por esa razón ya que se sentía mucho más cómoda así, aparte de eso, la otra razón era que la prenda le había pertenecido a su madre. Ishbal Kerr fue el único amor de la vida de su padre, pensó que poniéndose algo de ella podría conmemorarlo de alguna manera, ya que lo único que tenía de él era un collar de plata que desde el desastre no se había puesto y que aún tenía miedo de tocar.

Por lo que se puso su pantalón y botas habituales pero esta vez seleccionó una blusa de color rojo carmín, color favorito de Morag, y encima el saco. Volvió a rebuscar en uno de los bolsillos de la mochila hasta hayar el collar que el mayor le había regalado en su último cumpleaños y que lo había usado dos veces, suspirando negó guardando de nuevo la joya. No podía afrontarlo aún, podría ponerse prendas de su madre pero no la había conocido así que no tenía tanto valor emocional como el de su progenitor.

Pasó todo su cabello de lado izquierdo para comenzar a hacer una trenza, lo hacía pero simplemente no quedaba bien según ella y al tercer intento una voz la sobresaltó.

— ¿Quieres que te ayude? —preguntó la aún voz adormilada de Astrid, la pelirroja se sobresaltó por el repentino ruido ya que pensaba que aún estaba dormida.

— ¿Hace cuánto llevas ahí despierta? —preguntó llevándose una mano a su pecho exagerando el susto, era algo que tenía en común con Alistair, solo que él se pasaba unas líneas más.

— Desde que comenzaste a hacer la segunda trenza —murmuró algo ronca, Idunn suspiró aliviada porque no había visto su indecisión. La vio sentarse y estirarse con un poquito de pereza a lo cual no pudo evitar reír cuando vio su cabello rubio hecho un desastre, Astrid solo rodó los ojos mientras lo peinaba con sus dedos para que vuelva a su forma normal—. Ven, yo te los voy a hacer —palmeó el lado derecho de su cama, Idunn sonrió de lado y estirando la manga del saco para cubrir un poco más su mano, se paró y caminó hasta sentarse a lado de su compañera que comenzó a ponerse manos a la obra.

Los dedos finos de la rubia se pasearon por el cabello rojo de la extranjera, partiéndolo en tres partes para empezar a hacer el peinado que a ella le encantaba hacer básicamente a cualquiera que tuviera el pelo largo. Se lo hacía la mayoría de las veces a Hipo y a Brutilda, ahora que tenía un color diferente por el cual jugar no lo iba a desaprovechar. Se mantuvieron en silencio hasta que terminó la trenza más grande, luego fue a hacer los más chicos como decoración de las mechas que quedaban sueltas.

— Idunn —la llamó, escuchó que hizo un sonido con su garganta—. Créeme que no quise entrometerme, pero ayer cuando te dormiste más me acerqué a ti para saber si estabas bien y, bueno, tu brazo se hallaba al descubierto —la Fairiana se tensó y agradeció estar de espaldas para que no pudiera ver su rostro—. No te pido explicaciones sobre eso, por algo lo ocultas, pero puedes confíar en mi en que no te diré nada malo o te aborreceré por tener cicatrices —suspiró buscando las palabras ya que el silencio por parte de la otra chica era sepulcral—. El punto es que, aquí en Berk, las marcas son en algún punto geniales y no lo verán como algo malo, eres libre de mostrar tu brazo porque veo que el guante te molesta en ciertas ocasiones.

— Eres bastante observadora —suspiró jugando con sus manos—. Nunca fui aceptada por eso, en Fair siguen siendo un poco conservadores con las cicatrices bastantes notables, somos vikingos pero son demasiado especiales, además es más por el origen que por la apariencia, que aunque influye no es la razón principal.

— Entiendo y no tienes que decirme, no me molestaré por ello —contestó la rubia que seguía moviendo sus dedos por el cabello de Idunn—. Tampoco hagas algo con el que no te sientas cómoda, pero si lo debes hacer, hazlo para sentirte libre y olvidar las cosas malas. Algunas veces debemos enfrentarnos a lo que más tememos y tocar nuestro pasado para arreglar nuestro presente, nuestra alma y corazón para tener un futuro dichoso, sano y sin miedo alguno.

Astrid alejó sus manos satisfecha por el peinado que le dejó, asintió por eso antes de que Idunn lentamente girara hacia ella. Su expresión podría estar básicamente en neutro pero sus ojos ponía en evidencia que sus palabras sí le habían llegado, Idunn podría parecer fuerte pero cuando alguien descubría sus miedos esas barreras caían y mostraban a la verdadera chica que no solo dirigía —o al menos lo intentaba— una isla completa, sino a un ser humano con imperfecciones y miedos.

