Capítulo 1: Reencuentro
Capítulo 1: Reencuentro
Natalie
No sé en qué momento de mi vida me perdí, me convertí en la típica mujer que solo se encarga de complacer a su esposo y cuida a sus hijas en casa. Sin duda, trabajar en mí revista de moda Keller's fashion era un respiro de toda la monotonía en la que se convirtió mi vida.
Cuando tuve a mi primera hija, aún era joven. Y a pesar de contar con el apoyo de Joseph, quien era mi novio y el padre de mi bebé tuve miedo de hacerlo mal y cometí el error de renunciar a mis sueños en el modelaje.
Para la edad que tenía en ese entonces, prometía mucho mi carrera en el mundo del modelaje, pero tenía mucho miedo de hacer algo mal y dedicí dedicarme sólo a la crianza de mi hija, Isabella Dankworth. Quien con el paso de los años se convertiría en una de las modelos más importantes del país, desfilando para marcas reconocidas a nivel mundial.
Luego, vino Elena quien también quiso seguir el camino del modelaje. Y después vinieron Madison y Liv. Madie a diferencia de Bella y Elena quiso ser bailarina y Liv quien ahora tiene diez años, me ha dicho que se quiere dedicar al ballet.
Ver crecer a mis hijas y haber estado presente en todas sus etapas me llena de orgullo y no me arrepiento de haber estado ahí con ellas, aunque tuviera que dejar el trabajo que me gustaba.
También creía que mi matrimonio con Joseph Dankworth duraría para siempre y que éramos felices, pero luego me enteré que él me engañaba con mi hermana menor Kate y que tenía otra hija viviendo en otra ciudad con otra mujer. Una mujer que jamás conocí y que falleció hace unos años por una enfermedad.
Fue muy duro para mí enterarme de todo esto, sobretodo porque yo creía que ambos estábamos bien, no discutíamos mucho y yo me encargaba de mantener la casa en orden mientras que a la vez sacaba adelante mi revista, pero está claro que Joseph pensaba lo contrario.
Aunque me dolió mucho más la traición por parte de mi hermana. Jamás me había dado indicios de que estuviera enamorada de mi esposo y yo que dejé que se quedara en mi casa cuando su esposo la echó a ella y a sus hijas. Según él porque se había enterado de las infidelidades de su esposa.
Tampoco fue fácil lidiar con el tema cuando se hizo público y todos se enteraron de la vida secreta de mi ahora ex esposo. Desde que quise ser modelo y empecé a trabajar para algunas marcas, de alguna manera me hice famosa y esa fama me persigue hasta el día de hoy, sobre todo con Bella y Elena siendo modelos y Madie apareciendo en algunos videos de bandas y saliendo en algunos programas. Además Joseph más de alguna vez fue entrevistado en programas al ser catalogado uno de los mejores abogados del país.
Por lo que el tema de la infidelidad y la otra familia de Joseph me persiguió durante varios meses. Hasta que un día me cansé de estar triste y me dediqué de lleno en buscar más información para mi revista y estando más presente que nunca en la vida de mis hijas.
El hecho de que una de ellas estuviera embarazada hizo que me enfocara en la maravillosa experiencia de ser abuela. Cómo adoro a mis nietos.
Así que mi vida se limitaba en ser dueña de casa, ser madre y trabajar, pero cuando llegaba la noche e iba a mi habitación vacía sin nadie que me esperara me hacía sentir sola.
Cuando era joven solía ser sociable y salir a fiestas. Me encantaba la vida nocturna, me gustaba salir con chicos y tener diferentes experiencias. Me gustaba vivir y sin darme cuenta me cerré completamente a cualquier vínculo. No salía, no tenía citas con más hombres, me sentía vacía pensando que así sería mi vida de ahora en adelante.
Mis hijas están grandes y ya no me necesitan tanto como antes, no tengo amigos con quienes juntarme a beber algo de vez en cuando. Aunque aún tengo a Rose Wright, pero es muy dificil coincidir con ella por su trabajo y sus hijos, además no me gusta sentir que molesto a alguien más, así que mi relación con ella consiste en enviarle un mensaje de vez en cuando para saber cómo está.
En definitiva las cosas no sucedieron como las había imaginado cuando era adolescente.
"¿Le has cerrado las puertas al amor Natalie?"
Aún recuerdo la última conversación que tuve con mamá y lo cierto es que no se me ocurrió una respuesta a esa pregunta. No es que le haya cerrado las puertas al amor, pero me cuesta confiar luego de la infidelidad de mi esposo y además no creo que alguien a esta altura se fije en mí.
Me divorcie hace tres años aproximadamente y no he vuelto a salir con nadie desde entonces. Ya no soy tan sociable como antes y eso me impide compartir con personas de mi edad.
