MIGHT U - 7

~CAPITULO SIETE~

[MIGHT U.]

....



















Algo que ella quería mostrarle, algo que logro mostrarle.

Un recuerdo que estallo con el disparo de una explosión de abnegación.

Su bendición era incapaz de ser robada y por ende, Bakugou salio disparado de ella.

La razón se perdió por unos segundos mientras volaba por los aires. Su cuerpo reacción instintivamente activando rewind. Su espina dorsal fue arreglada como el resto de su cuerpo.

Sus ojos por fin entornados enfocaron el cielo nublado con pequeños rayos de sol cayendo como cascadas hacia la ciudad en el espacio cósmico.

El observo a la rubia cayendo, súbitamente hasta que esta termino por estamparse con el techo de un edificio flotante, aparentemente inconsciente.

Bakugou había resultado victorioso.

Él se detuvo en pleno aire. Su pie toco el viento como si fuera un suelo firme y se quedó estático. Comenzo a mirar a su alrededor, el empleo «Search» «Infrarrojos», por fin las encontró. Momo, Himiko, ambas luchando contra los monstruos que las atacaban sin un final aparente. Estaban algo alejadas al igual que las grietas desgarradas en la realidad de las cuales emergían las bestias.

Bakugou sabía que no dejarían de venir, de hecho, también se preguntó exactamente dónde estaba pero más importante, «¿Qué era el recuerdo que había visto recién?» pensó en el cómo se debería haber sentido melissa eh izuku pues sabia a la perfección que ellos siempre Vivian con este tipo de experiencias.

Le resultaba enternecedor. Su pecho se apreto y el sintió su garganta cerrarse. Parecía algo imposible, sentir sed. Despues de todo la condición de All For One dentro de su cuerpo le dotaba de muchas cosas y una de ellas era la capacidad de no sentir hambre ni sueño, tampoco cansancio de verdad.

«¿Por qué se sentía así?» sentía el agotamiento convertido en sed y hambre. «¿Cuándo llevaba encadenado?» miro sus manos, luego miro a su alrededor como intentando buscar un reflejo de sí mismo.

«¿Era de verdad el mismo?» hasta ahora no había tenido tiempo de considerar la idea de que él... «¿Quién era?» algo lo comenzo a abrumar. Su cerebro comenzo a despertar y las ideas claras se volvieron difusas. Era un agua turbia de ideas y preguntas, sin respuestas.

Todo comenzo a golpearlo duramente.

Realidad eh irrealidad.

Toda esta irracionalidad se le había acumulado por todo el tiempo que llevaba dormido.

«¡¿Dónde carajos estaban todos?!» se gritó a sí mismo. Perdió de cuenta por un segundo la razón del por qué había estado peleando hace unos momentos y mucho más importante, quien era Vanna, las doncellas.

«¿Quién era izuku?»

De hecho, flotando en pleno espacio mezclado con nubes y rayos de sol que iluminan el remolino de colores en el espacio cósmico como una mándala de infinitas tonalidades.

El sintió que estaba en un lugar que no conocía.

Claro, era obvio. Pero, la sensación era algo chirriante en su cabeza, casi como una campana que le avisa que algo está mal. Ese lugar no era su lugar. El aire a su alrededor, las nubes... incluso el sol. Todos los edificios destruidos y flotantes, las rocas y escombros que están a la deriva.

«¿Este era su mundo?»

El punto de origen destruyo todos los mundos a partir de la pregunta, «¿Qué hubiera pasado Sí?»

Todos los recuerdos posteriores a la última batalla. La discusión con melissa, el final apresurado. Todo estaba culminándose en un remolino de recuerdos y sensaciones extrañas.

Ese pilar de luz lo recuerda claramente, el estallido del poder de origen el cual Izuku obtuvo.

En la colina, en la U.A, con melissa en brazos... sus carmesí ojos se iluminaron de ese brillo dorado.

Era el árbol de los destinos.

Comenzo a girar en torno a su propio eje, observando todo a su alrededor con más fuerza. Usando distintos quirks de percepción. Vibración, search, infrarrojos, sentidos aumentados... todo y nada le decía que estaba en un lugar correcto.

Era la sensación de estar lejos de casa, pero también, lejos de su tierra.

[Este no era su mundo.]

Y esto lo abrumo al punto que perdió la razón. Sus ojos se tornaron blancos y por unos minutos todo para él desapareció.

El tiempo lo consumió.

Poco a poco su piel comenzo a endurecerse y como un capullo este empezó a encerrarse en sí mismo.

El brillo en sus ojos desapareció, el tiempo de actuar para él se había detenido.

Pero para el par de chicas aun continuaba.

―¡¿No deberíamos tener algún balance en nuestra situación actual?! ―pregunto con insistencia la chica de cabello rubio.

Himiko parecía moverse como el furor de un viento veraniego. Su manto oscuro se sacudia y ella se desvanecia de las miradas de los monstruos mientras a su paso la brea formaba puños que salían del suelo deteniendo golpes.

Ella miro por un segundo a momo. Ella estaba arrodillada mientras una cálida luz se derramo de sus manos, esta formo una lanza que se clavó sobre el enorme monstruo que cayó sobre ella.

Esta lanza se clavó en el suelo y el monstruo se detuvo.

No hacía falta decir que estaban rodeadas.

Momo estaba exhausta pero aun podía moverse, lo que significaba que estaría bien. Por supuesto, todavía le dolían sus heridas tanto que quería morir, y el sudor repugnante no se detenía.

