16
Dylan P.D.V.
Estaba cegado por la rabia. ¿Cómo fue que no me contó ese detalle tan diminuto, pero a la vez tan importante? Sé que ya haber tenido sexo con él sabiendo que tiene novia no estaba bien, aunque, sinceramente, no era algo que me preocupara. Lo que ahora sí me preocupa es que está comprometido. Se casará pronto y ni siquiera piensa en cancelar todo, en dejar a su novia. Sería muy diferente si no estuviéramos hablando de algo tan significativo como el matrimonio y que ella, al parecer, en verdad lo ama. Debo admitir que llego a sentir un poco de pena por ella; la pobre no tiene idea de lo que Thomas le acaba de hacer conmigo. Yo debería sentirme mal, digo, todavía existe una parte dentro de mí que logra sentir culpa por sus malas acciones ya que no soy una mala persona; sin embargo, solo siento lástima por ella y tampoco es un sentimiento de gran magnitud. No la conozco y si soy honesto, muy poco me importa lo que a ella le suceda. Solo me importa si eso le afecta a Thomas porque no quiero verlo mal y... Agh, ¿por qué mierda me preocupo por él? Fue sexo; algo tan simple como eso. Dar y recibir placer, pasar un buen rato, terminar con la maldita tensión que siempre existía entre nosotros, concretar mis caprichos. Eso era Thomas para mí: un capricho, pero nunca imaginé que iba a terminar queriendo más de él. Cuando besé sus labios era como si necesitara más y más de ellos. Cuando sus manos recorrían mi cuerpo, deseaba que ese momento nunca acabara. La peor parte es que debo aclarar mi mente porque no estoy seguro de nada. Ese beso me hizo sentir cosas que van posiblemente más allá de lo sexual, y no llevo más de cuatro días de haberlo conocido. Aunque no fue solo el beso; fue el momento en sí.
Me da igual si me dijo que esto no se iba a repetir de nuevo, pero no soy un total desconocido para él. Bueno, técnicamente, lo soy si tomamos en cuenta el hecho de que no sé mucho sobre él ni él sobre mí. Sé que a veces es tímido, que prefiere hablar cuando es necesario y que tiene novia. Sé que le gustan los riesgos porque fue lo que me dijo en nuestra primera conversación: deberías tomar más riesgos, divertirte, atreverte. Y claro, hoy me demostró que sigue al pie de la letra sus consejos porque le importa una mierda las consecuencias de sus actos. Siquiera pensó en mí o en el embrollo que acaba de meterme. No le costaba mucho decir "antes que todo, quiero que sepas que me casaré pronto", y así tenerme al tanto sobre la situación en que me involucré, ya que, como decía, no soy un total desconocido. Nos veremos todos los días hasta el fin de las grabaciones y si después se hace la secuela, volveremos a vernos, sumando el hecho de que si su novia se entera, él no será el único en problemas y supongo que eso es algo evidente.
Seguí caminando por el lugar. Ignoré las miradas ajenas que estaban fijas en mí, solo deseaba despejarme un poco de la noticia recién recibida. Kaya me preguntó si es que estaba bien, yo solo le respondí por lo bajo que no podía seguir viendo y me fui. Me imagino que ella entiende; es amiga de Thomas y debe saber bastante sobre nosotros.
