15
—¿Bella? —Tomé sus manos entre las mías y las bajé, sosteniéndolas a los costados de mi cuello. Ella se inclinó, quedando así su cabeza a un lado de la mía.
—¿Quién más podría ser? No creo que haya otra persona aquí que te llame "amor". —Su voz, aguda y delicada, denotaba alegría pura. Tragué saliva e intenté decir algo sin delatar mis nervios. Ni una sola palabra coherente salía de mis labios, solo balbuceos como "ahm" o "eh".
《No seas idiota, Thomas. Deberías estar feliz.》
No obstante, sentía todo lo contrario; nervios, inseguridad, cargo de conciencia, el temor de que ella sepa todo y esté fingiendo lo contrario. Y lo peor era que no sentía esas ganas usuales de verla. Era la misma sensación de esta mañana cuando me avisó que vendría, de hecho, había olvidado que me visitaría y por lo mismo no hallaba cómo reaccionar.
—¿Tom?
—¿Qué? ¿Qué pasa? —Giré mi cabeza, quedando frente a su rostro. Sus ojos color celeste me contemplaban con una mirada que pasó de felicidad a confusión.
—¿Acaso no estás feliz de verme?
—Sí, lo estoy. —Respiré profundo y me volteé por completo, sentándome con la espalda hacia la nada. Bella se incorporó y cruzó de brazos, tenía el ceño fruncido y no había rastro de alguna sonrisa, siquiera una mueca. Lo único que ahora lucía alegre era su vestido rosa.
—No parece.
—Lo siento, amor, me pillaste desprevenido —Le dediqué una sonrisa algo forzada, pero creíble, ya que en parte era sincera.
Resolví que ignoraría todo lo que pasaba por mi mente en ese instante y dejaría que la felicidad de tenerla a mi lado me llenara. Después de todo, sí la había extrañado
—Dios, por supuesto que estoy feliz de verte. —Agregué.
Volvió a sonreír y me puse de pie, rodeándola con mis brazos y apoyando su cabeza en mi pecho. Algo no se sentía correcto, aparte de todo lo que he hecho, y no conseguía saber qué era. Mi corazón latía más rápido a su lado, mas no como siempre.
El dulce aroma de su cabello entró por mis fosas nasales y se mantuvo ahí, y sí, creo que me hacía falta tenerla a mi lado. Preciso de alguien que me ayude a poner los pies en la tierra un momento y que detenga todas mis niñerías.
—Te extrañé demasiado, Tom —susurró, su cabeza aún recargada en mí.
—Y yo a ti, preciosa. —No podía apartar la culpa de mi mente. No le estaba mintiendo, sin embargo, tenía la sensación de que mientras menos doy, más recibo. Ella es incondicional conmigo y yo voy y me entrego a los brazos de un desconocido.
Se alejó y me miró a los ojos; hice un gran esfuerzo para no pedirle perdón mil veces en ese mismo instante. Me sentía intranquilo, mi respiración tenuemente agitada, y rebuscaba en mi cerebro una infinidad de situaciones posibles para así estar preparado. Me sonrió, gesto que logró calmarme, y rodeó mi cuello con sus brazos, atrayéndome hacia ella y besando mis labios. Correspondí, pero todavía tenía la sensación de que algo andaba mal. Bajé mis brazos a su pequeña cintura y la acerqué mucho más, esperando así que los pensamientos molestos se desvanecieran.
Nos separamos por falta de aire y sentí la necesidad de unir nuestros labios otra vez, como si quisiera probarme a mí mismo que mis sentimientos hacia ella son verdaderos. Ella me besaba de vuelta y yo continuaba intentando ver esos "fuegos artificiales", los cuales no tenían intención de reaparecer al igual que la última vez que nos vimos. Fruncí el ceño y me detuve, manteniendo nuestras frentes unidas. Ella posó sus manos en mis mejillas, acariciando la derecha con su pulgar.
—¿Pasa algo? —Abrí los ojos apenas me habló e intenté mantener el contacto visual. Se me era difícil; temía que pudiera leer mi mente con tan solo un vistazo.
—No, ¿por qué?
—Tu cara. Te veías, no sé... Era como si no estuvieras realmente aquí.
—Tranquila, no pasa nada. —Le sonreí y sostuve una de sus manos, esta todavía sobre mi rostro—. ¿Y cómo llegaste acá?
—¿Wes no te lo dijo?
—Así que esa tú eras la sorpresa. —Asintió y me sonrió. Yo reí—. Lo tenías bien guardado, ¿eh?
—Por algo se llaman sorpresas, cariño. Sentémonos y te cuento más.
