9. Olivia - Bajo la intensidad de la lluvia
Salgo a toda prisa por la puerta abatible que conduce al estacionamiento del Night Affair, intentando poner en orden el torbellino de pensamientos que me asedian en estos momentos, pero todavía siento una fuerte presión en el pecho y tengo el corazón martilleándome con violencia entre las costillas.
Estoy algo mareada y me tiemblan las piernas. Me detengo unos segundos, apoyándome con una mano contra la fría pared de hormigón del exterior para serenarme e intentar recuperar la compostura.
El estacionamiento está lleno de coches y vacío de personas. Todo permanece en calma y no hay nada más que el runrún amortiguado de la música que suena desde el interior del local. La brisa nocturna me zarandea el cabello, y las puntas me hacen cosquillas sobre los hombros desnudos.
No entiendo por qué tengo tantas ganas de llorar, si ya sé que este es su trabajo. ¿Qué esperaba? ¿Llegar aquí y verlo tan solo tocando las palmas? Esto es a lo que Cameron se dedica, pero igualmente le habría prendido fuego a todo el escenario cuando he visto su cuerpo moviéndose sobre el de Yanira de una forma tan... tan...y a ella comiéndoselo con la mirada de una forma tan... tan... Ni siquiera soy capaz de recrear la escenificación en mi mente. Me duele lo que he visto; de una forma casi inexplicable.
Soy idiota por haber venido a este sitio a buscarlo.
Trato de avanzar, pero siento una opresión horrible en el pecho, que me obliga a intentar respirar profundo y, al hacerlo, me percato de que me escuecen muchísimo los ojos. Inevitablemente se me llenan de lágrimas. ¿De dónde demonios me sale esta vena de celos enfermizos? No me gusta ser así. No me gusta nada sentirme así. Yo estoy por encima de toda esta mierda, pero la imagen casi hipnótica de ellos dos bailando como si fuesen a fundirse el uno en el otro sobre el escenario, me corta las entrañas como un cuchillo.
Dios mío... yo con mis malditas inseguridades y trastornos emocionales.
Igual debería buscar ayuda con eso.
Cierro los ojos unos instantes y cuando consigo calmarme un poco, abro el bolso en busca de un pañuelo desechable. Necesito limpiarme las lágrimas que me han mojado las mejillas.
Doy un respingo cuando oigo la puerta metálica que cruje al abrirse de golpe detrás de mí y me tiembla hasta el alma cuando escucho su inconfundible voz pronunciando mi nombre.
—Olivia... —jadea.
Me vuelvo hacia él.
Mis ojos se encuentran con los suyos. Me dirige una mirada penetrante, potente y oscura, pero con un halo de tristeza infinita que me destroza. Puedo ver en sus ojos los muros invisibles que nos separan y no me refiero al plano físico. Sin duda, cometí un grave error al traicionar su confianza y le he hecho daño. Lo veo en sus ojos, es su expresión.
Me quedo callada y me doy cuenta de que se me ha formado un molesto nudo en la garganta. Transcurre un largo silencio antes de que pueda hablar.
—Lo siento... yo... no debí venir —es lo único que se me ocurre decir.
Realmente ha sido una muy mala idea venir hasta aquí esta noche. No sé en qué estaba pensando. El Night Affair no es lugar para hablar de nuestras desavenencias, pero he tenido un día tan extraño y necesitaba...no sé. Simplemente lo necesitaba a él.
Cameron se aproxima más a mí. Alto, imponente, atractivo y también con un aspecto sombrío, con toda esa pintura negra cubriendo parcialmente su cuerpo casi desnudo. Un cuerpo grande, fuerte y como no podía ser de otra manera, para morirse.
—Por favor, no digas eso —me ruega y lo miro a través de mis ojos anegados en lágrimas—. No me gusta nada verte así.
Desconcertada, me sorbo la nariz.
—¿Así cómo? —pregunto débilmente.
—Así, llorando.
Mis dientes se hunden con angustia en mi labio inferior. Odio llorar en este momento. Lo odio. Me gustaría ser más fuerte y mostrar mayor entereza ante situaciones como esta, pero no puedo. Todo lo que me ha pasado a nivel emocional y sentimental durante todos estos años me supera y me parece tremendamente injusto. Es como si las leyes y fuerzas que rigen la naturaleza humana hubiesen determinado que yo no merezco llevar una relación sana, tranquila y normal con nadie. Toda relación amorosa que emprendo termina antes de que pueda ni siquiera despegar el vuelo.
