Frente al mar azul

Al diablo, me fue imposible conseguir la canción sin que esté bloqueada por derechos de autor aquí, pero es Cristina de Sebastían Yatra, en fin, espero que disfruten de su lectura.
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El primer día de libertad conduciendo con desgana a lo que fuera la casa de sus abuelos, un par de ancianos tan amables, que por las exageradas noticias que su madre contaba sobre su hijo sin vida social a los veintitrés años, decidieron sacarlo de su estresante y monótona vida de estudiante aunque fuera sólo por una semana libre entre sus atareadas vacaciones de un mes que había comenzado reforzando sus conocimientos en las materias de una carrera de la cual no estaba seguro de querer ejercer, pero fue su única elección cuando sus padres se opusieron a sus decisiones felices pero miserables de ser un artista en el mundo de la música.

Ahí estaba ahora, frente a la hermosa y enorme casa en la que sus abuelos disfrutaban de su retiro.

Una vez que ingresó a la casa estacionó su coche, prosiguiendo a sacar el aquipaje que su madre preparó antes de mandarlo ahí insistentemente, repitiendo una y otra vez que necesitaba relajarse y dejar de lado aunque fuera por unos días los estudios.

Wang Yibo se cargó su vieja guitarra enfundada en el hombro y se dirigió a la puerta principal mientras sus abuelos salían felices a recibirlo.

-— Yibo, que bueno que decidiste venir-— habló su abuelo estrechando su mano con cariño.

—- Pero vaya que has crecido bastante, estás muy guapo —- siguió su abuela tomándolo por los brazos para fundirlo a ella en un suave y cálido abrazo y besar su mejilla.

El muchacho respondió con una sonrisa aún corto de palabras cuando se trataba de socializar con personas, él no sabía cómo actuar incluso con su propia familia.

La tarde transcurrió tranquila como prometieron que sería el resto de la semana, habló sobre su vida y lo bien que le iba en los estudios, siempre mencionando que obtenía notas regulares, pero quedó en silencio cuando su abuela preguntó por la novia que no existía y aún no tenía intenciones de tener hasta los treinta años.

—- Uno no decide cuando enamorarse, cariño-— comentó su abuela cariñosamente.

Sea como sea, él no le dió importancia.

Llegada la noche salió a la terraza buscando esa paz que pintaba un hermoso cielo color azul oscuro decorado de brillantes estrellas que solían ser opacadas en la ciudad por las luces artificiales que alumbraban las calles y las casas.

Llevó la vista hacia la brillante Luna que se reflejaba hermosa sobre las aguas del inmenso mar. Sonrió sintiendo la fresca brisa acariciar su rostro con delicadeza.
Una noche azul sería de las más hermosas que pudiese detenerse a observar, envolviendose en una fresca tranquilidad de las que ya no disfrutaba hace mucho.

Al día siguiente los primeros rayos de sol iluminaron brillantes sobre las olas del mar y en la arena. Con la guitarra en una mano y una manta en la otra comenzó a caminar sobre la arena, buscando encontrar la inspiración que hace años había dejado de lado, olvidando tal vez quien era y qué quiso ser antes.

Ese alguien que había dejado olvidado hace tiempo cuando sus padres decidieron que las decisiones que tomaba no eran buenas para él. Cuando los adultos decidieron que era mejor encajar en una apagada sociedad y hacer y seguir por un camino en el que sabía que no era feliz.

Al final qué importa, ellos dijeron que solo eran sueños de un niño, sueños que nunca se harían realidad.

En cuanto encontró un buen lugar, se acomodó sobre su manta y comenzó a rasgar las cuerdas de su guitarra, esperando aún tener el toque de compositor que se dejaba llevar en la suave melodía, expresando con cada nota musical todas las emociones que guardaba su solitario corazón. La melodía fluyó tranquila y hermosa como el paisaje que sus ojos observaban, las olas yendo y viniendo sobre la cálida arena y brillando con los rayos de sol, algunas rocas a la distancia bañándose con sus aguas, un blanco perro corriendo por la playa a la distancia y...

Sus manos dejaron de crear melodías y su mirada se quedó pegada a esa figura que acompañaba al enorme cachorro a un par de metros atrás. Vistiendo una camisa Blanca y unos pantalones cortos en color negro que enseñaban una delgada figura, su cortos cabellos negros moviéndose en el viento. Una persona perfecta jugando con aquel perro, era un hada bailando sobre una alfombra dorada.

Una sonrisa involuntaria se dibujó en su rostro siendo inmediatamente cambiado por un gesto de susto al ver que tropezaba con una de las rocas y caía de bruces sobre una alfromba de distantes y pequeñas rocas entre la arena.

Wang Yibo dejó enseguida la guitarra sobre la manta y corrió en su ayuda.