Nosotros. No podía pensar en un nosotros, digo, lo sucedido no significó nada. Se va a casar, fue cosa de una vez y ya está. Ahora lo único importante es mantener el secreto, fingir que todo sigue tal y como siempre. Debo alejar a Thomas lo más que pueda hasta el día de su matrimonio, al cual tampoco planeo ir si me invitan. Después de que se termine la filmación y me vaya por fin a casa, estaré mucho más tranquilo y posiblemente lo veré sin problemas en el día del estreno de la película, al igual que en los días que debamos hacer entrevistas y conferencias todos juntos. Suena tan fácil, mas dudo que lo sea. ¿Por qué? Porque sé que esto no es algo tan simple como pasar una noche juntos y a la mañana siguiente dejar todo en el olvido, escondido en un recóndito lugar de mi memoria. No soportaré mucho tiempo sin querer volver a revivir ese instante. Dios, podría pasar días enteros besando esos deliciosos labios y haciéndolo gritar mi nombre hasta más no poder. Podría mantener mi mente ocupada con lo que sea: sus gemidos, su intensa voz, su piel aterciopelada o sus oscuros y penetrantes ojos observándome con hambre. Podría recordar todo lo mencionado, y mucho más, las veces que quisiera porque eso era lo que tanto anhelaba; no obstante, lo que permanece en mi memoria son sus besos, en especial el primero que compartimos. Suena tan cliché y es a la vez tan cierto: nunca en mi vida había sentido lo que sentí al besar sus labios. Era como una chispa que se encendía constantemente, causando diminutos y diversos cortocircuitos, dándome choques eléctricos por toda mi piel hasta dejar mi mente en blanco, sin nada más que él dentro de ella.
No puedo permitir que esto suceda, que lo que sentía hace unos días atrás pase a otro nivel. No lo conozco, él no es nadie en mi vida y así será por siempre. Es solo una estúpida etapa; no soy gay y no me gusta ni atrae Thomas. Él es solo un hombre con el que cometí el gran error de dejarme llevar, cayendo en sus redes. Thomas Brodie-Sangster no es nadie en mi vida. Ya hice lo que quería, todo se acabó.
Sin saber exactamente hacia donde me dirigía, caminé lleno de coraje hasta llegar a la entrada de los vestidores. No veía demasiado, estaba muy oscuro y la única luz que había era la de la fogata que estaba a una distancia considerable. Saqué mi teléfono y lo utilicé como linterna. Cuando ya me sentía mucho más orientado, busqué la manilla de la puerta, la abrí y cerré de un portazo, apoyando mi espalda en ella y respirando profundo para calmarme. Busqué a tientas el interruptor de luz y, una vez encendida, guardé el celular en mi bolsillo; finalmente, me quedé mirando hacia el final del pasillo.
Estuve en el mismo lugar por aproximadamente un minuto, contemplando la nada y pensando en todo. Esperaba calmarme, pero Thomas no salía de mi cabeza y eso elevaba mi enfado con cada segundo que pasaba. Comencé a descender, mi espalda aún descansando sobre la superficie metálica de la puerta, y me senté en el piso. ¿Debería decirle algo? ¿Expresar todas y cada una de las palabras que han pasado por mi cerebro, sin importar lo que él tenga que decir al respecto? O simplemente debo olvidar todo, ignorarlo y ser profesional haciendo mi trabajo como debo y, al final del día, aparentar su ausencia por más que esté a mi lado. ¿Cómo mierda no me lo dijo? Eso era lo que me tenía saturado de cólera y no sé si era porque estaba comenzando a sentir cosas que no debería o porque me encontraba dentro de sus líos. Quizás las dos razones son correctas, pero prefiero la segunda. La primera es imposible, no puedo dejar que mis estúpidas emociones me dominen.
Suspiré profundamente y tomé una gran bocanada de aire, cerrando los ojos y pasándome las manos por la cara. Después de esperar un momento, me levanté y encaminé hacia el fondo del pasillo, en donde se encontraba una puerta y tras ella, un baño. Solo lavé mi cara con agua fría con la esperanza de que aquello lograría enfriar mi cabeza y apaciguar la agitación dentro de ella.
—Olvídalo, Dylan. Cálmate y olvídalo todo. —Pensé en voz alta mientras observaba mi reflejo.
Miré la hora: un cuarto para las dos de la madrugada. Determiné que por mi estado sería mejor irme directamente a dormir; no tenía ánimo para continuar la celebración. Con tan solo pensar que esto era para Thomas, menos ganas tenía de seguir despierto. Además, lo vería con su futura esposa... No, muchas gracias.
Cerré la puerta y eché a andar hacia la salida de los vestidores, planeando no toparme con nadie y solo llegar a una de las carpas que habían armadas cerca de la fogata. Cuando ya estaba cerca de los demás, divisé a lo lejos las tiendas y también a Thomas, quien se hallaba solitario junto a una de ellas.