Ayer se rompió emocionalmente y no tuvo miedo de hacerlo en los brazos de Hipo, hoy le regaló una sonrisa a Astrid en una forma de agradecimiento por brindarle apoyo y su amistad, que ya era mucho. La rubia sonrió igualmente para luego abrazarla, Idunn rió porque pensaba que Astrid era muy ruda para esta clase de cosas, pero ahí estaba, abrazándola y riendo como amigas que hacía años se conocían, sin imaginar que solo había pasado una semana.

Idunn fue la que se separó primero y se aproximó hasta su cama para tomar su guante entre sus manos, suspiró pensando en las palabras de la rubia y las de Hipo, pasó su mirada de la prenda a su mano cicatrizada y en mucho tiempo tuvo el valor necesario para no ponérselo. Lo volvió a poner sobre el colchón y giró hasta Astrid con las manos en su cintura, la rubia sonrió antes de hacer una seña con su cabeza hasta las escaleras.

Bajaron cuando el cielo comenzó a aclararse, saludaron a los señores Hofferson antes de ir al comedor, seguidas de Tormenta ya que Trueno ya había desaparecido seguramente cuando Chimuelo despertó. Los demás jóvenes ya se encontraban sentados en la misma mesa de siempre, Hipo llegó segundos antes que ellas y giró su cabeza cuando finalmente llegaron no pudiendo evitar poner una pequeña sonrisa cuando Idunn los saludó a todos con una de sus grandes sonrisas para segundos después notar que ambas manos estaban al descubierto.

Pasaron un buen rato hasta que Brutilda notó las cicatrices, jadeó y básicamente saltó hasta ella para agarrar su mano. Idunn abrió los ojos y su cuerpo quedó helado esperando la reacción normal que todos hacían al verlo, repulsión.

— ¡Esto es genial! ¿Cómo te lo hiciste? —preguntó ella con fascinación, pronto Brutacio se dio cuenta y fue el próximo en agarrar su mano causando así que su hermana lo mire mal.

— Ah, yo... —tragó saliva porque la historia completa no la quería contar, una sola persona tenía ese grado de confianza por lo que, tal vez presa del miedo, miró a Hipo abriendo sus ojos. Él al entender esto se acercó más ya que estaba en la punta para ayudarla.

— ¿No fue fuego de dragón? —le preguntó sentándose frente a la pelirroja—. Que la atravesaste porque habías quedado en medio.

— Eso —lo señaló con su mano que no estaba siendo observada por los gemelos, carraspeó—. En uno de los ataques a Fair, ya saben.

Ow, yo nunca tuve una cicatriz —dijo Patán acercándose a ver mejor la mano de la chica—. Voy a atravesar el fuego de Colmillo, ¿creen que me deje algo?

— Tú muerte, tal vez —asintió una divertida Astrid, el pelinegro entrecerró los ojos y abrió la boca con intenciones de continuar hablando.

— ¿Para qué quieres una cicatriz si ya naciste con esa cara? —preguntó primero Brutacio acompañado de la risa de su gemela.

— La falta de respeto abunda en este lugar —se quejó él volviendo a su lugar ofendido, los demás solo se rieron a causa de esto—. Pero que tiene tanto, es solo una mano.

¿De dónde salió el valor? No lo supo, solo sabía que ahí al menos no sería rechazada por eso, así que alejó su brazo de los hermanos para remangar el saco hasta su antebrazo mostrando así que las marcas continuaban. Pero no mostró las que ella se hizo, eso sí ya era muy personal y no querían que ellos piensen que era débil. Patán abrió la boca mientras los gemelos soltaron un "wow". Pronto la confianza desapareció por lo que volvió a ocultarlo.

Los únicos que se dieron cuenta que estaba un poco incómoda fueron Hipo y Astrid, quienes compartieron una mirada antes de que la rubia asintiera. Miró los hilos que rodeaban su blusa roja y rompió uno.

— Tengo una idea —habló ella llamando la atención de los demás, mostró la cinta y como estaba a lado de la pelirroja agarró su brazo para ponérselo—. Sé que algún día te irás de Berk, y que esas cicatrices tienen más historia, así que esto es para que nos recuerdes y tengas una parte de Berk en ti.

Idunn apreció el gesto, pero no se esperó que Brutilda también quitara una de las cintas de color marrón de su brazo para ponerselo, comprendiendo lo que la rubia quiso decir. La siguió Brutacio, Patán hasta incluido Patapez que siempre se mantenía callado. Mientras ellos le llenaban el brazo con cintas o pequeñas partes de tela que doblaron, Hipo se quitó la cinta gruesa de cuero que estaba en la muñequera de su armadura y espero paciente su turno.