No era la primera vez que estaban en una lucha entre la vida y la muerte pero tampoco se podría decir que esta fuera la más fácil de todas, creo que se podría decir que es una de las más difíciles que habían librado durante los últimos tres años desde que se conocieron, desde que emprendieron su viaje.

A pesar de todo este tiempo su relación no mejoro pero, las acciones en conjunto sí.

Ellas dos eran... como un par de dagas filosas en acción.

Pero a pesar de que fuera así, las dagas pierden filo.

Momo reprendió a sus piernas inútiles y rápidamente se precipito hacia los monstruos convertidos en brea. Sus ojos se encontraron con las cuencas negras del demonio de brea apoyado contra el suelo como un orangután.

Era enorme.

Esto sería lo suficiente para hacer que cualquiera vacilara en atacar pero a ella nada del mundo se sacudiría mientras tuviera en mente su objetivo.

En un desliz esquivando el enorme puño ella paso entre sus piernas y del espacio entre sus dedos pequeñas púas explosivas fueron a para al trasero de la bestia.

*BOOM* *BOOM* *BOOM*

Explosiones consecutivas levantaron una lluvia de brea y tierra al cielo. Momo emergió de esta para toparse con el pie deformado de un monstruo que se colocó sobre ella.

*¡PAW!*

Como un pendulo, Toga en un gesto sacudió su brazo hacia delante como la marea que se eleva y golpe las rocas de un arrecife. Un brazo entero emergió de la brea del suelo deteniendo el pie del monstruo. Consecutivo a este se formó uno parecido y una boca enorme tomo forma deformándose de su anterior postura.

Devoro por completo a la bestia.

La respiración de Himiko era irregular. Su cabeza estaba nadando. Algo caliente estaba subiendo desde su estómago hasta su garganta. Una y otra vez se repetía a ella misma que no vomitara. Era una situación de supervivencia. Perder fluidos corporales solo la acercaría más a la muerte. Presiono una de sus manos sobre su boca y forzó a bajar el fluido ardiente.

Era la consecuencia de usar más y más el quirk de Daphne.

La escena ante ella se volvió borrosa. No, las lágrimas tampoco eran buenas. No podía desperdiciar una gota de agua. Es por eso. Es por eso que apreto sus dientes y siguió luchando.

No podía mentirse ni a ella misma, estaba agotada.

Pero no podía morir todavía. Mientras luchaba contra los monstruos, repitió esas palabras llorosas un y otra vez en su corazón. Sujeto por un momento su brazo cuando se estremeció como si estuviera electrificado por el toque de uno de los monstruos en su espalda.

El golpe fue duro y ella fue enviada al suelo.

Su nariz soltó sangre al golpearse contra la dura roca gris.

La ira se convirtió en un grumoso sentimiento que ardía en su pecho, que servía como una fuente de fuerza.

El grito mudo de Momo convertido en una queja al lanzarse hacia el monstruo que arrojo a Himiko al suelo.

El favor fue saldado.

―Huff, puff...

Jadeando con ambas manos plantadas en el suelo, miro hacia arriba. Esparcidas frente a ella estaban un total de siete de esas cosas.

*¡¡¡SHAAAAAAAA!!!*

Un robusto brazo cubierto de escamas negras oscilo con forma de espada.

El monstruo de brea rugio amenazadoramente mientras Himiko rodaba esquivando por poco su poderoso ataque, el cual borto varios de sus cabellos rubios de la cabeza y la había dejado empapada de un sudor frio.

*¡GRRRUOOO!*

*JHHHIAAA!*

De lo mucho que había aprendido Himiko de momo era la capacidad de sentir el potencial de los enemigos visceralmente, pero tenía que tener cuidado en no dejarse llevar y realizar un ataque innecesario.

Uno pateo el suelo y la ataco desde arriba, mientras que otro se arrastró por el suelo para atacarla desde abajo. Blandiendo sus extremidades filosas como espadas de piedras, oscuras y lechosas. Ambos monstruos atacaron salvajemente al mismo tiempo. Chispas volaron desde la lanza que apareció entre el salto de himiko al girar en el aire. Los golpes consecutivos chocaron contra ella y himiko la tomo en pleno.

*¡SLASSSH!*

Momo apareció cortando a ambas criaturas siendo seguida por una más enorme la cual se le fue destrozada la cabeza con la lanza que Himiko arrojo con fuerza.

Ella cayo de rodillas al lado de Momo, a su espalda.

Cada vez venían mucho más rápidos y más fuertes que cualquiera de los anteriores. Cada vez se había más difícil vencerlos uno por uno. Tanto sus golpes como sus extremidades eran grandes, igual que sus números.

Se necesitaban al menos tres golpes para matar a uno. Uno para defenderse del ataque, otro para desequilibrarlo y el tercero para acabar con él. Solo entonces finalmente ellas habían derribado a esos tres. Y una vez que eso termino, otros tres estaban aplastando el cadáver del último para atacarlo.

Era imposible seguir la pelea.

―¡Momo, por aquí!

Quizás sintiendo que había alcanzado su límite, Himiko le grito con urgencia a Momo.

Tan pronto como lo hizo, una especie de puño afilado atravesó a los tres monstruos y se colocó por delante de éstos. Momo se giró con toda su fuerza. Goteando sudor mientras la katana le temblaba en las manos.

El rugido del monstruo sacudió sus sentidos.

Naturalmente ella ignoro esto y corrió tras Himiko.

Manadas de monstruos también las persiguieron.

