Capítulo 8: El Perdón

Todavía me siento algo agitada. Mis manos tiemblan cada vez que pienso en ello.

Mi cabeza no deja de recrear una y otra vez lo sucedido.

¿Habrá sido lo correcto dejar abandonado el cuerpo de Gothel y seguir con nuestra marcha?

¿Debería haber descongelado a esas brujas?

Todo me da vueltas, y más ahora que he descubierto que tengo los poderes de Mamá.

Me siento como un monstruo.

¿Por qué ahora y no cuando era niña?

¿Qué dirían todos en el Bosque Encantando si supieran la existencia de éstos poderes?

— Otra vez tienes esa mirada perdida — Me interrumpe Vördr.

— No puedo evitarlo — Respondo mientras veo el piso de piedra — Este viaje no ha sido lo que yo esperaba, estoy algo confundida.

— ¿Todavía quieres esto?, ¿Piensas en convertirte en una mercenaria?.

— Creo que no — Digo con sinceridad — Antes de este viaje era lo que más anhelaba, quería ser fuerte, quería tener mis propias aventuras y valerme por mí misma. No quería ser conocida como la hija sin poderes de los mayores héroes de mi tribu. Pero ahora, todo es distinto, tengo poderes y creo que me he vuelto un monstruo desde que llegué aquí, he matado a tres personas en poco tiempo.

— No eres un monstruo Iduna, estás experimentando experiencias que nunca antes habías tenido. Y no debes temer de tus poderes, usualmente surgen cuando nuestros sentimientos están al límite, en tu caso cuando estuviste al borde de la muerte  — Concluye.

— ¿Sabías de todo esto?, ¿No es verdad? — Cambio de tema abruptamente y me detengo para mirarlo a los ojos.

— ¿Por qué lo dices?

— Anoche, me preguntaste si tenía frío y luego me hiciste la pregunta acerca de mis podres, ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Sabías que podía controlarlos, no es así?. Pude haber evitado esa caída si me lo hubieras dicho antes, estuve al borde de la muerte, y no los habría descubierto de esa forma — Lo observo con una mirada fulminante.

— No es lo que tu crees Iduna. Nadie a podido sobrevivir por mucho tiempo en Helheim, aunque tú y yo no podamos sentirlo, este es un lugar muy gélido. Supuse que podrías controlar el fuego, creí que al estar expuesta al frío tus poderes aparecerían, pero el hielo nunca estuvo dentro en mis planes.

— ¿Qué te hacía pensar que podría controlar el fuego Vördr?.

—Bueno...tu padre y tu madre, durmieron juntos cuando yo vivía dentro de él. Era probable que hubieras heredado el fuego.

— ¡Por favor basta! — Exclamo con pudor — No quiero imaginar a mis padres...en esas...situaciones.

— No debes sentir vergüenza por ello, ¡Es natural!

El ambiente pasó de ser bastante serio a ser uno bastante incómodo para mí.

— ¡Ya lo sé!, pero no quiero escucharlo — Mi cara se vuelve roja.

— Ya no eres una niña Iduna, no deberías sentir vergüenza por éstas cosas.

— ¡Por favor!, ¡No me humilles así! — Reanudo mi marcha avergonzada.

— Esta bien, esta bien — Ríe en tono de burla.

Al retomar nuestro camino, pasado los minutos, no dejo de volver a sentirme mal por lo ocurrido con Gothel. La culpa me consume, Helheim ha sacado lo peor de mí, mis emociones están al límite. He violado la primer ley de los Northuldrans:  convivir en armonía con todos los elementos y los seres de la tierra.

Ya no sé quién soy, ¿Tanto odio tengo acumulada dentro de mí?, ¿Realmente este es mi verdadero yo?.

De repente un escalofrío irrumpió por todo mi cuerpo.

— ¡Hela!, ¡Hela!, ¡Hela! — Se escucha la voz de un hombre.

— ¿De dónde viene? — Pregunto a Vördr.

— De aquel pasadizo — Apunta entre el espacio de dos casas, en un lugar oscuro y desolador, allí una figura de un hombre yace sentado apoyado en la pared — Es ese loco otra vez, nadie sabe su nombre, ha estado allí por casi 19 años sin hablar con nadie, repitiendo el nombre de Hela una y otra vez.

— Dame un momento, debo hablar con él.

— ¿Por qué?

— No lo sé, algo me dice que debo hacerlo.

— Esta bien, no te demores y ten cuidado.

— Suenas igual a mi padre, ¿Lo sabías? — Libero una suave carcajada.

