23

Thomas P.D.V.

Puedo parecer un hombre insensible, quien no piensa en lo que está haciendo al tener una novia que confía plenamente en él; pero con Dylan me da igual todo. Es lo que quería y no puedo quedar satisfecho con una sola vez, porque no pasa mucho tiempo y me encuentro queriendo dar otra probada.

Sí, amo a Isabella, no obstante, Dylan me hace sentir cosas que ella nunca ha logrado. Es diferente a su lado, olvido todo a mi alrededor, siento que puedo hacer lo que sea y con Isabella... Alguna vez fue así, pero nunca más llegué a sentir que era capaz de una infinidad de cosas al tenerla cerca, como tampoco he sentido últimamente que al besarla todo lo que me importa es ella.

No sé qué es lo que tiene o cuál es su truco porque el maldito hombre hace que mis hormonas se vuelvan locas y enciende fuego en mí; por lo que, si puedo tenerlo, no me abstendré.

Y sí, es su físico y se trata de tener sexo, sin embargo, comienzo a tener dudas minúsculas, tan pequeñas que solo quiero pasarlas por alto; pero aún así dejo que reboten en mi mente por un tiempo indefinido. ¿Qué fue eso que sentí cuando lo abracé anoche? Fue algo involuntario, como si hubiera estado totalmente bien. Y claro que se sintió jodidamente bien acariciar su espalda, dejar que se acurrucara en mi pecho y poder disfrutar de su compañía de una forma distinta a la habitual, pero... Agh. Primero su risa y ahora esto, ¿después qué? Estoy actuando como un idiota que empieza a sentir algo relacionado con la palabra "amor" y... Mierda. No, no y no.

No creo que sea eso. Es agradable hablar con Dylan, tenerlo cerca y reírme de sus chistes sin gracia, y también es bastante agradable poder besarlo, que me haga completamente suyo y marque cada parte de mí; pero eso es todo, ya que el hecho de que haya querido abrazarlo y que ahora su risa me haga sentir esa alegría que solo Isabella lograba no significa nada, ¿no? Además, Isabella es la persona a la que amo; si no lo hiciera, no me sentiría mal por serle infiel.

Claro que si la amaras, simplemente no le serías infiel.》

Mi mente siempre me hace esto, dejándome a la deriva entre lo correcto e incorrecto. Puede ser que ya no ame tanto a Isabella como solía hacerlo antes. Tiene que existir una razón por la que ciertas cosas que siento respecto a ella han cambiado, mas eso no implica que ahora comience a sentir algo por Dylan. Digo, no es posible si lo conozco hace una semana, ¿cierto? No creo que pueda comenzar a formar sentimientos por otra persona en tan poco tiempo y teniendo a alguien en mi corazón. Okay, me rindo; estoy absolutamente convencido de que soy un manojo de enredos.

Da igual. Necesito dejar de complicarme la vida y disfrutar lo que tengo ahora, ya que después del matrimonio dudo que siga con esto. Quizás me aburra pronto, mucho antes de la boda, y ya nada importará; estaré casándome con la persona que de verdad quiero y con Dylan estará todo bien puesto que los dos pensamos y sentimos lo mismo respecto a nosotros. Todo estará excelente.

-Thomas, ¿vas a venir o qué? -oí a Dylan desde el baño, su voz mezclada con el ruido del agua que corría en la ducha.

Con una gran sonrisa caminé hasta allí, dándome cuenta de que ya estaba adentro al ver sus boxers en el piso y su silueta a través de la cortina de baño. Supuse que no me escuchó, así que me quité la ropa interior e hice el menor ruido posible para abrir la cortina por un costado. Entré en el pequeño cuadrado de cerámica y quedé frente a la espalda de Dylan, luego besé uno de sus hombros, causando que se sobresaltara y girara hacia mí.

