26
Dylan P.D.V.
Analicé mi entorno, tratando de tomar una decisión a la velocidad de la luz. Los demás reían y me observaban, esperando a ver lo que haría.
—¿Y? ¿Lo vas a besar o qué? —me gritó Chris, cada palabra articulada arrastrándose una tras otra de forma pausada.
Algunos estaban mucho más borrachos que otros y drogados como nunca. Tengo la sensación de que el tiempo pasa con lentitud y rapidez al mismo tiempo, mi cuerpo parece pesar lo que pesa una pluma y a veces siento ganas de reír porque sí; pero a pesar de todo, logro concentrarme en una sola cosa: el hombre siendo apuntado por la botella.
—¡Dylan! ¡Dylan! —canturrearon al unísono entre aplausos y risas.
La mejillas de Thomas se veían coloreadas de un rosa fuerte, resaltando en su blanca piel, y sus achocolatados ojos me comunicaban una infinidad de sentimientos, ideas, palabras, cosas que, para mí mala suerte, no sé cómo descifrar.
Tomé un respiro profundo, cerrando mis ojos e ignorando todo sonido. Apenas volví a mirar, parecía que lo que sucedía a mi alrededor estaba situado en una dimensión diferente, apoderándose de mí la sensación de que los demás tenían aspecto borroso y que existía un solo enfoque: Thomas.
Un golpe de adrenalina surgió en algún lugar de mi ser, recorriendo mis venas y consiguiendo que en un pestañeo haya cruzado a gatas la distancia entre él y yo. Ya estando cerca, me apoyé sobre mis rodillas y sujeté su rostro por las mejillas, estampando mis labios sobre los de él en un inocente beso que duró un par de segundos. Aparté un poco mi rostro del suyo, mis manos todavía en sus mejillas. Abrí los ojos con lentitud y me encontré con su mirada.
Y una bella sonrisa dibujada en sus labios.
—Yo esperaba ver un poco más de acción... no un beso tan aburrido; por algo elegí ese reto, Dylan —comentó Will, trabándose en algunas palabras.
No quise dar la vuelta para mirarlos, solo reí con una mezcla de sorpresa y felicidad ya que a nadie le importaba que nos besáramos, a fin de cuentas, era un simple y divertido desafío para ellos. También dudo que el nivel de conciencia presente en sus cuerpos era el suficiente como para tomar con seriedad las circunstancias.
—Sabes, creo que Will tiene razón —me dijo Thomas en un volumen más elevado y nunca desprendiendo su mirada de la mía. Sonaba sobrio, siquiera un balbuceo se hacía presente cuando hablaba, y parecía estar tan feliz como un niño en navidad—. Si vas a cumplir un reto, deberías hacerlo de forma decente.
—¿Y cómo es eso? —Enarqué mis cejas, fascinado con la nueva actitud que él había tomado.
En un parpadeo sus suaves labios hacían contacto con los míos, esta vez empleando movimientos mucho más decididos. Al principio no conseguía reaccionar, creyendo que todo era mentira y quizás la droga me estaba provocando algún tipo de alucinación; luego, recordé que este tipo de droga no causa alucinaciones y que Thomas sí me estaba besando.
No tardé mucho en despertar, correspondiendo y detonando una explosión dentro de mí. Sentía todos esos clichés que la gente dice: chispas, fuegos artificiales y mil cosas más. Una de sus manos se enredó en mi cabello y la otra acariciaba mi barbilla con tanta delicadeza que el tacto parecía irreal. Un simple y maravilloso beso.
Al separarnos mi respiración estaba tenuemente agitada y me sentía contento; algo tan sencillo como un beso me brindaba felicidad pura, mucha más de la que ya sentía. No tengo idea si lo que siento es amor o un flechazo extraño que podría acabarse mañana, mas lo que sí sé es que me encanta saber que tal vez él siente algo similar. No quiero tener falsas esperanzas, sin embargo, es inevitable considerar esas ideas cuando actúa así cerca de mí.
—¡De eso es lo que estoy hablando! —exclamó Will, aplaudiendo y riendo.
Carcajadas de parte de todos resonaban en la habitación, dejándome ver que a nadie le importaba o cuestionaban algo al respecto.
