2. ¿Quiénes son?
—¡¿Qué?! —Los adolescentes que se encontraban detrás de los héroes profesionales se movieron en múltiples direcciones, pero sin romper el límite de distancia que los profesores habían impuesto intentado ver mejor los rostros de los chicos desconocidos. Y debían admitir que algunos eran muy parecidos a un par de sus compañeros.
—¿Cómo sabemos que es cierto? —preguntó Aizawa, desconfiado.
—Tenemos nuestras licencias de héroe, tienen nuestros nombres completos, y el año del que somos. —contestó el rubio, mordiéndose el labio para aguantar el dolor. Joder, empezaba a creer que tenía una costilla rota.
—Puede ver nuestros quirks, notará que el parecido con el de algunos de sus alumnos es innegable. —comentó la ceniza, las cintas le molestaban las manos, además que por la posición sus compañeros le jalaban el cabello con cada movimiento. Y la mancha de sangre en su abdomen crecía.
—Incluso una prueba de ADN si así lo quiere, lo que decimos es verdad. Y estamos dispuestos a demostrarlo. —completó el pelimorado, podía ver el sufrimiento de sus amigos, debían soltarlos ya o sus heridas iban a empeorar.
—¿Podría soltarnos ahora, Aizawa-San? Por favor. —dijo la pelimorada con su tono neutro, pero la forma en que ella miró al azabache le dió un escalofrío, ella lo miraba con cariño. Y Aizawa se permitió dudar, no parecían ser malos chicos, y estaban en clara desventaja, apenas eran cinco con diversas heridas, por muy poderosos que fueran de ser el caso de que mientan, no podrían contra todas las clases de héroes que la U.A disponía.
Dejó de ejercer fuerza, y las vendas cayeron con facilidad liberando a los viajeros, si es que era cierto. Al ser liberados, los rubios cayeron al suelo entre quejidos, y el pelinegro cayó sobre sus rodillas gruñendo y sujetándose la cabeza. Los pelimorados intentaban asegurarse de que las heridas del resto no fueran tan graves.
—Primero, los llevaremos a la enfermería para tratar sus heridas, ahí les haremos la prueba de ADN, y luego de estar curados, tendrán que usar las esposas inhibidoras de quirks mientras comprobamos sus identidades. —ordenó, los viajeros asintieron como pudieron, Aizawa giró ahora en dirección a los alumnos que dieron un respingo al verse sorprendidos espiando. —Y ustedes vayan a ponerse el uniforme escolar.
—¿Y luego podremos ver a los chicos? —preguntó Mina dando un paso al frente. —¡Nos encantaría conocer a los viajeros! Y si son hijos de algunos de nosotros ¿No cree que es justo que lo sepamos?
Aizawa miró a Sekijirō, este seguía mirando con desconfianza a los viajeros, lucían de la misma edad que sus estudiantes y aunque de igual forma no los veía como una potencial amenaza debían mantenerse atentos.
—Como verán, estos chicos se encuentran heridos, sean o no sus hijos, necesitan ayuda, y un descanso. Nosotros verificaremos la veracidad de lo que nos dicen mientras tanto.—gritó Sekijirō. El ánimo de las clases decayó. —Les avisaremos los resultados luego, y a partir de ahí tomaremos una decisión.
—¡Sí, sensei! —respondieron antes de alejarse entre murmullos y gritos.
—Ahora, los llevaremos a la enfermería.
[✨]
Cada uno de los viajeros había entregado su licencia a Aizawa que las miraba con detenimiento junto a Sekijiro, aún con desconfianza hicieron que Recovery-girl les tomara un cabello a cada uno para hacer unas pruebas, para después ir a reunirse con el director. Aunque la misma ancianita alegó que lo más seguro es que el resultado diera positivo, el parecido era mucho, además de que la sinceridad de los viajeros al hablar era difícil de no creer.
Los viajeros se encontraban sentados cada uno en una camilla, con las esposas que les impedían usar sus quirks. Estaban esperando instrucciones mientras los adultos hablaban fuera de la enfermería. Recovery-Girl curó sus heridas con un beso, una sensación extraña para ellos, y les entregaron uniformes deportivos nuevos para que pudieran cambiarse ya que todos tenían la ropa rota o sucia debido a la pelea, además a la rubia le dieron un par de zapatos.
Ya era de mañana, acababan de despertar, al parecer luego de que la ancianita les dió un beso para acelerar sus recuperaciones, no tardaron mucho tiempo en tomar una siesta, para luego descubrir que habían dormido toda la noche. Lo cual era muy extraño para los gemelos, y los hacía preguntarse que tanto había afectado el viaje en el tiempo a sus cuerpos.
