Capítulo 1.


Emma Meyer

Llevó aproximadamente tres horas sentada en mi escritorio con un par de libros de texto. Estoy realmente agotada y se que aún tengo que repasar mis lecturas de ingles y unos ejercicios de álgebra, pero la verdad no me apetece. De momento, solo quiero relajarme, así sea por unos minutos.

Abro mi playlist favorita y busco entre todas las canciones algún tema pegadizo, "Black in Black - AC/DC" ¿Qué mejor que esto para desconectarme del estudio?

Con la música de fondo me dirijo a la ventana y observó el hermoso día que hace, el sol brilla intensamente y la suave brisa mece cada planta del jardín. Se que papá escogió esta casa particularmente por las diferentes vistas que ofrecía y lo inspiraban a pintar. Al menos eso hacía hace dos años, pero ahora no consigue dejar más que un lienzo vacío. Se que el arte es su gran pasión y también se que el no poder plasmar lo que siente lo frustra.

Enciendo mi celular y veo que son las doce y media de la mañana, en breve tendré que alistarme para ir a la cafetería en la que trabajo. No gano mucho pero con el dinero que recibo puedo suplir algunos gastos del hogar sin necesidad de molestar a mi padre, de esta manera podemos mantenernos muy bien económicamente.

Abro la puerta de mi armario y elijo lo que me pondré, opto por un conjunto sencillo; unos jeans y un buso negro. Tomo una ducha y me cambio rápidamente, me pongo un poco de brillo en los labios y pestañina para resaltar mis ojos.

Ahora solo queda lo más complicado: Mi cabello. Lastimosamente no poseo el cabello lacio o crespo de algunas chicas, por el contrario el mío es una mezcla extraña de ambos, es decir, ondulado o "síndrome de cabello sin personalidad" y la  verdad no todas las veces corro con la suerte de tenerlo controlado. Espero que hoy sea un día de esos.

Me despido y salgo de casa, camino aproximadamente siete cuadras para llegar a "Novelcoffee" una acogedora cafetería de suelos de madera, las sillas y mesas negras, bombillas colgadas como guirnaldas en las paredes y finalmente una barra de servicio de color rojo que le da el aspecto vintage que tanto atrae al público. Entro y me acomodo  esperando a algún cliente que atender.

[...]

Pasados treinta minutos he atendido a unas cuantas personas, pero me llama la atención uno en particular, un hombre joven bastante guapo que entra por la puerta sin siquiera mirarme, llevaba traje negro y su cabello es un poco ondulado, además tiene las mejillas sonrojadas por el viento. Voy hasta su mesa para tomar la orden.

- Buen día ¿Qué desea? - Digo un tanto aturdida después de mirar fijamente sus ojos café oscuros. Son realmente intimidantes, pero del mismo modo atractivos, aunque no puedo verlos por mucho tiempo, dado que se concentra nuevamente en unos papeles que tiene sobre la mesa.

- Un café en leche, por favor - Responde secamente.

Asiento con la cabeza y comienzo a preparar su bebida mientras le observo disimuladamente. La madurez y el sigilo de su voz atrapan, siendo sincera.

Cuando termino voy a llevarle el pedido a aquel hombre y me fijo nuevamente en las afortunadas hojas que acaparan toda su atención, haciendo que me percate que tienen el logo de la universidad "Charles Dickens" donde presentare una prueba para obtener una beca. Llevo bastante tiempo preparándome para ese momento.

-Aquí tiene- Digo mientras pongo en la mesa la taza de café en leche - ¿Desea algo más? - pregunto con una sonrisa radiante para ganar tiempo y observar más de cerca para asegurarme de que no es un error lo que ven mis ojos.

Al parecer es una tabla de planeación de temas de estudio, dado que en ella hay nombres de libros y movimientos literarios, lo que me puede confirmar que efectivamente es algo relacionado con la universidad de mis sueños.

-Privacidad - Responde secamente al ver que estoy viendo sus documentos.

