19
Mi corazón latía mucho más fuerte de lo usual y súbitamente me sentí nervioso. Llevé mis manos a los bolsillos de mi chaqueta en un intento de tranquilidad y tragué saliva mientras lo observaba seleccionar el piso número ocho, para luego llevar sus manos a los bolsillos de su pantalón.
-Hola -contesté con rapidez, mi voz no tenía un volumen tan alto como esperaba.
Él no se giró y permaneció a una distancia considerable de mí. Era impresionante ver lo casual de su comportamiento, casi como si hubiera olvidado todo y me saludara por cortesía.
Dylan parece ser esas personas que, a pesar de que pueda existir algún problema entre él y alguien más, nunca es descortés con nadie. Siempre saluda, siempre se despide, aunque el trato no es igual con todos. Me saluda por ser amable, porque tengo la certeza de que si le hubieran enseñado otro tipo de modales cuando era pequeño, siquiera me diría "hola".
El ascensor avanzaba. Piso cuatro, piso cinco. Bajé la mirada y suspiré, odiando más y más la tensión presente en el aire. Quería decir algo, romper el hielo, mas no conseguía descubrir una buena forma de comenzar una conversación sin ser rechazado.
-Bajas acá, ¿no? -su voz llegó a mis oídos, haciendo que me exaltara un poco. Estaba muy sumido en mis pensamientos como para darme cuenta de que el ascensor se había detenido, sus puertas abiertas en el piso correspondiente.
Asentí dos veces seguidas, tragando saliva y mirando sus ojos castaños, una mirada bastante dura a lo habitual. Dylan detuvo las puertas con una de sus manos, yo solo pasé por su lado a paso tan veloz que siquiera noté que estaba frente a la puerta de mi habitación. Solté un suspiro inmenso, el cual no tenía idea que estaba conteniendo, y entré a prepararme para bajar en un rato más a la van, como siempre.
《Me espera un laaaargo día.》
(...)
Odiaba ver como me ignora. Verlo reirse con Ki Hong y no conmigo. Lo que más odiaba de toda esta situación es que nunca me miraba, ni un pequeño vistazo. No, nada de eso. Mi presencia para él era absolutamente nula, añadiendo que hoy yo no haría escenas muy relevantes y menos junto a él.
No debería haberme acostumbrado a la sensación de sus ojos sobre mí.
(...)
Llegó la noche y estábamos en la van. Kaya se sentó a mi lado en la primera fila de asientos. En la siguiente fila se encontraba Will, Aml y Dexter y en la última, Ki junto a Dylan; los demás se fueron en otro auto. Me acomodé de lado, mirando a mi amiga de frente.
-¿Y tú? Yo pensé que ibas a estar con Ki.
-Nah, no es necesario que andemos juntos a todos lados.
-Entonces, ¿no pasa nada entre ustedes? -hablábamos bajito, aunque era casi imposible que nos oyeran con lo fuerte que reían y hablaban los demás.
-Nunca dije lo contrario, Tom -me sonrió y sonreí de vuelta-. ¿Y tú con...? -movió sus ojos en dirección a Dylan y después a mí.
-Nada. ¿Qué va a pasar?
-Bueno, imaginé que estarías feliz. Estás cumpliendo tu palabra.
-Supongo.
-Tom... -presentía un sermón, así que no le permití terminar la oración.
-No sé, Kaya. Es extraño. Creo que me molesta demasiado ver como finge que no estoy presente.
-Pero ¿te molesta porque...? -me quedé en silencio.《¿Por qué me molesta exactamente?》Nunca me había planteado la pregunta- ¿Acaso esperabas que ahora fueran mejores amigos?
-No. O sea, sí. Quiero decir... Agh, no sé -dije llevando mis manos a mi cabeza y pasándolas por mi cara. Me recliné en el asiento acolchado y cerré los ojos.
-Aclara tu mente. ¿Qué es lo que quieres?
-Eso es lo que no sé. Me fastidia de una forma horrible, Kaya. Odio saber que me está ignorando y estoy seguro de que está al tanto de lo que hace. Sabe lo que me provoca, el muy desgraciado -Kaya rió.
-A ver, te lo plantearé de esta forma para que sea más fácil: te molesta que te ignore porque, evidentemente, quieres su atención -la miré a los ojos desde más abajo (estaba prácticamente hundido en mi asiento) y asentí-. La pregunta es la siguiente y me da igual si me respondes o no; lo único que me interesa es que te respondas a ti mismo. ¿Qué tipo de atención quieres de él? Porque dudo que quieras una simple amistad...
