12. ¡Recuperar la pelota es más urgente que nunca! ¡Y a Daniela!

El caos inundó Poblete. Los padres de Carla y Daniela fueron los primeros en salir corriendo hacia la valla, y Carla fue detrás de ellos. Estaba demasiado preocupada por su hermana, así que también quería ayudar.

Pero, como estaba tan nerviosa, al intentar escalar la valla se escurría una y otra vez. No sabía cuántos intentos llevaba ya. Quizá quince. Quizá dieciséis. Quizá veinte. En esta ocasión, había subido más de la cuenta, así que antes de que se diese un buen golpe contra el suelo, su padre, Alonso, la agarró en brazos y la dejó de nuevo en el suelo con cuidado.

Un segundo después, estaba colocando de nuevo los pies sobre las rejas.

-Carla, ¡para ya! - Dijo Malena, acercándose.

-Me da igual lo que me digáis, voy a ir buscar a mi hermana.

-Si, pero no tu sola. Déjanos sitio.

Detrás de Malena, aparecieron Celia, Hugo, Mateo, Alejandra, Angélica y Adrián, que se arremangaron la camiseta y se pusieron manos a la obra.

-¡Eh, eh, eh! ¿Qué os creéis que estáis haciendo? -Exclamó Víctor, el otro padre de Carla. Todos intentaron fingir estar haciendo otra cosa, sin éxito ninguno. - Mejor dejadme a mí, que para eso soy guardia civil.

Dicho esto, él también se arremango y se hizo sitio en la valla. En cuatro saltos rápidos y muy ágiles, había llegado hasta el final de ésta, pero cuando intentó pasar la mano al otro lado, de repente abrió mucho los ojos, se desequilibró y cayó de bruces contra el suelo. Cuando los más pequeños corrieron hacia él, aún seguía sorprendido. Malena aprovechó la distracción para escalar ella también.

-Mi...mi mano, desaparecía...- Explicó el guardia civil, aunque más parecía un niño que acaba de ver un fantasma. -Era... como si estuviera traspasando un muro invisible...

-¡Es verdad! - Chilló Malena, que ya estaba subida hasta el final de la valla y la mitad de su brazo se movía entre el bosque y Poblete, apareciendo y desapareciendo varias veces. -Se ve que la otra vez íbamos tan decididas que no nos dimos cuenta. ¡No se puede ver a través de la valla!

-¿Y eso qué más da?

-Pues no da igual. A lo mejor Danieluchi está aquí al lado, solo que no la podemos ve...ve..eee..eee...- Malena no pudo terminar de hablar, porque toda la valla empezó a temblar y la voz de Malena empezó a sonar también temblorosa.

Todos dejaron en el suelo al padre de Carla, que ya se había recuperado un poco del susto, para correr hacia ella, preocupados.

-¿Qué pasa? -Preguntó Hugo.

-Se está...abriendo. -Empezó a explicar Carla, después de observar unos segundos la valla que separaba el Bosque Abandonado de Poblete. Aquello que un día les había separado de esa zona desconocida no solo se abría, si no que... Carla achinó los ojos, sin creérselo del todo. -No, no se está abriendo. ¡Está desapareciendo!

No fue la única que se quedó embobada observando. También lo hacían muchos de los ciudadanos de Poblete, que se habían acercado tras descubrir a Quirty, habían observado con sorpresa su salto y se habían preocupado más tarde de la desaparición de Daniela. Todos menos Malena, claro, que estaba más preocupada por quedarse sin nada en lo que agarrarse. Gritó en cuanto se vio en el aire. Escuchó a alguien decir su nombre, pero no supo quién era porque tenía los ojos cerrados, para no ver el golpetazo que estaba a punto de darse.

Pero en vez de eso, sintió unos brazos y un cuerpo mullidito. Miró a su lado y, para su gran sorpresa, se trataba de Celia. Y Malena, la más valiente y la más impulsiva, hizo lo más valiente y lo más impulsivo que se la ocurrió. Dar un super abrazo a su amiga, que torció el gesto en una sonrisa.

-Gracias, mi aguafiestas.

-Malena, que te suelto. -Pero no lo hizo.

Al menos hasta un rato después, cuando todos dejaron lo que estaban haciendo para mirar el suelo que tenían a sus pies, por el que fue extendiéndose una hierba de un color verde muy intenso y preciosos árboles que crecían de la nada por todos lados, rodeando los caminos.

Tras ellos, también empezaron a aparecer algunos unicornios que se adentraban un poco inseguros hacia "La ciudad Abandonada".