-—¿ Te encuentras bien?—- preguntó denotando preocupación en su voz mientras lo tomaba de un brazo para ayudarlo a sentarse.

En el acto el joven soltó un quejido de dolor y tocó debajo de su rodilla, dónde tenía una profunda herida.

El perro blanco se aproximó agitando la cola y pegándose a su acompañante.

-— Déjame ayudarte—- Wang Yibo prosiguió a pasar sus brazos por debajo de los suyos para sostener su cuerpo y ayudarlo a pararse, pero el contrario se resistió apartándose como pudo de él.

—- ¿ Quién eres?—- habló el muchacho aún manteniendo una mirada perdida —-. No te conozco.

Ante la actitud defensiva del joven, Wang Yibo dejó salir un par de carcajadas y tomó su mano para estrecharla, causándole un respingo acompañado de incomodidad.

-— Soy Wang Yibo, estoy de vacaciones en casa de mis abuelos¿tú quién eres?—- preguntó amable mirando un par de ojos oscuros que no lo enfocaban.

-—... -— el contrario dudó un instante, pero separó lentamente los labios para proseguir a articular una palabra que fue interrumpida antes de nacer.

—- ¡Zhan! —- llamó una voz femenina a sus espaldas.

Wang Yibo volteó hacia la dueña de la voz, una muchacha muy hermosa de pelo chocolate, vestida con unos shorts y una blusa holgada de seda blanca.

La muchacha se alarmó bastante cuando vió la herida del joven, y agradeció una y otra vez la buena voluntad que tuvo para ayudarla a llevar a su hermano de regreso a casa.

Wang Yibo nunca quiso dar una mala impresión de sí mismo a la gente pero todos lo consideraban alguien engreído, alguien que no quería a nadie cerca, alguien que consideraba a las amistades como una pérdida de tiempo. Él no era así, pero sabía que perder el tiempo en lugar de estudiar y esforzarse cada día para lograr buenas calificaciones en una carrera universitaria en la que no tenía interés no le llevaría a ningún lado. Él como todos, también quería tener amigos, sólo que era muy difícil.

Y en ese momento en el que no había motivo para preocuparse por los estudios quería poder entablar alguna conversación con esa agradable familia que lo invitó a almorzar como agradecimiento por su ayuda al traer de regreso al niño consentido de la familia.

—- No esperaba conocer al maravilloso nieto de los Wang un día como este, y menos de esta forma —- habló el padre de los dos muchachos y la bella hermana que los acompañaban junto a la madre.

El joven sonrió y llevó la vista hacia el muchacho que tenía a su mascota blanca a sus pies, esperando por un bocado del plato de comida. Sus ojos oscuros enfocados en el vacío sobre la mesa de almuerzo y una de sus manos prosiguió a buscar la cuchara sobre la mesa, entonces, la bella hermana que estaba sentada a su lado hizo el trabajo de ponerlo en sus manos, despertando con tal acción algunas dudas en él.

—- Zhan no puede ver -- aclaró su madre —-, gracias por haberlo ayudado.

Ella lo dijo de forma tan directa por el tiempo que llevaba con la costumbre de aceptar que ese hecho nunca cambiaría. Wang Yibo no pudo evitar volver a llevar la vista al joven que continuaba con la mirada perdida sobre la mesa, expresaba incomodidad y lástima por sí mismo, porque, aunque su madre había aceptado la verdad, ella no sabía que esas palabras aún no eran aceptadas por su hijo, aún a pesar de que ya había pasado mucho tiempo, porque nadie más que él sabía cómo se sentía despertar cada mañana y seguir viendo solo una inmensa y dolorosa oscuridad.

Wang Yibo no supo qué palabras mencionar para no seguir incomodando a la persona que continuaba cabizbajo y optó por quedarse callado.

El atardecer llegó cuando el sol se fué escondiéndose tras el océano, Wang Yibo vió al muchacho sentado al borde de la piscina con los pies dentro del agua mientras acariciaba a su blanca mascota. Se aproximó poniéndose de cuclillas a su lado y preparó algunas palabras para comenzar una conversación.

-— Tu nombre es Zhan,¿ Cierto?

Pero ¿ Cuáles deberían ser las primeras palabras que una persona sociable menciona para comenzar con una nueva amistad? Él no lo sabía, pero quería entablar una conversación con aquel muchacho.

—- Xiao Zhan —- corrigió mencionando su apellido al sentir incomodidad por la cercanía inexistente al escuchar su nombre de los labios de una persona que no conocía.

-— Entiendo —- Wang Yibo quería esforzarse por hablar, pero al final no tenía muchas palabras en su vocabulario, titubeó un instante y aunque lo intentó una vez más, no sabía qué decir —- , fue un gusto conocerte —- sonrió avergonzado de sí mismo, aún así trató de intentarlo una vez más -— podríamos ser amigos¿ te parece?

