29

Al día siguiente, Thomas se esfuma. Primero todos bromearon diciendo que su alarma no lo despertó o se olvidó de que, a pesar de ser domingo, hay trabajo por hacer. Luego de alcanzar los veinte minutos de espera, comenzaron las dudas. Es como si se lo hubiera tragado la tierra, ya que nadie tenía idea de por qué no estaba puntualmente en la entrada del hotel como siempre; ni Wes tenía alguna pista sobre su paradero y la frustración se percibía filtrándose a través de sus poros.

Después de ir a buscarlo a su habitación, una infinidad de llamadas sin éxito de cada uno de los presentes e interrogatorios a los trabajadores del hotel, Wes tomó la decisión de irnos porque teníamos casi una hora de retraso y no podíamos perder tiempo valioso.

En el camino fui yo quien intentó llamarle una cantidad de veces incontables (no tenía su número porque nunca se lo pedí, así que Kaya me lo dio), sin embargo, después de que el timbre continuo se oía hasta enviarme al buzón de mensajes, tal como si lo dejara sonar, se escuchaba el mismo pitido un par de veces y su voz grabada informándome que me llamaría más tarde. En pocas palabras, colgaba la llamada.

Por la tarde filmamos escenas que requerían mejoras y otras en las que el personaje de Thomas, Newt, no hacía apariciones. La mayoría de nosotros lucía distraído e intranquilo. Kaya tenía una expresión confusa en su rostro, hasta logré distinguir cierto temor en sus ojos; yo también siento algo de miedo, puesto que lo único que deseo es ser aliviado con el hecho de que está bien.

Mi segundo intento de comunicación fueron los mensajes de texto. "Thomas, soy Dylan. Dónde estás", seguido de un "contesta el teléfono, por favor". Esperaba media hora y volvía a insistir. Le comenté a Kaya mi idea de enviarle mensajes, acordando los dos hacer lo mismo puesto que en algún momento tendría que contestar. No hablamos después de eso, por lo que no tengo la menor idea de si ella recibió algún tipo de respuesta.

Dieron las diez de la noche y el día aún no se daba por terminado. Filmamos una escena más de cinco veces y yo me sentía exhausto mental y físicamente, aunque creo que resultaba ser un tema mental, en su mayoría, por el hecho de que perdía la paciencia al no poder ir a revisar mi teléfono.

En la van no solté jamás el aparato electrónico, tecleando mensajes similares a los anteriores un par de veces más y no prestándole atención a nadie. Llegamos al hotel, subí directo a mi habitación y me dirigí al baño para tomar una merecida ducha de agua tibia que calmara mis nervios y relajara mis músculos.

Y bueno, aún sigo aquí, el agua cayendo por mi cuerpo mientras que en mi cabeza viajan un centenar de dudas. Trato de pensar en lo que alcancé a escuchar ayer cuando habló con su mamá, uniendo piezas y sacando conclusiones. Quizás si yo no me hubiera molestado cuando me gritó y, en vez de ignorarlo, hubiera prestado atención a lo que quería decir, sabría qué es lo que pasa.

Dijo que iría tan pronto como pudiera, pero ¿ir dónde?, y ¿por qué? ¿Qué puede ser tan importante como para marcharse sin avisar? Sumándole el hecho de que no contesta mis llamadas o mensajes y ya no poseo la certeza de que no soy el único. A lo mejor ya habló con Kaya, alguien más del cast o Wes. Tal vez ya todos se enteraron y están tranquilos, mientras tanto, yo me encuentro al borde de la desesperación por saber dónde se metió el hombre que se ha estado ganando buena parte de mi cerebro y corazón con tan poco esfuerzo.

Y es eso lo que me llega como una bofetada, el darme cuenta de que la razón por la que me preocupo demasiado es que Thomas me importa. El maldito Thomas Brodie-Sangster me está importando mucho más de lo que debería y no estoy seguro de saber si eso es algo bueno.

Al salir del baño, me visto con un par de boxers junto a una vieja camiseta que a veces uso como pijama, apago la luz de la habitación, enciendo la lámpara de noche, tomo mi teléfono y me recuesto en la cama, cubriendo mi cuerpo con las delgadas sábanas blancas.

