II. Haori


—¿Cuándo es tu cumpleaños, Iguro-San?


Él dejó de tomar el  té que se habia llevado hasta los labios y observó a Mitsuri enfrente suyo con la curiosidad latente en su rostro.


—No lo sé.


La chica retrocedió ante esa respuesta. Vio al Pilar de la serpiente removerse en su sitio. Lo había incomodado y es lo menos que ella quería hacer.  Por lo cual simplemente no dijo mas. De tal comportamiento solo podía afirmar que el no quería esa indagación a su vida personal. Se reprendió y siguieron comiendo, aunque con mas silencio.


Rengoku, quien los acompañaba en ese momento simplemente miró al pilar del amor apretando sus labios. Una vez terminaron se separaron ya que tenían misiones en distintos lugares. Aunque Rengoku y Mitsuri iban en sitios cercanos.


—Él no lo dijo por no querer, Karonji. Él simplemente te dijo la verdad. No lo sabe.


Ella alzo la cabeza prestando atención a su superior y saliendo de sus ensoñaciones.


—¿Por qué dices eso, Rengoku-san?


El pilar del fuego simplemente avanzó por
el sendero. Ya casi llegaba la hora de tomar caminos diferentes. Miró las aves transitar por el cielo y simplemente buscó las palabras correctas.


—Él no tuvo una infancia normal, recuerda Karonji. Fue preso en una celda sin posibilidades de salir, con un solo objetivo. Servir de tributo a aquel demonio que su familia servía. Desde que nació fue así. Por lo cual él no tiene ni idea de cuando nació.


Mitsuri quería morirse en ese momento. Habia arruinado las cosas a escalas impensables. Ella habia hecho recordar a Iguro sobre su miserable vida pasada. Si a eso se le podía llamar vida. Apretó los labios y ocultó su rostro entre sus manos.


Rengoku simplemente puso una mano en su hombro, consolándola.


—No es tu culpa, no podías ni imaginarlo. De hecho en una semana es la semana del aniversario en el que mi padre lo encontró.


En ese momento tuvieron que separarse y Mitsuri estuvo con esa idea perturbando su cabeza, hasta que su caminata en aquel pueblo donde se escondía ese demonio,  lo vio.

Y supo que tenía que hacer.


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Corría a una velocidad impensable entre los arboles del bosque que la separaban de su objetivo. La luna llena, con un tamaño particularmente grande, destellaba en un manto oscuro, siendo iluminado por la esfera en el centro.


La chica maldecía entre dientes. Encontrar a los demonios causantes de tantos disturbios le habia tomado mas de la cuenta y estaba enojada por eso. Por que habían movido sus planes muchísimo y no sabia si iba a llegar. Utilizó su fuerza abrasadora para avanzar aun más rápido por entre el bosque, viendo cerca de la montaña el lugar que se buscaba.


Un poco más.


Cuando vio la puerta a una distancia prudente frenó de lleno con sus talones, deteniéndose totalmente a unos pocos centímetros de la puerta.


Titubeó mientras sentía su corazón salirse de su sitio sin saber si habia sido por la exhaustiva carrera, por los nervios de no haber llegado o simplemente por lo que iba a hacer. Tocó la puerta varias veces intentando despejar su mente de lo que se venía.


Por que podía salir todo mal, empeorar las cosas o peor aun, ofenderlo.


La puerta se abrió revelando al pilar de la serpiente que, por el gesto en sus ojos, descubrió que se sorprendía en demasía de tenerla ahí. Ella se sujetó al marco de la puerta recuperando la respiración.


—Kanroji ¿qué sucede, que haces aquí?


Ella finalmente sintió el alma regresar a su cuerpo y lo encaró con la vergüenza cobrando vida.


—Hoy es el día en el que tu vida realmente comenzó, por lo cuál este día es tan especial ya que fuiste rescatado y traído al mundo de los cazadores— desviaba la mirada nerviosa al decir esas palabras, encontrando de vez en cuando la imagen del cazador de pie observándola.— Lo cual puede considerarse como tu cumpleaños.


Él la escuchó atentamente y con los ojos completamente abiertos.  Al escuchar la última parte su corazón se detuvo.


—Y de esta forma tuve la dicha de conocerte, Iguro-san. Feliz cumpleaños.


Sin poder resistir mas estiro ambas manos ofreciéndole algo y bajó la cabeza en señal de respeto.


Iguro colapsó cuando escuchó a Mitsuri decir la ultima frase. Sentía su rostro arder con intensidad y por un momento sintió su cuerpo menguar, sin entrar en cuenta en ese momento lo siguiente que ocurrió. Sin embargo, cuándo se recuperó ligeramente la vio inclinarse y observó lo que ella sujetaba entre sus manos.


Lo tomó entendiendo que era para él.  Dejó caer la tela y contempló la prenda con claridad con ayuda de las luces de la entrada. Sintió un fuerte golpe en el estómago que propagó un estremecimiento en todo su cuerpo.


Era un haori con líneas blancas y negras. Le recordó enseguida a Kaburamaru y que esa fue la intención, comprendiendo, darle un haori que reflejara el pilar que era.


Ella se levantó una vez que él lo tomó  y vio como lo observaba con detenimiento y sin algún gesto expresivo en el rostro. Tragó saliva nerviosa.


—Lo vi en la aldea donde estaba de misión y enseguida pense en ti.— Iguro sintió como se le detuvo su corazón, de nuevo.— Puedes usarlo o bueno podria cambiarlo por otra cosa, fue una tontería..


Él escuchó su corazón intentarse salir su boca cuando se forma súbita fue  jalado hacia el cuerpo femenino siendo estrechado con gran fuerza. El olor del pilar del amor se filtró por sus vendas hasta su nariz. Su cuerpo hervia al tenerla tan cerca, sentir su piel atraves de la ropa, su corazón oba a salirse de su sitio en cualquier momento, pero se resistió a la alerta de su cuerpo de que iba a colapsar.  Su mismo cuerpo se movió a el mismo estrecharla tímidamente entre sus brazos.


—Gracias, Kanroji


Ella presa de tal acción y avergonzada escondió el rostro en el cuello del chico sin miramientos. No quería que el viera el color vibrante en su rostro. Sintió la piel cálida de Iguro y suspiró ligeramente al sentir su corazón desembocado en su pecho y temiendo ser escuchada.


Ella sintió decepción cuando él se alejo, sin saber que lo hizo para su propio bien, y se prosiguió  a poner el haori.


Obanai no podía con el mar de sentimientos en su interior. Sintiendo que podría morir mañana mismo ya que habia sido lo mas dichoso que un hombre cómo él podía ser.
 

—Es perfecta.—  Ella le sonrió en grande en respuesta.


Sin embargo, Iguro no solo se refería al haori.

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¡Hola a los lectores fantasmas y a mis seguidores!

Por los que no saben hoy es cumpleaños de mi adorado y hermoso Iguro, por eso me veo obligada y encantada de escribir algo de estos dos, que siempre tienen que ir juntos, conmemorando su cumpleaños.

Sean libres de comentar y espero que disfruten la lectura, dichoso sea este día que trajo al mundo a Obanai.

¡Que esten bien!

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