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Thomas

Mi madre y Ava me recibieron en el aeropuerto, y todavía no tengo la certeza de si mi sonrisa fue tan real como intenté hacer que pareciera. Sí, siempre me sentiré feliz de ver a mi familia, sin embargo, en casa estaba Bella, esperándome mientras yo planeaba las mentiras que diría esta vez para no ser descubierto... y creo que no podría sentirme peor. 

En el auto de Ava, ella condujo y mamá iba en el asiento del copiloto. Ambas hablaban mucho, lo cual no es una novedad, y hacían muchas preguntas que yo respondía desganado, dejando ver poco a poco que preferiría un silencioso viaje de vuelta a casa en vez de contestar un cuestionario que me tenía a punto de devanarme los cesos.

—¿Cómo está tu amiga? —preguntó mi madre, observando mi mueca de fastidio a través del espejo retrovisor. Creo que nunca ha sido capaz de detectar bien mis emociones, incluso cuando están a la vista de todos.

—¿Qué amiga? —repliqué desinteresado, mi codo derecho apoyado en la puerta del vehículo y mi cabeza recargada en mi palma.

—Esa chica que me presentaste una vez... —Frunció el ceño, pensativa—. Una de ojos azules, muy linda. Trabaja contigo...

—Kaya Scodelario, mamá —le recordó Ava con un ruedo de ojos y una sonrisa, devolviendo su mirada hacia la ruta.

—Sí, sí. Kaya. ¿Cómo está ella?

—Bien —contesté mientras sacaba mi celular de un bolsillo en mi pantalón en busca de una distracción—. Ella está bien.

Al dar esa última respuesta, todo se volvió silencioso; solo oíamos una canción lenta y aburrida en la radio, el sonido del tibio aire acondicionado y el tráfico en las calles. Suspiré aliviado y desactivé el modo avión de mi teléfono, recordando que ni siquiera me había molestado en revisar si tenía alguna llamada perdida o mensaje al hacer escala en otro estado antes de salir de América.

La verdad, la situación en la que se encuentra mi relación con Dylan me hace querer desconectarme del mundo y solo sentarme a pensar. Y eso hice. Me senté en un avión por horas, escuchando música y observando cómo las nubes se veían mucho más blancas a medida se acercaba el amanecer. Miré de forma prolongada extensos trozos de tierra iluminada por incontables luces en medio de la noche. Vi cómo el mar lucía tan oscuro que casi no podía divisarlo. Pensé en Dylan. Pensé en qué más podría hacer, en por qué decidí meterme dentro de este lío que tiene solo una salida definitiva y es la misma salida que temo tanto escoger. Debo decirle a Bella y todo habrá acabado: podré estar con Dylan sin sentir culpa ni hacerle pensar que no puede confiar en mí o que solo sigo jugando con él, ya que supongo que si ayer no quiso hablar conmigo, eso es lo que todavía le hago sentir.

Si tan solo él supiera que no soporto tenerlo lejos, que soy un imbécil por no haberlo notado antes, por no haberme dado cuenta de que lo único que he hecho es reforzar su desconfianza hacia mí, manteniéndolo dentro de la incertidumbre absoluta respecto a lo nuestro. Si tan solo hubiera una forma de hacerle saber que reconozco los uno y mil errores que he cometido en tan poco tiempo, y que me gustaría ser un poco más valiente para poder enmendarlos de una sola vez. Me gustaría decirle que sí, que acepto ser un maldito cobarde y egoísta por querer tenerlo a mi lado cuando él se merece el mundo entero, y mucho más.

Pese a la infinidad de cosas que me gustaría contarle, hay una que es la más importante y me da una razón para no dejarlo ir. Me gustaría que supiera que lo quiero, y también cuánto me aterroriza el darme cuenta de ello. No tiene idea de cuán pequeño y débil me hace sentir a su lado, y que ni siquiera es algo malo; es un sentimiento que me causa temor, pero, a la vez, mi mente ha aprendido con lentitud a recibirlo de la misma forma en que mi corazón lo hizo sin pensarlo dos veces.

