Capítulo 5: A los vírgenes también les gusta el sexo

El apartamento de Dazai se encontraba en completa oscuridad, la única luz que había se encontraba en el salón y era la del televisor. En su preciosa, cara y exclusiva televisión de 77 pulgadas se podía ver la pantalla de un videojuego. Las personas que se encontraban controlando a los personajes eran el dueño del apartamento y un chico de cabellos naranjas y ojos azules.

- Y va y me dice "¿Crees tener un problema con el alcohol?" ¿Te lo puedes creer? - soltó un momento su mando para alargar la mano y pegar un trago a una de las cervezas que reposaban en la mesa. Esa era ya su cerveza número ocho de la noche - ¿Yo? ¿Alcohólico? ¡Pero que dice!

- Sí, que fuerte - miró de reojo como Chuuya pegaba un trago largo - ¿Y tú que le dijiste? "Hey, Mori-san, me pone cachondo su sobrino".

- PUAG – se atragantó con la cerveza que estaba bebiendo - ¡Cállate la boca, Dazai! ¡¿Cómo mierda le iba a decir eso?! Y todavía no te he contado lo peor - dejó la lata vacía sobre la mesa y volvió a coger el mando de la consola con las dos manos – Pues va Ozaki-san y se pone "Le diré sobre tu porno".

- ¿Góticos culones?

- ¡AH! ¡¿QUÉ MIERDA?! ¡¿Y tú cómo lo sabes? ¡Digo! ¡Yo no veo porno!

- Tranquilo, Chuuya, todos tenemos preferencias. A mí me van jovencitos y a ti góticos culones, ¿dónde está el problema?

- ¡ARGH! ¡CÁLLATE! - resopló algo molesto para volver a dirigir su mirada a la pantalla del televisor – Pues resulta que Ozaki-san me va a hacer escribir cartas de disculpa o alguna mierda así, son esas mujeres las que me deberían pedir perdón por llamarme enano. ¿Qué se creen? Solo estoy 10 cm por debajo de la altura de un japonés promedio.

- Puff.

- ¿Ah? - giró su rostro para mirarle mal - ¿Cómo que "puff"?

- Es que no sé bien de que te quejas y mira la pantalla, que nos van a acabar matando por tu alcoholismo.

- ¡Que no soy alcohólico!

- Lo que sea, no sé de qué te quejas. Si comparas a Ozaki-san con Kunikida-kun, ella es un ángel. Kunikida-kun es estricto, serio, algo aburrido a veces y por motivos que desconozco, creo que le caigo un poco mal...

- Sí, que misterio, ¿por qué careas mal? - su vista bajó de la tele a la mesa de café - ¿No tienes más cervezas?

- ¿En serio? Vas a tener un coma etílico aquí mismo.

- Cállate - Chuuya se levantó del sillón tambaleándose un poco, se dirigió a la cocina y volvió con una cerveza nueva en las manos. Tras abrirla y pegar el primer sorbo, volvió más contento al sillón - Ah... Ryu es tan sexy.

Dazai rodó los ojos ante esto, había pasado la fase de borracho gruñón a borracho cachondo y en su opinión, esta era la peor fase del Chuuya borracho.

- Tiene un trasero que... uff... metería la cara y...

- Chuuya, ¿piensas dejar que nos maten? - preguntó sin despegar la vista del videojuego.

- Ya, ya, estoy jugando, Madame Drama.

- Uno, dos y...

- ¡MIERDAAAAA! ¿Cómo es que no se te para cada vez que tienes a Ryu al lado? Le tienes ahí dispuesto a todo, ¡A TODO!

- Sí, lo sé, créeme - murmuró, aunque Chuuya le pudo oír.

- Joder, si yo fuera tú... ¡me tiraría al suelo y le pediría matrimonio! No pararía hasta que se convirtiera en Nakahara Ryunosuke, ¿no suena genial?

- Pero si eso pasa, ¿cómo le llamaría yo entonces?

- Pues esposo de Nakahara claramente.

- Ugg, mejor que se quede con su apellido actual, Nakahara es un apellido algo feo.

- ¡OYE! Aunque tampoco espero que lo entiendas, ¿tú qué sabes de amor, Dazai?

- Chuuya... ¿se te ha olvidado que eres virgen?

- ¡I-idota! Yo no hablo de sexo, hablo de amor puro, de querer casaros vestidos de blanco.

- ¿De blanco? – Dazai le miró raro - ¿Akutagawa? Él iría tan de negro que parecería un funeral en vez de una boda.

- Me da igual, vistiendo cualquier color se vería hermoso – apoyó su cuerpo en el respaldo del sillón y miró embobado hacia arriba – Y en la noche de bodas... je... jejeje... ¡JAJAJAJAJA!

- En la noche de bodas saldría a la luz tu condición de virgen y se cortaría todo el rollo.

- ¡Cállate! – le dio un empujón que no consiguió ni hacerle tambalearse – Obviamente lo habríamos hecho antes de casarnos.

- ¿Dónde? ¿En su casa con su hermana, Elise-chan y Mori presentes?

- Que gracioso, no soy tan imbécil. Sería en mi casa, en mis sábanas de 100% algodón egipcio, él se mostraría tímido y nervioso, pero yo le calmaría con mis amplios conocimientos sobre el tema.

- ¿Qué conocimientos? Si ayer llamaron del Vaticano, te quieren hacer una iglesia aquí en Yokohama, "La Iglesia de San Chuuya virgen de todos los santos".

- ¡GILIPOLLAS! – el golpe que le dio ahora fue con el pie, pero debido a su estado de ebriedad, acabó perdiendo el equilibrio y cayendo tumbado en el sillón al lado de Dazai y con el mando de la consola aterrizando sonoramente en el suelo. Ante esto, el castaño paró el juego y se giró para mirar a Chuuya.

- Como mañana tengas resaca, Ozaki-san te va a regañar.

- Me da igual... - los ojos azules se perdieron mirando el techo del apartamento – Oye, Dazai... de verdad que me gusta mucho Ryu.

- Ya lo sé.

- ¿Y cómo mierdas puede no gustarte a ti?

- ¿Quieres que me guste?

- Claro que no, pero simplemente me da curiosidad. Siempre anda a tu alrededor, busca hacer cualquier cosa que te complazca, literalmente, vive para hacerte feliz, ¿cómo puede no tenerte enamorado alguien que se esfuerza tanto por ti?

Dazai suspiró por esto y apoyó su espalda en el respaldo del sillón para, al igual que Chuuya, mirar hacia arriba.

- Akutagawa no me gusta de esa manera, simplemente eso.

- Argh, maldito idiota. Tienes al chico más hermoso del universo a tus pies y tú... - sonrió de lado al darse cuenta de algo – Oye... no será que a ti ya te gusta otra persona ¿no?

- ¿Qué? – Dazai arqueó una ceja, parece que el Chuuya cachondo se había transformado en el Chuuya chismoso, ¿cuántas fases podía llegar a tener su borrachera?

- ¡Es eso! Maldito capullo, ¿por qué no me lo has contado? Ah, claro, tenías miedo de que se enamorara de mi. Bueno, no te culpo, pero yo no haría eso. Mi corazón pertenece en un 99% a Ryu y un 1% a las botellas de vino de mi vinoteca.

- No es...

- ¡Venga! ¿Quién es? ¿Alguien del trabajo? Eres un maldito pervertido así que debe ser alguien joven, ¿un seiyuu novato o alguien así?

Dazai se quedó en silencio, señal de que Chuuya iba por buen camino.

- Mierda, maldito cochino – a duras penas consiguió volver a quedar sentado – ¿Te pone un novato?

- Es un chico lindo.

- ¡JA! Acerté.

- Cállate – le empujó, haciendo que volviera a quedar tumbado en el sillón – Se llama Nakajima Atsushi, Naomi le trajo para grabar un CD drama pero él no sabía que se trataba de eso. La primera grabación fue muy divertida, deberías haberle visto, sus gemidos parecían maullidos de gatito, aunque en realidad todo él parece un gatito, resulta que sus colmillos son un poco más largos.

- ¿Más largos? Joder, Dazai, te vas a quedar sin polla.

- ¿Me dejas acabar? Gracias. Como iba diciendo, es lindo, sexy y extremadamente inocente, pero... no estoy enamorado de él.

- Que aburrido – estiró su cuerpo tumbado en el sillón – Si por un casual te acaba gustando, me comprarás una bodega para mis vinos.

- Vale, pues si tú te casas con Akutagawa, me comprarás un Ferrari.

- ¿Para qué? Si conduces como el culo.

- ¿Lo dices por la vez que arañé tu moto? Que exagerado.

- ¡¿Arañazo?! ¡Poco más y la partes por la mitad! Tch, maldito pervertido con fetiches por los jovencitos.

- Me dijo el octavo enanito de Blancanieves que se excita con góticos culones. 

Dazai recibió un golpe en el brazo por cortesía del pie de Chuuya, podría haberle hecho más daño, pero parece que se había compadecido de su persona.

- Aunque en el fondo... me alegra que no te guste ese chico.

- Chuuya... - Dazai le miró sorprendido, se alejó un poco de él y cubrió su cuerpo con sus manos – N-no sabía que me veías de esa forma.

- ¡Idiota, no es eso! Es que... si salieras con él, Ryu se pondría triste y eso no me gustaría.

- También podría olvidarme.

- Idiota, le gustas mucho. No te olvidaría tan fácilmente. Bien, ya me he decidido – levantó su puño hacia el aire – Te prohíbo salir, acostarte, rozar o hablar con cualquier otro ser humano hasta que enamore a Ryu.

- ¡¿EH?! ¡Pero cuando eso pase tendré 97 años! Además, el derecho a tener sexo está recogido en los derechos humanos.

- ¿Cómo va a ser eso cierto?

- Es verdad, míralo.

- Mierda – sacó su móvil de su pantalón y se dispuso a buscarlo.

- ...

- Oye, Dazai.

- Es mentira.

- ¡AH! – esta vez si usó sus pies para golpearle con fuerza, tanta que casi le tira del sillón - ¡Eres un imbécil!

- Un imbécil sexy.

- Ja, no tanto como yo.

- ¿Perdón? Chuuchuu, la altura incrementa la sensualidad, ¿no lo sabías?

- ¡NO ME LLAMES CHUUCHUU! Entérate, la altura no tiene nada que ver, es el estilo – algo mareado todavía, se levantó del sillón e intentó posar – El... estilo, yeii~.

- Alcoholizado no eres sexy, eres perturbador – atrapó en el aire una lata vacía que Chuuya le había lanzado enfadado – Por cierto, si bebes mucho, luego no se te levantará.

- ¡NO IMPORTA! ¡RYU Y YO VIVIREMOS UNA VIDA ASEXUAL!

- Jajaja, que buen chiste, si tú estás ansioso por meterla en caliente y por las ganas con las que Akutagawa se restregaba en mi pierna te puedo decir que... - dejó de hablar en el momento en que se dio cuenta de que se estaba yendo de la lengua.

- ¿Qué? – la borrachera de Chuuya pareció desaparecer con las palabras incompletas de Dazai - ¿Qué mierda has dicho?

- Que... que tienes ganas de meterla en caliente...

- Eso no, de Ryu, ¿qué has dicho de él?

- ...

- Dazai.

- ¿Quieres más cerveza?

- Dazai ¿Qué has dicho antes?

- Pues...

- ¿Te has...? - los ojos azules le miraron con odio - ¿Te has acostado con Ryu?

- Claro que no, solo... solos nos restregamos.

- ¿Restregarte...?

- En un parque, ¡pero no fue porque quisiera! Verás, la culpa es de la viagra que me tomé.

- ¿Viagra...? - su ceja empezó a temblar – Pero ¿qué mierda hicisteis?

- Argh, puede que lo esté contando mal - rascó su cabeza nervioso - Verás, la viagra me la tomé por el bien de Kunikida-kun, pero como estaba tan caliente, Atsushi-kun y Akutagawa tuvieron que ayudarme.

- Hijo de puta... ¿querías follarte a tu manager y acabaste haciendo un trío con ese novato y con Ryu? ¡¿PERO QUE CLASE DE DEGENERADO ERES TÚ?!

- ¡Que no fue así! ¿Me seguiré explicando mal? Escucha, no fue un trío, no pasó nada con los pantalones bajados, ni siquiera cuando entramos todos al hotel del amor.

- ¿Hotel...? - un aura asesina empezó a rodear a Chuuya - ¿Del amor...? Espera, ¿has dicho "todos"? ¿Cuántas personas había en la habitación?

- Pues... Atsushi-kun... - empezó a contarlos con los dedos – Akutagawa, Tanizaki, Ranpo-san y Hentai-kun.

- Hentai-kun... ¿Hentai-kun? ¡¡¡¿CÓMO QUE HENTAI-KUN?!!! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!!

- ¡Chuuya! - tapó sus oídos - ¡Que me dejas sordo!

- ¡¡¡¡¡HIJO DE PUTAAAAAAAA!!!!! - le gritó con rabia en su cara - ¡¡¡TE MONTASTE UNA ORGÍA!!! ¡¿Y QUIÉN MIERDA ES HENTAI-KUN?!

- Una persona bendecida con el peinado sagrado.

- ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!

- ¡Chuuya, en serio, deja de gritar! A este paso me rompes un cristal.

- ¡¡¿UN CRISTAL?!! - agarró cabreado a Dazai del cuello de su camisa - ¡Te debería romper la cara ahora mismo! Joder, no merece la pena destrozar mis nudillos reventándote la cara - acabó soltándole, caminando ahora hacia la puerta del apartamento.

- ¿A dónde vas?

- ¡A mí puta casa!

- ¿Borracho?

- ¡Tomaré un puto taxi! ¡Déjame en paz!

- Chuuya.

- ¡No me hables! - una vez delante de la puerta, se giró para mirarle enfadado – Sabes que él me gusta y aun así te has atrevido a hacer eso, ¿qué mierda de amigo eres?

- No lo hice queriendo, como te he dicho, fue por la viagra que...

- ¡Cállate! No quiero volver a verte en mi puñetera vida, olvida que nos hemos conocido. A partir de ahora, no conoces a Nakahara Chuuya – se giró para hacer una salida dramática, pero olvidó que en ningún momento había abierto la puerta así que acabó chocando con esta y cayendo al suelo - ¡AY! ¡Joder! Tu puta casa es tan asquerosa como tú.

- Yo no quería tocar a Akutagawa - suspiró cansado y se dirigió tranquilamente hacia Chuuya.

- Pero lo has hecho, maldito subnormal. Sabes que me gusta y aun así... eres un hijo de puta, Dazai.

- Admito que lo que he hecho no ha estado bien, pero... mi sufrimiento, valió la pena.

- Tch, eres un come mierda.

- ¿Sabes? - se puso de cuclillas en el suelo, mirando a Chuuya con una sonrisa de lado – He conseguido ciertos datos... interesantes. Tan interesantes que a lo mejor me perdonas por lo que he hecho.

- Que te follen – se levantó con dificultad del suelo y apoyó su mano en el pomo de la puerta, dispuesto esta vez a dejar de verdad la casa.

- Entonces no te interesa saber las medidas de Akutagawa.

El silencio se hizo entre ellos. En el rostro de Dazai seguía habiendo una sonrisa, no podía ver el de Chuuya pero sabía que el enfado que tenía hace nada estaba empezando a desaparecer.

- ¿Me-medidas de...?

- Cintura de 21 cm y cadera de 43.

- Ah... - se tapó la boca sonrojado, pero negó con la cabeza, no podía perdonar tan fácilmente, esta vez Dazai se había pasado - ¿Crees que solo por eso voy a perdonarte? Imbécil.

- ¿Y si te digo... cómo es su ropa interior?

- Cabrón... - se giró enfadado - ¡¿LE HAS VISTO DESNUDO?!

- No ha hecho falta, me enteré cuando Akutagawa siguió a Atsushi-kun a su casa. Bueno, ¿quieres saberlo?

- N-no...

- Vale, pues... bye, bye~ - le despidió con la mano, pero Chuuya no se movió de su sitio - ¿No te ibas?

- Tch, te odio... - apartó la mirada sonrojado - ¿Có-cómo es...?

- Jajaja, ¿quién es ahora el cochino?

- ¡¿Me lo dices o me voy?!

- Vale, vale – los ojos de Dazai brillaron con malicia - Lencería.

- ¡Ah...! ¡Me-mentira!

- Verdad, Akutagawa Ryunosuke no usa ropa interior común. Sus partes íntimas son cubiertas cada día por tela fina y sexy, no estoy enterado de los colores pero, por favor, es Akutagawa. Sabemos que toda debe ser de color negro.

Chuuya tragó duro al escuchar esto, su rostro ahora estaba rojo al imaginarse a su gótico favorito llevando esa lencería que decía Dazai.

- Te lo estás imaginando ¿verdad? La piel pálida de Akutagawa debe combinar perfectamente con esas prendas negras, pero deben ser tan finas que... debes ser capaz de ver todo.

- Ca... cállate.

- Tampoco necesitan ser transparentes, la lencería de por sí sola ya es de un tamaño tan pequeño que dudo mucho que la tela de detrás cubra totalmente su trasero.

- Cállate...

- Ay, Chuuchuu, que buen sueño vas a tener esta noche gracias a mí.

