Capítulo 6: El amor es joven
No sabía cuántas veces había mirado su móvil en espera de un mensaje de Yosano, puede que veinte, pero no le importaba. Lo que importaba era que Yosano había estado algo fría con él desde la extraña cita que mantuvieron. Tampoco podía culparla, fue él quien la metió en el hotel del amor y también fue él quien la empujó a la cama y por supuesto, fue él quien la dejó tirada por querer ponerse a trabajar. Ahora que analizaba la situación desde fuera, hasta él mismo quería darse una bofetada en la cara.
- La fastidié – tras guardar su móvil, empezó a subir las escaleras que le llevaban al piso de arriba del pequeño y destrozado complejo de apartamentos de dos plantas en la que vivía su representado en funciones.
Con cada paso que daba, los escalones crujían, lo cual le hizo preocuparse. ¿Había ganado peso o es que el edificio estaba a punto de desmoronarse?
- ¿Cómo es que alguien puede vivir aquí?
Ya en el piso correspondiente, Kunikida sacó su agenda para comprobar las actividades del día de hoy con cada segundo perfectamente planificado pero seguro que el estúpido de Dazai lo echaría todo a perder. ¿Qué sería el día de hoy? ¿Ir y que todavía esté en pijama? Él era capaz de que fueran y estar cantando tranquilamente en la ducha sabiendo lo mucho que le molesta ir retrasado con el horario. Seguro que el día de hoy lo tendrá que usar como saco de boxeo para desatar su rabia.
Sus pasos se detuvieron al llegar delante de la puerta de Atsushi y aunque su dedo se estiró para llamar al timbre, las voces que se pudieron escuchar desde dentro le detuvieron.
- Da-dazai-san, e-espere...
- ¿Qué ocurre, gatito? ¿No te gusta?
- No es eso... es que... este tipo de cosas siempre las he hecho yo solo, me da vergüenza que las haga otra persona por mí.
Kunikida se quedó congelado en el sitio, ¿lo que se podía escuchar ahí dentro eran Dazai y Atsushi? ¡¿Y qué se supone que estaba haciendo?! Su dedo tembloroso intentó tocar el timbre una vez más, pero la conversación de dentro le detuvo de nuevo.
- ¡Mm! Dazai-san, eso no entra en mi boca.
- Jajaja, si que lo hace, ábrela bien.
- N-no, espere...
- Vaya... puede que si que sea muy grande para la boquita de Atsushi-kun.
- Se lo dije, ¡ah! Dazai-san, me he mojado por usted. ¿Qué piensa hacer?
- Por supuesto que me haré cargo, quítate la ropa.
- ¡¡DAZAAAAAAAAAAIIIIIII!! – harto de escuchar lo que estaba escuchando, Kunikida aporreó con fuerza la puerta de Atsushi - ¡¡ABRID, AHORA MISMO!! ¡¡Y ESPERO POR VUESTRO BIEN QUE TENGÁIS LOS PANTALONES SUBIDOS!! ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAHHHH!!!!!!!! ¡TE MATARÉ SI LE HAS HECHO ALGO A ATSUSHI!
- ¿Quién es~? – preguntó la cantarina voz de Dazai.
- ¡¿QUIÉN ES?! ¡¿QUIÉN TE CREES QUE ES?!
- Mmm... ¿un vendedor a domicilio? ¡No queremos nada, estamos teniendo una escena íntima!
- Dazai-san, es Kunikida-san.
- ¿Seguro? No me parece él.
- ¡¡¡ABRIDME YA, LAS COCHINADAS NO ENTRAN EN MI AGENDA!!!
- Ah, ahora sí que me lo parece. Por cierto, siempre me he preguntado, si Kunikida-kun tiene sexo ¿tendrá planificado los segundos en los que tiene que llegar al orgasmo?
- ¡¡O ABRES O TIRO LA PUERTA!!
- ¡No, no!
Unos pasos apresurados se pudieron escuchar al otro lado de la puerta. Kunikida se ordenó su traje y esperó pacientemente a que Atsushi quitara los cerrojos y abriera la puerta para poder echarles una buena bronca por mantener relaciones sexuales en horario de trabajo.
- Bu-buenos días, Kunikida-san – un sonrojado Atsushi con un líquido blanco manchando sus labios le dio la bienvenida, lo cual fue una mala señal que confirmaba sus sospechas, así que cuando el chico se hizo a un lado, entró dando pasos fuertes y preparando sus manos para estrangular al castaño.
- ¡DAZAI!
- ¿Mm? – no le respondió con palabras al estar dando un sorbo a una taza de café.
- ¡¿Está bueno el café después del sexo?!
- Bueno, si te soy sincero, está mejor otra ronda de sexo, pero eso ya depende de las energías que tengas.
- ¡¿ME ESTÁS TOMANDO EL PELO?!
- Has sido tú quien ha preguntado. ¿Y a qué viene esa pregunta tan rara?
- ¡A QUE TÚ Y ATSUSHI ESTÁBAIS...!
- Desayunando juntos.
Kunikida intentó volver a gritarle, pero sus palabras se quedaron atoradas mientras observaba un poco mejor el panorama. En el centro de la habitación había una mesa de café y encima de ella estaba la taza de café de Dazai, un tazón lleno de leche y a su lado un bizcocho alargado que parecía haber estado sumergido en la leche del tazón.
- Dazai-san quiso alimentarme, me daba vergüenza porque siempre he comido con mis propias manos.
- Pe-pero...
- El bizcocho era muy grande para la boca de Atsushi-kun, como lo mojé en la leche, se acabó cayendo por sus labios y mojó un poco su ropa. ¿Alguna duda cochina más? – preguntó sonriendo de lado.
Los dientes de Kunikida crujieron ante esto, el muy capullo sabía perfectamente que sus diálogos se podían malinterpretar.
- Te mataré.
- ¿Ah? ¿Por qué? ¿Qué he hecho?
- ¡LO SABES PERFECTAMENTE!
- ¡AH! ¡Atsushi-kun, llama a la policía!
Atsushi observó algo incómodo como Kunikida perseguía al castaño en la pequeña habitación y como este se las ingeniaba para huir de las manos que buscaban estrangularle. Por otra parte, en el apartamento de al lado, Lucy se terminaba su batido de fresas con el rostro rojo.
Ella también había malinterpretado toda la conversación que se había tenido en el apartamento de su vecino.
- Kunikida-kyyyyyuuuun~
- ...
- Kunikida-chuuuuuun~
- ...
- ¡AH~, Kuni-sama~!
- ¡AAAAH! - Kunikida dejó de andar por el edificio para girarse y agarrar a Dazai por el cuello de la camisa - ¡Cállate ya!
- ¿Qué ocurre? Solo estaba bostezando y diciendo un nombre al azar.
- ¡MENTIRA! - le acabó soltando para seguir caminando.
- Que mal, ¿verdad, gatito? No sabía que teníamos un manager tan pervertido.
- ¿Pervertido? ¿Por qué?
Dazai y Kunikida dejaron de andar, parece que Atsushi era la única persona en el planeta que no había entendido lo malinterpetable que había sido su conversación de esta mañana.
- Atsushi, escucha, pase lo que pase, no debes dejar que ESTO te toque - señaló de manera despectiva a Dazai.
- Jo, las palabras de Kunikida-kun me hieren.
- Pe-pero... - Atsushi apartó la mirada sonrojado – Dazai-san ya ha estado tocándome...
Mientras el rostro de Kunikida se quedaba pálido, en el de Dazai aparecía una inocente sonrisa que quería reventar a golpes. Quería pegar al castaño, pero concentró toda su fuerza de voluntad para contenerse, un Dazai herido significaba retrasar todo el trabajo de hoy y eso sí que no.
- De todos modos, ¿cómo es que siempre tengo que pelear cada mañana para sacarte de tu apartamento, pero para desayunar con Atsushi hasta madrugas?
- Pues obviamente trabajar y desayunar con un gatito no motivan de la misma manera.
- Pero serás...
- Además, ayer no fui al Bar Lupin, así que dormí pronto. ¿No te sientes orgulloso de mí, mamá?
- ¿Por qué debería sentirme orgulloso de que un hombre adulto sepa que no debe quedarse bebiendo si mañana tiene que trabajar? ¡Y NO SOY TU MADRE!
- Tienes mucho estrés en el cuerpo, ven una noche a beber con nosotros, tú también, gatito.
- Lo siento, yo no bebo.
- No tienes que beber alcohol, si a Ango le pueden servir zumo de tomate, a ti te pueden servir un vaso de leche.
- ¿Ango? - Atsushi ladeó la cabeza confuso al escuchar a Dazai nombrar a alguien desconocido.
- Es verdad, Atsushi-kun no conoce a mis amigos. ¡Un motivo más para el que vengas conmigo al Bar Lupin!
- Es que un bar...
- Es un sitio tranquilo, el único ruido que hay es el de Chuuya gritando borracho y te tengo que presentar a Odasaku, te caerá bien.
- Chuuya... - Atsushi tuvo que apartar la mirada al recordar al hombre que le vio gimiendo en el regazo de Dazai y que además vio desmayado en el ascensor con un Akutagawa semi desnudo encima - ¿Todos sus amigos son tan...?
- ¿Tan qué?
- No sé, como Chuuya-san.
- ¿Te refieres a bajitos, babosos, fetichistas con góticos culones, alcohólicos, agresivos, bordes, vírgenes y unos inútiles con el género opuesto? Nah, eso solo es Chuuya.
- ¿Así hablas de tus "amigos"? Tú tampoco eres perfecto ¿sabes?
- ¿No? Veamos... yo soy guapo, alto, inteligente, talentoso, atractivo, irresistible, detallista, cariñoso, físicamente atractivo y un dios del sexo - enumeró sus virtudes con los dedos de sus manos - Mm... me pregunto cual será mi defecto.
- Tres de las cosas que has dicho significan lo mismo y también eres irresponsable, estúpido, arrogante, egocéntrico, narcisista, un pervertido con gustos por la gente más joven que tú y un inmaduro. ¿Quieres que te cuente algún defecto más?
- No hace falta – Dazai resopló ante la lista de críticas que había recibido – Aunque yo también tengo una lista de observaciones sobre Kunikida-kun. Eres aburrido, exageradamente estricto, agobiante, demasiado formal, un virgen sin ambición de dejar de serlo y como sigas así con Yosano-sensei veo más probable que tu historia de amor acabe con ella formando parte del futuro harem de Hentai-kun.
- ¿Qué? - Kunikida le encaró algo molesto.
- Yo solo digo que Yosano-sensei es una mujer muy atractiva, ¿por qué va a perder el tiempo con alguien que vive por y para trabajar? Y con respecto al harem de Hentai-kun, mírate Mankitsu Happening, la gente con ese peinado sí que son afortunados en la vida.
- Pero serás...
Atsushi se asustó al ver como Kunikida cogía a Dazai del cuello de su camisa, no era la primera vez que veía a ambos pelearse, pero en este momento se veía una discusión extrañamente seria, sobre todo por parte del castaño.
- ¿Qué pasa, Kunikida-kun? ¿Hay hueco en tu horario para pegarme, pero no para atender como se debe a Yosano-sensei?
- O-oiga... - la voz de Atsushi fue ignorada mientras Kunikida se mantenía tenso y preparado para en cualquier momento dar un puñetazo a su representado, Dazai por su parte no se veía muy preocupado por eso.
- ¡Kunikida-san! - una cantarina voz se pudo escuchar por los pasillos llamando al hombre de gafas, cuando los tres se giraron, pudieron ver a un alegre adolescente rubio que se acercaba a ellos. Atsushi pudo jurar que tuvo que cerrar un momento los ojos ante lo cegadora que era su sonrisa - ¡Kunikida-san, ha pasado algo de tiempo! - al llegar delante de ellos, volvió a sonreír - Pensé que podría no llegar a reconocerle, la gente de ciudad cambia su aspecto demasiado rápido, oh... - sus ojos se fijaron en el agarre a Dazai - ¿Algo va mal?
- "Todo conflicto empieza en uno mismo". Enric Corbera – la voz de una chica sonó unos pasos detrás del chico rubio – El presidente se molestará si se entera de que ha habido una pelea.
- Cierto – Kunikida soltó el cuello de la camisa del castaño y relajó su seria expresión para mirar a los dos adolescentes – Me alegra veros bien, Kenji, Kyouka.
- ¡Sí! - Kenji asintió contento mientras que Kyouka clavó sus ojos azules en la desconocida figura de Atsushi. Al sentirse algo intimidado por la mirada de la chica, Atsushi la saludó nervioso.
- Ho-hola...
La chica no le contestó, apartó la mirada, centrando su atención ahora en el suelo como si fuera lo más interesante del mundo. Eso preocupó un poco a Atsushi, ¿había dicho algo malo?
- ¡Hola! - en lugar de Kyouka, fue Kenji quien le devolvió el saludo - ¿Quién eres? Nunca te he visto por aquí.
- Me llamo Nakajima Atsushi, soy un seiyuu nuevo.
- Nakajima Sushi, que buen nombre, aunque me da algo de hambre.
- N-no es... - Atsushi intentó corregirle, pero su sonrisa seguía cegándole.
- Atsushi, su nombre es Atsushi – viendo que él no era capaz de corregirle, fue Dazai quien lo hizo.
- ¡Ah! Lo siento, te entendí mal – la cara de felicidad del chico desapareció para mostrar ahora un rostro preocupado que hizo que el corazón de Atsushi se apretujara con fuerza.
- No pasa nada.
- Yo soy Miyazawa Kenji y también soy seiyuu pero si tú eres nuevo... ¡Entonces yo soy tu senpai! Que bien, nunca he tenido un aprendiz, yo siempre he sido el que aprendía, pero nunca el que enseñaba. Si tienes alguna duda, siéntete libre de preguntarme.
- No te preocupes por eso, yo soy el sensei exclusivo de Atsushi-kun, ¿verdad, gatito? - susurró Dazai a su oído poniéndole la piel de gallina.
- Oh, que pena, pero de todas formas yo también puedo resolver las dudas que tengas del negocio. Que no te de vergüenza hablar conmigo, Su... no, Atsushi.
Atsushi no pudo evitar sonreír por el comportamiento del menor, el chico era muy energético y animado, de cierta manera era adorable, aunque la chica detrás de él que evitaba mirarle seguía preocupándole. Kenji se dio cuenta de esto y tomó la mano de Kyouka para hacer que se pusiera a su misma altura.
- Ella es Izumi Kyouka, también es seiyuu, ella también te puede ayudar si tienes dudas. Es la chica más lista de mi escuela.
- Encantado de conocerte, Kyouka-chan – Atsushi le dedicó una sonrisa, pero la chica siguió apartando la mirada.
- Encantada de conocerte - repitió sus mismas palabras.
Rio algo incómodo por su actitud, ¿sería timidez, tenía algo en la cara o era que estaba haciendo algo que la estaba incomodando y no se estaba dando cuenta?