—Es solo alergia —digo como una estúpida.
Automáticamente quiero golpearme duro por decir algo tan ridículo como eso. Sí, definitivamente ha sido el comentario más patético que he soltado en toda mi vida.
¿Alergia?
Cameron me ofrece una sonrisa triste, pero el gesto no alivia el dolor opresivo que tengo en el pecho en estos momentos.
—Tienes que entender que por mucho que me veas bailando de determinada manera, es solo porque forma parte de la actuación y de mi trabajo.
—Lo sé, lo sé —sentencio—. Y también sé que no tengo ningún derecho a preguntarte por tu vida personal.
—No, no lo tienes —me interrumpe en un tono seco.
—Ya lo sé —me apresuro a añadir con la voz pastosa.
Sus palabras me machacan el corazón y por un segundo temo que vaya a desquebrajarme frente a él. Cameron me mira muy serio y da un paso más al frente. Su inconfundible y agradable olor a sandía me inunda la nariz. Sus labios se separan para hablar y la nuez le baila en la garganta antes de decir:
—Y, sin embargo, te daría todas las explicaciones que tú me pidieses.
De inmediato, el corazón me da un vuelco y siento una emoción extraña reflotar de la nada.
Lo ha dicho en un tono de profunda sinceridad, como si fuese una verdad universal incuestionable o inquebrantable. Toda yo empiezo a temblar. Un temblor que no se debe únicamente a que ha empezado a refrescar aquí afuera.
—Pero aun así, seguiría sin tener derecho a reclamarte nada... —Agacho la mirada hasta el suelo—. No después de mi falta de sinceridad contigo y... —Carraspeo al notar que la voz se me quiebra.
Se me pega un poco más. Sus pies descalzos rozan la punta de mis sandalias.
—Creo que ambos nos debemos una explicación.
Levanto la cabeza y lo miro de hito en hito. No esperaba que me dijera algo así. No esperaba que me fuese a poner las cosas tan fáciles para mantener un diálogo pacífico y mucho menos, después de como acabaron las cosas entre los dos la última vez que nos vimos. Esto me demuestra una vez más que es sumamente maduro para su edad y que tiene una admirable capacidad de evaluar las cosas con calma después de la tormenta.
En estos momentos podría estar recriminándome muchas cosas. Podría estar molesto, rabioso, lleno de reproches e incluso podría ser desagradable conmigo, pero en cambio se mantiene sereno y neutro.
Con cuidado, coloco una mano en su pecho caliente y todos los músculos de mi cuerpo se tensan ante el contacto. Puedo sentir el retumbar frenético de su corazón bajo la palma de mi mano. Cameron agacha fugazmente la cabeza para mirar el punto exacto donde nuestra piel entra en contacto y después levanta la mirada hasta mis ojos para observarme en silencio.
Casi me desmayo de lo vulnerable que me siento ahora mismo. Mis sentimientos son como un volcán a punto de entrar en erupción. Todo en mi vida es muy confuso en estos momentos. Sé que le quiero, de eso no tengo dudas, pero también sé que mi pasado con Tyler no está enterrador y que no sé descifrar con exactitud lo que me hace sentir. Estoy aterrada por la situación.
—Cameron, yo... necesito disculparme contigo. No debí mentirte ni ocultarte que Tyler había regresado a Nueva York, pero no sabía cómo te lo ibas a tomar y...
Con la palabra todavía en la boca, alarga su mano, rodea mi muñeca y tira de mí. Mi cara aterriza en su pecho. Dios mío, su pecho duro, masculino y perfectamente esculpido, que jamás dejará de impresionarme. Cameron me atrapa en un abrazo envolvente del que es imposible escapar. Toda su corpulencia inunda mi espacio vital y lo inyecta de una tranquilidad que mi alma reclamaba a gritos.
—Te he echado de menos, Oli —susurra en un tono muy suave sobre mi pelo.