— Por favor, es por tu bien Iduna — Vördr se muestra ligeramente molesto por mi comentario — Creo que debería cambiar de apariencia, si su propia hija dice que me parezco a él, tendré que realizar un cambio.

— Ya quiero ver eso — Volteo y me dirijo hacía donde proviene la voz.

— ¡Hela!, ¡Hela!, ¡Hela! — Oigo nuevamente ese lamento.

Me muevo con preocupación entre la niebla hasta llegar en frente de ese tenebroso pasillo.

— ¿Disculpe?, ¿Se encuentra usted bien? — Distingo la figura de ese hombre, lleva una capucha negra consigo, lo que le permite ocultar su cuerpo y su rostro.

¡Cruaaac! ¡Cruaaac!

Una vez más oigo a los cuervo.s Su graznido hace que se me pongan los pelos de punta.

No recibo respuesta de aquel hombre, me acercaré lentamente, mientras desenvaino lentamente mi cuchillo de mi cintura.

Mis pasos son controlados y precisos, ya cuando estoy a casi un pie de ese hombre, éste levanta rápidamente la vista con gran susto.

— ¿Hela? —  Fue lo primero que me dijo.

Mis ojos se ensanchan al verlo de mucho más cerca.

Esto puede ser una mala broma, pero yo conozco a este hombre de avanzanda edad, de barba blanca y su cabello del mismo color, tal vez ahora son más extensas, pero aún así lo reconocería en donde fuera. Ha pasado mucho tiempo desde que lo vi, los Northuldrans solían hablar de él con bastante frecuencia...

...su nombre es Kol.

— ¿Eres Kol no es así?, eras un hombre considerado sabio por mi pueblo — Ofrezco mis respetos.

Su mirada luce pérdida, tal vez el sorpresivo impacto de que alguien haya mencionado su nombre en mucho tiempo le impida expresarse con claridad.

Al no recibir respuesta, trato de entablar una conversación con él:

— Esto te puede sonar algo incómodo, pero mi nombre es Iduna y soy hija de aquellos que te derrotaron en el Bosque Encantando hace 19 años.

De inmediato, Kol tembló y realizó un movimiento dispuesto a levantarse y salir de allí.

— ¡Espera! — Sostengo sus manos — No debes huir, puede que te parezca extraño, pero hay algo que debo decirte. Mi padre, siempre quiso agradecerte lo mucho que hiciste por él, tal vez no lo entiendas, pero permíteme explicarte por qué(...)

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Lo recuerdo muy bien, era un niña de 10 años, estaba sentada, sola, a las orillas del extenso río que pasaba por el Bosque Encantando.

Era el ocaso del día, el color anaranjado cubría todo el cielo. El viento se dejaba sentir con fuerza.

Yo observaba los peces que nadaban.

Estaba triste, lloraba por que nadie quiso ser pareja conmigo en el pastoreo de renos.

Algo muy trivial si lo veo en retrospectiva, pero muy importante para mí en ese entonces. Allí notaba el rechazo que producía entre mis compañeros y que en ese entonces no entendía del todo.

— ¡Iduna!, ¡Iduma! — Escuché la voz de Papá. En ese momento, pensé en correr, pero no quise, era Papá y solo necesitaba algo de consuelo.

Esperé a que él llegara. Cuando me reconoció, se me acercó y me habló:

— ¿Qué haces aquí Iduna?. Te he estado buscando por todos lados.

— Estoy bien... — Respondí cabizbaja.

— ¿Qué ocurre hija mía? — Sin pensarlo me abrazó con cariño.

— Papá, ¿Por qué no le agrado a los demás?.

— ¿A qué te refieres?

— Todos me ignoran, nadie quiere jugar conmigo, no tengo amigos. Me dicen que soy diferente. Me gustaría regresar a Arendelle.

Aún recuerdo su expresión. Tenía un nudo en la garganta, como si quisiera decir algo, pero no encontrase las palabras correctas para decírmelo.

— Eso no será posible, Mamá es la líder de aquí, ¿Lo recuerdas?, ella no puede abandonarlos, la necesitan mucho.

— ¿Por qué no podemos irnos?

— Ella es el quinto espíritu, es el puente entre nosotros y los seres elementales.

— ¿Y no podría irme contigo?

— No, yo también debo quedarme aquí, ellos también me necesitan en caso de que haya una guerra.

— ¿Por qué te necesitan, si no ha habido guerras desde hace años?

— ¿Recuerdas cuando eras niña y el Bosque estaba cubierto de niebla y habían muchos relámpagos?

— Sí — Contesté.