A veces, cuando Dylan dormía junto a mí y yo sentía que podía pasarme toda la noche allí, a su lado, viendo su dulce rostro y siendo consciente de que no era todo un sueño, me percataba de que jamás había querido a alguien como lo estaba queriendo a él. Y por supuesto que también me percataba de que esa era la frase más repetitiva y usada en el planeta, pero aun así era el pensamiento más puro y sincero que había pasado por mi mente. Luego, (usualmente al día siguiente), en esos momentos de soledad dentro de mi habitación del hotel, después de que Dylan se despedía recordándome sobre nuestro encuentro diario y el silencio supulcral saturaba el vacío que él dejaba, yo comenzaba a indagar dentro de mis recuerdos; trataba de entender por qué a él lo quería así, por qué esto se sentía tan distinto y por qué cuando creí estar tan enamorado de Bella, no era igual... o por qué cuando creí querer tanto a otras personas, no fue así. Por qué Dylan sí y los demás no. Y no había respuesta, era un simple "porque sí" y nada más. Porque lo quiero a él y no hay una razón exacta, y tampoco debe haberla.

Mi teléfono emitió el mismo sonido por un rato, vibrando en mi mano, y yo dirigí la mirada a la pantalla iluminada con variadas notificaciones. Una llamada perdida y un mensaje de Kaya, un mensaje de Wes... Un mensaje de Dylan.

—Oye, Tom. ¿Kaya todavía está con ese muchacho que...?

Mi corazón dio un salto dentro de mis costillas y tragué saliva. Estaba feliz de saber de él y de que haya querido acercarse a mí de alguna manera. No obstante, estaba nervioso por leer lo que podía decir el mensaje de texto.

El nudo en la boca de mi estómago acrecentaba y era consciente de que mi mamá se había girado para llamar mi atención, pues preguntó más de dos veces lo mismo y la escuché con claridad, solo que no conseguía concentrarme para responder algo coherente. En realidad, no estaba interesado en responder y solo quería juntar de una vez el coraje para abrir el maldito mensaje que aguardaba a ser leído por su destinatario.

—¿Thomas? —me llamó Ava y alcé la mirada, encontrándome con su semblante extrañado, similar al de mi madre.

Nos habíamos detenido en un semáforo en rojo y las dos no comprendían por qué yo actuaba tan raro, casi bloqueando su presencia por un instante.

—Um, no. Kaya... —comencé y me lamí los labios, bajando la vista hacia el celular en mis manos y viendo el nombre de Dylan entre todas esas notificaciones. Miré a ambas por última vez y contesté rápido, sin pensar en lo que diría y solo deseando no recibir más preguntas a cambio— No, está con uno de nuestros compañeros de reparto. No sé si son novios, pero están juntos.

No tengo la menor idea de si la forma en que me expresé les envió la más clara señal de que no esperaba extender la conversación, pero fue un alivio que el silencio volviera a reinar dentro del vehículo y que ambas regresaran la vista al frente. Suspiré y me recliné en el asiento, inhalando una bocanada de oxígeno que creí necesitar con urgencia.

Sentí cómo la sonrisa se formó en mis labios y también cómo la tranquilidad arribó a mi cuerpo. Mi pulsó retornó a su ritmo regular, el nudo en mi estómago se desenredó y yo estaba allí, sonriendo como un idiota mientras escribía una respuesta.

"Claro que podemos. Lo sabes."

(...)

—Bella está en tu habitación —me comunicó mi mamá al llegar a casa.

Asentí y vi que tomaba mi maleta por la manija, así que la detuve de inmediato, diciéndole que no se preocupara, porque yo la llevaría a mi cuarto.

Tardé segundos en subir la escalera, y solo quería tener un poder para controlar el tiempo o que todo sucediera en cámara lenta. Lástima que al parpadear, la puerta de madera color crema estaba allí, en frente de mí, y yo solo debía girar el pomo para entrar.

No quería hacerlo, no quería ver a Bella en este momento. Quería regresar a Louisiana, solucionar todo problema con Dylan y ocultarme en sus brazos, dentro de una habitación de cuatro paredes, dentro de un dulce sueño en el que me quedaría por siempre.

《Esta es la realidad, Thomas. Acéptalo.》

Exhalé tan profundo que quizás mis pulmones carecieron de oxígeno, para luego entrar por la puerta como si nada me afectara. Los secretos no existían, al menos no para Isabella ni mi familia, así que debía actuar como tal.

—¿Tom? —preguntó esa voz tan familiar, esta vez un poco más rasposa de lo común.

Dejé de mirar mis pies para verla recostada en mi cama, su cabello despeinado y una sonrisa plasmada en sus labios. El cobertor cubría la mitad de su cuerpo y estaba usando una de mis viejas sudaderas que yo había dejado entre otras prendas de ropa dentro de mi armario.

