17. Cameron/Olivia - En shock

Aquí La Maléfica, reportándose. 😈
Este es un capítulo largo, así que recuerda darle mucho LOF❣️ para que actualice más rápido. 🥰😘

Me dejo caer en uno de los bancos del vestuario masculino y trato de reprimir un suspiro que exige ser liberado de mis pulmones. La verdad es que me siento agotado tanto física como emocionalmente. Llevo toda la puta semana durmiendo fatal, muy pocas horas y mantenerme en forma estos días ha resultado ser extenuante. He tratado de olvidarme de Olivia con mucho ejercicio y acudiendo todos los días a los ensayos de baile que había programados para esta semana, pero si a eso le sumamos que no he tenido nada de apetitito y que he dormido a razón de tres o cuatro horas por noche, puedo decir con toda seguridad que he llegado al fin de semana hecho una mierda. Me siento como si me hubiese pasado por encima una apisonadora. Cada célula de mi ser pide reposo.

Cody abre su taquilla a mi lado y lanza su camiseta limpia al interior, no sin antes lanzarme una mirada de reojo. Está preocupado por mí y lo entiendo, los buenos amigos es lo que hacen, pero necesito que me deje tranquilo... al menos esta noche. Sé que lo está intentando porque así se lo pedí, pero no deja de observarme como si fuese a hacer alguna estupidez y eso me irrita. No soy un puto crío y lo crea o no, sé cuidarme bastante bien yo solito.

—¿Va todo bien? —pregunta con cautela.

Asiento con la cabeza y me inclino hacia adelante para buscar mi tolla en mi mochila. Con las prisas y que tengo la cabeza constantemente en otra parte, caigo en la cuenta de que me la he olvidado en casa. Genial. Suspiro sonoramente ante la frustración por mi despiste. Ahora le tendré que pedir una a la mujer de la limpieza o preguntarle a mis compañeros si alguno tiene una que le sobre o que me pueda prestar.

—Todo bien —miento.

Mentalmente cruzo los dedos para que Cody entienda que justo este, es uno de esos momentos en los que necesito que me deje en paz, pero no corro con esa suerte.

—Y una mierda —contesta sin rodeaos—. Tienes unas ojeras que te llegan a los pies, Cameron.

Y ahí está otra vez, el amigo que ejerce de padre y que no necesito para nada ahora

—Bueno, ya sabes que llevo una semana durmiendo poco —murmuro sin mirarle y finjo que busco otra cosa en mi mochila.

Cody se sienta a mi lado y como si hubiese podido leer mi mente, me extiende una toalla limpia.

—Sí, y los dos sabemos muy por qué —dice sacudiendo la toalla frente a mi cara para que la acepte.

En ese momento, entra Alan en el vestuario con su mochila colgada sobre uno de sus hombros. Lleva los cascos puestos y cuando nos ve, sonríe con alegría y se los quita de las orejas.

—Aquí no, Cody —susurro en una súplica hacia mi amigo, pero no llego a ser lo suficientemente sutil y Alan alcanza a escuchar mis palabras.

—¿Aquí no el qué? —pregunta todavía con la sonrisa plantada en su cara.

Tanto Cody como Alan son mis mejores amigos, pero a Alan no se le pueden contar ciertos problemas personales y mucho menos si tienen que ver con lo sentimental. Es como si no tuviese filtro a la hora de dar su opinión sobre las cosas y acaba siendo un puto desastre. A veces, creo que carece de empatía emocional.

—Joder, lo que me faltaba —gruño con fastidio y me inclino hacia adelante para hundir mi cabeza entre mis piernas mientras mantengo mis hombros encorvados.

Cody me da una fuerte palmada en la espalda para llamar mi atención y giro la cabeza en su dirección. Lo veo resoplar y adoptar una actitud pacífica. Es justo esa que toma cuando va a hablar como si fuese un padre responsable que va a pedirle a su hijo que sea más aplicado con los estudios o más organizado con sus obligaciones.

—Cameron, Lex ha conseguido que esta noche regrese el ojeador para el pase directo a las audiciones de baile que te pueden llevar a Londres. Me tienes preocupado porque no luces bien y tengo miedo a que la cagues, tío.

—No la voy a cagar —le aseguro sin poder ocultar el pequeño matiz de irritación en mi voz.

No me gusta que confíe tan poco en mi.

—Pues Yanira no opina lo mismo —dice arrastrando las palabras—. No sé si sabes que va diciendo por ahí que en los ensayos de esta semana has fallado más que una escopeta de feria. Que estás descentrado y descompasado, y que apuesta lo que sea a que la vas a cagar esta noche.

—¡Pues que apueste lo que le dé la gana! —me defiendo molesto—. Solo dice esas cosas porque está despechada.

—¿Despechada de qué? —pregunta inmediatamente Alan con curiosidad mientras se sienta en el banco que hay justo enfrente del nuestro.

¡Maldita sea! No me apetece para nada mantener esta conversación con ellos dos ahora. Ni luego. Ni nunca.

Suspiro y me encojo de hombros.

—No me quise acostar con ella la semana pasada y digamos que no le sentó demasiado bien.

De inmediato, los dos cruzan miradas asombradas.

—¡¿QUÉ?! ¡¿Qué no te has querido acostar con ella?! —exclama Alan tan alto que alguno de los bailarines que hay en el vestuario se giran para mirarnos—. ¿Cómo que no has querido? ¿Te la acababas de machacar o qué?

