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En cuanto salí del hospital tome mis maletas y escape como si fuera un criminal a Japón, las noticias no dijeron nada de mi accidente, decidí pagar para ocultar dicha noticia, no quería arruinar mi reputación.

— Solo te iras unos meses mientras se calma la situación y el consejo habla acerca de esto, no te preocupes todo saldrá bien. — me animo Nancy antes de irme.

Ahora estaba en un vuelo hacia Japón, deseando no estarlo, deseando que me tragara la estúpida tierra.

¿En qué momento todo se fue a la mierda? Juraba que tenía todo controlado.

Al llegar a Japón, mi madre y Kirishima, un viejo amigo me recibieron en el aeropuerto.

— Ahí esta mi mas grande orgullo. — Exclamó mi mamá.

— Hola señora. — le sonreí y me acerque a ella para abrazarla, aunque no lo quisiera admitir echaba de menos su terrible mal humor.

—También quiero un abrazo. — Bromeó Kirishima.

Yo me acerque divertido y le di un puñetazo en el hombro, después nos miramos y ambos nos reímos.

—No cambias. — Me dijo

—Ni que fuera ropa. — Bromee.

Me encamine con ellos a la salida del lugar, al momento de salir un montón de paparazzi comenzaron a fotografiarnos, apreté los ojos por los reflectores que suelen dejar ciego a uno en esos momentos, me sorprendí, no esperaba la masiva bienvenida de los fotógrafos a mi llegada.

— Pero que carajos. — Dije en voz baja.

— Eres famoso aquí todos esperaban tu llegada. —

— Mi hijo una celebridad.— Dijo mi madre con emoción.

Gruñí, odiaba ese término.

—No soy una celebridad, soy un héroe. — Dije a regañadientes. — ¿Dónde esta tu auto Kirishima? —

—Ahí en la esquina. — me señaló.

Tome a mi madre del brazo para no perderla y comencé a caminar con rapidez entre la gente que comenzaba a acercarse para verme y los fotógrafos que seguían tomando fotos tratando de capturar mi mejor ángulo.

Como si fuera un puto animal de circo.

Finalmente me adentre al coche con mi madre y mi amigo y nos largamos.

Durante el camino Observaba las calles solitarias y llenas de nieve de Japón, había pasado tanto tiempo desde la última vez que estuve en mi hogar, de alguna forma ya no se sentía de esa manera.

Eso pasa cuando emigras a otra parte, recuerdo el día que salí de Japón, tenía poca ropa en mi maleta, muchos sueños por delante y un corazón rotó.
Y de pronto me vino a la mente a la culpable.
Ochako Uraraka, la maldita cara de ángel.
Esa mocosa tenía los ojos mas hermosos que alguna vez hubiera visto, unos labios rosados esponjosos que cualquiera moriría por besar, era mi tipo de chica. Pero yo no era el de ella.

En ese momento me pregunté ¿Qué abra pasado con ella? ¿Se habrá casado con el nerd? Mire a Kirishima pensando en cuestionarlo pero no quería verme tan obvio, tenia que disimular, tal vez conforme pasen los días lo descubra.

— ¿Cuánto piensas quedarte? — Me saco Kirishima de mis pensamientos.
—Todo diciembre. — respondí firme aunque realmente no sabría cuando regresaría a USA.

— Va a pasar las fiestas en casa, finalmente después de tanto tiempo. — Escuche en su voz el entusiasmo de mi madre.

Yo solo me reí entre dientes.
Finalmente llegamos a la casa de mi madre, era grande y acogedora aunque de alguna forma me sentía un intruso en mi propia casa, mi padre nos esperaba afuera de esta con una sonrisa, feliz de vernos llegar.

Me despedí de Kirishima, baje, después ayude a bajar a mi madre y finalmente baje mis maletas.

—Si quieres salir estamos en contacto, tenemos mucho de que hablar. —

—Seguro, te llamare cuando haya desempacado y haberme quitado a todas mis tías de encima. —

Ambos nos reímos, yo entre a la casa con mis padres y pasé toda la tarde junto a ellos.





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