XIII. La muerte y todos sus amigos.
𝕷𝖆 𝖒𝖚𝖊𝖗𝖙𝖊 𝖞 𝖙𝖔𝖉𝖔𝖘 𝖘𝖚𝖘 𝖆𝖒𝖎𝖌𝖔𝖘.
Cuando finalmente despertó, tenía el cuello y casi todo el cuerpo entumecido. Abrió los ojos, la sala estaba iluminada por la luz del fuego frente a ella.
Frunció el ceño al ver que esa no era la sala común de Ravenclaw.
―Despertaste.
Scorpius estaba parado frente a ella, con dos tazas de chocolate caliente, le ofreció una y ella lo tomó.
―¿Qué hago aquí?
―Tuviste un ataque de ansiedad― respondio el muchacho, dio un sorbo a su chocolate y se encogió de hombros ―Supuse que no querías que nadie se enterara, por eso no te llevé a la enfermería y te traje aquí.
Rose soltó un suspiro, bajando los hombros.
―Gracias por eso... ―torció la boca― Y lamento si te causé problemas.
― El partido estaba aburrido de todos modos. ―dijo con una sonrisa de lado.
Rose se incorporó en el sofá, y se sentó frente al fuego de la chimenea pasándose las manos por los brazos para entrar en calor.
―¿Tienes frío? ―ella volteó atrás, donde estaba el Slytherin, asintió en respuesta.
Scorpius tomó la manta del sofá y la puso sobre sus hombros.
― ¿Te sientes bien?
―Eso creo... Sí, estaré bien.
―De acuerdo, supongo que mi trabajo a terminado. Te veré luego.
El Slytherin dejó la taza de chocolate en el suelo y se dirigió a la salida.
Rose sintió como algo se removía dentro de su pecho, no sabía lo que era, o más bien, sí sabía, pero no lo quería admitir. Era lo mismo que había estado sintiendo desde hace tiempo cuando veía cerca a Scorpius, una constante inquietud, quería estar cerca de él.
Su boca habló sola― Scorpius... ―Él se quedó parado en la puerta, volteó a verla.
― ¿Si? -―Rose tragó en seco,
Scorpius le suplicó con la mirada.
―Quédate. ― pidió, después de una pausa demasiado larga para el rubio, quien, sin pensarlo dos veces, volvió a sentarse a su lado.
Rose no tenía idea de que le ocurría, se sentía diferente, era algo en ella, no sabía cuánto tiempo había pasado, cuánto llevaba dormida, y la verdad es que nada de eso le importaba, no pensaba en nada ni nadie que no fuera Scorpius Malfoy. Le gustaba la sensación de paz que aquel momento le transmitía.
Y no quería que se fuera, ella en verdad no quería que Scorpius se fuera.
― ¿Quieres hablar?― dijo de pronto él, algo confundido. Ella asintió, y Scorpius bufo― No lo pareció en último mes. Le pediste al profesor de Herbologia que te cambiara de compañero...
Rose se sonrojo violentamente y bajó la mirada.
―Lo siento. ― murmuró.
―Está bien... ―ella rápidamente volvió a verlo.
Scorpius supo que tenía algo distinto. Miró sus ojos, eran de un azul marino brillante, casi nunca se veían de ese color, pero con Rose, que cambiaran no era de hecho, nada extraño.
― No, Scorp, de veras lo siento, no sé que ocurrió. ― se rió―de verdad no sé qué me ocurre. ― Se volteó un poco para quedar frente a él, y puso su mano sobre la del Slytherin. Miró hacia arriba, exhausta― Y me está matando el no saber. ―agregó luego de un segundo, mordiendose el labio inferior.
―¿A qué te refieres?
― Es que... son tantas cosas que quiero saber, y no sé las respuestas. ― suspiró.
― ¿Qué tal si lo importante no son las respuestas? si no tener las preguntas correctas.
― Tal vez tengas razón...
― Bien, y ¿cuáles son las preguntas correctas?―- un destello de preocupación pasó por el rostro de Rose, contrayéndolo.