Con un suspiro, regreso al plan del día, revisando mis mensajes de texto y viendo que no hay novedad alguna. Selecciono la conversación con Thomas, aunque no le llamaría así siendo que soy el único que ha enviado mensajes. Oprimo el espacio en blanco, aparece el teclado y mis dedos danzan sobre la pantalla, dudando si debería volver a enviar alguna otra palabra o simplemente esperar hasta mañana para saber si hay nuevas noticias. Acabo llamándole una vez más, llamada que fue rechazada en menos de cinco segundos.

Otro suspiro, esta vez mucho más profundo, y decido enviarle un par de mensajes antes de dormir.

"Tommy, me tienes preocupado. Si lees esto, por favor, llámame."

Antes de seleccionar enviar, dudo de lo escrito y lo releo. No quiero decirle explícitamente que me preocupa, presiento que no es bueno demostrarle tanto y que es mejor si solo cree que mi insistencia se debe a que estoy en la misma posición que los demás.

"Thomas, si lees esto, llámame o responde".

Oprimo enviar y observo la pantalla. Pasan unos segundos, gruño en señal de frustración y vuelvo a teclear.

"Por favor."

(...)

A las ocho de la mañana sonó mi alarma, la cual suelo mantener programada de forma semanal; lo gracioso es que no sirvió de nada, ya que llevaba más de una hora contemplando el techo, absorto en él y los pensamientos que corrían por mi mente. Creo que ha sido una de las pocas noches en el hotel que paso casi sin pegar ojo.

Me levanté de mala gana, sin novedad alguna en mi teléfono, aumentando aún más mi mal humor debido a la escasez de descanso y a no tener noticias de Thomas.

La mañana avanzó con regularidad, siendo algo tan rutinario como escoger un polo en vez de una camiseta al notar que el día está un poco más frío de lo habitual y usar los mismos pantalones caqui del día anterior. Luego, fui a desayunar, esta vez comiendo solitario porque era temprano, y subí a mi habitación para esperar a que dieran las once e ir camino a la entrada del hotel con la esperanza de saber algo nuevo sobre Thomas. Para mi desgracia y la de los demás, nadie tenía la menor idea.

En medio de las grabaciones, Wes nos otorgaba una gran cantidad de descansos y se dedicaba a hacer llamadas telefónicas a lo lejos; en una de esas instancias, aproveché de ir a sentarme bajo el toldo y mandar otro mensaje de texto después de no haber insistido por una buena cantidad de horas.

—¿Supiste algo? —le pregunté a Kaya, quien en ese instante pasó por mi lado.
—¿Qué?
—¿Supiste algo de Thomas?
—Oh. Ahm... No. No he sabido nada —contestó sentándose en la silla consiguiente a la mía. Tomó un largo trago de la botella de agua que traía en sus manos, acto seguido por el repiqueteo de sus dedos en el plástico.
—Me tiene preocupado.
—Sí —dijo en un suspiro—, a mí también.

Pero su voz no decía lo mismo y sus ojos transmitían calma. Por un segundo creí que me mentía, así que insistí.

—¿Estás segura de que no sabes nada?
—¿Sí? —respondió con el ceño arrugado— ¿Por qué? ¿Crees que te estoy mintiendo?
—No, no. Olvídalo.
—Dylan, estoy segura de que Tom está bien. Lo conozco y ha de tener sus razones. Sé que no abandonaría este proyecto así como así y tarde o temprano tendrá que comunicarse con alguien.

Quería volver a preguntarle lo que sea sobre Thomas, en especial averiguar por qué la seguía oyendo como si ella supiera con precisión su paradero y que esa era la razón de su serenidad. 

La vi beber otro poco de agua y ponerse de pie, dándome una pequeña sonrisa.

—Quédate tranquilo —me habló después de unos segundos—. Y te recomiendo no seguir enviándole mensajes; mejor espera a que te responda.

