XXVI. Aire no me dejes nunca

𝕬𝖎𝖗𝖊 𝖓𝖔 𝖒𝖊 𝖉𝖊𝖏𝖊𝖘 𝖓𝖚𝖓𝖈𝖆.


















































NOTA:

♧Los diálogos con este tipo de letra, son dichos en español.

◇Recordemos que los protagonistas hablan Inlges.

♤Favor de recordarlo hasta el final
















El rechinido del metal hizo eco en el frío lugar.
Harry la miró con cautela, pero ella se mantuvo firme y caminó con su padrino delante de ella.
Sus botas y las de su tío hacían un sonido que se mezclaba con los gritos que venían de las celdas. Le daba escalofríos el sólo ver a todos los reos intentando salir de ahí.

Harry se paró en una de las celdas y asintió con la cabeza.

―Llámame si me necesitas.

Rose tomó un suspiro y esperó a que su tío se fuera.

―Mira quien ha venido...― dijo una voz que casi no reconoce. Devon comenzó a salir de las sombras acercándose a la reja, miró a la pelirroja de arriba a bajo. ― Linda Rosie, parece que te has recuperado del todo.

Llevaba puesto el uniforme de la prisión, tenía el cabello corto, y una barba que comenzaba a crecer demasiado, pero su mirada era oscura, nada como la recordaba.

― ¿Cómo está Scorpius?―inquirió. Rose entorno los ojos

― Perfectamente. Pero sabes que no vine a hablar de mi novio.

―Claro, claro...―se recargo en la pared viéndola con una sonrisa cínica.― ¿Qué quieres saber? ―Rose metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero, sintiendo un escalofrió de pronto.

― ¿Cómo? ¿Cómo lograbas darme esa poción todos los días por tres años?― Devon sonrió.

― ¿Recuerdas aquel té? ―Rose asintió.― Bueno, la mitad de esa cosa era poción, la otra era sólo algún jugo que conseguí en una tienda de Hosmade.

Rose apretó los dientes.

― ¿Qué hay de las vacaciones? No siempre nos veíamos.― Devon se carcajeo.

― ¿Nunca te preguntaste por qué te enviaba tantos chocolates?― La miró de soslayo.― Es por eso que decidiste terminar conmigo después de navidad, no te comiste los bombones que te envié.  A veces tenías momentos de lucidez. Pero siempre fuiste tan sumisa al momento de beber lo que yo te daba. ― se miró las uñas que comenzaban a crecer de nuevo.―Todo comenzó a irse al carajo cuando Scorpius apareció.

Rose tragó saliva, no quería seguir en ese lugar, pero quería saber. como siempre, quería saber.

― ¿De dónde sacabas los ingredientes? ― Devon rodó los ojos.

― No quiero repetirlo otra vez, pero... ¿sabes quién es mi padre? Por dios...

― Tu no crees en dios.―rebatió, aunque no tuvo mucho sentido para ella, dada la situación. Devon pasó los dedos por los barrotes de acero.

― En algo debo comenzar a creer estando aquí.

Aquellas palabras le calaron mas hondo de lo que estaba dispuesta a admitir, todo sentimiento hacia Devon ahora era mas del que estaba dispuesta a sentir.

― ¿Te arrepiente?―la pregunta incluso la sorprendió a ella, no había contemplado cuán importante era para ella saber aquella respuesta, por mas patética que se sintiera, si respondía que sí, todo habría sido en vano. Para él y para ella.

―Jamás.

El sentimiento de calidez que llenó su pecho la hizo maldecirse ahí mismo, sintió alivio, pero también se sintió patética por esperar algo mas de Devon.

― ¿Por qué yo? …, Había tantas chicas, chicas que estarían dispuestas  amarte sin ser hechizadas. ¿Por qué yo?

Devon se acercó otra vez a la celda y clavó sus ojos en los de Rose.