- ¡Cállate! - le gritó con fuerza – N-no te he perdonado, vete a la mierda, cochino.

Chuuya abrió la puerta y abandonó el apartamento, no tardó mucho en ir perdiendo el equilibrio y chocarse con la pared más cercana. Recargó su cuerpo en ella, su rostro estaba rojo pensando en la información que Dazai le acababa de dar.

- Lencería... ¡ah, puto Dazai! Suertudo, hijo de puta, ¿cómo puedes tener más suerte que yo? No te mereces disfrutar de tanto.

Al llegar a duras penas al ascensor, pulsó el botón de la planta baja y se dejó caer al suelo para descansar mientras el ascensor bajaba.

- Yo también... quero que Ryu se me restriegue...

Borracho y caliente, Chuuya se marchó a su casa.  

Su cabeza dolía, sus músculos dolían, todo su cuerpo dolía. Se sentía como si le hubieran dado una paliza, pero no había pasado algo así, solamente eran los efectos secundarios que dejaba al pasar por su cuerpo su mejor amigo, es decir, el alcohol.

- Mierda, me pasé - masajeó sus sienes en un intento de calmar su dolor.

Ozaki suspiró ante esto, ambos se encontraban en el jardín de la casa de la mujer. Un lugar hermoso lleno de flores y pájaros, aunque estos últimos estaban torturando a Chuuya con los agudos ruidos que hacían.

- Veo que no aprendes, querido – dio un sorbo a su taza de té y le volvió a dejar en la mesa de jardín en la que Chuuya se encontraba escribiendo obligatoriamente cartas de disculpa a las seiyuus que habían presentado quejas a Mori – Si acabas rápido, podrás volver a casa para pasar allí tu resaca.

- Mierda... ¿por qué tienen que ser disculpas escritas a mano? Podría mandarlas por correo electrónico.

- Si lo haces en papel, muestras más arrepentimiento, además - levantó la vista para mirar las hermosas flores que estaban empezando a crecer en las ramas de sus árboles - Tómalo como una especie de castigo por emborracharte mientras juegas a los videojuegos.

- Ozaki-san... ¿cómo te enteras de todo?

- Eres muy obvio. Alcohol y videojuegos, ¿acaso eres un adolescente? Bueno, por la altura...

- ¡Solo soy 10 cm más bajo que un japonés promedio! ¡AY! - se llevó las manos a la cabeza, su propio grito le había hecho más daño a su cabeza.

- Deberías pensar en ir a una reunión de alcohólicos anónimos. Chuuya, yo te apoyaré.

- ¡Que no soy alcohólico!

- Eso es justo lo que diría un alcohólico.

El sonido del bolígrafo escribiendo violentamente contra el papel fue lo único que se pudo escuchar después de eso. Hoy no debía ser el mejor día de Chuuya, tenía resaca, dolor de muñeca por escribir tantas estúpidas disculpas y además en su mente seguía lo que Dazai le dijo.

- Lencería...

- ¿Has dicho algo?

- ¡No, no! No he dicho nada.

Ozaki le analizó durante unos momentos, lo mejor para Chuuya hubiera sido quedarse en la cama hoy, pero Ozaki creía en aquello llamado "responsabilidad". Chuuya tenía responsabilidades y obligaciones, si era tan adulto para beber, debía ser igual de adulto para enfrentar la resaca del día siguiente. No sabía cómo le habrían criado, pero Ozaki sabía que, si ella hubiera sido su madre, ahora mismo Chuuya hablaría cuatro idiomas, sería experto en música y literatura japonesa y sabría cuando parar con el alcohol. Bueno, de lo último no estaba segura, puede que el Chuuya borracho existiera en todos los posibles universos alternativos. Eso la desesperaba, si no sabía beber ¿por qué bebía?

- Eres tan complicado - volvió a tomar su taza de té, aunque esta vez no dio un sorbo, se quedó mirando el recipiente - ¿Crees que el Chuuya borracho puede enamorar a Ryunosuke?

- ¡O-oye!

- La verdad, no me gustan estos temas. No soy una fanática del romanticismo ni nada de eso, pero además de tu mánager, me siento de alguna manera como tu amiga, así que premiaré tu esfuerzo escribiendo esas cartas con un consejo. ¿Te interesa?

- ¿Un consejo?

- Sí, dime, ¿conoces la ley de la gravedad?

- Oye, ¿quieres darme un consejo o una clase de física?

- La ley de la gravedad, formulada por Isaac Newton en su libro "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica"...

Ante el comienzo de una charla aparentemente aburrida, Chuuya bostezó, pero cerró su boca rápidamente al sentir como la mano de Ozaki se había movido rápidamente para pellizcar su mano con fuerza.

- ¡Perdón, Ozaki-sama!

- Ejem, como iba diciendo - apartó la mano, dejando que Chuuya respirara tranquilo – Es una ley que establece una relación proporcional de la fuerza con que se atraen dos objetos con masa, es decir, por el simple hecho de tener masa, dos cuerpos se atraen entre sí de manera recíproca. ¿Sabes con esto cuál es tu problema con Ryunosuke?

- Pues no.

- Dicho con elegancia, no hay gravedad entre vosotros, pero sí entre otras personas. Si tuviera que seguir usando estos términos... diría que Dazai es Júpiter y tú eres Marte.

- Dazai... ¿Júpiter? - la mente resacosa de Chuuya solo pudo imaginarse un planeta con la cara de Dazai - ¡IAAA! ¡QUE ASCO!

- No sé qué tontería te has imaginado, pero olvídalo. Verás, Júpiter es el planeta con más gravedad mientras que Marte es el que menos tiene. Ryunosuke siempre está pegado a Dazai mientras que contigo, podrías desaparecer un año y a lo mejor no se da ni cuenta.

- Creía que querías darme un consejo, ¡lo que estás haciendo es deprimirme!

- Déjame acabar, querido, ¿sabías que la gravedad puede cambiar?

- ¿Puede?

- No es algo fácil, pero puede pasar. Obviamente no pasará solo, si de verdad quieres cambiar la gravedad entre vosotros, debes actuar.

- Eso ya lo sé.

- ¿En serio? No se nota.

- ¿Y qué se supone que quieres que haga?

- Eso lo debes pensar tú - arrebató sus cartas de disculpa y se las guardó en la manga de su kimono – Suficiente por hoy, tómate algo para la resaca y haz algo para crear gravedad entre vosotros.

- Lo haré - se levantó de su silla y rascó su mejilla algo avergonzado – Gracias por los ánimos.

- Si de verdad quieres agradecerme, no vuelvas a emborracharte jugando a videojuegos como un adolescente cuyos padres han salido de viaje y deja de ver pornografía, te vas a quedar ciego.

- ¡Que no veo porno! - recogió su sombrero y se lo puso en la cabeza para abandonar el jardín de la casa. Agradecía que Ozaki le apoyara a su manera y también que le dejara marchar durante el día de hoy, pero hablar era más fácil que actuar, ¿qué hiciera algo? ¿Y qué exactamente? - Si pienso en Dazai... ¿qué mierda le gusta tanto de ese idiota? - al llegar a la puerta de la casa, la abrió y empezó a bajar los escalones de piedra – No es guapo, es un idiota creído, ¿le gustarán así? Pero es imposible ser tan imbécil como él.

Tan perdido iba en sus pensamientos, que acabó pisando mal uno de los escalones y cayendo directo al suelo, o así debería haber sido si no hubiera habido una persona al final de estos. Chuuya acabó cayendo encima de esta persona, o para ser más exactos, solo su cara aterrizó encima de una parte del cuerpo de esta persona.

- Mierda... - sus rodillas dolían al haber aterrizado contra el suelo, su cara también dolía un poco pero no tanto debido a que esta era la única parte de su cuerpo que no había aterrizado contra el suelo. No estaba seguro de encima de quien o qué había aterrizado, sus manos se dirigieron a palpar el terreno y palpar, palpó, lo que no estaba seguro era el qué. Sus manos tocaban algo suave pero esa cosa suave parecía estar envuelta con hilos – Pero que... - apretó con fuerza la misteriosa masa suave y enseguida recibió las quejas de su dueño.

- Chu-Chuuya-san... n-no me toque así, por favor...

No hizo falta que Chuuya separase su cara para darse cuenta por fin de que estaba pasando. La misteriosa masa suave eran las piernas de su gótico favorito, las cuales estaban expuestas debido a que usaba un short negro, pero también estaban de alguna manera cubiertas ya que llevaba medias de rejilla. Por lo tanto, si a cada lado de su cabeza tenía una pierna de Akutagawa, entonces su cara se encontraba enterrada en... su entrepierna.

- Oh... mierda... - farfulló con su cara todavía contra la entrepierna de Akutagawa. 

- Ah~ - tapó su boca y apartó la mirada con sus pálidas mejillas teñidas de rojo – N-no hable con su cara... con su cara ahí... m-me hace cosquillas.

- ¡L-lo siento!

- Pe-pero no siga hablando... - sus piernas temblaban, sentía la inercia de cerrarlas, pero si lo hacía juntaría todavía más a Chuuya contra su entrepierna y eso sería una molestia para el otro, o eso creía Akutagawa – S-su aliento me hace cosquillas y su boca... s-su boca se presiona contra... - no pudo seguir hablando debido a la vergüenza.

- ¡Perdón, perdón! - separó un poco su cara y aunque tenía la intención de levantarse, no pudo al quedarse embobado mirando su entrepierna. La conversación con Dazai llegó a su cabeza, ¿debajo de esos apretados y cortísimos shorts había lencería? - Quiero mirar...

- ¿Qué?

- ¡No! - se levantó rápidamente y sacudió su ropa a la misma velocidad para apresurarse y tenderle la mano para ayudarle a levantarse - ¿E-estás bien?

Akutagawa asintió y tomó su mano, aceptando su ayuda para levantarse. Una vez que tuvo al cuerpo de pie del gótico, pudo darse cuenta de que la cintura y el ombligo del chico estaban al aire gracias a una sudadera negra tan corta que no llegaba a cubrir esas zonas. No sabía en que fábrica se tejió la prenda, pero bendita sea.

- ¿Q-qué haces aquí? - tras preguntar se quiso golpear, ¿podía por favor dejar de tartamudear como un chico virgen? Ah, espera, sí que era un chico virgen.

- Venía para... - se dio la vuelta para recoger un tupper abierto que había caído al suelo – Supongo que ya para nada.

- ¿Eh? - miró las galletas destrozadas contra el suelo, uniendo rápidamente los hilos llegó a una brillante conclusión, la había cagado – Lo siento, es mi culpa.

- No se culpe, no pasa nada – se agachó y empezó a recoger los restos destrozados de las galletas con la intención de tirarlas a la basura.

Si fuera cualquier otra persona, Akutagawa habría entrado en cólera y allí habría montado una verdadera batalla campal. Sobra decir que, si se hubiera tratado de Atsushi, la entrada de esa casa se habría transformado en la escena de un crimen. Es verdad que Akutagawa Ryunosuke era agresivo con casi todas las personas que conocía, pero también había excepciones, Chuuya era una de ellas, ya que él era una de las pocas personas con las que Akutagawa se comportaba con educación.

- Lo recogeré yo, ha sido mi culpa después de todo – Chuuya le arrebató el tupper y empezó a recoger rápidamente los restos que quedaban. Akutagawa no opuso resistencia, en su lugar se levantó y recogió otra cosa que parecía haber caído al suelo – Ya está.

- Chuuya-san.

- ¿Qué? - levantó el rostro para encontrarse con Akutagawa ofreciéndole su sombrero. Chuuya llevó rápidamente una mano a su cabeza, no se había dado cuenta, pero su sombrero ya no estaba, era lógico que había salido volando en el momento de la caída - Gracias - estiró su mano para recuperar su sombrero, pero en el momento en que agarró la prenda, sus dedos se rozaron con los de Akutagawa - ¡Pe-perdón! - recuperó el sombrero con su otra mano y se lo colocó rápidamente para que al menos la sombra que este hiciera pudiera disimular su sonrojo – Toma, tus galletas.

- Gracias - recibió el tupper y miró los dulces sin ninguna expresión - Aunque ahora las tengo que tirar.

- Lo siento... - volvió a disculparse avergonzado pero una duda llegó a su mente – Akutagawa... ¿qué haces aquí? Es decir, es la casa de Ozaki Kouyou, lo sabes, ¿no?

- Claro.

Ahora entendía menos, no se había equivocado de casa, entonces, ¿por qué iba a la casa de su mánager con galletas?

- Ara, ara – Ozaki, que se encontraba asomada desde una de las ventanas de la casa, miró con picardía a Chuuya – Buena caída, querido.

- ¡IAAAA! - pegó un salto por el susto - ¡O-ozaki-san! ¿Cu-cuánto has visto?

- "Chu-chuuya-san... no me toque así, por favor..." - imitó la voz de Akutagawa, avergonzado al chico – Ryunosuke, creo que ya lo sabes, pero en esta casa no me apetece ver muestras de afecto tan vulgares. ¿Acaso Chuuya no tiene casa para que hagáis vuestras "cosas"?

- ¡OYEEEEE!

- Es un malentendido, tía.

- ¡ESO! Ha sido una bendita caída... ¡digo! Una desafortunada caída que ha hecho que mi cara aterrizase en... espera, ¡¿tía?!

Chuuya miró confuso a ambos, Akutagawa no entendía su sorpresa, pero parece que Ozaki sí.

- Parece que has descubierto mi pequeño secreto - suspiró cansada – Aunque pensé que lo descubrirías antes, ¿por qué crees que le llamaba por su nombre?

- Pues...

El hecho de que le llamara por su nombre nunca levantó sospechas en Chuuya, ¿por qué? Pues porque en la intimidad hasta él se atrevía a llamarle por su nombre e incluso lo acortaba para que sonara más cariñoso. Cara a cara era Akutagawa pero cuando no estaba presente, para él era Ryu.

- Creo que el alcohol ha afectado a tus neuronas, querido.

- E-entonces... ¡¿Eres Mori Kouyou?!

- Chuuya – la sonrisa de Ozaki desapareció mientras su rostro se volvía sombrío - Vuelve a llamarme así y te quedas sin mánager.

- ¡Lo siento, Ozaki-sama!

- Así me gusta. Por cierto, espero que comprendas que no sería de mi agrado que este pequeño secretito se diera a conocer a más gente ¿verdad? De ser así... debería tener una entretenida charla con Ryunosuke sobre ciertos gustos personales tuyos. ¿Quieres eso, querido?

- ¿Gustos? - Akutagawa pestañeó confuso, pero Chuuya lo entendió todo rápidamente.

- ¡Lo entiendo! Mi boca está cerrada, Ozaki-sama.

- Bien – Ozaki le sonrió, aunque para Chuuya era una sonrisa cargada de veneno y de amenazas de muerte.

La ventana por la que estaba asomada acabó siendo cerrada por ella misma. Ozaki no tardó en volver a aparecer, pero esta vez por la puerta de la casa.

- Puedo observar que te has lucido destrozando las galletas de Ryunosuke.

- No lo he hecho a pro...

- Ha sido un accidente – antes de que Chuuya terminara de justificarse, Akutagawa se adelantó - Sé que Chuuya-san nunca lo haría a propósito.

- Aun así... - se cruzó de brazos para mirar mal a Chuuya – Esto no ayuda en nada a crear gravedad, ¿no crees, querido?

- ¿Gravedad? Chuuya-san, ¿usted está haciendo un experimento?

- N-no, es... nada, olvídalo.

- Ryunosuke – Ozaki extendió la mano hacia él - Entra en casa, te serviré un té por las molestias de haber venido.

- Gracias por la oferta, pero ¿podría cambiar el té por chocolate?

Chuuya quiso gritar por la emoción. ¿Cómo podía ser tan gótico e intimidante por fuera pero tan tierno por dentro?

- Como gustes, cariño.

Ozaki se hizo a un lado para que Akutagawa entrase, Chuuya rápidamente subió las escaleras para seguirle, pero el brazo de su mánager se interpuso en su camino.

- Querido, tengo sillas. No hace falta que entres con la intención de que Ryunosuke se siente en tu cara.

- ¡¿QUÉ?! ¡Y-yo no tengo esas intenciones!

- Nada más salir de mi casa ya la has empezado a fastidiar. Si quieres hacerlo bien, haz que esa resaca desaparezca e inténtalo mañana. Ah y compra galletas - cerró la puerta en las narices de Chuuya, dejándole abandonado al otro lado.

Maldijo por lo bajo y volvió a bajar las escaleras, solo que esta vez no tropezó en ningún momento. Tras salir de los terrenos pertenecientes a la casa de la mujer de cabellos pelirrojos, se dirigió hacia su moto, la cual se había esforzado por aparcarla bien a pesar del dolor de cabeza que le había causado la resaca.

Al subirse en ella, se quedó mirando durante un rato el cielo. Había tenido la cara en la entrepierna del chico que le gustaba y hasta había podido disfrutar de tocarle las piernas, aunque haya sido sin darse cuenta. No empezaba tan mal como creía el día, además, Ozaki le había dado permiso de descansar. Bueno, no directamente, pero si quería pasar la resaca, debía descansar.

Podía quedarse en su casa, sentado en su sillón y jugando con su último videojuego adquirido.

- ¿Eh? - una revelación llegó a su mente mientras seguía mirando a las nubes - ¿Mi... videojuego?