― Hay algo muy malo... ―comenzó a decir ella― que tal vez yo hice ―negó con la cabeza―. James dice que no, todos lo dicen, pero mi cabeza, yo no sé que pensar.
― ¿Tiene que ver con Zoey?― preguntó él, Rose apretó los labios en una línea, y asintió con pesar ― ¿Qué ocurrió?
― Ella murió el año pasado.
Era la primera vez en un año que Rose lo decía en voz alta.
Zoey fue su mejor amiga, en todo el planeta, la adoraba, y estaba segura que Zoey también a ella. Siempre estuvo para Rose en todo momento, se habían conocido desde siempre y el hecho de perderla había sido devastador, pero lo peor de todo, era que Rose no recordaba nada de la noche que ella murió.
― Lo lamento... ―hizo una pausa― ¿Qué es eso tan malo que crees haber hecho?
Rose juntó sus cejas, bajó la mirada, pero aún así no quitó la mano de la de Scorpius, en lugar de eso, la apretó mas.
―La noche... ―se aclaró la garganta― La noche que Zoey murió, Devon y yo estábamos con ella. Era tarde. Habíamos planeado salir esa noche y beber un poco... yo no quería al principio pero terminaron por convencerme ―negó con la cabeza ―Estábamos felices, bebimos demasiado, Devon había traído una botella de Wiski en su baúl.
Una lágrima bajó por su mejilla, le era imposible no llorar en ese momento. Scorpius se acercó más a ella, pero no la abrazó, quería que ella siguiera hablando, quería entender― No sé qué pasó luego, sólo tengo vagos flechazos; Devon sugirió que escapáramos a Hosmade en las escobas, yo acepté. ―levantó la mirada ― Y eso es todo, luego sólo sé lo que me contaron:
Que subimos a las escobas, íbamos muy rápido, estábamos muy ebrios, Devon logró bajarme antes de caerme, luego intentó ir por ella, pero ya era tarde, voló hasta el sauce boxeador, la golpeó tan fuerte que cayó de la escoba y se rompió el cuello antes de siquiera tocar el suelo.
Decirlo fue suficiente para que ella comenzara a llorar, llorar realmente, como no había querido hacerlo en mucho tiempo.
Ahogó los sollozos en el pecho de Scorpius mientras este le acariciaba el cabello, y sentía como su corazón se partía de sólo escucharla así, de sentirla de ese modo.
Sólo un pensamiento pasó por la cabeza del rubio; no quería volver a verla así de nuevo.
―¿Es por eso que te tratan como si fueras de cristal? ―preguntó, luego de que ella se calmara.
La ojiazul se limpió una lágrima con la manga de su suéter y asintió.
―Luego de que ella murió, la prensa no dejaba de hacer preguntas, especulaban cosas sobre lo extraño que era el hecho de que sólo nosotros estuviéramos esa noche... Así que comencé a tener ataques de pánico, eran horribles... fue duro. Aún lo es. ― Rose cerró los ojos y volvió a recostarse en el pecho de él.
Se sentía cómoda ahí, además de que Scorpius no la movería jamás, si por él fuera, jamás la volvería a soltar. Ahí, recostada en su pecho podía cuidarla, podía protegerla.
―Creo que su intención es buena, pero luego eso del control sobre mi se les salió de las manos.
― Y tú los dejaste. ― Rose asintió.
― No puedo negar que los necesitaba. Necesitaba toda la ayuda posible, pero me sentía ahogada, no sé como explicarlo ―levantó un poco la cabeza para poder verlo― Es como un montón de sentimientos que me invaden todos los días, me contradigo en lo que pienso, perdí la fe, mi convicción. ¿Cómo le llamas a eso?
―Tal vez necesitabas ayuda, pero esa no era la ayuda correcta.
Rose se calló de pronto, sopesando las palabras del rubio que calaron hondo en ella, frunció el ceño y pensó en lo que había dicho. Acarició el brazo de Scorpius con delicadeza, mirando el dragón que llevaba tatuado, ella sonrió.