- Pero, ¿no sois ambos muy jóvenes para ser seiyuus?
- La edad no es problema – le aclaró Dazai – Muchos seiyuus empiezan a una edad muy temprana y todo está bien siempre que no se les sobrecargue de trabajo y que no se presenten comportamientos... "inadecuados".
No hizo falta que Dazai aclarara a que quería referirse con comportamientos inadecuados, debía estar hablando de abusos. Cualquier entorno laboral estaba dirigido por adultos y no todos los adultos tienen el mismo sentido de la moral y la ética, si algún menor iba a meterse en ese entorno, debía andarse con mucho cuidado.
Atsushi no tenía mucha experiencia en el negocio de los seiyuus pero por desgracia sí que tenía conocimiento de lo que los adultos eran capaces de hacer. Un recuerdo algo asqueroso llegó a su mente y se tuvo que tapar la boca para controlar una nausea.
- Hey – la mano de Dazai se posó en su cadera al verle tambalearse un poco - ¿Estás bien?
- Sí, ha sido el desayuno, creo que me ha sentado un poco mal - sonrió para tranquilizarle y volvió a mirar a los adolescentes delante de él - Me ha sorprendido ver a gente tan joven en el negocio, ¿venís a grabar entonces?
- No, hoy es nuestro día libre. Veníamos a reunirnos con mi maestro.
- Ah, con tu maestro, tu... ¿maestro?
- Sí - Kunikida se colocó bien las gafas para proceder a responder la duda de Atsushi – Ranpo-san es el maestro de Kenji, él le enseñó todo sobre el negocio.
- ¿Ranpo-san es su maestro? - lo estuvo reflexionando un rato hasta que su rostro se puso rojo de la vergüenza al recordar la voz de Ranpo gimiendo en el primer CD drama que escuchó en su vida - ¡Pe-pe-pe-pe-pero Kunikida-san! ¡¿E-e-e-e-e-e-e-es legal que Kenji haga esas cosas tan joven?!
- No te confundas – dio un golpe suave a la cabeza de Atsushi con su libreta – Ranpo-san no se limita solamente a CD dramas, los seiyuus de verdad abarcan mucho más. Animes, videojuegos, películas, hasta programas de la tele. En la actualidad los seiyuus han ampliado mucho su rango de actividades.
- Vaya... hacen muchas cosas.
- Hacemos – le corrigió Dazai - ¿Se te ha olvidado lo que eres ahora?
- ¿Dazai-san también hace tantas cosas?
- Claro, salgo en muchas revistas, ¿no lo sabías? Soy prácticamente un modelo.
- Entonces... ¿yo también podría salir en una revista? - Atsushi se señaló a sí mismo.
- No te aceleres, el modelaje, la radio y la televisión van después de conseguir fama como seiyuu. Después de todo ¿Quién querría entrevistar a un personaje poco conocido?
- Sí, es verdad...
Las palabras de Kunikida devolvieron a Atsushi a la realidad, por un momento se había creído que sería un modelo famoso o algo así.
- Tú... - los labios de Kyouka se separaron para comenzar a hablar - ¿En qué animes has trabajado?
- No, yo no he hecho animes, yo... - se quedó en blanco, obviamente no podía decirles lo que de verdad había estado grabando en su trabajo como seiyuu pero parece que Dazai no tenía esa misma idea.
- Atsushi-kun hace CD dramas yaoi, ha estado haciendo unos conmigo.
- ¡Dazai-san!
- ¿Contigo? - la curioso mirada de Kyouka se clavó encima de Atsushi, como si estuviera analizándole - Ah... ya veo. Pelo asimétrico, seiyuu novato... tú eres la gata roba hombres que él mencionó en la radio.
- ¿Mm? - Atsushi ladeó la cabeza confuso - ¿Cómo?
- Ah, por cierto, se me olvidaba comentarte que Kyouka-chan es la pri...
- ¡¡Kenji!! - la cantarina voz de Ranpo resonó por los pasillos, el infantil adulto venía corriendo hacia ellos y saludando con la mano.
- ¡¡Ranpo-san!! - el rubio salió corriendo hacia Ranpo como si se tratara de un niño que no ha visto a su madre desde hace años. Cuando estuvo a una distancia prudente, pegó un salto y se enganchó al cuerpo del adulto con brazos y piernas, como si de un koala enganchado a una rama de bambú se tratara - ¡¡Ranpo-san!! Menos mal, creí que no te vería más hasta la temporada de las chirimoyas, pero me alegra volver a verte antes de que las sandías crezcan.
Atsushi les observó confuso de lejos, no entendía la terminología del niño rubio.
- Eso iba a ser mucho tiempo, claro que te tenía... que te tenía... Ke-kenji...
- ¿Qué?
- ¿Puedes bajarte?
- ¡Ah, lo siento! - dando otro salto, se separó de Ranpo y volvió al suelo.
- Ten más cuidado, Ranpo-san ya está mayor... ¡urgh! - nada más acabar su frase, Dazai recibió un bonito y cariñoso puñetazo contra su estómago por cortesía del chico al que acababa de llamar viejo.
- Jajajajaja, ¿qué dices, Dazai?
- No está bien ejercer violencia delante de niños - sobó adolorido su estómago.
- No me provoques entonces. ¡Hola, Kyouka! - ignoró al castaño al que acababa de agredir y se acercó sonriente hasta la chica – Has crecido.
- En realidad no.
- ¿En serio? Te ves más alta.
Ranpo acarició con cariño la cabeza de la chica y esta cerró los ojos para disfrutar de la caricia. Fue pequeña, pero Atsushi pudo ver como sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa casi imperceptible a la vista. Era agradable ver a la chica así pero cuando la mano de Ranpo se separó y Kyouka giró su rostro al notar la mirada de Atsushi encima de ella, recuperó su rostro estoico. ¿Qué le pasaba con él? ¿Acaso le caía mal sin siquiera haberle conocido?
- Ranpo-san, Kyouka y yo tenemos todo el día libre. ¿Quieres pasarlo con nosotros? Hace mucho tiempo que no estamos juntos – hizo un puchero para garantizarse la aceptación a su propuesta.
- Kenji, entiendo que hace mucho que no ves a Ranpo-san, pero él es un seiyuu muy solicitado y ocupado y no puede simplemente...
- Vale – Ranpo interrumpió a Kunikida.
- Pero Ranpo-san, ¿no tiene hoy trabajo que hacer?
- Sí, pero no lo voy a hacer jajajaja.
- ¿Puede... puede hacer eso? - preguntó algo inseguro Atsushi.
- Pues claro, en este edificio puedo hacer lo que quiera. Además, a Yukichi no le importará que me escaquee para estar con Kenji y Kyouka.
- En ese caso, yo también haré pellas del trabajo.
- Ni se te ocurra – Kunikida agarró a Dazai de la camisa – Es que juro que te mato.
- Salgamos con los Tanizaki – propuso Ranpo – Oye Atsushi, ¿te quieres venir?
- ¿Yo?
- Claro, ¿por qué no?
- Pero...
- Oh, que problema, si Atsushi-kun va, a mí no me queda más remedio que ir también. Bueno, que se le va a hacer.
- A ti no te he invitado - comentó Ranpo con una sonrisa.
- Ay... la frialdad de Ranpo-san es dolorosa para mi pequeño corazón. ¿Obtendré su misma inmunidad laboral si consigo que el presidente me adopte?
- Olvida eso, no me gustaría ser de tu familia.
- ¿En serio? Pues siento decirte que hay un 0,00000001% de posibilidades de que Hentai-kun sea mi hermano perdido así que... ¡A mis brazos, cuñado! - intentó abrazar a Ranpo pero este estampó su mano en su cara para mantenerle alejado.
- ¿Cómo va a ser Edgar tu hermano si él es culto, guapo, sexy, educado e inteligente?
- Sí - Dazai se separó de su mano y echó su flequillo para atrás - Es como si me acabaras de describir a mí mismo.
- Deja de discutir esto, tú no vas – Kunikida volvió a atrapar a Dazai del cuello de la camisa y empezó a tirar de ella – Tienes trabajo que hacer, en cuanto a Atsushi, el día de hoy solo tiene una grabación. Puede irse cuando termine.
- Vale, te esperaremos en la salida entonces, porque quieres venir ¿no?
- Pues... - Atsushi empezó a jugar nervioso con sus dedos - ¿S-sí?
- ¿Lo preguntas o lo afirmas?
- Lo afirmo... - levantó el rostro con un pequeño sonrojo en las mejillas – Quiero ir.
- Eso está mejor, no nos dejes plantados ¿vale?
Atsushi asintió con la cabeza y despidió con la mano a Ranpo y a los dos adolescentes. Kenji se despedía con una sonrisa radiante como sospechaba que era común en él, sin embargo, Kyouka seguía mirándole extraño.
En serio, ¿qué había hecho para ganarse esa mirada?
- ¡Kyaaaa! - el grito de Naomi resonó en una de las miles de tiendas de ropa de las que disponía el Queen's Square Yokohama, delante de ella se encontraba la chica de rostro estoico que Atsushi conoció esta mañana solo que ahora llevaba otro tipo de ropas que Naomi recogió especialmente para ella - ¡Kyouka-chan está tan mona! - corazoncitos empezaron a salir a su alrededor mientras seguía contemplando a la chica fuera del probador.
- Naomi, deja de gritar – le pidió Junichiro algo incómodo por la gente que se les quedaba viendo.
- Pero... pero... ¡mírala! Bien, ya me he decidido, sacaré un montón de fotos a Kyouka-chan y las mantendré de recuerdo para toda la eternidad.
Naomi empezó a recorrer a la chica mientras la apuntaba con la cámara de su móvil, iluminándola en el proceso con la luz del flash.
- Al menos quita el flash...
- ¡Yo también estoy! - Kenji salió de un salto del probador, haciendo que la atención de Naomi cambiara ahora hacia él y tuviera la misma reacción que con Kyouka.
- ¡Kyaaaa!
- ¡Naomi!
- ¡Pero onii-sama!
- Déjala, no está mal emocionarse - comentó Ranpo mientras comía una piruleta de casi el tamaño de su cabeza - Además, es normal que se ponga así, a Kenji y a Kyouka les queda todo bien.
- ¿En serio? - ante el halago, Kenji sonrió y se sonrojó - ¡Muchas gracias! Waa, Kyouka, que guapa estás - al girarse para mirar a la chica a su lado, se sorprendió por lo bien que le quedaba la ropa que le llevó Naomi.
- Gracias... - agarró con fuerza la tela de su falda mientras el mechón libre de su pelo empezaba a agitarse.
- Están tan lindos – tras comprobar que todas las fotos habían salido bien, Naomi miró a uno de los probadores que permanecía cerrado – Atsushi, ¿qué haces?
- Naomi-san... - la cortina se abrió y de detrás de ella salió un avergonzado Atsushi vistiendo un short negro y un crop top del mismo color - ¿Por qué mi ropa es la única que es tan reveladora?
- ¿No te gusta el top?
- Se me ve el ombligo...
- Sí, pero mira eso - señaló una abertura en su pecho con forma de cabeza de gatito - ¿Me vas a decir que no es adorable?
- Pero... ¿el pantalón tiene que ser necesariamente así? - se dio la vuelta para enseñar que en sus glúteos llevaba escrito "Sexy Bitch" - Ni siquiera sé que significa.
- Playa – le respondió Ranpo.
- ¿Playa?
- Sí.
Atsushi se miró el trasero reflejado en el espejo y luego volvió a mirar a Ranpo, algo le decía que no le estaba diciendo la verdad.
- ¿Seguro?
- Sí.
- Ranpo-san... ¿me está mintiendo?
- Pero ¿qué más da lo que ponga? ¡Lo importante es que te queda bien! - Naomi sacó su teléfono para enfocar a Atsushi con la cámara, pero cuando él se dio cuenta, tiró de la cortina para cubrir su cuerpo - ¡Joooo! ¿Qué haces?
- S-se me ve mucho.
- Te queda bien, Sushi-san - elogió Kenji pronunciando mal su nombre.
- Mi nombre no es...
- Me cambiaré - la tranquila voz de Kyouka interrumpió a Atsushi y aprovechando que la chica se había metido en el probador, el albino soltó la cortina y se acercó hacia los demás.
- ¿He hecho algo mal?
Ranpo, Kenji, Naomi y Junichiro le miraron confusos.
- ¿A qué te refieres exactamente? - le cuestionó Junichiro.
- Es que... Kyouka-chan me mira raro y creo que se siente incómoda a mi lado. Si de verdad la molesto de alguna manera, lo mejor será que me vaya.
- Oh... con que piensas eso – aunque el rostro de Kenji mostró duda por un momento, no tardó mucho en recuperar su sonrisa – Pero no es nada de eso. Verás, lo que en realidad pasa es que Kyouka es muy tímida, le cuesta hablar con gente nueva, pero te puedo asegurar que se está esforzando por hablar contigo.
- ¿Eso es así?
- Pues claro – Ranpo clavó los dientes en su piruleta para seguir comiéndosela así - Confía en las palabras de Kenji, él es su novio así que es quien mejor la conoce.
- Sí... - Atsushi se sintió más relajado al escuchar la opinión del rubio y el visto bueno de Ranpo pero algo en lo que acababa de decir no le cuadraba – Espere, ¿novio? ¡¿QUÉ?! ¡Pe-pe-pero...! - con su dedo temblando señaló a Kenji - ¿Cu-cuántos años tienes?
- 14 - contestó feliz.
- ¡¡¿EEEEH?!! ¿No eres muy joven para tener novia?
- No, la pregunta es, ¿no eres tú muy mayor para estar soltero? - le echó en cara Ranpo, dañando de alguna manera su orgullo.
Es cierto que Atsushi no había disfrutado de una adolescencia normal. Entre los 14 y los 16 eran las edades comunes en las que los jóvenes empezaban a adentrarse en el mundo de las relaciones, declarando sus primeros noviazgos y disfrutando de todas sus primeras veces, pero él no tuvo tanta suerte. Mientras sus compañeros de clase se besaban y toqueteaban detrás del gimnasio, él gastaba su tiempo en trabajos de medio tiempo. Pasear perros, servir mesas, repartir propaganda en los buzones, etc. En fin, una adolescencia que no fue para nada adolescencia.
- De repente... me siento mal.
- No te sientas mal por eso - intentó animarle Junichiro – Yo tampoco tengo pareja.
- Pero porque mi onii-sama está enamorado de distintos hombres, es difícil para él decidirse por uno.
- ¡Naomi, no es eso!
- Jajajaja, no pasa nada Sushi-san, las relaciones pueden surgir de cualquier forma. Yo conocí a Kyouka porque Ranpo-san me la presentó. Seguro que no tardas mucho en encontrar el amor, te desearé buena suerte.