—¿En qué afectará el futuro? —Los cuatro voltearon a ver a la pelimorada, que mordía uno de los sandwiches que les habían dado para desayunar. Intentando no dejarlo caer al tener los movimientos algo restringidos por las esposas. —Ya saben. El hecho de que estemos aquí, que los hayamos visto a ellos, y que ellos nos vieran a nosotros, decirles la verdad ¿En qué afecta?
—No podemos cambiar algo que ya pasó. Aunque en el pasado de nuestros padres nunca ocurrió esto, sí está sucediendo en su presente de forma simultánea. —Ahora tenían la vista fija en el rubio, quién suspiró al notar que no habían entendido nada de lo que dijo. —Nada de lo que ya sucedió, va a cambiar en el futuro, es decir, no vamos a desaparecer o algo así. Pero solo por el hecho de estar aquí creamos un línea de tiempo alterna en la cual hay un montón de cosas distintas.
—¿Entonces? —preguntó la ceniza.
—Entonces ahora hay una o cinco, o cien o quizá un millón de líneas alternativas dónde tal vez tú seas pelirroja, o yo sea ruso, o ninguno de nosotros existe, o solo uno de nosotros existe. Tal vez uno dónde los gemelos no sean hermanos. Hay millones de posibilidades.
Los gemelos se miraron entre sí, y les dió un escalofrío. ¿No ser gemelos? Esa era una posibilidad espantosa para ellos.
—De cualquier forma, no podemos contarles tantos detalles del futuro. Nosotros no podemos cambiar las cosas pero ellos sí. —comentó el pelinegro. Estaba quitándose el collarín que había usado tal vez más tiempo del necesario tuvo un esguince en una de las vértebras de su cuello, pero gracias a Chiyo ya se encontraba curado. —Lo mejor es que solo demos algunas respuestas vagas, quienes son nuestros padres, algunos datos sobre nosotros, algunas experiencias de nuestra vida. Nada muy importante para su futuro.
—¿Alguna otra recomendación? —preguntó el pelimorado, mirando al techo distraído.
—No lastimen a nadie, ni rompan nada. ¿Sí?
—¿Nos estás llamando problemáticos?
—Es solo que debemos evitar problemas. —comentó con voz suave, antes de verlos con total seriedad en sus oscuros ojos azules. —Pero sí, traten de hacer un esfuerzo por no causar un desastre, ya no es un castigo lo que está en juego, sino todo el orden de la línea espacio-tiempo.
—Carajo, mi padre ni siquiera me confía cuidar la casa. ¿Y ahora pretendes que cuidemos toda la línea de tiempo?
—Tienes mucha fé en nosotros.
—Debemos hacer un esfuerzo por no causar problemas. No queremos que el efecto rebote nos alcance. —comentó el rubio, de nuevo tenía los ojos sobre él. Suspiró. —Ya saben el pasado ya está escrito, bla, bla, bla, y para que la línea de tiempo se mantenga tal y como está, debemos tener cuidado. Si hacemos un daño aquí que no existía antes, sucederá en nuestro tiempo. Ejemplo, si yo golpeo la cara de Aizawa justo ahora, en el futuro recibirá un golpe, no mío pero si otro para mantener el equilibrio y reponer el golpe que no recibió en su pasado. Pero el efecto rebote funciona de dos formas, o pasará en simultáneo con lo que hacemos justo ahora o sucederá luego de que volvamos a nuestro tiempo.
Todos asintieron entendiendo ahora y tomando en cuenta para saber cómo actuar.
—¿Por qué no podemos tener solo problemas de adolescentes normales?
—No lo sé, pero al parecer es muy divertido intentar matarnos.
Por las puertas entraron Aizawa, y Sekijirō, junto con Nedzu. Los chicos parpadearon un par de veces antes sonreír, tratando de evitar reírse, conocían lo letal y honorable que fue el director de sus padres, le tenían respeto por las historias que escucharon de él, aunque ciertamente nunca se esperaron, pues, el aspecto físico que tenía. Ignorando eso, el director les pidió amablemente que le explicaran lo que pasó, cosa que hicieron, y él les ofreció alojamiento, comida y todo lo que necesitaran el tiempo que fuera necesario.
Ellos agradecieron en voz baja. La preocupación de cuánto tiempo se quedarían ahí o si acaso era posible volver a su tiempo, los mantenía con los ánimos por los suelos.
Tal vez estaban en el tiempo en el que sus padres eran adolescentes, pero el problema radicaba ahí, esos adolescentes no eran sus padres, no aún al menos. Eran estudiantes con el único deseo y propósito de ser héroes, la idea de tener hijos no debía ni de asomarse por sus cabezas.
