22
Después de limpiarnos, pensé que me iba a pedir que me vaya o algo así y estaba preparándome mentalmente para ello. Tenía una expresión bastante rara y se le notaba callado, solo me daba una que otra mirada y a veces una sonrisa tímida.
-Ehm... Vuelvo enseguida -habló con rapidez y se dirigió al baño.
Me quedé observando su cuerpo desnudo mientras caminaba, sonriendo al pensar en la suerte que tenía.
Estaba acostado en la cama, las sábanas cubriendo parte de mi cuerpo, mirando el techo. Cerré los ojos por un segundo y volví a abrirlos cuando la puerta del baño se abrió. No quise mirar, solo cerré mis ojos una vez más y sentí la cama hundirse a mi lado, luego el sonido de un encendedor interrumpió la calma de la habitación, el olor a cigarrillo entrando por mis fosas nasales.
-Dyl.
-¿Qué pasa?
-Nada, quería saber si estabas durmiendo.
-Sí, Thomas, estoy durmiendo. De hecho, creo que hasta estoy soñando -respondí con seriedad y él rió.
-¿Ah, sí? ¿Y qué sueñas?
-Que un hombre rubio, guapo y sexy está a mi lado fumando un cigarrillo mientras yo le hablo con los ojos cerrados sobre un sueño que estoy teniendo.
-Olvidaste el insignificante detalle de que está desnudo.
-Nah, eso iba incluido cuando dije "sexy".
No lo aguanté y solté una gran carcajada, Thomas riendo conmigo. Abrí mis ojos y me acomodé en la cama, apoyando parte de mi espalda sobre el gran respaldo de madera con una almohada bajo mi cabeza. Era una cama para dos personas al igual que la mía, a excepción que esta era todo un desastre con las sábanas blancas enmarañadas en nuestros cuerpos y el cobertor cayendo a los pies. Thomas estaba en la misma posición que yo, dándole una calada a su cigarrillo y observando detenidamente hacia el frente.
-¿Quieres? -me preguntó ofreciéndome el cigarro en su mano. Asentí y le di una gran calada, dejando que el humo viajara hasta mis pulmones y permaneciera ahí. Exhalé e inhalé otro poco, devolviéndoselo-. No pensé que aceptarías.
-Fumo de vez en cuando -dije encongiéndome de hombros. Thomas asintió y llevó el cigarrillo a sus labios.
No sabía qué más decir, si debía hablar o hacer algo. Me sentía un poco inseguro de que si llegaba a utilizar las palabras incorrectas, me dijera que debería irme; aunque ni yo sé cuáles serían las palabras incorrectas para que eso sucediera.
-¿En qué piensas?
-¿Quién? ¿Yo? -cuestioné saliendo de mi trance.
-No, el de la habitación de al lado. Claro que tú, tonto -tenía una sonrisa dibujada en sus labios y sus ojos se enfocaban en mi cara, ocasionando esa sensación cálida y agradable dentro de mí.
-¿Sabes?, si quieres ser sarcástico, lo primero que debes hacer es no reirte.
-Nah, no puedo estar serio si tengo a alguien como tú a mi lado -respondió de forma casual, girando su cabeza hacia el frente, dándole una última calada a lo que quedaba de su cigarrillo y apagándolo en un cenicero que había sobre la mesa de noche. Mis mejillas fueron tomando calor, sus palabras grabándose en mi mente.
-Supongo que... ¿Gracias?
-Esperaba a que me respondieras algo como lo que te acabo de decir, pero de nada -volví a reir. Con él toda era diversión y juegos; no había momento en que mi sonrisa se desvaneciera-. Entonces, ¿en qué pensabas?
-Nada... Da lo mismo.
-No pensabas sobre el hecho de que no usaste condón, ¿cierto?
-¿Qué? -pregunté explotando de la risa.
-Porque si crees que me dejaste embarazado, tranquilo, no pasará. -Cállate, Sangster. Creo que hablas muchas estúpideces.
-Y tampoco tengo enfermedades de transmisión sexual... Si es que piensas eso.
-¡Dios, no! -él me sonrió y yo estaba teniendo un ataque de risa- ¿Te puedes callar un segundo? Siquiera pensaba en eso.
-Lo sé, pero quería hacerte reir porque te veías serio, como si pensaras en algo malo o... no sé.
Inmediatamente mi expresión cambió. Tragué saliva, mirando a través del ventanal al lado de Thomas; las cortinas estaban entreabiertas y se veía el balcón tenuemente iluminado por la luna. Habrá pasado un minuto y me sorprendí al ver que no insistió más con su duda, así que decidí sacar todos esos pensamientos de mi sistema.