― ¿Dónde estuviste todo este tiempo, Scorpius?
Se estaba riendo, se reía de verdad; porque había buscado esa respuesta todo el verano, y ahora se la daba así nada más. Y era tan obvia, estaba justo frente a ella.
Se incorporó un poco, aunque no alejándose demasiado, sólo lo suficiente para verlo a la cara.
El platinado se había recostado en el sillón, aún estaban en el suelo y podían escuchar el crujir de la madera mientras ardía.
Rose se volvió a reír.
― Podría besarte justo ahora. ― De nuevo su boca actuaba por si sola.
La mirada del Slytherin se iluminó, sonriendo como nunca antes lo había visto.
Rose desearía poder decir que no era consiente de lo que hacia, o que había algo que la controlaba, algún tipo de magia. Pero mentiría si dijera tales cosas.
Porque no había nada que la obligase, cada músculo de su cuerpo quería que Scorpius la besara y que no parara jamás.
No se lo explicaba, aquellos sentimientos habían aparecido casi de la nada, tan rápido que no le dio tiempo de rechazarlos, de intentar luchar con ellos, todos atacaron de una, un disparo y ya estaba, tan veloces que ni siquiera lo notó.
Y tampoco se dio cuenta cuando Scorpius literalmente cumplió sus deseos al besarla.
.
Las fiestas navideñas siempre habían sido sus favoritas, aunque no lo admitiría nunca frente a nadie. Lo eran.
Le encantaba estar en casa con sus padres y su abuela Cissy.
Con su madre y su tía Daphne haciendo galletas y chocolate caliente mientras él, Sam y Lea jugaban afuera en la nieve. Tenía muy buenos recuerdos de niño, jugando y comiendo hasta que su estómago ya no daba más.
Aunque algo que jamás podría gustarle, eran las cenas que su padre organizaba. Scorpius amaba la víspera de navidad, mas nunca le gustaron las cenas de noche buena.
Su casa siempre estaba llena de hombres y mujeres codiciosas y estresantes que sólo les sonrían porque seguían siendo una de las familias más ricas del mundo mágico.
De niño solía salirse al jardín y esconderse en el invernadero hasta que la fiesta acabara, había años en los que se quedaba dormido cerca de las rosas, despertaba al día siguiente con un horrible dolor de espalda, un resfriado y cientos de regalos bajo el árbol.
Era por todo eso que Albus le dijo que fuera a la cena con los Weasley. Que sería en la ya tan conocida madriguera.
― ¿Estás seguro que no te quedas esta noche cariño?― Preguntó su madre, que estaba parada en la puerta de su habitación, al igual que él, completamente arreglada para las fiestas.
-―Estoy seguro, madre. Sabes que nunca me divierto en estas cosas...
La castaña sonrió y le acarició la mejilla.
― De acuerdo, pero promete volver mañana temprano, ¿de acuerdo? y agradécele a los Weasley tu invitación.
―Lo haré, madre.
― ¿Tomaste tus medicamentos? -―inquirió la mujer algo nerviosa, al igual que se mostraba siempre que mencionaba algo del tema.
El rubio la miró sin expresión, al igual que siempre.
―Sí, tranquila, todo está bajo control.
A pesar de que los Malfoy ahora habían dejado de ser una familia snob, aún mantenían algunas cosas ocultas, como el hecho de que el primogénito de dos grandes familias sangres pura y miembros de los sagrados 28, acudía con un doctor y psiquiatra muggle y además, dependía de un medicamento igual de mundano.
Su padre solía decir que sólo era por su bien, que había gente mala que se aprovechaba de esas cosas, para juzgarlo, que algunas familias con las que aún tenían tratos eran puristas todavía y que por eso lo mantenían oculto.
Aunque Scorpius sabía que su padre aún se mostraba reacio a ciertas cosas que tuvieran que ver con los muggles; no porque fuera purista, si no porque dudaba de su veracidad como cura o medicina. Y eso no podría cambiarlo.