Los últimos recuerdos que tenía de su última adquisición fueron de haberlo metido en la consola de Dazai, lo que pasa es que no tenía ningún recuerdo de habérselo llevado de vuelta.

- Tch, está en casa de ese idiota.

Arrancó su moto y se dirigió hacia el apartamento de Dazai, no sin antes dejarle un mensaje haciéndole saber que iba hacia allí. Mientras Chuuya estaba de camino, el castaño estaba investigando en su portátil un asunto de vital importancia.

- Mmm... - Dazai acarició su barbilla mientras lo reflexionaba – Parece un precio excesivo, pero hay que tener en cuenta que también se trata de algo valioso - apoyó su espalda en el respaldo del sillón y continuó mirando así lo que se reflejaba en el portátil situado en la mesa de café. Durante un rato continuó la batalla de miradas entre el portátil y Dazai pero esta acabó cuando el castaño cerró los ojos y su cruzó de brazos, ya había tomado su decisión sobre esta importante inversión - Bien, compraré ese traje de Ero-maid neko y le pediré a Atsushi-kun que se lo ponga. Dirá "nya, nya, estoy aquí para servirle, Dazai-sama" - una suave risa se le escapó mientras movía el ratón táctil del portátil para comprar el traje, pero justo en ese momento una etiqueta de "sin existencias" apareció al lado del producto. La sonrisa de Dazai desapareció poco a poco mientras su alma se llenaba de tristeza – Sin existencias... - murmuró para sí mismo – Sin existencias... ¡Sin existencias! - de un saltó se levantó y alzó enfadado el portátil - ¡¿Cómo se atreven a hacerme esto?! ¡Nadie debería perderse la oportunidad de comprar el traje erótico de sus sueños!

Mantuvo alzado el portátil controlando las ganas de estamparlo contra el suelo. Era cierto que había perdido el traje de sus sueños húmedos, pero ¿destrozar su portátil por eso? Pero si no lo rompía ¿cómo desataba su rabia? ¿Molestando a Chuuya, a Kunikida? También había descubierto que molestar a Poe era igualmente entretenido, pero corría el peligro de recibir represalias por parte de Ranpo.

El sonido del timbre interrumpió su debate mental sobre a qué persona molestar el día de hoy. Dejó el portátil cerrado sobre la mesa y se dirigió al videoportero situado al lado de la puerta de entrada.

- ¿Sí? - tomó el telefonillo sin molestarse en ver por la pantalla quien era.

- Da... ¿Dazai-san?

La dulce voz que pudo escuchar al otro lado le hizo sonreír involuntariamente, giró su rostro para mirar por la pantalla. Ahí estaba Atsushi, algo inseguro de estar llamando al piso correcto. Le resultaba algo adorable porque parecía un gatito perdido. Eso le dio una idea para divertirse un poquito.

- No, me temo que te has equivocado.

- ¿Eh? ¿E-en serio? Entonces... ¿dónde era? ¡Ah! L-lo siento, perdón por haber pulsado su timbre. Me he confundido.

- Puff – Dazai intentó controlar su risa, de verdad que el chico era como un gatito perdido – A lo mejor te puedo ayudar, ¿cómo es la persona que buscas, gatito?

- Pues castaño, alto y... ¿gatito? - al darse cuenta de la broma, Atsushi apartó la mirada avergonzado – Dazai-san, no ha tenido gracia.

- Claro que sí. Cuando te pones nervioso estás muy gracioso, pero al mismo tiempo muy lindo.

- ¿Puedo subir?

- Aquí te espero - colgó el telefonillo y recorrió la entrada con la mirada. No había nada a la vista que mereciera la pena ocultar a una visita. El montón de latas de cerveza que se bebió Chuuya las había tirado después de desayunar así que todo estaba decentemente presentable.

Para entretenerse mientras Atsushi subía, sacó su móvil de su bolsillo y vio el mensaje que Chuuya le había enviado. ¿Qué se dirigía hacia aquí? Bueno, tal vez era un buen momento para que el enanito virgen conociera a Atsushi.

Tras escuchar unos golpes contra la puerta, Dazai se giró rápidamente y la abrió, dejando ver ahí delante a un avergonzado Atsushi que nada más cruzar miradas con él, bajó la mirada para observar el suelo. Lo que fuera por no ver a los ojos al hombre sobre el que se estuvo restregando para calmar su erección.

- Bu-buenos días.

- Hola, gatito, pasa – se hizo a un lado para dejar que Atsushi pasara - ¿A qué se debe tu visita? ¿He aparecido en tus sueños y no podías aguantar ni un segundo más sin verme?

- Claro que no.

- ¿En serio? Una pena, de todas formas, si sueñas alguna vez conmigo, dime qué hago exactamente en ese sueño. Tal vez podamos hacerlo realidad.

Aunque Dazai le sonreía, Atsushi seguía evitando mirarle a la cara. No sabía cómo el castaño podía actuar tan tranquilo después de lo que habían hecho en el parque. ¿Acaso él hacía esas cosas con más frecuencia? Bueno, en realidad, era obvio que Dazai ya había hecho "cosas" y esas "cosas" no tenía por qué haberlas hecho al aire libre. Seguro que con solo un pestañeo tenía a los pies al chico o chica que quisiera, dispuesto a cumplir cualquier petición suya, justamente como tenía a Akutagawa.

Cuando el gótico llegó a su mente, no pudo evitar recordar la escena que vio de lejos delante del hotel del amor de Dazai ayudando a Akutagawa a acariciar a Karl. Una escena muy tierna ante los ojos de cualquiera, pero para él esa escena le había hecho surgir en su interior una duda importante que le gustaría preguntar al mayor.

- Atsushi-kun – Dazai le despertó de su ensoñación - ¿Has venido para dormirte aquí de pie?

- Eh... n-no, no es eso, era... - metió la mano en uno de sus bolsillos y le tendió a Dazai el móvil que él mismo le regaló - Se ha... se ha roto, lo siento.

- ¿Mm? - Dazai tomó el aparato y lo miró de arriba abajo - ¿Por qué dices eso?

- Ya no se enciende... lo siento.

- ¿Y por qué te disculpas?

- No sé qué he hecho, pero debo haberlo roto de alguna manera. Lo siento – hizo una reverencia para pedir perdón - Se lo pagaré.

- No creo que haga falta. Creo que soy capaz de arreglarlo yo solo.

- ¿Eh? - levantó el rostro para mirarle impresionado - ¿Puede? ¿Es Dazai-san un genio informático?

- Je - echó su flequillo hacia atrás con estilo – Algo así. Mira y aprende, Atsushi-kun.

Dazai se dirigió hacia el salón con Atsushi unos pasos detrás de él. Una vez allí, se agachó delante del televisor y buscó algo en unos cajones que se encontraban debajo de la pantalla.

- Oye, gatito, ¿qué me darás si lo arreglo?

- N-no sé... no tengo dinero que darle.

- Tampoco es que me interese que me des dinero, ¡ah, ya sé! Si arreglo el móvil, me cuentas en qué consistió exactamente la clase que te dio Ranpo-san.

- ¿Todavía con eso?

- Sip.

Atsushi suspiró, cuando algo se le metía en la cabeza a Dazai, parece que se quedaba ahí para siempre.

- Vale, trato hecho.

- ¡Yeii! Entonces – tras coger una especie de cable, Dazai se dirigió al enchufe más cercano y conectó el cable de color blanco al móvil - ¡TATATATATACHAAAAAN! Increíble, ¿verdad?

- ¡Waaa! - los ojos de Atsushi se iluminaron al ver como la pantalla podía volver a encenderse - ¡Lo arregló! ¿Cómo lo hizo?

- Muy sencillo, verás, esto - señaló el cable blanco – Es el cargador del móvil.

- ¿Cargador...?

- Así es – le miró con una sonrisa – No estaba roto, simplemente no tenía batería.

- ¿Eh...? ¡¿Por qué no lo había dicho antes?! Estaba muy preocupado...

- El Atsushi-kun preocupado es tan lindo como el Atsushi-kun nervioso. Aunque sí que debería pedirte perdón, fue mi despiste no darte el cargador. ¿Tanto te ha aguantado? Sí que lo has usado poco entonces.

- Aunque le parezca divertido - frunció el ceño de una manera muy adorable para Dazai – Le agradecería que dejara de tomarme el pelo.

- Jajaja, lo siento gatito, ya no más, al menos por el día de hoy.

- ¿Solo por el día de hoy?

La respuesta que recibió fue otra risa de Dazai, el castaño dejó el móvil en el suelo para que continuara cargándose allí y él se dirigió tranquilamente hacia el amplio sillón de la sala. Una vez sentado, volvió a sonreír a Atsushi.

- Yo he cumplido mi parte, lo he arreglado, ahora te toca a ti contarme qué has hecho con Ranpo-san.

Atsushi se lo pensó, sí que era cierto que así era el trato, pero es que en realidad Dazai no había arreglado nada porque nunca había habido nada que arreglar.

- Ejem - carraspeó la garganta y palmeó un sitio a su lado en el sillón. Ante esto, Atsushi solo pudo rascar su brazo nervioso y sentarse también en el sillón solo que más lejos de lo que a Dazai le gustaría - ¿Por qué te pones tan lejos? No muerdo, a no ser que me lo pidas - comentó lo último con una sonrisa traviesa.

- ¡Dazai-san! ¡U-usted dijo que por el día de hoy dejaría de tomarme el pelo!

- ¡Ay! Se me olvidó - fingió un arrepentimiento que no duró mucho al volver a sonreír - ¿Y bien? Escucho atentamente qué clase de lección te dio Ranpo-san, ¿o para ti es Ranpo-sensei?

- Ranpo-san... - frotó sus piernas nervioso – Quiso informarme sobre...

- ¿Sobre?

- Sobreloquesunorgasmodeverdad - habló tan rápido y tan de seguido que Dazai no se enteró de nada.

- ¿Ah? - arqueó una ceja ante la duda de no haberle entendido ni una palabra – No sé si lo sabes, pero no se te ha entendido nada.

- L-lo que hice fue... re-restregarme contra una almohada, justo igual que cuando en el parque... usted ya lo sabe.

- Oh... comprendo.

- Ranpo-san quería que me excitara de verdad para que mis gemidos ganaran realismo, por eso lo hice, no piense que fue por placer personal ni nada parecido.

- De ninguna manera pensaría que lo has hecho buscando placer personal.

- Pu-pues... eso es todo.

Con un pequeño saltó se puso más lejos todavía en el sillón, aumentando más la distancia entre él y Dazai. El mayor intentó controlar la risa, la inexperiencia y nerviosismo en estos temas de Atsushi le volvía increíblemente divertido.

- Y-yo... ¿pu-puedo hacerle una pregunta?

- Claro, ¿de qué se trata?

Apretó lo puños antes de lanzar su pregunta, ¿de verdad merecía la pena saber la respuesta? No, la verdadera pregunta era ¿qué respuesta quería escuchar?

- Usted... ¿qué es Akutagawa para usted? – el silencio se hizo tras lanzar la pregunta, eso hizo sentir mal a Atsushi, puede que su pregunta se hubiera metido demasiado en una vida personal de la que Dazai no estaba obligado a hablarle – Pe-perdón, olvide la pregunta.

- ¿Akutagawa? – apoyando su espalda en el respaldo, dejó que su mirada se perdiera en una de sus paredes para pensarse la respuesta – Es mi... ¿fan? O tal vez acosador número uno.

- ¿Y ya está?

- Pues... sí, ¿por qué debería haber más?

- Usted... usted es muy amable con él para ser un fan o incluso un acosador – sus mejillas se tiñeron de rojo, ¿no estaba sonando celoso? Pero ¿celoso de qué? Dazai no es suyo.

- Es un poco más complicado, le conozco desde el instituto y... supongo que me sigue desde esa época.

- ¿Es especial? ¿Akutagawa es especial para usted?

- ¿Especial? ¿De qué manera?

- N-no sé, en plan... de que... ¿le gusta? – no tardó mucho en darse cuenta de lo atrevida que había sido su pregunta así que rápidamente giró su rostro para encararle - ¡Perdón, no quería preguntarlo así! ¡Yo solo quería saber si...!

- No, no me gusta – sin molestarse por lo entrometida o cotilla que podía ser la pregunta, Dazai contestó con sinceridad.

Atsushi se sorprendió por lo honesta que había sonado su respuesta y por algún motivo que no comprendió, sintió como un gran peso era quitado de sus hombros.

- ¿Y...? ¿Y yo?

- ¿Qué si me gustas?

- ¡No, no! – negó rápidamente con su rostro completamente rojo - ¿Q-qué soy yo para usted?

- Mm... un gatito.

- Dazai-san... estoy hablando en serio.

- Yo también. Los gatos son animales independientes, pero eso no quita que necesiten ayuda de vez en cuando. Si no te molesta, quiero ser quien te brinde esa ayuda.

- Pero usted ya ha estado ayudándome desde el primer momento.

- Y quiero seguir haciéndolo ¿te parece mal? – extendió su mano hacia Atsushi – Gatito.

- No... - extendió tímidamente su mano y tomó la de Dazai – Gracias por eso, Dazai-san – apretó su mano creyendo que al segundo las iban a separar, pero al no ser así, Atsushi empezó a desconfiar de la situación – Esto... ¿Dazai-san?

- Me gustaría que le dijeras a Ranpo-san una cosa.

- ¿Eh? – empezó a sudar al sentir como Dazai estaba empezando a tirar hacia su cuerpo – O-oiga...

- Dile que no quieres recibir más clases suyas. Yo fui el primero que escuché tus gemidos, yo soy quien te va a guiar por esta profesión, por lo tanto – con un tirón fuerte acercó sus cuerpos, pasando de tener una distancia considerable a estar sus labios a centímetros de chocarse – Quiero exclusividad ¿puedo pedirla?

Atsushi se quedó sin palabras, debido a la cercanía, el cálido aliento de Dazai había chocado contra sus labios. Su cuerpo tembló por esto, no tenía fuerzas para alejarse y si las tuviera, no estaba seguro de si de verdad quería volver a poner distancia entre ellos.

- Da-dazai-san...

- Con que Ranpo-san quería realismo en tus gemidos – la sonrisa que apareció en su rostro casi derrite a Atsushi – Veamos que tan buen maestro ha sido el mejor seiyuu de Japón.

- ¿Q-qué...? ¡E-espere!

Si no había entrado en pánico por tener sus bocas tan cerca, ahora que la mano libre de Dazai había tomado sin ningún problema su cadera y le había hecho subirse a horcajadas encima de él, puede que sí que estuviera entrando en una pequeña fase de pánico. Pánico o vergüenza, todavía no sabía diferenciarlas bien y menos al lado de Dazai.

- Bien, cuando quieras – separó sus manos del cuerpo del menor y dejó sus brazos apoyados encima del respaldo – Finge que me estás montando.

- ¿Eh...? ¡¡¡¿EEEEEEHHHHHH?!!!

- No debería haber ningún problema, no es la primera vez que gimes para mí.

- ¡Pe-pero eso es en el estudio! A-ahí tenemos un guion y... l-lo entiende ¿verdad?

- No hace falta guion, tu papel es el de Nakajima Atsushi y ahora mismo estás montando a tu sexy y perfecto compañero de trabajo, Dazai Osamu. Venga, ¿listos? ¡Acción!

- Pero...

- Atsushi-kun, tu deber como seiyuu de CD dramas yaoi hard es el de excitar con tu voz. Excítame entonces, te corregiré lo que hagas mal y te premiaré si lo haces bien.

- ¿Premiarme? ¿Con qué?

- Te compraré el legendario y especial traje de ero-maid neko, sé que te mueres de ganas por llevarlo puesto.

- Eso no es un premio para mí – murmuró en voz baja. Era increíble como esta ya iba a ser la segunda vez que se restregaba encima de Dazai pero la diferencia es que esta vez lo haría profesionalmente. Había sonado mal, pero era así, era por su trabajo no por ningún deseo sexual oculto, o eso quería creer. La diferencia con la vez que lo hicieron en el parque fue que ahora estaba él solo, no había ningún gótico para monopolizar parte del cuerpo del castaño así que tímidamente apoyó ambas manos en los hombros del mayor - ¿Pu-puedo apoyarlas aquí?

- Claro, toca lo que creas conveniente, no me quejaré.

- Eso suena muy mal – agachó el rostro algo avergonzado y empezó a recordar su clase especial con Ranpo y la almohada.

Lo primero que le enseñó fue sobre el punto de apoyo y sobre el movimiento que tenía que hacer, así que juntó más sus cuerpos para que sus rodillas quedaran apoyadas a ambos lados de Dazai. Como sentía su mirada demasiado encima de él, decidió no levantar demasiado el rostro para ahorrarse algo de vergüenza. Con sus rodillas y manos bien apoyadas en sus respectivos sitios, hizo el primer movimiento de caderas, de adelante hacia atrás, justo como le dijo Ranpo.

Dazai no comentó nada y la verdad es que lo agradecía. Al no ser capaz de mirarle a la cara, los ojos de Atsushi estaban mirando lo único que tenía delante y eso era su cadera moviéndose encima de castaño. No tardó mucho en darse cuenta de la primera diferencia que había con la almohada y no se trataba solo de que el objeto inanimado no tenía rostro, sino que sus piernas tenían que estar mucho más separadas, dejándole a él inevitablemente más expuesto.

