24 HORAS

Capítulo 1.

LA HABITACIÓN

Abrir los ojos definitivamente fue una mala idea, no solo porque ahora tiene un fuerte dolor de cabeza sino porque apenas es capaz de notar la diferencia entre tener los ojos abiertos y mantenerlos cerrados.

Por un segundo se preguntó si tal vez seguía dormido, después de todo no era poco común que se negará a despertar después de una larga noche de videojuegos y golosinas, pero hay algo que la pequeña mente de Flynn Cabrera no logra relacionar con dicha situación. Tal vez fuera la frialdad del sitio donde está recostado o la falta de algún rastro de chocolate en su boca, lo que finalmente le obliga a abrir los ojos sin mucho entusiasmo.

—¿Qué...? —comienza a decir

Se interrumpe notando que la oscuridad del ambiente continua incluso tras parpadear varias veces; alarmado, extiende sus manos y tantea el suelo en el que está recostado, encontrando un cálido bulto acurrucado cerca de él.

—¿Finn? ¿Finney? —dice nervioso

'Shh' Escucha como alguien le silencia un poco más lejos, sin saber muy bien de quien es aquel ruido fuerza su vista en un intento de ver a la persona. Solo unos segundos después escucha como ese alguien se arrastra hasta quedar junto a él.

—Tranquilo, soy yo. —dice Finn nervioso

Flynn solo suspira aliviado antes de abrazar a su hermano; por más egoísta que pueda sonar, se alegra de no estar solo en aquel sitio, incluso si eso significa que sus hermanos también están encerrados.

—Pensé que tardarías más en despertar. —murmura Finn

—¿Dónde estamos? —pregunta ansioso Flynn

—No estoy seguro, no recuerdo como llegamos aquí en primer lugar.

La angustia en la voz de su hermano logra que Flynn aterrice un poco sus pensamientos, preguntándose cuanto tiempo llevaba despierto, solo en medio de la oscuridad y el silencio. Abrazo con más fuerza a Finn, ganándose una queja por parte del mayor de los trillizos.

—¿Y Finney? —pregunta en un murmullo

—Esta dormido, —comenta Finn rápidamente —al menos es lo que creo, no se ha movido mucho.

Flynn se acerca al más pequeño de los tres. La calidez que emana del niño le tranquiliza un poco, la respiración tranquila aunque lenta del chico lo suficientemente fuerte para hacerle saber que está vivo; dispuesto a alejarse y dejar al niño dormir, su mano accidentalmente toca algo en el suelo cerca de la cabeza de Finney: un líquido espeso con aroma a hierro.

No puede evitar gritar.

—¿Qué sucede? —grita preocupado su hermano

—Esto...esto es...—responde nervioso Flynn

Levanta su mano intentando mostrar su descubrimiento, incluso sabiendo que la luz en aquel sitio no le permitiría al otro verlo, espera que el aroma sea suficiente para mostrar su punto. El sonido de su hermano olfateando le deja claro que entendió lo que intentaba mostrarle.

—¿Finney? —dice Finn en voz baja

Se escuchan algunas quejas y balbuceos del niño dormido, lo que realmente tranquiliza a Flynn más de lo que creía. Si algo caracteriza al menor de los trillizos era lo difícil que es de despertar en las mañanas, por lo general Donald entraría en la habitación y le haría cosquillas o, en casos más urgentes, le arrojaría agua en el rostro, pero estando en un sitio desconocido y con el temor de que su hermano este herido ninguna de las dos opciones parece adecuada.

Finn continúa llamando al tercero de ellos, Flynn no puede dejar de agradecer que este ahí, no sabría qué hacer si estuviera el solo.

Después de lo que se vuelve una eternidad, y con el trillizo de en medio  listo para probar sacudir al niño, el sonido del bostezo y los huesos crujiendo al estirarse se vuelven el mejor sonido del día.

 —¿Ya es hora de levantarse? —pregunta tranquilo Finney

La voz adormilada y llena de pereza del chico suele ser el motivo por el que su tía se molesta con él, pero Flynn nunca se había alegrado tanto de escucharle despertar.

—Espera...—dice nervioso el menor —¿dónde...? ¿Chicos?

—Aquí estamos, —responde Finn tranquilo —Flynn y yo estamos bien.

—Genial, ahora que estas despierto podemos buscar la forma de salir de aquí. —grita entusiasmado Flynn

Escucha a Finn balbucear algo que es incapaz de entender, aunque es el quejido del último de ellos lo que le hace soltar un "Lo siento" tras haber gritado.