-¡Mierda, Tommy! No vuelvas a hacer eso -exclamó con una linda sonrisa en sus labios.
-Qué genial, ahora los baños de estos hoteles traen hombres jodidamente guapos de regalo.
-Cállate, idiota -me respondió riendo.

Posicionó sus manos sobre mis caderas, atrayéndome hacia él , y besó mis labios con pasión. El agua tibia caía sobre nuestros cuerpos, el vapor subiendo y rodeándonos.

-Me encantas -susurró cerca de mi oído y yo pude sentir un escalofrío recorrer toda mi espina dorsal, tal como si la temperatura del agua hubiera cambiado repentinamente a fría.

Mordió mi lóbulo e hizo lo típico, cosa que nunca me aburría; sus suaves labios acariciaban mi piel, besándola mientras su lengua rozaba mi cuello con lentitud, humedeciendo y tocando puntos sensibles. Ladeé mi cabeza, permitiéndole hacer lo que deseara en la zona, cerré mis ojos y me mordí el labio.

Succionó la piel, seguramente dejando un chupón en ella, y no pude evitar que un gemido escapara de mis labios. Lo mantuve cerca de mí con mis manos sobre su cintura; él enterró sus dientes en mi carne, haciéndome gemir una vez más.

-No entiendo cómo... -comenzó a hablar en un murmullo, enviando vibraciones exquisitas a través de mi cuerpo. Su voz era tan grave que no era necesario nada más de él para sentirme excitado. Subió hasta mi rostro, su mano derecha mimando mi mejilla con el pulgar entretanto su mirada no se movía de la mía y volvió a hablar- No entiendo cómo eres tan perfecto.
-Creo que hablas de ti, Dyl.
-No, Tommy -respondió, dándome un ligero y corto beso en los labios, el cual tenía un dejo distinto a lo usual, como si me transmitiera algo más-. Hablo de ti.

Por un segundo olvidé toda la lujuria a punto de explotar dentro de mí y observé su rostro. No comprendía qué pasaba, pero estaba admirado con su belleza y él en sí. Me sonrió y besó una vez más; movimientos pausados y continuos que causaban algo totalmente distinto a lo de siempre.

En mi estómago revoloteaban pequeñas mariposas, las palpitaciones de mi corazón eran rápidas y me sentí confundido, queriendo separarme así todo eso terminaba de inmediato porque no podía pasar, esto era absolutamente distinto a esas ganas de follar y después olvidarlo todo. Sin embargo, no me separé, no podía alejarme de él porque se sentía bien. Sus labios encajaban de manera perfecta junto a los míos, llevándome al cielo y trayéndome de vuelta. Su lengua lamía mi labio inferior y yo abrí mi boca para permitirle entrar. El beso se había profundizado y yo no sabía si aceptar que esto me gustaba o que simplemente no podía ser.

Sus manos trazaban delicadas líneas en mis espalda, causando un cosquilleo que me encantaba; yo llevé las mías a la altura de su cabeza, enredando los dedos de una mano en su cabello y la otra sobre su mejilla, rozando su piel que tenía una textura levemente áspera gracias a la barba que le estaba comenzando a crecer.

Por falta de aire nos apartamos, cruzando nuestras miradas. Me quedé atónito, mi boca entreabierta queriendo decir algo, mas no conseguía que alguna palabra saliera.

-¿Qué? -preguntó con una sonrisa plasmada en sus labios.
-¿Qué... Qué fue eso?
-¿De qué hablas? -frunció el ceño.
-De... Ahm, de...
-¿Tommy?
-¿Acaso tú no...? Es que... -y no lograba decir lo que deseaba; solo quería saber si fui el único que sintió eso: esas chispas volando, la sensación cálida en mi vientre, saber que esto se trataba de algo diferente.
-No entiendo de qué hablas... -me respondió riendo, sus ojos color miel llenos de ese brillo tan especial. Resolví que no diría nada.
-¿Sabes? Cuando empiece a hablar y balbucear así, lo mejor que puedes hacer es decirme que me calle.
-¿Y si en vez de decirlo, solo hago esto? -me besó una vez más y Dios mío, por mí que me besara de esa forma días enteros.