《Justo tenías que pararte ahí, ¿cierto, Sangster?》
Fingiendo que no me percaté de su presencia, continué mi camino hasta llegar a la carpa más cercana, la cual era la última y se encontraba mucho más lejos de donde estaba él; mas, para mi mala suerte, me vio.
—¡Dyl! —Le escuché exclamar por sobre la música que tenía un volumen alto otra vez. Lo ignoré por completo, entrando y quitándome mi camiseta, para después guardarla dentro de mi mochila.
Hubiera deseado cerrar la entrada para que Thomas no se apareciera y me molestara con su patético discurso, pero quién quisiera podía dormir aquí, por lo que no tenía permitido hacerlo. Desabotoné mi pantalón y ahí fue cuando entró, quedando de pie en la abertura de la carpa —la cual es bastante grande como para poder estar parado sin problemas— mirándome con el ceño fruncido y ojos preocupados. La situación me recordaba demasiado a la vivida hace unos días atrás en una tienda similar a esta, aunque parecía como si hubiera sucedido hace años y esta vez yo me hallaba en el lugar de Thomas. Le di una mirada de pocos amigos, suponiendo que captaría la señal y se iría sin decir nada.
—Dyl...
—¿Es necesario que te recuerde que me llamo Dylan?
—Dylan, por favor no empieces.
—Que no empiece —mascullé—. ¿Que no empiece? Tú no empieces y déjame tranquilo de una vez —contesté dándole la espalda y bajando la cremallera de mi pantalón, pero me detuve cuando Thomas volvió a hablar.
—¿Dónde estabas? —preguntó con voz dulce, haciendo las cosas ligeramente más difíciles para mí— Te busqué por más de diez minutos y ya pensé que te habías evaporado o algo así. Estaba preocupado por ti.
—Qué triste historia. No sigas, me harás llorar —Mi voz radiaba sarcasmo, cosa que sacó un gran suspiro de su parte.
—Mira... sé que te debo una disculpa y lo siento. No debería haberte tratado así. Estoy muy arrepentido y...
—Espera, espera, espera. —Interrumpí, dando media vuelta y poniendo mi mano derecha en alto frente a él—. ¿De que estás arrepentido? Porque me tiene sin cuidado lo que me hayas dicho allá en el bosque. Créeme que no es algo que pueda causarme insomnio. —Se quedó en silencio, soltando otro suspiro y mirándome a los ojos como si esperara encontrar una respuesta en ellos—. Entonces, ¿nada más que decir? Si es así, puedes irte; hay una fiesta allá afuera que todos se esmeraron en preparar por y para ti. Además, tu novia, ¿Isabella es su nombre? Como sea, ella también te está esperando.
Mi reacción demostraba calma y hasta yo me sorprendía de mí mismo, mas había frialdad oculta en mis palabras y sé que él podía percibirlas. Tragó saliva, acción que causaba el movimiento de su manzana de Adán. Sus pupilas se desplazaban de un lado a otro, totalmente intranquilas. Podía leer su mirada como un libro abierto y noté cuán abismado estaba, intentando encontrar las palabras correctas, mas no hablaba nunca. Me pasé una mano por la cara y terminé siendo yo quien, una vez más, rompía el silencio.
—¿Cuándo pensabas decirme?
—Pronto.
—¿Pronto?, ¿qué significa pronto para ti? ¿El día en que me llegara una invitación a tu maldita boda? —La rabia regresaba e intentaba mantener mi tranquilidad, hablando todo entre dientes y evitando que el tono de mi voz se elevara de un momento a otro.
—No, Dylan, pero lo iba a hacer pronto. Sé que debería haberte contado mucho antes, mas nunca se dio la oportunidad.
—Por supuesto. Tienes toda la razón. ¡Nunca se dio la oportunidad para contarme algo tan simple como eso, pero sí se dio la oportunidad para meterme en este maldito problema sin que yo supiera nada al respecto!