Nedzu les dió el permiso de ir a la residencia de la clase A, dónde todos los alumnos que los vieron el día anterior se habían reunido y claramente un interrogatorio incluso más extenso los esperaba.
Se levantaron para seguir a los profesores a través de los pasillos.
Aunque estaban usando los uniformes deportivos, debían caminar cabizbajos en caso de que cualquier persona ajena los note. El director les había dicho que se mantendrían con el perfil bajo, y que no podían moverse a ningún lugar si el previo permiso de VladKing o EraserHead.
—¿Pueden comprarme chicles? —El rubio se había parado junto a una de las máquinas expendedoras del pasillo. Frotaba sus brazos con insistencia desde la mañana, estos estaban totalmente cubiertos por un par de tatuajes y un montón de dibujos hechos con un marcador que Chiyo le había regalado. —Por favor.
El rubio daba pequeños brincos en su lugar, y estaba dejando de frotar para darle paso a pellizcos en sus brazos, la rubia ceniza era quién estaba más cerca, así que le sujetó las manos con la sonrisa más suave que los profesores le habían visto esbozar en su rostro que se había mantenido serio y con el ceño fruncido gran parte del tiempo. Ella entrelazó sus dedos, y tarareaba en voz baja alguna melodía desconocida, el de los tatuajes cerró los ojos y empezó a contar entre respiraciones.
—Caminen, tenemos que... —Sekijirō no pudo continuar porque su compañero lo había mirado con molestia, haciendole señas para que se mantuviera callado. Aizawa se acercó a la máquina expendedora y compro tres paquetes de chicles, de tres unidades cada uno. Y se lo extendió a la ceniza que agradeció por lo bajo antes de continuar tarareando, en algún punto el pelinegro de ojos azules también se había acercado, y tarareaba de igual forma.
El resto se mantuvo en silencio hasta que el de los tatuajes se metió a la boca dos chicles y dijo que podían seguir caminando.
No tardaron mucho en llegar a la residencia, se escuchaban algunos murmullos pero todo quedó en silencio cuando los profesores entraron. Los viajeros no pudieron dar muchos pasos dentro de la sala común cuando ya habían sido rodeados por los estudiantes, y casi sin pensar se habían acomodado de tal forma que el rubio quedará en el centro para de esa forma asegurarle el menor contacto físico de parte de otras personas.
—¿Podrían darnos algo de espacio, por favor? —preguntó el de ojos azules con una sonrisa incómoda. A sus espaldas, ya podía escuchar al de ojos grises empezar a respirar más rápido y casi con ahogo por la cantidad de personas a su alrededor.
—¡Chicos! Cálmense, sé que quieren conseguir respuestas pero no van a conseguir nada de esta forma. —gruñó VladKing. —Siéntense y cállense ya.
Ahora todos los estudiantes estaban sentados frente a ellos en el suelo, los muebles habían sido movidos hasta quedar pegados a las paredes y dejando suficiente espacio para que los cuarenta entren sin problemas. Aizawa y Sekijirō se encontraban a sus espaldas mientras que tres de ellos estaban sentados en el único sofá que se encontraba en su lugar, con los pelimorados cada uno sentado en un apoya brazos, y aunque los viajeros estaban acostumbrados a ser algunas veces el centro de atención, esto ya era raro.
—Llegas tarde, Shinso.
—Lo siento, Aizawa-Sensei. —respondió, caminando y viendo todo con ojos analíticos. También hasta dónde Kaminari, Midoriya y Monoma lo saludan con mucha felicidad, suspiró hasta sentarse cerca del peliverde, que era considerablemente el menos molesto de los tres.
—¿Van a traer más gente? Porque ya parecemos malditas sardinas en lata. —comentó la ceniza.
—No falta nadie más, Shinso los vió debido a que se encontraba con nosotros en el entrenamiento en conjunto...
—En dónde realizó su "prueba" para ser aceptado en el departamento de héroes ¿No? —dijo el pelimorado del futuro con su vista fija en el del pasado. —Good job!
—Congratulations, Hitoshi! —felicitó la gemela del chico del futuro, mirando luego al chico del pasado.
—Thanks? —murmuró en respuesta, medio confundido de que le hablaran en inglés, del hecho de que ellos supieran tan específicamente lo que pasó, y también porque la chica lo llamó por su nombre.
—Bien, momento de dar respuestas. Ustedes decidirán cómo, y qué dirán. —dijo Aizawa, viendo a los viajeros, luego volteó a ver a los estudiantes. —Ustedes traten de no hacer un desastre y hagan silencio o yo mismo evitaré que les digan lo que quieren saber. Iré a hacerme un café.
