11
Thomas P.D.V.
¿De verdad lo haríamos? Esto pasó de ser algo que deseaba con ansias y en privado, a un tonto reto que todos verían y hasta grabarían. Por lo que quiso decir Wes, lo agregarán en alguna parte del DVD, es lo más probable.
El tema quedó de lado por un momento, ya que nos dedicamos a ensayar nuestros diálogos una vez más. Decidimos que ciertas acciones serían espontáneas, poniéndonos en el lugar de nuestros personajes y pensando como ellos. No pasó más de un minuto después de acordar ciertos detalles y sonó el "clac" procedente de la claqueta, seguido del típico "acción". Nos equivocamos un par de veces, sumando que hicimos varias tomas a pedido de Wes. Dylan a veces olvidaba una de sus líneas o lo que debía hacer y reventaba en fuertes carcajadas. Su risa es bastante contagiosa y es incomprensible cómo me transporta a un lugar en donde solo está él.
Cada vez que podía le daba un vistazo, apreciando lo distintas que se veían sus facciones gracias a la cálida luz del fuego. Sus ojos eran lo que más llamó mi atención; con cada risa se volvían pequeños y unas cuántas arrugas se hacían a los costados de cada uno de ellos. A la vez, su nariz se respingaba mucho más de lo normal, arrugándose en el puente. Sus hoyuelos se acentuaban y sus blancos dientes quedaban a la vista. No sé cómo un hombre así podía encontrar "algo" en mí, siendo que yo no poseo nada especial y él lo tiene todo.
—Thomas...
—¿Si?—Miré a Wes, saliendo de mi ensimismamiento.
—¿Harás el reto? —No dije nada por un par de segundos y giré mi cabeza hacia Dylan, esperando a que el castaño me diera algún tipo de señal, pero solo esbozó una encantadora sonrisa. Le devolví el gesto y afirmé con mi cabeza, volviendo la vista a Wes un poco después.
—Ahora sí, tengo que ver esto —Dylan y yo reímos ante la expresión de Ki, quien se veía emocionado.
Un cosquilleo constante en mi estómago había llegado sin la intención de irse. Le daba miradas a Dylan esperando a que él sintiera algo similar y que se le notara al igual que a mí, no obstante, solo denotaba calma. Pasó un minuto y había más gente del cast alrededor de nosotros, todos ansiosos por ver el espectáculo; al parecer, eso era para ellos. Querían ver si me atrevía a cumplir el reto, ya que a lo mejor ellos no lo harían. Tenía en cuenta todos esos ojos expectantes y los nervios me comían por dentro, sumándole que era la primera vez, después de toda esa espera, que besaría a Dylan. Me hubiera gustado que fuera algo más íntimo... Qué más da. Es ahora o nunca.
—Okay, ¿qué tal si imaginamos que es otra escena para la película? Yo digo "acción" y actúan igual que en la toma que acabamos de hacer, con la diferencia de que se inclinarán para besarse —dijo nuestro director, quien lucía bastante entretenido con todo esto.
Dylan y yo asentimos y me acomodé en mi lugar. Estábamos mucho más cerca que antes, sentía su brazo rozar con el mío, provocándome pequeños escalofríos. Miré hacia el frente y me di cuenta de que Kaya me observaba a lo lejos con una sonrisa pícara y cejas levantadas.
《Maldita, de seguro ha de estar burlándose de mí.》
Wes me pasó una vara con carne asada enterrada en ella y yo me eché un trozo a la boca apenas lo recibí, todo porque tenía los nervios de punta.
—Y... ¡Acción!
Seguí comiendo como si nada, hasta que la mirada de Dylan cayó sobre mí. Lo observé y noté como sus labios se torcían en un intento de no reírse, entonces, no pude evitarlo: comencé a reír sin parar. Dylan me imitó.
—Ni siquiera pudiste acercarte —comentó entre risas. Negué con mi cabeza y cuando nos tranquilizamos, repetimos las mismas acciones de hace un rato.
—Ya, esta es la última vez. ¡Acción! —exclamó Wes— ¡Y esta vez sin risas y sin ser cobardes, eh!