Nos sentamos en el mismo tronco y empezamos a conversar. Me olvidé de todo a mi alrededor, enfocándome en sus palabras, sus ojos, su sonrisa. Era agradable poder sentirme cómodo a su lado, aunque la ausencia de algo que yo no sabía estaba ahí, persistiendo y martillando en el fondo de mi mente para que le prestara atención. Tomé una de sus manos y entrelacé nuestros dedos, dándole un leve apretón.
Me contó sobre todo el plan. Tuvo unos pequeños inconvenientes para llegar a la hectárea, ya que se suponía que ella estaría presente para darme la sorpresa junto a los demás. No quería pensarlo, pero gracias a eso fue que llegué a tener sexo con Dylan y no sabía si debería arrepentirme de ello.
Es como estar de pie en medio de una habitación dividida: un lado está lleno de culpabilidad, arrepentimiento y ganas de redimirse; el otro solo contiene voces que me incitan a saciar todos mis deseos con ese maldito hombre hasta que no quede ni una sola pizca de ellos, sin importar las consecuencias de mis actos. Estoy con un pie en cada lado y no tengo mucho tiempo para decidir con cuál quedarme, porque el reloj corre a una rapidez increíble. Todo sería mucho más fácil si fuera un hombre sin corazón y no quisiera a Isabella, así podría decirle que todo se acabó sin sentir pena, miedo, confusión y miles de otras emociones.
Kaya puede haber tenido razón: lo correcto sería terminar, pero no es tan simple. ¿Qué pasa si por esto, por culpa de mis hormonas y lívido, pierdo a Isabella y luego me doy cuenta de que nunca debería haber dudado de mis sentimientos? Agh, lo admito. Estoy dudando de mis sentimientos hacia ella, mas no me queda otro remedio que negarlo todo. Debo hacerle entender a mi subconsciente que a quien quiero es ella, no Dylan.
—¿Thomas?
—¿Mmh? —La miré un poco asustado. Su voz me había sacado súbitamente de mis pensamientos.
—¿Seguro que estás bien? Te noto distante. —Su entrecejo se arrugaba y sus ojos me buscaban, esperando a que yo le contestara algo reconfortante. Por supuesto que eso iba a hacer.
—Sí, mi amor. Estoy un poco cansado, es todo.
—Bueno, es algo tarde. —Extraje mi celular de uno de mis bolsillos y miré la hora. Eran las una de la madrugada; vaya que pasa rápido el tiempo.
—Sí, eso debe ser.
—Si quieres, puedes ir a dormir. Wes instaló unas carpas junto a su equipo y...
—¿Y dejarte aquí sola después de que viajaste horas solo para verme? —La interrumpí—. Ni lo pienses. —Esbozó una tímida sonrisa, se inclinó y besó mi mejilla.
—Entonces, ¿qué tal si me presentas a los demás?
Estudié el lugar y busqué a Dylan con la mirada: nada. Eso era bueno, sería muy incómodo tener que presentarlos entre ellos.
—Está bien, vamos.
Agarré su mano y caminamos por el lugar, dirigiéndonos hacia donde se encontraba la mayoría. Le presenté a Will, Aml, Dexter, Chris y Ki. Kaya estaba junto a él, pero entre ellas ya se conocían. Cuando Bella estaba hablando con Ki, Kaya me dedicó una mirada llena de enojo; pero dudo que haya sido por lo que le dije, me imagino que la razón era obvia. Nervioso, dirigí la vista al piso y luego en cualquier dirección. No sé si habrá sido para mejor, mas me topé con los ojos de Dylan, quien estaba sentado en el tronco viéndome directamente. ¿En qué momento llegó hasta allí? Segunda vez que desaparecía y volvía a aparecer en un parpadeo.
Su rostro se mostraba inexpresivo, no obstante, su mirada se sentía como fuego, quemando dos agujeros sobre mi cara. Y no paraba. No le importaba si yo ya lo había atrapado contemplándome, simplemente, no apartaba esos grandes e intensos ojos de mí. Lo peor es que lucían tan... molestos. Enfadados. Casi irradiando odio.
—¿Thomas?
—¿Q-Qué? —pregunté con aturdimiento, girando la cabeza hacia Bella que acababa de hablarme. Kaya movió su cabeza en desaprobación respecto a mis actos, y Ki Hong permanecía ahí, mirando.
—Estás tan raro...
—Sí, Tom —dijo Kaya—. ¿Te pasa algo? —En ese momento deseé poder decirle lo que sea con tal de que mantuviera la boca cerrada. Ella solo sonrió; una sonrisa absolutamente falsa.
—No, no me pasa nada —le contesté para después dirigirme a mi novia—. Bella, tranquila.
—Es que...
—Debe de ser el sueño, como me dijiste hace un rato. Sabes que me pongo un poco idiota cuando tengo sueño.
—¿Un poco? —objetó Kaya y yo le di una mirada de pocos amigos, tratando de comunicarle que este no era el momento ni el lugar.
—Sí, un poco —musité, mi voz colmada de fastidio.