Nunca podrían escapar por completo. Serian aplastadas por las cantidades bestiales de monstruos que les seguían del suelo y cielo.

«¿Qué demonios tenía en mente Himiko?»

Ella estaba al final del camino, llegando al filo de la enorme roca flotante quedando a expensas de una enorme caída hacia la gran ciudad que había aparecido a la mitad del cielo.

Himiko se detuvo. Por un segundo toda la carga de la carrera cayó sobre sus hombros y termino por cubrir la mitad de su rostro con su mano derecha, ahogándose en la irritación y desesperación.

Aun así... no podía dudar.

De su palma que cubría el rostro cayo brea. De su mano que estaba al costado de su cintura cayo brea... de todo su manto oscuro cayo brea.

»Como ellas...

Cerro sus ojos por un momento y los rugidos de todos los monstruos detrás de ellas hicieron eco en su cabeza.

Una vez más repitió; «Como ellas».

La brea subió del suelo y a la par de su espalda, alas se formaron hechas de brea, como las de ambas doncellas.

Se agitaron con fuerza y estas sacudieron el viento a su alrededor. Aún más sangre salio desde el interior de su nariz.

Ella tomo a momo y se arrojaron hacia el vacío.

Seguido a ellas una cascada de monstruos oscuros cayeron detrás de ellas en picada. Algunos voladores, otros que simplemente se lanzaron como si algo se los ordenara o más bien fuera una reacción natural.

Momo pudo ver como se acercaban cada vez más a Himiko por lo cual lanzo su katana con fuerza dándole justo en la cabeza a uno logrando que un cumulo de estos se desviara pero también provoco que Himiko de desestabilizar.

Sus alas parecían agitarse pero no daba la impresión de que estuviera por volar.

«¿Fue una mala idea?» justo en ese momento cualquier idea era buena, realmente lo era, incluso momo aceptaba que Himiko llevara aquel plan de esa forma pero, al menos le gustaría que hubiera una buena ejecución.

Que ella volara.

―¡M-mierda...!

Las alas de Himiko se agitaban con fuerza pero nada que volaban. «¿Cómo diablos lo hacían ellas?» se preguntó Himiko mientras miraba cada vez más cerca la ciudad. Los edificios a medio destruir, algunos derrumbados chocando con otros y los trozos de rocas flotando en la nada. Ella comenzo a guiar su caída, ya sabía que no lograría volar por lo cual al observar el techo de un enorme edificio empresarial tomo con fuerza a Momo y la cubrió a ella consigo misma con las alas negras.

Ambas se volvieron un rollo oscuro y el golpe fue inminente.

*¡THOOOM!*

*¡CRAAASHHHH!*

Techo hasta el último piso, penúltimo y antepenúltimo, en total tres pisos atravesaron con la fuerza de caída.

Desde la oficina principal hasta el piso de administración. Justo en un pequeño jardín en medio del séptimo piso habían terminado impactando. Quebrando el cubo de cristal que cubría el pequeño jardín lanzando todo por todos lados. Los escritorios rondado a esto salieron volando y el papeleo simplemente quedo estático en el aire por unos momentos mientras una grumosa nube de polvo salio disparado por todos lados como el mar en una inundación.

Tras unos momentos, el capullo de alas que Himiko formo alrededor de ambas se disipo volviéndose simple brea, agua enlodada.

Ambas, una encima de la otra.

INTRODUCIR: THE FIRST HUNTER - TSUKASA SAITOH

Himiko le zumbaban los oídos. El sonido era como el grito agudo de un niño que acababa de despertarse de una pesadillas.

Un grito de la razón, gritando en negación de la realidad.

El chillido de los instintos asaltados desde la profundidad de su mente.

―¿D-donde...?

El fragmento susurrando de un pensamiento cayó sobre sus labios y se derritió en la oscuridad.

La quietud perforaba sus oídos y los latidos de su corazón retumbaban en todo su cuerpo.

La sombría oscuridad del edificios la abrazaba, las abrazaba.

Momo cayo hacia un lado, aparentemente al borde de la inconsciencia.

Un extraño color lechoso parecía adherirse a las paredes, y los techos eran algo bajos que podía ver las marcas de uniones en las placas de tabla roca.

―...

Momo sentía que su cuello se había congelado en su lugar, así que movió solo sus ojos para mirar alrededor, buscando no quedar inconsciente y a la vez un monstruo cerca.

Tampoco había señales reveladoras o signo de ellos.

Entrecerró los ojos en la penumbra, apenas capaz de distinguir su propio entorno.

Justo a su lado, Himiko.

―... ¡...! ... Ah...

Miro con un ojo abierto a Himiko. Su boca se abría y cerraba por si sola, separada del pensamiento consciente. A la vez, su lengua estaba enredada, incapaz de formar palabras.

Solo podía producir un sonido seco y rasposo como si hubiera tratado de respirar y hubiera fallado.

Himiko extendió su mano hacia un lado y la luz que entraba pocamente por el agujero que ellas crearon ilumino los ámbares ojos de la chica.

―L-lo se... ―dijo ella―. plan... fallido.

Estaba maltratada de pies a cabeza despues de ser apaleada por el choque en su caída.

Se habían descocido y maltratado pedazos de su largo manto revelando su piel blanca y desnuda, que estaba marcada por innumerables cortes y raspaduras. Su pierna derecha, envuelta en su propio manto, estaba doblada en un ángulo extraño.

Estaba rota.