- Ah~... - su boca se abrió entre temblores para dejar escapar el primer gemido. Otra vez no había reacción ninguna así que no estaba seguro de qué opinaba Dazai, por lo tanto, solo quedaba seguir haciéndolo como él sabía - ¡Ahh~! – aumentó el volumen de sus gemidos y con ello la velocidad con la que se movía.

Incluso así, seguía sin haber comentario de Dazai, ni siquiera para burlarse. Pero ¿por qué quería qué le dijera algo? Si no decía nada, era porque lo estaba haciendo bien ¿no? Sus manos soltaron el agarre que tenía sobre sus hombros y se pasaron despacio por detrás de su cuello, quedando de esta forma enganchado a él.

Con sus rodillas bien apoyadas en el sillón, las apretó contra el cuerpo del mayor para conseguir más fricción y la verdad es que lo consiguió.

- Nyaa~... - mordió sus labios con el rostro rojo cuando se dio cuenta de que se le iba a escapar uno de sus famosos gemidos-maullidos, sin embargo, siguió sin recibir ningún comentario burlón del mayor.

Normalmente recibir los comentarios de Dazai era vergonzoso, pero que se quedara en silencio también le estaba avergonzando de la misma manera. En un intento de calmar esta vergüenza, apoyó su frente en el hombro de Dazai, aunque esto fue contraproducente porque al tener la nariz pegada a su cuerpo, se vio envuelto en el aroma de su colonia. No podría decir cual era, pero este tipo de olor era similar al de los hombres trajeados y bien vestidos a los que atendía cuando le surgía un trabajo temporal en algún servicio de catering. Seguro que era de esa clase de colonias que anunciaban modelos de cuerpos irrealistamente musculados, esa clase de anuncios que parecían más un trailer de alguna película, esa clase de anuncios que solo descubrías que eran de colonias porque esta salía al final.

Cuando se dio cuenta, había juntado más su rostro a su cuerpo solamente para disfrutar más de ese olor. Con los ojos cerrados, separó su rostro de su cuerpo y disminuyó el roce de sus caderas. Había querido calmar su vergüenza pero esta solo había crecido, todo porque se estaba dejando llevar por la situación. Esto no era por placer personal, era por motivos laborales pero su cabeza ya había empezado a perder el norte. Si quería hacerlo bien, tenía que seguir recordando lo que le enseñó Ranpo.

No tardó mucho en acordarse de algunas de las palabras del adulto de espíritu infantil. "Dile que te toque" y "Con el contacto visual la posición es más erótica e íntima", esas fueron las dos enseñanzas que no tardaron en llegar a su mente. Retomando el ritmo con el que se estaba restregando antes, dejó que de su boca volvieran a escapar suaves gemidos y abrió sus ojos algo llorosos debido a la vergüenza. Sus ojos de dos colores se encontraron de frente con los ojos marrones de Dazai que en ningún momento se habían despegado de su cuerpo.

- ¡Da-dazai-san...! ¡To-tóqueme~...! ¡AH~! – suplicó entre gemidos.

La suave risa de Dazai no tardó en llegar, haciendo que Atsushi se congelara en su sitio y que las lágrimas que la vergüenza había causado cayeran libremente por su rostro sin poder contenerlas más.

- Tan... ¿tan mal lo he hecho?

- No – con sus pulgares limpió las gotitas de agua que caían por las mejillas de Atsushi – Es al contrario, no me esperaba que lo hicieras tan bien.

- ¿De verdad?

- Sí y he de decir que es sorprendente. Hace nada eras un gatito inexperto, pero solo has necesitados unos pocos CD dramas para volverte un gatito lujurioso.

- ¿Gra... gracias? – agradeció con dudas al no estar seguro de si "gatito lujurioso" era un halago.

- Sin embargo... todo en el mundo se puede mejorar – sus manos se situaron encima de la cadera de Atsushi pero sin llegar a tocarlas - ¿Puedo?

Atsushi solo pudo asentir como respuesta. Al recibir su permiso, las manos de Dazai se colocaron con firmeza sobre sus caderas y las empujaron hacia delante, haciendo que Atsushi tuviera que hacer presión sobre los hombros de Dazai para mantener algo de distancia entre ellos.

- Con permiso – sus manos se estiraron hasta llegar a los pies de Atsushi, una vez allí, le despojó de sus zapatos, dejando que ambos cayeran al suelo.

- Eh... - pestañeó confuso al no entender por qué le había descalzado - Dazai-san, ¿qué está haciendo?

- Pasa las piernas por detrás.

- ¿Qué?

Como Atsushi no entendía qué le estaba pidiendo exactamente, Dazai puso las manos debajo de sus muslos e hizo que los pasara por detrás de su espalda, quedando él rodeado por las firmes piernas del chico.

- Vuelve a moverte, esta vez fuerza más la garganta. Creo que puedes gemir más agudo que lo que has hecho hasta ahora y aumenta el volumen también.

- Pe-pero si hago mucho ruido, ¿no escucharían los vecinos?

- Claro que no, estas paredes no son de papel, además, es un sitio amplio. ¿Crees de verdad que se pueden escuchar desde el apartamento de al lado? Tal vez si estuviéramos en mi cuarto y fuéramos excesivamente ruidosos, se podrían escuchar en el apartamento de al lado, pero en el salón no tienes nada que temer.

- Sí, es verdad.

Claro que era verdad pero es que él estaba acostumbrado a su finas paredes a través de las cuales podía escuchar a Lucy gritando cuando se emocionaba con algún anime de la tele.

- Dicho esto – el rostro de Dazai se acercó a su oreja, a la cual empezó a susurrar – Nadie te puede escuchar gritar por el placer. Eres libre de maullar todo lo que quieras.

¿Por qué todo lo que salía de la boca de Dazai sonaba tan sucio? Ni él mismo lo sabía, puede que fuera por su voz, por su aspecto o por la mortal combinación de ambos. Atsushi intentó acomodarse un poco en su nueva postura, pero no pudo evitar sonrojarse al notar lo pegada que estaba su entrepierna al estómago de Dazai. Aunque lo intentaran, no creía que fuera humanamente posible estar más pegados.

- E-esto es un poco... ¡Ah! – un grito de sorpresa se le escapó al final al sentir como Dazai había aprovechado su cercanía para soplar en su cuello - ¡N-no haga eso!

- Creía que te ayudaría.

- No lo hace... - apartó la mirada avergonzado – Y no necesito esa clase de ayudas, solamente... seguiré ¿vale?

- Ok y recuerda lo que te he dicho.

- S-sí... - apretó el agarre de sus piernas para seguir moviéndose contra Dazai, dejando descansar ambas manos en la nuca del castaño -Nghm... Da-dazai-san... ¡AH~!

Dazai tuvo que contar hasta tres para controlarse, sí que le había dado el derecho de gemir todo lo que quisiera, pero escucharle llamándole entre gemidos podía acabar causando un terrible problema en su entrepierna.

- Es increíble, Atsushi-kun. Debería darte un buen premio, no es fácil ponerme así con unos cuantos gemidos – mantuvo pegado el cuerpo del chico al suyo pasando una mano detrás de sus caderas mientras que la otra se dirigía a uno de los cajones de una mesita pegada al sillón - ¿Te importa que te ponga a ronronear?

El cerebro de Atsushi intentó procesar la pregunta y la verdad es que no la entendía. ¿Ronronear? Ah, claro, Dazai y sus bromas con él y sus gemidos/maullidos. Supuso que le quería ayudar a soltar sus gemidos de gatito y por ahí iba la cosa, pero no exactamente como Atsushi pensaba.

- Va-vale... pero no sea rudo - pidió pensando que Dazai cambiaría la pose o algo similar para que continuara moviéndose con la ropa puesta.

- Tranquilo - abrió solo un poco el cajón para sacar de allí una tira de sobres plateados – Lo haré suave, te lo prometo. ¿Puedes cerrar los ojos un momento?

Atsushi asintió con la cabeza y cerró sus ojos. Dazai aprovechó esto y fue juntando sus rostros poco a poco, cuando estaban a milímetros de rozarse, la entrada de alguien por la puerta que dejó abierta interrumpió todo.

- Hijo de puta...

La calentura abandonó completamente el cuerpo de Dazai al escuchar la conocida voz de su amigo bajito y virgen.

- Chuuchuu... good... ¿morning?

- ¿Good morning? - las venas empezaron a marcarse por su frente – Pero serás... - su mirada pasó con rabia a la del cuerpo del chico de cabellos blancos. Este abrió los ojos debido a la nueva presencia en la casa y su rostro se puso rojo cuando sus miradas chocaron. Era comprensible, debe ser muy vergonzoso que un desconocido te encuentre de esta manera. No tenía un espejo delante así que no sabía que tipo de cara estaba poniendo ahora mismo, pero debía ser aterradora por la expresión de Atsushi, el cual se aferraba con fuerza al cuerpo de Dazai como si fuera un gatito asustado - ¿Gatito? - su cerebro por fin ató cabos y la conversación que tuvo ayer con Dazai sobre un seiyuu novato que parecía un gatito lo dejó todo claro en su mente.

No había más dudas. Le tenía encima, rodeando su cuerpo con sus piernas y el capullo hijo de puta de Dazai tenía una tira de preservativos en la mano que no tenía encima del chico. Chuuya no era idiota, Dazai se estaba acostando con el novato, a pesar de la charla que tuvieron ayer.

- Emm... este es Nakajima Atsushi - presentó Dazai al menor para calmar un poco el ambiente – Es el seiyuu nuevo del que te hablé ayer. Atsushi-kun, este es Nakahara Chuuya, un seiyuu de...

- ¡¡¡¡¡¡¡TE VOY A MATAR, HIJO DE PUTA!!!!!!!! - sin dejarle acabar bien su presentación, Chuuya se lanzó hacia el sillón con la intención de matarle, pero Dazai fue más rápido y se levantó sujetando a Atsushi todavía enganchado a su cuerpo.

- Chuuchuu, no hace falta ser tan ruidoso por la mañana - dejó que los preservativos cayeran al suelo y de un empujoncito con el pie, los hizo quedar debajo del sillón - Y menos en tu estado ¿no tienes resaca? Bueno, da igual - dejó con cuidado a Atsushi en el suelo y le sonrió, ignorando al enano rabioso que tenía detrás - ¿Estás bien, gatito?

- Da-dazai-san... - Atsushi empezó a sudar al ver el aspecto asesino del hombre de ojos azules - ¿Quién es?

- Un amiguito.

- ¿Amiguito...?

- Sí, el sufijo "-ito" se usa para cosas chiquititas.

- ¡¡TE MATARÉ Y BAILARÉ SOBRE TU TUMBA!!

Atsushi se aferró asustado a la espalda de Dazai, lo primero que sintió al ver a Chuuya fue vergüenza por la situación en la que les descubrió, pero ahora mismo al ver su despliegue de rabia, lo que sentía era algo de miedo.

- ¿E-es normal que sus amigos quieran matarlo?

- En el caso de Chuuya, supongo que sí - se encogió de hombros sin darle más importancia al asunto.

- ¡¡¡OYEEEEEE!!! - de un saltó bajó del sillón y se dirigió enfadado hacia él - ¡¿ME ESTÁS ESCUCHANDO?!

- Con los gritos que estás pegando, es difícil no escucharte.

- ¡¡ERES UN ABORTO MAL HECHO!! - le agarró con fuerza del cuello de la camisa - ¡¿Qué te dije ayer?!

- Mmm... "Tiene un trasero que... uff... metería la cara y..."

- ¡¡E-ESO NO!! - protestó con las mejillas un poco rojas - ¡L-lo otro!

- ¿Lo otro? ¡Ah, claro! "Ryu y yo viviríamos una vida asexual".

- ¡Gilipollas! ¡¿Lo haces a propósito?! - relajó su agarre, pero no le soltó - Te dije que no te acostaras con nadie hasta que enamorara a Ryu, ¡¿qué mierda harás si descubre esto?! ¡¿Acaso no piensas en lo triste que se pondría?! ¡¿Podrías dejar de ser un egoísta un solo puto momento de tu vida y pensar en Ryunosuke?!

- ¿Ryunosuke...? - murmuró Atsushi. ¿Todo el enfado del hombre bajito era porque se estaba preocupando por Akutagawa?

- Me temo que no he hecho otra cosa en la vida que preocuparme por Akutagawa.

- ¡¿AH?! ¡Y UNA MIERDA!

- ¿Y tú qué sabes? Yo le conozco desde hace más tiempo que tú.

- ¡No me jodas! - soltó por fin el agarre del cuello de su camisa – Si de verdad te importara, dejarías de ser tan capullo con él.

- Akutagawa me importa.

El agarre de Atsushi en la espalda del mayor desapareció tras oír eso. Interrumpiendo su discusión, pasó por delante de ellos y recogió sus zapatos del suelo para volver a ponérselos.

- Atsushi-kun.

- He recordado que hay una buena oferta en el supermercado, si no me doy prisa me la perderé. Vendré otro día, esto... - intentó mirar a Chuuya a los ojos, pero no pudo – U-un placer, hasta luego.

Aunque intentó ir tras él, a Dazai no le dio tiempo porque Atsushi se había marchado ya. Suspiró cansado viendo la puerta cerrada que había dejado Atsushi al irse.

- Dijiste que no te gustaba – le reprochó Chuuya a sus espaldas.

- Y no me gusta, me parece lindo, eso es todo.

- ¿Y los condones? Maldito cochino degenerado.

- El amor y el sexo no tienen por qué ir de la mano, tal vez por no comprender eso es que sigues siendo virgen.

Chuuya gruño, ¿cómo podía ser amigo de este imbécil? A veces quería partirle la cara a puñetazos, pero otras quería ahogar sus penas bebiendo con él. Puta amistad que no lograba entender.

- Eres un gilipollas.

- Y tú un virgen enanín.

- Asaltacunas.

- Tiene 18.

- ¡Asaltacunas!

- Tch, amante de los góticos culones.

Se miraron mal durante un rato hasta que Dazai se giró para dirigirse hacia la puerta.

- ¿A dónde mierda vas?

- A buscar a Atsushi-kun.

- Eso hazlo mañana - llegó rápidamente a su lado y evitó que abriera la puerta – Tengo algo urgente que hablar contigo.

- Me da igual – no se esforzó en apartar a Chuuya, volvió al salón y maldijo por lo bajo al ver que el móvil de Atsushi se había quedado ahí.

- Escucha, me he enterado de algo demasiado fuerte y que por motivos personales no te puedo contar.

- ¿Si lo adivino te vas?

- Ja, inténtalo - se cruzó de brazos con superioridad – No lo adivinarías nun...

- Ozaki-san es la tía de Akutagawa.

- Ah... - la perfecta postura de Chuuya se deshizo ante la respuesta - ¿Q-qué...? ¡¿Por qué mierda lo sabes?!

- ¿Te has olvidado? Conozco a Akutagawa desde hace mucho antes que tú.

- ¡Deja de recordármelo! Mierda, el caso es que he hecho algo vergonzoso, dios ha decidido ser amable conmigo hoy y me ha dejado aterrizar encima de Ryu ¡Y no solo eso! ¡He podido toquetear sus piernas! Aunque ha sido por accidente, pero lo he gozado igual. Tanto tiempo grabando hentai... - empezó a llorar de la emoción - Creía que esas escenas no existían ¡pero lo hacen! ¡Las caídas milagrosas existen! Ah, también le he destrozado unas galletas.

- Buen trabajo Chuuya, la próxima vez que os veáis ¿qué vas a hacer? ¿Aterrizar con tu cara en su trasero y destrozarle un bizcocho? - le contestó con sarcasmo – Si así es como ligas, nunca perderás la flor.

- ¡Subnormal! Ejem - aclaró su garganta tras perder la compostura por un momento - ¿Qué crees que debería hacer?

- ¿Has venido para eso?

- No, en realidad había venido a por mi videojuego, pero ya que estoy... ¡oye! - protestó cuando vio como Dazai le ignoraba y abría la puerta del apartamento - ¿A dónde mierda vas?

- Puede que Atsushi-kun todavía esté abajo.

- ¿Se puede saber qué te pasa con ese novato? ¿Tantas ganas tienes de meterle en tu cama?

- ¿Te importa?

- Me importa si un calentón tuyo va a hacer sufrir a Ryunosuke.

- Akutagawa no me gusta de esa manera, no esperarás que guarde fidelidad a un chico del que no estoy enamorado.

- ¡Ya lo sé! Lo que pasa es que... - Chuuya maldijo por lo bajo y apretó los puños con fuerza – Por algún motivo le gustas y yo mejor que nadie sé lo que se sufre cuando la persona que te gusta muestra interés por alguien que no eres tú. No quiero que él se sienta así, ¿lo entiende tu diminuto cerebro de guisante?

Dazai se dio por vencido después de eso, volvió una vez más al salón y sacó el videojuego de Chuuya de la consola.

- Atrápalo - lo lanzó en el aire y Chuuya lo atrapó, aunque se le resbaló un poco al principio.

- ¡Imbécil! Habérmelo dado en la mano.

Ignorado las quejas del más bajo, Dazai se sentó en el sillón y se acomodó allí, enfadando más a Chuuya por su actitud tan tranquila.