― Eres perfecta. ― respondió con simpleza. ―, Contigo jamás fue fácil Rose, eras un reto constante incluso después de ser hechizada. No había nada más satisfactorio que la gloria de poder domar a Rose Weasley, engañé a una de las brujas mas inteligentes que conozco, a la bruja más fuerte que encontré.― Ella finalmente dejó caer las lágrimas que tanto trabajo le había costado ocultar. ― Intenté que no fueras tú, créeme, no quería romper tu alma. Por que, lo creas o no, sí te amaba. Me enamoré de la belleza que hay en tí. No quería quebrar eso.

―Tú no amas a nadie mas que a tí... ―espetó con amargura. ― Y si no querías dañarme ¿Por que lo hiciste de todas formas?

― ¡Por qué con las otras era demasiado fácil! ― gritó, irritado. ― Dominique es demasiado narcisista, un blanco fácil,  dale un simple alago y ya está. Lucy, muy dulce, fácil.
Lily, muy blanda, y Roxanne, débil. ― Sonrió. ― Ninguna es como tú.

El escalofrió que la recorrió no se comparó con el frío de aquel lugar.
Rose se limpió las lagrimas, una por una, jurando no volver a llorar por ello, jamás.

Se mordió el labio inferior.― Es hora de irme, sé lo que debo saber... Nos veremos en otra vida, Dev.

Comenzó a alejarse, pero el grito del pelinegro la detuvo.

― ¡Rosie! … Espera, es mi turno de preguntar algo...―La ojiazul se giró para verlo.
La sonrisa de Devon se asimilo a la de el gato sonriente.

Ella de alguna manera sabía exactamente lo que él le preguntaría.

― Dime ¿qué es lo que sientes por mi?  Vamos.

Rose apretó los puños tan fuerte, que sintió la sangre correr.

― Ya lo sabes, maldito seas, lo sabes perfectamente.

Sabes que aún me importas, sabes que aún te quiero, sabes que aunque quiero odiarte no puedo, y tal vez jamás podré. Por que tú me hiciste esto, tú me rompiste y me moldeaste convirtiéndome en esto, en esta maldita y patética muñeca que aún controlas, sabes que aún siento alfileres clavados, que se sienten como malditas espadas, atravesándome, rompiéndome un poco cuando respiro... sabes, lo sabes. 《

No lo dijo, no lo haría, jamás lo admitiría, no le daría el gusto de hacerlo.

― No, en realidad no lo sé. ― Murmuró Devon. ― Se supone que aún debes quererme, algo de cariño debe haber...

Tuvo dos opciones, decir la verdad, demostrándole así un poco de piedad, cosa que él no había echo en lo absoluto con ella, o mentir, sólo por que sí, sólo por que era divertido cuando la muñeca tomaba los hilos.

― Lastima, Devon. Sólo siento lastima por ti.

.

No había cambiado casi nada desde la última vez que la vio, sólo el hecho de que ahora tenía las puntas del cabello teñidas de un rojo vibrante y su expresión era cansada, tal vez demasiado.

― ¡Escorpión!―gritó ella emocionada al verlo, dejó el libro sobre la mesita de té y corrió hasta él. Scorpius la cargó mientras le daba vueltas.

― Te extrañé. ― dijo él con una sonrisa en el rostro.―No has crecido nada Thab.― la pelinegra entorno los ojos y le dio un golpe en el hombro.

― Aún puedo patearte el trasero, Malfoy. ― se burlo. Scorpius negó con la cabeza, divertido.―Qué haces aquí? No me llamaste. ―le reprochó.

― Lo sé, y lo siento... es sólo que... ―Thabatha puso una mano sobre su hombro, asintió.

― Tranquilo, está bien, lo entiendo.

― No, Thab, lo siento, de verdad, fui un terrible mejor amigo, debí venir cuando pasó...

La ojiverde bajó la mirada.

― No, esta bien, tenías tus razones para no volver.

Malfoy decidido no decir nada, se limitó a abrazar a la chica Krum, ella lo recibió con gusto, se habían extrañado, y ambos habían olvidado cuanto se necesitaban el uno al otro.

― ¿Dónde está ahora? ― preguntó el ojigris, mientras aún la abrazaba. Thabatha lo miró un segundo.

