Son las once de la noche mientras observo por el balcón como arrasan con fuerza las olas del mar. Me encanta y me fascina la playa de noche tanto que me surgen ganas de ir a esta hora. 

Mi abuela duerme entonces no quiero perder la oportunidad, solo quiero ver la playa de noche. Es una de las cosas que más me gustan.

Cuando llego me siento delicadamente en la arena y contemplo la oscuridad, lo desierto, la luna al fondo que amenaza mirándome fijo. 

Decido meterme en lentos pasos al mar aunque haga frío, de repente veo una extraña luz blanca que logra hacerme sentir escalofríos, cada vez estoy mas cerca de alcanzarla. Es una luz rara, pero que parece guiarme, parece llamarme. Siento como el mar llega al cuello y las olas empiezan a arrasar con mas fuerza que antes. Cada vez esa luz se agranda más, más, y más. En un momento sin pensarlo, miro mis manos y noto que ya se encuentran invadidas de esa luz. 

Siento un pequeño desvanecimiento, la luz ahora se volvió completa en mi alrededor.