- Oye.

- ¿Sabes cuál es tu problema, Chuuya? En cierto sentido eres muy pasivo. Estás pensando "Akutagawa te quiere, no salgas con nadie, pero tampoco con él", no querer que esté triste es lo mismo que querer que esté feliz y me temo que solo estaría feliz si saliera con él. Aunque eso veo que ya no te hace gracia.

- Y-yo no...

- No puedo basar todas mis acciones en "¿Voy a poner triste a Akutagawa?". Si de verdad piensas que soy un capullo, un imbécil o lo que sea, entonces enamórale para alejarle de este subnormal.

- Idiota... ¡Pero qué fácil es hablar!

- Sí y no solo hablar, actuar es también muy fácil. Dime, ¿hoy todavía tienes resaca?

- Un poco - llevó una de sus manos a su cabeza, todavía le dolía, pero aun así se había puesto a gritarle y a intentar pegarle.

- Ok, pues entonces será mañana.

- ¿El qué?

- Tú ve pronto a la casa de Akutagawa, lleva tu moto, la vas a necesitar.

- ¿Por qué?

- Tú solo ve, del resto me ocupo yo.

Chuuya se quedó mirando como Dazai empezaba a buscar un contacto en su móvil. Hace nada había entrado gritando y chillando, pero por fin se había acabado relajando. Una vez que el enfado había salido de su organismo, empezaba a sentirse un poco mal por todo lo que le había dicho. Que ellos dos discutieran no era algo tan raro, pero siempre llegaba después un poco de arrepentimiento por sus palabras.

- Oye.

- ¿Sí?

- El novato... es lindo. No tienes tan mal gusto como pensaba.

- Oh... asaltacunas.

- ¡Gilipollas! Además, no es tan lindo como mi Ryu.

- Podría ponerme a discutir contigo sobre eso, pero no quiero que te acomodes y empieces a robarme cervezas.

- Ja, ¿crees que te vas a librar? - Chuuya se dirigió a la puerta no sin antes pasarse por la cocina y robarle una cerveza – Esta me la robo por hacerme enfadar, subnormal.

- Ya, ya, ve a casa a pasar la resaca, gnomo de jardín.

- Tch, ¡Puta jirafa!

- Playmobil.

- Tu cabeza es un nido de pájaros.

- Y tu ropa es de la sección de niños.

- ¡Imbécil! Los niños no visten tan bien como yo – con su cerveza robada en la mano, salió por la puerta, dejando a Dazai ahí solo.

Una vez que Dazai se quedó solo, apartó la mirada de su móvil para mirar el de Atsushi cargándose en el suelo. Puede que hubiera ido demasiado lejos hoy, claro que le gustaba coquetear, claro que Atsushi le parecía lindo, era justo su tipo y eso le atraía, pero su mente tendía a olvidarse de que no podía tratar a Atsushi como a cualquier chica o chico que quisiera meter en la cama.

El chico era inseguro y con una autoestima inexistente, de alguna manera le recordó al Akutagawa del instituto, con la diferencia de que cuando el gótico volvía a casa, había gente esperándole, por el contrario, Atsushi no tenía a nadie que le dijera "bienvenido a casa". Tenía 18, pero en realidad era solamente un niño que se había visto obligado a madurar demasiado rápido.

Se había decidido, mañana le pediría perdón. No quería que Atsushi se asustara de él o algo así. Hablaba en serio cuando decía que quería que confiara en él.

No pudo evitar reír cuando recordó como Chuuya le llamaba egoísta. Puede que así es como debería ser, puede que, si de verdad fuera un egoísta y destrozara los sentimientos de Akutagawa, este le dejara en paz.

Pero no era algo tan fácil. No estaba dispuesto a dejar que el amor no correspondido de Akutagawa condicionara sus acciones, pero tampoco estaba de acuerdo con verle sufrir. Su tristeza ya es algo que había visto en el pasado y la verdad es que no le agradaba.

El chico tenía que aprender a confiar más en otros, en mostrarse débil ante alguien sabiendo que este no se aprovecharía para dañarle y le tranquilizaba saber que Chuuya era la persona perfecta para eso.  

Chuuya dejó aparcada su moto a un lado mientras alzaba la mirada para ver el enorme castillo de dos plantas que suponía la casa de Mori Ogai. Por fuera imponía, al ser una casa tradicional japonesa, parecía la guarida de un malvado samurái. Ahora mismo, él sentía que si ponía un pie ahí dentro le cortarían la garganta. Era exagerado pero lo que sí tenía casi asegurado es que iba a hacer el ridículo, ni siquiera sabía qué hacer exactamente. La farola humana conocida como Dazai no le había vuelto a decir nada más desde ayer.

- Le odio – algo nervioso, dio el primer paso para atravesar el pequeño jardín delantero y llegar delante de la puerta pero una bola peluda se interpuso en su camino - ¿Qué mierda?

Delante de Chuuya se encontraba un gato grande de pelaje oscuro y de enormes ojos de color cobre, colgando de su cuello había una chapa de color rojo en la que se podía leer su nombre.

- Tch – se metió las manos en los bolsillos y caminó hacia el animal – Quítate, te puedo pisar – a pesar de que le avisó, el animal no se movió - Vete a casa, fuera, fuera, fus, fus – una vez más, el animal le ignoró, ante esto, Chuuya se agachó para quedar a su altura - ¿Qué te pasa? ¿Eres de verdad o eres un adorno cutre de Mori-san? - el animal le respondió con un bufido que le pilló por sorpresa y le hizo caer hacia atrás por el susto - ¡AH! ¡Puto bicho! ¡Como te pille haré chuletas de cerdo con tu carne y se las daré de comer al subnormal de Da...!

- ¿Chuuya-san? - de detrás de la puerta de la entrada se asomó el delgado cuerpo de una chica vistiendo una camisa con el dibujo de un enorme gato que le quedaba bastante grande, unos shorts rosas y unas pantuflas de gatito. Sus largos cabellos azabaches llegaban hasta su cintura y a pesar de que algún mechón caía por delante de su rostro, esto no impedía ver sus ojos grises – Es usted, me pareció escuchar su voz. Oh, ¿qué haces fuera Rashoumon? - habló ahora refiriéndose al gato que le había tirado al suelo – Pasa – se hizo a un lado para dejar pasar al animal y volvió a centrar su atención en Chuuya - ¿En qué puedo ayudarle?

- Eh... - Chuuya tardó un poco en darse cuenta en que estaba tirado en la entrada de la casa de su crush y delante de la hermana de este – Pu-pues... - empezó a balbucear mientras se ponía de pie y sacudía su ropa, intentando mantener un poquito de dignidad - Venía a hablar con tu tío - soltó la primera mentira que se le pasó por la mente.

- Comprendo, no se quede fuera entonces, pase.

Cumpliendo su petición, Chuuya entró en la casa, quedándose detenido en el recibidor mientras la chica buscaba algunas pantuflas que pudiera usar.

- Mmm... me temo que las de invitados están para lavar y las de mi tío le deben quedar demasiado grandes. Por lo tanto... - del pequeño armario de la entrada sacó unas pantuflas rosas de unicornio – So-solo quedan estas... lo siento.

- No... no pasa nada - fingió una sonrisa, aunque quería llorar por dentro – Me encantan los unicornios.

- Menos mal, tome.

Aceptó las, a su parecer, ridículas pantuflas y se descalzó en la entrada para ponérselas. Eran tontas, pero debía admitir que eran cómodas.

- La verdad es que mi tío no se encuentra aquí todavía, tuvo que salir temprano para llevar a Elise-chan a la escuela, pero siéntase cómodo de esperarle aquí.

- Gracias, Gin – le dedicó una sonrisa a la chica – Por cierto, ¿qué tal tu manga?

- Ah.... - se sobresaltó un poco al escuchar la pregunta – Bi-bien... ¿u-usted lo ha leído?

- No, la verdad es que no, pero me gustaría empezarlo cuando tenga un rato.

- S-si no tiene tiempo, no hace falta que lo lea, de verdad – una risa nerviosa se escapó de sus labios. Apresuró un poco el paso y lo llevó hacia el salón de la casa – Siéntese si lo desea, ¿quiere algo para beber?

- No, estoy bien.

- Entonces, espéreme aquí por favor, tengo que sacar la comida de los gatos.

- ¿Gatos? - miró de reojo al gato negro que les había seguido hasta aquí - ¿Tenéis más?

- Sí, Nadeshiko, ella es mi gatita mientras que Rashoumon es de mi hermano aunque no la veo por ningún lado.

- A quien tampoco veo por ningún lado es... - rascó su mejilla un poco sonrojado – A Akutagawa...

- Él está fuera.

- ¿De casa? ¿Tan pronto por la mañana?

- No, no, me refiero a que está fuera en el jardín.

- ¿Regando las plantas?

- Haciendo yoga.

- Ah, vale, espera ¿qué?

- Mi hermano siempre anda estresado así que practica yoga para relajarse.

- Y-ya veo.

Debería decirle a Gin que el yoga para relajarse no le servía de mucho a Akutagawa ya que, si bien era cierto que el chico era de naturaleza tranquila, todo eso se echaba a perder cuando aparecía cualquier persona al lado de Dazai.

Gin se despidió para ir a la cocina con la intención de echar la comida a los gatos y volver enseguida para hacerle compañía mientras Mori llegaba. La verdad es que Chuuya cruzaba los dedos para que el dueño de la casa se entretuviera lo más posible por el camino ya que no tenía ni idea de que hacía en esa casa y, por si fuera poco, el imbécil de Dazai seguía sin decirle nada.

- Con que yoga...

Si empezaba a practicarlo, ¿podría pasar más tiempo con el gótico? Podrían formar un romance a través de este... ¿este qué? ¿Cómo se clasificaba el yoga? No era un deporte, no se sudaba, solo sabía que se estiraba el cuerpo y se llevaban unas ajustadas mallas que marcaban hasta el alma.

- Espera un momento... ¿mallas? - el pensamiento de las delgadas piernas de Akutagawa cubiertas por las mallas llegó a su mente tan rápido como pronunció el nombre de la prenda – N-n-no me digas que... - giró el rostro nervioso a la enorme puerta corrediza que conectaba el salón con el patio. ¿Se podría ver desde allí? El tan adorado paraíso de Chuuya.

Comprobó que Gin todavía no había vuelto y se dirigió nervioso a la puerta de cristal. Tras abrirla, asomó la cabeza y miró a ambos lados, el izquierdo despejado pero el derecho...

- No puede ser... - su boca se abrió por la sorpresa, al igual que sus ojos mientras que sus mejillas se tiñeron de rojo.

Delante de sus sucios e impuros ojos estaba una escena que creía que solo podría ver en sus sueños. Akutagawa Ryunosuke vistiendo unas apretadísimas mallas negras que marcaban el perfecto trasero que solo podía mancillar en sus sueños y un crop top del mismo color que dejaba a la vista su plano y pálido estómago. Juraba por dios que algún día pasaría la lengua por ese terreno prohibido.

La sorpresa no fue solamente por verle marcando tanto, como dijo Gin, su hermano estaba haciendo yoga así que Chuuya le había pillado haciendo una de las posturas. Para ser más precisos, le había pillado en el saludo al sol, una postura de yoga compuesta por varias fases y para su buena suerte, le había pillado en la mejor parte. Con sus manos y pies apoyados en una esterilla de yoga de, sorpresa, color negro y con su trasero bien alzado. Si así se saludaba al sol, Chuuya empezaba a tener demasiada envidia de esa masa de gas.

Pasó su mano por debajo de su barbilla para asegurarse de que no había empezado a babear. No quería que Akutagawa pensara que era un pervertido. Si que era verdad que ahora mismo los orbes azules estaban fijos en el firme trasero de su gótico, pero eso no le volvía un pervertido, cualquiera en esta situación le pasaría lo mismo.

Se sobresaltó un poco al ver como Akutagawa cambiaba la postura y pasaba a la siguiente fase del saludo al sol. Seguía con pies y manos apoyados en la esterilla, pero ahora había bajado el trasero, dejando su pecho casi pegado al suelo. Solo estuvo así unos segundos, ya que volvió a cambiar, ahora levantando su pecho y arqueando la espalda.

No sabía quienes habían inventado el yoga, pero benditos sean. Sabía que no debía hacer esto en casa ajena pero no pudo evitar que su mente se fuera a otro sitio con esta escena.

~🧡~

Un Chuuya de 1,90 salió al jardín, mirando con una sonrisa como Akutagawa volvía a alzar el trasero. Una vez detrás del chico, se detuvo y le habló.

- ¿El saludo es para el sol o para mí?

- Chuuya-san... - Akutagawa deshizo la postura y se giró para mirarle de frente - ¿Q-qué hace aquí? - se sonrojó en seguida al darse cuenta de cómo estaba vistiendo – N-no me mire - intentó taparse con sus brazos – Me siento tan expuesto ante sus ojos... no me penetre con la mirada.

- Tranquilo, no es con la mirada con lo que te voy a penetrar – se agachó para tirarse encima del chico, haciendo que este quedara tumbado en la esterilla y atrapado por su cuerpo - ¿No te da vergüenza ser tan lujurioso?

- N-no soy...

- ¿No? ¿Y esto? - bajó su mano hacia su trasero, al ser unas mallas tan apretadas, pudo palpar enseguida lo húmedo que se había puesto - ¿Te has humedecido solamente por tenerme encima?

- N-no es eso... ¡Ah~! Chu-chuuya-san... deje de tocar ahí por favor...

- ¿Por qué? Ya te has mojado, ¿qué más da que te mojes un poco más? - presionó dos de sus dedos en el trasero del contrario, haciendo que la prenda ya humedecida se colara entre sus nalgas.

- S-si lo hace así... - apartó la mirada sonrojado – M-me sentiré muy sucio.

- Lo siento, pero tendrás que aguantar ya que lo que vamos a hacer es más sucio todavía.

- Chuuya-san... ¡ah! - gritó por la sorpresa al ver como el mayor levantaba sus dos piernas y las dejaba apoyadas sin ningún problema sobre sus hombros – Chuuya-san... - pequeñas lágrimas se acumularon en sus ojos debido a la vergüenza - Estoy demasiado expuesto.

- Mientras solo sea para mí, no veo el problema - desgarró con fuerza la prenda sin llegar a quitársela, llevándose la fantástica sorpresa de que no llevaba ropa interior – Oh... creo que te sentías sucio por un motivo diferente.

- N-no me juzgue, si no llevo nada debajo... el roce se siente más placentero.

- Tranquilo, que seas un chico tan travieso me viene de perlas hoy – llevó sus manos a su propio pantalón y empezó a desabrocharlo para liberar su miembro, ansioso de enterrarse en su húmedo interior.

- Espere un poco, Chuuya-san – su mirada denotaba hambre por el miembro del mayor pero también nerviosismo – Yo nunca he mantenido relaciones, no sé hacerlo.

- No te preocupes - acarició con cariño su mejilla – Tu Chuuya-san te enseñará.

- ¿S-sí...? - puso su mano sobre la de Chuuya - ¿Chuuya-san va a hacerme el amor?

- Si tienes aguante, todo el día.

- Tengo muchas ganas – los nervios parecieron desaparecer de su cuerpo, relajándose para entregarse completamente - Hágame suyo, Chuuya-san.

- Ahora mismo – se lanzó hacia el cuerpo más pequeño que el suyo, provocando gemiditos llenos de placer al estar siendo desvirgado por el hombre de su vida y futuro esposo, porque después de tomarle tenía claro que se iban a casar.

Iba a dejar de prestar atención al mundo para centrarse en el chico debajo de él, pero el maullido de un gato le hizo mirar a la derecha, ahí mismo estaba el gato negro que Gin llamó Rashoumon.

- ¿Qué quieres? Vete, vete, me estoy volviendo uno con mi Ryu - intentó espantarle con la mano, pero este le contestó dejándole un arañazo en esta - ¡AAAAHH! ¡¿Pero qué haces?!

El dolor se había sentido demasiado real para estar tratándose de una imaginación. No sería que...

~🧡~

- ¿Eh? - Chuuya despertó de su bonito sueño y miró hacia abajo, el mismo gato cargado de rabia estaba clavando sus uñas en su pierna como si de un poste rascador para gatos se tratara – Maldito bicho, quita, quita – se sacudió un poco la pierna y consiguió librarse de este. Algo molesto, se agachó para quedar a la altura del animal – Me has jodido lo mejor, ¿te parece bonito?

El gato respondió a su manera, es decir, levantando la zarpa y dejando un bonito arañazo en la mejilla de Chuuya.

- ¡¡IAAAA!! ¡PERO SERÁS...! ¡VOY A CAVAR UN HOYO EN LA TIERRA Y VOY A...!

- ¿Chuuya-san? - debido a sus gritos, Akutagawa se percató de su presencia.

- Eh... - intercambió miradas entre el gótico y el animal – Vo-voy a cavar un hoyo en la tierra para poner las bases de un bonito parque de gatitos para ti. ¿Te parece bien? Cosa bonita, gatito, gatito~.

- ¿Qué hace aquí?

- Ve-venía a... y te vi el uff... y pensé argh... y lu-luego... bo-bonitas mallas. Te marcan bien el... emmm... ¿cu-cuál era la pregunta que me has hecho?

