Capitulo 10

Había llegado la fecha de nuestro casamiento y yo desecha, no me había quedado más opción que aceptar el casarme con Joey, porque si no lo hacía, lo perdería todo, absolutamente todo.

Triste y sin deseos de nada, llegué al registro civil y ahí estaba él esperándome.

Él había llevado a uno de los de su banda para ser su testigo, mientras que yo llevé a mi amiga Laura.

Me miró de la cabeza a los pies y yo solo lo miré seria y fría; detestándolo por dentro, a la vez que a él le brillaron sus ojos.

<< Estás realmente bella mi Inés >>

<< Pensar que dentro de unos minutos más, serás legalmente mi esposa >>

<< Tú nunca lo sabrás, pero yo siempre te amaré, más ahora que te convertirás en mi esposa, pero esto tú jamás lo sabrás >>

<< Esconderé en lo más profundo de mi ser mis sentimientos hacía ti, mi amada Inés... >>

Saludándome, yo lo ignoré desviando la mirada, y en eso, llegó el juez que nos casaría.

Todos reunidos en la sala, Joey me miró y yo fría e indiferente, solo oí las palabras del juez y recordé una y otra vez su sucia mentira, lo cruel que había sido conmigo y que solo se había reído de mí, para tener todo mi dinero. Por desgracia, lo había conseguido.

Sin dejar de mirarme, el juez le indicó a él que procediera a firmar y Joey volvió a mirarme. Yo actué firme, como si fuera algo de lo más natural y él se sintió agobiado; a punto de arrepentirse y pensó en que si no lo hacía, yo lo perdería todo por su culpa y sin más dio su firma.

Viéndolo firmar, se me llenaron los ojos de lágrimas y sentí que ya todo estaba perdido para mí.

Ida, la voz del juez me hizo reaccionar...

_ Señorita Inés, ahora es su turno para firmar – Joey me miró –

_... Eh sí, claro...

Sin dar vuelta atrás procedí también a firmar, atándome así a Joey legalmente como su esposa.

Al cabo de firmar, Joey me miró y el juez nos declaró marido y mujer.

_ Así por la ley, los declaro marido y mujer. Ya puede besar a su esposa...

Nuestros dos testigos nos aplaudieron y ambos mirándonos, Joey me dio un corto y frio beso, lo que me hizo sentir más rencor y desprecio por él.

Al cabo de ese beso, nos miramos y yo me alejé de él molesta y con odio.

Llegamos a su casa, él me miró y yo lo ignoré...

Se acercaron las sirvientas y él les dio las indicaciones.

_ Ella es mi esposa, Inés. Por favor, lleven su equipaje a nuestra habitación – no lo soporté más –

_ ¡Ni creas que dormiré contigo! – frunció el ceño –

_ ¡¿Y qué pretendes eh?! ¡¿Dormir en la calle?!

_ Prefiero eso, que a dormir a tu lado – él se quebrantó, pero disimuló y se molestó aún más –

_ ¡Yo tampoco deseo volver a dormir contigo! ¡Eres una aburrida y ni siquiera me gustó! – lo miré con odio –

Esas palabras calaron muy hondo en mí. Destrozaron mi corazón y a punto de llorar, me contuve frente suyo; tomé mi equipaje y caminé por el largo pasillo, fingiendo que no me había afectado.

Él solo me miró subir al segundo piso y llamó a una de las sirvientas con la mano...

_ Asegúrese de que no salga de su habitación, y mucho menos que se vaya de esta casa...

Dio un suspiro pensando en lo que acababa de pasar...

_ Buen comienzo...

Junto a la ventana, me encontraba ensimismada en mis pensamientos. Contemplaba el cielo gris, y de pronto oí entre ellos la canción de Camilo Sesto "Amor, amar"; recordé aquel día, cuando conocí a Joey, cuando me regaló su bufanda. El corazón se me oprimió y se me volvieron a cubrir los ojos de lágrimas.

Aún no lo podía creer. Lo pensaba una y otra vez y más me pasmaba que Joey me haya mentido, que solo se haya reído de mí y que me estafara como lo hizo.

Tocaron la puerta y me sequé rápidamente los ojos.

_ Adelante...

Lo miré sin palabras; mi alma se me alborotó, mientras que él me miró fijamente.

_... ¿Qué es lo que quieres?

_ Venía a buscarte para que cenes conmigo – lo miré en seco –

_ No tengo hambre – se acercó –

_ Inés, vamos. De verdad quiero que esto funcione. Tratemos de llevarnos bien

_ ¿Pretendes que nos llevemos bien, después de todo lo que me hiciste?

_... Solo te pido que ahora bajes y me acompañes a cenar... También quiero pedirte disculpas por lo cruel que me comporté contigo...

Lo miré sin entender. Me sorprendió su impensable actitud y Joey desvió la mirada nervioso.

_... Es mejor que te vayas. Quiero estar sola...

Quebrantado, me miró cabizbajo, y sin más, salió de mi habitación.

Llegó la noche y yo rehusada a bajar a cenar, preferí quedarme en mi dormitorio, puesto que no quería ver a Joey. Aún me sentía muy enfadada y dolida por todo lo ocurrido.

<< Nunca podré perdonarte todo el daño que me has causado Joey >>

<< Ahora solo tengo odio hacia ti...>>

No me sentía muy bien; me dolía la cabeza y tenía mucho calor.

_ Creo que con todo esto me ha subido la presión...

<< Tengo que ser fuerte Inés. Ese hombre no puede verme derrotada >>

<< No. Tal vez me robaste toda mi fortuna, pero yo te haré la vida imposible de ahora en adelante infeliz >>

Un poco mareada, me metí a la cama y cerré los ojos pretendiendo olvidarme de Joey y de todo lo que conllevaba a él.

Desanimado, volteó hacia el segundo piso y otra vez se sintió un completo tonto y desgraciado.

<< ¿Qué te he hecho mi preciosa Inés? >>

<< Debes odiarme. Lo veo en tus ojos y me lo merezco, pero te amo como un loco... >>

Desesperado, pensó en todo, en cómo había llegado hasta el punto en donde se encontraba. De cómo Alán, los había estafado a él y a su banda y de cómo él lo había hecho conmigo para así no perderlo todo y no ir a la cárcel.

Afligido, se le llenaron los ojos de lágrimas y deseó acabar con toda aquella mentira y amarme como lo anhelaba.

Subió al segundo piso y se acercó a la habitación del fondo del pasillo...

Abrió con cuidado la puerta y ahí me vio durmiendo. Su corazón se le aceleró incontrolable y me miró apasionado.

<< Incluso así durmiendo luces preciosa mi Inés >>

<< Aunque no lo sepas nunca, te cuidaré y protegeré siempre >>

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