El contrario disimuló su sorprendido gesto de que alguien se interesara en él y optó por actuar indiferente, teniendo en mente que podría ser sólo por la lástima que todos sentían por él debido a su ceguera. Se levantó de la orilla dispuesto a alejarse de otro más que se compadecía de él, pero resbaló al dar el primer paso, sólo el rápido reflejo del contrario lo salvó de caer al agua al ser atrapado entre sus brazos.

—- Somos amigos —- habló Wang Yibo sonriendo ampliamente y ayudándole a equilibrarse.

Y así su amistad comenzó. Dos amigos que sin nada que hacer salían a dar paseos por la playa, de vez en cuando acompañados por los hermanos mayores de Xiao Zhan y otras veces sólo ellos y el perro blanco que seguía alegre a su amo.

La compañía de Xiao Zhan y las ganas que tenía de cuidarlo fueron más que suficientes para hacerlo olvidar del estrés que se cargaba con los estudios, tanto que llamó a casa para alargar sus vacaciones.

Los días fueron pasando irrelevantes a su compañía y las noches se hicieron momentos memorables a la luz de una hoguera, con los sonidos del océano y la hermosa melodía que se creaba con una guitarra. Tan hermosa y tranquila acompañada de esa voz que odiaría ya no poder escuchar ahora que despertaba sentimientos en él. La voz de un primer amigo arullandolo entre sus notas y palabras, creando historias y soltando emociones que no necesitaba ver, hasta que estos se detuvieron cuando el alarma de su reloj le recordó a Wang Yibo que ya era hora de su medicina.

—- ¿ Por qué te detuviste? -— preguntó Xiao Zhan un poco desconcertado.

Wang Yibo sonrió complacido por el interés del contrario en su música.

—- Debo tomar mi medicina, pero ya es tarde, te llevaré a casa—- tomó sus cosas y acompañó al joven de regreso a su casa.

Ambos eran conscientes de que los días ya iban llegando a su final y que no volverían a verse en largo tiempo.

Wang Yibo sonrió admirando el dulce rostro de su acompañante a la luz de las estrellas y la luna, sintiendo cómo ese nuevo sentimiento indescriptible crecía cada vez más en él. Ese sentimiento que despertaba la necesidad de verlo cada día, de escucharlo llamar su nombre y lo hacía reacio a irse de su lado. Se despidió de él con un simple abrazo, impulso de sus ganas de no querer dejarlo y dejar un beso sobre sus labios, pero simplemente tenía que limitarse a sentir la calidez y su dulce aroma.

—- Bueno, hasta mañana —- se retiró de la entrada de la casa del contrario, regresando sus pasos indispuesto a declarar sus sentimientos a aquel muchacho que tal vez no sentía lo mismo por él.

-— Yibo -— lo detuvo la tímida voz ajena que, a pesar del buen tiempo que pasaron juntos desarrollando bastante confianza en el otro no había cambiado. El nombrado volteó hacia él con una sonrisa que aveces deseaba que el otro pudiera ver y asegurarse que era sincera.

-— Dime.

-— Antes de que te vayas, tengo algo que decirte —- a pesar de la escasa luz, Wang Yibo pudo notar un ligero sonrojo en sus blancas mejillas que se iban tornado a un rojo intenso y dejando más claro su nerviosismo. Él se aproximó hacia el contrario, sintiendo los fuertes latidos de su propio corazón, esperando ansioso por escuchar esas palabras que él no podía decir, pero que anhelaba escuchar de los labios de su hada, pero al final siempre pensaba que eso solo lo escucharía en sus más dulces sueños.

-— Tú me gustas.

Pero lo escuchó en la realidad.

Aquella declaración dejó todo en silencio, Xiao Zhan bajó la cabeza avergonzado de sí mismo por su impulsividad, pensó que Wang Yibo no sentía lo mismo, pero un fuerte abrazo y una sonora carcajada lo sobresaltaron y sonrió acercándose al cuerpo ajeno sintiendo sus acelerados latidos acompañados con los suyos, ambos haciendo una alegre sincronía.

Esa era suficiente afirmación para ambos, esa noche siempre sería el mejor recuerdo para ambos.

El penúltimo día que les quedaba fueron repitiendo sus momentos felices. Los señores Xiao estaban felices por su hijo y no tardaron en aceptar a Wang Yibo como un nuevo miembro de la familia, todo porque su hijo era más feliz que nunca a su compañía.

El último día sus abuelos le ofrecieron una fiesta de despedida que le alegró mucho poder compartirla con la persona que amaba, y a quien no dejaría como al amor de vacaciones porque era más que eso.