La sensación de escuchar esas palabras en este instante es sencillamente impactante. Me aturde hasta la médula y más, siendo estrechada por sus brazos con todas sus fuerzas. Parpadeo para no llorar, pero fallo escandalosamente y los ojos se me vuelven a llenar de lágrimas.
No esperaba que esto pasara. De hecho, no esperaba que nada de todo esto pasara. Cameron abrazándome y diciéndome que me echa de menos cuando más destrozada me siento.
—Yo también te he echado de menos —le confieso entre sollozos.
Debido al llanto no me salen casi ni las palabras.
—Está bien. Cálmate. —Me abraza con más fuerza, hasta el punto de dejarme sin respiración—. No quiero que te disgustes así.
—Lo siento —murmuro con la cabeza pegada a su pecho—. Quiero hablar sobre lo sucedido contigo. Quiero explicarme. Necesito que entiendas las cosas.
Él se separa un poco de mí.
—Tal vez deberíamos irnos de aquí para poder hablar con tranquilidad, pero primero debería cambiarme.
Asiento despacio.
—¿Has venido con tu coche?
Vuelvo a asentir.
—Pues dame diez minutos para que me vista y nos vamos, ¿de acuerdo?
—Sí... —digo aturdida.
Dicho esto, Cameron se da la vuelta y vuelve a entrar por la puerta metálica del local. Me quedo apoyada contra la pared de hormigón, con los brazos cruzados sobre mi pecho para atenuar el frío. Justo en ese momento mi teléfono me avisa de que he recibido un mensaje. Saco el iPhone del bolso y compruebo que es de Grace.
Grace: —¿Estás bien? Esta tarde he preguntado por ti en la oficina y me han dicho que te habías marchado a casa. Me ha extrañado que te fueras sin avisar.
No le contesto. No puedo. Hace demasiado frío aquí fuera y me tiembla todo el cuerpo, así que vuelvo a guardar el teléfono en el bolso. La llamaré cuando llegue a casa.
Unos minutos más tarde, Cameron vuelve a salir por la puerta metálica. Tiene el pelo húmedo, y un agradable y mucho más intenso aroma a champú llega hasta mi nariz, por lo que entiendo que se ha dado una ducha rápida antes de vestirse.
—Lo siento. He tardado un poco más, porque la pintura negra me ha costado bastante trabajo quitármela del cuerpo —se disculpa.
—No pasa nada.
—¿Dónde tienes el coche? —pregunta echando un vistazo por todo el aparcamiento.
—Allí. —Le señalo mi Mercedes Clase A aparcado junto a una farola parpadeante que amenaza con fundirse en cualquier momento.
Me meto en el coche y enciendo el motor. Cameron se sienta en el asiento del copiloto y pone en marcha la calefacción para que el interior del automóvil se caliente un poco. Deja su mochila entre sus piernas y se abrocha el cinturón.
Un minuto después salimos de la zona de estacionamiento del Night Affair, pero me surge una duda.
—¿A dónde vamos? —pregunto con inquietud mientras giro el volante para incorporarme a la autovía.
—Podemos ir a tu casa o a la mía. Lo que quieras.
Me muerdo el labio, nerviosa y preocupada. No sé si me emociona mucho la idea de compartir un espacio tan poco neutro con él. Prefiero que tengamos una conversación en algún sitio más público.
—Preferiría ir a alguna cafetería o bar.
—Como quieras —señala mirándose en el espejo retrovisor y echándose el pelo mojado hacia atrás.
Muevo los dedos con nerviosismo sobre el volante de cuero, apenas soy capaz de quedarme quieta. Podríamos ir hablando por el camino, pero no sé ni por dónde empezar la conversación. Entonces, Cameron interrumpe el incómodo silencio que estaba reinando en el interior del coche, y dice:
—Quieres ir contándome por qué estabas cenando con Tyler la semana pasada?
El sabor amargo de la bilis regresa a mi boca como un rayo. Suspiro en voz alta, incapaz de ordenar los pensamientos para darle una aclaración contundente de los hechos. Instintivamente, conduzco el coche a un área de servicio junto a la carretera y detengo el coche frente a una gasolinera. No puedo hablar de esto mientras que voy conduciendo.
Desvío la cabeza hacia su lado y nuestras miradas se encuentran.