—¿Por qué te alteras tanto? ¡Tú no eres el que pasará un mal rato si Bella llega a enterarse! —Solté una carcajada llena de ironía ante su respuesta.
—No puedo creer que me metí en los pantalones de un puto egoísta —comenté entre risas amargas y negaciones con mi cabeza.
—¿Y ahora de qué mierda estás hablando?
—¿Es que nunca pensaste en mí? ¡Yo no soy alguien que conociste en un bar y siquiera sabías su nombre! Soy tu maldito compañero de trabajo, con quien pasarás una gran cantidad de horas y sí sabes mi nombre. Si tu noviecita llega a saber de esto, no serás el único que se hundirá. No la conozco ni sé cómo reaccionará, tal vez no será algo tan terrible a como pensamos que puede ser, pero por favor no digas que eres el único que pasará un mal rato. —Volvió a callar y esta vez fui yo quien exhaló con cansancio—. ¿Sabes qué? A la mierda todo. Tú preocúpate de tus asuntos y yo de los míos, no me interesa tener algo qué ver contigo.
—Dyl, por favor, escúchame.
—Qué quieres que escuche, ¿eh? ¡No hay nada más que decir! No sé por qué le sigues dando tantas vueltas al asunto. Lo hecho, hecho está. Fue cosa de una vez y ahora es cuando te digo buenas noches y me voy a dormir, aunque podría darme el lujo de decirte cosas peores. —Di media vuelta para continuar desvistiéndome, pero su voz de nuevo interrumpió mis actos.
—¿Siquiera me darás la oportunidad de explicarte?
—Te he dado bastantes oportunidades en estos últimos minutos y nunca hablaste. Ahora, déjame tranquilo. —Chasqueó la lengua, y podía visualizarlo corriendo una mano a través de su cabello mientras entreabría la boca un sin fin de veces para hablar palabras que nunca salían.
—Dylan.
—Por favor, Thomas, déjame en paz.
—Pero Dyl... —Me giré repentinamente, quedando mucho más cerca de lo que esperaba.
—¿Acaso no entiendes? ¡Tienes novia! ¡Te vas a casar, por el amor de Dios! Si tanto la quieres, amas o lo que sea que sientas por ella, actúa como tal y no vuelvas a dirigirme la palabra a no ser que sea necesario. Yo no quiero involucrarme aún más en tus engaños, ¿entendiste? —Sus labios se hallaban entreabiertos y sus ojos emitían confusión. Le di la espalda, volviendo a mi posición de hace un momento—. Solo... Solo guarda el secreto. Mientras ella no se entere, todo estará bien. Lo único que te pido es eso: aléjate de mí y mantén el secreto si quieres que todo siga igual que antes. Debo reconocer que, a pesar de todo, me hubiera gustado tener tu amistad. Es una lástima, nada más que eso.
—Dyl, podemos ser amigos y...
—No podemos ser amigos, es simple —repliqué con voz ronca y baja—. Tú conoces tus límites y yo conozco los míos. Si somos amigos... Si somos amigos, sé que algo podría pasar y yo no quiero ser parte de un juego así.
Silencio absoluto. La música era lo único que llenaba el ambiente y ayudaba a que la situación no fuera tan tensa como parecía.
—Está bien... —dijo.
Por unos segundos permaneció callado y, justo en ese instante, me invadió el deseo repentino de mirarlo a la cara y besar sus labios con fuerza; una mezcla de enfado y deseo.
《Olvídalo. Ni se te ocurra.》
—Por cierto —agregó—, de verdad lo siento. Buenas noches, Dylan.
Oí sus pasos al irse. Fue todo tan rápido. Hace unas horas lo tenía en la palma de mi mano y ahora regresábamos al inicio, terminando así una fugaz aventura.
Ya no me preocupa tanto que Isabella pueda enterarse; lo que tengo en mente es el hecho de ignorarlo día tras día. ¿Cómo voy a ser capaz de eso si tengo presente el pequeño, pero creciente sentimiento dentro de mí?
《Olvídalo. Es algo imposible.》
La negación es mi única alternativa.
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