Kenji se adentró también en el probador para cambiarse y sin darse cuenta dañó más que Ranpo el orgullo de Atsushi. ¿Acababa un niño de 14 de desearle buena suerte en el amor? ¿Un niño cuatro años menor que él y que ya tenía novia?
- La juventud... es increíble.
Ranpo rodó los ojos ante la actitud depresiva que habían causado sin ninguna intención en el chico.
- Oye Atsushi, sé que eres virgen, pero... - sus ojos verdes miraron fijamente sus finos labios - ¿Tampoco has besado a nadie?
- Claro que no, solamente cuando me enamore de verdad es cuando entregaré todo. Mis labios y... - tímidamente tocó sus propios labios mientras sus mejillas se teñían de rojo – Bueno... todo.
- Tu virginidad ¿no?
- ¡Ranpo-san! No hace falta especificar nada.
- Vale, vale.
Atsushi giró sobre sus talones y se encerró dentro del probador para vestirse con su ropa, pero antes de eso se quedó mirando un rato su reflejo en el espejo. Sus mejillas no tardaron en colorearse de rojo al verse a sí mismo tan expuesto. Claro que usaba shorts, pero no shorts en los que había palabras que no entendía puestas en cada nalga y además estaba el crop top. Era bonito y con un detalle de gatito que le gustaba mucho, pero ¿de verdad podría llevarlo por la calle? Por un momento pensó en pedir la opinión de Dazai mediante un mensaje, pero no tardó en recordar que el castaño estaba trabajando o, al menos, buscando alguna manera de escaquearse del trabajo.
El sonido de un maullido dentro del probador tiñó sus mejillas de rojo y se apresuró en buscar su móvil entre la ropa que se había quitado para contestar rápidamente. En la pantalla brillaba el nombre de "Hot Daddy", famoso nombre de contacto por el que se había guardado el castaño en el que estaba pensando hace nada. Todavía mirando avergonzado su reflejo en el espejo, descolgó la llamada.
- ¿Sí?
- ¡Gatitoooooo! Necesito que vuelvas para rescatarme, Kunikida-kun quiere que trabaje.
- ¿Y qué tiene de malo? Usted debería trabajar ahora para poder ir a beber por la noche.
- ¡Pero quiero verte modelando todo tipo de ropa! ¿Qué haré si te pruebas el traje de Ero-maid neko? ¡Me lo perdería y no me lo perdonaría nunca!
- No creo que aquí vendad esa clase de ropas, mgh... - una especie de gemido contenido se escapó de sus labios cuando usó su mano libre para acariciar la tela del crop top, aunque acabó acariciando accidentalmente uno de sus pezones por encima de le tela.
- Atsushi-kun... ¿estás haciendo cosas sucias mientras escuchas mi voz? ¡Haberme avisado!
- No diga tonterías, he rozado mi... bueno, una zona sensible sin querer. Es que... esta prenda es muy estrecha.
- ...
- ¿Dazai-san? ¿Sigue ahí?
- ¡Atsushi! ¿Qué haces? - la voz de Ranpo le hizo despegar un poco su oído del móvil.
- ¡Voy! ¡Deme un momento! - volvió a juntar el móvil para seguir hablando con el castaño - Dazai-san, tengo que colgar, voy a desnudarme.
- Mierda de vida... - al otro lado se pudo escuchar como Dazai pateaba algo - ¡Quiero renacer como cortina del probador! Atsushi-kun, ¿en qué centro comercial estáis?
- En el Queen's Square Yokohama, pero usted no venga, tiene que trabajar.
- Ok~
- Eso suena muy falso.
- Por cierto, yo tenía que contarte algo sobre Kyouka-chan.
- ¡Atsushi! - ahora fue la voz de Naomi la que le llamaba - ¿Por qué tardas tanto?
- ¡Voy, lo siento! Dazai-san, hablemos luego – sin dejar que el castaño le contara lo que le tenía que decir, Atsushi colgó la llamada y recuperó sus ropas normales. Una vez cambiado, salió fuera del probador y se encontró con todos esperándoles fuera.
- ¿Todo bien? - el primero en preguntarle fue Junichiro.
- Sí - Atsushi le contestó con una sonrisa para luego esconder las ropas que se había probado detrás de él - Aunque creo que no me llevaré nada, son muy... ¿atrevidas? No sé, no me siento listo para vestir algo así.
- Jo, pero si te quedaban bien - protestó Naomi haciendo un puchero.
Atsushi solo pudo reír nervioso para después acompañar a los más jóvenes a pagar su ropa y continuar paseando por el centro comercial. En todo momento se mantuvo detrás de Kenji y Kyouka, observando como hablaban animadamente, al menos Kenji, con Ranpo. Nunca pensó que este tema le interesaría, pero ese par de adolescentes le había hecho reflexionar. ¿Cuándo iba a tener él su primer novio? Aunque, para empezar ¿él quería pareja? Un profundo suspiro se escapó de sus labios e hizo que Ranpo se girara para mirarle.
- Oye, Atsushi.
- ¿Sí?
- ¿Quieres que te busque novio?
- ¿Qué...? ¡¿EH?!
- Soy bueno emparejando gente. Kenji y Kyouka son la prueba de ello.
- ¡Sí! - Kenji asintió feliz – Ranpo-san es el mejor en temas de amor.
- ¡Yo también podría ayudar! Ya que no puedo encontrar el amor para mi onii-sama, me gustaría que al menos Atsushi pueda vivir ese sueño.
- Naomi, deja de hablar de eso por favor...
- A-además, yo no estoy interesado en eso.
- Y de todas formas, debe ser difícil emparejarse en una ciudad tan grande ¿no? En mi pueblo todos se conocen así que es más fácil empezar una relación, en cambio, aquí en Yokohama, ¿cómo sabes como de extenso es el huerto de patatas de la persona con la que quieres salir?
- ¿El... el qué? - Atsushi pestañeó confuso.
- La granja también es un problema – se cruzó de brazos pensativo – No sabes cuantos animales tendrán sus granjas, si tú tienes seis vacas y tu pareja siete, tendréis demasiadas vacas y existe el riesgo de que vuestros animales se lleven mal. Es importante informarse de estos temas en las primeras citas.
- ¿En serio? No sabía que en las citas se hablaban de estas cosas.
- Atsushi... - Junichiro le miró con pena – No se hablan de esas cosas.
- También es importante pensar en la boda. ¿Cuántos huevos de gallinas de granja tienen que llevar los platos? Además, hay que pensar en la fruta, debes cuadrar la época en la que te cases con la fruta que plantarás. No te puedes casar en invierno y querer plantar melocotones.
- Pe-pero, ¿tú ya estás pensando en casarte? - le señaló sorprendido.
- ¡Claro! - la sonrisa de Kenji volvió a cegarle – Kyouka me gusta mucho, no creo poder amar a otra chica así que me casaré con ella.
Ante la declaración de amor y de propuesta de boda, el mechón de pelo de Kyouka se alzó formando un corazón y tuvo que usar el brazo de Ranpo para ocultar allí su sonrojo.
Atsushi ahora mismo se encontraba como un muerto viviente reflexionando sobre toda su existencia. Kenji tenía solamente 14 años, pero ya tenía trabajo estable, era famoso, tenía novia, amigos y planes futuros de boda. Él con 18 años como mucho tenía una carta de la casera recordándole que no se pasara ni un día del pago del alquiler.
- De repente... quiero llorar.
- No llores, el amor llamará a tu puerta algún día, Sushi-san.
La sonrisa de Kenji era preciosa y además el chico era muy amable pero que alguien cuatro años menor que él le dijera que no se rinda en el amor era un poco humillante.
- Mi propuesta de buscarte novio sigue en pie, ¿cómo te gustan los chicos?
- ¿Qué cómo me gustan? Pues... - comenzó a pensarlo, en realidad no tenía ninguna preferencia específica, principalmente porque puede que esta fuera la primera vez en la que pensaba en las relaciones de pareja – No sé, supongo que me basta con que sea buena persona y se preocupe por mí.
- Dazai parece que se preocupa por ti – una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de Naomi - ¿No es un buen candidato para entregarle tu corazón?
- Yo creo que no – el comentario de Junichiro hizo que todas las miradas acabasen sobre él - Es decir, creo que Akutagawa te mataría si llegases a salir con Dazai.
- ¡Ja! No creo que a Atsushi le importe lo que opine el perro rabioso ¿o sí?
- Claro que no me importa, es un estúpido - le insultó mientras hacía un puchero.
Kyouka despegó su rostro del brazo de Ranpo y giró la cabeza para mirar a Atsushi. Sus labios se separaron con la intención de hablar, pero Naomi retomó la conversación sin darse cuenta de sus intenciones.
- Oye Atsushi, todos queremos como pareja alguien que se preocupe por nosotros, pero esas cosas no se ven a simple vista. Mejor cuéntanos del físico, ¿qué te llama la atención en los chicos?
- No lo sé, creo que el físico me da igual.
- ¿Ah? Jo, que aburrido.
Mientras Naomi intentaba sonsacarle algún rasgo que considerase atractivo en los chicos, Kenji se percató de como Kyouka parecía querer decir algo a Atsushi. Siendo consciente de la timidez de su novia, decidió echarla una mano.
- Ranpo-san, ¿no es esa tienda de dulces nueva?
- ¿En serio? - como si de un niño se tratara, se dio la vuelta emocionado, mirando con adoración la tienda que había señalado Kenji, haciendo dudar a todos de quien era el adolescente de 14 años - Entonces tengo que entrar obligatoriamente.
- Naomi-san, Tanizaki-san, ¿venís con nosotros?
- No tengo problema, pero... - Junichiro se giró para mirar a Atsushi - ¿Tú quieres ir, Atsushi?
- Pues...
- Sushi-san puede quedarse con Kyouka, creo que a ella no le apetece entrar en la tienda ¿no? - Kenji le guiñó el ojo a la chica. Al entender el mensaje, ella asintió con la cabeza.
- No quiero entrar.
- Entonces tal vez debería quedarme yo también y...
- ¡Vamos, Tanizaki-san! - Kenji le enganchó del brazo y empezó a arrastrarle junto a los demás. Si se tratara de cualquier otro chico, Junichiro podría haberse soltado fácilmente de su agarre, pero ese no era el caso para Kenji, el cual parecía tener una fuerza sobrehumana – Jajajaja, nos vemos luego.
- S-sí... - Atsushi les despidió con la mano.
El ambiente animado que creaba la presencia de Kenji había desaparecido, dejando ahora un escenario algo frío en el que ninguno de los dos presentes hablaba. Atsushi sentía la necesidad de decir algo, pero no sabía muy bien el que así que dejó que el silencio entre ellos lo llenara las voces del resto de personas que caminaban por el centro comercial.
Según por lo que le habían dicho, Kyouka era tímida y estaba haciendo un esfuerzo por hablarle. Siendo así, era Atsushi el que debía encargarse de la situación y tomar las riendas de la conversación.
- Ky-Kyouka-chan... - sus palabras se vieron interrumpidas por la mano de la chica aferrándose a su ropa – Esto... ¿ocurre algo?
Como respuesta recibió un asentimiento de la chica.
- La... la radio.
- ¿Radio? ¿Qué le pasa a la radio?
- Tú... - la atención de Kyouka de repente se desvió del chico a un pequeño puesto de crepes cerca de ellos.
Puede que Kyouka no fuera la mejor comunicándose, pero Atsushi entendió perfectamente qué era lo que quería ahora mismo la chica.
- ¿Quieres?
- ¿Eh? - se sorprendió al ver sus intenciones descubiertas y con un pequeño sonrojo asintió con la cabeza.
- Vale, espera aquí.
Atsushi dejó durante unos momentos sola a la chica, la cual empezó a jugar nerviosa con la bolsa de la tienda de ropa que acaban de visitar. Aprovechó su soledad momentánea para dejar escapar un suspiro de sus labios, la tienda de crepes la había distraído de su objetivo inicial.
- Kyouka-chan – Atsushi no tardó en volver con una crepe que hizo que sus ojos azules se iluminaran – Para ti.
- Gracias – con sus manos tomó la crepe y pegó el primer mordisco, una vez más, su mechón de pelo empezó a agitarse para acabar alzándose y formar un corazón - Está muy buena.
- ¿En serio? Me alegro – la actitud de Kyouka causó una sonrisa en Atsushi el cual había llegado a pensar que de verdad le caía mal a la chica.
Tras tragar el primer mordisco de la crepe, los ojos de Kyouka subieron del dulce a la cara de Atsushi. Era ahora o nunca, esta vez le iba a contar lo que tenía que decirle.
- Nakajima Atsushi, ¿tú...? ¿Tú eres la gata roba hombres?
- ¿Perdón?
Ante su confusión, Kyouka hizo una cara de preocupación.
- No escuchaste la entrevista de la radio.
- Pues no ¿hablaron allí de gatas que roban a hombres?
La inocente mente de Atsushi se imaginó gatas de verdad robando sus pertenencias a hombres despistados, aunque a lo que se refería Kyouka era a otra cosa.
- Creo que no me estás entendiendo.
- Puede que no.
- A lo que yo me refería es que...
- ¡Ah, lo siento! - una mujer rubia que cargaba con varias bolsas chocó por accidente con Atsushi.
- No se preocupe, no ha sido nada - sonrió a la desconocida que se disculpaba con él, pero cuando sus miradas se encontraron no tardó en descubrir que no era para nada una desconocida.
- Oh... oh mierda – el sudor empezó a recorrer el cuerpo de Higuchi - ¿Q-qué haces aquí?
- Tú eres... ¿Higuchi-san? - consiguió identificar a la desconocida como la manager del chico que le odiaba, pero esta no se veía muy contenta por ser recordada.
- ¡¿Qué más da quién sea?! ¡Vete de aquí!
La actitud de Higuchi le extrañó, no había hablado mucho con ella, pero sabía que tan borde no era.
- ¿Qué ocurre?
- ¡Que te vayas de aquí! ¿Acaso quieres morir tan joven?
- Vaya, vaya – a pasos lentos y vestido completamente de negro como era típico de él, acabó llegando el conocido en el negocio como el perro rabioso – No pensaba encontrarme con una puta en el camino.
Si fuera la primera vez que se ven, Atsushi se habría intimidado por su presencia y actitud, pero ese no era el caso.
- Buenos días a ti también, Akutagawa.
- ¿Qué te pasa, puta? ¿No tenías el día de hoy clientes?
- Pues no, me los has quitado todos tú.
Chispas empezaron a saltar entre ellos. Higuchi se aferraba aterrorizada a las bolsas que llevaban las compras de Akutagawa mientras Kyouka observaba todo desde detrás de Atsushi. Decepcionada, la más joven negó con la cabeza, la actitud del gótico era intolerable.
- Ryunosuke – saliendo de detrás del chico, Kyouka le encaró - Pide perdón.