-Tommy... Nosotros, ehm... -pero no hallaba cómo expresarme. Era mucho más fácil hablar en mi cabeza que decirlo todo en voz alta.
-¿Hablas de lo que pasó? -asentí- No lo sé, Dyl. Digo, no pensé que habría que conversarlo.
-Me refiero a saber en qué términos estamos. Sé que está tu novia y ahm...
-Dylan, tú me atraes -aclaró su garganta-. Sexualmente hablando, claro.
《Era obvio, no sé de dónde estaba sacando tantas esperanzas.》
A pesar de sentir una pequeña decepción, asentí tratando de transmitirle que yo también me sentía así; bueno, no es una total mentira.
-Y bueno, ehm... -suspiró y se pasó una mano por el rostro- No sé qué más decir -rió mirando al techo. Se movió y recostó completamente en la cama, mirando hacia cualquier lado menos a mí.
-Pero esto... ¿Nos hace algo? O sea, no sé si somos amigos o si-
-Amigos no -dijo, interrumpiéndome-. No creo que esto nos haga ser amigos, Dyl. Creo que... Mira, no sé por qué te lo preguntas tanto, pero si te deja más tranquilo, somos algo así como... ¿Amantes?
-¿Amantes?
-Claro. O sea, agh -me miró con el ceño un poco fruncido y yo no podía no encontrarlo adorable cuando hacía eso-. Suena mal de mi parte, porque bueno, está Isabella y todo lo que deriva de ella y... Como sea, estoy siendo sincero. Creéme que yo no quiero que esta sea la última vez. Si no pudimos pasar mucho tiempo evitándolo, entonces, simplemente no hay que privarse de ello.
Quería preguntarle más sobre Isabella, sobre qué pasaría con ella, si esto seguiría hasta después del matrimonio y cosas así, pero sonaba estúpido. Se supone que él es quien está siendo infiel, por lo tanto, él sabrá lo que hace con ella y ahí no debo entrometerme. Yo solo debo estar consciente de que esto es como si cometiéramos un delito y yo estoy aceptando ser su cómplice, por lo que debo preocuparme de mi parte del plan.
-¿Qué crees tú?
-No lo sé -contesté con voz baja.
-No me mientas, sí lo sabes.
-¿Qué pasará si nos descubren?
-No lo harán, si los dos tenemos cuidado podemos disfrutarlo hasta que se vuelva aburrido.
Hasta que se vuelva aburrido.
Creo que será difícil aburrirme de él, mas tengo miedo de que para él sea lo contrario. Terminará pidiéndome que acabemos con todo y yo quedaré con estos sentimientos dentro de mí mientras que él decide continuar su vida junto a Isabella.
-Dylan, yo solo quiero pasar un buen rato junto a ti. Tú me haces sentir bien y... Y me gusta poder hacer esto contigo, pero necesito saber que estás dispuesto. Si tú no deseas continuar y que lo volvamos a repetir, esta vez de verdad me detendré y no te molestaré más.
Una voz en mi cabeza decía que le dijera "sí" y otra me insistía con la idea de que no me traería nada bueno a mi vida; pero quería tener algo de Thomas, tener un pedacito de él.
-Sí quiero, no pienses que eres el único -le guiñé un ojo y sonreí.
Sonrió de vuelta y el silencio reapareció. Este era el momento en que las parejas suelen besarse y disfrutar de la compañía del otro, sin embargo, no somos pareja y tampoco me atrevería a besarlo sin razón aparente. Suspiré y me cubrí un poco más con las sábanas, sintiendo el aire más frío ahora que todo se había apaciguado.
-¿Tienes frío?
-Sí, un poco.
Se sentó, inclinándose para ordenar las sábanas y luego subir el cobertor, este cubriendo nuestros cuerpos. Me acomodé en mi lugar y, cuando estaba a punto de girarme para darle la espalda e intentar dormir, sus brazos me atrajeron hacia él.
-¿Qué estás haciendo?
-Dijiste que tenías frío y pienso que el cobertor no es suficiente.
Sonreí con timidez, sentía miedo de que fuera una broma; cuestionaba más de la mitad de mis actos cuando estaba a su alrededor.
Coloqué mi cabeza en su pecho, él aún estaba recostado sobre su espalda, y respiré profundamente, dejando que su aroma se impregnara en mi memoria. Aún tenía un leve toque de ese perfume que siempre usa mezclado con olor a tabaco.
-Puedes abrazarme si quieres.
-Por qué... ¿Por qué lo dices?
-No sé, te noto tenso. No muerdo, Dyl -sonreí, mi mirada sobre la suya.