Se despidieron ambos caminando por la playa bajo la luz del cielo nocturno y a la compañía del perro blanco. Fue suficiente un tierno beso y la promesa de que se mantendrían en contacto y volverían a verse el próximo año, pidiendo que lo esperara en aquel lugar donde se conocieron.

Esperaron el paso de los meses una vez que todo hubo regresado a la cotidiana normalidad.

Las clases haciéndose pesadas y estresantes de vez en cuando, pero también con un tiempo libre en que su mente era ocupada tan sólo por esos ojos oscuros y la dulce sonrisa de su hada, la encantadora y animada voz que escuchaba en cada llamada telefónica en la que se contaban su día a día, siendo el diario viviente del contrario. Y no pudo haber una felicidad más grande que lo que compartieron entre todos cuando Xiao Zhan le dijo con una sonrisa rebosante de felicidad que tenía la posibilidad de recuperar la vista, un sueño al que hace años ya había renunciado sin ninguna esperanza.

Y al igual que Wang Yibo, Xiao Zhan esperó paciente el paso del tiempo. Volvió a ver una vez más la luz del sol y lloró lleno de la emoción la nueva oportunidad que recibió para poder ver, no podía esperar poder ver a Wang Yibo frente a él.

Contó los días que los acercaban cada vez más y caminó de vez en cuando por la playa junto a su mascota, recordando de vez en cuando la melodía de la guitarra y aquella dulce voz que lo acompañaba en hermosas canciones, imaginando cómo sería aquella persona de la que se había enamorado sin poder verlo.

Pasaron los meses y las vacaciones se aproximaron siendo el anhelo de ambos, trayendo las ganas de volver a verse y cantar las canciones inspiradas en ellos y poder escuchar la melodiosa voz interpretandolas y acompañando esos momentos.

Wang Yibo preparó sus maletas y se despidió de sus padres.

En el camino de ida la molesta opresión regresó a su pecho y comenzaron los mareos, alejó una mano del volante buscando en la mochila que estaba en el asiento del copiloto sus pastillas. Las buscó intentando no distraerse lo suficiente del camino pero no encontró más que un frasco vacío.

El miedo lo invadió y el sudor perló su frente, sabía que por su terrible enfermedad tenía que tomar sus pastillas, pero la emoción de volver a verlo había sido más grande que olvidó empacar un frasco más de medicamentos.

Desesperado buscó dónde estacionar el coche en una carretera bastante transitada.

Su vista se hizo cada vez más borrosa hasta que.

Su teléfono comenzó a vibrar por una llamada de su madre y el sonido de un claxon se escuchó cercano, siendo lo último que pudo escuchar cuando sintió el fuerte impacto de otro coche, no pudo darse cuenta de nada más hasta que el techo hubo golpeado el asfalto de la carretera. El teléfono volvió a brillar cerca de sus manos que colgaban tocando una alfombra de cristales rotos. La sangre cayó al suelo en gotas y sus ojos pudieron apresiar a quien esperaba encontrar en poco como la imagen del fondo de pantalla que tenía a Xiao Zhan a su compañía, rodeandolo con un brazo y depositando un cariñoso beso en su mejilla.

Su vista se hizo completamente borrosa por las lágrimas que salieron de ellas antes de que todo se hiciera completamente oscuro.

Esperaban volver a encontrarse. Anhelaban volver a verse, pero la vida no siempre tomaba el rumbo que uno planeaba.

El sol comenzó a esconderse tras el océano, la brisa salada pasó acariciando su rostro y sus cortos cabellos mientras con la mirada perdida acariciaba al perro blanco que esperaba a su lado.

Tan parecido a la primera vez por la camisa blanca que llevaba puesto, sentado sobre la manta que compartieron las veces que estuvieron juntos.

Abrazó sus piernas y apoyo su mentón sobre sus rodillas, esperaría un poco más, se dijo a sí mismo, esperaría otro poco más por su llegada. Tenía que repetirse a sí mismo una y otra vez mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas.

Mientras los suaves gimoteos pasaban a convertirse en un doloroso llanto, porque él sabía que Wang Yibo no volvería, que él nunca llegaría.
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Originalmente esta historia era un fan fic Aoiha ( grupo de visual rock en esos tiempos en los que solía escuchar mucha música de ese tipo) y estaba en una vieja cuenta que le regalé a alguien más hace tiempo, ya fue eliminada de esa cuenta pero encontré el borrador en mi viejo teléfono y aprovechando mi agonía y que no puedo dormir quise volver a publicarlo, ahora en Yizhan porque eso es lo que actualmente está en mi mente, y aquí está y de hecho me gustó.

En fin.

¡ Feliz año nuevo!

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