—¡Joder, Alan! —me quejo, al tiempo que lanzo la toalla que me ha entregado Cody a un lado y niego con fastidio.

—¿Qué? ¿Qué he dicho ahora? —Sus cejas se disparan al cielo—. Simplemente no entiendo cómo es que has rechazado una propuesta sexual con una mujer que está buenísima. Yo, hasta con fiebre, me he acostado con tías por no desperdiciar la ocasión, a menos que estuvieses con diarrea, claro... ahí puedo entender que la rechazases. Es una cuestión de higiene, vaya.

Parpadeo un par de veces para tratar de salir del estupor que me causan sus palabras.

—Tú lo que estás es enfermo, tío—sentencio y él sacude la cabeza.

—¡Eh, oye! Que yo no estoy enfermo —me asegura al tiempo que levanta su dedo índice a modo de aviso—. Simplemente he elegido no ir más allá de lo sexual con las mujeres y te aseguro que me va de maravilla así. Mira a lo que te lleva quedarte pillado por una tía. —Me señala y siento que ese comentario me declara la guerra.

—¿Qué quieres decir? —pregunto ahora con exasperación.

Mi amigo pone los ojos en blanco como si lo que estuviese diciendo fuese más que evidente y no precisara ninguna explicación adicional.

—Pues que desde que conociste a la chica rubia esa, has dejado de ser tú mismo. Ya ni te ríes y siempre vas con esa cara de amargado a todas partes.

—Gracias, Alan. —El sarcasmo tiñe mi voz y me saco la sudadera por la cabeza con muy mala leche—. Tus palabras son de gran ayuda.

—Cierra el pico de una puta vez —le reprende Cody con sus oscuras cejas juntadas en un ceño disgustado.

Alan cruza los brazos sobre su pecho como si lo acabasen de ofender gravemente.

—No, me me pienso callar. Estoy hasta los huevos de verle lloriqueando por las esquinas como una nenaza y además, por una tía que no vale un pimiento.

La ira calienta rápidamente mi rostro. Estoy a nada de perder el control y cierro mis manos en puños para no soltarle una hostia aquí mismo a mi amigo. Se está pasando tres pueblos con sus estúpidos comentarios de mierda.

—Cuida tus palabras —le advierto tensando la mandíbula.

Su boca se tuerce en una mueca chulesca.

—¿O qué? —me reta—. ¿Me vas a pegar? ¿Es eso, pollito? —El cabreo se revuelve con fuerza en mi estómago y cuando no contesto a sus provocaciones, sus ojos se entrecierran con sospecha—. A esto me refiero con que esa rubia te ha hecho mal. Te pasas los días deprimido y ya no eres como antes. Es como si Cody y yo hubiésemos dejado de ser tus amigos. Nos ignoras las veinticuatro horas del día, aunque vivimos los tres bajo el mismo techo. Te encierras en tu maldito cuarto, no comes con nosotros, no vienes a los ensayos con nosotros, no te sientas en el salón a ver partidos de futbol como antes... —Enumera con los dedos de su mano—. Eso por no nombrar que estás a la defensiva a todas horas y que ya no pareces disfrutar con nada, ni siquiera con el baile. ¿Sabes qué? Opino lo mismo que Yanira. Estás descentrado, colega. Has pedido el norte y vas a acabar muy mal como sigas así.

Un resoplido enfadado se escapa de mis labios.

—Estoy intentando reponerme.

Él levanta una ceja en respuesta.

—Pues espero que lo hagas pronto, porque sinceramente, no creo que esa rubia tenga la vagina de oro como para que llores tanto por ella.

Si ya estaba de mala hostia hace unos segundos, ahora no hay milagro en el mundo entero que me frene. Me levanto del banco donde estoy sentado de un salto y me abalanzo sobre Alan, el cual se balancea hacia atrás por el envite que le doy y, acaba cayendo de culo hacia atrás de forma aparatosa. Su cabeza choca con las taquillas metálicas y provoca un pequeño estruendo que retumba por todo el vestuario. Decenas de ojos se posan sobre nosotros.

La exclamación repentina de mi amigo Cody llega demasiado tarde, porque yo ya solo siento que estoy consumido por la rabia. Quiero coserle a Alan la boca a puñetazos. Estoy que me llevan los demonios.

—¡Cameron! ¡Para, tío! —Siento los brazos de Cody rodeando mi pecho y deteniéndome, porque yo ya tengo un pie puesto sobre el banco del vestuario con la clara intención de ir a por Alan otra vez.

Siento como toda mi cara arde furiosa, me tiemblan los hombros y mi visión se torna borrosa. Todo el vestuario ha quedado en el silencio más absoluto y Tino, el maquillador, nos observa con la cara desencajada mientras sostiene una brocha en su mano. Siento mucho el espectáculo que estamos dando, pero no voy a permitir que el idiota de Alan me falte al respeto de esa manera, ni a mí ni a Olivia.

—¡No vuelvas a hablar así de ella! —le ordeno a Alan echando fuego por la boca.

Mi amigo sigue tirado en el suelo y se soba la parte trasera de la cabeza donde se ha golpeado contra las taquillas. Rápidamente, Ken, uno de los bailarines que ha presenciado toda la escena, acude en su ayuda y le tiende una mano para ayudarlo a levantarse del suelo. Alan se pone en pie y me mira con recelo unos segundos.

—Qué lástima que no te des cuenta de que ella no merece la pena. La viste cenando con otro tío en un restaurante, los tres lo vimos y seguramente ahora, esté follándoselo duro mientras que tú renuncias a la vida como un cobarde llorón. Asume la puta verdad, pollito.