Me quedé en silencio. Una vez más, Kaya había dado en el blanco.
(...)
No podía dormir. Cerraba los ojos y mi mente trabajaba al máximo, inventando miles de situaciones en las cuales me encontraría con Dylan y hacía algo para poder llamar su atención. Imaginaba que lo tenía a mi merced, haciéndome sentir tan bien como la última vez.
Terminé tocándome mientras fantaseaba con su voz áspera y grave, la miel de sus ojos, el sabor de sus besos, sus labios sobre mi piel, el sentirlo dentro de mí por primera vez. Carecía de todo lo anterior y la impaciencia se hacía presente.
No es amor, pero es un deseo irrevocable.
Si no voy a estar tranquilo mientras lo veo tan lejos de mí, cuando en realidad lo tengo a mi lado, debo tomar cartas en el asunto. Conseguiré lo que quiero a toda costa, además, una vez más no le hará daño a nadie... si nadie se entera. Dylan es el más grande capricho que alguna vez he tenido y me encargaré de terminar con esta tortura. Es algo tan fácil como obtener lo que quiero y no quererlo más, ya que de eso se trata. Es como cuando tienes hambre; comes algo y ya está, problema resuelto.
Trato de verle el lado positivo: es un intento por ordenar mis prioridades.
(...)
Dylan P.D.V.
Otro día más ignorando a Thomas y ahora no parecía que le importara. Se supone que sería todo lo contrario al igual que ayer; era muy obvio lo molesto que estaba al ver que no le prestaba atención ni por un segundo.
Sigo enojado con él, no olvido el hecho de que estoy encadenado de por vida a su pecado, a no ser que decida confesar la verdad y acabar todo de una vez, pero lo dudo mucho porque siquiera yo entiendo qué es lo que quiere. Se supone que ama a esa chica; ¿por qué la engaña entonces? ¿Habré sido yo la primera persona con la que le fue infiel? ¿Por qué se va a casar si...? Qué más da, no me la puedo pasar preocupado por una vida ajena.
Por más que quiera mantenerme alejado física y psicológicamente, el maldito rubio sigue rondando en mi cabeza. Han pasado dos días desde la última vez que tuvimos una verdadera conversación -el haberlo saludado en el ascensor no cuenta- y lo que más quiero es volver a acercarme a él. No sé si es precisamente algo físico, ya no me siento al igual que antes cuando, cada vez que lo miraba, lo único que veía en él era sexo. Sexo, sexo y sexo. Quería follarlo hasta quedarme tranquilo porque obtuve lo que me traía loco por días. Ahora que todo sucedió y a pesar de que se va a casar, me gustaría por lo menos estar un poco más cerca de él, aunque sea poder formar una pequeña amistad. Sé que sería complicado por muchas razones, en especial: la probabilidad de que le fuera infiel a su novia una vez más, porque, bueno... Yo no voy a rechazarlo si insinua algo. Si eso sucede, es más que seguro que volverá a alejarme como siempre lo hace y yo no planeo ser parte de un juego así; no quiero estar ahí para cuando él quiera y que luego me tire lejos como a un juguete usado y viejo.
Otra de las razones es si él se mantiene fiel a su palabra, no volviendo a pasar un límite entre la amistad y algo más, yo seguiría sintiendo algo por él, por más minúsculo que sea. Si me aproximo como un amigo, puede que los sentimientos crezcan. Por más que uno no elija de quien se enamora o cualquier emoción derivada a esto, está la opción de elegir los factores externos para que los sentimientos florescan o se desvanezcan con el tiempo.
La tercera razón va de la mano con lo anterior. Lo que estoy sintiendo por Thomas es distinto a lo que solía sentir hace dos días atrás; es algo más allá del placer sexual. Es un sentimiento pequeño, una atracción que, fácilmente, podría convertirse en amor si decido romper la pared que nos separa. No quiero salir herido, sabiendo que quizás él lo ve como sexo y nada más que eso. Además, él piensa que yo tengo la misma perspectiva, por lo que no tendrá problemas con dejarme y después regresar para divertirse otro rato. Si permito que algo así pase, sabiendo que acrecentará mis sentimientos, me haré añicos y la culpa no será de nadie más que mía.
El día avanzaba sin novedades. Hice varias tomas en el "laberinto" junto a Ki y después un par junto a Kaya. Todas las tomas eran bastante desordenadas respecto al orden de la trama, pero nuestro director sabe lo que hace.