Volví a mi puesto, sentándome con la mirada fija en Thomas y una sonrisa que nadie conseguiría borrarme por un largo tiempo. Me guiñó un ojo, ocasionando un gran alboroto en mi estómago, y me mordí en labio, bajando la vista hacia la bendita botella.
—Dylan, te toca —me indicó Ki Hong.
—¡Oh, cierto! —respondí, inclinándome para tomar el envase de vidrio y hacerlo girar. Cuando se detuvo, apuntó en dirección a Kaya— Kaya, ¿verdad o reto?
(...)
Cerré la puerta de la habitación de Ki Hong, dándome la vuelta para caminar hacia el ascensor junto a Thomas, pero terminé siendo aprisionado por él en la pared consiguiente; un cambio bastante abrupto en mis planes.
—¿Qué te traes entre manos, Tommy?
—Mmh... No lo sé, adivina —susurró con una sonrisa pícara y ojos traviesos.
—Déjame pensar. —Lo tomé por la cintura, atrayéndolo mucho más hacia mí—. Oh, creo que ya sé.
—Entonces, dime.
Terminando con todo tipo de distancia entre nuestros cuerpos, acerqué mi cara a la suya, nuestras narices rozando y su aliento chocando contra mi piel.
—Creo que no es necesario decirlo... —murmuré, una risita saliendo de mi boca— Prefiero mostrarte y tú me cuentas si estoy en lo correcto o no.
Uní nuestros labios en un exquisito beso; dulce, adictivo, con sabor a licor y lleno de emociones asombrosas.
—Sí —habló entre pequeños jadeos.
—¿Sí... qué? —pregunté, besándolo después de cada palabra.
—Estás... Estás en lo correcto.
Nos alejamos y esbocé una sonrisa, tomando un poco de distancia e intercambiando con agilidad nuestros lugares. Lo acorralé contra la muralla con mis brazos y me incliné para besarlo de forma apasionada, acción que fue subiendo de tono con gran velocidad.
Desplacé mi boca por su quijada, descendiendo a su cuello y quedándome en ese lugar para humedecer la aterciopelada piel con mis labios.
Sus sonoros suspiros llenaban el silencio del ambiente; sé que intentaba no hacer ningún ruido, y sus manos palpaban mi espalda mientras las mías bajaban a su trasero y apretaban con sutilidad la blanda carne cubierta por la mezclilla de sus jeans.
—Dyl...
—¿Qué? —pregunté, todavía en su cuello.
—Va... Vamos. Alguien nos puede ver.
Lo miré a los ojos y subí una de mis manos a su cara, elevando mis cejas.
—Creí que tú eras el de la idea de hacer este tipo de cosas aquí.
Soltó una risa, sonido que de alguna forma conseguía entibiarme el corazón, y negó con la cabeza.
—Y ahora soy el de la idea de ir a mi habitación, ¿te parece?
—Okay —Me aproximé a su boca—, pero por arruinar este momento, olvídate que algo más pasará.
—¿Ah, sí? No lo creo.
—Créeme —Le di un corto beso en los labios y empecé a caminar hacia el ascensor, una sonrisa plasmada en mi cara.
Oí sus pasos a mis espaldas, mas no quise mirar para confirmar que era él. Oprimí el botón que llamaba al elevador y me crucé de brazos, observando el número que cambiaba en la diminuta pantalla de arriba.
Dos brazos rodearon mi torso y un par de labios hicieron contacto con mi piel sobre la unión de mi hombro y cuello.
—Vamos a ver —dijo, su voz amortiguada por los besos que iba repartiendo en ese pequeño sector de mi cuerpo.
(...)
Mis yemas iban conociendo y memorizando cada milímetro de piel perceptible bajo su camiseta, mientras tanto, él desataba fuego en mi interior con un simple roce.
Movimientos calmados, besos hambrientos, dientes que chocaban a ratos y lenguas que peleaban entre sí para conseguir la tan deseada dominancia.
Caímos sobre la cama, yo encima de él, y aunque con suerte hayamos alcanzado a encender la luz de la entrada, eso era suficiente para distinguir sus finas facciones. Ningún sonido se hacía presente en la habitación, solo nuestros suspiros, jadeos, gemidos y la cama que crujía con ciertos movimientos bruscos.
Me quité la camiseta y lo ayudé con la suya, lanzando lejos las prendas que ahora eran totalmente inútiles.
