Segunda parte
Bienvenidos a la última parte de este pequeño relato, disfrútenlo.
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Al momento en que Chimuelo miró las manitas de los descendientes de su mejor amigo, no tardó en permitirles acercarse, a lo que los emocionados niños empezaron a darle toda clase de mimos. Y cuando el dragón reparó en la presencia de la chica del clan Hofferson, esta se acercó para saludarlo, donde fue recibida con un lengüetazo en la mano.
-Hola, también te eché de menos- contestó Astrid rascándole detrás de la oreja; donde sabía perfectamente que le gustaba, para después apartarse y dejar que sus hijos y esposo disfrutaran de su compañía.
Así que mientras ellos se estaban divirtiendo por un lado, ella se acercó a la orilla del barco para visualizar de mejor manera la entrada al Mundo Oculto con expresión nostálgica. Chimuelo no había estado lejos cuando llegaron, sin embargo, no era el mismo caso para Tormenta; no había indicio de que siquiera estuviera ahí.
Y vaya que Astrid quería verla, pero cuando estaba por agachar la cabeza para consolarse al pensar que quizá jamás pasaría, la sensación de que no estaban solos, la invadió. Algo rondaba el barco, estaba segura, pero debido a que los demás permanecían ignorantes de la situación, no se habían percatado que se había alejado para buscar respuestas.
Pero antes de siquiera lograrlo, sin ninguna advertencia, de entre las nubes, salió un Nadder que a toda velocidad aterrizó en el barco de la familia Haddock-Hofferson, lo que provocó que principalmente la rubia se cayera de espaldas. Y, aprovechando su vulnerabilidad, el dragón se colocó sobre esta mirándola de manera desafiante y abriendo las púas de su cola; estando lista para atacarla si hacía cualquier movimiento en falso.
No obstante, la rubia se quedó inmóvil sin temer realmente por su vida, pues al enfocar al animal, descubrió que era su dulce Tormenta.
- ¡Mami! -gritó Nuffink con temor al verla en peligro.
- ¡Papá, ayúdale! ¡No te quedes ahí! -exigió la alterada Zephyr sacudiéndolo por su capa de jefe.
-Mami... -susurró el pequeño rubio estando dispuesto a ir a salvarla, ya que su padre se había quedado pasmado. Pero por fortuna, este reaccionó y lo detuvo antes de que siquiera diera dos pasos al frente.
-Esperen niños... es Tormenta- les explicó con calma, aunque por dentro estuviera histérico al ver en qué posición se encontraba su esposa; no quería pensar lo peor si la Nadder no la reconocía y él no alcanzaba a salvarla- quédense aquí, por favor. Voy a ayudar a mamá.
-Hey nena... soy yo, ¿me recuerdas? -habló la rubia en un susurro decidiendo estirar la mano para que percibiera su olor.
Al olfatear la mano de quién fue alguna vez su jinete, Tormenta bajó la guardia y gorjeó felizmente al reconocerla mientras Astrid se ponía de pie para acariciarle las escamas y darle un fuerte abrazo. Cabe decir que el alma del castaño regresó a su cuerpo en cuanto vio que su lady ya no corría peligro. Así que solo le quedó sonreír aliviado; ya todo estaría bien.
-Acérquense a mamá, está bien, no pasará nada malo- les comentó a sus pequeños dándoles un empujoncito cuando la rubia se separó de Tormenta para que fueran con ellas e hicieran exactamente lo mismo que con Chimuelo.
Y después de que la Nadder aceptó sus caricias, Zephyr habló con entusiasmo.
- ¡Mamá, Papá! Nuffink y yo ya queremos salir a volar, ¿podemos hacerlo?
-Por favor- secundó Nuffink apoyando a su hermana.
- ¡Claro que podemos! -respondió Hipo con una sonrisa.
-Llevo conmigo a Zephyr primero y en un rato los ayudamos a cambiarse de dragón para que disfruten de viajar con ambos, ¿te parece cariño? -le preguntó la rubia a su esposo.
-Me parece bien cariño, ¿una carrera?, perfecto- soltó el mencionado con gracia cargando al pequeño rubio con rapidez y montando al Furia Nocturna para inmediatamente alzar vuelo.
Astrid rio ante el comportamiento jovial de Hipo, como si todavía tuvieran 15 años para competir con tal velocidad y destreza, pero claro que aceptaba el desafío. Por ello, siendo más cuidadosa, ayudó a Zephyr a montar a Tormenta para que pudieran alcanzarlos.