La propia piel de Momo, llena de un sinfín de cicatrices, no se podría decir que simples raspones y uno que otro corte y moretón hicieran diferencia. Lo importante aquí era que su parpado izquierdo se había lastimado tanto que parecía haberse derretido impidiendo abrirlo.

Mientras seguía mirando alrededor con su ojo bueno, momo se acercó un poco a Himiko para protegerla, o tal vez para aferrarse a ella.

Sujeto sus estrechos hombros con sus temblorosos dedos que se negaban a obedecerla.

Volvió a soltar quejidos dando a entender que estaba tratando de decir su nombre pero era incapaz de formular una palabra.

Llamándola una y otra vez con sonidos extraños, Momo no podía pensar claramente. Su mente estaba en blanco.

Fue ahí cuando sucedió.

*Crk* *Crk*

Fragmentos de piedra estaban cayendo.

Momo se congelo cuando los pedacitos de algo golpearon su cabeza. Miro hacia arriba como si su mirada fuera atraída al techo, justo al hoyo que atravesaron.

Los fragmentos de piedra todavía caían de la bóveda de luz, que aparentemente cegaba su visión. No podía entender lo que sucedía en base a la información visual tan limitada.

Pero el sonido era otro asunto.

Definitivamente había escuchado un ruido. Un ruido como de algo acelerando violetamente hacia ese piso del edificio. Como si cierto objeto se precipitara por el agujero por el cual ellas pasaron.

En el momento en que se dio cuenta de esa posibilidad, la sangre se dreno de la cabeza de Momo. Esa enorme forma de monstruos en cantidades masivas se formó en el ojo de la mente.

Momo había aprendido durante estos últimos casi quince años a controlarse a sí misma consiguiendo un control como ningún otro humano.

Ella era por así decirlo el humano con más control sobre su cuerpo que jamás haya existido pero aun así... no pudo evitar sentir escalofríos que atormentaban su cuerpo, pero su corazón sabia la verdad

El combustible de su inquietud.

Los monstruos que estaban afuera y quizás estaban buscando el adentrarse. «¡corre!» «¡Escapa de los monstruos!» el único pensamiento que en su mente y cuerpo había.

Debian estar allá afuera, intentando bajar pero, «¿Por qué no lo hacían?» de hecho, a partir de esta pregunta vino una más, «¿Dónde estaba bakugou?» ya hace tiempo que no escuchaba un estruendo.

Ella constantemente, mientras luchaba contra los monstruos podía escuchar los golpes sordos, las explosiones y desastres en la ciudad nacidos por la lucha de las doncellas con Bakugou pero ahora no escuchaba nada de nada.

Momo forzó energía sobre sus propias extremidades y se levantó, aun apoyado a Himiko. En el segundo en que lo hizo, de repente sintió como si alguien hubiera encendido su cuerpo en llamas. Su abrupto movimiento revivió toda la agonía que se había adormecido momentáneamente.

Sus heridas abiertas gotearon sangre al suelo.

Aun así, apreto los dientes y se levantó. No era la primera vez que se sentía así y seguramente no sería la última. Ella estaba acostumbrada a este tipo de heridas, al dolor y el calor que ardía detrás de sus heridas.

Ella podía ver su propia sangre como un líquido que lucha por salir de su cuerpo en cada pelea.

Yaoyorozu Momo podía soportarlo.

Ella dio un paso adelante. Todavía se podía mover, aun podía avanzar.

Una vez más miro a su alrededor girando en sí misma, con su único ojo bueno. Observo que no hubiera nada más que escritorios vacíos boca abajo por todo el séptimo piso. El jardín donde estaban era una especie de tierra fértil con un poco pasto y piedras al margen. Una enorme roca y un pequeño bonsái.

Ella se agacho y tomo a Himiko.

―¡He...aaa...ggg...!

Ella grito de dolor al sentir como su pierna izquierda colgaba hasta que el hueso parecía querer colocarse de nuevo en su lugar.

Parte de su abdomen se vea a través de los corten en el manto.

Ahora, en el hombro de Momo comenzaron a avanzar.

―...i-incapaz de moverme por mi cuenta... soy una inútil ―dijo Himiko con un tono burlesco.

―...¡...!

―...mi cabeza parece querer explotar Momo...

La sangre que le salía por la nariz desde hace un rato ya no había dejado de salir. El golpe que recibió contra la dura roca parece que le había roto el tabique.

Además, sus ojos orbitan en sus cuencas.

Estaba decaída, probablemente se golpeó la cabeza ya que Momo sintió algo líquido, cálido caer por su hombro proveniente del mentón de la chica.

Quizás sangre de su nariz, no, era sangre viniendo de su cabeza.

Estaban heridas de pies a cabeza, completamente exhaustas y solas. No les quedaban fuerzas física o mental, ni una sola herramienta. Estaban ante la destrucción.

Esa oscuridad llamada muerte estaba lista para tragárselas.

Avanzaron súbitamente, alejándose del hoyo cuando un sonido resonaba hacia ellas. Era un sonido seco, como una marioneta riendo bruscamente.

Ese sonido claramente era anormal.

No era una voz humana, pero tampoco era un ruido del edificio.

El ojo sano de Momo se sintió atraído hacia la oscuridad, más allá que el sonido que parecía venir detrás de ella desde la luz.

Pero algo acechaba desde sus espaldas.

Una gota de sudor cayó desde la barbilla de la peli negra. Un momento despues, lo que hizo el sonido apareció en silencio.

―...

