VIII. Alguien que cuide de mi.
𝕬𝖑𝖌𝖚𝖎𝖊𝖓 𝖖𝖚𝖊 𝖈𝖚𝖎𝖉𝖊 𝖉𝖊 𝖒𝖎
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―¿Qué hay de Nebraska?
―¿De verdad existe? ―preguntó Rose con diversión. Devon se encogió de hombros.
―Ni idea, pero la mencionan en todos los programas muggles. ―el chico se llevó una mano a la barbilla fingiendo pesar― ¿Qué tal los Alpes suizos?
―Es un cliché. ―dijo Rose
―Cierto... pero, si te soy sincero, son todos los lugares donde podemos esquiar que me vienen a la mente ahora.
Rose hizo un puchero, Devon a su lado se incorporó un poco apoyando su cabeza en su mano.
De pronto, la chica comenzó a reír.
―Es gracioso que busquemos lugares para esquiar... digo, yo ni siquiera sé esquiar. ―Su novio también se carcajeo, negando con la cabeza.
Luego se inclinó un poco para besarla, ella seguía riendo.
Cuando se separaron, Rose lo empujó, haciéndolo caer sobre su espalda.
―Me gusta cuando sonríes… ―susurró ella, mientras le quitaba el pelo de la frente― Deberías hacerlo más seguido.
―Yo siempre sonrió.
―Pues deberías sonreírme sólo a mi. ―hizo un puchero― No a todas las chicas. ―Devon hizo cara de indignación.
―Se llama amabilidad― Rose rodó los ojos y lo besó mordiéndole un poco el labio.
―Entonces quiero que seas amable solo conmigo. —concluyó, risueña.
Se besaron de nuevo, lentamente, disfrutando el uno del otro, perdiéndose por completo, y Rose volvía a sentirse completa, como cada vez que lo besaba, sentía que hacía las cosas bien. Pero eso sólo duró unos segundos, cuando la alarma de su teléfono la sacó de su ensoñación.
―Es tarde... debo ir a estudiar ―susurró. Devon gruñó y la tomó más fuerte de la cintura, haciéndola subirse prácticamente sobre él.
―No te vayas... puedes estudiar luego ―murmuró contra sus labios.
―Tengo que ir... hay..., hay exámen mañana. ―Antes de que el moreno pudiera tomarla de nuevo, ella se puso de pie sacudiéndose las hojas secas del cabello.
Devon la veía con el ceño fruncido desde el suelo.
―¿Acaso te está esperando alguien?
La pregunta la sorprendió bastante, ya que su expresión endureció.
―¿De qué hablas?
― Es que... vas siempre a la misma hora, todos los días. ¿Estás viendo a alguien?
-Sí-, pensó. ―No, claro que no, es sólo... nuevo horario, ya sabes... ¿te veré en la cena?
No esperó a que él le respondiera, le lanzó un beso con la mano y salió corriendo colina abajo hacia el castillo.
No le gustaba esconderle cosas a Devon, se sentía una idiota por hacerlo, pero sabía como era.
Desde que salían, siempre se lo habían contado todo, él había sido su mejor amigo siempre, y había comenzado a quererlo demasiado, había comenzado amarlo, no sabía explicar con exactitud lo que sentía por Devon. Pero sí que tenían algo especial, se habían acostumbrado a estar juntos, siempre hombro con hombro, ellos contra el mundo. Y hasta ese momento, habían estado bien, ella jamás había sentido la necesidad de buscar algo más.
Rose lo conocía como la palma de su mano, sabía que él la amaba tanto como ella a él, y también que a Devon no le agradaba cuando otros chicos se le acercaban, en realidad, si odiaba algo, era que alguien que no fuera él, o los Weasley, se acercara a ella más de lo necesario.
Por eso Rose no le dijo a quien veía todos los días en la biblioteca a las 5:00 de la tarde. Porque... ¿Cuál sería su reacción si supiera que ese alguien era Scorpius Malfoy?
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―Debo irme chicos, vengo en un rato. ―Albus miró a su amigo sentado desde el sofá de cuero de la sala común.
―¿A dónde vas?― preguntó Sam, que estaba frente al Potter jugando snap explosivo con Blake. Este soltó una risita por lo bajo.
―A la biblioteca...
― ¿Oh, con cierta pelirroja de Ravenclaw que conocemos?
―Wow, ¿qué? ¿Rose? ―preguntó sorprendido Albus. Scorpius le lanzó una mirada asesina a Blake y luego miró al pelinegro.
―Sí, Rose... ―tomó su capa y se la puso, se encogió de hombros ― Es mi compañera en herbologia ¿recuerdas?
Luego, sin esperar que el chico le respondiera, salió como alma que lleva el diablo de la sala común.
Albus se incorporó un poco en el sofá mirando a Blake y a Sam con la ceja alzada.
―¿Saben algo que yo no? ...Que yo sepa, Scorp no es evasivo.
― A mí ni me veas, yo no sé nada. ― exclamó Sam― Jamás he comprendido a mi primo en lo absoluto.
―¿Blake? ―el moreno suspiró.