La seriedad en la cara de Dylan era impresionante; sinceramente, no me lo esperaba. Había supuesto que apenas comenzáramos, se reiría, mas me equivoqué. Volví mi cabeza hacia el frente y comí un pedazo de carne de la vara. Mientras masticaba, sabía que Dylan se había girado para mirarme. Todos estaban en silencio y atentos a lo que ocurriría a continuación. Observé a Dylan, sus ojos clavados en mí, y bajé mi mirada a sus labios; quería reír, pero estaba seguro de que era por el nerviosismo que sentía en el momento. Su boca se curvó por un instante y en seguida retomó seriedad, luego sus ojos se enfocaron en mis labios y sonrió tenuemente. Cuando noté que se estaba inclinando, sentí mi corazón latiendo mucho más fuerte en mi pecho, tanto que podía oírlo.
Estábamos cerca. Su cálida e irregular respiración tocaba mi piel. Eran solo unos centímetros de distancia y no sabía si arriesgarme a ser yo quien terminara con ello. No quise abrir mis ojos para verlo, solo me dispuse a hacer el próximo movimiento; fue ahí cuando me acerqué para besarlo, pero alejó su cara bruscamente y se echó a reír. Necesité un par de segundos para darme cuenta de que me había vuelto a hacer lo mismo y me tomé otro instante para tratar de entender la razón. Sé que quería hacerme saber cómo se sentía él cuando lo rechazaba, sin embargo, ya había sido suficiente, ¿no? La sensación de rechazo era gigante, al igual que la decepción. Vi como todos reían e hice lo mismo ya que quería pasar inadvertido. Me sentía... ¿triste? Molesto, desilusionado, no lo sé. Era lo que más había esperado y supuse que Dylan también. Después de todo, por alguna razón me había propuesto el reto, pese a que no salió exactamente como lo teníamos en mente y Ki Hong nos escuchó.
Miré a Dylan a los ojos y él hizo lo mismo. Una gran sonrisa seguía plasmada en su cara, mas yo estaba serio; quería transmitir mis sentimientos en un solo vistazo. Noté como cambió su expresión, al parecer se percató del mensaje que le intentaba comunicar. Todo sucedía en una conversación aparte, como si estuviéramos dentro de una burbuja y nadie más nos viera, y de manera "telepática", a excepción de que yo no sabía mucho de hablar con miradas y menos sobre leer pensamientos; solo esperaba que él lograra comprender cómo me sentí al respecto, por más que ni yo tuviera la menor idea de las emociones que estaba experimentando. Era como si me hubieran herido, mas no tenía por qué si no somos nada.
Se supone que es todo una atracción sexual y tarde o temprano iba a poder acabar con este maldito juego de miradas, sonrisas y provocaciones. Iba a llenarme de él, a besarlo, a cumplir mis caprichos, pero me sentía decepcionado. Estaba casi enfurecido por sus malditas acciones. Repentinamente, nuevos pensamientos pasaron por mi mente: ¿y si solo está jugando conmigo? Quizás se divierte viendo que me tiene en sus manos, riéndose en mi cara al darse cuenta del poder que ha ganado sobre mí en tan poco tiempo. Vi como abrió su boca para decir algo, no obstante, no se lo permití porque me puse de pie y caminé en dirección a cualquier lugar que fuera considerablemente alejado de él. Estaba rebosante de rabia y necesitaba calmarme; no podía ponerme así por una estupidez como esa. Es solo un hombre, mi compañero de trabajo, no lo conozco, no sé nada sobre él y viceversa.
《Pero ese hombre te está volviendo loco con cada segundo que pasa...》
Crucé mis brazos y di media vuelta. Veía a Dylan a lo lejos y, aun así, mantenía su mirada en mí, ocasionándome inquietud e inseguridad sobre dónde dirigir mis ojos para disimular estos sentimientos.
—¡Okay, chicos! ¡Eso es todo por hoy, vayan a cambiarse y luego podemos irnos!