En un momento, despues de ese instante en que lo vio, dudo de su ojo.

Un vestido blanco que flotaba en la oscuridad. Había dos esferas verdes y una cabellera dorada.

Era una niña.

Entre los ecos de oscuridad ella se asomaba, a la vista de un ojo sano.

La primera vez que Momo la veía, ella era aquella que Himiko siempre mencionaba. Esa niña era a la cual por breves momento sentía su presencia pero jamás observo.

El eco reflejado en la oscuridad, formando a la niña en las pupilas de Momo.

Dicha niña apunto hacia delante, expiro un suspiro en forma de susurro.

A través de su pupila un viaje de luces se convirtió en la peona de un instrumental. La manecilla del reloj que controla el tiempo.

El espacio que regresa desde su interior hasta el exterior.

[Ellos ya vienen.]

Sonriente.

Su dedo índice apuntando detrás suya.

Un estallido ocurre en un segundo y desde el primer piso hasta el piso actual todo se destruye mientras una doncella asciende.

Las pupilas de Momo se contraen, ella reacciona y la nube de humo y lluvia de escombros ocurre detrás de ella.

Dándose la vuelta apenas por el rabillo de su ojo observa a Rita, Doncella de la ira. Ella se aferró al suelo del piso delante suya y extendió su pierna doblada hacia delante. Un rugido sin precedentes y un fuerte golpe descendió sobre el suelo.

*¡WROOOM!*

Una ráfaga de destrucción avanzo hacia Momo y Himiko. Instintivamente Momo corrió hacia delante pero la destrucción fue más rápida que ella logrando destruir el suelo debajo de ella. La onda expansiva del golpe logro asestar una fuerte envestida contra las chicas y ambas chocaron contra una puerta la cual en automático destruyeron con sus cuerpos atravesándola y saliendo disparadas hacia un ventanal que sin duda alguna atravesaron.

*¡CRASH!*

Cayendo desde un séptimo piso en un edificio que flotaba diez metros en el aire.

Una caída que seguramente les arrebataría la vida si no fuera que había una pequeña roca flotando a unos dos metros debajo de ella.

Era un trozo de calle elevado junto con un coche que se convirtió en la cama receptora de los cuerpos femeninos de las chicas.

Momo cayo directamente en el capo mientras que Himiko cayo duramente en la parte superior del honda.

Los cristales de la ventana frontal salieron disparadas en un pequeño estallido por el golpe clavándose algunos en los brazos desnudos de Momo. Himiko, quien tenía su pierna rota termino por lastimarla más al haber caído con ella primero.

El dolor se tornó insoportable para la rubia llevándola a soltar un rugido, casi como un grito mientras se retorcía en el hoyo de la abolladura.

Momo se movió hacia un lado cayendo del capo mientras se abrazaba a sí misma.

El dolor era un infierno.

La espalda le ardía como si alguien estuviera quemándola constantemente. Ambos hombros le daban la sensación de que estuvieran siendo acuchillados mientras que su torso estaba tan débil que creía que si se movía podría partirse a la mitad.

Ella abrazo su estómago y comenzo a llorar del dolor e impotencia.

Himiko solo seguía gritando de dolor mientras la sangre de su nariz no se detenía.

Mientras tanto, Rita estaba caminando a rastras. Ella aprecia tropezarse a cada paso que daba, tambaleándose por el séptimo piso del edificio. En un punto ella apenas logro sostenerse de un escritorio.

Y cuando estaba a punto de llegar a aquella puerta destrozada cayo de rodillas rosando su palma sobre el marco de la puerta dejando su sangre manchada sobre esta.

Bakugou estaba en un estado irreconocible. Flotando a la deriva del cielo nublado, del espacio cósmico convertido en una cascara a punto de mudar.

Vanna estaba hecha polvo en un techo de una pequeña tienda comercial.

*GRAP*

Momo extendió su mano hacia delante como si quisiese arrastrarse para luego impulsarse hacia arriba pero la fuerza que tenía en sus brazos era nula. Estaba muy débil pero aun así hacia la lucha por levantarse. Ella negaba cuanto podía el dolor que sentía como si al hacer esto ganara fuerza pero lo que no se daba cuenta es que más se esforzaba tratando de negar su dolor que vivir con él.

Se repetía en su cabeza cuantas veces podía que esta no era la primera vez que estaba herida, que sentía ese dolor. También se hacía saber a ella misma que no sería la última vez.

Y usualmente una persona en ese estado le pediría ayuda a una fuerza mayor, quizás a su dios pero ella... ella no tenía ninguno.

Lo sabía de ante mano.

Desde el momento que ella despertó en aquel desértico lugar, en aquel enorme hoyo en medio de una ciudad hace más de 15 años supo que estaba sola. Y ahora quizás Toga estaba a su lado, tal vez bakugou pero... no sería diferente para ella.

Luchar para avanzar, sin detenerse hasta alcanzarlo.

*CRK* *CRK*

Los sonidos de cristales cayendo, ella los escucho.

Despues un sonido seco vino a su oído y una cascada dorada descendió de su mano derecha. Una sombra apareció volviéndose cada vez más grande por encima suya.

Rita había saltado.

Momo le dio forma a la cascada dorada en una vara curveada. Esta cayó sobre la planta del pie de la chica azabache mientras su mano creo una larga flecha que tomo entre sus dedos y con ayuda de su pie estiro aquel denso hilo atado al arco.

Ella soltó un grito y la flecha salio disparada hacia el hombro de Rita dándole en el aire.