—Yo no sabía que Tyler estaba en la ciudad. De hecho, se presentó en mi apartamento por sorpresa, justo un rato antes de la hora en la que habíamos quedado para nuestra cita. —Empiezo a explicarle.
Cameron, automáticamente frunce el ceño.
—¿Sabe dónde vives? —Sus ojos me queman viva y estoy obligada a contestar rápido.
—Lia debió de decírselo.
Nos quedamos en silencio un rato, hasta que me atrevo a seguir con mi explicación.
—El caso es que, al reencontrarme con él, todo fue muy... fue muy... —Se me quedan atragantadas las palabras—. No sé. Fue muy extraño, la verdad. No podía creer que de verdad estuviese ahí, en la puerta de mi apartamento. Nos dimos un abrazo y luego lo invité a pasar.
Cameron se tensa, aunque se mantiene aparentemente tranquilo.
—¿Lo dejaste entrar en tu casa? —Parece más un reproche que otra cosa.
—¿Qué querías que hiciera?
—No sé. ¿Haberle cerrado la puerta en la cara tal vez? —dice con sarcasmo.
Niego cabizbaja. Desde su punto de vista, él lo ve todo mucho más fácil, porque para él no hay recuerdos ni emociones en juego. Cuando alguien te produce la más absoluta indiferencia, es fácil tomar decisiones drásticas sin que te tiemble el pulso.
—Cameron, así no funcionan las cosas.
Supongo que en algo se tenía que notar que todavía es muy joven e impulsivo.
—¿Ah no? —dice cansado y molesto—. ¿Y cuando tú lo llamabas suplicándole y él te colgaba el teléfono? ¿Ahí sí funcionaban las cosas así o cómo?
Conforme va hablando, yo me voy hundiendo más en el asiento del coche. Me quedo mirándolo sin saber qué responder a eso. Quizá tenga razón y Tyler no se merecía ser escuchado, pero de algún modo, hice lo que mi corazón me pedía. Tyler y yo necesitábamos hablar de muchas cosas y todavía creo que tenemos bastantes asuntos pendientes, pero eso Cam no lo entiende porque no va con él.
Me atraviesa con la mirada. Está molesto, pero se mantiene a raya, cosa que agradezco.
—Sé que mi decisión no te parece justa o correcta, pero es la que tomé en ese momento. —Arrastro las palabras y tras una corta pausa, pregunto: ¿Quieres que continúe explicándote lo que pasó o prefieres seguir protestando por todo?
Sus ojos se estrechas de forma especulativa, pero finalmente asiente y hace un gesto con la mano para que continúe hablando. Las luces fluorescentes de la gasolinera se reflejan en su rostro oscuro por la falta de iluminación en el interior del coche.
—Tyler me dijo que quería hablar conmigo y yo le contesté que no podía en ese momento. Además, le subrayé en varias ocasiones que debía marcharse, pero insistió en que teníamos que mantener una conversación. —La boca de Cameron se tensa en una fina línea, pero no dice nada y me deja seguir hablando—. Entonces fue cuando me llamaste por teléfono y la cosa se puso más tirante entre los dos. Debió darse cuenta de lo nerviosa que me había puesto con tu llamada, porque rápidamente me preguntó si el que me estaba llamaba era mi novio.
—¿Y qué fue lo que le contestaste? —pregunta en un tono casi castigador.
Me mira con los ojos ardiendo en llamas. Por un segundo, agacho la mirada hasta mis dedos anudados sobre mi regazo. Total... ya sabe lo que le dije, no sé por qué actúa así.
Allá voy...
—Le dije que no.
La rabia destella de forma inmediata a través de su expresión. Se pasa una vez más las manos por el pelo húmedo y maldice por lo bajo.
—No sé por qué no me sorprende —gruñe irritado.
Dejo caer la cabeza hacia adelante y me siento un poco culpable. Sé que no debí negarlo ante Tyler, pero en ese momento es lo que me salió contestarle.
—Como ya te dije, no creí que lo nuestro fuese tan oficial —hago una pausa y levanto la vista para mirarlo—. Al menos no todavía.
—Espero que por lo menos le informases de que había alguien en tu vida —se limita a decir.
—Le dije que había quedado con un amigo.
Puedo ver la decepción en su cara.
—Claro, solo un amigo... Porque somo eso, ¿no? Solo amigos.
