VII. ¿Me seguirás queriendo en la mañana?


¿𝕸𝖊 𝖘𝖊𝖌𝖚𝖎𝖗á𝖘 𝖖𝖚𝖊𝖗𝖎𝖊𝖓𝖉𝖔 𝖊𝖓 𝖑𝖆 𝖒𝖆ñ𝖆𝖓𝖆?


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―¿Entonces...?

―Lea esta paranoica, déjalo ya... ―gruñó Scorpius, Albus lo miró unos momentos pero después volvió a tomar el control del Xbox, sus dedos volaron presionando los botones con una velocidad casi impresionante.

―Bien, tal vez lo esté. Pero debe haber una razón por la que me lo pidió, quiere saber cómo estás y no sabe cómo preguntarte porqué la mandas a la mierda cundo lo hace.

Scorpius seguía con la mirada en la pantalla mientras negaba con la cabeza.

―Es Lea Nott de quién hablamos, Al. No se preocupa por mi, ella sólo quiere tenerme bajo su control.

―¿Por qué Lea querría eso?

―Por mi madre.

El ruido de la ametralladora ahogó su respuesta, pero aún así el Potter lo escuchó.

―¿Qué tiene que ver tu madre?

―Aghhh, es que, yo sabía que cuando entrara en Hogwarts, mamá le pediría a alguna de mis primas que me mantuviera vigilado, o algo como eso.

―Y Lea fue la elegida... ―concordó el ojiverde asintiendo ―Pero, ¿Qué gana Lea con eso?

―Un mejor regalo de navidad, dinero para gastarlo en Forever 21, la aprobación de su tía favorita. ¡¿Qué sé yo?!

―Tu madre no tiene idea sobre lo tuyo con Lea, ¿cierto? ―El rubio negó.

―Noup, y es mejor que se quede en el pasado, porque nosotros ya lo dejamos ahí ―apuntó al suelo ―bien enterrado ―frunció el ceño y volteó a ver a Albus.

―¿Cómo lo sabes?

—¿Lo de ustedes?… Oh, bueno, ella me contó algo de eso hace tiempo... y, tú no la miras precisamente como a tu prima pequeña, por eso tenía dudas acerca de los suyo...

―No, eso, eso esta olvidado, somos diferentes ahora. Maduramos, supongo. No era mas que atracción física. ―dejó el control a un lado ―Así que, tú sólo dile que estoy bien, que no he tenido ningún ataque de ira. 

Albus soltó un suspiró cansado mientras se recostaba en el sofá verde botella de la sala común.

―Bien, pero que quede claro, si lo descubre, ella nos asesinará y yo te usaré como escudo humano.

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Cuando lo vio acercase a ella, su cuerpo comenzó a temblar, desvió la mirada e hizo como que había recibido un texto. Sin dejar de ver la pantallita de su teléfono, caminó al lado contrario, hasta que su enorme mano se posó en su hombro.

―Lea... —la llamó

―Hugo ―saludó ella, como si no hubiera intentado huir de él hace un segundo.
Pero el pelirrojo no era tonto, lo sabía.

―No intentes huir, solo quiero hablar ―Lea se giró totalmente hacia él, aún llevaba sus libros en los brazos y su largo cabello le cayó sobre la cara, intentó quitarlo con un torpe movimiento de cabeza, pero falló.

Hugo sonrió y colocó el mechón tras la oreja.

―¿Sobre qué?

―Sobre nosotros...

―Oh, genial, ya tienes tiempo. ―exclamo Lea, su voz sonó mas chillona de lo que esperaba, pero aún así se mantuvo firme.

―Lea, escúchame...

―¡No! —lo interrumpio —Tú escúchame a mi, no puedes llegar, besarme frente a todos y esperar que no diga nada. ¿Sólo estás jugando con esto? Porque en cuanto a mi concierne, tú y yo no éramos más que amigos.

―Lea... ―ella alzó un dedo, frunciendo los labios.

―No, H, mira lo que haces, lo que nos estás haciendo. ―los señaló a los dos intentando balancear sus libros sobre su brazo derecho. ―Hace mucho me obligaste a pensar que esta especie de... ¿relación? no llegaría a nada.

―Creí que yo era algo para ti. ―fue todo lo que logró decir el pelirrojo. Lea miró el suelo, estaba casi llorando.

―Claro que lo eres... pero, ¿yo lo soy para ti?

―¡Por supuesto que sí! ¡Lo eres todo! ―ella se alejó unos pasos de él, con la boca en una línea y los ojos llorosos.

―Bien... ¿Y hasta cuando? ¿Hasta que tengas un examen importante y debas dejarme de nuevo?

―Tú no entiendes... No...

―No, lo entiendo, claro que sí. Él que no entiende eres tú. ―sonrió con tristeza, rosó su mejilla con los dedos ―A veces hay que saber cuándo es suficiente, Hugo. Y hasta que no entiendas que también siento, hasta que no lo veas, no seré capaz de estar contigo.

―Lea, yo lo siento.