—¿Te encuentras bien? —pregunta Finn —Pareciera que traes alguna herida abierta.

—Me duele la cabeza. —dice en voz baja Finney

Pudo sentir las manos de Finn acércarle a donde se encuentra su hermano, si alguno de ellos estaba incomodo con la cercanía no lo mencionaron. Supuso que estaban igual de asustado que él.

El silencio se vuelve insoportable para el chico, sus manos habían pasado de jugar con el borde de su camiseta de pijama a golpear rítmicamente el suelo, nunca fue bueno para mantenerse quieto por mucho tiempo.

—¿Alguno recuerda algo de anoche?

Su pregunta no fue hecha gritando, aun así su voz suena más fuerte de lo que esperaba, puede sentir a Finn brincar ligeramente del sobresalto y escucha la queja de Finney, ¿Si quiera está seguro de que es de día? ¿Si llevan más de un día en ese lugar? No hay realmente alguna forma de saberlo, pero esperaba que alguno de ellos tuviera alguna respuesta a las preguntas que no abandonan su mente.

—No. —responde Finn —Lo último que recuerdo es que veíamos una película, debimos quedarnos dormidos

—¿Y entonces llegamos aquí en sueños? —pregunta sarcásticamente Finney

—¡Es todo lo que recuerdo! —grita Finn —Lo siento, es confuso en realidad no recuerdo que nos hayamos quedado dormidos, Don nos habría dicho algo, era su hora de llegada.

El dolor de cabeza de Flynn regresa, su cerebro realmente hace un esfuerzo por traer a su memoria los sucesos antes de llegar a este sitio: en efecto, recuerda estar en casa frente al viejo televisor de la sala, su tía había llevado la cena hacía algunas horas pero ninguno de ellos comió algo mientras esperaban a que su hermano mayor llegará a casa, Finney preparó algo de chocolate caliente que Flynn derramo en el sillón, pero ¿alguna vez apagaron el televisor? ¿qué es lo que estaba viendo exactamente?

Tanto él como su hermano mayor suspiran de frustración con fuerza, él un poco más exagerado, aunque la forma en que Finney se aclara la garganta llama la atención de ambos.

—¿Recuerdan la ventana?

—¿Ventana? ¿De qué hablas? —pregunta Flynn desesperado

El menor de ellos se pega un poco más a sus hermanos, haciendo una seña rápida de que se acerquen. Incluso si los tres terminan golpeando sus cabezas un instante, la curiosidad es más grande.

—Había alguien mirando por la ventana. —murmura Finney, nervioso

Puede escuchar como su hermano mayor traga saliva con fuerza; aún si su mente no recuerda aquel momento con exactitud, la sensación de miedo e impotencia que aquella simple frase le evocan parece tan clara que no podría dudar que existió en algún momento.

—¿Crees que entró a la casa? —dice Finn con angustia —¿Por qué alguien habría estado observándonos?

Los tres se quedan en silencio cuando un sonido diferente se escucha por el lugar.

Pasos.

Alguien más está ahí.

Una mano jala la suya, sobresaltándolo, hasta que nota el pequeño tamaño de esta y sabe que no es otro que Finn quien lo está atrayendo lo más cerca que puede, también nota que Finney se acerca a ellos rápidamente. En apenas unos segundos, los dos niños están envueltos en un abrazo protector de su hermano, ninguno de ellos duda en devolver el abrazo, protegiéndose entre ellos.

Pasos lentos continúan acercándose.

Su respiración se agita cuando, desde el momento en que despertó, pudo ver el mínimo destello de luz cerca de ellos. En el suelo, cruzando por debajo de lo que supo era una puerta, el resplandor blanco de una lámpara se asoma.

Flynn se fuerza a no soltar un grito cuando el sonido de la puerta abriéndose llega a sus oídos.

La luz ilumina el cuarto, como si nunca hubiera faltado en aquel sitio, y por primera vez el chico quedaría inmóvil, observando a la persona que les observa de pie desde la puerta. Escucha débilmente un chillido por parte de Finney mientras el agarre de Finn sobre su brazo se vuelve más fuerte.

La persona en la entrada no hace ningún ruido ni da algún indicio de querer moverse, si no fuera porque le vieron abrir la puerta y la lámpara en sus manos aún se balancea, apenas podría creer que está vivo.

Su mente divaga a aquellas idas al centro cuando tenía cinco años, donde los maniquís en los escaparates le inquietaban lo suficiente para que Donald tuviera que tomar su mano todo el tiempo, incluso si este año había cumplido sus nueve años, aquellos extraños seres sin rostro continúan formando parte de sus temores. Esta persona permanece igual de quieta que un maniquí, en donde su rostro debía mostrar facciones, solo se ve la blanca superficie de una máscara con apenas un par de líneas en donde deben ir los ojos dibujados en negro.