— Junto a Mamá salvamos a todos de ese hechicero llamado Kol, ellos nos han dado un nuevo hogar donde vivir.

— ¿Pero por qué no les agrado? — En ese momento estuve a punto de llorar al sentirme frustrada.

— No te comprenden, eres linda, inteligente, todos desearían ser como tú.

— Pero ellos me dicen que no soy una Northuldra.

— Tú ya eres una Northuldran Iduna, lo heredaste de tu Madre y de tu abuela, pero todavía tienes mucho que aprender, ellos saben cosas que tú no. Tú eres especial sin importar lo que digan los demás — Me levantó y me abrazó como cuando era una bebé — Mañana te enseñaré a utilizar mi ballesta, ahora aprenderás algo que ellos no saben y estarán a mano, ¿Entendido?

— ¿De verdad me enseñarás? — Admito que me sentí muy emocionada, era un arma que me facinaba, era tan moderno en comparación a las lanzas que usaban los Northuldrans.

— Sí, pero ¿Me prometes que no estarás más triste?.

— ¡Lo prometo Papá! — Lo abracé con mucha fuerza.

Aunque sentí un gran alivio, por dentro me sentía igual, no podía entender el por qué el rechazo hacía mí.
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Durante los años sentí mucha curiosidad por saber como Papá y Mamá derrotaron a ese hechicero llamado Kol.

Obviamente nadie me contaría la historia, así que decidí preguntarle a Papá directamente.

— Llevas tres tiros seguidos en el blanco — Me comentó sorprendido por mi destreza. La flecha estaba incrustada de forma certera al blanco de madera que sostenía el árbol. Era un día muy otoñal.

Ya habían pasado dos años de aquella conversación a la orillas del río.

Papá me enseñó todo lo que sabía sobre el manejo de la ballesta, comprendí por que fue designado como oficial ballestero en Agder, sus conocimientos y su destreza con aquella arma era realmente fascinante.

A partir de ese entonces pratiqué de forma sagrada todos los días, confeccionaba mis propias flechas y me quedaba hasta altas horas de la noche disparando al blanco.

Gracias a ello, olvidaba por un momento el trato que seguía recibiendo de los demás.

— Gracias Papá — Sonreí.

— Algún día serás una gran ballestera Iduna, nunca había visto a nadie aprender tan rápido como tú — Noté su rostro lleno de orgullo.

— ¿Puedo preguntarte algo?

— ¿Qué deseas saber?

— Me gustaría saber como venciste a Kol, he oído que era un hechicero muy poderoso y que podía entrar en los recuerdos de los demás. Yo era muy pequeña cuando eso ocurrió

— Es una historia muy larga, hay muchas cosas que debes saber antes de llegar hasta Kol, pero estoy dispuesto a contarla.

Caminamos hasta encontrar unos troncos donde pudiéramos sentarnos sin interrupciones.

— Bien Iduna, esta es la historia — Miró hacia el horizonte y narró — Mamá te ha contado sobre como la salvé de esa bruja llamada Gothel en Vardo, ¿Verdad?.

— Sí — Respondí entusiasta.

— Justo antes de decidir salvar a tu madre, envíe a Olaf a Arendelle para que el Reino decidiera mandar una flota a ese lugar en caso de que no sobreviera allí.

— ¿Por qué, si no podrían salvarlos? — Interumpí — Hay una gran distancia entre Arendelle y Vardo.

— Sinceramente, quería venganza, quería que la muerte de Elsa no fuera en vano. Por suerte, pudimos salir de allí, pero la flota siguió su curso y ya era demasiado tarde. Finalmente la tropa desembarcó en la isla, no quedó ninguna bruja viva que habitaba en ese lugar tan desolado, todas perecieron. Eso me trajo consecuencias, Arendelle había cambiado, realizamos algunas reformas por lo que me gané el odio de casi todos los habitantes del Reino Por mi culpa un grupo rebelde gestó un atentado contra tu madre y fui atacado a las afueras cuando marchaba con un ejército para encontrarme con tu tío Hrolf. Me sentía mal, creí que había cometido el peor error de mi vida, por mi cabeza estuvo la idea de que jamás debí haber conocido a Elsa, mis acciones la ponían en peligro. Así fue como llegó Kol, me ofreció viajar al pasado y corregir mis actos, grave error, fui engañado. Después de que Pabbie me despertara de un largo sueño en la que Kol me había inducido, le conté a tu madre la verdad, que quería evitar que ambos nos conociéramos. Viví por unos meses en Agder, lejos de casa, había decidido abdicar para proteger a Elsa. No sé si recuerdas eso.