—¿Qué? ¿Aizawa a dónde va? —Y ambos profesores se fueron en dirección a la cocina.
—Bueno, supongo que primero daremos una pequeña presentación de nosotros y luego pueden hacernos preguntas. —comenzó a decir el pelinegro, levantándose y como siempre, tomando el rumbo de la situación. Ninguno de sus amigos intento evitarlo. —Pero desde ya les aviso, que con todo respeto, nosotros nos guardamos el derecho de decidir qué responder y qué no. El hecho de estar aquí ya afecta demasiado, y no deseamos crear incluso más daños a la línea temporal dando demasiados detalles. Espero lo entiendan.
—No se preocupen, entendemos perfectamente. —contestó Iida, acomodando sus lentes con el porte serio y solemne de siempre.
—Bien, yo soy... —El pelinegro carraspeó, todos parecieron ponerse más atentos. Y ciertamente no le encantaba el tener tantas personas mirándolo tan fijamente, sus mejillas enrojecieron y acomodó un poco su cabello. —Soy Daiki Awase, hijo del héroe Welder, y...
No pudo continuar porque fue interrumpido por todo un despliegue de emociones de parte de la clase B, aunque su papá era el único que parecía haber quedado en blanco. Kendo lo levantó con ayuda de una de sus manos agigantadas, y lo llevó hasta su lado. Viéndolos uno junto al otro, los del pasado se sentían bastante tontos por no notar el gran parecido antes.
—Hola, papá. —dijo en medio de una risa el viajero del futuro.
—Hola... —Yosetsu sintió un escalofrío, a su edad la verdad no esperaba ser llamado papá, mucho menos siendo tan joven. No había pasado mucho tiempo desde la muerte de su propio padre, pero sentía que habían pasado siglos desde la última vez que había usado esa palabra, que escucharla de alguien tan parecido a él, le supo realmente raro, como un sin sabor de sentimientos que no entendía.
—¿Y quién es tu madre? ¿Es alguien de la clase B? —preguntó Mina, levantando la voz y agitando su mano en el aire. Ella tenía un presentimiento, y ya había apostado con Sero a su respuesta.
—Iba a decir quién era mi mamá hasta que me interrumpieron. —murmuró por lo bajo, y suspirando con molestia. Tenía una mueca de ligero fastidio, que le recordaba a Yosetsu a sí mismo, solo que él lo mostraba con libertad dejando en claro su molestia y su hijo en realidad parecía no querer que los demás lo noten. —Mi mamá es Momo Yaoyorozu, la heroína profesional Creati. Tengo dieciséis años.
Ahora eran ambas clases quienes estaban teniendo un gran momento de sorpresa, excepto Mina que parecía celebrar y pedirle algo a Sero. Yosetsu casi sufre un infarto al escuchar eso.
—¿De verdad? —preguntó Yosetsu sonrojado y totalmente sorprendido. Y es que ¡Acababa de descubrir que su crush inalcanzable era su futura esposa y madre de su hijo! Estaba feliz, aterrado y muy probablemente fuera a desmayarse en cualquier momento.
—No te desmayes. —Le dijo su hijo en son de burla con una sonrisa. —Es totalmente verdad.
—Eres mi hijo. —Momo en algún momento se había acercado y miraba a Daiki como si quisiera tocarlo y a la vez no. El viajero se quedó quieto en su lugar, sin querer forzar ni llevar al extremo las emociones de sus padres.
Momo lo detalló, el chico tenía su misma altura, el cabello negro peinado hacia atrás sin necesidad de ninguna bandana, su piel era blanca como la de ella, su cara era indudablemente muy parecida a la de Awase con las cejas gruesas y los ojos grandes, aunque con las facciones un poco más suaves como las de Momo. Sus ojos eran oscuros casi negros a la lejanía, pero viéndolos de cerca era obvio que eran de un color azul sumamente oscuro.
—Mamá, papá, es un gusto conocerlos de nuevo. —dijo inclinandose como señal de respeto, con una cordialidad y una sonrisa brillante, muy parecida a la de Momo cuando se emocionaba por algo.
—Entonces ¿Awase y YaoMomo van a casarse? —preguntó Hagakure, todos los ojos estaban de nuevo sobre Daiki, y este solo asintió. —Uh, yo creí que YaoMomo y Todoroki tenían algo.
—Para nada. —respondieron los mencionados a la vez.
—Y estoy agradecido por eso. —comentó Daiki distraído, sintiéndose apenado al tener tantos ojos sobre él. —No me mal entiendan, quiero al tío Shoto, pero prefiero mil veces a mi papá.
Algunos exclamaron llenos de ternura al escucharlo, incluso sus amigos que reían bajito detrás de él, sabiendo que estaba avergonzado.