Ella soltó un quejido antes de que su golpe fallara y diera justamente a un lado de Momo entre el coche y ella.

*¡CRASHHHH!*

La isla flotante se vino abajo en una lluvia de trozos de pavimento junto a un coche que se llevó a Rita hacia abajo.

Himiko se resbalo del coche cayendo rodeada de la lluvia de rocas al igual que Momo.

Para la mala suerte de la azabache termino por estamparse con un techo de cristal justo por encima de la entrada del edificio que tenían más cerca.

El golpe fue duro, lo suficiente para destrozar el cristal y caer al suelo rodeada de más y más cristales mientras que Himiko corrió con un poco de mejor suerte pues ella había caído en un balcon a unos metros del suelo.

Pero a comparación de Momo, le había ido cien veces mejor.

Rita en su caso cayo con el coche encima suya en pleno de la calle.

*¡THOM!*

Una nube de humo salio disparada hacia los cielos como una ola en un tsunami.

Gimiendo por el dolor que, no obstante, sentía que su brazo izquierdo ardía con el fuego de mil infiernos, los trozos de cristal se habían enterrado tan profundamente que habían llegado al hueso.

Ignorando la pila de humo que caía como lluvia por lo largo de la calle, Momo giro en sí y miro hacia el cielo encontrándose con los dos edificios chocando uno con otro creando una sombra singular que llenaba toda la calle.

Ella jadeo.

Esto era imposible para ella, horrible... incapaz de hacerlo. Ella no podía soportar otro momento con esa doncella o cualquier monstruo.

Una vez más extendió su mano derecha hacia delante clavándose pequeños cristales en las palmas, en las pieles de su abdomen, de su clavícula.

Ella se arrastró.

Sangre goteaba por todas las heridas frescas que recibió a lo largo de todo ese rato. Había estado sangrando mucho desde su última batalla. Si no tenía cuidado, ella se marearía.

Pensó que si no fuera por los últimos diez años de indolencias, quizás ella no lo hubiera soportado. No sería más que un desastre inútil.

Pero cada esfuerzo que ella hacía por arrastrarse, intentando cruzar la calle hasta donde Toga estaba sentía como su cuerpo y mente se reducían cruelmente.

A su vista, la azabache podía observar en el hotel delante de ella, justo en el segundo piso un balcon del cual colgaba el cuerpo de la chica rubia quien parecía estar perdida en sí.

Había dejado de gritar y llorar pero su mente se había roto.

Estaba fuera de sí.

Lo más seguro, ella se golpeó la cabeza pues la sangre goteaba en un pequeño charco bajo su nuca.

Momo pensó que quizás le gustaría sentirse así. su brazo izquierdo la estaba matando. Desearía poder cortarlo pues la palabra «Ruina» parpadeaba en su cabeza, como para predecir su próximo final.

Pero siguió adelante.

Como una marioneta defectuosa, siguió avanzando.

Pero entonces una explosión al final de la calle ocurrió. Rápidamente la nube de humo gris de polvo se vio mesclada entre la niebla negra que el fuego acompaña.

El auto estallo y el fuego apareció extendiéndose como una antorcha en medio de un bosque oscuro.

Momo quien ya estaba a la mitad de la calle observo entre los autos flotantes como de las llamaradas de fuego caminaba una persona que formaba una sombra entre el calor del fuego.

Rita apareció arrancándose la flecha del hombro y arrojándola hacia un lado como si no le importara.

La sangre broto de su herida.

El único ojo sano de Momo se abrió de golpe y la desesperación hundio en un vacío sin fondo el pecho de la chica. Su respiración se volvió acelerada y el temor comenzo a burbujear desde su interior hasta el exterior.

[Levántate.]

Se dijo una vez.

[Levántate.]

Otra vez.

[Levántate.]

Aun cuando en su cabeza hacia retumbar esa palabra, muy al fondo se preguntaba si tenía la fuerza para hacerlo. Ni si quiera se había dado cuenta que estaba temblorosa, ni si quiera se había percatado de que su brazo izquierdo había dejado de funcionar, que su parpado derecho no volvería a abrirse. Que sus piernas estaban lastimadas.

Ella un así... se levantó.

La cascada que de su mano derecha caía ya no era dorada si no plateada y esta no parecía ser liquida si no que era más sólida, tanto que termino por formar una katana, una que ni si quiera tenía el filo continuo pues parecía estar a medio romperse, agrietada. El mango apenas estaba en pie y su mano sostenía con fuerza esta, empuñándola hacia delante mientras que su único ojo contraía y extendía su pupila.

Un mechón de su corto cabello cubrió un poco de su frente hasta su nariz.

Las gotas de sudor descendían en una cascada junto a la sangre llevándose la mugre de la tierra pegada en sus mejillas.

Su boca entre abierta que respiraba a jadeos se podía llegar a observar como la baba y sangre luchaba por salir primero.

Su nariz comenzo a sangrar y sus oídos por igual.

Las llamas que se desprendían de la vestimenta de la doncella se convertían en pequeñas motas de ceniza que volaban hacia los extremos de las calles de las cuales comenzaban a emerger mares de brea. Incluido las ventanas y de los filos del techo se extendieron como títeres. Brazos y manos que emergían de la brea como un portal tomando forma de monstruos.

El fuego creció y la oscuridad no desapareció.

La calle entera se vio llena de un matiz de bestias que comenzaron a crecer en abundamiento alrededor de la doncella, de Momo, himiko.