Eran cerca de las cuatro de la tarde. Habíamos terminado de almorzar y Wes nos habló a todos.
-Hoy haremos la escena en que Thomas entra al laberinto, por lo que los necesito a todos. Solo para que sepan y estén preparados.
Todos asentimos y yo caminé hacia el baño dentro de los vestidores. Hay más baños en otro sector, pero este es mucho más espacioso y cómodo; además, siempre está desocupado a esta hora.
Entré al lugar, el silencio rondando en él porque los demás se encontraban afuera, y continué mi camino por el largo pasillo. Imagino que estas construcciones siempre han existido, es muy posible que la hayan usado más de una vez como set de filmación. Levanté mi mano para mover la manilla, sin embargo, esta se movió por sí sola, abriendo la puerta y topándome con el rey de Roma.
-Eh... Hola, Dylan -su voz era tiritona, pero tenía semblante serio. No le creía en absoluto su actuación de tranquilidad si así lo pensaba.
-Hola, Thomas.
Mi pulso incrementaba con cada segundo y un pequeño nudo se formó en mi estómago. No, esto no podía pasarme.
-¿Me dejas pasar? -traté de no parecer muy grosero, pero tampoco fui tan amable. No quería que creyera que ya no tengo memoria respecto a sus engaños.
-Ahm... Sí, sí. Lo siento -contestó mientra se apartaba de la puerta.
La expresión en su rostro era adorable, en especial el hecho de que sus mejillas habían tomado un poco de color. Quería sonreir ante lo que veía, mas reprimí todo y pasé al baño, cerrando la puerta tras mi espalda. Fue ahí entonces cuando sonreí.
No logro entender qué me está haciendo ese muchacho, pero eso me permite a ver lo arriesgado que sería relacionarme aún más con él.
(...)
Todo el cast, yo incluído, estábamos en la entrada de lo que era el "laberinto". En realidad es una pequeña construcción, la cual hacía la ilusión de ser hecha de cemento, pero probablemente era cartón resistente o algo por el estilo.
Esperábamos a que Wes diera la orden de comenzar a filmar la escena, y mientras tanto yo movía mis pies de un lado a otro.
Thomas se hallaba a mi lado, preparado para entrar en personaje y convertirse en Newt. Lo miré de reojo, contemplando sus cejas fruncidas, sus labios casi cubiertos por una de sus manos y la mirada fija en el piso.
No quería hablarle porque ya sabía los efectos que causaba en mí; el solo hecho de tenerlo a mi lado me ponía intranquilo, haciendo creer que si hablaba diría cualquier idiotez. Sin embargo, resolví que tomaría el riesgo, dejándome vencer en la lucha contra lo que realmente quiero y demostrándole un poco más de simpatía.
-¿Por qué tan serio? -giró la cabeza hacia mí. Su entrecejo se notaba mucho más arrugado y sus oscuros ojos tenían una mezcla de sorpresa y confusión- ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?
-No, no. Solo que... ¿Por qué me estás hablando?
-Oh, entiendo. No quieres que te hable. Okay... -respondí como si no fuera gran cosa y volví la vista al frente, cruzándome de brazos.
-No, no. Nunca dije eso. Es que... Pensé que estabas enojado, es todo.
-Estoy un poco sentido contigo, pero no es para tanto -él asintió y yo continué-. Mira, si te soy honesto, esto no estaba en mis planes; pero pasaremos meses juntos. No quiero pasar horas trabajando junto a ti y que hayan malas vibras. No sé si me entiendes...
-Sí.
-Entonces, ¿qué dices? -me sonrió genuinamente, dejando a la vista parte de su dentadura, ya que aún tenía su mano sobre su boca. Pequeñas arruguitas se formaban alrededor de sus ojos, cosa que me encantaba mirar. Sonreí de vuelta y no dije nada más, enfocándome una vez más en el "laberinto".
-Gracias.
Asentí como respuesta sin volver a mirarlo y por dentro me sentía bien. Quizás no era lo mejor para mí, mas no deseaba tenerlo lejos y mientras él estuviera de acuerdo, aún mejor.
Mi estómago todavía se tornaba un nudo, especialmente cuando sentía su mirada sobre mí. No podía sentir esto, pero era inevitable; no tomo las decisiones de mi corazón.
《Dios, qué mierda acabo de hacer.》
(...)
Llegó la noche y Wes dio el día por terminado. Con Thomas habíamos hablado mucho más, bromeando y riéndonos de cosas sin sentido. Volvía a ser agradable el tenerlo cerca de mí, poder hablar como si no existiera algo extraño en medio de los dos. No obstante, era muy difícil no prestarle atención al trasfondo de nuestros actos.
