Salí corriendo de ese lugar, y no pienso volver jamás.

Estaba tan aturdida que decidí caminar por mi cuenta hasta llegar a mi casa.

Sé que sólo fue una mala experiencia, pero soy muy sensible con este tipo de cosas, en realidad, demasiado sensible. Todos me han dicho que sea perfecta, que no debo equivocarme, nunca. Y eso siempre fue desde pequeña.

Todos me dijeron eso alguna vez, mi madre dejó de hacerlo cuando yo tenía unos 10 años. Pero hay una 'persona' en particular que estuvo apoyándome siempre, y su nombre es:

Ash Ketchum

Y lo de 'Ketchum' fue por mi gusto exesivo a la salsa de tomate.

Y cuando dije persona, más me refería a una fantasía. Una fantasía que nunca se volverá realidad.

Comencé a tener sueños extraños a la edad de 7 años, tal vez fue por la caricatura traumante de esa época o... la necesidad de tener a un amigo cerca a mí. Me encontraba sola, llorando, estaba herida... en un bosque solitario. Así es como recuerdo aquel sueño.

A mi alrededor se encontraban todos, absolutamente todos mis temores de esa edad. Hasta lo que yo misma había creado, algo así como amigos imaginarios que me cuidarían, llamados 'Pokémon'

Hasta que él llegó, vendó mi pierna herida. Quiso ayudar a levantarme del césped extendiendo su mano para que pueda agarrarme de ella, mostrándome una sonrisa que inspiraba confianza. Y sigo recordando esa sonrisa con todo el cariño de mi corazón.

Ese sueño, tal vez era una señal de que nunca estaría sola. Que tendría a un amigo para acompañarme, ayudarme y alentarme siempre.

Aunque únicamente fuera una ilusión.

Y que al pasar los años... sintiera algo especial por él.

«Todos tenemos a alguien especial para nosotros, pase lo que pase, esa persona siempre estará a nuestro lado, acompañándonos en nuestros sueños y nosotros en los de él. Pero si no abrimos los ojos, nos perderemos de algo muy hermoso: La amistad sincera»

-Serena, la que ama a un chico imaginario.

~Fragmento 4 del diario de una soñadora~