- Chuuya-san – Gin se asomó al jardín - ¿Todo bien?

- Sí, sí, e-es que me daba curiosidad el yoga y por eso me he asomado. Tu hermano... - le recorrió deseoso con la mirada – Tu hermano lo hace muy pero que muy bien, debe ser un experto.

- No es para tanto, en realidad el yoga no es tan difícil, el truco está en respirar y relajarse. Si le parece bien, podríamos hacerlo juntos algún día.

- ¿Ah...? ¡¡¿EH?!! ¡¿Ju-juntos?! ¡¿Ha-hacerlo?! ¡¿A-aquí fuera?! - por un momento, Chuuya se olvidó de que estaban hablando de yoga.

- Creo que se hace mejor en el exterior.

- ¿QUÉ? ¡E-eso es exhibicionismo! ¡Estas cosas se hacen mejor en las habitaciones! ¿No?

- ¿Exhibicionismo? Nadie me ve aquí y mi habitación... - sus pálidas mejillas se tiñeron de rojo – N-no es un buen lugar para hacer yoga.

- Yoga... sí, yoga... - se quiso golpear la cara, ¿cómo se podía haber olvidado de lo que estaban hablando?

- Si no le importa, terminaré mi sesión de hoy y me reuniré luego con usted en el salón.

- S-sí, claro.

Akutagawa se dio la vuelta para seguir haciendo sus ejercicios de yoga. Al volver a tener la vista de su trasero, una duda importante llegó a la mente de Chuuya, ¿llevaba lencería debajo de esas mallas o era tan travieso como en su sueño y no llevaba nada? Sea cual sea la respuesta, le iba a poner cachondo.

Volvió a meterse dentro de la casa detrás de Gin y sin despegar la mirada en ningún momento del trasero de Akutagawa, esperaba no estar siendo muy obvio.

- Chuuya-san, ¿le está mirando el culo a mi hermano?

- ...

- ¿Chuuya-san?

- No... ¡¡NO, NO!! ¡CLARO QUE NO! - agitó las manos nervioso, ya le habían pillado - ¡¡Mi-miraba las posturas que hacía!! M-me interesa mucho el yoga, de verdad.

- Si usted lo dice...

Parece que la mentira coló o eso quería creer Chuuya porque Gin no se veía con las intenciones de hablar más de eso. Los ojos de la chica se iluminaron cuando vio llegar a la sala otro gato negro solo que este era más delgado que Rashoumon y además sus ojos eran azules.

- ¡Shiko!

- ¿Otro gato más?

- Ah, no, solo hay dos. Esta es Nadeshiko, la llamo Shiko de manera cariñosa.

- Entiendo – Chuuya se agachó al lado de Gin, la verdad es que este gato parecía más simpático que el otro, puede que solo fuera por el color de ojos, pero no intimidaba tanto como el otro, si hasta su nombre parecía más pacífico - Es una gata bonita.

Tras su comentario, la gata pareció querer escalar por su cuerpo, causando una sonrisa en Gin.

- Creo que le gusta, pero si le molesta... - intentó apartara al animal, pero Chuuya no la dejó.

- Tranquila, me da igual – la tomó en brazos, viendo como sus pupilas se dilataban y el color azul era más difícil de ver en sus ojos. El día de hoy, Chuuya iba a aprender una valiosa lección, cuando las pupilas de un gato se dilatan, puede ser señal de que le apetece jugar – O-oye – se sorprendió cuando la gata estiró su cuerpo y atrapó con sus colmillos su sombrero para después bajar de sus brazos de un salto y salir correteando con su nueva adquisición - ¡Oye, que eso no es tuyo! ¿Por qué todos los gatos de esta casa me odian?

- ¡Lo siento! - Gin se disculpó rápidamente – Se lo traeré de vuelta.

- Tranquila, ya me encargo yo – Chuuya se apresuró para seguir al animal, sintiéndose ridículo al estar corriendo con pantuflas de unicornio – Oh, mierda, Ryu me ha visto con estas cosas tan feas... ¡Ah, puto Dazai! Todo esto es su culpa.

Siguiendo a la gata, acabó subiendo al piso de arriba, no tardó mucho en encontrarla deslizando su delgado cuerpo por una de las habitaciones cuya puerta estaba ligeramente abierta. Su intención no era husmear en casa ajena, solamente entraría ahí para recuperar su sombrero y ya.

- Con permiso... - murmuró en voz baja mientras se adentraba en la habitación - ¿Qué demonios...?

Lo que se encontró delante de sus ojos le dejó de piedra, era una enorme pared cubierta casi en su totalidad por fotos de Dazai. Había que decir que las fotos eran muy variadas, desde recortes de revistas hasta fotos en las cuales parece que Dazai no era consciente de que le estaban fotografiando. A pesar de la extraña pared dedicada al castaño, la habitación no era exclusiva para su adoración, aunque lo parecía. Por los muebles de color negro y la cama de sábanas oscuras, podía decir que esta era una habitación de uno de los miembros de la casa. ¿De cuál? Pues al ver el dakimakura de Dazai descansando en la cama no le costó mucho averiguar que esta era la habitación de Akutagawa Ryunosuke.

- Su habitación... - sus mejillas adquirieron un pequeño sonrojo al permitirse oler el entorno - Aquí duerme... aquí se cambia de ropa... - tragó duro – A-a-aquí... se desnuda...

Por primera vez en su vida, Chuuya deseó que las paredes pudieran hablar, bueno, todas menos la que contenía las fotos de Dazai, esa no le iba a decir nada útil y siendo sinceros, puede que fuera la parte que más odiaba del dormitorio.

- Capullo - insultó a la pared y dio un golpe débil a una de las fotos pegadas en ella. Su mirada se paseó por la habitación hasta que se fijó en una cómoda de color oscuro, como todo en la habitación - Ahí... ¿está ahí...? La lencería...

No supo por qué, pero los pies le habían empezado a pesar más, sin embargo, consiguió llegar a su objetivo y estiró una de sus manos temblorosas hacia uno de los cajones, pero la apartó rápidamente. ¿Qué demonios estaba haciendo? Él no era ningún pervertido.

- Soy un hombre decente. Los hombres decentes no... no hurgan en... no, no lo hacen.

Intentó controlarse, pero parecía como si el cajón le estuviera hablando. "Ábreme" es lo que decía en su mente y es que, aunque no lo pareciera, resistirse era muy difícil. Un simple mueble que podía ser abierto por cualquiera era el que contenía, según él, el mayor tesoro del que dispondría en toda su vida. Dazai ya le dijo lo de la lencería, pero ¿qué tipo de lencería usaba? Esa era la pregunta importante. Podía llevar lazos, ser lisa, de encaje, podía hasta ser un tanga que dejara completamente expuesto sus perfectos y pálidos glúteos.

- ¡A la mierda! - abandonó el debate mental e intentó tirar del cajón, pero el maullido de un gato le recordó la razón por la que estaba ahí.

Nadeshiko había dejado abandonado en el suelo el sombrero que le robó para meterse debajo de la cama. Chuuya abandonó sus deseos primitivos de ver la ropa interior del chico y recuperó su sombrero, al final esa había sido la elección correcta, de todas formas, existía el riesgo de que alguno de los Akutagawas entrara y le pillara cometiendo fechorías de viejo verde.

- El calentón nubló mi mente. Oye, Nadeshiko - llamó a la gata, pero esta no salió de debajo de la cama – No puedes estar ahí, vámonos - como el animal seguía ignorándole, se puso de rodillas para buscarla debajo de la cama, pero justo en ese momento el animal salió empujando algo con sus patitas como si de una pelotita se tratara y la verdad es que la forma la tenía solo que tenía una especie hilo unido a ella – Espera... e-eso no es una pelota – algo emocionado por sus sospechas de la verdadera identidad del objeto, intentó arrebatárselo a Nadeshiko pero alguien se le adelantó y se lo quitó al gato, al levantar el rostro, puedo ver que se trataba del dueño de la habitación - Eh.... ho-hola...

- ¿Qué hace aquí?

A Chuuya le recorrió un escalofrío por eso, ¿estaba enfadado? Había sonado muy frío así que sí lo estaba ¿no? ¿La había cagado? Si hubiera sabido que lo iba a estropear de todas formas, habría echado un vistazo al cajón con lencería.

- ¡N-no es lo que parece! Nadeshiko me robó el sombrero y...

- Comprendo.

- ¿M-me crees?

- ¿Por qué iba usted a estar mintiendo? Es una persona honesta.

Se relajó al oír esas palabras, parece que el miedo a que el gótico se enfadara con él era infundado.

- O-oye, lo que ha sacado de debajo de la cama...

Akutagawa le miró con el rostro sonrojado, pasó rápidamente por su lado y guardó el misterioso objeto entre sus manos en un cajón.

- N-no es nada y cambiando de tema... - no se dio la vuelta, la vergüenza estaba pudiendo con él - N-no piense cosas raras de mí, por favor.

Al principio no entendió la petición, pero no tardó en recordar las fotos de Dazai adornando una pared entera y sin mencionar el dakimakura de la cama.

- ¿Por las fotos de Dazai? No te preocupes, supongo que es normal coleccionar cosas de alguien que admiras.

- No es solo admiración.

- ¿Mm?

Akutagawa se separó del cajón y se dirigió a un escritorio delante de la ventana, donde reposaba una foto enmarcada, aunque debido al reflejo de la luz, Chuuya no pudo ver de quienes eran.

- No es solo admiración - volvió a repetir mientras acariciaba con cariño la foto.

- Ya... - no estaba seguro de querer seguir escuchando las palabras que saldrían de su boca después de eso – Me imagino que querrás cambiarte, yo... mejor salgo.

Cuando Akutagawa se dio la vuelta, Chuuya ya se había ido y había dejado la puerta cerrada. Volvió a dirigir su vista a la foto enmarcada, en ella se podía ver a tres alumnos de secundaria. Uno era él mismo, otra era su hermana y el último era el mismo castaño que adornaba una de sus paredes. Su hermana estaba agarrada bastante contenta del brazo de Dazai mientras que él parecía conformarse con sujetar parte de la chaqueta de su uniforme. La secundaria fue un infierno para él, pero Dazai estuvo ahí para salvarle, puede que fuera en esa época en la que decidió que quería estar con él.

Dejó el marco de fotos sobre el escritorio y se dirigió a su armario para empezar a cambiarse. Fuera de la habitación, Chuuya volvía acompañado de Nadeshiko al piso de abajo.

- Me has permitido ver el paraíso pero también el infierno, ¿contenta?

La gata adelantó la caminata y llegó abajo antes que él. La puerta de la entrada abriéndose y Gin pronunciando un "Bienvenido" le puso la piel de gallina. No podía tratarse de otra persona más que de Mori y para colmo, Dazai no le había contactado en ningún momento. ¿Con qué excusa le venía ahora para haber venido a su casa?

- Mierda...

- Buenos días, Chuuya. Ha sido toda una sorpresa verte en mi casa – le saludó tranquilamente.

- Sí... que sorpresa tan agradable.

- Gin dice que tenías algo de qué hablar conmigo - entregó el maletín que llevaba a la chica y miró con una sonrisa las pantuflas que llevaba Chuuya – Bonitas pantuflas, las eligió Elise-chan, ¿no son adorables?

- Preciosas - mintió intentando mantener un buen rostro para que no fuera muy obvio.

- Bueno, ¿de qué se trata entonces?

- Eh... - abrió la boca, pero de ahí no salió nada, quería salir algo como "Puto Dazai" pero no tendría mucho sentido decirlo - Quería... pedirle perdón personalmente, sé que mi comportamiento en el ámbito laboral no es perfecto, pero usted siempre me lo pasa por alto.

- No sé si el término "pasar por alto" es el más adecuado y no me malinterpretes, no lo digo por tu estatura.

- Ugh – Chuuya casi cae al suelo por eso.

- Lo que digo es que no ignoro tu comportamiento algo... inadecuado. Guardo en mi mente cada momento en el que haces algo incorrecto o molesto y pienso en la manera en la que puedes redimirte por todos ellos.

- No sabía eso.

Ahora sí que quería destrozar la cara de Dazai, por su culpa se había enterado de que Mori ni olvidaba ni perdonaba.

- Pero estás de suerte, el día de hoy puedes hacer una tarea que hará que perdone todas las veces que has resultado molesto a las seiyuus por tu ligero alcoholismo.

- ¡No soy alcohólico! ¡Espere! ¿Ha dicho tarea?

- Sí, hace nada he recibido una llamada de Higuchi disculpándose de manera exagerada. Dice que no puede acompañar a Ryu a sus trabajos el día de hoy. Lamentablemente, yo no puedo acompañarle, tengo trabajo que hacer y tampoco puedo dejar que vaya solo a trabajar porque puede ponerse algo... digamos agresivo, con cualquier comentario que se le haga o persona que se cruce en su camino. Es importante que haya alguien vigilándole para que no arme un escándalo demasiado grande.

- Pero entonces, lo que usted me está pidiendo es...

- ¿Puedes acompañar a Ryu durante el día de hoy?

La pregunta sonó como un coro de ángeles para Chuuya, ¿acompañar a su amorcito durante un día entero de trabajo? ¿Dónde tenía que firmar?

- Oh, vaya, suena algo problemático - estúpidamente, intentó hacerse el interesante – Pero si lo pide Mori-san...

- Si no quieres no pasa nada, preguntaré a Dazai - sacó su móvil, pero la mano de Chuuya le agarró con fuerza.

- ¡Yo me encargo! - el fuego de la determinación y los celos era visible en su mirada.

- Genial, es bueno saber que puedo contar contigo. Cuando Ryu baje, se lo diré.

- Sí, yo... yo le esperaré fuera - abandonó la casa lo más rápido que sus pies le dejaron después de deshacerse de las pantuflas de unicornio y recuperar sus zapatos. Una vez fuera, pellizcó sus mejillas con fuerza, ¿era un sueño? El móvil sonando en su bolsillo le devolvió a la realidad, lo sacó solo para ver con el ceño fruncido que se trataba de Dazai – Subnormal – lo primero que hizo al descolgar la llamada fue insultarle.

- Good mor...

- ¡¿QUÉ MIERDA TE CREES?! Me haces venir aquí sin decirme nada, ¿querías que hiciera el ridículo? Pues jódete, para tu información, voy a acompañar a Ryu al trabajo y todo esto lo he conseguido sin tu ayuda. ¿Qué te parece?

- Wao, increíble Chuuchuu, debes tener talento, pero, un consejo, no la fastidies. Sé coqueto, pero no baboso. Me imagino que te costará porque debido a lo bajito que eres, debes quedar a la altura perfecta de su trasero.

- ¿Por qué no vas un poco a que te den por...?

- ¡Ah~! - el gemido de una mujer sonó al otro lado del teléfono.

- Pero que... - frunció el ceño ante el sonido que acompañaba a Dazai - ¡¿Qué mierda estás haciendo?!

- Jujuju, ¿tú que crees?

- Hijo de puta... ¿quién es?

La risa traviesa de Dazai sonó, parece que había puesto el manos libres para que Chuuya pudiera oír.

- ¿Se siente bien, Higuchi?

- ¡S-sí! Ah~... nunca me he sentido tan bien... pe-pero por favor, que no se entere Akutagawa-senpai.

- Tranquila, será nuestro se-cre-to~

- Va-vale... ¡Kyaa~!

El rostro de Chuuya se puso rojo ante los gemidos de la mujer, cierto era que él trabajaba con gemidos todos los días, pero estos gemidos eran de una chica que él conocía. ¿Cómo la volvía a mirar a la cara luego?

- Cabrón... ¿te estás acostando con la mánager de Ryu?

Su móvil vibró ante la llegada de un mensaje. Pasó la llamada a segundo plano solo para ver que el mensaje era de Dazai, parecía una foto. No se habría atrevido ¿no? Su dedo temblaba mientras el sudor empezaba a recorrer su frente. Por vergüenza no quería mirar, pero pensándolo bien, la foto podía servir para que Akutagawa quisiera matar a Dazai, a Dazai o a Higuchi, seguramente a la mujer, pero seguía siendo una prueba de lo cabrón que era el castaño.

Pulsó el mensaje para ver la foto, pero la verdad es que no era nada de lo que esperaba. No era una escena de sexo ni nada parecido, era Higuchi tumbada bocabajo en una camilla, llevando solamente una toalla mientras un masajista descargaba la tensión acumulada en sus hombros.

- Pero que...

- Chuuchuu, ¿qué cochinadas estabas pensando?

- Hijo de puta...

- ¡Jajaja! He regalado a Higuchi un día gratis en un spa para descargar estrés. Akutagawa la hace sufrir mucho así que he pensado que se lo merecía.

- Con que por esto se ha escaqueado del trabajo.

- No está mal huir de las responsabilidades de vez en cuando ¿no crees? Además, así tienes vía libre para enamorar a Akutagawa con tus encantos. ¿O necesitas que te eche una manita?

- Por supuesto que no, me basto y me sobro yo solito así que piérdete por ahí.

- Ok, por cierto, piensa luego como darme las gracias. Acepto todo tipo de regalos caros.

- Que te jodan, ¿Qué te parece si me chupas la po...?

- Chuuya – la voz de Mori sonó a sus espaldas, asustándole tanto que casi se le cae el móvil al suelo.