Al final, la valla acabó desapareciendo del todo. Y Daniela, tal como había pensado antes Malena, estaba justo en frente de ellos. Carla corrió hacia su hermana y le abrazó fuerte.

-Daniela no sabes el susto que me he pegado, me alegro de verte.

Sin embargo, Daniela se empieza a reír a carcajadas.

- ¡¡¡Habéis picado!!!

-¿Perdona? - Preguntaron todos, entre cabreados y curiosos.

Al lado de Daniela apareció un intenso brillo, que después de cegar a todos, adivinaron que pertenecía a un blanco unicornio alado y de suave plumaje.

-¡Quirty! -Gritaron, olvidándose de Daniela, igual que antes se habían olvidado de su padre. Y es que cada minuto aparecía algo nuevo con lo que alucinar. Y en el caso de Quirty, a lo que dar otro achuchón colectivo.

-¡Hay que ver que cariñosos sois los humanos! Yo también me alegro mucho de veros.

-Pero Quirty... Si acabas de salir del bosque y entrar en Poblete... ¿Cómo es que podemos entenderte? -Preguntó Mateo.

-Muy fácil. La realidad es que en el fondo siempre he estado en Poblete. De hecho, para mí es Poblete lo que para vosotros es El Bosque Abandonado. Me di cuenta cuando Irene nos habló sobre el libro de la biblioteca, y sobre ese dibujo de una guerra entre unicornios y humanos. Pensé que igual no era tan raro, si hubiéramos sido enemigos en un pasado, que nos hubiésemos separados y no supiésemos ni que existimos los unos para los otros.

-Y así es como me demostraste que además de súper brillante, eres súper inteligente. -La que dijo eso había sido Irene, que, aunque no la iban tanto los saltos olímpicos, ni le sorprendían las vallas abandonadas, ni era muy de achuchones, había visto todo desde la distancia y ahora se unía al grupo con una sonrisa orgullosa, como habría dicho Carla, de chica mayor.

- Así que a Daniela se le ocurrió hablar con todos los unicornios para hacer las paces con ellos, y para que yo no me tuviera que ir para siempre. Por eso saltó sin decirnos nada. No la regañéis, por favor. - Terminó de explicar Quirty.

Carla se giró hacia su prima Irene y achinó los ojos.

-¿Y tú tampoco sabías nada?

-No, no, no, a mí no me metáis en líos. Yo solo sabía que querían que los humanos y los unicornios hicieran las paces.

-¡Y lo hemos conseguido! Porque somos las mejores. - La mano de Daniela y La herradura de Quirty chocaron las cinco, contentas. - Bueno, y porque hemos devuelto a Quirty a sus padres sana y salva, como muestra de que hemos cambiado. En la imagen del libro de la biblio, que por cierto recordad que abrí con magia. -Se señaló a sí misma con orgullo. - los humanos empezaron a construir edificios en Poblete y como arrancaban los árboles y las flores, a los unicornios no les gustaba, y como castigo, los unicornios, que son los que les dan magia a los humanos, dejaron de dársela, y todo empezó a ponerse feo sin el uso de la magia. Así que los humanos empezaron a obligarles por la fuerza, y claro, pues empezó la guerra.

-Guau, Daniela, ¿Cómo sabes todo eso? - Dijo Hugo, admirado.

-¡Eso es lo más súper guay! La persona que me lo ha contado lleva años en el bosque intentando que los humanos y los unicornios hiciéramos las paces y volver a abrir la valla, y es...

Antes de que Daniela pudiera darles más información sobre eso tan super fuerte y decirles la persona de la que hablaba, sus padres y Caramelucho el Trucho la llamaron emocionados, haciéndola un gesto para que fuese allí y poder abrazarla y besarla después del susto. Ella se distrajo en seguida al verlos y se fue corriendo, así que los demás miraron a Quirty, la única, además de Daniela, que sabía la súper noticia.

-¿Qué persona? ¿La conocemos? - Preguntó Angélica.

-Si es un mago yo seguro que le conozco. - Sonrió Alejandro.

-Jose no es mago. -Rió Quirty. -Es veterinario. Y el único humano al que los unicornios no le tienen miedo. Hasta ahora, claro, que espero que ninguno tengamos miedo nunca más.

-¿Perdona, has dicho Jose? - Dijo Mateo, esperanzado. Sin esperar la respuesta, alzó la cabeza, buscando como loco entre el gentío de humanos y unicornios, que se estaban conociendo por primera vez. De repente, le cambió la cara a una tan llena de felicidad que ni siquiera podía creérselo.

-¿Papá? -Celia tampoco se lo creía, pero echó a correr a la misma vez que su hermano para llegar hasta su padre perdido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top