-Eso es mentira porque sí muerdes, pero bueno, te abrazaré igual.
Reímos y pasé mi brazo derecho por su torso. Quedé prácticamente acostado hacia el lado contrario del que planeaba, sintiendo el calor que irradiaba su cuerpo y su mano acariciando mi espalda, dibujando patrones imaginarios sobre ella con las yemas de sus dedos. Cerré mis ojos y exhalé, la calma adueñandose de mí. Se sentía bien y deseaba que no acabara nunca.
Me daba igual si yo era quien lo miraba con otros ojos, había una llama muy pequeña dentro de mí que me daba esperanzas. No creo que me hubiera abrazado porque sí y... No lo sé, puede que sí haya algo que yo no esté alcanzando a ver dentro de sus ojos. Si vamos a seguir con esto, solo me queda esperar.
-Buenas noches, Tommy -susurré, esperando a que me haya escuchado.
-Descansa.
Estaba inmerso en una paz tan grande estando en sus brazos, que me dormí enseguida.
Lo único que no quería era que la mañana llegara a arrebatarme esta felicidad.
(...)
La voz de Thomas fue lo que me despertó. Me restregué los ojos y estiré un poco, sentándome en la cama mientras bostezaba. Miré la hora: diez minutos para las nueve de la mañana. Bostecé otra vez y escuché su encantadora risa recorriendo la habitación.
Recordé lo sucedido anoche y sonreí, pero a la vez sentí miedo de lo que pasaría ahora.
Giré mi cabeza en la dirección del sonido, hasta que di con su silueta a través del ventanal, las delgadas y traslucidas cortinas de gasa blanca meciéndose al ritmo del viento matutino. Se hallaba de pie con unos boxers blancos puestos, estos siendo la única prenda sobre él, su cuerpo inclinado y recargado en la baranda metálica y su celular pegado a la oreja derecha.
Me mordí el labio mientras lo contemplaba a lo lejos: hablaba animosamente, aunque no alcanzaba a entender todo lo que decía, puesto que solo una de las ventanas corredizas estaba abierta y él se hallaba al lado de la ventana cerrada, haciendo que su voz sonara mucho más lejana e imperceptible.
Me levanté al baño y cuando regresé a la habitación me puse los boxers que estaban, sorpresivamente, cerca de la puerta de entrada. ¿Cómo fue que llegaron tan lejos?
Me senté a los pies de la cama, mirando hacia el frente y después al ventanal. Thomas reía y hacía algunos gestos con sus manos cuando hablaba. Un rato después se giró e hicimos contacto visual, a lo que le sonreí sin mostrar mis dientes e hice un ademán de saludo con mi mano. Me sonrió de vuelta y entró, todavía hablando por celular.
-Okay, okay... Te llamo más tarde... Sí, claro... Yo también, linda. Adiós.
Isabella. ¿Quién más podría ser? Cortó la llamada y dejó su teléfono sobre el velador.
-¿A qué hora te levantaste? -pregunté, volviendo mi vista hacia la pared frente a mí.
-Hace una media hora. No dormí mucho, la verdad.
-Oh.
-¿Tú dormiste bien?
-Síp.
Silencio. Deseaba decir algo, pero parecía ser el momento en el que tenía que irme y decirle que nos veríamos más tarde.
-Dyl, me voy a dar una ducha.
-Okay, entonces... Creo que iré a mi habitación.
Me levanté y, mientras buscaba el resto de mi ropa con la mirada, volvió a hablar.
-¿Por qué no te quedas?
-¿Qué? -me volteé brúscamente; no me esperaba esa invitación.
Se acercó a mí y puso sus manos en mis caderas, su cabeza cerca de mi oído y su aliento golpeando todo ese sector. Me estremecí apenas comenzó a hablar.
-Quédate. Nos bañamos juntos, te presto una camiseta y ropa interior si quieres, y pido que nos traigan el desayuno. Suena bien, ¿no crees?
Su voz tenía un toque de erotismo, obviamente tenía otros planes además de lo mencionado.
-Tú no te cansas, ¿eh? -susurré con voz ronca y besé un costado de su cuello.
-Es tu culpa, Dylan. Nada más que tu culpa.
Reí. Sus labios besaron mi mejilla, haciendo paso hasta mis labios. Correspondí de inmediato. Era un beso simple y suave, de esos que te dejan con ganas de más y se sienten diferente a la pasión ocasionada por el deseo sexual. Quizás era yo quien estaba imaginando cosas, pero estaba agradecido de poder pasar otro rato a su lado.
Iba a dejar de sobre-analizar tanto la situación y comenzaría a disfrutar, después de todo, esa es la razón por la que me arriesgué.
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