—¿Quién eres? —pregunta Finn, con temor en la voz

Aquella persona únicamente niega con la cabeza y coloca un dedo frente a su rostro, silenciando cualquier pregunta que pudiéramos intentar hacer. El agarre de Finn no disminuye su fuerza, pero el temblor en su mano aumenta y Flynn sabe muy bien que está a punto de derrumbarse.

Mira un segundo de reojo a sus hermanos, Finn permanece con la mandíbula tensa y su mirada recorre la habitación de manera frenética mientras que Finney mantiene los ojos llorosos fijos en aquel hombre, sin parpadear ni una sola vez. Puede ver a Finn tomando aire o, tal vez, dándose valor para hablar de nueva cuenta.

—¿Qué quieres de nosotros?

La voz de Flynn interrumpe a su hermano, es apenas un hilo de voz que se quiebra al final. Siempre se enorgulleció de ser quien tomaba la delantera incluso si no estaba listo, ahora al menos tenía la excusa perfecta si con ello salvase a su hermano de lo que sea que aquel extraño planeaba hacer con ellos.

Inconscientemente cierra los ojos de golpe al ver que el desconocido hombre mueve lentamente su brazo.

Le toma un instante tranquilizar su respiración y abrir de nuevo los ojos, solo para ver que aquel hombre volvió a su posición inicial, dándole ese aspecto familiar y atemorizante a los ojos del niño.

—¿Por qué estamos aquí?

Donald siempre dijo que aquel niño tenía demasiada fe en su suerte, forzando las situaciones hasta un punto en que cualquier otro acabaría mal parado. Nunca hubo alguna situación que Flynn Cabrera no pudiera sortear si realmente se empeñaba en probar.

Siempre hay una primera vez para todo.

Su vista se nubla y un zumbido invade sus oídos cuando el dolor en su muñeca se intensifica, un grito queda atrapado en su garganta cuando el aire abandona sus pulmones. La rapidez con la que aquel hombre le tomó del brazo y la fuerza con la que presionó su muñeca hacía atrás fue algo que ninguno de los niños vio venir.

Sus hermanos. Puede escuchar a lo lejos como uno de ellos grita su nombre, intentando llamarle, mientras que el otro maldice en voz alta y grita amenazas que los tres saben que no podría cumplir.

Ser liberado de aquel fuerte agarre no se siente mejor. Tarda un instante en calmar su mente y centrarse de nuevo en lo que ocurre a su alrededor, el desconocido da una última mirada a los niños antes de alejarse en camino a la puerta, dejando la lampara en el suelo de la habitación.

No quedarían a oscuras al menos.

Las piernas de Flynn tiemblan mientras intenta ponerse de pie, escucha a Finney rogarle que no haga nada pero si existe la mínima posibilidad de salir ¿no vale la pena?

—No lo haría si fuera tu.

Una voz dura aunque juvenil proveniente de aquel hombre, frena en seco cualquier intento del niño, quien solo cae al suelo con fuerza; los tres le observan con miedo, sin perder de vista los movimientos que hace. Sintiendo la mano de su hermano tomar su mano, dándole un leve apretón, deja de lado la idea de acercarse.

No hubo otra palabra, solo una última mirada tras la máscara blanquecina antes de que la puerta se cerrará nuevamente, dejándolos solo con una pequeña fuente de luz alejada de ellos. Ninguno se atreve a moverse ni a despegar la vista del sitio donde anteriormente estaba el desconocido.

Si bien había intentado apartar de su mente la incomodidad y el dolor en su muñeca, de a poco comienza a sentir el dolor tan insoportable que Flynn solo atina a tomarla con fuerza y pegarla a su cuerpo. Finn y Finney de inmediato apartan la vista de la puerta y se centran en su hermano.

—Finney, quédate aquí con él. —dice Finn serio

El menor de ellos asiente con la cabeza, acercándose a su hermano con lentitud y, con suavidad, toma su mano lastimada evitando que alguno de los dos haga algún movimiento que pueda lastimarle más.

Finn se pone de pie y camina hacia la luz de la lampara, acercándola a ellos un poco. Incluso con la poca distancia entre ellos, Flynn nota el temblor en los movimientos de su hermano incluso si intenta lucir más seguro de lo que realmente se siente.