—¿Tenemos más...hijos? —Yosetsu apretó los labios antes de continuar, apartando la vista a cualquier otra parte al ver los ojos negros de Momo sobre él.
Su hijo tocó los bolsillos de sus pantalones buscando algo, al encontrarlo, sacó lo que parecía ser un celular muy avanzado, siendo bastante delgado y aparentemente ligero, como una lámina de vidrio o algo parecido. Él lo encendió y les mostró la imagen del fondo de bloqueo, era una niña de cabello azul liso a la altura de los hombros, podía ver la mitad de una estrella amarilla su mejilla izquierda, y un pequeño vendaje en la otra, sus ojos eran de un verde oscuro que brillaba con fuerza casi tanto como su sonrisa, la niña sostenía en sus brazos un gran conejo gris, a su derecha había un enorme pastor alemán sentado con completa seriedad y a la izquierda un gato sin pelo de piel rosada, además de una tortuga que parecía escapar de la fotografía.
—Ella es mi hermanita y todas sus mascotas. Amaya, tiene diez años. —contestó Daiki, mirando con ternura la fotografía. Cómo si lo hiciera muy feliz el hecho de verla. —Ella es...
—Es hermosa. —contestó Momo, con unas lágrimas cayendo de sus ojos. Y es que, apenas se podía creer lo que estaba pasando. ¡Tenía hijos! O al menos, los tendría algún día, justo ahora los niños no estaban en sus planes. Ella estaba enfocada en ser una heroína, y eso es por lo que planeaba luchar. Pero ahora ver a su hijo de frente, y a su hija a través de una fotografía, luego de escucharlo decir que ella seguía siendo una heroína. Le hacía sentir feliz. Acercó sus manos al rostro de su hijo, y lo acarició. —También eres muy hermoso, Daiki-San.
—Solo Daiki. Eres mi mamá ¿Lo olvidas? —Y él estaba sonriendo, apoyando un poco más su rostro en las manos de su madre, o de la versión joven de ella, y es que se veía justo como en las fotos de recuerdo, tan inocente, tan vivaz, tan pura, que el hecho de que lo acepte como una verdad. Lo hacía muy feliz. —Me hace muy feliz, mamá. Me alegra mucho que estés tan feliz por saber de nuestra existencia.
—Es algo duro de procesar pero... —Yosetsu se acercó, no quería romper el momento que ambos estaban teniendo, que al verlos tan cerca, mirándose el uno al otro. ¡Joder! Lo hacía no tener dudas de que ese chico era el hijo de Momo, y el suyo propio se volvía tan real que no sabía cómo sentirse, más allá de una calidez perfecta en su interior. —No íbamos a rechazarte. Ni a tí, ni a ella. Amaya ¿No? Su nombre es precioso.
—Daiki, ¿Te tratamos bien? ¿Eres feliz?
—¿Somos buenos padres?
—¡Son los mejores! Crearon un sistema completo para que Amaya y yo nunca estemos sin alguno de ustedes. Siempre están ahí para nosotros, y necesitan solo dos segundos para descubrir si algo malo pasa y...
—Stop. Lamentamos interrumpir tan hermoso, Daiki...
—Pero ya sabes...
—No hablar de más. Ya lo sé, además ustedes deben presentarse también. —contestó Daiki, intentando no sonrojarse por el hecho de tener a ambos gemelos tan cerca, cada uno había apoyado su barbilla en uno de los hombros del pelinegro. —Seguiremos hablando luego de las presentaciones, pueden pensar alguna cosa que quieran preguntar.
Momo y Yosetsu asintieron, sonrojándose ambos en el momento en que sus ojos se conectaron y dándose cuenta de lo que tener hijos juntos implicaba. Se fueron a sentar cada uno dónde iban siendo recibidos por los murmullos de parte de la clase A y las felicitaciones al de ojos grises por parte de la clase B.
Los ojos fueron a ambos pelimorados, que la verdad no tenían ningún apuro ni emoción en nombrar a sus padres, pero el rubio de la tatuajes les había pedido distraer a Daiki porque en su momento de emoción podía soltar más información de la necesaria, y con ellos dos era mucho más fácil redirigir la atención.
—Somos gemelos, así que sería innecesario presentarnos dos veces ya que tenemos los mismos padres...
—Mellizos. —corrigió Iida levantando la mano.
—What? —La chica frunció ligeramente el ceño con pereza, no le gustaba que interrumpan a su hermano.
—Ustedes son mellizos, digo son una chica y un chico. —Corrigió una vez más, Iida acomodando sus lentes.
—I already understand why your daughter is so annoying. —gruñó por lo bajo el chico, para luego cruzarse de brazos con una sonrisa burlona. —Excuse me, Iida. ¿Usted nos dió a luz?
