- Capítulo 5: Nuevas oportunidades y nuevos sueños -
Ya habían trascurrido 2 meses desde que abandoné la universidad. Sinceramente, no tenía ni idea de lo que iba a hacer con mi vida. Me dedicaba a ayudar a mi mamá con los deberes de la casa, a limpiar los cuartos y todo eso. Totalmente ordinario.
Nos encontrábamos barriendo la sala, para proseguir a almorzar un delicioso estofado que ambas habíamos preparado al pie de la letra, como indicaba la receta familiar.
— Hija, ¿quieres hablar un momento? —preguntó mi madre con su característica voz dulce, dejando la escoba de cerdas amarillas apoyada a una pared—
— Claro —respondí y dejé mi escoba de cerdas blancas a un lado también— ¿de que quieres hablar, mamá?
No parecía tener mucha prisa, la verdad. Se tomó un buen tiempo en responder a mi pregunta.
— Debemos conversar sobre tu futuro. No puedes quedarte en esta casa para siempre. —la miré algo preocupada ¿Acaso algún día abandonaré la casa? no lo sé...— A lo que voy...
— ¿Quieres que continué con mi carrera, verdad? —me anticipé a completar la oración—
— Vaya... ahora tengo a una hija que es psíquica.—mencionó a modo de broma, las dos reímos—
Eso me recuerda a algunos de los seres imaginarios que inventé en mi infancia. Estos podían leer mi mente y ayudarme con mis problemas o dificultades.
— Creo que saldré a caminar un rato, ¿no te importa verdad? —pregunté, esperando un ' Sí ' como respuesta—
—No, no, no. Cada vez que sales, no regresas hasta la tarde o noche. Además, ¿que hay del almuerzo? —bueno... ese sí es un argumento válido en esta situación—
— Ok, primero será el almuerzo. —respondí—
— Muy bien, ayúdame a poner la mesa cariño. —ordenó, y yo seguí sus indicaciones. Ya me había acostumbrado en ese poco tiempo a realizar esas labores—
— Claro —contesté ya desde la cocina—
Almorzamos tranquilamente y limpiamos la mesa y los platos. Ahora sí, mi mamá me dejó salir. Pero sólo hasta las 6:35 pm. Eso es crueldad materna...
Me desplazaba tranquilamente por el extenso parque que estaba cerca a mi hogar. Siempre estaba repleto de gente, animales tiernos de la naturaleza, muchas flores y árboles verdes.
Estaba tan despreocupada, encerrada en mis pensamientos, con una actitud positiva. Pensaba todo el tiempo que las cosas iban a salir bien al final, y por cosas del destino, así fue.
Choqué con la misma mujer cabellera negra y lacia, la que me había dado la bienvenida en un principio a la universidad. Esos ojos esmeralda son difíciles de olvidar.
— ¡Lo siento, lo siento! —exclamé como tonta, ayudándola a recoger algunos documento que se le habían caído en consecuencia del choque—
— No te preocupes, está bien. —dijo ella con un tono de voz tranquilo. No parece estar enojada—
— En serio, perdóneme... señorita... señorita... ¿como era que se llamaba? —pregunté confundida—
— Miranda, la directora de la universidad. Nos conocimos en la entrevista, Serena. —wow, ella sí se acuerda de mí. Que vergüenza...—
— Oh, por supuesto. —terminé de recoger el último documento y se lo entregué en la mano— tenga, esto es suyo.
— No, eso es para ti. —me explicó, entregándome de nuevo aquella hoja de papel de un color rosado. Yo le miré demasiado confundida—
Me detuve a observar y analizar la hoja. Era una solicitud de admisión...
— ¿A que se debe esto? —cuestioné, aun con mis dudas—
— Me informaron que te saliste imprevistamente de la universidad, el primer día. —rayos... estoy demasiado roja de tanta vergüenza— Pero descuida, a todos no ha pasado.
— O-ok... —logré decir entre tartamudeos—
— La cuestión es... ¿quisieras reinscribirte para este semestre? pero esta vez, con lo que tú quieras. Artes, números, letras... ¡lo que tú quieras! —mencionó con entusiasmo, tomándome de las manos—
— ¡Por supuesto! ¡Claro que sí! ¡Gracias! —asentí, y no pude evitar darle un gran abrazo a Miranda—
Después de unos minutos, el abrazo se terminó.
— Empiezas en una semana, antes de eso, ya debes tener en mente que carrera quieres estudiar.—me explicó—
—G-gracias de nuevo. —estaba llorando de felicidad, y la gente lo notó... Me calmé y con una voz amable le pregunté a Miranda: — Hey, ¿quisieras venir a tomar el té a mi casa? mi madre estará encantada de conocerte.
— Por supuesto que sí, eres muy amable Serena. —aceptó con una gran sonrisa—
Miranda y yo nos dirigimos a mi casa, mientras en el corto camino platicábamos sobre diversos temas.
La plática se volvería más formal, aburrida y con temas académicos cuando volviéramos de nuevo a mi casa, dónde estaba mi madre.
« La vida nos tiene un rumbo preparado. Tenemos un destino y objetivos por cumplir.
Si llegamos a encontrarnos con una nueva oportunidad, es necesario tomarla.
Claro, sí eso es lo que realmente deseas con todo tu corazón. »
-Serena, la muchacha con segundas oportunidades
~ Fragmento 5 del diario de una soñadora ~
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