XXII. Levantate
𝕷𝖊𝖛𝖆𝖓𝖙𝖆𝖙𝖊
Ni lo gritos de Lea, las preguntas de Albus y las insistencias de los demás lo harían cambiar de opinión acerca de ello.
Esaba ahí, lo sabía, y la encontraría.
―Él mismo nos dijo que no había nadie― murmuró James, lo suficientemente alto como para que Scorpius lo escuchara.
Lo ignoró y continuó subiendo la colina.
― Tal vez se volvió demente― murmuró de nuevo Fred. Scorpius se giró de golpe, encarándolos.
― ¡Largo! ―espetó, mirándolos fijamente―¡No los quiero escuchar mas! ¡Si no me creen, pueden buscarla en otro lado!
Sin esperar una respuesta, continuó caminando colina arriba, y sólo escuchó a alguien siguiéndolo, una persona, la única que creía en el en ese momento.
Albus.
.
La ira es algo difícil de describir, pierdes sentidos, ni vista, ni sonido, ni nada mas que no te recuerde la horrible impotencia y enojo que se siente en aquellos momentos de inconciencia. Algunas personas llegan a desmayarse, y en cambio, otras; como Rose, se vuelven más fuertes, haciendo cosas extraordinarias; Como romper una silla de madera, por segunda vez, sin haber probado bocado siquiera.
La pelirroja lloraba, estaba llorando mientras veía a Devon con la furia recorriéndola por todo el cuerpo, mientras que él, sonriendo se burlaba.
Ni siquiera supo porqué, o cómo, o cuál era su plan, pero saltó sobre Devon, tan rápido que ni siquiera la vio venir. Forcejeo un rato con él para quitarle la varita, pero sólo logró que esta saliera volando a alguna parte de la casa.
Sintió como sus músculos se contraían de dolor cuando apretó más sus piernas al rededor de la cintura del chico, enterró su codo en el pecho de este con toda la fuerza que pudo, Devon se retorció de dolor.
―Perra― gruño.
Se dio la vuelta en el suelo, dejando a Rose debajo de él, inmovilizándola de las muñecas, esta chillo.
―No saldrás de aquí. ― le dijo.
Rose soltó un gruñido, su cabeza maquinaba más rápido que nunca, los engranes buscaban la forma de zafarse, hasta que lo supo.
Levantó la rodilla y la clavó en la entrepierna del pelinegro, este acto resultó ser mil veces más complicado de lo que parecía, casi creyó que su pierna se rompería por la fuerza que aplicó.
Él cayó al suelo, llorando de dolor y Rose salió corriendo, se enterró varias astillas en los pies descalzos, pero no le importó, podía ver la puerta, sin ningún hechizo para cerrarla.
Subió las escaleras de dos en dos, anhelando salir, casi tocó la manilla...
Pero luego sintió el golpe, de nuevo. Ese ardor insoportable en la parte trasera de la cabeza, su vista se hizo casi nula, perdió el piso, literalmente.
Luego sintió como Devon la jalaba de los pies, ella sin poder evitarlo cayó boca abajo en el suelo, y la arrastró hacia abajo, se golpeó tantas veces, que para cuando llegó a los dos últimos escalones, ya no era capaz de sentir nada.
Vio las botas de Devon caminar frente a ella, su boca se lleno de saliva, o eso creyó, porqué cuando escupió, sólo pudo ver un charco rojo.
Se arrastró como pudo hasta una pared, intentando escapar, aunque en el fondo sabía que era inútil.
Cerró los ojos fuertemente, intentando dejar de escupir, pero no podía, incluso seguía temblando. El liquido viscoso salía por su boca sin parar, dejandole un horrible sabor a metal.
Devon la tomó del cabello, obligándola a mirarlo.
― Pudiste ahorrarte todo esto, bonita. ― sonrió. Luego se rió, la arrastró hasta donde estaba la mesa de trabajo, de donde tomó una jeringa llena de alguna especie de liquido transparente que burbujeaba, se la clavó en el cuello y la pelirroja sintió el liquido recorrer todo su cuerpo a una velocidad espeluznante.
Entonces todo por fin cobró sentido en su cabeza.
Devon había estado preparando una poción, una más fuerte, otra dosis y se la inyectó.
La soltó bruscamente, cayó al suelo con un ruido seco, fue entonces cuando algo crujió.
¿Huesos? ¿su cabeza? ¿Finalmente sus huesos cedieron?
No.
Era la puerta, se abrió.
.
―Está aquí, lo sé.
― Te creo― Scorpius se paró en seco. Si hubiera sido otra la situación, lo hubiera abrazado.
Le creía.
Y era todo lo que importaba.
― Bien, entonces ayúdame a buscar algo, debe estar por aquí.
Albus se paró en seco, como si hubiera tenido una idea. Scorpius lo miró.
― ¿Qué?
― Tal vez no entró por aquí... ― El platinado frunció el ceño.
― ¿Qué quieres decir? ¿Hay mas entradas?
―Una. Esta debajo del sauce boxeador.... ― Albus lo tomó de la mano y lo arrastró de vuelta al castillo― Mierda, ¿cómo no lo pensé antes? ahí es donde están.
Cuando tuvieron al imponente sauce frente a ellos, su confianza comenzó a flaquear.