—Okay. ¿Hay alguien más que me quieras presentar? —Inquirió Bella. No sé si habrá fingido no darse cuenta de lo que acababa de pasar o solo no se percató.
—Eh... No. Los demás están algo borrachos y bueno... Creo que sería mejor si los conoces mañana —Una pequeña sonrisa se formó en sus labios y volvió su vista hacia donde yo estaba mirando hace un rato.
《No, por favor. No, no, no.》
—¿Quién es él?
—¿Quién? —Traté de sonar lo más distraído posible.
—Él —indicó, apuntándolo disimuladamente con la mirada, así no era tan obvio. Aunque, evidentemente, yo sabía con exactitud de quién me hablaba. Miré hacia donde se encontraba sentado: una botella de cerveza en las manos, los codos apoyados en las piernas, cabizbajo, cabello revuelto y movía el pie derecho de arriba a abajo sin parar, tal como si tuviera un tic nervioso.
—Ah, él es Dylan. Dylan O'Brien.
—¿En serio? ¿Sale en Teen Wolf, cierto?
—Sí, supongo. —No estaba seguro. Para ser sincero, no recordaba haber escuchado sobre él antes de conocerlo y, por lo tanto, no sabía bien si trabajaba en otra cosa.
—¿Por qué no me lo presentas? He visto algunos capítulos de la serie y su personaje es genial.
—Ehm... —Sentí un nudo formándose en mi estómago y lo único que quería era que un agujero se abriera en la tierra y me tragara.
—¿Tom? —Tragué saliva y la miré a los ojos, luego le di un vistazo a Dylan y, nuevamente, a Bella.
—Sí, Thomas. Ve y preséntale a Dyl —sugirió Kaya, jugando el papel de inocente y enfatizando el sobrenombre que le di a Dylan. Volví a darle una de esas miradas que dicen "te voy a matar si no te callas" y ella me sonrió.
—O-Okay. Ven.
Quería desaparecer en ese instante. Tenía que ser él. No podía ser cualquier persona que estuviera presente en este puto lugar, sino que él. Quizás hay algún poder del más allá que me quiere castigar por lo que hice y... No, estoy hablando tonterías.
Cogí la mano de Bella y le eché una ojeada a Dylan. Él permanecía igual que hace unos segundos atrás, pero esta vez dirigió sus ojos hacia mí; la misma seriedad de hace un rato y la rabia reflejada en ellos. Íbamos a caminar hacia allá hasta que oí que me llamaron desde el otro lado.
—¡Thomas! ¡Thomas, ven! —Era Wes. Solté una bocanada de aire que ni yo sabía que estaba conteniendo y sonreí.
—Vamos. Después si quieres te puedo presentar a Dylan.
—Está bien. —Aceptó encogiéndose de hombros.
Nos encaminamos hacia Wes, quien estaba un poco más cerca de la fogata que nosotros y tenía un vaso plástico rojo casi lleno de alguna bebida alcohólica en su mano derecha. Pasó su brazo sobre mis hombros, abrazándome, y me sonrió; lo mismo hizo con Bella pero con su brazo libre, por lo que tuve que soltar su mano.
—¿Qué tal mi sorpresa, Thomas?
—Genial. Gracias por traerla hasta acá, Wes —contesté con una sutil sonrisa en mis labios.
—No hay de qué. Quería que tuvieras mucho más ánimo en las grabaciones, me imaginé que la extrañabas harto.
—Sí, acertaste.
—En fin, te llamaba porque pensaba en hacer un brindis o algo por el estilo. Se casarán pronto y me gustaría decir algunas palabras —Lo cual significaba que Dylan sabría y no a través de mí. Eso me suena a un gigantesco "no".
—Eso sería muy lindo de tu parte, Wes. Si así lo quie...
—No es necesario —expresé, no dejando que Isabella terminara su oración. Ella y Wes me miraron con extrañeza—. Lo que quiero decir es... Mejor para el día del matrimonio. Guarda las palabras para ese día, a eso me refiero.
—Pero ¡para qué! Mientras antes, mejor. Ya tendré palabras para ese día, pero ahora quiero decir otras y no me vas a detener, eh. —Una sonrisa burlona se dibujaba en su cara y le dio un sorbo a su vaso. Tragué saliva y le di una mirada a Bella.
—Vamos, amor, no seas aguafiestas. —Después de unos segundos, asentí inseguro.
—¡Muy bien! Entonces, llamemos a todos para que se acerquen.
Dicho esto, Wes habló en voz alta y pidió a quién estuviera más cerca de los parlantes que le bajaran el volumen a la música. No quería mirar a Dylan. Sentía miedo, estaba seguro de que nunca más me iba a dirigir la palabra.