Temblorosa giro a todos lados observando lo rodeada que estaba. Hacia atrás, hacia su derecha, izquierda.

Ella lanzo su katana a una calamidad que se extendía hacia toga logrando destrozarla pero en el proceso caer de rodillas.

Su dorsal derecha cayó sobre el pavimento y cuando lo trato de levantar todo el mundo se le volvió borroso.

Ella escucho que alguien la estaba llamando pero «¿Quién era?» «¿Quién estaba a su lado?». Esto era malo, no podía escuchar, no podía pensar ni sentir.

«¿Por qué estaba ahí?»

«¿Qué era lo que tenía que hacer?»

Una vez más escucho ese llamado silencioso.

Estaba vagando por un mundo, no, por un sitio sin salida. Una maraña interminable enterrada en la oscuridad. Incapaz de distinguir frente de atrás. La izquierda y la derecha no eran claras, no podía comprender donde estaba.

La sensación de sus manos y pies se desvanecia.

El sonido de sus breves respiraciones se volvía distante.

La frontera entre la realidad y la ilusión desaparecía.

[......u]

Una oscuridad donde no penetraba la luz borraba su existencia.

[.....zu]

La oscuridad destruía su cuerpo y alma.

[....ozu]

Estaba perdiendo la vista de sí misma.

[...rozu]

Todo se tornaba en un mundo de sombras.

[..yorozu]

Ella perdió su alm―

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[¡YAOYOROZU!]




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INTRODUCIR: MIGH U

Los latidos de su corazón le habían devuelto la conciencia desde la oscuridad.

Ella miro hacia arriba aturdida. Vio un par de ojos azul oscuros.

Ella estaba mirando de manera imponente.

―...I-ii...d...a ―con su garganta deñada trato de hablar.

El sonido volvió. Las sensaciones volvieron. La realidad volvió.

Su nombre volvió y ella lo llamo.

Iida Tenya.

Rostro algo sucio, sus lentes reparados con cinta adhesiva y su cabello algo malogrado. El vestía un manto oscuro como el que Toga vestía siempre pero este no parecía ser solamente un vestido si no algo que recubría enteramente una capa más de ropa.

―Puede que sea algo difícil pero escúchame. Primero, necesitas calmarte. Respira lentamente.

Momo sintió que la calidez se extendía desde la mano que había sido colocada en su hombro.

Ella obedeció las instrucciones.

«Inhala, exhala».

Una vez más.

Sus pulmones, que habían estado hiperventilando se relajaron. El aire frio fluyo hacia su cerebro y la calmo.

La niebla se despejaba constantemente.

―Es bueno que llegásemos a tiempo. Pensé que despues de encontrarnos con esa niña el camino iba a ser largo pero supongo que a veces la suerte nos sonríe a la cara, ¿No lo crees Yaoyorozu-San?

Aún estaba en shock. Mas bien, no había forma de describir la confusión y miles de contradicciones que ocurrían constantemente en la cabeza de Momo.

Ni si quiera tenía la fuerza para poder pronunciar un par de palabras en búsqueda de la pregunta. Simplemente se le había quedado viendo a aquel chico que ella había conocido durante un tiempo.

Su compañero de clases, su amigo... el presidente de su salón de clases.

Momo abrió su ojo de par en par ante la situación.

Un gelido aire frio la había rodeado.

Fue entonces que Momo se percató que el sonido que había vuelto no era totalmente de su alrededor si no de lo que tenía delante.

Ella respiro un par de veces más y parpadeo un par más. Alzo su mirada y lo que se encontró fue con un destello de colores carmesí, estelas azules.

Su alrededor estaba cubierto de una masiva lluvia de fuegos artificiales de todos los colores.

Y no solo eso si no que toda la oscuridad iluminada trajo consigo sombras a los pies de Momo.

Ella se dio la vuelta.

Himiko ya no estaba en el balcon.

*PAT*

A su lado ella. Momo giro hacia su derecha. Una joven de cabello purpura estaba sosteniendo a la rubia mientras rebuscaba en su mochila vendas y alcohol.

Era Jirou con una apariencia algo arraigada.

Al igual que Iida portaba una capa que cubría todo su cuerpo de color oscuro. Su cabello era un poco más largo que antes pero lo que más resaltaba era el hecho de que su cabello tenía algunos matices blancos.

Como gotas derramadas de agua sobre un mantel.

―¿Podrías darme algo de ayuda Hanta? ―pregunto la peli purpura.

―¡Claro! ―el chico se agacho y comenzo a extender algo de sus codos.

Cinta.

Todo esto pasaba a un lado de Momo mientras esta miraba aun en shock.

Un nuevo sonido en un mundo sordo.

Alguien llego a espaldas de Tenya.

―Jin-San eh Iguchi-Kun se están encargando de los últimos ―el cabello bicolor se agito y los ojos dueños de este miraron hacia abajo―. Que alegría volver a verte Yaoyorozu-San.

El ojo de Momo se llenó de lágrimas.

Todoroki estaba de pie frente a ella.

Su corazón volvió a palpitar.

*¡RUMBLE!*

―Ya llego.

Todoroki levanto su mirada junto a Momo, Iida, Hanta y Jirou.

Los cielos se nublaron una vez más y el pequeño rayo de sol que apenas se adentraba desapareció.

El sonido de un relámpago atravesó todo el lugar y el tiempo parecía haberse detenido cuando la sombra de la doncella se había abalanzado hacia el grupo de chicos.