― No lo sé, no habla conmigo. Me odia Scorp. ― una lágrima bajó por la mejilla de la búlgara. ― Me odia por lo que le hice.

― Fue mi culpa, no tuya, tú sólo lo hiciste para salvarlo, para salvarnos a ambos. ― le levantó la barbilla para que lo mirara. ― Tal vez pueda hablar con él...

-―Sabes como es Stefan,  Scorp, probablemente te hechice antes de que pases de la puerta.― negó con la cabeza.―Déjalo así, tarde o temprano tendrá que darse cuenta.

― No puedo evitar sentir culpa.

Ella sonrió apenas.

―Yo tampoco, créeme, pero sólo queda vivir con ella.― La pelinegra sonrió y lo tomó de la mano. ―Ven conmigo, tengo que mostrarte una cosa.

El rubio la siguió hasta el jardín, afuera hacia un frío que calaba hasta los huesos, pero ambos se las apañaron para soportarlo, hasta que entraron al invernadero de la familia Krum.

Thabatha agitó su mano, haciendo que una caja de madera pintada de blanco flotara hasta ella. Sonrió.

― Por fin pude lograr que estuvieran vivas mas de un mes.

Scorpius frunció el ceño, no entendía nada de lo que hablaba la chica; hasta que miró un poco mas adentro, en la caja, luego, soltó una carcajada limpia.

Un montón de rosas rojas estaban ahí, preciosas y frescas.

El fuerte ruido que hacia el agua al caer al rededor de aquel fúnebre castillo, a diferencia de muchos, a él conseguía relajarlo bastante.

Por eso, cuando los chillidos de Thabatha llegaron a sus oídos, Scorpius soltó un gruñido.

― ¡Escorpion! ― volvió a chillar ella. El platinado se giró hacia dónde venía la chica y la miró con una ceja alzada.

― ¿Ahora qué, Thabatha? ―ella se dejó caer a su lado al mismo tiempo que lanzó un par de rosas completamente congeladas.

― De nuevo las maté.

Scorpius soltó una risotada.

― ¡Merlín, Thab! ¡Si que eres una asesina de rosas! ― a pesar de su tristeza, Krum se rio.

― No te rías….― lo empujó un poco con el hombro.― Sólo quería una maldita rosa viva... ¡¿Es tan difícil cumplir eso?! ―gritó al cielo. Scorpius negó con la cabeza, divertido.

― No sobrevivirá ninguna rosa con este frio, no sin magia, Thab, supéralo o usa un hechizo.

― Quiero que sea natural. ―debatió haciendo un puchero. Scorpius rodó los ojos.

― Batallas porqué quieres...

― ¡Intento demostrar un punto! ― exclamó ella poniéndose de pie. ― ¡Ya veras que lograré mantener aunque sea una rosa viva! ― comenzó a irse ―¡Ya veras, Malfoy! ― el rubio se rio.

― Claro, Krum... ¡Estaré esperando!

―, te dije que lo lograría...  ¿Qué es tan gracioso? ― gruño ella, sacándolo de sus pensamientos, mientras veía sus preciadas rosas con orgullo.

Scorpius se limpió una lágrima y la miró con ternura.

― Nada, es que... es sólo que tengo algo que contarte, sobre una rosa que encontré en Londres.

Thabatha lo miró de soslayo, entrecerrando los ojos.

― Bien, cuéntame todo sobre esa rosa, Escorpión.

.

Se quitó la chaqueta al llegar a casa. Dejó las llaves en la mesita al lado de la puerta y caminó hasta la sala.
Estaba totalmente vacía.

― ¿Hugo? - nadie contestó.―¿Mamá? ¿Papá?― nada.

Se encogió de hombros y subió con paso lento las enromes escaleras, y entró a su habitación, soltó un suspiro y abrió la puerta de su pequeña biblioteca.

― Volviste. 

Dio un salto al ver que Scorpius estaba sentado en su sillón favorito con un libro en la mano.