- Kyouka-chan, ¿qué haces? - preocupado por lo que podría hacerle a la chica, intentó ponerla detrás de él, pero ella no se dejó.
- Pide perdón - repitió.
- Kyouka-chan, para.
- ¡Déjala! - con un salto, Higuchi se puso al lado de Atsushi - Las personas que pueden detener la violencia de Akutagawa-senpai son limitadas y esa niña es una de ellas.
- ¿Pero qué dices? Kyouka-chan es solo una niña, ella no podrá...
- Perdón.
- ¿Eh? - Atsushi le miró sorprendido - ¿Qué?
- Tch, ¿además de puta eres sordo?
- Ryunosuke – la firme voz de Kyouka volvió a llamarle por su nombre como advertencia.
Atsushi se quedó sin palabras por esto, ¿el chico delante de él era Akutagawa Ryunosuke? ¿La misma persona que le odiaba a muerte? ¡¿Y le acababa de pedir perdón solo porque Kyouka se lo había pedido?!
- Escucha bien maldito gato desnutrido que busca seducir y robar a Dazai-san porque no lo pienso repetir más veces – le dedicó una mirada cargada de odio que definitivamente no cuadraba con sus palabras - Perdón.
¿Era esto real? ¿Akutagawa Ryunosuke pidiéndole perdón? Se notaba que no era una disculpa sincera sino obligada pero aun así parecía un suceso paranormal.
¿Era esto acaso una señal del fin del mundo?
Un aburrido Dazai jugaba con su móvil en la sala de espera mientras un muy contento Kunikida admiraba como todas las actividades de su agenda se estaban cumpliendo en un perfecto orden.
- Ku-niiiiii-kiiiii-daaaaaaaaaa.
La felicidad del manager duró poco cuando sus oídos fueron asaltados por una de las voces más cotizadas en el negocio de los seiyuus.
- ¿Qué?
- He decidido tomarme el resto del día libre.
- No.
- Tch - guardó su móvil algo molesto – Al menos lo he intentado.
- Bien, aquí ya hemos acabado - agarró a Dazai del cuello de la camisa y empezó a tirar de él - Vámonos.
Como si de un niño se tratara, Dazai infló los mofletes en un puchero. Pensar que se estaba perdiendo un día de Atsushi en el centro comercial era una desgracia. Aunque era muy improbable, ¿qué pasaba si Atsushi decidía probarse en legendario traje de Ero-maid neko?
- Kunikida-kun nunca piensa en mis sentimientos – se cruzó de brazos mientras mantenía su rostro de niño al que le han prohibido salir a jugar y, la verdad, no estaba muy lejos de ser eso lo que estaba pasando. Kunikida le seguía arrastrando por los pasillos y una vez que llegaron al lado de la cafetería, los ojos de Dazai captaron algo que de seguro le conseguía ayudar a escabullirse de trabajar – Oh, se ve que Yosano-sensei no pierde el tiempo.
- ¿Qué? - Kunikida dejó de andar y miró en la misma dirección que Dazai. Su piel se erizó al ver a Yosano sentada al lado de Poe y pinchándole la mejilla con su dedo índice - Pero que...
- Si tuviera que darte mi opinión... creo que Hentai-kun está apuntando a armar su harem y ten por seguro que la gente con ese peinado consigue todo lo que se proponen.
- No digas tonterías - soltó la camisa de Dazai y dejó de mirar hacia la cafetería - Yosano es la mejor amiga de Ranpo-san, ¿cómo se le pasaría por la cabeza intentar algo con el novio de su mejor amigo?
- Bueno... tal vez tiene el permiso de Ranpo-san, sí, definitivamente tuvo que pasar algo como que Yosano-sensei dijera "Ara, ara, el pene flácido de Kunikida me dejó con las ganas en el hotel del amor" y Ranpo-san dijo "Kunikida es tan virgen que no sabe cómo funciona su pene, si quieres sexo mejor te dejo a mi novio". Ya sabes, los buenos amigos comparten.
- ¡Pero no parejas!
- ¿Seguro?
- ¡Completamente!
- Pues vale, vámonos entonces – Dazai retomó la caminata, pero se vio obligado a pararse al sentir como Kunikida no se movía de su sitio. Tuvo que reprimir las ganas de sonreír, había conseguido lo que quería - ¿Qué pasa, Kunikida-kun? - preguntó de manera inocente.
- Na-nada... - ajustó su corbata y caminó hacia Dazai pero en el último segundo se giró y entró en la cafetería, caminando rápidamente hacia donde estaban Yosano y Poe - ¡¿Q-qué hacéis?!
- Oh, hola - saludó desinteresada Yosano - ¿No tienes trabajo que hacer?
- ¿Y vosotros?
- ¿Nosotros? - Yosano sonrió de lado y se pegó más a Poe, dibujando círculos sobre su pierna con su dedo índice debajo de la mesa – Estamos trabajando ahora mismo, ¿verdad~?
- E-e-en realidad no, yo me iba ahora mis... - intentó levantarse pero Yosano no le dejó.
- Oye, oye, me ofende que quieras huir de mí. ¿Qué te pasa? - Yosano había agarrado su brazo con fuerza, restregando sus pechos y dejando pálido a Kunikida mientras que Poe se quedaba rojo y empezaba a sudar por los nervios. Parecía un coqueteo, pero era imposible ¿verdad? Sí, debía ser la cansada mente de Kunikida. Ya había malinterpretado esta mañana la situación en el apartamento de Atsushi y ahora estaba malinterpretando esto – Ranpo me ha dicho que haces cosas muy sucias con esas manos tuyas. Enséñame y luego te enseñaré lo que puedo hacer yo.
- ¡¡¡NO HAY MANERA DE QUE ESTÉIS HABLANDO DE OTRA COSA!!! - Kunikida estampó con fuerza su agenda contra la mesa, asustando a Poe, al mapache que se encontraba apoyado en su hombro y sin embargo no causó ninguna alteración en Yosano - ¡¡No permitiré la creación de un harem, la poligamia es delito y puede ser castigada con dos años de cárcel y eso sin hablar de los aspectos morales que trata como el de la infidelidad. Ni siquiera el idiota de Dazai, que es el más idiota entre los idiotas la practica!!
- Kunikida, coge aire o te asfixiarás - Yosano se recostó en el respaldo de su asiento y le miró aburrida – Para empezar, ¿qué delito de poligamia? Aquí nadie está casado.
Pensaba protestar, pero Yosano tenía razón.
- Eh... ¡¡Da lo mismo!! El poliamor tampoco está permitido, tiene una serie de consecuencias morales y éticas que...
- ¿Poliamor? - confusa, Yosano arqueó una de sus delgadas cejas - ¿De qué estás hablando?
- ¡Ha-has dicho que te enseñara las cosas sucias que hace con las manos!
- Sí, sus guiones.
- ¡Pues eso, sus... sus...! ¿Sus qué?
- Escribe guiones, como yo. ¿Entiendes ya?
Kunikida se quedó estático en su sitio. ¿Qué pasaba hoy? ¿Era el día en que cualquiera podía decir cualquier cosa y él lo malinterpretaría? Primero Dazai, luego Yosano, ¿y después? Espera un momento, hablando del castaño, ¿no acaba de hacer él algo ridículo y no había una vocecita molesta burlándose de él?
Miró alrededor rápidamente, no había ni rastro de la cabellera castaña.
- Se fue... ¡¡¡¡¡SE FUE!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡PERO SERÁ...!!!!!!!!!
Poe atrapó en sus brazos a Karl cuando este saltó asustado por el repentino grito del contrario. Parece que el tópico de que los japoneses eran tranquilos y poco ruidosos era falso o al menos Kunikida era la excepción a esa regla. Aprovechando que parecía que la atención hacia su persona había desaparecido, intentó huir de la mesa pero Yosano le enganchó de la ropa.
- Ara, ara, ¿a dónde vas, Poe-san? Mientras Ranpo no esté, asegúrate de complacerme a mí, ¿vale?
- ¿Ha-hace falta tener esta conversación tan extraña?
Los dientes de Kunikida crujieron por eso, ¿en serio? ¿Nadie más estaba malpensando todo lo que salía de las bocas de las personas el día de hoy?
- De cualquier forma... bu-bueno, ya que el estúpido de Dazai ha huido me quedaré aquí. ¿Os molesta?
- Para nada – Yosano se encogió de hombros – Y ahora... - volvió a pasar su mano por la pierna del americano, poniéndole la piel de gallina - Tú y yo tenemos un asunto pendiente, no creas que te voy a dejar huir.
- Yo-yosano-san... - miró disimuladamente como Kunikida seguía apretando tanto los dientes que podría llegar a destrozarse la dentadura – No creo que...
- Ah, si te molesta Kunikida, podemos irnos a un lugar más íntimo, pero sé que a él no le molesta. Él comprende que es un asunto de trabajo, ¿verdad, Kunikida? Trabajo es trabajo, ¿verdad, Kunikida? Nada es más importante que el trabajo, ¿verdad, Kunikida?
A pesar de que Yosano le sonreía, Kunikida comprendía perfectamente el resentimiento con el que le estaba dedicando esas palabras. En cuando al pobre Poe, él era solo una víctima en esta pequeña venganza de la maestra de los CD dramas.
Atsushi observaba en silencio a las dos personas de cabello negro sentadas en el banco. Por un lado, Kyouka y por otro Akutagawa. Los dos se mantenían con los ojos cerrados y callados. Al ver a uno al lado del otro, Atsushi no pudo evitar reír internamente al pensar que de alguna manera se parecían, aunque eso era imposible.
- Atsushi – la voz de Kyouka le despertó de sus pensamientos - ¿Puedo llamarte así?
- Sí, claro, no tengo ningún problema.
- Entonces... Atsushi, tú no escuchaste la entrevista que realizaron a Ryunosuke ¿no?
- No, ¿por?
Kyouka frunció el ceño ante esto y miró mal al chico sentado a su lado.
- Ryunosuke.
- ¿Qué?
- Pide perdón.
- Ya lo he hecho.
- Eso fue por algo distinto, ahora debes pedir perdón por lo acontecido en la radio.
- ¿Qué importancia tiene? Ni siquiera lo escuchó.
- Esa no es excusa para...
- Kyouka-chan – Atsushi la interrumpió - No sé de qué habláis, pero de cualquier forma me da igual. No quiero una disculpa de Akutagawa ya que sé que no será sincera, así que no te preocupes por eso.
- ¿Ves? La puta no quiere disculpas.
- Ryunosuke, controla tu vocabulario.
- Cierto, la meretriz no quiere disculpas.
- Pues no, no las quiero. Me conformo con no cruzarme más contigo aquí.
- Yo también - Akutagawa se puso de pie e hizo un gesto a Higuchi con la cabeza para que le siguiera – Ver tu cara de gato desnutrido me pone enfermo.
Atsushi no le contestó, simplemente se le quedó mirando mal mientras se alejaba de ellos seguido de la rubia. Una vez con el gótico fuera de su rango, Kyouka se levantó e hizo una reverencia delante de él.
- Pido perdón por su comportamiento.
- Pero Kyouka-chan, ¿por qué haces eso? Tú no tienes nada que ver con él así que tranquila.
Las cejas de Kyouka se juntaron en un gesto de preocupación que Atsushi no consiguió descifrar.
- ¿Kyouka-chan? ¿Estás bien?
- Si pido perdón es porque... - arrugó su ropa con sus dedos algo nerviosa por lo que iba a decir – Akutagawa Ryunosuke es...
- Un maleducado, pero eso en culpa debe ser por quien lo ha criado. Habría que ver a su familia, la mala educación puede transmitirse en la sangre.
- Akutagawa Ryunosuke es mi primo.
- Ah... - Atsushi tardó en procesar lo que había dicho la chica. ¿Su prima? ¿De Akutagawa? ¿Esa linda chica amante de las crepes compartía sangre con el perro rabioso que acosaba a Dazai? - Eh... - la verdad es que no sabía que decir y menos ahora que acaba de insultarla indirectamente sin darse cuenta – Yo no... ¡¡Perdón!! Yo no quería decir eso, no sabía que tú... bu-bueno no podía saber que...
- ¿Te caigo mal? - la expresión de tristeza de Kyouka se acentuó, poniéndole nervioso al no saber que hacer – Porque soy de su familia, ¿me odias?
- ¡¡N-no!! Claro que no, no es...
- Sushi-san – la voz de Kenji sonó a sus espaldas, asustándole al no haberse percatado de su presencia - ¿Qué le haces a Kyouka? - Kenji le sonreía, pero eso no impedía que Atsushi sintiera miedo, ¿por qué? Se sentía un Kenji distinto al de antes.
- Perou Atfuzi, ¿fe defamos mun minuso sofo y hafes efo? - un Ranpo con la boca ocupada masticando un bollo le regañó.
- N-no es eso y Ranpo-san, no hable con la boca llena.
- Atsushi – Naomi frunció el ceño - No esperaba que hicieras llorar a una chica, que cruel.
- ¡Pero si no está llorando! Tanizaki-san, ayúdeme.
Junichiro se rascó la cabeza nervioso y se interpuso entre Atsushi y Kenji.
- Creo que es un malentendido, ¿no, Kyouka?
- Lo es, yo solamente estoy preocupada por si Atsushi me odia.
- Decir eso no lo arregla.
- Pero Sushi-san no te odia, ¿verdad?
- Cla-claro que no, Kyouka-chan es muy buena chica, ¿cómo iba a odiarla?
- ¿En serio?
- En serio.
- Oh... ¡entonces todo está bien! - el buen ánimo regresó a Kenji, cambiando la sonrisa que dio un escalofrío a Atsushi por una sonrisa de verdad – A Sushi-san le caes bien, ¿no es genial, Kyouka?
Kyouka asintió algo tímida con sus mejillas sutilmente sonrojadas.
- Bueno, ahora que todo está bien, sigamos con nuestro paseo – Kenji tomó la mano de su novia y lideró bastante contento la caminata por el centro comercial con todo los demás detrás.
Visitaron principalmente tiendas de ropa en las que Naomi elegía que ropa quería que los más jóvenes se probaran, también elegía para Atsushi pero este se echaba para atrás cuando veía asomarse la etiqueta del precio de la ropa. ¿Cómo podía ser vestirse tan caro? Llevar ropa debería estar recogido como parte de los derechos humanos.
- Atsushi, ¿en verdad no te gusta nada? - le preguntó Naomi mientras abandonaban otra tienda.
- No, lo siento.
- A lo mejor estamos visitando las tiendas equivocadas para ti, ¿qué clase de ropa te gusta?
- Pues... - los pies de Atsushi se detuvieron y todos se giraron parar mirarle. La verdad, Atsushi no había podido permitirse el lujo de pensar ¿qué tipo de ropa quiero? Él simplemente podía mirar el precio y buscar lo más asequible – Creo... que no lo sé.