Justo a unos cuantos centímetros de alcanzar a Todoroki, una vez más... ese relámpago rugio.

Desde el cielo hasta el suelo, un relámpago dorado descendió destruyendo el pavimento llevándose consigo la doncella y dejando atrás un hoyo por el cual se pudo observar pequeñas partículas eléctricas ondular alrededor.

Jirou sonrió.

Y como si se le diera la vuelta a una moneda, la perspectiva de la isla giro. Debajo de la ciudad una planicie rocosa apareció y de ella una enorme explosión estallo entre relámpagos.

Rita salio volando hacia la nada aferrándose a la gravedad invertida.

*¡WHAM!*

Salio disparada varios metros en dirección contraria hasta chocar contra una roca enorme que sobresalía de la tierra como una pequeña colina.

Su ira aumento y sus ojos entornados hacia el frente enfocaron un relámpago más.

*¡¡¡RUMBLE!!!*

*¡¡¡THOOOOOM!!!*

*¡¡¡WROOOOOM!!!!*

Salio volando una vez más hacia los cielos cósmicos para que de nuevo la gravedad se viera interrumpida entre el choque de realidades, como si dos espejos chocaran consecutivamente.

Los relámpagos dorados crearon un camino que corto el brillo creando un mundo de oscuridad donde un par de ojos aparecieron, brillantes y destellantes de poder.

Despues vino el cuerpo completo.

El toco el suelo, su pie derecho lo hizo y el rugido de un trueno resonó con fuerza.

En seis direcciones distintas atacaron a la doncella.

*¡BZZZZZ!*

Rita salio disparada como una roca al mar, rebotando una y otra vez en la tierra árida.

*¡ZOOOOM!*

A su paso las estelas de polvo eran dejadas mientras estas al instante eran abiertas por un rugido.

*¡¡ROARRR!!*

Era el poderoso relámpago que cortaba el viento y el tiempo.

*¡Rumble!*

Rita se logró aferrar al suelo enterrando su mano y clavando sus pies. Ella arraso un camino a su dejar mientras que el relámpago una vez más se separó en distintas direcciones.

Una vez más todo su entorno se oscureció y Rita miro a todos lados.

Decenas de sombras eléctricas aparecieron rodeándola por completo.

Al otro lado, Todoroki levanto su mirada cuando sintió la presión del viento chocar con ella.

Una nube de humo inmensa junto a una lluvia de relámpagos.

Rita regreso a la ciudad atravesando edificio tras edificio.

Y cuando apenas lograba conectar su vista con la realidad, la lluvia eléctrica aparecía como mil gotas en su vista.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro...

Hasta cinco sombras diferentes.

*¡¡¡SCRAHS!!!*

Cientos de ventanales en un edificio estallaron por todos lados mientras este era atravesado por el medio. El cuerpo de Rita salio directo hacia el techo terminando en el primer piso.

En un segundo ya se encontraba siendo arrastrada por una especie de electricidad espectral.

Del rostro era tomada y cuando trato de tomar la mano de aquella energía...

*¡ZAP!*

Esta se contrajo mientras todos los huesos de su mano comenzaron a retorcerse en un mar de electricidad.

Su mirada conecto.

La sombra espectral.

Era un relámpago humano.

Kaminari Denki.

La levanto hacia los cielos lanzándola hacia el espacio cósmico. Decenas de colores que se hundían entre las nubes que navegaban alrededor de un sol lejano.

Por encima de las nubes había más nubes.

Ahora ella veía oscuridad.

En el aire miro hacia abajo y no encontró nada. Por encima suya la sombra nuevamente se posicionaba y de un solo golpe ella fue enviada hacia la tierra firme.

El rugido del relámpago agrieto el cascaron y bakugou abrió los ojos.

Lo que se encontró fue un dragón cayendo hacia una mujer.

Momo... ella desde el suelo lo observo. Primero miro a Jirou, ella estaba sonriente, orgullosa. Despues miro a los demás y todos parecían... tranquilos.

No estaban nada preocupados.

Fue ahí donde nuevamente la duda sobre su pasado, sobre todo lo que había ocurrido despues de su deceso volvió.

«¿Qué tan fuertes se habían hecho todos?»

Y sus pupilas reflejaron el relámpago más poderoso y rápido de todos.

Un relámpago que cayo hacia la confundida vista de Rita, la doncella de la ira.

Ella pudo ver su rostro.

Un simple chico de cabello dorado y un relámpago blanco en este mismo.

Denki Kaminari... el dios del trueno.

*¡RUMBLE!*

Una última vez el relámpago rugio y Rita desapareció en una cascada de truenos que cayeron a la ciudad y dispararon a los cielos una enorme cantidad de escombros. Los edificios flotando alrededor salieron disparados hacia los cielos y un enorme cráter avanzo continuamente hasta que la ciudad se abrió en una gama de electricidad.

El chico de cabello rubio se deshizo de aquel manto dorado y poco a poco cayó encima de lo que quedaba de un edifico que flotaba debajo suya.

Su cabello se agito con el viento y desde lo lejos avisto a la chica de cabello purpura a la cual no dudo en sonreírle cariñosamente. Despues observo a la pelinegra y con una enorme sonrisa y brazo extendido hacia el cielo saludo.

―¡Yaoyorozu-San! ―entre risas, el parecía el más feliz del mundo gritando el nombre de la chica.

Despues de más de quince años, desde que Momo Yaoyorozu había llegado... ella sonrió verdaderamente.



Ella sonrió, feliz.

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