Maldije el día en que le conté a la mayoría que me iba a casar. Maldije a mi cerebro por ser tan olvidadizo y no mencionarle a Dylan el "insignificante detalle" de mi compromiso. Maldije el momento en que Dylan se me acercó en el ascensor. Maldije el día en que Dylan O'Brien nació y creció como el hombre más atractivo del planeta, razón por la cual estoy en grandes problemas.
Los nervios se habían apoderado de mi ser y apretaba la mandíbula inconscientemente. Bella se acercó y tomó mi mano, dándome un apretón lleno de cariño. Le sonreí de vuelta y entrelacé nuestros dedos, esperando poder dejar de pensar en Dylan. ¿Por qué me importaba tanto como se podía sentir al respecto? Se supone que después de lo sucedido todo concluyó. Conseguí lo que quería, él también. Ese debía ser el límite y no tendría por qué importarme si no volvemos a hablar. Pero no quiero dejar de hablarle, no quiero que me ignore, que siquiera me mire. Quiero que conversemos, oír su risa, observar esos profundos ojos pardos que siempre lucían tan repletos de vida y sentirme de la única forma que él puede hacerme sentir. Olvidarme de todo, sabiendo soy capaz de hacer un millón de cosas cuando lo tengo cerca.
Mi corazón es un puto indeciso. Y ni hablar de mi cerebro... Los dos juntos hacen una pareja horrible dentro de mí.
Deseo a Dylan de la forma sexual, no obstante, quiero su amistad. No quiero perder esa pequeña relación amistosa que, en algún lugar en el fondo se estaba construyendo. Y ahora todo se irá a la mierda en un par de segundos porque le mentí. Lo metí en un gran problema del que espero que nadie se entere jamás, con que Kaya sepa está todo bien.
Escuché a Wes aclarando su garganta y recorrí con mi mirada todas las caras presentes a su alrededor, formando un círculo. Bella y yo nos encontrábamos un poco más lejos de él, pero de igual manera estábamos en medio, haciendo notar que se trataba de nosotros. Hasta que vi a Dylan de pie junto a Kaya. Sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, nuevamente cabizbajo, moviendo los pies con inquietud.
—Bueno, muchachos, espero que todos tengan algo para beber en sus manos, porque haremos un brindis. —La mayoría sonreía, a excepción de Dylan. Fijó sus ojos en mí y frunció el ceño—. Me imagino que la mayoría sabe de qué se trata todo esto... En realidad, no todos saben, así que les contaré. Thomas Brodie-Sangster, uno de los mejores actores dentro de mi película —Me apuntó y yo solo permanecí serio—, y su novia, Isabella Melling, llevan años juntos y... —Se quedó en silencio, mirando la nada y pensando en lo que diría a continuación, posiblemente—. Como sea. Thomas y Bella están comprometidos y se casarán muy pronto, así que...
Wes prosiguió. Habló, habló y habló, sin embargo, desde que oí las palabras "se casarán muy pronto", mi mente apagó todo sonido presente. Mi corazón latía tan rápido que podía sentirlo en mi pecho, saltando como si quisiera escaparse de ahí. Mis ojos buscaron a Dylan y se quedaron sobre él, esperando a ver su reacción.
No podía leer su rostro y menos su mente. Estaba serio. Juntó los labios con fuerza, quedando solo una delgada línea que tomaba un color blanco. Sus ojos se clavaron en mí y otra vez quemaban.
—Thomas, Bella: les deseo lo mejor. Serán un hermoso matrimonio y, ahm... Creo que guardaré lo demás para ese día, sino me quedaré sin palabras por decir. —Levantó su vaso y todos los demás imitaron la acción, la mayoría sonriendo. Dylan solo tenía una extraña mueca plasmada en el rostro y levantaba su botella de cerveza—. ¡Por los novios!
Todos exclamaron "salud" al unísono y bebieron de sus vasos. Bella sonreía ampliamente, y yo hacía lo mismo pero casi como si me obligaran a ello. Miré a Dylan, queriendo saber qué haría ahora. Necesitaba hablar con él, darle una explicación y hacerle entender que nada malo pasaría. Lograr que estuviera tranquilo y a la vez saber que no perdí la pequeña comunicación ya existente con él.
—¿Alguien más desea decir algo?
Will dijo unas palabras, aunque una vez más no pude concentrarme. Estaba atento a Dylan, quien no me quitaba los ojos de encima. Cuando todos gritaron "salud" una vez más, le dijo algo a Kaya en el oído, me dio un vistazo e hizo un movimiento de negación con la cabeza, para, finalmente, dar media vuelta y desaparecer entre los que estaban atrás de él.
Quería seguirlo. Quería que habláramos. Ni siquiera sé la razón, pero sentía que lo había perdido cuando nunca lo tuve. Lo peor es que no sé de qué forma lo había perdido: como un amigo, como mi amante de una sola noche, como mi compañero de trabajo, como un conocido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top