A la mierda, después dedico mi tiempo a quemarme el cerebro pensando sobre lo que siento.

El beso fue aumentando gradualmente; primero parecía ser algo inocente, mas no necesitamos de más que unos cuántos segundos para comernos la boca como si nuestras vidas dependieran de ello. Besaba mi rostro, mi cuello, mis clavículas. Sus manos tocaban cada centímetro de mi piel y yo hacía lo mismo, tratando de memorizar y conocer lugares de su cuerpo con mis yemas. Me empujó hacia la pared de cerámica, mi cuerpo reaccionando con un breve escalofrío al hacer contacto con la helada muralla.

Sentí como tomaba mi trasero en sus manos y fue bajando, inclinándose un poco para poder sostenerme a la altura de mis muslos. Comprendí de inmediato lo que quería, así que brinqué y con el apoyo de la pared logré rodear mis piernas en sus caderas. Mis brazos envolvían su cuello y lo besaba cada vez que podía, tomando respiraciones cortas cuando quebrábamos la unión entre los dos.

Excitación, adrenalina, calor, pasión y esa constante sensación de estar drogado al estar en sus brazos era lo único presente en mi mente. Tenía la vista nublada gracias a él y no me importaba nada. Es algo incorrecto, un completo pecado, pero yo me siento en cielo y quizás el cielo del que hablo no tiene algo que ver con Dios, santos o ángeles; el cielo al que Dylan me lleva es, posiblemente, un hermoso infierno.

-Creo que terminaremos dándonos una ducha con agua fría -susurró entre jadeos y una risita cautivadora.
-Da igual, quizás con esto bastará para entibiar el agua -respondí seguido de un gemido porque comenzó a introducir un dedo dentro de mí.
-Sí, creo que tienes razón. Será más que suficiente para entrar en calor -su voz sonaba tan ronca y grave que podría jurar que no necesitaba de nada más para sentirme tan excitado como lo estaba en ese momento. Volví a besarlo de forma hambrienta, el sabor de sus labios haciendo que no quiera separarme nunca.

Terminamos teniendo sexo en la ducha, nuestros gemidos y gritos de placer encubiertos por el ruido del agua al chocar en el piso blanco de cerámica. Cada segundo junto a él era mejor, me sentía dentro de un mundo diferente. Dylan creaba una gran pared que no me dejaba ver más allá de lo que pasaba en realidad, dejando una pequeña grieta por si necesitara despertar, pero por el momento solo me limitaba a observar lo que había en mi entorno: él. Y pensé que era sorprendente el poder que estaba teniendo sobre mí, ya que no sé cómo conseguía mi total atención, haciéndome sentir que nada más importaba en mi vida. No sé si esto tiene que ver con amor, deseo, pasión, sexo, lujuria o algún capricho; solo sé que me encanta y no quiero que se acabe tan pronto.

(...)

-Sí, desayuno para dos personas, por favor.

Dylan me miraba sentado a los pies de la cama mientras se vestía; estaba usando los boxers que le presté y una camisa a cuadros color celeste con una camiseta negra bajo ella, ropa que también es mía. Se levantó para terminar de subirse los jeans y volvió a sentarse.

-Ehm... Espere -alejé el teléfono de mi cara y lo cubrí con mi otra mano-. ¿Dyl? ¿Qué vas a querer de desayuno?
-A ti -respondió con una sonrisa pícara, a lo que sentí mis mejillas enrojecerse y reí.
-Hablo en serio, necesito responder ahora.
-Lo que sea. Wafles, panqueques, huevos con tocino, lo que tú quieras.

Terminé de hacer el pedido y colgué, mirando la hora en mi teléfono. Eran las diez y media de la mañana, por lo que teníamos otro rato para relajarnos antes de bajar.