― Merlín, me asustaste.―Scorpius sonrió, se puso de pie y levantó para darle un ligero beso en los labios.

― Lo sé... ¿Cómo estuvo? ― Rose lo tomó de las manos y comenzó a jugar con ellas mientras lo arrastraba de nuevo a su habitación.
Se tiró con él a la cama.

― Ahora mismo, no quiero hablar de ello...― lo estiró del brazo, haciéndolo caer a su lado sobre la cama. ―Mejor, cuéntame... ¿Lo hiciste?

Scorpius asintió mientras tomaba su mano y le dejaba un par de besos cada tanto.

― … ¿Y...?― presionó. Scorpius sonrió de lado.

― Bueno, Thabatha está bien, hablamos, me contó sobre mis amigos, sobre ella...

― ¿Qué hay de su hermano? ¿Stefan?

La cara de Scorpius se contrajo. Tomó a la pelirroja de la cintura y la puso a horcajadas sobre él mientras jugaba con su cabello.

― No habla con ella. ― Rose frunció el ceño.

― ¿Por qué? Jamás me contaste nada de lo que ocurrió con él …

El rubio tragó en seco.

― Ocurrió en mi última noche en Durmstrang, cuando subí a aquella torre donde los de último año organizaban las peleas clandestinas.
Yo estaba muy molesto con Stefan por qué había llamado a mi padre mortifago, fui ahí buscando una pelea, con quien fuera, me ofrecieron más dinero si peleaba con Stefan y yo acepté sólo por la ira que sentía. ― no la estaba mirando, su vista estaba fija en el cabello de la chica. Pero Rose tampoco lo obligaría a verla.

―Thabatha intentó detenerme, ella me dijo que no peleara contra él, yo estaba tan molesto que la empuje fuera del ring, Stefan lo vio y se enfadó...
Cuando la pelea inició, ambos estábamos dando todo por hacernos daño. Él era más grande que yo en cuanto a tamaño y yo estaba mas enojado.
Casi no recuerdo nada, sólo sé lo que me dijeron.―se pasó la lengua por los labios, y finalmente la miro. ―, que casi lo mato a golpes. Thabatha intentó separarnos, asi que lanzó un expulso por puro instinto. Stefan salio volando hasta una pared de piedra, se golpeó la espalda y se disloco el hombro.

Rose dejo escapar un grito ahogado.

― Él no volverá a jugar Quidditch...

― Y la culpa a ella.― terminó de decir. Scorpius asintió, soltó un suspiro y rodeó la cintura de su novia con los brazos.

― Fue mi culpa y él la odia a ella, es su hermana..., no le habla para nada, incluso se mudó. ― Rose hizo un puchero y le acarició las mejillas.―En fin, prometí que la ayudaría, volveré a Bulgaria la semana siguiente.

Rose hizo un puchero y se acercó a él, beso su cuello lentamente haciendo que Scorpius se riera.

―Bueno, si te irás, por lo menos déjame aprovechar un poco...

― ¿Qué tienes en mente?― murmuró, apretándola mas contra él. Rose gimió en su odio

―¡ Oh, santo Merlín, cierren la puerta si van a hacer eso... !― la estridente voz de Dominique los hizo separarse de golpe.

― Mierda, Dom...―mascullo Rose mientras se arreglaba la blusa, Scorpius la miró con cansancio y se enderezo un poco.

― Si, bueno, lamento interrumpir, pero te necesitan en ya sabes dónde para hacer ya sabes qué.― dijo Dominique dirigiéndose a Scorpius. Él se masajeo las cienes mientras que Roe fruncía el ceño

― ¿Me perdí de algo? Por qué a menos que Voldemort volviera y estén refiriéndose  él, no tengo idea de que ocurre.

Malfoy se levantó de golpe y se puso su chaqueta de cuero, beso rápidamente a su novia en la mejilla y corrió hasta la puerta.

― Lo siento, te explico luego... ― alcanzó a decir antes de salir disparado.
Dominique se giró hacia Rose con una sonrisa idéntica a la del Gato de Cheshire.