—¿Qué? —preguntó este desorientado, y algunos de su clase rieron por lo bajo. Excepto Bakugo y Monoma quienes se burlaron fuerte y claro.
—Que si usted no nos dió a luz, ni tampoco es un doctor especializado o ha investigado a profundidad sobre la diferencia entre gemelos y mellizos. Entonces no tiene derecho a opinar. —La gemela completó la respuesta de su hermano, imitando su postura de los brazos cruzados.
—No es muy educado de parte del presidente de la clase A, intentar corregir a otras personas sobre temas que no entiende del todo. —Se burló Monoma, sin perder la oportunidad de dejar en bajo a sus rivales.
—Mellizos son aquellos que son creados a partir de distintos óvulos, gemelos los que son creados a partir de un solo óvulo que luego se dividió lo que hace que sean prácticamente iguales en apariencia. Aunque sea excesivamente raro, sigue siendo posible el hecho de que nazcan gemelos de distinto sexo. —comentó Daiki.
—Y como nosotros somos una rareza humana, ni siquiera somos iguales en apariencia, así que por muy difícil que sea de creer somos gemelos idénticos, y preferiblemente dejen de interrumpir.
Lo que decía el chico era cierto. Él tenía el cabello morado, liso hasta las puntas que eran algo onduladas rozaban su frente y su nuca teniendo algunos mechones blancos intercalados. Sus ojos eran de color turquesa, que se notaba algo apagado tal vez por culpa de las ojeras oscuras que había abajo de sus ojos, otra cosa que llamaba la atención eran sus pupilas de un color blanco también. Su piel era muy pálida y parecía ser el más alto de los viajeros.
La chica, en cambio, aunque también tenía el cabello morado liso y luego rizado en las puntas cubriéndole la frente y llegando hasta los hombros con algunos mechones blacos y otros rojos. Sus ojos eran púrpuras con las pupilas del común color negro, también con ojeras oscuras. Su piel era blanca, y la diferencia de altura entre ambos era apenas notable, siendo ella más baja por unos dos centímetros.
—Somos Hanabi y Teru Shinso-Todoroki. Tenemos dieciséis. —dijo ella, presentandose a sí misma y luego a su gemelo. Dándose cuenta a los pocos segundos que esa no era la forma gramaticalmente correcta de hacerlo, pero ya qué. Nadie lo notó, tomando en cuenta que el desastre volvió a reinar, y ellos ni se inmutaron al ver a Hitoshi ahogarse con su propia saliva, y a Shoto casi incendiando a Midoriya que era la persona más cercana a él.
En contra de lo que los padres de Daiki hicieron, los suyos se alejaron por completo el uno del otro tomando en cuenta que hace unos momentos lo único que los separaba era Izuku.
—Espera ¿Qué? ¿Ellos dos salen?
—¡No! —gritaron ambos.
—No aún. —corrigió Hanabi.
—Ellos comenzaron a ser pareja como a los diecinueve ¿No?
—Eso, Dad tenía diecinueve, papá dieciocho, ya saben, por la diferencia de meses.
—Se casaron a los veintiuno, y nos tuvieron a los veinticuatro. Nosotros somos las alegrías de su vida, y razón de sus dolores de cabeza.
—Your welcome! —dijeron los gemelos a la vez con una sonrisa.
—Pero yo no soy gay. —comentó Shoto, más confundido que molesto.
—Nunca dijimos que lo fueras. —respondió Teru.
—Eres demisexual. Si no sabes lo que es, investiga. Tendrás suficientes respuestas y menos dudas existenciales. —dijo Hanabi, para luego mirar a su otro padre. —Tú eres pansexual, y eso ya los sabes ¿No?
Hitoshi solo asintió, sintiendo las miradas pesadas de los estudiantes a su alrededor, pero él solo podía pasar la vista de su, al parecer, futuro esposo a sus futuros hijos.
—¿Los hombres pueden...? —Denki movió sus manos sin saber qué decir, Jirou se golpeó la cara con la palma de su mano y los viajeros del futuro se rieron con fuerza.
—Los hombre no pueden dar a luz, si eso es lo que preguntas. Nosotros nacimos del vientre de una mujer, un vientre en alquiler para ser más específica, solo que en el futuro no tan lejano, se perfeccionó un procedimiento para que parejas del mismo sexo pudieran tener hijos con su ADN. —respondió la rubia ceniza, levantándose del sofá. Había terminado de apostar con su mejor amigo quién de los dos iba a causar mayor revuelo al revelar a sus padres, y vió su oportunidad para dar un paso adelante.
—¿Tú también?