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Una vez en el cielo, Chimuelo comenzó a hacer algunos de los trucos que solía hacer en compañía de su ex jinete en la juventud, llevándolos a un viaje de recuerdos memorables, pero a su vez, sabían que estaban creando nuevos al estar presente Nuffink, junto a la Furia Luminosa y sus tres crías; los pequeños Luz Nocturna, quiénes se habían acercado hacía poco.
El pequeño Haddock al ver a estos últimos, acercó su manita a uno de ellos para acariciarlo, donde el dragoncito de manera juguetona, le tocó la mano con su patita en respuesta, haciendo que Nuffink sonriera con emoción, y de igual forma, a su padre.
Tormenta los rebasó con rapidez a los pocos segundos, a lo que Astrid aprovechó la oportunidad para lanzarle a su castaño una mirada que este perfectamente entendió que estaba lista para la carrera, así que le respondió mirándola con diversión, queriéndole decir que se preparara. Pues antes de comenzar, dio un giro para colocarse arriba de la Nadder, donde al estar de cabeza, le pasó al pequeño rubio, y tras volverse a nivelar, se acercó para tomar de la mano a su hija, donde con ayuda de su esposa, lograron que saltara al lomo de Chimuelo. Así que ahora que Zephyr estaba siendo abrazada por su padre y que Nuffink se hubiera afianzado con ternura al cuello de su madre, la carrera dio inicio.
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Cuando el sol comenzó a ocultarse, dejó a su paso un bonito atardecer; sin duda había sido un grandioso día para todos, pero, había llegado la hora de despedirse. Astrid observó el hermoso cielo una vez más para conservar la sensación de volar en su pecho antes de mirar a Hipo, quién al sentir su mirada, le asintió entendiendo lo que quería decir sin necesidad de que pronunciara una palabra.
-Niños, se está haciendo tarde, despídanse que debemos volver a Nuevo Berk.
Los niños miraron a su madre en espera de alguna otra clase de respuesta, no obstante, esta les asintió para que obedecieran a lo que les había dicho su padre. Así que, una vez que Zephyr y Nuffink dijeron adiós a los dragones, los mayores se acercaron a despedirse de sus fieles acompañantes de aventura.
-Nena, no quiero que esto se convierta en un adiós definitivo, volverte a ver será siempre mi más grande promesa. De verdad te agradezco por todo, Tormenta, te llevo en mi corazón y no dudes que siempre te extrañaré- sinceró la rubia dulcemente mientras sentía las lágrimas acumularse en sus ojos.
Así que antes de irse, la abrazó con fuerza y la Nadder en respuesta gorjeó con tristeza, además de envolverla con sus alas para corresponderle de alguna manera el gesto, ya que ella también la echaría de menos, jamás podría olvidarse de su mejor amiga.
-Amigo, has hecho un extraordinario trabajo cuidando a todos, sigue así. Sabes, la última vez no te dije esto, pero quiero darte las gracias por la gran aventura, y aunque en verdad te extrañe, deberás permanecer aquí para estar a salvo, pero, sin duda volverte a ver será lo primero que haré apenas tenga oportunidad; te lo prometo- susurró el castaño con una sonrisa triste mientras dejaba que algunas lágrimas empaparan sus mejillas, haciendo que Chimuelo se levantara en dos patas para abrazarlo; debido a que su mejor amigo seguía siendo todo un dramático en las despedidas, pero igualmente lo extrañaría mucho.
Astrid le dio una última mirada alegre a Tormenta antes de que volara de regreso al Mundo Oculto, y por el rabillo del ojo, vio como su esposo le daba una última caricia al Furia Nocturna junto a una sonrisa antes de que se fuera con su familia.
Las despedidas siempre eran duras, pero esta vez los jefes de Nuevo Berk no sintieron una opresión en el pecho, ya que era mucho más fuerte el sentimiento de felicidad de volver a verlos después de tanto tiempo. Además, esta no sería la última vez que los visitarían; eso lo tenían claro.
-Los volveremos a ver, ¿cierto? -preguntó Zephyr con ilusión.
-Claro que sí linda- le respondió Hipo con dulzura.
- ¿Cuándo? -cuestionó Nuffink con evidente curiosidad.
-Muy pronto pequeño, ya lo verás- prometió Astrid con una sonrisa.
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Tras un largo día, la familia Haddock-Hofferson había emprendido el viaje de regreso a casa. Astrid estaba cepillándose el cabello en el cuarto mientras esperaba a que su esposo durmiera a los niños. Pero sonrió con burla pensando en que, si había sido difícil que se durmieran el día anterior por la emoción de ver a los dragones, no quiso ni imaginar lo complicado que sería hoy.