― Hay no... esa sonrisa de nuevo... ― se quejó la pelirroja. ―La última vez que vi esa sonrisa terminé con un flequillo...

― Tranquila, Rosie. ― la tomó de la mano y la arrastró hasta el peinador. ― Serás una diosa.

― ¿Por qué exactamente tengo que ser una Diosa hoy ?― Dominique alzó una ceja.

― ¿A caso olvidaste que es tu aniversario con Scorpius?

.

La caja callo al suelo, provocando que Sam lo mirara enfadada, James fingió un escalofrió.

―Uyyy, Sam, no me mires asi, son sólo flores...

-―No importa, pelmazo…

― ¡Bueno, ya basta!―exclamó Lucy entrando con dos cajas mas en las manos.― Vamos, James, ven a ayudarme con esto antes que Sam te mate.

James sonrió de oreja a oreja y se fue con Lucy a quién sabe dónde, Sam rodó los ojos.

― Esos dos tienen algo ¿cierto?― inquirió Hugo quien traía un montón de cables en los brazos, Lea estaba detrás de él

― No tengo idea, pero son insoportables. ― gruño la rubia.―, Si me disculpan, iré a ayudar con las escobas antes de que sea tarde.

Hugo rodó los ojos y Lea comenzó a conectar algunas extensiones.

― ¿Tú no crees que de verdad son algo, o sí?

Hugo se encogió de hombros.

― ¿Sería algo malo que salieran? ― volvió a preguntar. Hugo la miró unos segundos, sonrió.

― ¿Esto es por qué saliste con Scorpius? Por que no me molesta, lo juro.― Las mejillas de Lea se pusieron rojas.

― No salíamos... Sólo.. Bueno, él era el chico malo y yo pasaba por mi etapa de niña rica rebelde.

―¿Pasabas? ― se burló el pelirrojo. Lea bufo.

― No soy una niña rica rebelde.

― Por supuesto que no, eres una niña rica y mimada.―la voz de Scorpius resonó por todo el salón.

Lea lo culminó con la mirada mientras que Hugo intentaba no reírse.

― Tengo el poder de hacer que esto sea un desastre, Malfoy. Mantén tu boca cerrada. ― El rodó los ojos con fastidio.

― Bien... Demonios, delicada.―ella sonrió de oreja a oreja.

― Soy una mimada, ¿recuerdas?

― Como sea... ¿Dónde está Sam?

― Fue  a buscar a Rose y Dom.― respondió Hugo.

― ¿Y Albus?― Hugo frunció la nariz. Luego lo miró.

― Creo que está en casa de Blake, o con Fred consiguiendo fuegos artificiales...― las cejas de Scorpius se enarcaron.

― ¿No es demasiado?

― Es su aniversario de un año, genio. Nada es suficiente. ― gruño Lea. Los hombros del Slytherin cayeron, finalmente asintió.

― Si esto sale bien, será un milagro.

.

Rose se quedó dormida a los 10 minutos después de que Dominique se fuera.
Había llegado directamente a peinarla, maquillarla y ponerle un bonito vestido.

Sabía que era su aniversario con Scorpius, pero no tenía ni idea de lo que el rubio había preparado para ella.

El último año, honestamente había sido de locos, después de que saliera de la enfermería, había continuado con su vida, a pesar de que sus primos y familia continuaban insistiendo en protegerla, Scorpius se las había arreglado para cambiar aquello. Agregando otra cosa a la lista de cosas que Rose debía agradecerle.

Ahora estaban en el verano después de su séptimo año en Hogwarts. Rose, Scorpius y Albus se inscribieron a la academia de aurores y comenzarían el entrenamiento el mes entrante. Todo estaba bien en su vida, por eso, había tomado la decisión de visitar a Devon, era su único asunto sin terminar del todo.

Cuando escuchó pequeños golpes en su ventana, automáticamente abrió los ojos, se dio una última mirada en el espejo, al parecer su pequeña siesta no había arruinado el trabajo de su prima.

Abrió las ventanas del balcón y asomó la cabeza.