— Si, lo recuerdo — Tuve un nudo en mi garganta, era muy pequeña, pero recordaba como solía buscar a Papá por el castillo y él no estaba por ningún lado. Estaba muy triste al no encontrarlo.

— Cuando estaba en Agder, recibí una carta, supe cuando volví que Elsa era el quinto espíritu, quería estar con ella aquí, pero no fue fácil. También había una profecía, una gran batalla se desataría y eso nos incluía a Kol y a mí. Fue una batalla muy difícil, pero tu madre y yo salimos victoriosos.

—¿Cómo?, ¿Pudiste vencerlo así nada más?.

— No exactamente — Hubo un silencio, su rostro estaba pensativo, como si quisiera recordar algo — Algo ocurrió, Kol no pudo utilizar todo su potencial, su fuerza parece haberse debilitado, solo recuerdo que antes de acabarlo pronunció el nombre de la Diosa Hela.

— ¿La Diosa Hela?

— Sí, Kol dijo algo sobre un trato, realmente no logro recordarlo bien — Se tomó la cabeza intentando recordar aquel momento — ¡Rayos no logro recordar!.

Hubo un silencio entre nosotros, hasta que decidí hablar:

— ¿Le guardas rencor a Kol por todo lo que te hizo?.

— No, no lo creo — Me mostró una sonrisa —  Pude comprender mejor a Elsa y a Anna, viví cosas que no habría vivido de ningún otro modo. Me hizo valorar lo que tenía,  que tú y Elsa eran lo más importante para mí. Si pudiera mirarlo a los ojos...creo que le diría... gracias.

——————————————————————————————————————————————————————

—(...)esas fueron sus palabras.

Kol me observa con un suave brillo en sus ojos, un brillo similar al ver la esperanza.

— Al estar en Helheim...me di cuenta de todo el daño...que les hice a los demás — Tiene ciertas dificultades para comunicarse — Pero al escucharte…me haces sentir mejor… has aliviado mi dolor.

— Quiero preguntarte algo. ¿Qué ocurrió cuando perdiste contra mi Padre?, ¿De qué modo Hela está involucrada?

Su mirada era de terror, su rostro formaba una expresión de pánico.

— Escuché su voz antes de morir…ella había roto el trato que hicimos…todo mi poder lo perdí en un segundo…

—¿Qué fue lo que te dijo?

— Que alguien como yo jamás podría gobernar…que no merecería su bendición…y me despojó de todo lo que tenía…lo quería todo…ella vió mi ambición y no pude contentarla.

Como un misterio sin resolver, ahora tengo más razones para visitar a la Diosa Hela.

Si Papá quisiera estuviera aquí, tendría más preguntas que hacer que las que puedo hacer yo ahora.

— Gracias Kol, me has ayudado mucho — Muevo mis manos, realizando movimientos circulares. Así era como los Northuldrans bendecían a su pueblo antes de realizar los trabajos en la tierra. Se creía que daba suerte a a aquellos hombres de corazón puro.

Kol no puede evitar soltar algunas lágrimas.

Es la misma sensación cuando buscas el consuelo en alguien que amas y que te diga «Todo estará bien».

Me alejo del pasillo y regreso de vuelta donde Vördr.

Mi corazón se siente mejor, es como si hubiera recibido una purificación también.

— ¿Vördr? — Pregunto al no verlo. Miro por todos lados y no lo veo por ningún lado.

—¡Vördr! — Grito nuevamente.

La niebla es más densa ahora, lo que me impide ver con más claridad. Mi mente piensa lo peor.

— ¡Boo! — Siento a Vördr tocando mi hombro detrás de mí.

— ¡Ah!. ¡Idiota! — Doy media vuelta.

— ¿Qué te parece?

Estoy algo confundida, el rostro de Vördr no luce igual al de mi Padre, ahora es diferente, su cabello es más largo, su rostro está más marcado, lo que combina con sus hermosos ojos rojos y sus labios de color negro.

— Yo…este…te ves bien — Miro avergonzada hacía el otro lado.

Mi corazón palpita con fuerza.

— Sabría que te gustaría, ya no me parezco a tu padre en lo absoluto.

— No…ya no — Tengo problemas para mirarlo a los ojos, ahora es bastante atractivo.

— Ya es hora de irnos, debemos visitar a Hela. Y de camino me contarás como te fue con ese hombre.

— No me lo creerás, pero ese hombre era un Northuldra —  Inicio mi marcha.

— ¿Qué de verdad?

— Sí, te contaré todo.

Por una extraña razón, me siento mucho más pura. Hablar con Kol me hizo sentir mejor.

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