Idunn lo miró mientras esperaba que Patapez atara su recuerdo, él le sonrió sin mostrar dientes e hizo un gesto con su cabeza, sabía que se refería a la charla que tuvieron ayer por lo que le sonrió en muestra de agradecimiento y le dio la razón asintiendo. Cuando fue el turno del castaño, él volvió a agarrar el brazo con suavidad sabiendo la historia detrás de él y que no era genial como los demás estaban diciendo. Ató su parte dejando que colgara dándole el toque que Hipo Abadejo tenía.

Si no fuera porque estaban en medio de muchas personas y que sus amigos tenían los ojos en ambos, hubiera vuelto a hacer la misma acción que hizo ayer. Agarrar su mano y darle un beso en los nudillos, añadiendo que tenía todas las ganas de decirle que estaba orgulloso por enfrentarse a uno de sus más grandes miedos, pero no lo hizo.

• • •

— ¿Porqué lo dejas colgado? —preguntó Idunn viendo la cinta gruesa que él le había dado. Ambos estaban sentados en la colina más alta viendo a sus dragones jugar, de espaldas por petición de la pelirroja.

— Por Chimuelo, ves que tiene sus escamas sobresalientes en sus patas —lo señaló, Idunn abrió la boca entendiendo la razón.

Hipo le había dicho que hoy no iban a investigar, que se tomara el tiempo necesario para que su mente pudriera sanar, aunque ella quiso no hacerle caso terminaron en la cima de la colina sin nada más que la presencia de cada uno. Aunque si, Idunn hizo caminar al castaño hasta ahí por obvias razones. La pelirroja se paró y miró la vista que la altura le daba, sin mirar abajo se quedó cerca de la orilla con el viento golpeandola con delicadeza.

— ¿Podemos ir a volar mañana? —preguntó sorprendiendo a Hipo quien alzó las cejas alegrandose de alguna forma que no comprendió—. Lo de hoy me hizo entender que soy capaz de enfrentarme a mis grandes terrores y salir viva, gracias por eso —él negó antes de pararse también y ponerse a su lado.

— Yo no hice nada, sólo te demostré que puedes hacerlo, esto y mucho más —ella lo miró sonriendo antes de volver su vista hacia el atardecer—. ¿Te parece salir mañana después del medio día?

— Lo que tu órdenes, jefe.

Con el viento golpeando sus rostros y moviendo sus cabellos, se mantuvieron parados uno a lado del otro, claro que hasta que vino Trueno y empujó a su dueña hasta el castaño que arruinó la magia que sentía, porque Idunn trastabilló e Hipo la atajó de la cintura para que no golpeara el suelo.

— No sé quien es más salvaje, si tú o tu dragón —la levantó sonriendo.

— Yo lo crié, ¿de dónde crees que sacó lo loco? —ella rió porque Trueno solía hacerle eso muy de seguido pero luego se dio cuenta que quedaron muy cerca, alzó su cabeza conectando con sus ojos por lo que rápidamente ambos se separaron quedando a una distancia considerable, ella carraspeó—. Lo siento.

— L-lo siento —murmuró al mismo tiempo, ella lo miró y no pudo evitar reír, contagiandolo en el proceso, aunque Idunn se quedó pensando, ¿era normal que sea más torpe y nerviosa estando cerca de él? Sacudió su cabeza quitándole importancia a la pregunta.

Y así ambos se quedaron viendo el atardecer en silencio, ya que no se necesitaba palabras para que ambos se entendieran. Uno ya era libre y otro luchaba por serlo. Pero lo más importante era que se tenían el uno para el otro.




¡Hola! Espero estén teniendo una linda tarde/noche uwu.

Quería informar solo el tema de esto, en este acto el verdadero enemigo va a ser la mente y los miedos de Idunn y como va evolucionando como personaje, que es la idea hasta que llegue Grimmel y altere todo ahr.

También quería que la relación de Hipo e Idunn empezara como una amistad primeramente, en donde él le apoya e intenta ayudarla en sus miedos, ¿quién piensan que caera primero?

Otra cosa es que tengo un pinche de miedo en cometer OoC pero vamos luchando para que salga bien xd cualquier cosa que vean que está mal pueden decirmelo ya que lo último que quiero es cometer eso pls.

Por último, en estos ocho capítulos que pasaron, ¿qué les está pareciendo el fic? ¿qué creen que necesita o algo que quisieran ver? ¿qué opinan de la amistad Astrid/Idunn e Hipo/Idunn? Cualquier cosita ayuda.

Btw, las cintas colgantes que no sabía como describir es esta cosa que tiene en sus brazos:

Ah, miren que hermoso ya es, me desvíe cof cof.

Sin más que decir me retiro, ¡nos leemos en el próximo cap!

Mag.

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