Scorpius estaba abajo con una enorme sonrisa en la cara.

― ¡He, Rose, Deja caer tu cabello!

Rose no sabía si reír o, llorar de risa.

― ¿Qué mierda haces ahí, Malfoy? ― respondió entre risas.

― Necesito que vengas conmigo. ― estiró su mano hacia ella. Rose negó con la cabeza.

― No arruinare mi bonito vestido bajando por ahí ― respondió poniendo morritos. Scorpius rodó los ojos y se alejó mientras mascullaba algo.

Rose lo buscó con la mirada. Scorpius volvió a aparecer pero esta vez montado en una escoba, se paró frente al balcón.

― ¿Ahora sí? ― Rose se llevó un dedo a la barbilla fingiendo pensársela.

― Mmmmh, cielos, no lo sé.

― Vamos, princesa, ¿confías en mi? ― preguntó una vez mas estirando la mano.

Rose la tomó sin dudarlo mas y se subió con el, agarrándose fuertemente de su espalda.
El viento los golpeaba en la cara mientras ella se reía.

― Esta es la parte donde cantamos "Un mundo ideal"―se rio la pelirroja.

― Que graciosa...

Rose enterró la cara en el cuello de su novio. Respiró con los ojos cerrados, sintiendo el aire de aquella noche de verano.
Los nervios en su estómago se sintieron familiares, como algo que conoces y no recordabas, esa sensación de calidez en el corazón cuando estas haciendo aquello que amas, o estas con quien amas, en su caso, amabas, se instauró en su pecho, haciéndola sentir llena, como siempre se sentía desde que Scorpius apareció en su vida.

Aterrizaron unos momentos después, frente a una especie de edificio abandonado. Rose frunció la nariz.

― Ya no parece cuento... ― susurró cuando entraron. Scorpius sólo se rio y continuaron caminando por el pasillo oscuro.

― Sabes...― comenzó a decir.― Esta fue la primera vez en dos años que me subo a una escoba, después de Zoey...

Scorpius relajó el gesto y apretó mas su mano.

― Me alegra que hayas confiado en mi...

― Siempre.

El rubio se detuvo frente a una puerta de metal negra y estuvo a punto de abrir la puerta, cuando se giró hacia ella. Bajó la cabeza para mirarla a los ojos.  Gris y azul chocaron, volviéndose uno.

― Antes de que subamos allá arriba, quiero decirte algo... ― comenzó a decir él, tomándola de las manos. ― Sé que durante todo este tiempo has sentido la necesidad de agradecerme por salvarte, y aunque yo jamás dije nada, creo que hoy es tiempo de que lo diga. ― le acarició la mejilla lentamente, Rose estaba absorta en su mirada, no podía dejar de verlo, estaba perfecto en ese momento. ― Rose, tú me salvaste a mi. Te debo todo, mi alma, mi amor, mi vida, y estoy dispuesto a dártelo. Todo lo que sea necesario, haré todo por tí, por qué tú me sacaste de ese hoyo sin fondo del que creí jamás escaparía. ― Los ojos de la chica se aguaron, brillando a causa de la luna y las lágrimas. Scorpius junto su frente con la de ella, sintiéndose en paz. ― Creí que me ahogaba, sentí que moría, y luego apareciste, como una bocanada de aire fresco. Eso eres. aire fresco.

Se pasó la lengua por los labios y alejó su cabeza de la chica. Sonrió.

Aire no me dejes nunca

Rose soltó una risita, seguida de las lágrimas y lo besó, intentando transmitirle todo su amor en ese solo acto, intentando hacerle saber que ella lo amaba, que también estaba dispuesta a dar todo el aire de sus pulmones por ellos. 

Lo sé ―dijo Scorpius, leyendo su mente. Ella asintió, riendo una vez mas.

Sabes que no hablo mucho español... ―Murmuró. Scorpius arrugó la nariz.

Tendrás que aprender, Rosa.





F I N



















𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑒𝑒𝑟 ℎ𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙.

―𝐿𝑖𝑣






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