- ¿Mm? - Ranpo abrió los ojos para mirarle después de sacarse su chupa chups de la boca – Entonces en ropa eres como con las relaciones, no tienes ni idea de que te gusta. No es por nada, pero si sigues así te quedarás soltero y sin ropa.
- Ranpo-san... no me deprima.
- De todas formas, ha sido un paseo muy largo y me ha entrado hambre – Kenji sobó su estómago mientras comprobaba la hora - ¡Genial, hora de comer! Comamos estofado de res.
- Ahí - Kyouka señaló a lo lejos un pequeño restaurante dentro del área de comidas.
- ¿Te parece bien, Atsushi? - le preguntó Junichiro.
- Sí, pero... id entrando vosotros. Tengo... tengo que hacer una llamada.
Nadie se lo discutió, se dirigieron al restaurante que señaló Kyouka mientras Atsushi empezaba a andar en dirección contraria mirando la pantalla bloqueada de su móvil. Había pasado un buen rato desde la llamada de Dazai y no necesitaba ser un genio para saber que a pesar de que le pidió que se quedara trabajando, el castaño iba a hacer todo lo contrario. En cualquier otro tipo de situación lo habría dejado pasar, pero sabiendo que Akutagawa estaba aquí, al menos debía avisarle. Puede que incluso con esa información se le quitaran las ganas de venir.
Revisó su lista de contactos que ahora era un poco más amplia tras la cita de Kunikida con Yosano y buscó al autonombrado "Hot Daddy".
- Tengo que preguntarle a Tanizaki-san como se cambian estos nombres - tenía la intención de pulsar el icono de la llamada, pero sus ojos acabaron mirando de reojo el escaparate de una tienda por la que no habían llegado a pasar – Es... - devolvió su móvil a su bolsillo y pegó sus manos al escaparate para mirar la prenda que vestía el maniquí. Sus ojos se iluminaron al ver una linda sudadera holgada de color blanco. Era una prenda simple y que nada tenía que ver con las prendas que le había enseñado Naomi y que tanta piel exponían. Sin embargo y a pesar de su simpleza, el detalle que tanto le gustaba es que la capucha de la sudadera tenía dos orejas que simulaban ser las de un gatito - ¡Es tan lindo!
La prenda robó toda su atención e hizo que el castaño en el que estaba pensando hace un momento pasara a un segundo plano en su mente. Empezó a mover sus caderas de un lado al otro mientras intentaba tomar una decisión. ¿Entraba y se la probaba? ¿O se quedaba con las ganas?
Era la única prenda que le había llamado la atención desde que pisó el centro comercial. No perdía nada por probársela, ¿no? Habiendo tomado su decisión por fin, Atsushi se adentró en la tienda justo en el mismo momento en el que el hombre en el que había estado pensando hace nada hacía su aparición por las puertas del centro comercial.
- Cuando vuelva, Kunikida-kun me matará. Bueno, qué más da – se encogió de hombros tranquilo – Al menos moriré feliz tras ver a Atsushi-kun modelar el legendario traje Ero-maid neko.
~💙~
A la cama de sábanas blancas cayó la figura de un Atsushi vestido con un traje de maid, unas orejitas de gatito en su cabeza y una colita extendiéndose desde su zona trasera.
- Nyaa~, Osamu-sama, ¿por qué me hace ponerme un traje tan vergonzoso? ¡Nyaa! - tiró de su falda hacia abajo al sentirse tan expuesto.
- Pero gatitoooo~, no podía vivir ni un segundo más sin verte así. ¿No te gusta?
- N-no es eso, lo que pasa es que... - sus ojos se aguaron por la vergüenza y en el momento en que se cruzaron con los de Dazai, se vio obligado a apartar la mirada - ¿Po-por qué me mira así? Me da nya-vergüenza, ¡Mouu! Osamu-sama, deténgase.
- Pero si no estoy haciendo nada.
- No hace falta, con solo mirarme... - giró su rostro, consiguiendo esta vez mirarle a los ojos – Su mirada hace que me humedezca ahí abajo, pero no entiendo por qué. Osamu-sama, explíqueme por favor, ¿por qué me humedezco cuando le tengo cerca? También mi cuerpo empieza a sentirse más caliente pero solo cuando Osamu-sama está cerca, no lo entiendo...
- Gatito, eso pasa cuando te excitas.
- ¿Cuándo me excito? - posó su dedo índice sobre su barbilla confuso - ¿Soy un gatito en celo entonces?
- Así es.
- Mouu, pero la humedad aquí abajo es tan incómoda. ¿Cómo acabo con ella, Osamu-sama? Nyaa~
- Bueno, podrías tener sexo.
- ¡¿Eh?! Pero Osamu-sama... - pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos – Yo no sé hacer el amor...
- Tranquilo, para eso estoy yo - acarició con cariño su cabeza, escuchando perfectamente como se escapaban ronroneos.
- Osamu-sama cuidará de mí.
- Sí.
- Me dejará servirle como maid.
- Por supuesto.
- Y me enseñará... - pasó sus brazos por detrás de su cuello para juntar más sus cuerpos – Me enseñará a hacer el amor... ¡nyaa~! - guiñó uno de sus ojos al mismo tiempo que un corazón salía de él.
~💙~
Tras semejante fantasía despierto, buscó por los alrededores la característica cabellera blanca pero no le encontraba. Era ingenuo pensar que le encontraría con tanta facilidad, a pesar de ser llamativo, no servía de nada si el sitio donde le buscaba era tan grande. No tardó en darse por vencido en intentar encontrarle solo mirando así que intentó sacar su móvil para llamarlo, pero sus pies frenaron en seco en el momento en que se encontró de frente con una mujer rubia.
Higuchi estaba igual o más sorprendida que él. Ninguno habló, solamente intercambiaron miradas para que después la mujer gesticulara con la boca la palabra "huye". Dazai la agradeció en silencio y salió corriendo de allí, escondiéndose en la primera tienda que encontró.
- Uff – Higuchi limpió con su brazo el sudor de su frente – Ha estado cerca.
- ¿El qué?
- ¡IAAAA! ¡A-akutagawa-senpai! Na-nada, va-vámonos, aquí ya no queda nada que hacer ¿no? Jajajajaja. ¡BIEN! ¡La salida está allí y para allí que nos dirigimos! - como si de un robot se tratara, Higuchi empezó a caminar sin doblar sus rodillas, cargando con todas las compras de Akutagawa y rezando internamente para que el gótico no se opusiera, pero la vida no era tan buena con ella.
- Espera.
- Mierda – maldijo por lo bajo – A-akutagawa-senpai, ¿q-qué ocurre? Si nos quedamos mucho tiempo tendremos la desgracia de coincidir otra vez con la gata desnutrida. Ugh, que asco ¿no?
Ante los nervios, Higuchi no pudo controlar una incómoda risa que no alteró de ninguna manera el estoico rostro de Akutagawa. Cuando notó el ligero movimiento de su nariz, como si estuviera olfateando, Higuchi supo que todo se había ido a la mierda.
- Dazai-san.
- ¿Qué?
- Huelo a Dazai-san.
También era mala suerte. Akutagawa Ryunosuke podría haber nacido con alguna extraña habilidad que transformara su ropa en un arma, pero no, él había nacido con la habilidad de identificar el olor de Dazai Osamu a kilómetros de distancia.
- ¿De qué habla senpai? Yo no huelo nada.
- Claro que no, no tienes ni idea de cómo es el olor de Dazai-san.
- Pu-pues el de una colonia ¿no? Pero se venden miles de colonias iguales, es imposible distinguir el olor de Dazai Osamu del de cualquier otra persona.
- Ridículo, yo no hablo del olor de una colonia. Hablo del olor de la persona.
- ¿Qué...?
- Dazai-san huele a belleza, prestigio y talento.
- ¿La belleza huele? - Higuchi se olió a sí misma - ¿Y a que huele exactamente?
- A Dazai-san – se dio la vuelta para dirigirse hacia la tienda a la que había entrado Dazai, alertando a la mujer.
- ¡¡E-e-e-espere!! Eso que dice no tiene mucho sentido, es imposible oler esas cosas.
- Para mí no, cuando se trata de Dazai-san, todos mis sentidos se agudizan.
- Pero... pero... - estiró la mano, pero de ninguna manera le alcanzó.
Había sido muy ingenua, si se trataba de Dazai, Akutagawa podría hasta desarrollar visión térmica para localizarle, aunque quien sabe, puede que ya la tuviera.
Dazai observó detrás de un maniquí como Akutagawa le buscaba olfateando como si de un perro se tratara. En serio, ¿cómo lo hacía? ¿Le había colocado un chip rastreador sin darse cuenta o era el talento innato de un acosador?
- Con lo que me ha costado huir de Kunikida-kun - suspiró derrotado pero esa actitud no duró mucho cuando se encontró con los probadores a sus espaldas. Su salvación había aparecido justo detrás de él. Vigilando que el gótico no le viera, caminó hacia atrás hacia uno de los probadores que pensó que estaría vacío y se metió dentro –Salvado – una vez dentro, dio otro paso hacia atrás per su espalda acabó chocando con una persona – Pe...
- ¡¿Dazai-san?! ¡¿Q-qué hace aquí?!
No le respondió, en su lugar se quedó mirando la imagen de un Atsushi con una adorable sudadera de gatito. El más joven iba a volver a reprocharle, pero sus palabras se quedaron en su garganta cuando Dazai le subió la capucha, dejándole con unas orejitas blancas encima de la cabeza. Ante tal escena, Dazai tuvo que taparse la boca y mirar hacia otro lado.
- Kawaii.
- ¡¿Ah?! ¿Qué dice? - con las mejillas rojas, se bajó la capucha y comenzó a regañarle - ¿Se puede saber qué hace aquí? Kunikida-san le regañará y además no puede entrar en probadores ocupados, ¿qué habría pasado si me hubiera encontrado desnudo?
- Mierda ¿Podré viajar en el tiempo y meterme en este probador unos segundos antes?
- ¡¿Pero qué dice, Da...?!
Como Atsushi iba a volver a gritar su nombre, a Dazai no le quedó más remedio que tapar su boca con su mano, acercando su rostro al del más joven y haciendo que este retrocediera por la vergüenza que le causaba la cercanía.
- Verás, Atsushi-kun, ahora tengo un pequeño problema que se ha transformado en gran problema. Akutagawa está ahí fuera buscándome, si me viera solo no sería un problema, pero si nos ve así ahora...
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Atsushi, un escalofrío que le decía "te van a matar".
- Dazai-san – la voz de Akutagawa sonó al otro lado de la puerta del probador, poniendo la piel de gallina a las dos personas que se encontraban dentro.
Atsushi pensó en responder, pero eso solo empeoraría las cosas. Si Akutagawa estaba seguro de que allí estaba Dazai y escuchaba su voz... puede que volviera ese probador su ataúd. Si quería que se fuera, entonces debía dejarle ver con sus propios ojos que allí no estaba Dazai pero, ¿cómo hacer eso?
- Dazai-san – esta vez fue Atsushi quien le llamó con un hilo de voz tan bajo que al castaño le costó escuchar – A-aquí... - levantó tímidamente la tela de la holgada sudadera, dejando ver un poco de su pálido estómago - Escóndase aquí.
- ¿Seguro?
- Solamente... solamente hágalo... ¡Ah! - no pudo evitar gritar por la sorpresa cuando el mayor estiró la sudadera y ocultó la cabeza dentro de esta. Con las manos temblando, Atsushi se puso la capucha y cerró los ojos cuando sintió como la puerta se abría.
No sabía si eso iba a funcionar, pero era la única manera que se le había ocurrido. A pesar de tener los ojos cerrados, sintió la luz del exterior, señal de que la puerta estaba completamente abierta.
- Tch, son solo dos pervertidos metiéndose mano – Akutagawa no se molestó en inspeccionar más la escena, cerró la puerta devolviendo la oscuridad al pequeño espacio y el alma al cuerpo de Atsushi.
- Menos mal – como el otro se había ido, Atsushi se permitió abrir los ojos – Se fue, vámonos antes de que vuelva. ¿Dazai-san?
- Gatito, ¿sabías que tenías un lunar?
- ¿Qué? ¿Dónde?
- Aquí - pinchó con su dedo uno de los costados de su estómago, haciéndole cosquillas.
- O-oiga, jajaja, ahí no tengo... ¡Da-dazai-san! Jajaja.
- Si que lo tienes, tiene forma de gatito. Waa, que pálido es tu pecho.
- ¡N-no lo mire! Sa-saque la cabeza, su aliento me hace cosquillas.
- Que mal, no puedo salir, se atascó mi hermosa y proporcionada cabeza.
- Está mintiendo, salga de ahí.
El sonido del maullido de un gato hizo que Atsushi se sobresaltase, todavía con la cabeza de Dazai dentro de la sudadera, buscó rápidamente su móvil para que el sonido no llegara a los oídos de Akutagawa.
- ¿S-sí?
- Atsushi – la voz de Kunikida sonó al otro lado.
- Kunikida-san, ¿o-ocurre algo? - mientras hablaba intentaba empujar la cabeza de Dazai hacia fuera pero no servía de nada.
- El idiota de Dazai se fue, me imagino que fue hacia dónde estás tú. ¿Me lo puedes confirmar?
- Pues... n-no, aquí no... ¡ay, espere! ¿Qué hace?
- Encontré el punto dulce de Atsushi-kun - canturreó divertido mientras pinchaba el costado del estómago de Atsushi. A este le entraron las cosquillas y en un intento de controlarlas empezó a emitir gimoteos.
- Pa-pare...mmm... ¿q-que pasa si viene alguien?
- No vendrán si guardas silencio, oh, ¿acabas de ronronear, Atsushi-kun?
- Claro que no, salga de ahí dentro de una vez, a este paso lo va a dar de sí.
- No quiero~
- Da-dazai-san – se removió un poco incómodo al sentir como el último pinchazo había sido dado con un poco más de fuerza – A-al menos no sea tan brusco, hace daño con la mínima fuerza que ejerza.
- Aww, lo siento gatito. Prometo ser suave siempre que hagamos esto.
- ¡No vamos a volver a hacer esto! ¿Sabe la vergüenza que estoy pasando por estar así en un lugar público? ¡Ah! Kunikida-san - recordó quien estaba al otro lado de la línea - Verá, no es lo que...
- Dile a Dazai de mi parte que le voy a matar, que sacaré sus órganos de su cuerpo y que se los daré de comer a los cerdos.
Atsushi intentó decir algo más, pero Kunikida ya había colgado. Obviamente no podía transmitirle a Dazai el tétrico mensaje que le había dejado.
- Uff - salió de debajo de la sudadera algo despeinado – Se estaba poniendo algo caliente ahí abajo, pero que nadie malpiense, hablo de calor de verdad.
- Usted no tiene remedio – se dio a vuelta para darle la espalda – Salga, me quiero cambiar.
