Capitulo 4
-Espe- suena la voz de mi abuela golpeando la puerta, tan suave y cálida.
Me apresuro a bajarme de la ventana, y una vez acomodada en mi cama, le contesto que entre.
La puerta se desliza y ella se encuentra junto a una bandeja con mi comida favorita, hoy si tengo hambre.
-Te preparé lo que mas amas, milanesas con puré de papas, pequeña- sonrío levemente mientras me preparo para almorzar.
-Gracias abu-le contesto.
-Te tengo que proponer algo- escucho atentamente, seguro me va a decir lo de las vacaciones- quiero que nos vayamos aunque sea una semana, supongo que te hará bien. Según tu psicóloga es peligroso por las alucinaciones que puedas tener provocadas por la depresión, pero nunca te internaría, por favor, decime que aceptas que nos vayamos.
Contemplo en su mirada la esperanza que derrama.
-Si abuela, vayamos. Pero por vos, por mi maldita depresión no quiero que te pierdas disfrutar la vida.
-Pero...
-Sh - la interrumpo- no pienses en mi, vamos. Yo quiero verte feliz, demasiado haces por mi, vamos, acepto.
Ella sin dudarlo me abrazó fuerte, sin darme cuenta una pequeña lagrima estaba derramándose en mi mejilla. Tengo miedo a defraudarla, tengo miedo.
-Bien- me río suavemente- ¿Dónde iremos? ¿Cuando?
-Mañana mismo, tengo mi apartamento a disposición, quiero ir a tu lugar favorito Espe, como cuando eras pequeña, la playa.
La playa que melancolía.
-Es desierta, osea que no hay casi nada de gente, podremos disfrutar exclusivamente para nosotras, en San Bernardo- sus ojos grises derraman un brillo que llega a lo profundo de mi corazón.
-Genial- exclamo mientras me acurruco más a la cama- tengo ganas de dormir siesta.
-Me parece muy bien- contesta- voy a ultimar detalles del viaje, descansa, pequeña. Se retira de la habitación.
Miro alrededor de mi única gran compañera que se ganó mi refugio a causa de la depresión, mi dormitorio. Pintado de negro, con una hilera de fotos viejas, en las que me repito todos los días, era otra persona. Un escritorio, donde en su cajón se encuentran viejas cartas y sobre todo, los malditos análisis clínicos. Mi cama es estilo princesa, perfectamente decorada, sobre el placar, cajas, cajas de cosas viejas que mi abuela insiste que no me deshaga.
Bien, un viaje a la playa. Por un lado estupendo, amo contemplar ese paisaje, por el otro lado recuerdo la ultima vez que fui, con mis padres... donde era feliz.
Cierro los ojos y trato de transportarme al mundo donde no hay sufrimiento.
Los sueños.
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