Apenas Wes habló, fui el primero en caminar (mejor dicho, correr) hasta los vestidores. Lo único que quería era subir a la van, ponerme mis audífonos, olvidar todo lo que acababa de suceder y no dirigirle la palabra a Dylan nunca más en todo el tiempo restante que teníamos de trabajo. Entré a mi vestidor, cada uno tenía el suyo con su nombre en la puerta, y me quité la ropa a toda velocidad, lanzándola al piso sin importar en donde fuera a caer. Tomé las prendas que había dejado sobre una pequeña silla y me vestí con la misma rapidez. Cuando estaba poniéndome las zapatillas, noté que no había ruido alguno afuera, siendo que era un pasillo más o menos diminuto y habitaciones pareadas. Usualmente, el ambiente sería más bullicioso, lleno de voces comentando sobre lo cansados que estaban o lo que querían hacer más tarde, contando chistes y otros riendo a carcajadas; sin embargo, el silencio era ensordecedor y hasta me asustaba. ¿Cómo era posible si yo había sido el primero en entrar aquí? Era de esperarse que después los demás fueran al mismo sitio porque no pueden llevarse el vestuario.
Salí de la reducida habitación y contemplé el largo y angosto pasillo. No se oía ni una sola alma. La luz tenue y pálida en el techo era lo único que emitía pequeños sonidos vibrantes, ya que eran tubos fluorescentes. Todo parecía una película de terror, no comprendía qué mierda pasaba, haciéndome sentir como el protagonista a punto de morir asesinado por algún demonio. Respiré profundo, emprendiendo mi camino hacia la salida, pero de pronto las luces se apagaron sin previo aviso, haciendo que soltara un grito muy poco masculino de mi parte por el susto. No podía estar pensando que esto era algo terrible, quizás ellos seguían afuera y me estaban jugando una broma... En tu cumpleaños te suelen jugar bromas, supongo. Inhalé aire y continué mi camino, el cual no era tan complicado puesto que, al ser un pasillo, solo debía ir en la misma dirección hasta llegar a la puerta. Cuando choqué con la superficie metálica, busqué a tientas la manilla y abrí. Silencio. No se veía nadie ni nada, sumándole a todo esto que el lugar es inmenso; lo único que alcanzaba a distinguir era el fuego de la fogata, pero estaba sorprendido de que no hubiera nadie. Ahora sí me sentía en una película de terror.
—¿Hola? —pregunté a la nada, esperando la respuesta de quién sea. Di cortos pasos con mucha cautela, confiando en que pronto alguien aparecería diciéndome que andaban en mi búsqueda o algo por el estilo— ¿Chicos? ¿Kaya? ¿Dylan? ¿Ki?... —Sonaron pisadas a lo lejos y dirigí mi mirada al lugar de procedencia—. ¿Wes? ¿Quién anda ahí? Muchachos, esto no es gracioso, ya pare...
Justo en ese momento, unas tibias manos cubrieron mis ojos con fuerza, para luego vendarme. Escuché una risa bastante familiar en mi oído, mas no pude distinguirla del todo y conectarla a una cara conocida.
—Quién quiera que seas, esto no es gracioso.
—Así que no sabes quién soy, ¿mmh? —《Dylan.》Su voz sonaba burlesca, pero a la vez tenía ese tono seductor propio en él.
—Dylan, ¿qué mierda? ¿De qué se trata todo es...?
—Shh... —Me interrumpió y escuché su voz aterciopelada susurrando en mi oído. Sabía que haciendo eso me volvía loco, me tenía a su merced con un gesto tan pequeño—. Tranquilo, no pasa nada. Sígueme. —Tomó mi mano derecha, causando un choque eléctrico que se expandió por todo mi cuerpo. Jaló de ella para así guiarme a algún lugar pero me mantuve firme.
—Espera.
—¿Qué pasa?
—¿Me puedes explicar de que se trata todo esto? ¿Es algún tipo de broma? —Su exquisita risa inundó el silencioso lugar.
—No, Tommy.
—¿Entonces? ¿Estás solo? No entiendo nada...
—Solo sígueme, ¿okay? No es nada malo.
—No sé si creerte. Además, después de lo que pasó, pareciera que eres un hombre de muchas palabras y pocas acciones —contesté molesto, la rabia que había guardado en el fondo de mi cerebro sobresaliendo otra vez. Suspiró sonoramente e imaginé la expresión de su rostro. Su mano aún sostenía la mía y me dio un apretón, algo así como un intento de transmitirme seguridad a través de ello.