Dejé mi celular sobre la mesa de noche y me tiré a la cama que continuaba deshecha, Dylan me observaba desde los pies de esta.

-Te acabas de bañar y te recuestas sobre esas sábanas.
-¿Y? Solo nosotros estuvimos aquí.
-Sí, pero... -hizo una mueca de asco y comprendí de qué hablaba. Solo reí.
-Da igual, cuando traigan la comida pido que las cambien mientras no estoy.
-¿Crees que sospechen algo? -me senté, apoyando mi espalda de forma completa sobre el respaldo y cruzándome de brazos, mi vista siempre fija en Dylan.
-¿Y qué? No es de su incumbencia.
-Sí, pero... ¿y si se esparcen rumores o...?
-Dyl, cálmate -respondí en una risa calmada. Golpeé el espacio vacío a mi lado, invitándolo a que se sentara junto a mí y así lo hizo-. Deja de pensar en eso, ¿okay? Nada pasará.
-Solo no quiero que esto acabe pronto, Tommy -murmuró.

Apenas lo oí hablar pude detectar algo extraño en su voz y no estaba muy seguro de si quería saber qué era. Yo tampoco deseo que se acabe pronto porque me siento bien; el vacío volvió a llenarse y esta vez siento que se está rebalsando, lo cual es algo positivo.

Lo que ahora temo, y que regresó a mis pensamientos, es esa cálida sensación que Dylan me está ocasionando. No es correcto, no es algo planeado, siquiera sé si debería decirle. No tengo idea de si él está sintiendo lo mismo o solo quiere sexo y por lo mismo no me atrevo a contarle. ¿Qué pasa si lo único que consigo es ahuyentarlo? Por otro lado, también está Isabella.

¿Por qué cuando todo ya es complicado, se complica aún más? Es que... ¿Qué significa querer tenerlo cerca de mí todo el tiempo posible? ¿Y esas "mariposas" en mi estómago? ¿Qué hay sobre la alegría que siento al oír su risa desde el primer día? ¿Sobre el beso de hace un rato?

Nos conocemos hace una semana y... No lo sé, de la nada pareciera que lo conozco hace años. Como si todo avanzara bien, sabiendo que así tiene que ser. No sé qué mierda es esto: sé que algo tiene que ver con amor, no consigo mucho con negarlo, pero no sé trata de estar enamorado de él. Se supone que estoy enamorado de Isabella, mas cuando estoy junto a Dylan ella parece una persona un poco menos significativa en mi vida.

El silencio entre nosotros era inmenso y agradable. Me sentía en calma, su brazo rozando levemente con el mío que estaba descubierto gracias a la camiseta que traía puesta, y el simple tacto lograba ese cosquilleo que me hacía sentir bien. Dirigí mi vista a su rostro y admiré su perfil; nariz respingada, largas pestañas, pómulos prominentes, mejillas cubiertas de lunares de distintos tamaños y algunas pecas. Su cabello caía levemente sobre su frente y estaba algo despeinado, tenía los labios apretados en una fina línea y miraba hacia el frente.

-¿En qué piensas?
-En... En esto -contestó con voz tenue, nunca despegando la mirada de la pared.
-¿Esto?
-Sí, nosotros -asentí, todavía no entendiendo adónde quería llegar.
-Okay, ¿y qué es lo que tanto piensas sobre nosotros? -suspiró, bajando la mirada a su regazo y jugando con sus dedos.
-Nada, olvídalo.
-Dylan, ya hablaste, no me vas a dejar ahora con la intriga -sus ojos se desplazaron hasta mi cara y pude verme reflejado dentro de ellos. Me sonrió, una sonrisa que no parecía ser completamente honesta, y habló.
-No importa, en serio.
-Dylan -traté de sonar lo más serio posible y a la vez endurecí la expresión de mi rostro; solo quería saber qué era lo que tanto pensaba y que, a la vez, parecía tenerlo afligido.
-Okay, okay, te diré. Pero necesito que me prometas algo.
-Lo que sea.
-Prométeme que no te alejarás -arrugué el entrecejo, no comprendiendo de qué hablaba. Mi corazón se aceleró un poco gracias a los nervios y pasaban mil cosas por mi cabeza.
-Lo prometo.
-¿De verdad?
-Sí, de verdad.
-Está bien, confío en ti.