―Mira, Al, no sé que tan cierto sea esto, pero desde que Scorpius pasa tiempo con Rose... digamos que, cambió, para bien.
Albus cerró la boca unos momentos, con el ceño fruncido― ¿Y porqué lo evadió?
No me molesta en lo absoluto que hable con ella... de hecho creo que es bueno para Rosie también. ― Blake se encogió de hombros.
―Tengo mis teorías.
―Apuesto a que puedo adivinar algunas... ―comentó Sam y se cruzó de piernas, ambos muchachos la miraron.
―¿Cuáles?
―Esta la mas obvia...―ellos de nuevo fruncieron el ceño.
―¿Y es... ? ―Sam bufo.
―Que a Scorpius le gusta Rose...
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Pudo ver de reojo la melena pelirroja moverse entre las mesas, rápidamente bajo el enorme tomo de Historia de la magia y miró al frente.
Rose le sonreía de oreja a oreja, con las mejillas rosadas y el cabello algo desordenado.
―Lamento haber tardado... ― se disculpó dejando la mochila sobre la mesa y sacando la silla de enfrente― Devon y yo... bueno, lo siento.
La mención del novio de la chica lo en6fado un poco, pero cuando vio sus ojos celestes, nada importó. Le sonrio de nuevo, como lo había estado haciendo las últimas dos semanas, igual que un idiota. Según él.
―No importa, sólo fueron 5 minutos. ― Ella volvió a sonreír poniéndose los risos pelirrojos tras la oreja.
―¿Y bien? ¿Qué tal tu dia? No te vi en toda la mañana, ni en el desayuno.
―Me quedé dormido esta mañana y tuve entrenamiento de Quidditch, además... los martes no tenemos clases juntos. ―ella soltó una risilla
― Uy cierto.. el martes es el peor día.
―¿La pequeña Weasley me extraña los martes? ― Ella bufo, sacó su libro, el pergamino y su pluma. Luego lo miró con suficiencia.
― Yo me refería a ti, rubio. Sé que soy indispensable en tu vida.―Scorpius rodó los ojos con molestia fingida, pero no dijo nada.
No dijo nada porque en cierta forma, tenía razón, los martes eran los peores días. No escuchar la risa de esa chica lo ponía de malas, quería golpear todo y a todos cuando estaba lejos de ella, tal y como pasaba siempre antes de conocerla.
Él podría ser un Malfoy, de los pies a la cabeza, lo habían criado para ser fuerte, poderoso, destinado a la grandeza, para conseguir lo que quisiese cuando quisiese, solo y sin la ayuda de nadie. Había sido criado para no cometer los mismos errores que sus antepasados.
Pero hasta un Malfoy, hasta Scorpius Malfoy, sabía que necesitaría de alguien, la grandeza y la felicidad no se llevan, contaban algunos. Bien, Malfoy quería ambas, y sabía que para tenerlas necesitaría algo más que sólo él mismo.
En algún momento pensó que jamas encontraría la felicidad, menos cuando se dio cuenta de su problema de ira.
Estaba tan asustado de él mismo que se dijo y prometió que haría lo posible por no volver a lastimar a nadie. Se encerró en una burbuja, perdiendo la esperanza.
Y luego llegó Rose a su vida, de un golpe y sin avisar.
Tal vez no lo admitiría nunca en voz alta, pero la necesitaba, sí que la necesitaba. Un Malfoy necesitaba a una Weasley.
Scorpius Necesitaba a Rose.
― Tierra llamando a Malfoy...― dijo Rose luego de que él no dijera nada por unos momentos. El ojigris parpadeo varias veces, y sonrió de nuevo.
― Lo siento, estaba...
-―¿Pensando en lo increíblemente alucinante que soy?
...
― En realidad pensaba en ¿Cómo diablos pueden ser tus ojos tan celestes?― La sonrisa de Rose se ensancho.
― ¿Cómo pueden ser los tuyos tan grises?
― Son los genes. ― respondió encogiéndose de hombros.
― Los genes Black me supongo, como los de tu padre, y los de tu padre son como los de Sirius.
La sorpresa en la cara del rubio la hizo darse cuenta que ya había hablado de mas.
― ¿Cómo sabes tanto de mi descendencia? creí que apenas y habías oído hablar de mi.―Los ojos de Rose volaron a otro lado.
― Digamos que por un tiempo me intereso la guerra. Ya sabes, los involucrados...
-―Los mortifagos. -―completó él, Rose se sonrojo y asintió.― Esta bien, puedes decir la palabra, no está maldita.
― Bueno, leí sobre los mortifagos...
― Y encontraste a casi toda mi descendencia.―- esta vez ella se rió, asintió un poco.
-―Debo decir que sé más de los Malfoy que cualquier Malfoy.
Scorpius asintió lentamente, pensativo.
― Supongo que debes creer lo mismo que todos, que mi padre era un maldito cobarde y mi tía abuela una loca desquiciada.