Odiaba verla feliz por mi presencia, ya que me recordaba al gran idiota que soy por no dejarla ir en vez de mantenerla a mi lado... como el maldito egoísta que he sido por casi dos meses. Y ni siquiera lo he sido exclusivamente con ella.

—Sí, soy yo —dije y esbocé una sonrisa idéntica a la que fingí en mi llegada a Londres.

Su sonrisa fue una de las más felices que jamás había visto. Se sentó en la cama, el cuello ortopédico todavía teniéndola levemente inmovilizada, y yo me caminé hacia ella, sentándome en la orilla del colchón.

Sus brazos rodearon mi torso y sus manos se empuñaron en mi chaqueta como si tuviera el presentimiento de que de pronto algo me haría desaparecer. Incluso sin ver su cara, yo sabía que ella aún sonreía, que nada podía quitarle esa alegría; solo la verdad sería capaz de lograr algo así y el solo pensarlo era una pesadilla.

—Te extrañé mucho —susurró, su cara escondida en el espacio que une mi cuello y hombro derecho.

La abracé de vuelta con ese dejo de remordimiento mientras la culpa me gritaba que confesara todo lo que ya casi no podía ocultar. Cerré mis ojos con fuerza y respiré profundo, tratando de aislar todos esos pensamientos y traerlos de vuelta más tarde. El aroma de su shampoo, que mi cerebro siempre ha reconocido de manera automática, era algo que no echaba tanto de menos como creí. No echaba tanto de menos este gesto, su tacto, su calidez al darme la bienvenida. Y aunque para ella el momento era un saludo, un abrazo que decía cosas que comenzaban en un "hola" y posiblemente terminaban en un "te amo", yo no estaba seguro de si al rodear su cintura con mis brazos le pedía perdón en silencio o solo actuaba por inercia, correspondiendo a su amor como si fuera un deber.

Al mirarme a los ojos e inclinarse para besar mis labios, dudé por un instante, me hice mil preguntas al igual que mi madre cuando íbamos dentro del vehículo. Busqué, busqué y busqué. Busqué amor, alguna vieja sensación que haya decidido regresar, me pregunté si todavía la quería de esa forma, si en verdad todo se había borrado sin siquiera haber tenido consciencia de ello; si en verdad Dylan se había ganado un lugar inmenso dentro de mi corazón, ese lugar que creí que Bella tendría por siempre.

Me miró con una sonrisa, sus labios cerrados y ojos celestes que brillaban. Estaba cansada, eso era notorio, pero el cansancio lo cubría una expresión nueva en ella; pese a que solo habían pasado unas semanas desde la última vez que la visité, nunca la había visto tan contenta de verme y yo nunca me había sentido tan mal por algo así.

Entonces, le sonreí de vuelta, una pequeña sonrisa que no era falsa, pero tampoco genuina, sino que se encargaba de cubrir mi tristeza. Llegué a la rápida conclusión de lo que mi subconsciente transmitía en ese momento, en ese abrazo y en la forma que acaricié su mejilla con mi pulgar; sí pedía perdón en silencio, pero también me despedía de ella, porque las probabilidades de volver a hablar después de la decisión ya tomada eran nulas.

*****

No los aburriré con excusas ni un testamento dando explicaciones. Solo decirles que lo siento por no haber actualizado en tanto tiempo, pero a excepción de algunas cosas, el mes anterior y este no han sido los mejores debido a problemas personales que me causan estrés, y me enfermo, etc.

Es un capítulo corto, pero trabajé demasiado para llegar al punto de sentirme satisfecha con lo que escribí aquí, y ya estoy escribiendo el próximo, así que espero no tardar demasiado. Además, amo hacer esto. Podría demorarme semanas en actualizar, pero escribir esta historia me ayuda a liberar estrés y a hacer trabajar mi imaginación. NUNCA la dejaría sin terminar.

También, por si no leyeron el mensaje que escribí en mi tablero, una de mis lectoras, Alexandra, tiene un blog muy genial en donde hace reseñas de libros y le estoy muy agradecida por querer reseñar mi historia. Les dejo el link aquí http://alexandrareader-juvenil.blogspot.mx/2016/03/resenando-fan-fiction-waiting-game.html (o si quieren lo piden por mp) y los invito a leer la reseña y también a revisar su blog, ¡puede que descubran el próximo libro que leerán!

Les mando un abrazo gigante. Los amo y gracias por todo el cariño que siempre me entregan, a mí me significa mucho. xx

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