Piel contra piel; una delicia prolongada con cada minuto que pasaba.
—Me vas a volver loco.
—¿Yo? —logré hablar entre jadeos, besando bajo su oreja y después, mordiendo el lóbulo.
—Mierda —musitó—. Sí... tú.
—¿Por...?
Seguí mi camino hasta llegar a su pecho, lamiendo y succionando todo lugar que mi boca aún no haya tocado.
—Y lo preguntas... —Enterró sus dedos en mi cabellera.
Me detuve, regresando a su cara y mirándolo a los ojos con una sonrisa.
—No tengo idea de qué hablas, Tommy.
—Ves, ya me estás haciendo delirar con esa sonrisa —Puse mis ojos en blanco.
—Cállate —repliqué, volviendo a besarlo.
《Si él se siente así, qué queda de mí...》
Fui deslizando mis manos hacia sus pantalones, desabotonándolos e intentando bajarlos inútilmente.
—Dios, ¿por qué te pones estos jeans tan apretados? —mascullé en medio de un beso.
—Dime que no te gusta —contestó con una sonrisa.
—Me encanta, en serio, pero me gusta mucho más cuando estás sin ellos.
Rió, sus ojos brillando bajo la poca luz que recibíamos. Sin más palabras, elevó sus caderas para ayudarme a retirar la ropa restante a tirones. Los dos reíamos y se sentía bien; para mí no parecía ser un polvo rápido e insignificante, había algo más en el fondo pero no lograba dar con ello. Tal vez eran los efectos sobrantes del alcohol y drogas, tal vez estaba equivocado y la situación, naturalmente, resultaba ser así.
Se quitó las zapatillas con sus propios pies y yo acabé mi trabajo, por fin quitando los ajustados y molestos pantalones de mi camino. Subí poco a poco, arrastrando mis labios por sus piernas, besando sus muslos por el costado interno y percibiendo cómo se estremecía.
Reanudé la subida hasta llegar a su cara y posé una mano en su miembro, masajeando y sonriendo ante la vista del placer que le proporcionaba expresado en su rostro. Arrugaba el entrecejo, entreabría los labios, cerraba los ojos con fuerza y sus uñas se enterraban cada cierto rato en mi espalda, probablemente dejando minúsculas marcas rojas con forma de media luna.
Besé la comisura de sus labios y él abrió los ojos, una pequeña sonrisa haciendo paso en su rostro.
—Eres tan hermoso —hablé sin siquiera darme el tiempo de meditar mis palabras.
—Tú no te quedas atrás.
—La verdad, no sé cómo lo haces... —Besé sus labios, luego su mejilla derecha. Mi mano subió a su cadera, rozando la piel con sutileza.
—¿Hacer... qué? —jadeó.
—Esto... —Me movilicé hacia su nariz, su boca una vez más y bajé a su cuello—. Es como si...
Pero no pude continuar. Deseaba tanto hacerle saber todo, describir cada sensación que provocaba en mi cuerpo, contándole que no tengo idea de cómo en tan poco tiempo logró algo así; no obstante, el miedo me gana. Miedo al rechazo, temor a que me recuerde una vez más que todo esto se trata únicamente de sexo. No puedo seguir creando ilusiones en mi mente con acciones tan pequeñas que se pueden deber solo a sus deseos sexuales, y tampoco puedo verter mi corazón frente a él tan pronto cuando lo que siento no es algo tan grande, por poco pidiéndole que termine con una relación de años una semana antes de casarse. Es absurdo pedirle algo así a alguien que solo te ve como un pasatiempo, una entretención para distraer su mente.
Quizás no la ama, a lo mejor tiene otras razones para permanecer junto a ella, mas eso no significa que por mí sienta algo. Por Dios, necesito dejar de ser tan iluso.
Así que me concentré en lo que hacía, sintiendo una minúscula decepción en algún lugar de mi ser. Volví a entregarle placer, hacerlo gemir, perderme en su cuerpo, disfrutar de la felicidad momentánea de tenerlo a mi lado sin importar que él no me vea de la forma que yo lo hago.
Tengo la esperanza de que todos estos jodidos sentimientos se desvanecerán pronto. Necesito que se desvanezcan pronto, antes de que Thomas termine significando mucho más para mí de lo que yo le significo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top