El pánico me atenaza la garganta.
—Lo siento —me disculpo, porque no sé qué otra cosa decir.
—¿Qué es lo que sientes exactamente, Olivia? —Su ceño se profundiza—. ¿Sientes haberme mentido? ¿Sientes haber desairado lo nuestro? ¿O directamente sientes haberme conocido?
Me quedo en silencio mirándolo fijamente. Hay una clara acusación implícita tras sus palabras y eso me duele. ¿Cómo puede pensar que me arrepiento de haberlo conocido? ¿Cómo puede llegar a pensar algo así?
—Eso ha sonado realmente injusto por tu parte, porque sabes perfectamente que no es así.
—¡¿Ah, no?! —estalla en un arranque furioso desde su asiento y yo me sobresalto—. ¿Y entonces por qué no le constaste la verdad a él? ¿Por qué no le confesaste que no somos dos simples amigos? ¡Dime! Te recuerdo que los amigos no se acuestan juntos, joder. Te recuerdo que los amigos no se dicen "te quiero" cuando están desnudos en una cama. Te recuerdo que...
—¡Ya me he disculpado por eso! —lo corto de un grito—. ¿Qué más necesitas? ¿Qué me arrodille ante ti?
Me clava una mirada dura, tensa la mandíbula y, tras unos segundos, golpea el salpicadero del coche con la mano cerrada en un puño.
—¡Maldita sea! Lo único que esperaba, era un poco de sinceridad por tu parte.
El pulso se me dispara y lo miro con los ojos abiertos de par en par.
—¿Qué sinceridad? ¿De qué maldita sinceridad hablas, Cameron? ¿De esa donde no me cuentas que Tyler me ha llamado por teléfono y donde bloqueas su número para que no me pueda volver a llamar? ¿Hablamos de esa sinceridad?
El ambiente entre los dos es tenso y cargado de reproche. Cameron respira hondo y contiene el aire un instante en sus pulmones, tratando de serenarse un poco. Todo se queda como suspendido en el aire hasta que dice:
—Eso estuvo mal, pero lo hice porque no quería verte sufrir más por él —contesta algo menos alterado.
Tomo aire por la boca y mentalmente cuento hasta tres a fin de evitar soltar una palabrota horrible.
—Igualmente no fue un gesto honesto por tu parte. Me da igual el motivo que te llevó a hacerlo, estuvo mal. Como también estuvo mal que yo te mintiese. No quería que te enfadases conmigo y tampoco sabía cómo decirte por teléfono que Tyler estaba en mi casa. Pensé que, si lo hacía, enloquecerías. —Me echo hacia atrás, apoyando la cabeza en el asiento, y cierro los ojos—. La verdad, creí que esa noche me quedaría en casa hablando con Tyler de las cosas que nos pasaron hace cinco años, pero él prefirió salir a tomar el aire y finalmente acabó convenciéndome para cenar en ese restaurante donde nos encontraste. Ahora, contándotelo a ti, me doy cuenta de lo estúpido que fue por mi parte acceder a eso, pero quiero que sepas que en ningún momento quise hacerte daño. —Ladeo la cabeza y lo miro muy seria con la intención de expresarme con la mayor sinceridad posible—. Sabes que nunca haría nada con intención de lastimarte, Cameron.
La expresión de su rostro cambia en cuestión de segundos cuando relaja las facciones. Nos quedamos callados un rato largo, sin decir absolutamente nada, dejando que el silencio que reina dentro del coche sea cómplice de este instante de reflexión individual. Cameron interrumpe el momento al levantar su mano hacia mí y colocarme un mechón de pelo detrás de la oreja. Ese pequeño roce de sus dedos y de apenas unos segundos provoca que mi corazón salte con violencia. Para disimularlo, me muerdo el labio inferior y le sonrío con timidez. Él me observa detenidamente y con tanta persistencia que me sonrojo.
Cameron deja caer su mano sobre mi regazo y agarra mi mano con fuerza. Sus dedos están calientes como el fuego en contraste con los míos que parecen cubitos de hielo. Los entrelaza con los míos y los aprieta. Trago saliva y me quedo mirando su mano unida a la mía, mientras que su pulgar acaricia suavemente mi piel.