—¡Suéltame! —protesto al tiempo que me revuelvo entre los brazos de Cody, pero este no me libera—. ¡Te voy a cerrar la puta boca, Alan!

Tino suelta la brocha e inmediatamente se acerca hasta mí con el pánico surcando sus facciones. Sé que no le gusta un pelo ver el estado en el que me encuentro y que detesta la violencia.

—Oye, muchacho, cálmate —me dice al tiempo que coloca su mano sobre mi pecho en un gesto preocupado, porque sabe perfectamente que, si esto no se detiene ya mismo, puede acabar muy mal para todos—. Este no es el sitio correcto para perder los papeles así.

—¡La culpa es de él por provocarme! —medio grito en cólera y le lanzo a Alan una mirada de profundo desprecio.

Puedo sentir como un aura irascible me envuelve por completo como las llamas de un fuego descontrolado cuando consumen y devoran un producto inflamable. Ahora mismo no atiendo a razones. Estoy furioso de la hostia. Estoy que quiero emprenderla a golpes con todos y con todo. Tengo la adrenalina invadiendo mi torrente sanguíneo en pleno estado de ebullición.

—Aquí venimos a trabajar y a bailar, no a comportarnos como bárbaros o vikingos —asevera Tino sin parpadear—. ¡Por el amor de Dios, contrólate!

—Yo me ocupo de él —interviene Cody que suena bastante decepcionado.

Tino asiente y señala con la cabeza la puerta del vestuario, indicándole a mi amigo que me saque de aquí ahora mismo. Soy arrastrado al pasillo exterior por los brazos de Cody que me rodean con fuerza. Una vez estamos fuera, me empuja con fuerza contra la pared con un gesto de disgusto en su expresión veo la clara desaprobación de mis actos. Sé que se siente un poco defraudado por mi bochornosa actitud, pero no voy a dejar que nadie me hable de esa manera tan insolente y desconsiderada.

—¿Qué demonios te pasa, Cameron? ¡Casi le rompes el cráneo a Alan!

—¡Es un bocazas! —le espeto de vuelta y veo como el asombro transforma toda su cara pese a que, en el pasillo exterior de los vestuarios, hay muy poca luz.

—¡Sí y también es tu amigo, joder!

Una carcajada amarga abandona mi garganta.

—Si me habla así, te aseguro que no será mi amigo por mucho más tiempo.

—Pero ¿qué dices, hombre? —Cody golpea mis hombros con sus manos y mi espalda choca ligeramente contra la pared desconchada que tengo detrás—. Deja de decir estupideces.

—¡No son estupideces! —Hago una pequeña pausa y, al cabo de un par de segundos, suelto un bufido—. Para mí no lo son, joder. No voy a permitir que ese idiota haga comentarios groseros sobre una chica que es importante para mí. ¿Quién demonios se cree que es?

—Un amigo preocupado, eso es lo que es. —Se relame los labios y expira profundamente—. Mira, Alan no es un tipo delicado cuando habla. Eso lo sé yo, lo sabes tú y lo sabe todo el mundo aquí, Cameron. Seguramente le pierda la boca más de una vez y sí, es un puto bocazas, pero te aseguro que tanto él como yo estamos muy preocupados por ti y queremos que seas feliz. Nosotros no somos el origen de tus problemas, colega. Solo estamos aquí para ayudarte a levantar el ánimo.

—¡Pues no de esa forma! —Me toco el cabello y lo peino hacia atrás con frustración.

—Estoy de acuerdo contigo en eso, no de la forma en la que Alan lo ha hecho, pero tampoco ha sido correcta tu respuesta. No puedes emprenderla a golpes con un amigo, joder. Podrías haberle hecho mucho daño y ahora lo estarías lamentando, Cam. ¿Entiendes lo que te digo?

Sus palabras son como una bofetada de realidad. Cody tiene razón, estoy demasiado agresivo y supongo que la falta de sueño, concentración y la situación personal por la que estoy atravesando, me están llevando a perder el control.

—Sí. —Sueno irritado mientras hablo, pero no puedo evitarlo.

—Bien —asiente—. Escucha, ahora vete al camerino del fondo hasta que te toque salir a actuar al escenario. No quiero que te mezcles con los demás hasta después de la actuación, y menos después de todo lo ocurrido hace un momento en el vestuario. Esta noche te juegas mucho y tienes que salir con la mente abierta y despejada. No puedes cometer errores, Cameron.

—Pero todas mis cosas están en el vestuario y además...

—Yo te llevaré tus cosas luego —me corta—. Vete allí y concéntrate. Todavía te queda media hora para salir a escena con Yani y quiero que estés solo hasta entonces.

Respiro profundamente intentando recuperar mi estado de ánimo calmado. El cansancio acumulado de todos estos días atrás me supera con creces y siento que estoy lejos de ser yo mismo. Normalmente soy un tipo muy tranquilo, paciente, ambicioso y con la cabeza perfectamente asentada sobre los hombros, pero desde que Olivia llegó a mi vida, he ido perdiendo todas y cada una de mis buenas cualidades humanas.

—Si te digo la verdad, ya ni me importa que lo de esta noche salga bien o mal —murmuro en un tono abatido y sincero.

Cody me lanza de inmediato una mirada seria e intensa.