Así que luego de pensarlo unos minutos, he decidido salir al centro comercial sola y ver algo de ropa. Simplemente busco alguna distracción y aunque Joseph lo encontraba un pasatiempo aburrido, a mí me encantaba salir a mirar por las tiendas y ver cuáles eran las nuevas tendencias.
Entro a una tienda y a medida que me voy acercando a la sección de ropa interior femenina escucho una voz que me parece conocida.
– ¿No te gustan estos?
–No, son horribles. Iré a probarme estos, espérame aquí.
–A mí me parecen adorables, pero cómo quieras. –Dice el hombre sonando divertido.
Yo me quedo parada como una estatua al observar al hombre.
Esa voz...
¿Podría ser que...?
– ¿Roy? –Mi voz no sale lo suficientemente alta, pero el hombre parece haber alcanzado a oírme y voltea en mi dirección.
– ¿Nat? –Pregunta con la misma expresión de sorpresa que creo que tengo en estos momentos. – ¡Enserio eres tú! –Exclama luego de unos segundos en los que nos limitamos a observarnos.
Roy se acerca a mí y me envuelve en un gran abrazo que yo le correspondo algo torpe. No creí que volvería a verlo, estoy muy sorprendida.
–Sí, soy yo. –Respondo sintiéndome algo torpe por no saber que más decir.
–Estás muy guapa por cierto. –Dice cuando dejamos de abrazarnos y observa cómo voy vestida. Me sonríe con calidez y yo le devuelvo el gesto.
Tiene un poco más de arrugas cuando sonríe, pero eso no le quita su atractivo natural. Roy y yo salimos cuando ambos estábamos empezando nuestras carreras, él como actor y yo como modelo.
–Gracias, tú igual te ves... muy bien. –Comento
– ¿Cómo es posible que te hayas vuelto aún más guapa? Antes eras la chica más preciosa que yo hubiera visto, pero ahora me has dejado sin palabras.
–Al menos veo que sigues manteniendo parte de tu personalidad. –Respondo sin saber cómo responder a sus halagos.
Hace tiempo que ningún hombre me dice cumplidos o me hace sentir bien con mi apariencia.
–Por supuesto que sí, sobre todo cuando se trata de ti. Han pasado tantos años desde la última que nos vimos... Pero mírate estás hecha toda una belleza Nat.
Nat.
Roy pronuncia ese apodo con una calidez y afecto que me hace sentir de alguna manera como si no lleváramos todos estos años sin vernos, cómo si volviéramos a ser esos adolescentes que estuvieron enamorados alguna vez.
Nuestra historia fue tan fugaz como esos típicos amores de verano que sabes que no durarán para siempre, pero aun así te aferras a ellos.
Él me sonríe y no puedo evitar devolverle la sonrisa. Verlo está desempolvando viejos recuerdos.
–Y tú estás aquí... ¿Viendo ropa interior para tu esposa? –Pregunto siendo consciente de que ese tema no me concierne, pero la pregunta se me escapa sin que pueda hacer nada para detenerla.
–No. Estoy acompañando a mi hija. –Responde divertido.
–Oh, tu hija. Vaya, eso es genial. –No tenía ni idea que tuviera una hija. –Yo tengo cuatro hijas. –Respondo como si él no lo supiera.
–Sí, las he visto en propagandas de perfumes, en portadas de revistas y a una de ellas en un video musical. Es increíble que se parezcan tanto a ti. Son muy hermosas, igual que su madre.
–Tienes razón, mis hijas son hermosas, talentosas y asombrosas. Estoy orgullosa de cada una de ellas. –Digo ignorando su último comentario.
– ¿Crees que sería muy inapropiado de mi parte si te invito a cenar a mi casa? Hay mucho que me gustaría contarte y debemos ponernos al día, ya sabes... por los viejos tiempos.
Pienso en su oferta y cómo ahora mi agenda no está tan ocupada, acepto ir a cenar a su casa, además sí me interesaría conversar con él, saber que ha hecho durante estos años y simplemente conversar, pero antes debo preguntar:
– ¿Tienes esposa o novia?
– ¿Esposa? Nat jamás me casé y mi hija irá de visita a la casa de su madre. Estamos separados hace algunos años y tampoco tengo novia, así que no tienes de que preocuparte. ¿Tú tienes algún novio escondido por ahí?
–No, estoy soltera. –Supongo que sabe que ya estoy divorciada porque esa noticia estuvo durante un tiempo en titulares, así que agradezco que no pregunte por Joseph.
–Muy bien, entonces qué dices Nat, ¿vienes a una cena en mi casa? Prometo ser el mejor anfitrión para ti.
–Me encantaría. –Respondo muy segura de mi decisión.
–Esa es la actitud Nat.
Jamás imaginé que nos volveríamos a ver, pero mentiría si digo que no estoy emocionada por esta cena.
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