—Estás muy guapa —murmura, barriendo mi cara con su mirada.
Sacudo un poco la cabeza.
—No es verdad. Estoy horrible.
No necesito mirarme en el espejo retrovisor para saber que tengo ojeras, los ojos rojos y la nariz hinchada.
Él sonríe con la cabeza gacha, con esos ojos marrones y brillantes que pueden resplandecer tan aterradores como extraordinarios lucen en este momento.
—A mí siempre me vas a parecer preciosa —asegura guiñándome un ojo.
Me quedo embelesada mirándolo, sé perfectamente que es un Atractivo Cabrón en potencia, pero a la vez tiene este lado extremadamente dulce y atento que únicamente lo saca a relucir conmigo y que me encanta.
De repente, lo oigo suspirar, tira de mi mano y me arrastra hasta su cuerpo por encima del freno de mano. Cameron pasa su brazo por encima de mis hombros y yo apoyo mi cabeza en su pecho. Guarda silencio, con el rostro serio y mirando hacia el horizonte a través del parabrisas del coche. Cierro los ojos y me dejo llevar por este momento tan agradable. La paz ha regresado entre los dos y no puedo evitar suspirar con alivio. Comienza a acariciarme el pelo hasta que me aparta el cabello a un lado y sus labios se pasean por mi cuello originándome un delicioso cosquilleo con su aliento sobre mi piel.
Deseo contarle a Cameron que Tyler ha entrado a trabajar hoy en la agencia de publicidad y que esta mañana, en mi despacho, me besó y yo le correspondí el beso, pero no me sale. Sé que debería hacerlo, pero no quiero estropear este momento de armonía entre los dos por nada del mundo. Hay cosas que hay que saber cuándo decirlas y cuando no.
—Cam, por favor, detente —le ruego.
Obedece, se separa un poco de mí y apoya si mano en el respaldo de mi asiento.
—¿Qué sucede? —su desconcierto lo hace parpadear.
Me encojo de hombros y me trago el temor que siento en estos momentos.
—Es sólo que... —me detengo un instante y respiro agobiada—. Es solo que necesito un poco de tiempo, Cameron.
Observo como frunce el ceño.
—¿Estás confundida?
Siento una fuerte opresión en el pecho y me cuesta un mundo llenar los pulmones de aire, pero necesito tener esta conversación con él y solo espero que me comprenda.
—No lo sé. Yo... simplemente no quiero precipitarme. Prefiero reflexionar sobre todo lo que nos ha pasado.
—¿Ya no sientes lo mismo por mí? —susurra con amargura.
—¡No! ¡Dios, no! No es eso —le aseguro—. Es solo que estoy hecha un lío y prefiero tomar las cosas con calma. Necesito un pequeño alto en el camino para pensar con claridad.
Me mira un poco desconcertado y parece estar reflexionando, hasta que dice:
—Está bien, pero quiero pedirte un favor —expone pasándose los dedos por la frente; no sé si es un gesto de inquietud o de abatimiento.
—¿Qué favor?
—No juegues conmigo, Oli. Quiero que todo lo que tenga que ver contigo y conmigo a partir de ahora, desde este mismo momento. sea tratado desde la honestidad y el respeto mutuo siempre. No más secretos ni engaños. Quiero que, si decides retomar las cosas conmigo, lo hagas con plena convicción y seguridad. No quiero un amor a medio gas, ¿entiendes? —me pide y percibo un atisbo de angustia en su voz.
—Claro... —murmuro. La voz me tiembla.
De pronto, un relámpago ilumina el firmamento, justo antes de que un ensordecedor trueno haga vibrar todo el coche. Las primeras gotas de lluvia empiezan a caer sobre el parabrisas y unas nubes muy densas y grisáceas cubren el cielo oscuro.
—No sé cuáles son tus dudas o miedos en estos momentos. No sé si todo esto es porque estás hecha un lío y no sabes si lo prefieres a él o a mí, pero sea como sea, por favor, piensa que yo sí estoy enamorado de ti y no quiero sufrir más. Esta semana en la que no he sabido absolutamente nada de ti ha sido horrible. No podía conciliar el sueño y tampoco podía dejar de pensar en ti. —Me mira con semblante intranquilo—. Eres muy importante para mí. Mucho más de lo que te imaginas.