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Rose estaba sentada en el afeizar de la ventana, como solía hacer siempre que algo le preocupaba, o cuando no podía dejar de pensar. Cuando su mente se ponía inquieta y le parecía imposible quedarse callada, al igual que ahora.
Hace una semana que había ocurrido el beso con Scorpius, o, el intento de beso. Él lo había hecho, claro, la había besado, justo como ella quería que lo hiciera.
Pero Rose se alejó, como una niña pequeña se había alejado sin saber que demonios era lo que le ocurría.
― Ro, debemos irnos...
La pelirroja dirigió su mirada hacia su hermano, que estaba parado en la puerta de su habitación, ya tenía puesto su traje de gala para la cena de navidad, al igual que ella llevaba su vestido.
― Bajaré en unos minutos, Hugo, déjame buscar mis tacones.― el pelirrojo asintió.
― No tardes, mamá y papá se han ido, te espero en el auto.
Su vestido azul marino le quedaba tan largo sin zapatos que tenía que levantarlo para que no arrastrara. Así que después de luchar un poco con el, logró encontrar sus tacones y bajar las escleras sin ningún accidente.
Dio un último suspiro y subió al auto de su hermano con unos ojos grises aún en su mente.
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La fiesta de los Weasley había resultado, hasta cierto punto, mucho mejor que la que seguro había en su casa en ese momento. Ahí nadie se preocupaba por como se veían, nadie intentaba robar la atención de los otros con historias completamente extravagantes y fuera de lugar.
Todo era diferente. Los adultos por su lado, mientras que los jóvenes mantenían conversaciones ajenas a todo, incluso a la oleada de reporteros que llamaban cada tanto a la puerta pidiendo fotos exclusivas.
Scorpius se la estaba pasando increíble, ya que los Weasley lo habían acogido bastante bien, pero debía admitir que había algo que lo decepcionó, y era que Rose no se encontraba por ningún lado.
― Tranquilo, ya aparecerá. -― le susurró Dominique cerca del oído una vez que volteó hacia la puerta por décima vez. El ojigris se hizo el desentendido.
-―No sé de que me hablas, Nique.―- ella levantó una ceja.
―Por Salazar, Scorp, te he estado viendo toda la noche. ― dijo― Te prometo que vendrá en cualquier momento, ella y Hugo siempre son los últimos en aparecer.
―Como sea. —bufó el Slytherin fingiendo desinterés.
La rubia se rió de nuevo, y tal como llegó, se fue, dejándolo ahí parado viendo hacia la puerta y efectivamente, esperando impacientemente a Rose.
― Carajo, Hugo, hay más reporteros que hace un año. -―se quejó la pelirroja una vez que iban entrando a la propiedad. Hugo gruñó.
―Tendremos que esquivarlos.
Condujo hasta el jardín del frente para aparcar su volvo, cuando bajaron, los reporteros prácticamente se les abalanzaron. Hugo se quitó el saco y lo puso sobre los hombros de su hermana mientras esta caminaba a su lado con la cabeza baja.
― ¡Hugo, Rose! ¡Por aquí... sólo una foto!
― ¡Rose, para Wizard Magazine!― le gritó uno de ellos acercándose a la Ravenclaw con una vuela pluma y una cámara muggle también― ¿Es cierto que el año anterior tuviste una crisis nerviosa?
Ante esta pregunta, la pelirroja levantó la vista sorprendida, las mejillas se le enrojecieron.
― ¿Qué? ¿Cómo consiguieron esa información? —balbuceo.
― ¿Entonces es verdad? ¿es cierto que fue por estrés escolar?
― ¿Qué tan cierto es que tu madre los preciona demasiado?
― ¿Es verdad que los obligan a llevar clases extra?
― ¿Cómo explican los rumores sobre Zoey Hood?