—Mira, sé que... Sé que no debería haber hecho eso, pero tengo mis razones. Y te diría todo ahora, mas no se puede.
—¿Por qué?
—Solo te diré que no estoy solo acá, entonces... tú entiendes.
—No, no entiendo, Dylan. —Suspiró otra vez.
—Confía en mí. No es nada malo, lo prometo. —Podría haber jurado que me estaba sonriendo, era una lástima que no pudiera ver gracias a la tela sobre mis ojos. Le sonreí sin mostrar mis dientes y tomé una bocanada de aire.
—Está bien.
Estrujó mi mano tiernamente y comenzó a guiarme hacia quién sabe dónde. Sospechaba un poco, aunque no estaba seguro de si estaba en lo correcto. Si Dylan no estaba solo, algo planeaban... Pero ¿qué? El único ruido presente era el de nuestras pisadas sobre el pasto. Si bien me podría haber sentido nervioso o temeroso, saber que Dylan estaba conmigo, tomando mi mano, era lo que evitaba que esas emociones florecieran. No comprendo del todo, y no hablo de lo que pasaba en ese instante, sino que no me comprendo. Cuando te atrae alguien físicamente, de la manera sexual... No te sientes de esta manera, ¿cierto? Digo, quizás haya una pequeña amistad forjándose con el pasar de los días y eso es lo que hace que Dylan me brinde la protección que siento. Eso es, ¿no? Desearía que existiera un libro con las respuestas a todas mis preguntas, sería mucho más sencillo.
—¿Adónde vamos?
—Paciencia, Sangster.
—No me llames así -repliqué con voz severa. Él rió.
—Entonces, no seas tan impaciente. Solo hemos caminado unos dos metros de distancia.
—Parece que caminamos muy lento porque juraba que fueron 10.000 kilómetros.
—Qué exagerado eres.
—Cállate y apúrate. Eres muy lento.
—Si quieres, te dejo acá en medio de la nada.
—Okay, me quito la venda y todo resuelto.
—No lo creo, sabelotodo. Mejor quédate en silencio y sigue el sonido de mi dulce voz. —Puse mis ojos en blanco, pero, obviamente, no lo vio.
—No me habías hablado en todo el camino, ¿cómo quieres que haga eso? Por cierto, no creo que tu voz sea tan dulce como dices.
—Bueno, ahora te hablo. Ah, y yo creo que sí piensas eso, no me vengas con mentiras.
—Egocéntrico.
—Te gusta este egocéntrico.
—Sigo escuchando egocentrismo...—murmuré como si estuviera diciendo un comentario al aire.
—No me dijiste que no te gusto.
—No me gustas, Dylan.
—Okay, como digas.
—Me atraes, es distinto -musité, esperando que no me haya oído—. ¿Cuánto falta?
—Hemos caminado muy poco, Thomas. Si quieres llegar pronto, apresúrate. Y por cierto, ¿cuál es la diferencia?
—Si tú te apuraras, yo también podría. —Y me quedé en silencio. No quería responder a su pregunta. Él aceleró el paso y por poco tropiezo con el cambio brusco de la velocidad.
—¿Ahí sí?
—Joder, qué pesado eres.
—Gracias, lo mismo digo. —Reí—. ¿Me vas a responder?
—¿Qué cosa? —pregunté con voz inocente.
—Que cuál es... —Se detuvo y no oí ni una palabra más por un rato.
—¿Dyl?
—Te salvaste, por ahora —me dijo en un murmullo—. Bien, ya llegamos.
—¿Esto es todo?
—Sí. —Estábamos al lado de la gran hoguera, lo sabía porque sentía el calor sobre mi piel—. Ahora te quemaré vivo.
—Sí, claro. Después te convertirás en un caníbal y me comerás —hablé entre risas. No oí respuesta alguna, sí pasos. Su respiración estaba sobre mi oreja; he notado recientemente cuánto le encanta susurrar en mi oído. No me quejo.
—No soy ni me convertiré en caníbal, pero te comería con mucho gusto. —Me estremecí ante sus palabras y sentí pisadas cada vez más lejos e inaudibles. El silencio colmó todo el ambiente.
—¿Dylan? ¿Y ahora qué? —Nadie respondió—. ¿Dyl?
Se había ido.
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