—¡Eso no lo digas ni en broma, hermano! —me reprende y sigue—. No hay nada más importante que esto. Ninguno de tus problemas, o lo que tú crees que son problemas, lo son en realidad. Vas a hacer exactamente lo que te digo. Te vas a ir al camerino ahora mismo, vas a descansar allí un rato, te vas a cambiar y vas a salir ahí afuera a comerte el mundo. Luego, todo irá bien y saldremos a celebrar que has conseguido un pase directo a las audiciones que te llevarán a Londres y, vas a empezar a reconstruir tu vida tal y como la habías planeado, ¿sí?

Al ver que no respondo de inmediato, oigo que pregunta bruscamente:

—¿Me has escuchado?

—Sí. —Lo miro y sonrío con tristeza, y me pregunto por qué me tocó en la vida un hermano tan idiota como Neal y no un hermano como él. Mi infancia habría sido tan diferente si hubiese tenido un hermano mayor protector y alentador como él...—. Gracias por no fallarme nunca, Cody.

—¿Qué dices? —se burla, volviendo a golpear mis hombros con sus manos y sonríe de oreja a oreja—. ¿No te irás a poner sentimental ahora? Joder, Cameron, eres peor que una mujer menstruando.

Arrugo la frente y me río con ganas.

—¡Cállate, capullo! —digo en un tono divertido y le devuelvo el empujón.

Cody inmediatamente rodea mi cuello con su brazo y me despeina el pelo con la otra mano.

—¿A quién llamas tú capullo? —Forcejeamos entre risas y trato de deshacerme como puedo de su firme agarre, mientras que sigue pasándome los dedos por el pelo con energía—. Repite conmigo. Cody es el mejor. No, no. Mejor di, Cody es el puto amor.

—¡Eres un idiota! —gruño en respuesta.

—Eso no es lo que te he dicho que repitas —me reprende con burla.

—Chicos, el pasillo no es sitio para vuestros jueguecitos. Podríais hacerle daño a alguien sin querer —nos reclama Lex, que justo en ese momento pasa por ahí acompañado por un par de tipos con traje chaqueta y corbata.

Cody me suelta rápidamente y yo me arreglo el pelo como puedo con los dedos, tratando de parecer lo más decente posible. Los dos hombres llevan ropa de firma, zapatos caros y corbatas brillantes, así que intuyo que son ojeadores.

Les saludamos con educación mientras que Lexter pasa por nuestro lado y les va mostrando a los hombres todas las instalaciones.

Mi amigo me acompaña hasta el camerino y me pide que me quede ahí hasta que él regrese con mis cosas para cambiarme después. Cuando me quedo solo, decido quitarme la camiseta y ponerme a hacer algunas flexiones en el suelo para calentar los músculos antes del baile y, entonces... la puerta se abre. Levanto la cabeza pensando que se trata de Cody que ya está de vuelta con mis cosas, pero no.

Me pongo en pie de un salto y sacudo las palmas de mis manos para quitarme la suciedad del suelo, tras haberlas tenido apoyadas contra el piso.

Ella clava sus ojos brillantes en los míos. Me obligo a tomar una gran inspiración cuando su delicada figura aparece delante de mí y no sé por qué, me da la sensación de que está ansiosa por algo.

¿Quién le habrá dicho que estaba aquí?

POV OLIVIA

Son alrededor de las diez de la noche cuando estaciono mi Mercedes en el aparcamiento del Night Affair. Todas las luces del local están encendidas, parpadeando y alumbrando parte de la calle con sus destellos de color neón. La música en el interior suena a tal volumen que se alcanza a escuchar hasta cuando estoy sentada dentro del coche y con las ventanillas subidas. De hecho, se ve que hay bastante gente esperando a entrar al lugar está noche, porque la cola de espera rodea el edificio entero y en el aparcamiento, me ha tocado dar tres vueltas completas hasta encontrar un sitio libre.

Me quedo unos segundos en el interior del vehículo, esperando a inflarme de un valor que no siento y que necesito para entrar ahí. Mis parpados caen y tomo una profunda inspiración en un intento por relajarme. Es difícil controlar el caos de emociones que ahora mismo se solapan en mi interior porque, por un lado, he echado tanto de menos a Cameron que siento una extraña alegría crepitando en los más hondo de mi alma por el reencuentro, pero a su vez, por otro lado, estoy aterrorizada por cómo va a reaccionar cuando me vea aquí. No quiero ni imaginar lo que me dirá cuando le explique que tiene que volver a la campaña de relojes. Creo que ya puedo oír su voz clara y directa mandándome a la mierda sin contemplaciones.

Supongo que me lo merezco. De ser así y que me mande a paseo, me lo merezco, pero tengo que intentar por todos los medios que regrese, aunque no tengo ni idea de cómo lo voy a hacer.

¡Ay, Dios!

¿Podría arrastrarme y suplicarle? ¿Anclarme como una garrapata a su pierna y llorar hasta que mis lágrimas mojen sus zapatos? ¿Decirle que si no vuelve, me veré obligada a vender un riñón en el mercado negro? No sé... podría funcionar, ¿no? O también puede que acabe llamando al personal de seguridad del Night Affair para que me echen a patadas de ahí.

Resoplo resignada.

«No, no va a funcionar. Nada de eso va a funcionar», me digo a mí misma.

Cameron es muy determinante y firme en sus decisiones. De hecho, cuando toma una decisión, sé que la toma con todas sus consecuencias, y si ha decidido mandar a la mierda el trato que teníamos, es porque de verdad no tengo ni la más remota posibilidad de hacerlo regresar.