Todos hablaban demasiado rápido, haciendo preguntas que realmente ninguno quería contestar, Hugo se limitó a seguir caminando a su lado pero simplemente ellos no los dejaban avanzar.
― Lamentamos no poder responder sus preguntas. ―comenzó a decir Hugo dirgiendose a las cámaras― Ya tendremos otra ocasión para hacerlo, pero ahora permítannos llegar con nuestra familia.
Y ahora sin importarle si los empujaba o no, tomó a Rose por los hombros y la empujó hasta la entrada de la casa.
― ¡Rose... una última pregunta! Si tu madre no te controla, ¿cómo piensa dirigir el mundo mágico?
La pregunta fue respondida con un portazo en la cara, pues los pelirrojos ya habían entrado a la madriguera.
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― ¡Y ahí están ellos! ― gritó muy feliz Jasson Wood, llevaba puesto un sombrero de Santa Calus y una copa de vino en la mano.
Hugo y Rose se limitaron a suspirar, ignorando por completo el nivel de espíritu navideño de su amigo. Los demás Weasley fueron al Living para resibirlos.
― ¿Están bien? ―preguntó su tía Audrey, la esposa de Percy.
―Bueno, los reporteros no dieron la bienvenida antes que ustedes. ― comentó sarcástico el pelirrojo. Rose se quitó el saco con un gruñido, sus padres caminaron hasta ella.
― ¿Qué pasó alla afuera, Rose?―preguntó Hermione con voz queda.
―No lo sé, madre, pero en serio, creo que deberías hablar con la prensa de vez en cuando.
El tono cansino que usó la chica pareció molestarle a la castaña, pues hizo una mueca.
Y después de abrazar a todos sus tíos y abuelos, Rose se marchó pasando por su lado mucho antes de que siquiera pensara en decirle algo.
Caminó con paso decidido hasta la biblioteca, que era donde de seguro se encontraban todos sus primos, Hugo detrás de ella la tomó de la mano y le dio un sonrisa discreta.
― Al fin llegas, esto se estaba poniendo bastante aburrido ― fue el saludo de Albus, estaba sentado en uno de los sillones de cuero, al lado de el se encontraba Scorpius con cara de aburrimiento.
La tensión de Rose fue más que obvia para el rubio, aunque supo manejarla bastante bien.
― Pues parece que te divertías bastante, primo― respondió esta, señalando a la copa de vino que tenía entre las manos. El Potter se levantó y caminó hasta ella, puso un mechón de cabello detrás de su oreja.
― Luces cansada... toma.
Ella se quedó unos segundos viendo la copaque le ofreció, no acostumbraba a beber, de hecho jamás lo hacia.
Sus padres siempre se habían mostrado bastante abiertos con el tema del alcohol, y con abiertos se refería a que no se daban ni cuenta de que sus hijos bebian en cada fiesta. Siempre y cuando no abusaran, todo estaría bien.
Por eso, tras un suspiro cansado, Rose tomó la copa y se la acabó de un solo trago, sintiendo el liquido agridulce bajar por su garganta.
Necesitaba algo de valor si quería sobrevivir toda la noche en una fiesta con Scorpius tan cerca.
Es casi la una de la madrugada y yo tengo que levantarme a las 6, buuut tengo insomnio, so... Yes!
Btw, amo sus teorías locas about Zoey, si no le atinaron ¡No se preocupen! Que aún no sabemos toda la historia completa... porque sí, hay mucho mas sobre esto, asi que no descarten sus teorias... una perosonita YA le atinó, sólo que yo no he dicho quien fue jojo...
Otra cosaaaa, estoy escribiendo TRES nuevos fics, asi es... estoy On fire. Hahaha
Dos de ellos son sobre una pereja en específico, y el otro es sobre la tercera generación en general...
Les daré una pista, uno de ellos trata sobre una PR (Public Relationship) o sea que sí, ocurre en un AU.
El otro es un short fic de tres capítulos, tipo "¿Donde están los muchachos?"
Mientras que el último, no diré nada because, quiero que sea sorpresa.
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