- Oh, no puedo salir, afuera está Akutagawa ¿recuerdas? Y como me pille me obligará a casarme y a desvirgarle y la verdad es que no sé si será en ese orden.
- Tampoco podemos quedarnos aquí para siempre, vigile mientras yo me cambio.
- O puedo cambiarte mientras tú vigilas.
- Dazai-san.
- Vale, vale - abrió un poco el probador y observó los alrededores, de momento no veía a ningún acosador gótico a la vista – Oye Atsushi-kun, ¿te vas a llevar esa sudadera?
- Pues... creo que no.
- ¿Por qué?
- Me queda rara ¿no?
- No lo hace, además te gusta, por algo te la has querido probar.
- Pero... pero... ¿de verdad cree que me queda bien?
- Claro, ahora mismo esa sudadera se encuentra en el puesto número dos en el top de cosas que te quedan bien.
- ¿Cuál ocupa el uno?
- El legendario traje Ero-maid neko por supuesto - contestó sin dudar con un brillo en los ojos.
- Pero si nunca me ha visto con eso puesto.
- Jujuju, ¿es una indirecta de que te lo quieres probar?
- No.
Un golpecito en el hombro de Dazai fue la señal de que Atsushi había terminado de cambiarse. Ambos se asomaron por la puerta del probador para confirmar una vez más la ausencia de Akutagawa. Al tener el camino libre, salieron más relajados. Dazai se dirigía a la salida, pero Atsushi paró al mirar de lejos la caja. Ante tal escena, Dazai solo se le pudo quedar mirando enternecido, Atsushi era lindo en muchos ámbitos de la vida.
- ¿Qué pasa, gatito?
- ¿Eh? No... nada.
- Oye, antes no estaba hablando de broma. Te queda muy bien.
- ¿En serio? - le miró apenado, haciendo que Dazai tuviera que girar el rostro para no morir por sobredosis de kawaiidosidad, ¿se podía morir de eso? - E-entonces... ¡espéreme aquí!
Dazai asintió con la cabeza todavía sin dirigirle la mirada. Mientras ellos todavía seguían en la tienda, un inconforme Akutagawa seguía revisando los alrededores con Higuchi siguiéndole de cerca.
- ¡Senpai! - para mantenerle el ritmo, Higuchi se vio obligada a acelerar sus pasos – Se nos hace tarde, ¿por qué no nos vamos ya?
- No me iré hasta ver a Dazai-san.
- Pero Dazai Osamu no está aquí.
- Lo está. Lo siento aquí - señaló su nariz – Y por supuesto que aquí - bajó su mano para señalar su pecho.
- Senpai... a veces exagera.
- ¿Ah? - sus ojos negros como la noche se posaron con rabia encima de Higuchi, poniendo a la mujer la piel de gallina - ¿Has dicho algo?
- Será un honor proseguir con su búsqueda de Dazai Osamu – le dedicó al gótico un saludo digno de un soldado militar que solo deshizo cuando este dejó de mirarla.
Para desgracia de Higuchi, el sentido del olfato de Akutagawa no se equivocaba y le mantenía rondando todavía cerca de la tienda donde ella sabía que se encontraba el objeto de interés de su representado. A este paso, Akutagawa le acabaría encontrando y se pegaría a su espalda más fuerte que una garrapata a un perro. Debía hacer algo para distraer su atención, pero ¿qué?
Sus ojos acabaron bajando hacia una de las bolsas que llevaba, era una bolsa con "esa" clase de contenido. Visto lo visto, esta era la única opción que le quedaba. Tras pedir perdón a buda, a dios y a cualquier deidad existente que pudiera castigar sus acciones, empezó a balancear la mencionada bolsa entre sus manos.
- Lo siento, pero... ¡¡Es por un bien mayor!! - Higuchi acabó lanzando con fuerza la bolsa contra la primera persona que se cruzó en su camino, haciendo que esta junto a sus compras y a la bolsa que ella lanzó, acabaran tirados en el suelo - ¡Waa! ¡Akutagawa-senpai, un pervertido está intentando robar sus compras!
- ¿Mm? - desinteresado se dio la vuelta, pero cuando vio que lo que dijo Higuchi parecía estar pasando de verdad, se dirigió con rabia hacia el desconocido en el suelo.
- ¡Pero ¡qué dices! ¡¿Se te ha ido la...?! - el desconocido levantó el rostro, dejando ver que no era tan desconocido como se creía ya que la víctima que el azar había elegido había sido ni más ni menos que Nakahara Chuuya - Pero tú... tú eres la mánager de Ryu... ¡De Akutagawa!
- Nakahara Chuuya - murmuró su nombre al reconocerle, pero no tardó en alejar la mirada temiendo la futura masacre que iba a tener lugar – Lo lamento, sé que iré al infierno por esto.
- ¿Qué? ¿Se puede saber de qué hablas? Oye, se te ha caído tu... - agarró la bolsa que Higuchi le había lanzado, pero al cogerla al revés, el contenido acabó cayendo a su regazo – Pero esto es... - sus manos recogieron la fina y suave prenda oscura. Al estirarla delante de sus ojos pudo comprobar que eran unas braguitas de encaje negras - ¡¡¡IIIIIIIAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! - el chillido que emitió fue propio de un virgen que en su vida había tocado ropa interior perteneciente al género opuesto - ¡¡¡¡¡T-t-tu...!!!!!! ¡¡¡¡¡¡AAAAAHH!!!!!!
- No es mío.
Lo dicho por la mujer le confundió, pero todo pareció aclararse cuando Higuchi se hizo a un lado y dejó pasar a la delgada figura de un Akutagawa rodeado de ira asesina.
- Ay...
- Te mataré - sin fijarse en quien era, Akutagawa le tomó del cuello de la camisa, poniéndole de pie con sorprendente facilidad - Abriré tu laringe y sacaré tus cuerdas vocales para hacerme una corbata con ellas.
- ¡NOOOOO! ¡Las necesito para trabajar!
Al reconocer la voz de la persona que tenía sujeta, Akutagawa dejó ir el aura asesina que nublaba su vista y alejó sus manos de él.
- Chuuya-san, no sabía que era usted – hizo una reverencia delante de él - Lo lamento.
- N-nada... no ha sido nada – su alma regresó a su cuerpo después de que Akutagawa le reconociera y es que en momentos como estos se alegraba de caerle bien – O-oye... e-esto... - con su mano temblando intentó enseñarle la prenda de lencería, pero antes de que pudiera enseñarle algo, Akutagawa se puso de rodillas delante de él - ¿Eh...? ¡¡¿Q-qué haces?!! - la pervertida mente de Chuuya no pudo evitar pensar que se ponía de rodillas para otra cosa - ¡En público no! ¡Quiero decir! ¡Primero la boda y....! Joder, ¡a la mierda la boda, la haremos después de esto!
- ¿Mm? - Akutagawa levantó la mirada para observarle extrañado - ¿De qué habla?
- Pu-pues... - el rostro de Chuuya perdió completamente su color cuando vio como Akutagawa estaba recogiendo sus compras las cuales también cayeron por el choque que causó Higuchi – Oh mierda...
- Higuchi ha tirado sus cosas, no se preocupe, la castigaré debidamente.
- Senpai... - la mujer gimoteó entre lágrimas ante la amenaza.
- ¡No hace falta que los recojas!
- Sí que hace falta - acabó recogiendo entre sus manos varias de las compras de Chuuya las cuales parecían ser solamente mangas – Chuuya-san, ¿le gustan los mangas?
- ¡No, no! ¡S-son para un amigo! ¡No los mires! - aunque intentó arrebatárselos de las manos, ya era muy tarde porque Akutagawa se fijó en la portada de uno.
- Chuuya-san.
- ¿S-sí? - preguntó con miedo, podía jurar que su sangre se había congelado tanto que debía haberse vuelto un granizado.
- ¿Estos son sus gustos? - dio la vuelta al manga que sostenía en sus manos, dejando ver en la portada a una chica vestida de negro, con su ropa algo desarreglada y con un misterioso líquido blanco manchándola por diversas zonas.
- No... ¡N-no es por gusto personal! ¡E-e-es por trabajo!
Chuuya decidió guardar silencio tras eso. Lo que acababa de decir era un 50% mentira y un 50% verdad. Como virgen de 22 años que trabaja en la industria del hentai, solo podía acercarse de esta manera al cuerpo desnudo de una mujer y además la chica de la portada tenía un claro estilo gótico con medias de rejilla, cadenas y botas altas y para qué mentir, Chuuya tenía un gusto especial por los góticos culones causado por Akutagawa.
Higuchi se le había quedado mirando mal. Para ella era muy sospechoso que todas las protagonistas de los mangas hentai tirados por el suelo compartieran estilo de vestimenta con su representado. Honestamente, Chuuya debía ser muy ingenuo si esperaba que Akutagawa le creyera.
- Comprendo, es un asunto de trabajo. En ese caso no se puede hacer nada.
- ¡Le creyó! - Higuchi se tapó la boca por la sorpresa para después recibir una mala mirada de Akutagawa.
- ¿Insinúas que Chuuya-san miente?
- ¡NO! ¡Nunca!
Retiró la mirada asesina que le dedicaba a la mujer para mirar relajado a Chuuya.
- Es mucho material de trabajo, déjeme ayudarle.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo te voy a hacer cargar con esas cosas?! ¡La gente pensará que eres un pervertido! - todo esto lo dijo mientras agitaba ambos brazos, sin recordar que en una de sus manos tenía la prenda de lencería.
- El pervertido lo parece usted ahora mismo - murmuró Higuchi - ¿Quiere dejar de agitar eso?
- ¡¡¡¡IIIIIIAAAAAA!!!!!!! - cuando recordó lo que tenía en la mano, el rostro de Chuuya se puso rojo y caminó alarmado hacia atrás hasta chocar con una delgada figura de pelo blanco - ¡Lo...! - cortó su disculpa al encontrarse de lleno con los ojos de dos colores pertenecientes al seiyuu novato que encontró gozando de lo lindo en el regazo de Dazai – Oh mierda.
- Usted – la expresión de Atsushi se volvió de desagrado al reconocerle y empeoró todavía más cuando vio lo que Chuuya llevaba en la mano – ¿No le da vergüenza hacer ese tipo de cosas en un lugar público? Aquí vienen niños.
- Eso Chuuya, que poca vergüenza - Dazai le dio la razón al menor.
- ¡IMBÉCIL! ¡No vengas ahora a darme lecciones de ética y moral! ¡El único degenerado eres tú! - señaló a Dazai - ¡Asaltacunas!
- Di lo que quieras, pero yo no soy la persona que está andando con unas braguitas en la mano.
- ¡AH! ¡NO ES LO QUE PARECE! ¡YO NO SOY UN DEGENERADO!
- Chuuya-san, tome su hentai.
- ¡NO, PERO AHORA NO!
Akutagawa le miró confuso pero sus ojos no tardaron en irse a las dos personas delante de ellos. Al ver a Dazai se emocionó pero al mirar la persona a su lado no pudo evitar acabar frunciendo el ceño.
- Vaya, nos encontramos otra vez - comentó sin ninguna ilusión Atsushi.
- Puta.
- Oye.
- ¿Qué haces con Dazai-san? ¿Le querías seducir comprando lencería? Pero que bajo has caído.
- ¡Pero si esa estrategia es tuya! Además - miró de reojo a Chuuya y la prenda de ropa interior que llevaba en la mano - ¿Y vosotros qué hacéis juntos? ¿Vais a continuar lo del ascensor? Creía que en tu cabeza solo estaba Dazai-san pero parece que estás abierto a más personas.
- Mi cuerpo y mi alma pertenecen a Dazai-san y la presencia de una putita de cabello asimétrico no va a cambiar eso. Dicho esto, entrega a Dazai-san si no quieres que te arranque el brazo a mordiscos.
- ¿Por qué me tratas como si estuviera secuestrado?
- Dazai-san, no se preocupe, he llegado y le salvaré de esta gata roba hombres – se adelantó para atrapar el brazo de Dazai y tirar de él pero con lo que no contó es que Atsushi agarrara el otro, impidiendo así que pudiera llevárselo - ¿Qué haces?
- No, ¿qué haces tú? No puedes decidir donde quiere estar una persona.
- Dazai-san quiere estar conmigo, esa es una verdad absoluta.
- ¡Mentira! No quiere.
- Sí quiere, Dazai-san desea tomar mi cuerpo y enterrarse entre mis piernas.
- ¡Eso es lo que quieres tú que te haga! Dazai-san, dígale algo.
- Me vais a dejar sin brazos – se quejó debido a la fuerza con la que ambos tiraban de cada extremidad.
- Zorra, haces daño a Dazai-san, suéltale.
- No, el daño se lo haces tú. Eres el más bruto.
Mientras ambos chicos tiraban de Dazai, Chuuya observaba detrás de ellos como su presencia había sido olvidada rápidamente.
- ¿Hola? Sigo aquí.
- ¡Suelta ya, puta! - todavía sujetando uno de los brazos de Dazai, Akutagawa usó su mano libre para empujar a Atsushi, este se vio obligado a retroceder unos pasos hasta chocar con Chuuya.
- ¡Ay! ¡Eres un bruto! - se giró para mirar a Chuuya pero al tener de frente el rostro del que él creía que era un pervertido, su cuerpo actuó soló y acabó estampando su mano en la mejilla del contrario.
- ¡AY! - se sobó su mejilla golpeada - ¡¿A qué viene eso?!
- E-es que... ha sido un acto reflejo, como usted es un pervertido pues...
- ¡Que no soy un pervertido!
- Pero Dazai-san dijo que usted tenía un fetiche por los góticos culones, lo cual me confirma que usted es un degenerado.
- ¡Deja de creer cada estupidez que te dice el idiota este!
- Pero yo le vi, le vi a usted con Akutagawa en el ascensor. Chuuya-san es un baboso, un alcohólico y un borde, eso fue lo que dijo Dazai-san y sus acciones me confirman que él me dijo la verdad.
Chuuya se quedó con la boca abierta, anda que menudo amigo tenía. Le había dicho de todo sobre él menos cosas bonitas. Porque le podría haber contado otras cosas, como que... o tal vez... Ahora que se ponía a pensarlo, sus virtudes no eran algo sobresaliente de él. A pesar de esto, no iba a dejar que su imagen se viera dañada por las tonterías que salían de la boca de Dazai así que intentó defenderse, pero alguien se le adelantó.
- ¿Qué haces...? - el ceño de Akutagawa se encontraba fruncido y las venas empezaban a marcarse por su frente debido a la rabia – Le pegas, le llamas "pervertido" y además le tratas como "Chuuya-san"... Tienes la osadía de maltratarle, insultarle y para colmo llamarle por su nombre ¡¿Pero cómo puedes ser tan zorra?!
- ¡Ay! ¡¿Qué haces?!