Agacho la cabeza entre mis brazos mientras aprieto el volante de cuero con mis manos. No me atrevo a apostar ni un centavo por mí, pero si no lo hago... igualmente estoy muerta, porque el señor Möss nos llevará a juicio.

—Mierda, mierda, mierda —repito mientras golpeo con suavidad mi frente contra el volante.

Cierro los ojos un largo instante y siento como mi estómago empieza a contraerse por los nervios. Suelto otro largo suspiro y, cuando creo que he reunido el más mínimo coraje que necesito para hacer frente a la situación, salgo del coche.

Guardo las llaves del vehículo en mi bolso y me agarro a él como si fuese mi bote salvavidas en medio de una tormenta marítima. Nunca he sido muy creyente ni devota, pero en este momento me santiguo rogándole a Dios para que cuando vuelva a estar aquí, en la soledad y paz que reina dentro de mi coche, lo haga con Cameron dispuesto a regresar a la campaña.

Trago duro y me dirijo a la puerta de metal por donde salí la última vez que estuve aquí. Está lejos de la entrada principal y solo espero que el acceso esté abierto o me tocará guardar cola y pagar la entrada para acceder al recinto.

Tiro del picaporte y la puerta se abre.

¡Gracias a Dios!

En cuanto pongo un pie dentro del local de espectáculos, me encuentro con un camarero que me mira frunciendo el ceño al verme entrar por un sitio que no es el oficial. Solo lleva puesto un minúsculo tanga negro y sé que es camarero, porque sostiene una bandeja llena de mojitos recién preparados.

Creo que en mi maldita vida me voy a acostumbrar a este sitio y a esta gente medio en pelotas.

—Señorita, tiene que entrar por la otra puerta —me indica, señalando la puerta principal.

El tipo parece amable. Tiene aspecto de ser un buen tío, o igual simplemente es la impresión que me da, pero realmente parece agradable, así que decido pedirle ayuda.

—Lo sé, pero es que estoy buscando a una persona —digo, mientras echo un vistazo por la enorme sala llena de gente aplaudiendo y esperando la siguiente función.

En ese momento, las luces se atenúan y un foco ilumina el escenario anunciando que ya comienza el próximo espectáculo.

—¿A quién? —inquiere el camarero y me hace volver a posar mis ojos en él.

—A Cameron.

—¿Cameron? —Arquea una ceja inmediatamente y la curiosidad surca sus facciones—.  Las admiradoras deben igualmente entrar por la puerta principal —me dice como si nada.

—¿Qué? —Mi voz suena mucho más que asombrada.

¿Admiradora? ¿Cree que soy una admiradora? ¿Tengo acaso yo pinta de ser una admiradora? Instintivamente agacho la cabeza para analizar mi vestido camisero con motivos barrocos de Versace y mis zapatos negros de Stella McCartney y no, llega a la conclusión de que no tengo pinta de ser una admiradora de hombres desnudos y con ropa que parece sacada de una película pornográfica de bajo presupuesto.

El camarero me mira con cierta desconfianza. Es mono y tiene un cuerpo espectacular, pero parece que tiene menos luces que un barco de narcotraficantes.

—Suelen venir muchas y colarse por esa misma puerta para acosar con los bailarines —me informa, señalando con la barbilla la puerta metálica por donde he entrado.

Una sonrisa idiota me asalta, por lo equivocado que está conmigo.

—Pero yo no soy una admiradora —le aclaro—. Cameron y yo trabajamos juntos para la campaña Möss. Relojes Möss, ¿le suena?

El chico parece cada vez más confundido y niega con la cabeza.

¡Mierda!

De pronto, la emoción se filtra en mi cuerpo cuando veo una cara conocida acercándose a la barra que hay a nuestro lado.

—¡Cody! —exclamo, y el camarero con el que estoy hablando se gira para mirar en la misma dirección que lo hago yo.

Los ojos de Cody vuelan hasta aquí y la forma extraña en la que sus facciones se ensombrecen al hacer contacto visual conmigo, me hace estremecer. Luce bastante disgustado por algo, y puedo ver como su mandíbula permanece tensa.

—¿La conoces? —le pregunta el camarero cuando llega hasta nosotros en un par de pasos.

El asiente y le hace un gesto con la mano al chico para que se marche. Me sorprende lo rápido que el camarero obedece y desaparece entre las mesas sin rechistar, sosteniendo con maestría la bandeja de mojitos por encima de su cabeza con una sola mano, aunque tengo que confesar que mis ojos caen un segundo hasta ese trasero duro, prieto, liso y bronceado que luce completamente al descubierto.

¡Joder, qué culo tiene!

Cody toma mi brazo por sorpresa y prácticamente tira de mí hasta llevarme al pasillo que conduce a los vestuarios, lejos de los clientes y de la música del escenario. Una vez allí, me arrincona junto a un perchero lleno de ropa brillante, plumas y accesorios varios.

—¿Qué haces tú aquí? —El enojo se filtra claramente en su voz cuando suelta mi brazo y, por un segundo, me desconcierta que sea tan desconsiderado conmigo, ya que ni siquiera me ha saludado antes de lanzarme la pregunta.

Me reajusto el asa de mi bolso sobre mi hombro y suspiro antes de contestar.

—Gracias a Dios que te encuentro, Cody. —Ignoro el tono seco que ha utilizado hace un segundo conmigo—. Necesito hablar con Cameron, por favor.

—Eso es imposible —resuelve de forma tajante.

Me quedo mirándolo petrificada y estoy segura de que luzco bastante aturdida intentando procesar su respuesta.

