Perdido...

Destruido...

Desconcertado...

Tomé el primer avión para alejarme de los espectros de una historia torcida; un pasado tan turbio que pocos entenderán el motivo de mi desesperación por alejarme en consecuencia a mis propios e ignorantes actos.

Mi hermano, Alex, me observaba más con pena de mi partida que juzgándome por lo que había hecho. Él era un alma en pena que encontró con su camino de rectitud.

Mis sobrinos... ¡Cómo lloraba Tomás cuando le dije que me iba! Tantos años de convivencia. Tantos años de amarguras y felicidad juntos... ¡Era lo que más me partía el corazón!

Pero debía emprender camino.

Debía alejarme de todo por un tiempo.

Más, cuando entendí, que "esa" persona no llegaría al aeropuerto a despedirme. Yo tampoco lo haría. La comprendo. Y me quiebra el corazón, pero es lo mejor.

Mi primera parada sería en Madrid. Necesitaba despejarme en un lugar lo suficientemente grande y concurrido para poder conocer gente y experiencias nuevas.