Akutagawa acabó tirando con fuerza del mechón de pelo más largo de Atsushi pero este no se quedó quieto y tiró también de su pelo, comenzando una nueva pelea física entre ellos. Dazai estampó su mano contra su frente, Akutagawa tenía la mecha muy corta y saltaba enseguida con nada, aunque en el fondo sabía que si veía a Atsushi al lado de Chuuya iba a acabar reaccionando igual que si le veía a él al lado de Atsushi.
- Se están pegando, ¡haga algo! - Higuchi tiró con fuerza de Dazai para incitarle a actuar.
- Vale, vale. ¡Hey, Akutagawa! Sit, la patita.
- ¡IMBÉCIL! ¡¿Qué te crees?! ¡¿Que mi Ryu es un perro?! ¡QUIERO DECIR! ¡¿Qué te crees que Akutagawa es un perro?!
- Bueno, no soy yo quien quiere ponerlo a cuatro patas.
- ¡¿DE QUÉ VAS?! ¡Asaltacunas!
- ¿Ah? ¿Dices algo Chuuchuu? Oigo tu voz, pero no te veo, ¿no habrás encogido? Eso te pasa por meterte en la lavadora con el programa lavado en seco.
- ¡Sabes que estoy abajo! ¡AAAAHHH! ¡NO TE SOPORTOOOOOO!
Higuchi observó en pánico como ahora se ponían a pelear las personas que tenían que separarles mientras los otros dos seguían intentando arrancarse los pelos entre ellos. Para lo que tenía que aguantar, el salario de Higuchi no era lo suficientemente alto.
Mientras esto pasaba, en el restaurante en el que estaban los demás, Kenji terminaba su sexto estofado de res, dejando a Junichiro mirándole estupefacto ya que el chico parecía que podía seguir comiendo más.
- ¡Ah, qué bueno estaba! - separó el tazón de sus labios para sobar su tripita – Pero Sushi-san no llega todavía, ¿dónde estará?
Naomi empezó a pensar en una respuesta lógica y cuando la halló, se cruzó de brazos mientras fruncía el ceño.
- ¿No será que ha tenido un encuentro romántico con un chico guapo y nos ha dejado tirados?
- No creo que Atsushi hiciera eso, Ranpo-san, ¿tú qué opinas?
- ¿Yo? Pues... - sus ojos se abrieron y señaló hacia fuera del restaurante - ¿No crees que allí se está acumulando mucha gente?
Junichiro no entendió, ¿por qué le cambiaba de tema?
- Sí, parece ruidoso pero...
- ¿Darán algo gratis? ¿Mangas BL gratis tal vez? - los ojos de Noami se iluminaron ante la posibilidad pero Ranpo negó con la cabeza.
- Debe ser una pelea de animales.
- ¿Animales? - una vez más, Junichiro no entendía - Pero si los animales no pueden entrar en el centro comercial.
- ¿No? Pues yo creo que un perro y un gato se están pegando.
Junichiro miró a Naomi para ver si ella entendía pero su hermana se encogió de hombros en una clara señal de que tampoco entendía. Por su parte, Kenji solo parpadeaba confuso con una sonrisa al no entender nada, sin embargo, Kyouka si que pareció entender lo que estaba intentando decir.
- Yo... debo ir al baño - sin darle tiempo a que nadie le preguntase nada, Kyouka abandonó el restaurante y se dirigió hacia donde la gente estaba reunida. Tras hacerse un hueco, no tardó mucho en descubrir aquello que llamaba la atención de tanta gente. Tal y como dijo Ranpo, había un perro y un gato pegándose en el suelo aunque esos animales tenían nombre y apellidos.
- ¡No permitiré tu trato de fulana ante hombres respetables como Dazai-san y Chuuya-san!
- ¡La fulana eres tú! ¡Que yo sepa, yo no era el que estaba sin pantalones y encima del pervertido de Chuuya-san en el ascensor!
- ¡¡Vuelve a llamar a Chuuya-san pervertido y te arrancaré la lengua para dársela de comer a las ardillas del parque!!
- ¡¡AY!! ¡Suéltame, psicópata!
- ¡¡Chuuya-san es un hombre honrado y respetable!! ¡¡Una puta como tú no está en posición de insultarle!!
Kyouka apartó la mirada de los dos chicos arrancándose los pelos en el suelo para mirar a los adultos responsables que debían separarles. ¿Qué hacían? Pues discutir entre ellos. La chica suspiró frustrada y caminó hacia ellos. Cuando los cuerpos de Akutagawa y Atsushi chocaron contra sus piernas, ambos levantaron la mirada hacia la chica. Atsushi intentó decir algo, pero la sombría mirada de Kyouka se lo impidió.
- Akutagawa Ryunosuke. ¿Qué haces?
El cuerpo del gótico se tensó todavía tirando del mechón largo del pelo de su víctima.
- Castigar... a las gatas irrespetuosas - intentó contestar con calma.
- Tal comportamiento no es aceptable - miró de reojo como la gente que se acumulaba a su alrededor seguía creciendo. Ante esto, suspiró y agarró con fuerza de la oreja de su primo para hacerle ponerse de pie.
- ¡Ky-Kyouka! ¡¿Qué haces?!
- Repite conmigo.
- ¿Qué?
- Repite conmigo - volvió a repetir con un sentimiento más tétrico en sus palabras que asustó hasta a Atsushi – "Lo siento".
- No – ante su negativa, Kyouka tiró con más fuerza de su oreja, haciendo que cambiara de opinión - Lo... - observó con rabia a Atsushi todavía en el suelo – Lo siento, zorra.
- No – Kyouka soltó su oreja y agarró su brazo, pasándolo con fuerza detrás de su espalda y causándole dolor por esto – Eso no es lo que yo he dicho.
- ¡Vale, vale! ¡Pero suéltame! - su brazo acabó siendo liberado y aunque seguía mirando mal a Atsushi, se podría decir que la rabia con la que le miraba había bajado – Lo... - miró de reojo a Kyouka, esta seguía mirándole mal – Lo siento.
- Por insultarte en la radio.
- Por insultarte en la radio - repitió después de la chica.
- Por insultarte ahora.
- Por insultarte ahora.
- Y por tirarte del pelo.
- Por tirarte de tu asqueroso... de tu pelo - rectificó en el momento en que le pareció ver como Kyouka volvía a tener la intención de agarrarle el brazo otra vez.
Atsushi se le quedó mirando raro, apreciaba las intenciones de Kyouka pero seguía pensando que una disculpa de Akutagawa era papel mojado, es decir, no servía para nada ya que no lo decía en serio y la próxima vez volvería a actuar igual.
- Kyouka-chan, gracias pero... - se levantó del suelo, sacudió su ropa y recogió su única compra del día que había acabado en el suelo por culpa del gótico - Me dan igual sus disculpas, no tienen sentido si no son sinceras. Ahora mismo me duele un poco la cabeza, me iré a casa, despídete de los demás por mí.
Kyouka intentó decir algo, pero Atsushi ya estaba abandonando el centro comercial, cuando Dazai se percató de eso, ignoró la discusión que mantenía con Chuuya y salió corriendo detrás de él.
Ninguno de los dos hablaba en la parada de autobús en la que se encontraban ahora. Dazai solo miraba la carretera mientras que Atsushi mantenía la bolsa de su única compra apretada contra su pecho con la mirada agachada. En un intento de romper el incómodo ambiente que se estaba formando, Dazai decidió hablar.
- Se disculpó... ¿no?
- ¿De qué sirve eso? - apretó con más fuerza la bolsa – Odio eso, las palabras vacías, de verdad que las odio y a él también ¡De verdad que no le soporto! - emitió un grito ahogado que sonó más como un gatito quejándose que como alguien enfadado de verdad, lo cual obligó a Dazai a cubrirse la boca para controlar la risa - ¡Pero bueno! ¿De qué se ríe?
- Nada, nada, supongo que no puedes evitar ser un gatito.
- De verdad, no sé cómo le soporta – un suspiro exasperado se escapó de sus labios – Está loco, es un psicópata, un bruto, un pervertido y un acosador. ¿Por qué siquiera le habla? Él es todas esas cosas y aun así usted... aun así usted dice que es importante, no lo entiendo - murmuró eso último.
- No te voy a negar que Akutagawa es complicado, pero creo que, si no fuera complicado, no sería él.
- Complicado y bruto son dos cosas distintas.
La conversación de ambos se vio interrumpida con la llegada del autobús. Atsushi fue el primero en subir y recibir una mirada extrañada del conductor, no tardó mucho en darse cuenta de que era por su pelo despeinado debido a la pelea que mantuvo con el gótico. Se lo peinó rápidamente mientras el hombre le cobraba el viaje, después caminó por el pasillo del vehículo buscando un sitio libre hasta encontrarlo y dejarse caer ahí totalmente derrotado. ¿Cómo era posible que no existieran días normales en su vida?
- ¿Sabes, gatito? Me sorprende lo fuerte que es tu pelo si después de un tirón de Akutagawa no te has quedado calvo - comentó Dazai, el cual había ido detrás de él solo que no se sentó en ningún sitio, se mantuvo de pie a su lado.
- No sé, vendrá de familia. El pelo de mi padre era muy resistente.
- ¿Te pareces a tu padre?
- Supongo que un poco, pero tengo los ojos de mi mamá ¡digo! De mi madre – su rostro se coloreó de rojo por haber usado una palabra tan infantil como mamá.
- No te avergüences por llamarla mamá. ¿Tienes alguna foto suya?
- ¡Sí! - emocionado, Atsushi sacó de su cartera una foto de una mujer joven con los mismos ojos que él - Esta es mi mamá, bu-bueno... - su mirada se volvió nostálgica mientras observaba la foto – Era mi mamá.
- Ya veo – Dazai se acercó un poco más para mirarla mejor – Es una mujer muy guapa.
- Era.
- Es – le corrigió - Y se parece a ti.
- ¿Sí? - se emocionó por el comentario – Se llamaba... se llama Chiyo.
- Es un nombre muy bonito.
- Significa "eterno" - comentó con una sonrisa – Es muy buena. Dazai-san, ¿usted a quién se parece?
- ¿Yo? Pues... no sé, ¿a mí madre?
- ¿En serio? ¿Puedo ver una foto?
- Claro – Dazai desbloqueó su móvil y le enseñó una foto de Kunikida regañándole - Ahí la tienes.
- Esa... esa no es su madre.
- ¿No? - giró el móvil para mirar confuso la pantalla – Si que lo es.
- Ese es Kunikida-san.
- Pues eso, mi madre.
- Él no es... - negó con la cabeza, esa era una batalla perdida – Bueno, da igual. Dazai-san, ¿qué significa su nombre?
- ¿Mi nombre? Pues Osamu significa... "gobernante". Me viene bien ¿no crees?
- Pues...
- También puede significar "disciplina". Sí, definitivamente encaja conmigo.
- No, no lo hace - comentó por lo bajo.
- Atsushi significa algo así como "guerrero compasivo", a lo mejor por eso te estás metiendo siempre en peleas.
- No es por eso y lo sabe.
- Ya, ya, era broma - acarició los cabellos blancos de Atsushi pero este negó con la cabeza para rechazar la caricia.
- No bromee con eso, sigo algo molesto – para alejarse un poco de Dazai, se movió hacia la derecha, chocando con la persona que ocupaba el asiento de al lado – Lo siento, no quería... - se quedó sin palabras al ver que la persona sentada a su lado era un hombre mayor algo regordete y sudado. No le conocía, pero su aspecto le recordaba demasiado a un mal recuerdo de su pasado.
- No pasa nada – el hombre aceptó su disculpa y emitió una tos que delata que era fumador.
Los labios de Atsushi se separaron, pero ninguna palabra salió, su estómago se había revuelto y sentía de repente unas terribles ganas de vomitar. Era un desconocido, pero los malos recuerdos que le daban su aspecto eran suficiente para querer hacerle vomitar.
- Da... Dazai-san – llamó con dificultad al hombre a su lado.
- ¿Sí?
- Me encuentro... - controló una arcada tapando su boca – Me encuentro un poco mal.
Dazai se agachó y despejó con su mano el poco flequillo de Atsushi para tomarle la temperatura. No parecía tener fiebre, pero de verdad se le veía mal.
- Espera aquí.
- ¡No! - en un acto reflejo se agarró de su brazo – No quiero... - miró de reojo al hombre sentado a su lado – No quiero quedarme solo...
No discutió más, tomó la mano de Atsushi y le hizo levantarse del asiento para caminar por el pasillo y llegar al conductor. Este se percató de sus presencias, pero no despegó la mirada en ningún momento de la carretera.
- La siguiente parada es en 30 minutos, esperen en sus sitios por favor.
- Pare ya – le ordenó Dazai ignorando lo que le acababa de decir.
- ¿Qué? No puedo, la siguiente parada es en 30 minutos.
- Que pares.
- Señor, son 30 minutos.
Al sentir como Atsushi aumentaba la fuerza de su agarre, Dazai frunció el ceño y volvió a exigir lo mismo, pero de una manera más brusca.
- ¡Para el puto autobús!
El conductor se asustó por el tono de voz que había usado y es que ser seiyuu tenía sus ventajas ya que aprendías lo útil que podía llegar a ser cambiar el volumen de tu voz para intimidar a alguien. El hombre no respondió más, detuvo el autobús bajo la confusa mirada de los pasajeros y los pitidos de los coches detrás de él.
En el momento en que la puerta quedó abierta, Dazai bajó rápidamente del autobús todavía con Atsushi tomando su mano con fuerza. Buscó con la mirada algún baño público que pudieran usar, pero no había ninguno a la vista.
- Dazai-san...
- Aguanta un poco ¿vale?
- N-no, no es eso... - despegó su mano de su boca con la que controlaba las arcadas – Ya me encuentro mejor.
- ¿Seguro?
- S-sí, ha tenido que ser... - el señor que estaba sentado a su lado volvió a su mente – Un mal recuerdo, supongo – la mirada de Dazai le hizo saber que eso no le convencía así que suspiró derrotado y se dirigió al primer banco que encontró para sentarse allí seguido del castaño - ¿Era cierto lo que me dijo?
- ¿El qué?
- Lo de que puedo compartir mis cargas con usted, eso... ¿usted lo decía en serio? - preguntó algo inseguro, pero se notaban sus nervios por recibir una respuesta afirmativa.
- Claro - usó su dedo índice para colocar el mechón más largo del pelo de Atsushi detrás de su oreja - ¿Qué es lo que pasa?
Al recibir la afirmativa, Atsushi se sintió más tranquilo. Había sido mucho tiempo aguantando todo esto solo, ansiaba de verdad poder desahogarse con alguien.
- Yo... yo no he vivido en mi apartamento actual desde siempre.