Indiscutiblemente, yo no buscaba una simple amistad; si la situación hubiera sido mucho más simple, si Thomas no tuviera novia y no me mirara solo de forma lujuriosa, yo ya hubiera hecho algo para traspasar los límites. Pero era todo lo contrario: mi atracción es una mezcla de sentimentalismo y deseo; la suya, nada más allá de lo físico. ¿Por qué estoy tan seguro? No lo sé, es como si no hubiera necesidad de preguntarlo para saber que así es.
A lo mejor decide no volver a aventurarse en todo esto y sí cree que podemos ser amigos, olvidando todo lo sucedido la semana anterior. De esa forma puede que me simplifique las cosas. Tal vez encuentro a alguien más y lo olvido todo. Espero que así sea.
En la van me senté con Ki, mas no conversamos mucho porque yo iba distraído con mis pensamientos y él se dio cuenta. Miré hacia el frente y divisé esa cabellera rubia en la primera fila de asientos. Suspiré, observando a través de la ventana y tratando de quitar a Thomas de mi cerebro; el hombre estaba siempre ahí, aferrado a algún lugar que yo desconocía.
Llegamos al hotel y bajamos todos. Algunos se quedaron conversando en el vestíbulo, yo solo me despedí con un rápido movimiento de mi mano derecha y me dirigí al ascensor.
Con los brazos cruzados, esperé a que las puertas abrieran, moviendo uno de mis pies rítmicamente de arriba a abajo. Miraba el número en la pequeña pantalla de arriba: diez y no se movía de ahí. Seguramente alguien lo detuvo.
-Hola -dijo una voz familiar a mi lado y un cosquilleo en mi vientre me decía de inmediato de quién se trataba.
-Hola, Thomas -le sonreí sin mostrar mis dientes, llevando mi mirada al piso. Debo admitir que me ponía un poco nervioso mirarlo a los ojos.
-¿Ya no hay más "Tommy"? -quería reir, pero me contuve y fingí estar serio, por lo que no levanté la cabeza en ningún momento.
-No. Te llamas Thomas, ¿no?
-Sí, pero... me gusta ese apodo -mi corazón palpitaba con fuerza y en mi estómago estaba la sensación que últimamente solo él ocasionaba.
-Una pena, ¿no? Ahora te llamas Thomas y punto.
El ascensor por fin llegó al primer piso. Esperamos a que un par de personas descendieran y subimos, seleccionando el piso ocho y Thomas, el seis.
-Entonces, no más "Tommy", ¿eh?
-Nop -contesté, remarcando la "p"-. No sé a qué quieres llegar con esto, Thomas...
Sentí su vista pegada a mi cara y enseguida hice contacto visual. El calor de mi cuerpo se centró en mis mejillas, dándome la certeza de que estaba tan rojo como un tomate. ¿Cómo mierda me estaba provocando todas estas cosas con una sola mirada?
Una gran sonrisa se dibujó en sus rosados labios, sus ojos entrecerrándose y formando arrugas a los costados.
-¿Qué? -pregunté con curiosidad- ¿Qué es tan gracioso?
-No, nada. Es solo que... Te ves lindo cuando te sonrojas, es todo.
El calor se expandió por toda mi cara y cuerpo, haciéndome sentir como si estuviera dentro de un sauna. ¿Qué se trae este entre manos? Ni idea, mas me gustaría saberlo.
El ascensor se detuvo en el piso de Thomas y él caminó hasta quedar en medio de las puertas, dando media vuelta hacia mí.
-Buenas noches, Dyl. Descansa.
Me sonrió una última vez y desapareció por el lado derecho del pasillo. Yo me quedé ahí, quieto, sin entender qué mierda acababa de suceder.
Extrañamente, pasó de mirarme como si fuera un pedazo de carne a que sus ojos expresaran algo que no podía descubrir.
No, no puedo estar pensando estupideces. Tiene novia, se va a casar, ha de estar jugando conmigo. Quizás lo que me dijo fue porque... Quiere recuperar mi amistad, es todo. A lo mejor era una broma. Sí, es lo más probable. Sería un imbécil si pienso que Thomas Brodie-Sangster no lee la palabra "sexo" en todo mi cuerpo, sino que ve algo distinto en mí. Tal vez ya no me ve de ninguna manera más que su compañero de trabajo. Claro que sería un tonto por pensar lo contrario...
Sería un completo imbécil de tan solo considerarlo como algo real.
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