Con otra sonrisa se encaminó de regreso adonde estaba la mayoría conversando y riendo, dejándome sumergido en un sin fin de teorías. Observé la pantalla de mi teléfono con las cejas juntas, uniendo mis labios con nervio en una fina línea y pensando mucho más de lo que debería mientras esperaba a que mágicamente una respuesta de Thomas llegara.

No entiendo por qué me importa tanto, por qué mierda me tiene tan intranquilo el hecho de su desaparición. Sí, puede que la razón sea que siento algo por él, mas no es posible que ande con la cabeza enfocada en él las veinticuatro horas del día. Eventualmente, aparecerá y se sabrá qué pasó; eso es algo que está tan claro como el agua. No obstante, no puedo dejar de persistir hasta conseguir algo. Quiero saber que está bien, nada más.

(...)

Apenas entré a mi cuarto, me lancé sobre la cama, el agotamiento ocupando cada parte de mi ser. Me quité las zapatillas con los pies, ya que soy muy holgazán para hacerlo con las manos, y también me deshice de mis pantalones, dejándome el polo puesto y bostezando mientras miro hacia el techo tal como en la mañana.

Desanimado, arrastré mis pies hasta el baño, hice lo que tenía que hacer y me metí a la cama, arropándome con el cobertor al sentir que la habitación está un poco más fría. Agarré mi teléfono de la mesa de noche y evité entrar a ver los mensajes de texto, tratando de distraerme con las redes sociales.

En Twitter no hay nada fuera de lo común. Lindos mensajes de personas que me brindan apoyo, tweets graciosos y noticias poco interesantes; siquiera los Mets captan mi atención, cosa que me sorprende. Resoplé y surgió en mi cabeza la pregunta de si Thomas tendrá una cuenta en Twitter. Alejé de inmediato la idea porque se suponía que tenía que dejar de pensar en él por una vez en el día.

Dejé el aparato en el mueble, apagué la lámpara y me obligué a cerrar los ojos. Cinco minutos más tarde todo terminó siendo un plan fallido, puesto que decidí escribir un último mensaje con la ilusión de que esta vez si obtendría respuesta.

"Thomas, dónde mierda estás. Me tienes preocupado."

Y esta vez me atreví a admitirlo; quizás así se daba cuenta de que sería mejor si me contara para acabar con mis dudas.

Esperando y esperando, mis párpados se volvieron pesados y no resistí el sueño que llegaba de golpe. Y así mismo desperté, asustado por el sonido y la vibración que mi teléfono emitió encima de mi pecho.

Busqué el aparato que había caído al otro lado del colchón gracias al leve salto que di, lo cogí entre mis manos con rapidez y desbloqueé la pantalla para toparme con una notificación: Thomas. Deslicé el pulgar por sobre este, dejando a la vista una corta y directa respuesta.

"Déjame en paz."

Fruncí el ceño y formulé una pregunta en el teclado.

"¿Me vas a decir dónde estás?"

"Dylan, es en serio. Déjame tranquilo.", respondió medio minuto después.

"Solo necesito saber que estás bien."

"Y yo necesito que dejes de joder. De verdad, tu "preocupación" no me ayuda."

"¿Por qué?"

"Porque sí. Adiós."

"No entiendo. Lo único que pido es una explicación, nada más. Creo que merezco saber qué te pasa."

Tardó mucho más en responder, y yo aguardaba nervioso la típica campanilla de mi celular.

"Solo déjame tranquilo, ¿sí? Si tan preocupado estás por mí, no me envíes más mensajes o vuelvas a llamar."

No sé por qué hice caso, pero cumplí con lo pedido y dejé el teléfono en el mueble. Nada me hacía sentido y tampoco lo hizo en lo que restaba de la madrugada. Eran las cinco y no volví a pegar ojo, otra vez la alarma de mi teléfono sonando a las ocho de la mañana mientras contemplaba el blanco techo, absorto en mis pensamientos sobre Thomas y lo imbécil que soy por mantenerlo siempre incrustado en mi cerebro aunque no lo quiera.

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Solo diré que los amo y muchas, muchas gracias por los 9k y todos esos votos y comentarios. xx

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