La desvelación no sorprendió de ninguna manera a Dazai, la verdad es que lo sospechaba. Después de todo antes de que sus padres fallecieran, ellos eran un total de tres personas, pero su vivienda actual era demasiado pequeña para que tres personas desarrollaran una vida normal.
- Vivía con mis padres en un apartamento más grande. Sus sueldos no eran muy altos y entre los gastos y los ahorros para ir a Disneyland, tampoco nos podíamos permitir una casa propia así que vivíamos pagando un alquiler al casero – al mencionar al hombre, el rostro de Atsushi empezó a cambiar a uno de disgusto – El caso es que el casero... era un poco raro. A veces se me quedaba mirando, sé que mirar no es delito, pero sus ojos eran... no sé, no me gustaban.
- ¿Era como el señor del autobús?
- Sí, algo se parecía. Sudaba mucho debido a su sobrepeso y siempre andaba emitiendo toses secas por el tabaco.
- ¿Él es la razón por la que ya no vives en tu antiguo apartamento?
Atsushi asintió con la cabeza y dejó la bolsa que llevaba a su lado para mirar hacia el cielo.
- Cuando mis padres murieron, yo me quedé sin dinero. Podía tener lo básico para comprar algo de comida, pero desde luego no me llegaría para pagar el alquiler.
- ¿Te echó?
- No, él me ofreció... otro medio de pago, supongo.
Definitivamente a Dazai no le gustó como sonaba eso.
- ¿Qué te ofreció?
- Dijo que... - se revolvió incómodo por las palabras que iba a decir – Dijo que me perdonaría el alquiler si me acostaba con él. Yo no lo entendí bien en su momento, era un niño después de todo, pero él... - tragó duro, al hablar de esto sí que estaba empezando a ponerse enfermo - Él me acarició la cabeza y me habló tan cerca que puede oler esa mezcla rara de tabaco y alcohol que emitía su aliento, me dijo que yo solo tenía que quitarme la ropa y dejar que él...
- ¿Qué hiciste? - le interrumpió Dazai.
- Abandoné el piso. No lo entendía bien, pero yo no quería desnudarme delante de él. Acabé encontrando mi apartamento actual, me sentí aliviado de que la casera era una mujer ya que pensé que ella no querría cobrarse... de esa manera.
Tras acabar su relato, ninguno de los dos habló. Se mantuvieron en silencio mientras las personas continuaban pasando por la calle. Atsushi se sintió mal por eso, puede que contarle esa parte de su vida no haya estado bien porque seguro que le había incomodado.
- Puede que me haya pasado contan... - sus palabras se vieron interrumpidas cuando Dazai tiró de su brazo. Cuando Atsushi se quiso dar cuenta, los brazos del castaño le estaban envolviendo en un abrazo, lo cual hizo que sus mejillas se tiñeran de rojo por esto – Da.... ¡Da-da-da-dazai-san! ¡¿Q-q-q-q-qué...?!
- No es nada justo, todo lo que te ha pasado no es justo.
- Da-da-da... - su nerviosismo y vergüenza al estar siendo abrazado le impedían hablar de manera correcta.
- Sigo estando aquí ¿vale? Si alguien en tu vida te vuelva a proponer algo tan asqueroso, dímelo y le partiré la cara.
- Y-yo no quiero que usted le parta la cara a nadie.
- Vale, pues dímelo y le partiré la cara a tus espaldas.
- Eso es lo mismo.
El cuerpo de Atsushi se relajó mientras le mantenía atrapado en ese abrazo. Sin entender muy bien por qué, sus ojos empezaron a picar y antes de que pudiera darse cuenta, las lágrimas estaban empezando a caer.
- ¿Qué te pasa? - Dazai se percató de sus lágrimas e intentó separar sus cuerpos, pero para su sorpresa, Atsushi le devolvió con fuerza el abrazo, evitando así que se separase – Atsushi-kun...
- Pe-perdón... es que... hace mucho tiempo que nadie me abraza y no sabía... no sabía cómo reaccionar. ¿L-le molesto?
Dazai pasó su mano por los blancos cabellos del contrario, este solo respondió llorando más fuerte y ocultando más su rostro en el pecho del mayor. No recuerda cuando fue la última vez que se permitió llorar así, tal vez fuera en el entierro de sus padres. Desde ese día había tenido que aguantar las lágrimas si quería seguir adelante, llorar no le devolvería a sus padres, pero le serviría para desahogarse, para dejar salir todo lo que había aguantado. A pesar de esto no lloró, pero no porque no quisiera desahogarse, simplemente no se sentía cómodo llorando en ningún lado o así era hasta quedó atrapado entre los brazos del seiyuu de sensual voz.
Sus brazos eran cálidos y sintió que allí podría llorar todo lo que había aguantado durante todo este tiempo.
- ¿Cuándo pasó eso? - preguntó Kunikida al castaño tras abrir una lata de café.
- Después de la muerte de sus padres - tiró su lata vacía a la papelera y se quedó en silencio esperando a que Kunikida dijera algo más. El día de ayer Atsushi le había dado el permiso para comentar este suceso con su manager. Se lo habría contado el propio Atsushi pero el chico no se sentía muy cómodo volviendo a contar la historia así que Dazai aceptó esa tarea.
- Es asqueroso, en la sociedad escasea la ética y la moral. ¿A qué clase de persona se le pasa por la cabeza ofrecer sexo a un niño como medio de pago?
Dazai se encogió de hombros y observó de reojo como la mano de Kunikida empezaba a temblar.
- ¿Estás bien?
- No, joder - tiró con rabia su lata prácticamente entera a la papelera, eso sorprendió a Dazai, era raro ver a Kunikida decir palabrotas - ¿Qué miras?
- Nada, se nota que eres nuestra mamá. Quieres partir la cara al viejo que se atrevió a decir eso a Atsushi-kun, ¿verdad?
- No digas tonterías - sacó un pañuelo y secó sus manos las cuales se mojaron un poco con el café que tiró - Claro que me enfada, pero no soy un sicario. No voy a buscar a alguien para pegarle.
- ¿No? Vaya – puso cara de molestia.
- Y a ti que ni se te pase por la cabeza, eres un seiyuu no un mafioso.
- Oh, entonces si me vuelvo mafioso, ¿te parecerá bien que busque al viejo ese y le dé una paliza?
- ¡Ja! ¿Tú, mafioso? No podrías vaguear así que no te veo haciendo eso, además el perrito faldero de Akutagawa te seguiría y si ya su forma natural es violenta, su forma mafiosa no quiero ni pensarla.
- Sí... puede que él matase a alguien de verdad y sería más problemático porque Chuuya vendría detrás y no sé, ¿no hay un mínimo de altura para entrar en la mafia?
- Mejor sigue siendo un seiyuu vago por el bien de la sociedad – Kunikida se alejó de la máquina expendedora donde estaban y fue hacia la cafetería con Dazai detrás - Aunque diga que no le buscaría... - colocó bien sus gafas con su dedo corazón - Si llegase a aparecer delante de mí creo que tomaría las medidas correctas para asegurarme de que nunca vuelva a decir algo así a un niño.
- Una forma muy rebuscada de decir "le patearía el estómago hasta que vomitase sus intestinos", pero si no lo dijeras así no serías nuestra mamá.
- ¡Cállate!
- Nuestra mamá tsundere.
Ambos acabaron entrando en la cafetería donde ya estaban Ranpo, Poe, Kenji, Kyouka y Atsushi, este último fue el primero en percatarse de su presencia y les dedicó una sonrisa algo nerviosa porque ya sabía de lo que habían estado hablando.
- Ho-hola...
- Hola - masajeó su cuello algo tenso – Oye.
- ¿S-sí?
- ¿Has desayunado bien?
Atsushi respiró más tranquilo al ver que Kunikida hablaba normal con él.
- Sí - asintió contento – Dazai-san me dio de su leche.
Las venas se hincharon en la frente de Kunikida y se dio la vuelta para agarrar del cuello de la camisa al castaño.
- ¡¡¿QUÉ?!!
- ¿Qué de qué?
- ¡¡¡EXPLÍCATE AHORA MISMO!!!
- ¿Ah? - Dazai arqueó una ceja – Atsushi-kun quería leche, yo se la di. ¿Fin?
- ¡¡¡¿CÓMO?!!!!
- La leche de Dazai-san estaba buena.
- Pídemela cuando quieras.
- Pero tampoco quiero abusar.
- ¡¡¡¡¿EEEEEEEH?!!!!!!!!
- Kunikida, que están hablando de leche de verdad – le aclaró Ranpo.
- Claro, ¿de qué otra leche se puede hablar? - la cara inocente de duda de Kenji fue tan pura que algunos tuvieron que apartar la mirada.
- Me exprimiré al máximo si Atsushi-kun quiere más leche.
- ¡PERO TÚ LO ESTÁS HACIENDO A PROPÓSITO! - empezó a zarandear al castaño.
- Madre, por favor deténgase. Hay niños delante.
- Ah, no se corte por nosotros Kunikida-san, ya nos tenemos que ir. ¿Verdad, Kyouka?
La chica solo asintió para después levantarse y depositar al mapache que tenía entre brazos en el regazo de su dueño.
- Un placer conocerle, Ranpo-san es un poco infantil, pero téngale paciencia.
- Oye, ¿te parece bonito llamare infantil cuando yo soy el adulto?
- La madurez está en la mente, no en la edad.
- Cierto y la mente de Ranpo-san está todavía con Bob Esponja... ¡ay! - Dazai se quejó cuando recibió un tenedorazo en la frente cortesía de la persona con la que se acababa de meter – Ouch, perdóneme su excelentísimo Ranpo-sama.
- No me da la gana, vete ya de aquí.
- Pero lo de la madurez es cierto - murmuró Poe aunque para su desgracia fue escuchado perfectamente por Ranpo.
- ¿Sí? Jajaja, pues ya que soy tan niño, tendré que dejar de hacer lo que hacemos por la noche. ¡Pero tranquilo! Que para algo tienes la mano derecha.
- ¿Para escribir? - la inocencia de Kenji volvió a salir a la luz, poniendo mal cuerpo a todos los allí presentes.
- ¡Iros ya! - Kunikida se apresuró y los empujó hacia la salida, pero Atsushi fue detrás de ellos.
- ¡Kyouka-chan! - al llamar la atención de la chica, esta se dio la vuelta esperando que el otro continuara hablando – Estoy agradecido por lo que hiciste ayer, pero no quiero escuchar una disculpa de Akutagawa que no sea sincera.
- Comprendo, perdona mis acciones entonces, yo solo quería... - incapaz de continuar hablando, Kenji siguió sus palabras.
- Kyouka quiere ser tu amiga, ¿a qué sí?
- El término "amistad" es complejo, podemos empezar como "conocidos" si lo deseas.
La acción de una chica de secundaria con problemas para relacionarse intentando pedirle ser su amiga se le hizo realmente tierno. Tanto Kyouka como Kenji eran buenos chicos y lo que más aliviaba a Atsushi es que tenían tantos adultos a su alrededor que velaban por su seguridad, así era menos probable que ellos tuvieran que pasar por lo que pasó él.
- Kyouka-chan – se agachó un poco para quedar a su altura – Me encantaría ser tu amigo, comamos crepes otro día.
Kyouka asintió con un pequeño sonrojo en sus mejillas para después abandonar el edificio junto al chico rubio que despedía a Atsushi con la mano.
- ¡Adiós, Sushi-san!
La cara de Atsushi cambió con esa despedida, ¿Kenji no se había quedado bien con su nombre o era un apodo que él mismo había decidido?
- Jo, el nombre de Sushi-san me sigue provocando mucha hambre.
Definitivamente era la primera opción.
- Almorzar.
- ¡Sí! Almorcemos juntos después de las clases. ¿Qué quieres comer? Me gustaría estofado de res, pero luego querré echarme la siesta ¡Y eso será un problema! ¡Ah, ya sé! Me echaré la siesta a intervalos de tiempo.
La chica solo asintió con la cabeza ante la conversación que su compañero había comenzado con una solo palabra suya. La verdad es que se sentía muy afortunada, no era la mejor comunicándose ni diciendo lo que pensaba, pero las personas a su alrededor le ponían bastantes facilidades. Ella debía seguir poniendo de su parte para conseguir volverse más comunicativa.
Los pasos de Kyouka se detuvieron al ver al otro lado de la calle a una pareja joven besándose. Sus ojos no duraron mucho encima de ellos ya que se vio obligada a bajar la mirada avergonzada. Hoy era un buen día para seguir practicando para derribar ese muro delante de ella.
- Kenji...
- ¿Sí? - nada más escuchar a su novia llamándole, Kenji se dio la vuelta para mirarla.
- Emm... - se quedó en blanco y es que, si bien su voz se había acabado haciendo muy popular en el negocio de los seiyuus por lo dulce que podía ser, ese efecto solo se conseguía por los guiones que la daban. Izumi Kyouka era en la realidad incapaz de transmitir dulzura con su voz usando sus propias palabras – Nada, pido disculpas.
- ¿Mm? - los ojos de Kenji se fueron hacia la pareja al otro lado de la calle – Oh... con que es eso – con unos cuantos pasos, acabó situándose delante de la chica con una sonrisa – No tienes por qué forzarte, todos sabemos lo mucho que te esfuerzas.
- Me gustaría... hablar más.
- Eso está bien y puedes usarme para practicar todo lo que quieras. Aunque sea una tontería, dila si de verdad quieres decirla.
Con un movimiento de cabeza, Kyouka asintió y separó los labios, pero lo que pensaba no se transformaba en palabras. Decidió darse por vencida por el día de hoy, pero para su suerte, contaba con un novio que era capaz de entender lo que quería sin necesidad de decirlo.
- Kyouka.
Ante la llamada del chico, Kyouka levantó la cabeza para encontrarse con Kenji tan cerca que ella se intentó echar para atrás por la sorpresa, pero no pudo porque él la tomó de la muñeca y la atrajo hacia él, juntando sus labios en un inocente y corto beso del que el rubio se separó con una sonrisa.
- Volvamos otro día a ir de compras con todos ¿te parece?
Kenji le tendió la mano para seguir caminando. La chica la aceptó con su cuerpo entero temblando, su rostro rojo y sus orejas expulsado humo. Por supuesto que su mechón de pelo no tardó en expresar como se sentía en lugar de sus palabras, ya que se levantó formando un corazón.
Caminando entre las calles y tomados de las manos, la pareja de seiyuus jóvenes del negocio se alejaron del edificio.
Hola!!! Hasta aquí el capítulo. ¿Cuál es la conclusión? Que no puedo hacer un capítulo corto. También tengo que decir que el ship de Kenji x Kyouka es tierno pero me cuesta escribirlo (no sé por qué, tal vez no esté hecha para escribir ships tiernos), así que tampoco esperéis mucho de ellos.
Spoiler del próximo capítulo: Lagarto negro. Os doy el adelanto de que se viene otro ship hetero, ya podréis imaginar quienes son.
Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo.
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