¿Acaso está molesto conmigo?

—¿Qué? ¿Por qué? —Me mira tan extrañado como si me estuviese saliendo humo por la cabeza, en mi intento en vano por comprender el significado de sus palabras—. ¿No trabaja esta noche?

Enseguida, aprieta la mandíbula con más intensidad y los puños durante unos instantes, y a continuación dice:

—Sí que trabaja, pero tú no eres una persona bien recibida.

Y entonces, el entendimiento me alcanza y todas las piezas ocupan su lugar.
Sus palabras me golpean como una bofetada cruel e inesperada. Un silencio tenso se instala entre nosotros y una punzada de dolor se apodera de mi pecho al instante, cuando comprendo el significado terrible de su oración.

—¿Te... te lo ha dicho él? —tartamudeo un poquito.

La posibilidad de perder la oportunidad de hablar con él esta noche va instalándose en mis huesos y la decepción empieza a filtrase en mi sistema.

—Más o menos —me suelta con apatía y mi corazón se estruja dentro de mi pecho de una forma angustiosa—. Ahora, si no te importa, tenemos trabajo aquí.

Con un gesto apático, se da la vuelta para marcharse, pero actúo rápido y lo detengo de un brazo.

—¡Cody, espera! —Me niego a dejar que la conversación termine aquí. Sus ojos descienden hasta el punto exacto donde mis cinco dedos rodean su brazo e impulsivamente lo suelto—. Por favor, de verdad que necesito hablar con él.

Cody se ríe con sarcasmo y de pronto, parece sumamente disgustado con mi presencia aquí.

—Para qué quieres hablar con él, ¿eh? ¿Para seguir rompiéndole el corazón? —inquiere bruscamente—. No me digas que eres una de esas chicas que disfruta destrozando a los tíos que se quedan colgados por ella, porque entonces no solo has logrado engañar a Cameron.

Abro los ojos como platos y noto como se me disparan las pulsaciones del corazón. Su actitud conmigo no me gusta nada y aún menos sus palabras. Podría darme la vuelta y largarme de aquí indignada, pero no puedo permitir que me hable así y darle la razón sin replicar.

—¿Cómo? Yo no...

Su mirada es fría como el hielo glaciar y mis palabras se atascan en los más profundo de mi garganta.

—¿Es que acaso no has tenido suficiente ya? —añade.

Sacudo la cabeza en una negativa incrédula, porque no sé hasta qué punto sabe lo que ha pasado entre nosotros dos y eso, me coloca en una posición de clara desventaja.

—Te aseguro que muchas de las cosas que nos han pasado a Cameron y a mí en las últimas semanas han sido un malentendido —refuto y, sin que pueda evitarlo, sueno enervada.

Un resplandor irascible se filtra en la expresión del amigo de Cameron y le ennegrece la mirada como si se tratara de un demonio. La inseguridad de apodera de todo mi cuerpo cuando me siento desamparada frente a él. Pequeña, vulnerable y endeble.

—Yo solo sé que cada vez que tú apareces en escena, Cameron se hunde un poco más en la mierda y no voy a permitir que eso siga sucediendo —dice, y suena tan concluyente que me hace querer gritar de frustración.

Una protesta se cimienta en mis curdas vocales, pero finalmente me muerdo la punta de lengua para contenerme. Un silencio más largo que la infancia de Heidi se instala entre los dos y me quedo mirando a Cody durante unos largos segundos, hasta que finalmente exhalo un fuerte suspiro agotado.

—Eres un buen amigo, Cody y entiendo que estés preocupado por él...

—¿Preocupado? —me interrumpe enseguida—. No, preocupado no es la palabra correcta. Alan y yo estamos mucho más que preocupados por él, Olivia.

Trago con fuerza y me muerdo el labio antes de preguntar:

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? —espeta exaltado—. Cameron ya no come, duerme poquísimo, es muy raro verle sonreír y simplemente ya no es feliz; todo eso entra dentro de lo normal cuando se sufre por desamor, hasta ahí todo normal, pero la última vez que estuviste aquí, tenía una oportunidad importante de progresar en su meta profesional y la desperdició por salir corriendo detrás de ti.

Un fuerte nudo empieza a formarse en mi garganta y me aprieta progresivamente según avanza los segundos.

—¿Una oportunidad de qué? —Mi voz es apenas un susurro inaudible.

A Cody se le marca una arruga en la frente.

—Vino un ojeador esa noche al Night Affair. Era uno de esos que conceden pases directos a las audiciones que nos estamos preparando desde hace mucho tiempo. Cuando vio a Cameron bailando en el escenario, quedó maravillado y quería hablar personalmente con él, pero esa reunión nunca tuvo lugar y, ¿adivina por qué?

Un espantoso horror me sacude el cuerpo entero y cierro los ojos sintiéndome miserable. El miedo, la angustia y un abrumador nudo se instalan en el centro de mi estómago y se tornan tan insoportables que creo que las rodillas me van a fallar en cualquier momento. 

No puedo dejar de pensar en Cameron y en lo horrible que suena que haya perdido una oportunidad así por mi culpa, aunque no tenía ni idea.

—No... Dios mío, no... —murmuro y me llevo una mano a la boca.