- ¡Mo-mo-mo-mori-san! Q-que susto, es usted muy sigiloso.

- Perdóname, ¿he interrumpido una conversación importante? ¿Qué te iban a chupar?

- Eh... nada - colgó rápidamente y guardó su teléfono.

- ¿Esa es tu moto? - con calma se dirigió hacia el vehículo y la observó con una sonrisa que a Chuuya le transmitía de todo menos buenas vibraciones.

- S-sí.

- Tiene clase y es de un color llamativo, como tú.

- ¿Gracias?

- ¿Sabes? Nunca he montado en moto, la verdad es que no me hacen mucha gracia. ¿No tiene la gente muchos incidentes en estas cosas?

- Bueno, si conducen responsablemente...

- ¿Eres un conductor responsable, Chuuya? Espero que para conducir no bebas tanto como para trabajar.

- No, claro que no.

- ¡Genial! - aplaudió feliz para después posar con fuerza una de sus manos en el hombro de Chuuya. Sus ojos parecieron perder brillo y su sonrisa se ensanchó tanto que parecía demoníaca - ¿Cómo te digo esto? Si Ryu vuelve con las rodillas raspadas por una caída, me aseguro de mandarte al paro y de que no vuelvas a trabajar en lo que te queda de vida. ¿Me he explicado bien?

- Perfectamente - respondió completamente asustado.

- ¡Bien! - su rostro volvió a iluminarse como si no le acabara de amenazar hace medio segundo – Es reconfortante saber que eres un hombre de confianza, Chuuya.

- No lo dude, señor.

- ¿Señor? Jo – hizo un puchero que no iba con su edad - ¿Cuántos años me echas?

- 60.

- ¿Ah? - el rostro sombrío volvió, asustando a Chuuya una vez más.

- ¡20!

- ¡Ay! Pero que tontito~

Chuuya rio nervioso, por favor, que Akutagawa bajara rápido. Como si hubiera escuchado su deseo, hacia ellos llegó el chico al que esperaban. Mori le recibió con una sonrisa mientras que Chuuya podría haberle recibido perfectamente con un sangrado nasal. Al igual que ayer, vestía un short negro con medias de rejilla debajo, pero llevaba algunas cosas nuevas. Su calzado consistía en unas botas negras que le llegaban por debajo de la rodilla y parece que hoy se había levantado con ganas de enseñar ombligo porque llevaba un top de manga larga que cubría su cuello, pero dejaba al aire sus pálidos hombros. Para rematar, había un complemento cuya función no entendía, pero ahí estaba, se trataba de una correa negra rodeando su muslo derecho. Vale, ya había entendido para que era la correa, para levantarle una erección.

- No, ahora no - murmuró mirando un poco hacia abajo.

- Ya me han informado de todo. Usted me acompañará por el día de hoy, siento causarle molestias – en forma de disculpa, hizo una reverencia.

- Tranquilo, tranquilo, no pasa nada. De todas formas, yo estaba libre hoy y...

- Jajaja, a Chuuya le encanta hacer favores ¿verdad? - Mori volvió a apretar su hombro con fuerza – Es un buen chico, hacer este favorcito al sobrino de su jefe es un honor para él. Jajaja, no olvides de lo que hemos hablado, ¿vale?

- No se preocupe por eso, Mori-san.

- Jajaja, que sea un día productivo. Adiós~ - Mori les despidió con la mano mientras volvía a meterse en su casa, dejándoles por fin solos.

- Tu tío es... un buen hombre - comentó mientras se sobaba el hombro adolorido por su agarre.

- Sí, supongo que sí.

- Bueno, ¿a dónde tienes que ir en primer lugar?

- Tengo una entrevista en la radio FM Yokohama.

- ¿La radio? Debes ser muy popular.

- En realidad no, pero un videojuego para el que puse voz se volvió muy popular y quisieron que fuera para una entrevista. La popularidad, para mí, no tiene mucha importancia.

- Puede que seas el único. Lo normal es querer ser popular ¿no?

- Supongo.

- Bueno, vámonos, no queremos que llegues tarde - levantó el asiento de la moto y de dentro sacó dos cascos, uno rojo que se puso después de quitarse el sombrero y guardarlo y otro negro que ofreció al chico, este lo aceptó con duda y se le quedó viendo. Bastante acostumbrado, Chuuya se montón sin ningún problema en la moto y se quedó viendo como Akutagawa se ajustaba lentamente el casco – La protección es importante, ¡la de la moto! ¡No estoy hablando de condones! ¡Que también son importantes, no lo hagas nunca sin condón! Joder, no era eso lo que quería decir - estampó su mano contra su rostro, ojalá tuviera su boca un botón de apagado.

- Gracias por su consejo de educación sexual.

- De nada... - abochornado, puso ambas manos en los manillares de la moto y esperó a que el gótico se subiera, pero no hubo señales de su cuerpo a sus espaldas - ¿Ocurre algo? - se giró para mirarle.

- No... es que yo... - rascó su brazo algo nervioso – Higuchi siempre me lleva en su coche, nunca he subido a una moto.

De repente Chuuya se sintió estúpido, debería haber pensado en eso. Sí que es verdad que Akutagawa tiene pinta de chico malo y todo lo que quieras, pero muchas veces lo de chico malo se queda solamente en sus apariencias y ya.

- Chuuya-san, es muy grande.

- ¡¡¡¡¡PUAAAAAAAAAFFFFFF!!!!!! - se atragantó con su propia saliva y empezó a toser - ¡¿PE-PERDÓN?!

- La moto es muy grande.

- Ah... claro - relajó su mente calenturienta durante un momento y soltó su mano izquierda del manillar de la moto para palmear su propio hombro – Apoya la mano aquí e impúlsate para subir.

Akutagawa asintió con la cabeza e hizo lo que le dijo. El cuerpo de Chuuya se tensó al sentir su mano, a pesar de que dijo que nunca había subido a una moto, lo consiguió hacer con bastante facilidad.

- Ya está - informó una vez posicionado detrás de él.

- Va-vale... esto... - tragó duro al agarrar los manillares con fuerza – Pa-para que no te caigas... lo mejor será que pases los brazos por delante de mí.

- ¿Cómo si le abrazara?

- S-sí, e-eso mismo.

El cuerpo de Chuuya volvió a tensarse cuando sintió los brazos de Akutagawa abrazarle por la espalda. Mentiría si dijera que casi no chilla, el chico le estaba abrazando, no en el sentido romántico, pero cumplía con las características de un abrazo.

- Jeje...

- ¿Chuuya-san?

- Jejeje...

- ¿Se encuentra bien?

- ¿Eh? ¡Ah! ¡Sí, claro, mejor que nunca! Vo-voy a arrancar, agárrate fuerte.

Y el chico cumplió, al escuchar el motor de la moto rugir, apretó el agarre, haciendo que Chuuya casi gritara una vez más. El camino a la estación de radio fue como un paraíso, pero al mismo tiempo un infierno para Chuuya. Paraíso porque Akutagawa estaba agarrado con fuerza a su cuerpo, nunca antes había agradecido tanto la existencia de los semáforos. Un semáforo en rojo hacía que el agarre se suavizara un poco y que su pobre corazón pudiera respirar mejor pero cuando el verde volvía, el agarre volvía a ser igual de intenso haciendo que una sonrisa boba se dibujara en su rostro y gracias a dios Akutagawa no podía verle. Sin embargo, el infierno se desataba al tener que controlar sus alborotadas hormonas. No podía tener una erección solo por tener su cuerpo pegado a su espalda y tampoco podía desatar una de sus fantasías si querían llegar vivos a la estación de radio.

Esto último le hizo pensar, no podía estar dejándose llevar como si fuera un mocoso adolescente. Estaban en la carretera y ese es un lugar peligroso, no hacía falta haber recibido una amenaza de Mori para ser precavido. Él mismo sería el primero que no se perdonaría que algo le pasara a Akutagawa.

En un momento dado, llegaron a un tramo de la carretera en el que se permitía más velocidad. Chuuya lo dudo un momento, no quería ir muy rápido, pero ir lento puede causar también un accidente.

- Agárrate fuerte.

Akutagawa no respondió, acató su orden y Chuuya aceleró más. Aunque fue él quien se lo dijo, no pudo evitar que su rostro se pusiera rojo, sin embargo, controló sus ganas de chillar por la emoción hasta que sintió como una de las manos de Akutagawa que tenía rodeando su cintura se aferraba con fuerza a su camisa.

- ¡IAAAAAAAAAAAAAAAA!

- ¿Chuuya-san? ¿Qué ocurre?

- ¡Nada! ¡Nadaaaaaaaaaaa!

Ya sabía qué hace nada había hablado de responsabilidad al conducir, pero ahora corría el riesgo de sufrir un infarto en la carretera. No iba a dejar que eso pasara así que intentó pensar en cosas que le dieran asco para bajar sus pulsaciones. Lo primero que vino a su mente fue claro: Dazai.

- Iugh – puso cara de asco, pero los brazos de Akutagawa borraron rápidamente a Dazai de su mente y le pusieron a él llevando a su dulce gótico a cualquier rincón que quisiera en Yokohama mientras este se aferraba sonrojado a su cuerpo – Jejejeje...

El resto del camino lo condujo con cara de bobo, pero gracias a dios no sufrieron ningún accidente. La estación de radio tenía un aparcamiento prácticamente delante de la puerta así que Chuuya estacionó ahí su moto, permitiéndose respirar tranquilo por fin.

- Estamos vivos, menos mal - suspiró al sentirse a salvo y sin ninguna erección a la vista.

- Gracias por traerme, Chuuya-san.

- No es nada – se quitó su casco y lo dejó apoyado en la moto - ¿Puedes bajar?

- Mm... - deshizo el agarre de sus brazos y se quedó mirando un rato la moto fijamente - No.

- Supongo que es normal, nunca has subido a una moto. Deja que te ayude – sin ninguna dificultad, bajó de la moto sin necesidad de que Akutagawa se moviera.

- Usted parece estar muy acostumbrado, ¿desde cuándo la tiene? - preguntó mientras se deshacía del casco. 

- El carnet me lo saqué a los 18, pero a los 16 conducía una Scooter, supongo que me sirvió como práctica. Esto... - con algo de dudas, dirigió sus manos a las caderas del chico – Vo-voy a levantarte ¿vale? Apoya las manos en mis hombros.

- Vale – hizo lo que Chuuya dijo y se sorprendió por la facilidad con la que conseguía levantarle a pesar de ser más bajito que él. Todo iba bien hasta que soltó cierto comentario que casi mata al enanín motorista – Me alegro de que mi primera vez haya sido con usted.

- ¡¡¿QUÉ?!! ¡WAAA! - la fuerza de Chuuya desapareció con esas palabras e hizo que tanto él como Akutagawa cayeran al suelo – Mierda... ¿estás bien?

- Sí, ¿y usted? Su rostro está rojo.

- No es nada.

Sí que era por algo, pero no podía decir que se había puesto rojo solamente porque su cuerpo ha aterrizado encima de él. Gracias a dios, Akutagawa le creyó y se levantó. Chuuya no tardó mucho en hacer lo mismo y comprobar rápidamente que el chico no se había raspado la rodilla. La amenaza de Mori todavía aterrorizada su mente. Su suerte había sido muy buena ya que Akutagawa estaba ileso, un poco más tranquilo, recogió los cascos de la moto, los guardó y se puso su inseparable sombrero para seguir a Akutagawa dentro del edificio.

No tardaron mucho en ser recibidos por el personal del edificio, estos los llevaron a una sala dividida en dos, por un lado, el equipo de sonido y por otro la sala acondicionada con micrófonos y cascos para realizar la entrevista. Chuuya se tuvo que quedar con los técnicos de sonido mientras que Akutagawa entraba solo al espacio con micrófonos donde ya le esperaba una mujer joven.

Chuuya miró hipnotizado como Akutagawa actuaba con total calma y tranquilidad. El chico se veía profesional y acostumbrado a este tipo de cosas a pesar de que tan solo tenía 20 años. Debía admitir que él, que era más mayor que el gótico, se pondría algo nervioso si le entrevistaran en la radio.

Después de que ambos se presentaran y tomaran asiento, una musiquita pegadiza pero ridícula empezó a sonar para que la mujer pudiera presentarse.

- ¡Buenos días, Yokohama! Aquí vuestra presentadora favorita en FM Yokohama, podéis llamarme Yoko-chan. ¡Yeiiii! ¿Sabéis? Últimamente Yoko-chan no ha podido dejar de jugar a un juego que tiene loco a todo Japón. ¿Sabéis de cuál hablo? ¡Sí, Genshin Impact! Lo conocéis ¿verdad? ¡No defraudéis a Yoko-chan!

Chuuya se quedó mirando raro a la mujer, ¿cuántos años tenía para estar hablando de ella misma en tercera persona?

- Aquellos que jugáis al Genshin, ¿sois capaces de reconocer esta voz?

Los ojos de Chuuya se posaron atentamente sobre Akutagawa, este solo respiró hondo antes de abrir la boca ya hablar al micrófono.

- "Ah, ahí estáis. Tratar con vosotros va a ser la parte fácil".

- ¡Kyaaa! ¡Pero si es Diluc, mi husbando favorito del Genshin!

- ¡Oh, mierda! ¡Si que es él! - Chuuya pegó el rostro al cristal que los separaba, recibiendo una pequeña regañina que ignoró por parte del hombre a cargo del equipo de sonido.

- Acompañándonos el día de hoy en FM Yokohama está Akutagawa Ryunosuke, seiyuu del personaje de Diluc Ragnvindr, el héroe oscuro. Gracias por venir, Akutagawa-san ¿o te puedo llamar Ryunosuke-san?

- A lo primero, de nada y a lo segundo, no.

- ¡Waaa! ¡Que negación tan cruel, Akutagawa-san!

- Tch, claro que no puedes llamarle por el nombre ¿qué te crees? - murmuró Chuuya por lo bajo.

- Akutagawa-san siempre da voz a personajes tan imponentes tanto de los videojuegos como del anime y todos son material de husbandos. Permíteme decirte que eres tan atractivo como tus personajes.

- Gracias.

- Pero será... está ligando con mi futuro esposo - Chuuya intentó abrir la puerta para reclamar lo suyo, pero el técnico de sonido tuvo que agarrarle y volver a regañarle.

- Pero el anime y los videojuegos no son todo, también haces CD dramas, ¿verdad? ¿Podrías decir algo sexy para nosotros?

- No puedo, estamos en horario infantil.

- ¡Waaa! ¡Qué responsable, Akutagawa-san!

- Legalmente podrían multarnos.

- Jajajajaja, no sabía que eras tan gracioso.

Chuuya se quedó mirando sin ninguna expresión en su rostro, Akutagawa no estaba hablando con la intención de bromear, eso se podía notar en su tono de voz.

- Bueno, Akutagawa-san, en casi todos tus trabajos siempre noto que Dazai Osamu siempre participa dando voz a algún personaje. ¿Es el destino el que os une?

- Por supuesto – su expresión cambió por primera vez desde que llegó ahí - Dazai-san y yo estamos conectados, el destino nos quiere juntos y ninguna prostituta buscona con ropa interior ridícula de tigre conseguirá separarnos.

La presentadora volvió a reír por la supuesta broma de Akutagawa pero algo dentro de Chuuya le decía que eso tampoco había sido una broma.

- Aunque... - la chica puso un dedo en su barbilla para pensar sobre algo – Ahora que lo pienso, es común verlos coincidir en varios trabajos, pero nunca he tenido el placer de disfrutar de un CD drama vuestro. ¿Puedes decirnos a qué se debe?

- ...

- ¿Mm?

- Incompatibilidad de horarios - mintió para no decir la verdad. Decir que no podía gemir delante de Dazai por la vergüenza sería demasiado.

- Oh, ya veo... ¡Y hablando de Dazai Osamu! ¿Has escuchado su CD drama más reciente? En él graba con un seiyuu novato, vaya, eso sí que no me lo esperaba. Normalmente esperas que alguien nuevo sea muy torpe pero el chico en verdad lo hacía bien, parecía un gatito.

- Oh... - la sutil felicidad que se reflejó en su rostro al hablar de Dazai desapareció para dejar paso a un rostro sombrío - En mi humilde opinión, sí que es un torpe, además su pelo es asimétrico, se ve que no dispone de espejo en la pocilga en la que vive.

- También es sorprendente que Dazai Osamu aceptara grabar con alguien nuevo ¿no crees? ¡Ah! ¡Ya sé lo que está pasando aquí! ¿No será ese chico su nueva pareja? Encajaría perfectamente, su actuación se sentía tan natural, deben estar acostumbrados a decirse cochinadas el uno al otro.

- ¿Qué has dicho?

La presentadora intentó volver a abrir la boca, pero Akutagawa la estaba intimidando tanto con su mirada que las palabras simplemente no salían.

- ¿Insinúas que ese gato desnutrido ha tenido éxito en su estúpido plan de seducción y robo a Dazai-san?

- ¿Robo...?

- Por supuesto, he dicho que vive en una pocilga, ¿eres sorda? Debe intentar seducirle para robarle todo su dinero. No sé cómo se te ha ocurrido pensar esa estupidez, pero Dazai-san nunca caería en los asquerosos encantos de esa gata roba hombres.