- ¿Cómo te fue? -le preguntó con gracia cuando lo escuchó entrar.
-Que divertida Astrid... ¡fue casi imposible! -comentó el castaño dramáticamente.
-No es para tanto Hipo- exclamó riéndose con fuerza.
Sin embargo, el mencionado no fue capaz de responderle de vuelta por quedársele mirando embelesado, pese a haber rodado los ojos con diversión, así que solo caminó hasta estar detrás de ella para abrazarla por los hombros y recargar la barbilla en su cabeza con ternura.
-Fue mejor de lo que esperábamos, ¿no crees?
-Sí, estoy mucho más tranquilo al saber que están bien y que cuando volvamos, seguirán recordándonos.
-Te dije que así sería, tengo fe en que regresarán a casa algún día- aseguró haciendo la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
-También confío en que las cosas pueden cambiar para bien, pero por lo mientras, disfrutemos de nuestra burbuja de amor, porque tienes que saber que no he olvidado mi venganza de la mañana- le recordó terminando con el espacio entre ambos y pasando peligrosamente la mano cerca de sus pechos.
Haciendo que Astrid ágilmente se zafara de su agarre y le negara con picardía. Así que una vez que le indicó que se acercara a ella de nuevo sin intención de entrar en un juego perverso, se sentaron en la cama para hablar un rato más antes de irse a dormir.
-Recuérdame porque no podemos hacer el amor aquí en el barco- pidió él con un puchero.
-Porque los niños nos escucharían fácilmente- le recordó con gracia- a menos que quieras explicarles que son los "extraños ruidos" que alguna vez llegaron a escuchar que salían de nuestra habitación en plena madrugada. Si tú les explicas eso, yo encantada de hacer el amor contigo.
-No, no, paso. Podemos esperar a llegar a casa donde tenemos nuestro sistema de aislamiento de ruido- puntualizó de inmediato con un ligero sonrojo.
-Perfecto, entonces mejor te entretengo con otra cosa. Dime, ¿cómo crees que estén las cosas en la aldea? -preguntó mientras se ponía algo más cómodo para dormir.
-Todo estará bien siempre y cuando los gemelos no tengan ideas estúpidas como soltar a los jabalíes en el escenario donde se hizo la obra de teatro de Snoggletog, aprovechando que todavía no se retira para causar caos y destrucción- comentó con una risa cansada quitándose la prótesis.
-Tienes razón, Brutilda todavía tiene el don de convencimiento con su hermano, así que todo es posible, solo espero que la trampa que creó Zeph los capture en dado caso de que Brutacio caiga en la tentación del caos- contó recargándose en la pared que estaba pegada a la cama.
- ¿¡Pusiste el invento de nuestra hija como un sistema de defensa en pleno centro de la aldea!?
-Tranquilo, le dije a Bocón y Eret que no dejaran pasar a nadie al lugar, solo los gemelos serían capaces de desobedecernos, así que, mi plan es infalible.
-Tan lista como siempre- soltó con gracia dispuesto a recargarse también en la pared, sin embargo, al intentarlo hizo una mueca e inútilmente trató de ocultarla, pues Astrid lo notó enseguida; tanto que se levantó con rapidez y se colocó delante de él sumamente preocupada.
- ¿Qué pasa?, ¿Qué tienes? -preguntó tomándolo del rostro tratando de encontrar la causa de su malestar.
-Tranquila Mi lady, no es nada; estoy bien- respondió con una sonrisa para que se olvidara del tema, pero, al ver su cara, supo que no le había creído en lo absoluto- bien, me lastimé la espalda cuando volábamos, estoy seguro que solo es una pequeña tensión en algún músculo.
-Nada de Mi lady, no te creo nada, déjame ver- ordenó con semblante serio.
Este suspiró en derrota, pues no habría modo de ganar esa batalla, así que, con cuidado para no lastimarse más y con la ayuda de Astrid, se quitó la camisa. Y enseguida que estuvo semidesnudo, sintió las cálidas manos de su esposa tocarle la espalda.
-Tienes una pequeña tensión en el omoplato izquierdo, puedo sentirlo- explicó tras estar callada un rato.
-Ves, te dije, no había nada de que...- intentó decir, pero fue interrumpido.
-Sin embargo, dormirás muy incómodo si te dejo así. Vamos, recuéstate, te voy a dar un pequeño masaje.