Casi puedo sentir el dolor que brota tras cada palabra que sale de su boca.
De un salto, me abalanzo sobre él y lo abrazo con todas mis fuerzas. Siento como en un primer momento, su cuerpo se tensa por la sorpresa, pero luego me aprieta más contra él. Levanto la cabeza y acaricio su mejilla en la oscuridad.
La lluvia se intensifica y golpea con violencia el capó del coche.
—Te quiero mucho, Cameron —le aseguro.
—Lo sé. —Me sonríe con cariño y me pellizca la punta de la nariz.
Esa demostración de ternura me desarma por completo.
—Y también creo que eres el mejor chico que he conocido en mi vida —añado.
Su sonrisa se intensifica y siento que por ella merece la pena todo en la vida.
Oímos un par de pitidos extraños que nos desconciertan a los dos, hasta que caigo en la cuenta de que se trata del bluetooth del coche que está tratando de conectar una llamada entrante desde mi teléfono. El sistema de manos libres se activa y al segundo, escuchamos la voz de Grace por los altavoces.
Grace: —Olivia, ¿por qué demonios no contestas a mis llamadas? Me tienes muy preocupada. No entiendo por qué has desaparecido tan de repente de la oficina hoy. ¿Es por el beso de esta mañana con Tyler?
Pego un salto en el asiento y empiezo a tocar todos los botones de la consola con torpeza.
Grace: —¿Os habéis vuelto a besar o qué pasa? Quiero saber. Por favor, llámame cuando...
Mi dedo al fin consigue pulsar el botón de apagado.
Todo se queda suspendido en el aire. No puedo evitar el miedo tan repentino y real que me invade. Miro a Cameron desesperada y observo como su expresión se tiñe enseguida de un dolor muy profundo. Lo veo tragar saliva mientras mantiene la mirada perdida en medio de este silencio lúgubre que nos engulle a los dos. Toda mi atención de focaliza en él y en cómo su pecho se expande bajo la sudadera gris que lleva puesta.
La cabeza comienza a darme muchísimas vueltas y las piernas me tiemblan visiblemente.
Y no puedo hablar.
Ni pensar.
Ni respirar.
No puede estar pasando...
No...
Otra vez, no...
—Cameron, déjame hablar primero...
—No hay nada de qué hablar —me interrumpe con brusquedad y sin mirarme a la cara. Se me desgarra el alma al oír su voz tan vacía y fría—. Creo que está todo bastante claro.
Sus palabras me golpean de lleno y odio el silencio que le siguen. Es un silencio tenso, espeluznante y dantesco, donde lo único que se oye es la lluvia frenética y los truenos estridentes del exterior. Dentro del coche predomina su respiración descontrolada y profunda, confrontada a la mía que es acelerada y jadeante. Todo parece suceder a cámara lenta, donde todos los detalles son perfectamente distinguibles unos de otros.
De pronto, se da la vuelta y con una energía oscura que me congela la sangre en las venas, se baja del coche en medio de un diluvio universal.
—¿A dónde vas? —pregunto insegura.
No me contesta y cierra la puerta de un portazo violento. Desesperada, gruño y me bajo del vehículo yo también. En cuanto salgo del coche, el agua de la lluvia me empapa en un segundo y me cala hasta los huesos.
Corro hasta alcanzarlo, saltando por encima de los charcos y tiro de su brazo para que me mire. La lluvia se me mete hasta en los ojos, así que paso mis manos velozmente por mi cara para quitarme el exceso de humedad. Él me mira desde su altura.
—Cameron, escúchame...
—¿Es verdad? —me corta tajantemente. Me quedo un instante callada, viendo como el agua gotea desde la punta de su nariz a un ritmo vertiginosos—. ¡Te he hecho una pregunta! —chilla exigente Y yo me sobresalto—. ¿Es verdad que os habéis besado esta mañana?
Tengo un nudo estrangulándome la garganta y los nervios retorcidos en mi estómago por la ansiedad. Me siento culpable y responsable por lo que sucedió esta mañana con Tyler en mi despacho, pero hace unos minutos atrás, Cameron me ha pedido que a partir de ahora haya siempre honestidad entre los dos, así que...
—Sí... —murmuro con gran esfuerzo.
