Capítulo 2

Naruto observaba la oscuridad de la aldea, las calles vacías, podía ver a los anbus correr sobre los techos y a shinobis hacer rondas en la aldea, corrió pegando su cuerpo a la pared del muro de la montaña Hokage, observó que estaba libre, pero no podía confiarse. Con velocidad llegó a la entrada de la biblioteca, no había guardias, sólo había un maldito candado, sacó de su estuche de herramientas una pequeña caja, dentro había un juego de accesorios para infiltración, nunca lo había usado, lo compró sintiéndose un fantoche porque era alumno de un espía, para sentir su equipo de herramientas completo, sonrió con burla de sí mismo, sacó dos pequeñas pinzas con puntas distintas, parecían llaves, sino más recordaba debía meter una y luego la otra tratando de encontrar una combinación de distancias y espacios, movió ambas con cuidado girando su mirada de vez en cuando esperando no ser atrapado, la biblioteca no era un lugar que algún delincuente buscara profanar, sonrió al sentir como el candado se abrió, hizo lo mismo con la cerradura de la puerta.

Al lograr abrir se coló con velocidad cerrando a su espalda las puertas, no prendió las luces o se delataría, observó las decenas de pasillos con terror, suspiró hondo, sacó una lámpara apuntando a su alrededor, comenzó a caminar tratando de pensar ¿qué era lo que buscaba y cómo podía conseguirlo? caminó lentamente observando los pasillos, levantó su vista viendo miles de libros, suspiró con frustración, cruzó sus dedos invocando a cientos de clones, comenzaron a revisar los pasillos libro por libro leyendo títulos buscando algo que pudiera ayudar, uno de sus clones llegó corriendo después de casi una hora- jefe, este podría ayudar ttebayo -Naruto lo tomó con cuidado “Hokages de Konoha” sonrió ligero, asintió -sigan buscando, no nos iremos de aquí hasta que amanezca -asintieron, todos estaban increíblemente serios buscando algo que pudiera confirmar si el cuarto Hokage era su padre.

El Uzumaki tomó asiento en una mesa, colocó el libro con cuidado, lo abrió suavemente observando su contenido, era bastante amplio, sin perder tiempo movió sus hojas con velocidad buscando el apartado del cuarto, se sentía ansioso, no sabía si molesto o emocionado, sentía sus sentimientos encontrados, siempre había sido su héroe, pero también había sido su condena. Abrió sus azules un poco al ver la imagen del cuarto Hokage con claridad, era como ver su espejo en las mañanas, pero más adulto con facciones más rígidas, la mirada del kage era fría, trató de imitar un poco su mirada, con su dedo acarició suavemente la imagen ¿en verdad era su padre? suspiró hondo tratando de concentrarse, comenzó a leer la vida de ese hombre, un clon más llegó con otro libro “Shinobis de la historia”, tenía bastante por leer, apretó el ceño decidido a saber sus orígenes, a conocer quién era en verdad Uzumaki Naruto.

…..

El Uzumaki observaba el techo de su habitación cabreado, sus azules ahora mismo no brillaban, mostraban un color opaco, frío, saber que su padre era el cuarto Hokage y su madre la princesa de la aldea del Remolino le traía demasiadas dudas, la principal. Si sus padres eran tan importantes ¿por qué tuvo que sufrir hambre toda su infancia? su Ero-sennin, Kakashi-sensei y la abuela Tsunade sabían perfectamente quiénes eran, nunca les preguntó o tocó el tema con ellos, pero su jiji, ese maldito anciano a diferencia del resto sabía exactamente su sufrimiento, su dolor, nunca habló con la verdad, le preguntó cientos de veces quiénes eran sus padres, hasta que un día se hartó, cerró sus ojos frustrado al recordar su respuesta “los muertos, muertos están, no vale la pena indagar quiénes eran, eso no resolverá nada”

Confirmaba una vez más que el mundo creía que era un idiota, apretó el ceño analizando, tal vez sus padres habían dejado alguna herencia para él, su casa, alguna propiedad, giró su mirada observando su departamento que se caía a pedazos, observó su sapito, se había gastado sus ahorros en el viaje con Ero-sennin, había tenido sólo una misión desde su regreso, esa misión le había dado un poco para vivir un mes, gracias a kami era misión rango s, mordió su mejilla analizando ¿dónde podría estar su herencia? peor aún ¿quién podría tenerla? La biblioteca no hablaba de nada de ello ¿el banco de la ciudad? pensó un momento, debía averiguar a nombre de quién estaba, tal vez su Ero-sennin la tenía, no, no podía tenerla él, afiló su mirada, tal vez en su archivo personal venía algo de ello.

Se levantó analizando, observó el atardecer, nuevamente sería de noche, tomó su estuche de herramientas, sacó su chamarra naranja dejando sólo la camisa de rejilla negra y sus pantalones negros, abrió uno de sus cajones sacando de la pintura para rostro con que hacía sus travesuras de niño, pintó su rostro de negro y su cabello, no podía usar su escandaloso chakra en un henge o sería atrapado, observó su chamarra en el suelo con cuidado, el símbolo de su clan estaba en su ropa, levantó una ceja al recordar que el Remolino estaba en todos los uniformes junto al símbolo de la Hoja, malditos hipócritas, usaban el símbolo de su clan, pero él era menos que nada en ese lugar, sus azules se enfriaron con rencor.

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