Se quedó en silencio, sus pupilas yendo de un lado a otro sin un punto fijo. Tomó una bocanada de aire y abrió la boca para hablar, volviendo a hacer contacto visual conmigo.

-Está bien. Diré todo esto sin rodeos y... Ehm... Como sea, últimamente he sentido que cuando estoy conti-

Toc toc toc

Se detuvo en seco y suspiró, percibí instantáneamente la frustración en sus actos.

-Debe ser el desayuno. Espera un poco, apenas reciba esto me cuentas.

Asintió y movió su cabeza hacia otra dirección, su boca otra vez formando esa delgada línea y sus expresiones mucho más tensas. Suspiré y me levanté para recibir el desayuno, maldiciendo para mis adentros a la persona que se encontrara tras la puerta.

Nos dejaron adentro un carro metálico repleto de comida, bebestibles y cubiertos. Le agradecí a la joven que nos atendió y le pedí si podrían cambiar mis sábanas más tarde, cuando yo no estuviera. Ella asintió y nos dio una mirada sospechosa después de analizar el lugar; al parecer se había dado cuenta de algo. Quise reír, pero me mordí la mejilla por el interior para reprimir las ganas de hacerlo. Cuando salió de la habitación, cerré la puerta y caminé hacia la cama, explotando de la risa al igual que Dylan.

-Creo que se dio cuenta -dijo él. Asentí, todavía riendo un poco.
-Ah, da igual. Que sepa que lo pasamos bien anoche.

Las mejillas de Dylan cambiaron de color, cubriéndose de un rojo intenso y me sonrió, el ámbar en sus ojos brillando. Y ahí estaba de nuevo la sensación en mi estómago.

Caminé hasta el carro, lo acerqué al lado de la cama en donde estaba yo y saqué un plato con wafles junto a una bandeja y cubiertos. Se lo pasé a Dylan y tomé lo mío, echándome de inmediato un trozo a la boca.

-¿Y bien? Ahora puedes decirme -dije con un poco de comida en mi boca. Dylan rió ante eso y reí de vuelta, terminando de masticar y tragar.

Sus ojos se trasladaron a su plato, cortó un trozo de wafles y se lo echó a la boca, masticando con lentitud y tragando enseguida. Volvió a mirarme, una sonrisa que no mostraba sus dientes estaba dibujada en sus labios, y habló.

-Solo te quería decir gracias.
-¿Gracias?
-Síp.
-¿Por qué?
-Por lo de hoy. Me gusta estar contigo, es todo.

Mi corazón latió con fuerza dentro de mi pecho y en mi estómago parecían haber más que unas simples mariposas. No sabía qué pensar sobre sus palabras. ¿Hablaba sobre estar conmigo de qué forma?

Agh, no entiendo y quiero preguntarle, pero qué pasa si solo lo espanto con mis dudas; quizás él no se refiere a lo que yo estoy pensando.

Le sonreí de vuelta y seguimos comiendo. Mi cerebro trabajaba al máximo intentando descifrar algo que, posiblemente, no había forma de saber si no le preguntaba directamente.

-A todo esto, ¿tienes algún cepillo de dientes que no te importaría compartir conmigo? -me preguntó entre masticadas.

Reí y lo miré a los ojos. Dylan terminará siendo la razón de mi muerte, pero estoy seguro de que será una muerte bella. Todo a su lado se siente perfecto y me gustaría hacérselo saber. También me gustaría saber si esto realmente está bien, porque tengo el presentimiento de que no puede ser.



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