Cody, al darse cuenta de que lo miro totalmente azorada, dice:

—Sí, así es. Le dije que cometía un grave error al salir corriendo detrás de ti, pero me contestó que para él no era un error elegir a lo que más le importaba en la vida. Esa noche llegó a casa empapado de pies a cabeza y con el rostro desfigurado por una emoción que ni Alan ni yo podíamos comprender. Intentamos hablar con él, pero se encerró en su habitación sin salir de allí hasta la tarde del día siguiente. Lleva semanas completamente ausente y nos preocupa el rumbo que está tomando, porque a este paso no irá a Londres.

La culpabilidad me golpea cada vez con más fuerza y mi corazón se estruja en mi pecho de una manera indescriptible. Siento unas ganas irrefrenables de poder dar marcha atrás en el tiempo y hacer que el rumbo de las cosas cambie para bien; que cambien para él. Me encantaría poder volver a aquel momento, a aquella noche, y permanecer a su lado como se merece, decirle que debe hablar con el ojeador, que a mí me tendrá después de eso, porque siempre me tendrá para él... pero la impotencia me impacta, porque por desgracia, ya no puedo remendar el pasado.

—No tenía ni idea de que había desperdiciado una oportunidad de esa magnitud por mi culpa —digo, tras un largo momento.

—Pues ya ves que sí lo hizo, y si te llevo hasta él esta noche tal y como me pides, sé que es tan rematadamente idiota, que está tan cegado por sus sentimientos hacia ti, que volverá a cagarla sin vacilar ni un segundo y no lo voy a permitir, porque esta noche tiene una segunda oportunidad. —Me mira serio—. Lo siento, Olivia, pero si de verdad te ha importado alguna vez ese muchacho, te pido que por favor te marches de aquí y dejes que vuelva a retomar las riendas de su vida.

Me muerdo los labios con vehemencia. Si antes ya tenía ganas de verle, ahora solo muero por poder hablar con él, por tener una pequeña conversación con Cameron.

—Él nunca ha dejado de importarme, Cody —confieso y suelto un diminuto sonido torturado, que más bien se asemeja a un sollozo.

El amigo de Cam me mira durante un largo momento, antes de suspirar con pesadez.

—Pues mira, permíteme que lo dude. —La incredulidad se apodera de su tono de voz—. Desde luego, no he estado metido en vuestra relación las veinticuatro horas del día como para conocer con exactitud la forma en la que se han ido desarrollado las circunstancias, pero a él lo he visto totalmente entregado a ti. Conozco a Cameron bastante bien y te puedo asegurar que el chico está completamente loco por ti y joder... él se merece a alguien que le corresponde el sentimiento, ¿lo entiendes? Merece a alguien que quiera brindarle todo lo que pueda ofrecerle.

Asiento con la cabeza sin dudar.

—Tienes razón —confirmo agachando la mirada hasta el suelo para que no sea capaz de ver cuán avergonzada me siento por mi falta de decisión en la vida y, especialmente, en estas últimas semanas—. Él se merece todo lo mejor del mundo.

Cody asiente satisfecho con mi respuesta.

—Sí que se lo merece —confirma.

Entonces, sencillamente lo olvido todo. Por una milésima de segundo me olvido del trabajo, de la campaña de relojes, del dinero que podemos perder por un incumplimiento del contrato; olvido los malentendidos, las discusiones, las dudas, me olvido de mi confusión, de mi indecisión, de mis inseguridades... me olvido de todo, menos de él. De él no puedo olvidarme. No puedo...

Ahora mismo solo sé que lo echo muchísimo de menos. Sé que su recuerdo viene a mi memoria muchas más veces al día de las que estoy dispuesta a admitir y con eso me basta.

—Por favor, Cody —suplico con un hilo de voz—. Sé que no confías en mi palabra, que solo quieres lo mejor para tu amigo y que crees solemnemente que mantenerme alejada de él es lo mejor en este momento, pero necesito hablar con él. Lo necesito.

Miro a Cody totalmente angustiada, desesperada y atormentada, y él lo nota, pero aun así niega con la cabeza, porque no está del todo convencido.

—No creo que sea bueno que...

—Por favor —lo interrumpo, sintiéndome cada vez más desalentada—. Es lo único que te pido, Cody. Necesito decirle que lo siento mucho. Necesito que sepa que yo...

La voz se me quiebra en el proceso y presiento que estoy a punto de echarme a llorar, porque los ojos me pican y escuecen de forma horrible.

—Dime una cosa, Olivia. —Sí voz severa hace que vuelva a prestarle toda mi atención–. ¿Tú le quieres?

—Claro que le quiero —suelto en un susurro tembloroso—. Le quiero muchísimo.

Quiero decirle que él no tiene ni idea de cuánto le quiero, que ni siquiera es capaz de imaginarse una mínima parte de lo mucho que me importa Cameron, pero las palabras no me salen. No puedo hablar a cuenta del enorme nudo que me estrangula en estos momentos.

—Pues entonces no sigas haciendo el idiota, porque lo vas a perder por andar de dudosa y te prometo que no encontrarás tan fácilmente a un chico como Cam —asegura.

Trago duro.

—Solo déjame hablar con él —vuelvo a suplicar—. Dime dónde está, por favor.

Sus ojos me inspeccionan durante un largo instante, como si estuviese deliberando si acceder a mi petición o no y finalmente asiente con un suspiro debilitado.

—Está bien, pero no hagas que me arrepienta de esta decisión. Te lo pido por lo que más quieras, porque esta noche vuelve a ser decisiva para él.

Una pequeña chispa de esperanza se enciende en mi apesadumbrado corazón.

—Te lo prometo que no— murmuro con algo más de confianza—. Gracias, Cody. Muchas gracias.

