Esperando
Firme y altanera,
como una columna
que no se rinde al tiempo,
mi alma te espera.
En la misma esquina,
la de los recuerdos;
mis manos vacías
extrañan tu cuerpo.
Mi boca violeta,
es terreno yermo,
donde nada crece
y todo es silencio.
Va muriendo el día,
la noche se acerca
y engulle mi agónico,
suspiro de entrega.
Rechinar de bisagras,
al cerrar las puertas,
marcan el descanso,
en la calle desierta.
Tal vez ha sido el frío,
que detuvo tus pasos;
quizás mañana vengas,
como ayer a mis brazos.
El campanario llora,
canción de despedida,
un réquiem a mis sueños,
que acompaña mi vida.
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