― ¿Ahora puedes decirme como haremos para entrar?― Albus lo miró con mala cara, pero no dijo nada, en lugar de eso se llevó un dedo a la boca para indicarle que se callara, luego le hizo señas y comenzaron a caminar lentamente por entre las ramas.
El sauce dormía, pero un sólo ruido lo haría despertar.
Cuando finalmente llegaron a las raíces, tuvieron que quitar los pequeños arbustos que la cubrían, Scorpius miró adentro con desconfianza, Albus rodó los ojos y lo empujó.
Cayeron cuan niños en tobogán, dándose un gran golpe en el culo.
― Mierda― gruñeron ambos mientras se ponían de pie.
Scorpius frunció el ceño e inspeccionó el lugar, parecía mas que abandonado.
Alzó la varita y murmuró:
― Omnenum revelio― Nada pasó.
Albus fruncio el ceño también.
― Finite incantatem.
Un muro de polvo cayó sobre ellos, haciendo que la casa se estremeciera, y justo frente a ellos apareció una puerta demasiado vieja como para no caerse si la abrían.
El piso rechinó cuando los muchachos se acercaron a la puerta, y esta crujió resonando por la antigua casa.
Detrás del muro había unas escaleras, todo estaba oscuro, ninguno lograba ver que era lo que había abajo.
luego se escuchó un gemido de dolor. Albus le indicó a Sorpius que fuera detrás de él, este estuvo de acuerdo y comenzaron a bajar por las viejas escaleras.
Cuando llegaron abajo, Scorpius se imaginó la cara que debió a ver puesto su amigo, porqué debió ser idéntica a la que el tenía en ese momento.
Rose estaba en el suelo, completamente ensangrentada, un hilo de sangre le bajaba por la barbilla mientras que caía a un charco en el suelo.
La pelirroja tenía los ojos como platos, alzó una mano con dificultad y abrió la boca, pero lo que salió de ella fue mas bien un gemido.
― Sco… ― Albus corrió hasta donde estaba su prima, pero en lugar de imitarlo, Socrpius volteó a su alrededor.
Detrás de él, varita en mano y una mueca extraña, estaba Devon.
― ¿Qué le has hecho? ―gritó Albus tras de él.
Devon torció el gesto y caminó hasta ellos.
― Oh, ¿esto? descuida... era por su bien―Dijo con burla.
Albus soltó un grito, y lanzo un hechizo no verbal que el Ravenclaw bloqueo perfectamente.
Scorpius comenzó a lanzar hechizos a diestra y siniestra, ni siquiera podía saber si lo hacia correctamente o si en realidad tenía oportunidad de alcanzarlo. Estaba furioso.
Albus estaba detrás de una de las columnas, mientras que él mantenía un duelo constante con Devon, ninguno cedería, los hechizos volaban, cada uno lo estaba dando todo, tenían valor, furia, locura y convicción acumulados en cada fibra de sus cuerpos.
Se batían a duelo por lo que creían, por lo que querían o creían querer más que a ellos mismos, no tuvieron ni un poco de miedo, soltaron todo incluso sabiendo que se perderían a ellos mismos.
Luego lo entendieron, en ese momento, todo fue real para ambos, sólo una cosa pasaba por la mente de aquellos jóvenes magos.
Rose.
Sólo uno podía tenerla, sólo uno podía cuidarla, sólo uno podría amarla.
― ¡Sectumsempra! ― El hechizo de Albus viajó al lado de Scorpius, atravesó toda la casa y le dio a Devon, más o menos.
Porque este tuvo tiempo para tirarse al suelo, llevándose la peor parte del hechizo en su brazo derecho.
Macalister gimió de dolor al mismo tiempo que un último hechizo salía de su varita e hizo volar a Albus directo a la pared, al lado de Rose.
―¡Bombarda!
Cuando la pared cayó de nuevo, MacGonagall entró a la casa de los gritos, encontrándose con aquella escena, la bruja vio como Devon, Albus y Rose yacían en el suelo, dirigió su mirada al único de pie.
― Ya acabó, todo acabó― fue lo único que dijo el Slytherin.
Caminó hasta donde estaba la pelirroja y la tomó en brazos, listo para sacarla de ahí.
La sangre de Rose estaba por todos lados, gritandole lo que Devon le había hecho, después de tanto tiempo, ese era el resultado, lo que quedo de ambos, el amor, el control. Todo.
―Scorpius... ―el ojigris levantó la mirada de pronto, era la primera vez que Minerva lo llamaba por su nombre.
La bruja tenía el ceño fruncido mientras veia a la chica en sus brazos.
―Rose, ella... ―La Gryffindor casi corrió hasta ellos y miró su cuello, este sangraba y en el suelo había una jeringa, vacía.
―Necesitamos sacarla de aquí.
Siento mucho no actualiza ayer, es solo que estuve demasiado ocupada, estoy a solo dias de mi graduacion y me estoy volviendo loca planeanodo el baile, la graduación, con los examenes, mi Universidad y blah blah Blah.
Ademas, publique la propuesta de un mini fic Scorose.
"Había una vez; mi príncipe Verde"
ya está disponible la sinopsis en mi perfil, vayan a leerlo y esperen el primer cap.
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