Él me indica que siga el pasillo todo recto hasta el final y que luego gire a la derecha, hasta que cuente tres puertas grises. Me señala que está en uno de los camerinos, esperando a salir al escenario y que no puede acompañarme ahora, porque debe ir a cambiarse primero.

Asiento y me marcho en su búsqueda, no sin antes volver a agradecerle a Cody por su ayuda. Recorro los pocos metros del estrecho pasillo y doblo a la derecha, tal y como el amigo de Cameron me ha indicado. La tercera puerta gris está cerrada y, aunque golpeo la madera con los nudillos, nadie responde. Decido doblar la manilla, la puerta se abre y...

¡Boom!

Me congelo en el acto.

La habitación está casi en penumbra, iluminada únicamente por un foco rojo que apunta al techo y que tiñe las paredes de un color púrpura intenso, casi sangriento. El camerino parece un burdel de carretera y huele a tabaco que apesta. Se escuchan una serie de jadeos profundos, gemidos graves y expresiones de placer que llenan el ambiente.

Mis ojos recaen sobre la mata de pelo rubio que despunta por la cima de un sillón rojo de terciopelo. Entonces, entiendo lo que está sucediendo.

Cameron está recostado en el sillón de espaldas a mí y está sin ropa de cintura para abajo, con una chica arrodillada frente a él... chupándole la...

...

Parpadeo en un estado de shock tan grande, que no puedo ni procesar lo que ven mis ojos. Y lo que dura el parpadeo pasmado, tomo conciencia de lo ruidosa que es la chica chupando y succionando su...

Dejo escapar un grito de horror y me llevo las manos a la boca para tratar de detener el alarido que sale de mi garganta, pero llego tarde. La muchacha que está haciéndole la mamada a Cameron, levanta fugazmente la cabeza para mirarme con la boca aun húmeda y entreabierta. Su pelo salvaje y rizado cae en cascada sobre su cuerpo. De inmediato la reconozco.

Es Yanira.

—¿Por qué coño entras sin llamar a la puerta? —inquiere completamente enfurecida y limpiándose la boca con el dorso de la mano en un gesto que me produce mucho asco—. ¿No ves que estamos ocupados?

Desvío la mirada de inmediato y siento como el dolor, la angustia y un profundo malestar se apoderan de mí de forma impetuosa. Entonces, experimento como algo dentro de mi se rompe, pero se rompe de verdad. Lo siento agrietarse, quebrarse y estallar en mil pedazos en el centro de mi pecho y mucho me temo que lo que se acaba de fracturar es mi corazón.

No, no estaba preparada para ver algo así y solo puedo decir que duele. Duele insoportablemente como una herida abierta y sangrante en medio del pecho.

Y entonces, justo después de sentir el dolor, los sentimientos que le siguen son el desencanto, la repulsa y algo que tardo unos segundos más en reconocer... los celos.

¡Hola, personitas!
👀👀👀

I know, I know... sé que todos están en estos momentos en plan:
¡¡¡Pero qué demonios!!!
Alguna, seguramente hasta se fue a releer en busca del beso Camlivia que muchas pensaron que habría en este capítulo, pero no. Nunca dije que habría beso, y mucho menos reconciliación. Yo puse una imagen donde hablaba del número de palabras que tenía el capítulo y ya cada uno puso la atención en lo que le dio la real gana 😜😅

Las TeamCameron en estos momentos:

Las TeamTyler:

La escritora:

Yo sé que os despisto mucho con mis publicaciones y que miento más que un político en campaña electoral, pero es que tengo que hacerlo así para que la lectura realmente os deje desencajados. Al final, siempre he creído que es mejor leer cosas que uno no se espera, (ya sea para bien o para mal). De modo que cuando termines de leer un capitulo, te digas a ti mismo: "No puede ser verdad".

Pues parece ser que la que entró en el camerino cuando narraba Cameron no era Olivia, sino Yanira.
*Inserte grito de perra rabiosa 😱

También parece que al final esa chica ha conseguido lo que quería de Cam y ahora Olivia ha visto toda la escenita. ¡Ay, Dios!

¿Cómo reaccionaríais vosotros en un momento así?

Qué creéis que hará Olivia?🤷🏼‍♀️🤷🏼‍♀️🤷🏼‍♀️🤷🏼‍♀️

👉🏻Saldrá corriendo y Cameron detrás de ella pidiéndole que se detenga.

👉🏻Llega Cody al oír el grito de Oli y se queda tan sorprendido como ella con lo que ve en el camerino.

👉🏻Yanira y Olivia se enzarzan en una pelea verbal y física, y terminan tirándose de los pelos por el suelo mientras que Cameron intenta separarlas.

👉🏻Cameron le pide a Olivia que se largue y le cierra la puerta en la cara.

Os prometo que una de estas situaciones tendrá lugar en el siguiente capítulo.

Si os ha gustado la actualización de esta semana, acordaros de:

❤️VOTAR (Porque es gratuito y me alegra el día)
🖤COMENTAR (Porque me motiva a actualizar más rápido).

Y si ya has hecho las dos cosas, tendrás mi corazón malvado en tus manos al final de esta trilogía.

Pd: Estimada chica pija de nuestros corazones, te diré que se escribe karma, pero que se pronuncia: ¡Te lo mereces... un poco!

Hasta el próximo capítulo 🙋🏼‍♀️

Recuerda seguirme en las redes sociales para enterarte de las tremendas mentiras que les cuento a los lectores jajajajaja
Besos.

Sarhanda💋💋💋

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