-Oh, lo siento -Digo algo aturdida y muriéndome de la vergüenza por no haber disimulado un poco - Es solo que me causa curiosidad el logo de sus documentos ¿Trabaja usted en Dickens?- Suelto sin pensar.

-¿Firmó un contrato? - Me pregunta mirándome por primera vez fijamente.

-¿Disculpe? - Digo frunciendo el ceño.

-Que si firmó un contrato para trabajar aquí -Explica acomodando sus codos en la mesa.

-Yo...- Digo desconfiada. No entiendo de que va su pregunta - Por supuesto que firmé un contrato - Logro responder.

-¿En su contrato decía que debía averiguar la vida de los clientes? - Vuelve a hablar nuevamente, pero esta vez con una sonrisa asomándose en la curva de sus labios -Si es así de imprudente en su trabajo, dudo mucho que pueda pertenecer a Dickens - Hace una pausa y vuelve a su expresión neutra- Ahora si me disculpa, necesito terminar unas cosas y agradecería que dejara de interrumpirme.

-Claro- Respondo guardándome todo lo que hubiera querido decirle. Me alejo de la mesa y vuelvo a la barra de servicio para seguir mi turno.

¿Quién se creía para decirme eso? ¿Imprudente? ¿Yo? ¡Pero si solo le pregunté donde trabajaba! y... ahora que lo pensaba, el hombre tenía razón, había sonado como una psicópata preguntándole donde trabajaba.

-Buena campeona - Susurro y comienzo a limpiar la cocina.

 Comienzo lavando unos pocillos y cuando acabo abro la puerta de la encimera y estiro mi brazo para dejarlos apilados dentro de ella, hasta que una voz gruesa e intimidante hace que pegue un salto y un pocillo rebote en mis pies para luego caer en el suelo.

-¡Mierda! - Exclamo asustada y me volteo para ver al mismo hombre de los ojos oscuros - Lo siento ¿Me decía algo?

-Venía a pagar - Dice intentando ocultar su risa - ¿Quiere que le ayude a limpiar eso?

-No - Digo apresuradamente - Es decir, no, puedo hacerlo sola, gracias - Intento sonreír.

 Si me ayuda a limpiar me va a poner tan nerviosa que voy a acabar con toda la vajilla del local.

-Bien - Se encoje de hombros - Quédese con el cambio entonces, tenga buen día y disculpe por haberla asustado - Se da la vuelta y sale del local permitiéndome soltar el aire que estaba conteniendo.

*Enero-15 / Pruebas de la universidad Charles Dickens*

Me levanto a las ocho y media para arreglarme lo antes posible, las pruebas son a las diez en punto, no hay mucho tiempo pero debo aprovechar el poco que tengo.

Esta vez presto un poco más de atención en mi apariencia. Debo causar una gran impresión en la entrevista. Me decido por un un conjunto elegante con un abrigo café y me maquillo ligeramente, aparentemente lista para mis pruebas en la universidad. Cuando faltan veinte minutos para que sea las nueve bajo a desayunar.

- Hola papá - Digo al bajar las escaleras - Buenos días.

-Hola Emma- Dice sonriéndome mientras pone un plato de comida frente a mi - Te ves muy bien, los vas a dejar impresionados hija.

-La verdad tengo muchos nervios, no quiero ni imaginarme lo que pasaría si no logro entrar, sabes que es muy importante para mi - Agacho la cabeza para evitar mirarle a los ojos.

¿Se decepcionaría de mi si no entro en esa universidad? No quiero fallarle.

- Hija, mírame - Me toma de la barbilla y me alza la cabeza para que pudiera mirarlo- Pase lo que pase estaré contigo, se lo mucho que te has esforzado y se lo mucho que quieres entrar allí, solo confía en ti ¿vale? estoy para ti sin importar el qué.

 Con los ánimos un poco más elevados salgo de mi casa decidida a pasar las pruebas para las que me he preparado por años.

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