—Ah, sí. Mis padres son dos hombres, y dejen de sorprenderse por tan poco, muchos de ustedes aquí no son tan heterosexuales como quieren darse a creer. —dijo con los brazos cruzados, el ceño fruncido y una mirada pesada que taladró profundo en el interior de los que se sintieron identificados. —No sean tan cobardes y disfruten un poco la vida. Besen a quien se les de la regalada gana. Busquen su felicidad y que les importe una mierda lo que opinen los demás, ¿Ok? Deberían hacerme caso, somos del futuro, ya sabemos lo que les espera.
—No podemos decir que fue fácil, pero algunos de ustedes, como nuestros padres y los de Hibana, marcaron un hito en la historia de los héroes. Gracias a ustedes y a otros, en el futuro, nuestro presente, tenemos un Japón un poco más ideal, en el que ustedes serán más libres de lo que son ahora y nosotros vamos a conocer poca de esa represión. —Completó Teru, y su gemela le dió un apretón en el hombro junto a una sonrisa.
—¡Qué bonito suena! —respondió Kaminari, levantándose de un salto de su lugar. Corriendo hasta llegar al frente. —Ya que mi buen amigo, Shinso acaba de salir del closet involuntariamente y Todoroki en el futuro lo hará, yo daré el paso hoy y digo, que soy bisexual. ¿Oyeron? ¡Soy bisexual!
—¡Cállate ya, maldita rata eléctrica! —gritó Bakugo.
—Me alegra saber que mis padres se llevan bien. —comentó casual y con una sonrisa burlona.
—¡¿Qué mierda?!
Bakugo gritó con furia, y Kaminari con terror, y es que, Katsuki es guapo pero...
—¡Shine, maldita perra!
Pero Bakugo daba miedo...
—¡¿A quién le dices perra, hijo de puta?! ¡Soy Hibana Bakugo-Kaminari! ¡Soy tu hija! ¡Así que ten respeto, imbécil!
Y al parecer su hija también.
—¡No lo eres! ¡Yo nunca me casaría con la rata eléctrica!
—¡Sí lo soy! ¿Y a qué no adivinas? ¡Te casaste con papi, eres feliz con él y por más que te duela, lo amas mucho! ¡Hiciste todo el maldito papeleo, esperaste un largo tiempo y nací yo! ¡La maldita reina de tu corazón! ¡Y no conforme con eso tuviste a mi hermano! ¡Acéptate a tí mismo, y deja de joder!
Y ambos se cruzaron de brazos, mirándose con el ceño fruncido, y claras muecas de molestia.
—¿Tienes un hermano? —preguntó Denki. Ignorando deliberadamente lo que dijo Bakugo, quién se fue echando humo. Tal vez algún día lo amaría pero justo ahora solo eran amigos y lo que había dicho le había dolido.
—¡Somos la luz de tus ojos, bastardo! ¡Y déjame decirte que eres un excelente padre aunque justo ahora actúes como un imbécil! ¡Te amo, papá! —Y se escuchó que azotaron una puerta, Hibana se rió por eso.
Ella conocía la historia de su papá, gran parte de las cosas malas que él había hecho y de las que no se sentía orgulloso porque ella había heredado su mismo carácter y Katsuki quería evitar que ella cometiera sus mismos errores. Así como también conocía lo mucho que le costó aceptar que se había enamorado de otro hombre, no se molestaría con él por eso, después de todo, ella y su hermano eran las pruebas vivientes de que Katsuki había conseguido alcanzar su propia felicidad.
—No te molestes con él, por favor. Es solo que a papá le costó mucho más que a tí aceptarse. —dijo Hibana, volteando a ver a Denki. —Y sí, tengo un hermano, tiene trece. De los dos, yo me parezco más a tí.
—En apariencia te creo pero, ¿En personalidad? No lo parece. —Denki se rió, aunque la observó con fijeza, ella tenía el cabello cenizo como Katsuki, además que lo tenía igual de crispado en algunas partes, lo tenía bastante largo hasta las caderas, y con un flequillo que enmarcaba su cara. Así como el suyo, aunque el de Denki cubría solo un lado de su rostro, el de Hibana caía a ambos lados, y los dos tenían un rayo color negro. Sus ojos eran de color dorado, su piel era bronceada como la suya. Ella tenía las facciones suaves como él, aunque era más baja por pocos centímetros, siendo la más bajita de todos los viajeros.
—Te sorprenderías, en personalidad King no se parece a nadie de esta familia. Él es muy calmado.
—¿Es calmado? ¿Segura que no lo cambiaron al nacer? —bromeó el rubio eléctrico, que parecía haber hecho conexión con su hija enseguida pareciendo incluso amigos.