― No, por supuesto que no... ― dudó un poco. ― Bueno, lo de Bellatrix, sí que lo creo... -― el rubio sonrió ligeramente. ― En realidad creo que tu padre fue muy valiente, soportó mucho tiempo a ese loco de Voldemort viviendo en su propia casa, vio cosas que un adolescente jamás debería haber visto, hizo cosas que nadie jamás debería haber hecho, sólo para proteger a su familia.
》Lo que Draco hizo fue tan valiente como lo que hizo mi padrino, o mis padres. Sé que hay personas que creen que aún son puristas, pero... ¿Cómo no serlo? Toda su vida, tu padre, tus padres, fueron criados con los ideales erróneos, no puedes quitarles la convicción. Eso es realmente estúpido.
Para cuando se dio cuenta, ya había hablado suficiente, sus mejillas se colorearon y tuvo que bajar la mirada.
Ella no pudo verlo, pero Scorpius sonreía mientras que su corazón casi se salía de su pecho.
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Devon entró al castillo sin saber exactamente que hacer, toda su tarea estaba terminada y ya no tenía clases hasta el siguiente día, así que se fue a pasear por los jardines, donde casualmente, también esta esa chica de Slytherin, Lea Nott.
Esta le sonrió y lo saludó, él hizo lo mismo.
― ¿Qué hay Dev?
― Oh no mucho, estoy algo aburrido y Rose se fue a estudiar. ― respondió el, encogiéndose se hombros.
― Sí... la vi hace rato corriendo, tenía prisa.―- ella sonrió. -―es muy lindo de su parte ayudar a mi primo. ― Devon sonrió. Lea en cambio, sabia exactamente lo que estaba provocando en el muchacho
Su plan de que Scorpius saliera con Rose tenía un pequeño y guapo problema, Devon Macalister.
Nada pasaba si lo hacia rabiar un poquito.
¡Oh, Lea, harás el infierno caer!
― ¿Qué te digo? asi es ella...―respondió el pelinegro con cierto deje de molestia.
-―Si, bueno, supongo que ha sido duro para él, después de lo que pasó en su antigua escuela, Rose es buena para él.
El Ravenclaw seguía sonriendo, asintiendo. Entrecerró los ojos.
Había escuchado de Scorpius Malfoy, había estado toda su vida en Bulgaria, sólo regresaba a Londres para las vacaciones pero era bien sabido que no lo hacia por mucho tiempo. Prácticamente toda su vida estaba allá. Y luego, de pronto un día deja todo para volver a Londres, lugar donde jamás ha estado por mas de cinco meses. Dónde no tenía un solo amigo, mas que sus primos.
No tenía motivos para volver.
O por lo menos, él aún no los sabía.
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―¿Qué tal un hurón? Escuché que los albinos son muy tiernos.―Rose soltó una carcajada, haciendo que el rubio también sonriera.
-―Oh, por supuesto que lo son. Pero, no lo sé, no me siento apta para cuidar un hurón.
― No gatos, no perros, no lechuzas, no hurones. ― Scorpius la apuntó con el dedo. ― Tú, Rose Weasley, eres extraña.
― Vale, que no soy rara, sólo no soy buena cuidando mascotas.
― Extraña.― repitió el ojigris. Rose bufo y le lanzó un trozo de cascara de naranja, mientras se metía un poco de la fruta en la boca.
Scorpius hizo como que le dolió, pero ella sabia que no era asi.
-―Bueno, señor "yo sé todo sobre animales" dime, ¿tienes alguna mascota? ¡Blake no cuenta! -―advirtió, haciéndolo sonreír.
-―Bueno, esta Sam...―La pelirroja negó divertida con la cabeza.―Y tengo un Hosquie en casa. ― La cara de ella se iluminó al escuchar aquello.
Un Hosquie era lo que siempre había querido, pero como había dicho, no era apta para cuidar animales.
― Siempre he querido uno... Mis padres me dieron uno de navidad cuando tenía 10, pero escapo. ― comentó, haciendo un puchero.
― Si vuelves a Londres para Navidad, prometo llevarte a casa y que la conozcas, tengo el presentimiento que tú y Kalha se llevarán bien.
Rose sonrió y metió sus manos en sus bolsillos, el viento comenzaba a enfriar y el sol hace unos minutos se había metido, sabía que era hora de regresar, pero no quería hacerlo. Hablar con Scorpius era completamente gratificante y se estaba convirtiendo en su actividad favorita.
Pero luego recordó que le había dicho a Dev que volvería, su estómago se revolvió.
― Creo que debo volver... se hace tarde.―el rostro de su acompañante era relajado, le sonrió.
―De acuerdo... ¿te acompaño? ―Pensó en decir que sí, pero optó por negar con la cabeza, no tenía ganas de dar explicaciones de por que una serpiente que no fuera Albus, la acompañara a su sala común.
―De acuerdo, ¿Te veré mañana a la misma hora?
―Ahí estaré.
Y sin mas, ambos se fueron por lados separados, con la sensación de no haber tenido suficiente del otro.
2249 palabras de puro relleno, i know, me paso... pero bueeee.
¿Ya leyeron mi nuevo fic?
Es un Jaminique, funciona tanto como si lo amas, o si lo odias. Es para todo tipo de personas HAHA (hablo en serio!)
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