Ella asintió con la cabeza, su mano cayó de su mejilla hasta su brazo, lo retiró como si quemara.

―Lo sé. También yo... Pero hablaremos luego, ¿está bien?

Y Hugo la dejó ir, aún sabiendo, que si no hacía algo pronto, se iría para siempre.

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―¿Sigues molesto por eso? ¿De verdad? ―Devon alzó la vista de su lectura, se le quedó mirando pero no dijo nada.
Rose resopló.

—Vamos, Dev, no es la primera vez que pierdes... Solo es un duelo, ni siquiera era oficial.

Los ojos miel de su novio se posaron en ella, de nuevo.

―No perdí. Avernathy me detuvo antes de eso.

―Como sea... ¿Por qué estás molesto entonces?

―No lo estoy.

Rose entrecerró los ojos haciendo un mohín. ―Bien... Entonces, ¿podrías darme una razón valida para no hablarme en todo el día?

―Estamos hablando ahora, Rose.

―Lo has hecho por que no te queda opción... Vamos, Dev, no fue mi culpa ―Se puso de pie y caminó con cautela hasta el sofá donde estaba el Ravenclaw. Se sentó a su lado, casi sobre él.  

―¿Devie Boo? ―chillo como si de un bebé se tratara, subió su cuerpo sobre el del castaño, este, la tomó de la cintura para que no se callera. Rose enterró su cabeza en su pecho, como siempre hacia.

―¿Qué? ―gruñó.

―¿Me perdonas? ―La voz que utilizó pareció mas bien la de una nenita, lo cual hizo reír al chico.

―De acuerdo, disculpa aceptada... pero, Rosie, ¡Fuera de aquí, pesas mucho!

―Oh, no dijiste eso... ―chillo su novia mientras se enderezaba, tomó discretamente un cojín y lo estrelló en su cara tres veces. Luego salió corriendo hasta detrás de la estatua de Rowena.

―Oh, no, Weasley, ¡Regresa!

Fue tras ella mientras las risas de la pelirroja resonaban por todo la sala común.

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―¡Lea Marie Nott Greengrasst!

―¡Mierda! ―mascullo por lo bajo mientras se volteaba hacía Scorpius  ―¡Le dije a ese chismoso de Albus que se mantuviera callado... Voy a...!

Antes de que la castaña saliera de su habitación, él la tomó por la cintura y la sentó de golpe en su cama.

―Alto ahí, pequeña fiera... Deja a Albus fuera de esto, y comienza a hablar ―Lea se cruzó de brazos haciendo un puchero.

―Yo sólo hice lo que tía Torie me pidió...

―¡Lo sabía! Esa mujer tiene que tener el control siempre... ¡Por amor a merlín! ―mascullo el rubio ―Pero algo sí que es verdad, tú no lo haces gratis... ¿Qué buscas?

―Nada, lo juro...

―Lea―advirtió.

―¡Bien! ¡Sólo quería que admitieras que estas coladito por Rose! —Scorpius se llevo los dedos al puente de la nariz.

―Lea, no estoy colado por Rose.

―Claro que lo estas, sólo necesitas admitirlo, y como no lo haces conmigo, se me ocurrió que Albus tal vez podría hacerte hablar... ¡Pero el maldito es un chismoso!

―Lea no puedes manipular a la gente para conseguir lo que quieres--

Ella lo miró con una ceja alzada y cierto deje de cinismo.

―Bueno, sí, tal vez si puedes. ¡Pero no debes!

―No es para tanto, Scorp, vamos, yo no tengo la culpa de que lo niegues...

―Es que no lo niego, simplemente no me gusta, ¿podrías por favor respetar eso?

―Está bien, lo lamento.

―Disculpa aceptada...― Lea lo miró a los ojos por unos segundos, y fue cuando él se dio cuenta de la apariencia de sus prima.
Tenía los ojos algo hinchados, la nariz roja y de vez en vez moqueaba.

―Estabas llorando.

― ¿Qué? No, claro que no, yo no lloro jamás.―Scorpius le mantuvo la mirada, hasta que Lea bajó los hombros― Tal vez un poco... Pero, estaré bien.

―¿Es por Hugo?―preguntó él. Su prima lo maldijo internamente por ser tan listo.

―Estoy bien... tienes que irte ahora, o podrías meterte en problemas― comenzó a empujarlo fuera.

― Pero si él te hizo algo, le romperé la cara... —advirtio abriendo mucho los ojos

―No fue nada, Scorp, de verdad, aprecio tu faceta de hermano protector, pero, me las arreglare sola. Así que, buenas noches. —gruño desesperada mientras lo empujaba fuera.

El cerrón de la puerta fue lo único que se escuchó en el silencioso corredor.

Scorpius se fue a la cama esa noche con un enorme nudo en la cabeza.

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Siento mucho no actualizar,  es sólo que el Martes estuve editando un nuevo fanfic "Jaminique" y ayer me dolía un montón el brazo que me fracture...
But, aquí esta el nuevo cap.

Espero que les haya gustado, os amoooo.

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