—Mira tu mismo. —Hibana le mostró una imagen que buscó con rapidez en su celular, ahí se veía a un pre-adolescente con una mueca aburrida en su rostro, Denki no conoció a Bakugo más jóven, pero juraría que era una copia idéntica de Katsuki a esa edad, con sus ojos rojos y el mismo corte. La única y más notable diferencia era que el chico en la imagen tenía el cabello del mismo color amarillo que el suyo, y como Hibana también tenía dos rayos negros en el cabello. Solo que los de ella era horizontales y los del chico eran verticales.
—No puede ser, ¡Es idéntico a Kacchan! ¡Midoriya, mira! —Denki tomó el celular y casi se lo estampa en la cara al peliverde que intentaba darle apoyo moral a Shoto. —¿Así se veía Bakugo cuando tenía trece?
—¡Increíble! Ese niño se parece muchísimo a Kacchan, excepto por el color de cabello. —respondió Izuku, quién puso un dedo en su boca, con la curiosidad latente, y hablando entre murmullos. —Electricidad y explosión que puede nacer de esa combinación.
—Algo peligroso definitivamente. —contestó Hibana con una sonrisa de superioridad aunque sabía que el peliverde no hablaba con ella. —Te lo explico luego, héroe Deku.
Ella había usado el "héroe" para diferenciar y dejar en claro que no tenía la intención de insultarlo, antes de girar y dirigirse con su mejor amigo, el único que no se había presentado aún.
—¿Listo para perder?
—Eso debería preguntarlo yo. —Él sonrió con suficiencia, guiñándole un ojo antes de levantarse. —Bien, solo falto yo para presentarme y luego responderemos lo que quieran.
El chico hablo fuerte, dando un paso al frente. Sus amigos se habían sentado de nuevo en el sofá, viendo cómo Yosetsu y Momo no podían ni verse de reojo sin sonrojarse, Shoto procesaba todo lo que sabía sobre sí mismo, y Hitoshi no terminaba de creer lo que veía. Denki parecía ser el único que lo había tomado bien, y se veía feliz con todo.
Los estudiantes viajaron su vista al último chico, que ciertamente era el más llamativo de todos. Tenía el cabello de un color rubio dorado en la parte de arriba, cayendo a su izquierda, el cabello en la parte de su nuca y sus costados era de color negro, sus ojos los miraban a todos con algo de diversión y altanería como quién va a hacer una travesura, siendo sus irises de un color gris azulado, su piel era blanca, al menos las partes que no estaban cubiertas por tinta, lo que el uniforme dejaba ver de sus brazos, era piel con diversos dibujos que para ellos no tenían sentido, tenía desde siluetas de animales, engranajes, triángulos, soles, lunas, y de cada cosa dejando apenas espacio para diferenciar un dibujo de otro, aunque algunos se veía que estaban hechos con marcador, había otros que parecían verdaderos, como el que tenía en el cuello que era los kanjis que decían "suerte". Era el más bajo de los chicos del futuro aunque más alto que Hibana. Algunas de las estudiantes del presente, no lo admitirían en voz alta, pero era guapo con un aura de chico malo a su alrededor, con la pequeña cicatriz que tenía en el pómulo izquierdo, además de los piercings que tenía en las orejas, y uno a la izquierda en su labio inferior.
—Soy Kane Awase y tengo quince años. —dijo con simpleza, encogiéndose de hombros. Y caminando hasta ponerse a un lado de Yosetsu. —Y no, no soy tu hijo.
El rubio de mechones negros respondió la pregunta aún no formulada que tenía el chico de ojos grises. Y es que más allá del cabello negro, Kane no se parecía en nada a Yosetsu, porque ni siquiera sus ojos eran del mismo color.
—¿Entonces...?
—Soy tu sobrino. Entiendes lo que eso significa ¿No? —comentó con clara burla en su tono, pero Yosetsu estaba muy ocupado pasando por diversas emociones, desde la sorpresa, al entendimiento para luego ir a los celos y el enojo.
—¿Quién...? —Empezó a preguntar, apretando los puños y frunciendo el ceño.
—Neito Monoma, el idiota de por allá, bueno, ese es mi padre. Házme un favor, tío. Golpealo con fuerza.
Kane sonrió con malicia, antes de dar un paso atrás dejándole el camino libre a su tío que saltó contra Monoma que no terminaba de procesar el hecho de que no solo tenía un hijo, si no que pues... Había tenido un hijo con la hermana de Awase.
—Muy bien. ¿Qué sigue? ¡Ah, sí! Las respuestas. —dijo el chico de los tatuajes como si detrás de él no se estuvieran matando a golpes su tío y su papá
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