Hipo estaba por negarse, no porque no quisiese el masaje, sino que se lo pensaba porque seguramente estaba cansada y no quería hacerla trabajarla de más. Sin embargo, sabía que tenía razón; la espalda le molestaba bastante y si dejaba las cosas así, no dormiría bien; además, ella siempre le decía que haría cualquier cosa por él con gusto. Por ello terminó asintiéndole, aceptando su oferta, lo que la hizo sonreír ampliamente en respuesta, así como darle un beso que de inmediato le correspondió.
Al separarse, lo ayudó a recostarse boca abajo, para luego sentarse a horcajadas sobre él con mucho cuidado; justo en el nacimiento de sus glúteos.
-Babe, dime en que parte te duele más, por favor- le pidió con amor ahora que había ganado la batalla.
-Sí Mi lady, yo te aviso- respondió este en un suave suspiro.
¿Ya había dicho cuanto amaba que Astrid lo mimara haciéndole masajes?; eran una delicia. Se sentía afortunado de que él y solo él, recibiera esa clase de atenciones; por lo que, en cualquier oportunidad que tenía, también le daba muestras de afecto como peinar su largo cabello o masajearle los hombros tras una larga jornada mientras depositaba cientos de besitos en su clavícula.
- ¿Ahí está bien?
-Sí, ahí está perfecto, gracias, y un poquito más arriba, por favor.
Hipo ya había cerrado los ojos, porque además de que las manos de la rubia eran suaves, estas se movían por su espalda con tal delicadeza que le estaban provocando que comenzara a quedarse dormido. Así que antes de hacerlo, tomó la palabra nuevamente.
-Cariño, sé que siempre te lo digo, pero creo que hoy no lo hice mucho y no puedo evitar reafirmarlo, te amo.
-Yo también te amo cariño, y jamás me cansaré de decírtelo cuantas veces sea necesario- respondió con ternura al percibir su voz somnolienta.
El mencionado le sonrió perezosamente viéndola de reojo, y después de que Astrid le devolviera el gesto, siguió masajeándole la espalda. Y solo pasando un rato más, la tensión en sus músculos desapareció, por lo que sonrió victoriosa, su esposo ya podía dormir sin problemas.
-Babe- susurró tocándole el cabello con amor.
Pero, al no recibir respuesta, cayó en cuenta de su respiración acompasada. Así que, al inclinarse hacia adelante para ver su rostro, se dio cuenta de que ya estaba completamente dormido. Sonrió con adoración, y con extrema delicadeza para no despertarlo, se movió para ponerse de rodillas sobre la cama, sujetarlo por el torso y voltearlo para que durmiera boca arriba. Finalmente, se recostó a su lado antes de cubrirlos con las mantas, pues como él dormiría sin camisa, no quería que pasara frío o se enfermara.
Le dio un último beso en los labios que no lo despertó en lo absoluto, para luego acercarlo más a ella, abrazándolo por la cadera y entrecruzando sus piernas. E Hipo, por reflejo, hundió la cara entre el hueco de su hombro y cuello; aspirando el dulce aroma de su cabello en el proceso.
Y por aquella noche, ambos pudieron dormir sintiendo una paz absoluta. Ya que, no había responsabilidades hasta llegar a casa, sus hijos habían gastado su energía en jugar con los dragones y, porque se fueron con la certeza de que sus mejores amigos estaban bien.
Era cierto que los dragones y Berkianos habían tomado caminos separados, pero, era parte de la vida; el aceptar y abrazar a los nuevos cambios. Todos habían aprendido la lección y habían logrado continuar su travesía viviendo felices junto a aquellos que amaban.
Desde luego que se extrañarían por siempre, pero solo se mantendrían a salvo viviendo como hasta ahora, mientras el mundo aprendía que era posible estar en un mismo sitio. Aunque, a manera de consuelo siempre estaba el hecho de que podrían volver a verse teniendo precauciones y, sobre todo, manteniendo la esperanza de que, algún día volverían a estar juntos; esto no se trataba de un adiós, sino de un hasta pronto.
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El fin...
¡Muchas gracias por haber llegado hasta aquí, se los agradezco de corazón! espero que la reedición les haya gustado, ya que logré profundizar los diálogos de los personajes un poquito más, además de darle mayor coherencia a la trama.
Y para este punto, ya tengo algunas historias disponibles en mi perfil, por si todavía no las conocen, pueden pasar a leerlas, serán bienvenidos.
Hasta siempre ;)
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