Parpadea mientras el agua se escurre por sus largas pestañas y me mira con una expresión indescifrable.
Al menos a mí me lo parece, porque me mira como si le hubiesen dicho que debe salir de un avión sin paracaídas.
—A mí me pides tiempo y a él lo besas...
Me dirige una severa mirada y abro la boca en busca de aire porque me falta, mientras que me aparto el pelo mojado de la cara.
—Cameron, no ha sido así. N... no...
Ni siquiera me escucha. Se da media vuelta y vuelve a alejarse.
¡Esper, por favor! —le ruego llena de angustia y de un salto me planto frente a él.
—¡No! —niega categórico apartándome a un lado—. Ni siquiera te haces una ligera idea de todo a lo que he renunciado esta noche por ti.
Lo miro confundida y con los ojos entrecerrados por el chaparrón que cae sobre nosotros.
—¿Qué...? ¿De qué hablas?
—De nada —dice en voz queda—. No voy a seguir fingiendo que no me duele lo que haces. He intentado ayudarte, darte lo mejor que tengo y he procurado ser paciente, respetuoso y amable, pero no me voy a quedar aquí a ver cómo me destruyes en un juego sucio. Nada de lo que he hecho por ti y de lo que te he demostrado con hechos y no solo con palabras, ha sido suficiente y me duele, Olivia. ¿Cómo te sentirías tú en mi lugar? ¿Piensas en eso? ¿Alguna vez te has puesto en mi lugar?
El terror me azota cuando caigo en la cuenta de que ni siquiera está enfadado conmigo, sino que esta decepcionado.
—Cameron...
—Solo te voy a pedir una cosa y espero que la cumplas, porque teníamos un trato al respecto y yo he cumplido con mi parte. Quiero que te presentes a la competición de baile conmigo y que sigamos con los ensayos como hasta ahora los domingos por la tarde. Necesito ganar ese concurso, para obtener el dinero que me hará mucha falta cuando me marche a Londres. Fuera de eso, te dejo que sigas con tu vida y espero que seas muy feliz, Olivia.
El miedo al ver que no entra en razón me paraliza y no me deja actuar.
Cameron echa a andar bajo un aguacero de miedo y cada paso que da sobre el asfalto inundado, siento que me falta un poco más el aire en los pulmones. Lo veo desaparecer por la carretera, cargando su mochila a cuestas. Solo tengo ganas de salir corriendo tras él, abrazarlo y suplicarle que vuelva a subirse al coche, pero estoy tan paralizada por los tiritones de frío que sacuden todo mi cuerpo que no puedo levantar los pies del asfalto.
Cameron ha desaparecido en mitad de una noche lluviosa, dejándome sola y derrotada.
Ahora sí.
Ahora sí la he cagado con él.
Ahora sí se acabó lo nuestro.
¡Hola, personitas bonitas!
🥰🥰🥰
¿Cómo estáis?
Esta vez me he dado mucha prisa para actualizar en siete días. Espero que lo valoréis 🥺
Me siento rara si no tengo que pedir disculpas por tardar en actualizar Jajajajajaja.
Vayamos al capítulo. ¿Os gustó? Olivia parece que tiene dos Pues izquierdos, la pobre. No le sale una bien.
Fue bonito mientras duró...
💀 RIP CAMLIVIA 💀
¿Será el momento de Tylivia?
¿Será verdad que Olivia a este paso se quedará sin pan y sin queso?
Ya sabéis que cada cierto tiempo me gusta preguntarlo, porque progresivamente se van sumando muchos nuevos lectores y quiero volver a hacer un recuento:
Sé honesto, sé sincero y piensa realmente con el corazón.
👉🏻 TEAMTYLER AQUÍ ♥️
👉🏻 TEAMCAMERON AQUÍ 🖤
Esta semana VUELVE A MI CAMINO alcanzó 20k de visitas.
🎉🥳🥳🥳🎉
No hay dedicatorias, pero sí quería agradecer a todos los que siguen leyendo la historia y a todos los nuevos que se han ido sumando en esta cuarentena, que han sido muchos 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
¡GRACIAS!
Pd: Las pijas lo hacen todo al revés y punto.
¡Besos enormes!
💔💔💔
Sarhanda
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