Toma asiento frente a Flynn y Finney, por primera vez en este tiempo los tres son capaces de verse y evaluar la situación. Con la luz reflejándose en ellos, los chicos pueden ver el hilo de sangre en la frente del menor de los trillizos, incluso si en su mayoría está seca aún se puede ver el líquido carmesí alrededor del corte.

El alivio llega al ver que fuera de esa cortada ninguno de sus hermanos parece tener algún tipo de herida; la culpa desplaza rápidamente esa alegría, había logrado preocuparlos con su falta de juicio y ahora casi puede ver los engranes trabajando en la mente de Finn para recordar cómo tratar una fractura.

Dudando un poco, dirige su vista hacía su muñeca: incluso con su suéter cubriéndola, es capaz de notar el tono morado que está adquiriendo la zona y la forma hinchada que tiene.

—Déjame ver. —dice Finn con seriedad

No se atreve a desobedecerle, moviéndose con cuidado acerca la mano hacia su hermano mayor; esta no era la primera vez que él se hace cargo de ellos, siempre creyó que por ser el mayor, incluso si es por pocos segundos, es el responsable de cuidarles, Flynn sonríe un poco ante la idea.

—Necesitamos encontrar algo para inmovilizarla, —comenta Finn —mientras trata de mantener la mano así.

Flynn observa atento la forma en que su hermano coloca su brazo alzado frente a su pecho, intentando imitarlo lo más posible. El dolor, si bien no desaparece, disminuye ligeramente con esa posición.

Finney se pone de pie comienza a caminar un poco por el cuarto, Flynn supone que está buscando algo que les pueda servir.

Realmente no hay mucho en el interior, solo un colchón delgado en el suelo, una cómoda pequeña de madera y bolsa negra en una esquina. Incluso si la curiosidad pica en la mente del niño, algo le dice que no debería acercarse a ella.

El niño se acerca a la cómoda, no se demoró mucho en regresar.

—¿Este sirve? —pregunta Finney

Los dos niños observan la cuchara de madera que tiene en su mano el menor, una cuchara larga y gruesa. No es lo ideal pero eso logra hacer sonreír un poco a Finn, el pequeño alarga un poco su camiseta de pijama y con fuerza arranca el borde de esta.

—¿Qué haces? —pregunta alarmado Finn

—No le va a gustar esto a Don. —dice en voz baja Finney

—No creo que le guste esta situación de todas formas. —dice abatido Flynn —Es lo único que tenemos por ahora.

Flynn y Finney se dedican una mirada angustiada, si alguien realmente es cuidadoso con sus cosas ese es Finn; mientras menos veces tuviera que comprar algo nuevo es mejor para él, al menos eso permite a Donald tener el dinero suficiente para comprarle algo a sus hermanos o para asegurar que los cuatro tendrían algo para comer esa noche.

Verle romper su pijama preferido sin dudarlo hizo que Flynn no pueda calmar la sensación de culpa que hay en su pecho. Suponiendo que logren salir de ahí, nada le impedirá hacer los quehaceres de sus vecinos para juntar el dinero para comprarle una nueva.

Acercando con cuidado la mano de su hermano, comienza a envolver la tira de tela junto a la cuchara para inmovilizarle. Flynn comienza a mirar a los demás mientras intenta no retirar la mano del agarre ajeno: Finney está jugando con las cintas de su sudadera, incluso sin mucha luz puede notar que están empapadas de la saliva del niño, la sangre en su herida parece haberse secado por completo; Finn se encuentra muy concentrado, ajusta con cuidado el vendaje improvisado, siempre metódico y murmurando por lo bajo algunos datos al azar como forma de mantenerse enfocado.

El hermano mediano suspira, si es por el aburrimiento o por el estrés del momento ninguno de sus hermanos está seguro. Mordiendo su labio con fuerza sigue recorriendo la habitación con la mirada para distraerse, sus ojos se llenan de lágrimas y su respiración se agita entre sollozos.

—¿Te lastime? —pregunta alarmado Finn

—No, yo...—dice Flynn

No hay realmente una explicación, solo la sensación de impotencia que oprime el pecho del niño. Finney se acerca a él, abrazándolo y sollozando, incluso si Finn no lo hizo, la forma en que frota sus ojos con la manga basta para saber que está igual que ellos.

Con su mano envuelta y el dolor constante pero tolerable, Flynn hace una seña al mayor de ellos para que se una al abrazo.

Sentados ahí, en medio de un cuarto frío y oscuro, sintiéndose más pequeños que nunca, permanecen los hermanos abrazados, con miles de dudas en sus mentes y el fuerte deseo de que todo esto no sea más que una pesadilla de la que pronto despertarán. 

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