Chuuya se llevó las manos a la cabeza, el Akutagawa educado y tranquilo estaba desapareciendo para dejar paso al Akutagawa agresivo y arisco. Ya sabía que cuando Dazai había entrado como tema de conversación las cosas se iban a poner algo feas, pero desde luego lo que no iba a hacer era quedarse ahí quieto viendo como Akutagawa perdía los papeles. Si se volvía agresivo y llegaba a insultar a la presentadora, esto sería una grave herida que dañaría su imagen pública.

- Mierda – actuando antes de que el técnico de sonido le detuviera, abrió la puerta y corrió para sentarse al lado del chico y agarrar uno de los micrófonos ante la confusa miraba de la presentadora - ¡Buenos días, Yokohama! - agudizó su voz, sorprendiendo a Akutagawa - Aquí vuestra presentadora favorita en FM Yokohama, podéis llamarme Hama-chan. ¡Yeiii! - su rostro se puso rojo al sentir la mirada de todos sobre él - Ejem... ¡Kyaaa! Yoko-chan, eres cruel, Hama-chan también quería venir a esta entrevista para hablar con Akutagawa-san, ¿o puedo llamarte Ryunosuke-san? Nyaa, es bro...

- No me importaría.

- ¡¿QUÉ?! ¡NO ME JODAS! - su voz grave regresó durante un momento, pero rápidamente volvió a ponerla aguda – Es decir... ¡Kyaaa! No, no~, me da vergüenciiiiii~. Hey, hey, dime Akutagawa-san, ¿te apetece cotillear con Hama-chan? Ya sabemos que los personajes que interpreta Akutagawa-san son muy guapos, pero ¿cómo ve él la belleza?

- Dazai-san es sinónimo de belleza.

- Tch, ese gilipollas.

- Y... no sé si es correcto decirlo, pero como Hama-chan me ha preguntado responderé - miró de reojo a Chuuya – Nakahara Chuuya-san.

- ¿Eh...? - Chuuya se quedó con la boca abierta, ¿había dicho que le parecía guapo?

- E-emm... ¡Jo! Yoko-chan no le conoce – la presentadora recuperó su buen ánimo y volvió a meterse en la conversación.

- Ni falta que hace.

- ¡Waaa! ¡Que cruel, Akutagawa-san! No se guarde información de chicos guapos y comparta con Yoko-chan.

El resto de la entrevista transcurrió con normalidad y con la colaboración especial de Hama-chan. Pasó vergüenza fingiendo ser una chica de voz insoportablemente aguda, pero le daba igual si con eso había conseguido evitar que Akutagawa quedara mal en la radio. Al finalizar el programa, la presentadora les despidió con una sonrisa y estos volvieron a montar en la moto para partir al siguiente trabajo del gótico.

- ¿Dónde es ahora? - preguntó mientras encendía el motor de la moto con ambos encima - ¿Akutagawa?

- Gracias.

- ¿Eh? - giró la cabeza para mirarle confuso.

- Que la presentadora dijera que Dazai-san estaba saliendo con la gata ladrona me enfadó, quería gritarla en la cara lo estúpida que era, pero cuando usted apareció, me pude relajar.

- No ha sido para tanto, hoy no soy solo tu chófer ¿sabes? También tengo que vigilar que no te metas en problemas. Por cierto... - dejó de mirarle, no podía hacer esta pregunta mirándole a la cara - ¿D-de verdad me ves guapo?

- Perdone, sé que fue maleducado opinar sobre su aspecto físico con usted delante.

- ¡No, no, nada de eso! So-solamente tengo curiosidad, ¿e-eso piensas de verdad?

- Sí, usted es físicamente atractivo, como era de esperar de un amigo de Dazai-san.

- Urgh... ignoraré el final.

- Mi siguiente trabajo es un CD drama.

- ¿Con Dazai?

- No - rodeó la cintura de Chuuya con sus brazos, tensando a este – Me pongo muy nervioso al lado de Dazai-san así que tengo que conformarme con grabar con algún estúpido inútil.

- ¡Ja! ¿"Estúpido inútil" no es lo mismo que decir Dazai?

Cualquier persona normal estaría ya muerta si hubiera hecho lo que acababa de hacer Chuuya pues se había atrevido a insultar a Dazai delante de Akutagawa pero el comportamiento del gótico era muy diferente con él.

- No me siento a gusto cuando escucho un insulto a Dazai-san, ¿puede no hacerlo, por favor?

- Ya, ya, lo siento - murmuró la disculpa en voz baja mientras emprendía el rumbo hacia el próximo trabajo del chico.

El trayecto a su nuevo destino fue idéntico al primero, con Chuuya poniendo cara de bobo cuando Akutagawa se agarraba con fuerza a su cuerpo. Eran tantas sus ganas de mantenerse más rato en la moto con el chico abrazándole por la espalda que secretamente tomó el camino más largo e incluso fingió perderse durante unos minutos. Pero ¿pueden culpar a Chuuya? ¿Qué habrían hechos ustedes si llevaran pegado al chico de sus sueños a sus espaldas? El pobre Chuuya no estaba hecho de piedra.

- Llegamos - informó después de aparcar la moto – Ay, quien iba a pensar que me perdería tanto por estas calles. Que torpe soy.

- Usted no es torpe, la señalización está mal.

- Nah, no hace falta que me busques excusas - rápidamente se bajó de la moto y extendió sus brazos temblorosos hacia Akutagawa, esperaba que su rostro no estuviera reflejando demasiada emoción o el chico podría mirarle raro - ¿T-te ayudo a bajar?

- Creo que puedo intentarlo solo.

- ¡No!

- ¿No?

- Es decir... ¡ejem! Es peligroso y te podrías caer.

- Pero nosotros ya nos caímos antes.

- Es que había desayunado un poco mal y por eso me fallaron las fuerzas, pero ahora estoy a tope. ¿Sí? - mantuvo sus brazos extendidos en espera de que Akutagawa aceptara su ayuda. El chico pareció pensárselo, pero finalmente aceptó y apoyó sus manos en los hombros de Chuuya - Allá voy entonces – sin ninguna dificultad y con el rostro algo rojo, levantó a Akutagawa y consiguió hacerle bajar en perfectas condiciones – Ya está, mejor que antes ¿no?

- Sí, no me esperaba que usted tuviera tanta fuerza.

- No es eso, es que pesas muy poco.

- Mi régimen es estricto y no suelo tener mucha hambre, como lo necesario y ya, pero eso no afecta a mi fuerza física, si tengo que reventar todas las paredes de las perras malintencionadas que intentan acostarse con Dazai-san, entonces lo haré.

- ¿Eh? - Chuuya no entendió eso último, ¿reventar paredes? Después de guardar los cascos y sacar su sombrero, salió corriendo hacia la puerta de la entrada del edificio, confundiendo un poco a Akutagawa – Pe-permíteme - mantuvo la puerta abierta para que el chico pasara y lo hizo por educación no por mirarle el trasero cuando pasara, eso era secundario y en cierta manera un premio a su caballerosidad.

- Gracias.

Chuuya fue detrás de él en todo momento, rodeado de un extraño aura de felicidad que le hizo ganarse más de una mirada extraña de los guardias de seguridad del edificio y del recepcionista al que Akutagawa le mostró su identificación. Sus ojos azules se fijaron en una de las pálidas manos del chico, ¿podría fingir un roce casual? ¿Se avergonzaría el gótico? ¿Y qué pasaba si las cosas subían de nivel y el roce casual acababa en un desvirgamiento en el pasillo? Su rostro se calentó al pensar eso, obviamente era imposible, pero soñar es gratis.

Al subir en el ascensor, Akutagawa pulsó el botón de la planta más alta y empezó a peinarse disimuladamente el pelo mirándose en el espejo lateral del ascensor. Eso a Chuuya le pareció muy lindo, ¿para qué se intentaba arreglar? Si ya era imposible ser más guapo.

- ¿Qué haces? - preguntó cerca de su cuerpo, haciendo que Akutagawa pegara un pequeño salto y que se avergonzara al verse descubierto.

- Dazai-san podría estar en el edificio.

- Tch - chasqueó la lengua y dejó distancia entre sus cuerpos mientras miraba hacia arriba - ¿Sabes? En realidad, Dazai no es para tanto. Hay un montón de chicos guapos en el mundo, de hecho... di-dijiste que yo era guapo ¿no?

- No es solo belleza - siguió usando sus dedos como un peine mirando su reflejo en el espejo – Dazai-san es mucho más que una cara bonita para mí.

- No espero que te llame la atención su inteligencia, es estúpido ¿lo sabías?

- Amo los momentos de idiotez de Dazai-san, son lindos.

- ¿Sí? Pu-pues... ¡Ti-tiene fetiches raros con atar a gente a la cama y azotarlos! Que miedo ¿verdad?

- ¿E-en serio? - en vez de asustarse, Akutagawa pareció emocionarse – Si así son los gustos sexuales de Dazai-san, no me importa hacer un pequeño sacrificio.

- Pu-pues... - pensó en que mierdas más soltar de Dazai - ¡Pues tiene sífilis! Si tenéis sexo te lo pegaría.

- ¿Sífilis? - el rostro de Akutagawa perdió todo su brillo y un aura asesina empezó a rodearle - ¿Y quién es la zorra que se lo ha pegado? La mataré.

- ¡Se contagió en una orgía! Una orgía con drogas y co-con... ¡con gente vestida de payaso! Había éxtasis, cocaína y... ¡Y pizza con piña! Iugh, asqueroso ¿verdad?

- Detalles menores, de todas formas, le compraré antibióticos para que no empeore.

Chuuya casi cae al suelo por esto, ¿de verdad? Le había descrito como un pervertido drogadicto y a Akutagawa todavía le gustaba. Pero ¿qué tenía Dazai para gustar a casi toda la población de Japón? Si encima no destacaba físicamente, en cambio, él llamaba más la atención. ¿Con qué frecuencia veías a un pelirrojo de ojos azules? ¡Si debería ser un sex symbol y tener su propio club de fans! Pero curiosa y cruelmente, si buscabas Nakahara Chuuya club de fans en Internet, te salía Dazai Osamu club de fans.

- Puta vida - pateó algo molesto una de las paredes del ascensor, pero Akutagawa continuó mirándose en el espejo. La puerta del ascensor se abrió y Chuuya iba a informar al distraído chico que habían llegado a su piso, pero su rostro se quedó pálido al ver al estúpido de Dazai sosteniendo un ramo de flores con una de sus estúpidas sonrisas delante del seiyuu novato con el que le vio ayer – Hijo de puta...

El cerebro de Chuuya tuvo que pensar rápido. Bien, había varios escenarios que se podían desarrollar aquí y había que analizarlos cuidadosamente.

Escenario 1: Salían del ascensor, Akutagawa veía la escena, se sacaba la correa que rodeaba su muslo y la usaba para asfixiar al novato. ¿Resultado? Akutagawa en la cárcel por asesinato y Chuuya en paro para lo que le quedaba de vida.

Escenario 2: Salía corriendo del ascensor, pegaba una patada mortal a Dazai y estropeaba las flores en el acto, pero Akutagawa acudía a socorrer al estúpido de Dazai. ¿Resultado? Dazai ganaba la atención de Akutagawa y él se quedaba como un estúpido ahí parado.

Escenario 3: Impedía que Akutagawa saliera del ascensor, le confiesa sus sentimientos y en un acto apasionado y espontáneo, le hacía el amor ahí mismo. ¿Resultado? Perdía la virginidad, veía la lencería y gozaba de un rico orgasmo con el amor de su vida.

- ¡ELIJO LA TRES! - Chuuya pegó un salto para situarse delante de los botones del ascensor y pulsar el número de una planta inferior.

- Chuuya-san, ¿qué hace?

- ¡Akutagawa! - reuniendo un valor que creía que no tenía, tomó al chico por los hombros y le hizo retroceder hasta quedar pegado al espejo - ¡Tengo algo muy importante que decirte!

- ¿S-sí?

- ¡Yo...! ¡Desde hace tiempo...! - sus palabras se quedaron atascadas en su garganta, ¿acaso su valor solo llegaba para esto? No, así no es cómo iba a dejar las cosas. Él sabía que sus sentimientos no eran correspondidos, pero daba igual, daría hasta su último aliento para hacer que se enamore de él y sentía que tenía que hacerle saber esto - ¡Me tienes loco!

- Comprendo... - la mirada de Akutagawa pareció entristecerse, lo cual extrañó a Chuuya – Lo lamento, sé que acompañarme el día de hoy ha sido una molestia para usted.

- ¿Qué? ¡No, no! No era que me tienes loco en ese sentido, ¿cómo te lo digo? Yo... ¡Yo te veo distinto al resto de la gente!

- Me agrada escuchar eso, yo también le veo a usted distinto.

- ¡¿En serio?!

- Por supuesto, no doy mi respeto a cualquiera. Debe ser alguien honorable como usted.

- Pero yo... yo no quería decir eso...

A este paso, Chuuya se ponía a llorar en cualquier momento. No podía ser directo si se trataba de sus sentimientos así que solo estaba lanzando confesiones de amor confusas que no expresaban de verdad lo que sentía. Estaba a punto de darse por vencido pero un temblor hizo que el ascensor se detuviera y que sus luces se apagaran.

- Mierda, lo que faltaba.

- ¿Qué ha pasado?

- Se ha parado, estas cosas pasan de vez en cuando pero no te preocupes - sacó su móvil para iluminar con su linterna el panel de botones – Si pulsamos el botón de la campana vendrán a por nosotros.

- ¿Tardarán... tardarán mucho?

- No sé - después de pulsar el botón, se giró para iluminar al chico, pero no le pudo ver, tuvo que iluminar más abajo para ver como el chico se había sentado en el suelo, abrazando sus piernas contra su pecho - ¿Estás bien?

- ¿Eh? Sí... lo que pasa es que este sitio parece algo estrecho, es un poco agobiante.

Chuuya miró alrededor, el ascensor en realidad era amplio, pero era normal pensar que era más pequeño si estaban encerrados y a oscuras. Ahora mismo se quería golpear contra una pared, esto había pasado por su culpa.

- Esperaremos 30 minutos ¿vale? Si no nos sacan, saldré por arriba, golpearé al encargado de revisar esta mierda y volveré a por ti.

- Preferiría que volviera a por mí antes de golpear al encargado.

- Bien pensado, así lo golpearemos los dos, le dolerá más.

Debido a que la única luz era la de su móvil, no podría decir al 100% que lo que vio era cierto, pero le pareció ver a Akutagawa sonreír por su comentario. Si así había sido, maldecía a la luz por haberse ido y haberle impedido ver semejante imagen.

En un piso superior y fuera del ascensor, un sorprendido Atsushi seguía observando el ramo de lirios blancos que le tendía el castaño. Miró a los lados y luego se señaló a sí mismo.

- ¿Para mí?

- ¿Ves a alguien más aquí?

- Supongo que es verdad, gracias – algo avergonzado, las aceptó y acercó uno de los pétalos para olerlas, no eran de plástico, eran de verdad y eso le alarmó un poco – Dazai-san, seguramente se mueran en mi piso.

- No te preocupes por eso, ¡oh! ¿Qué es eso qué tienes detrás de la oreja?

- ¿Qué es? - intentó tocarse la parte del cuerpo mencionada, pero Dazai pasó antes su mano por detrás y de ahí sacó el móvil y el cargador que dejó en su apartamento olvidados.

- ¡Tatatatachan! Un gatito olvidadizo los dejó ayer cuando salió corriendo.

- Ah... es verdad... - aceptó ambos objetos, el móvil pudo guardárselo en el bolsillo, pero con el cargador no le quedó más remedio que llevarlo en la mano junto al ramo de flores - Perdón por lo de ayer.

- ¿Mm? Me has robado las palabras de la boca, se supone que el que venía a disculparse era yo – su rostro juguetón pareció suavizarse para volverse un poco más serio – Ayer te asusté ¿verdad?

- ¿Usted? No, por supuesto que no, fue... - se pensó un momento su respuesta, no podía decirle que se había ido al escucharle decir lo de Akutagawa, ni él mismo entendía por qué se había ido tras eso – Me sorprendí al ver a Chuuya-san, estaba demasiado avergonzado por cómo nos vio y me fui por eso.

- ¿Seguro qué fue por eso?

- Sí - afirmó mirando nervioso hacia el suelo hasta que Dazai levantó su barbilla suavemente.

- De todas formas, me pasé. Creo que la sangre se me fue a otra parte cuando te escuché llamarme entre gemidos.

- ¿A dónde fue su sangre? - preguntó confuso, causando una risa en Dazai.

- Atsushi-kun, no ayudas siendo tan inocente - dejó de sostener la barbilla con sus dedos y guardó ambas manos en sus bolsillos – No quiero que mi comportamiento de ayer te confunda por lo que te dije, de verdad quiero que confíes en mí, pero me temo que soy de naturaleza coqueta y eso puede hacer que me pase de la raya a veces. A pesar de esto, si dices que me detenga, me detendré, ¿vale?

- Ya lo sé, usted siempre me pide permiso antes de poner una mano encima de mí, pero... - su mirada se perdió por los pétalos de las flores que acababa de recibir - ¿Por qué se comporta así conmigo?

- Me pareces un chico lindo – tras su respuesta, recibió un golpe suave con el ramo de flores en uno de sus brazos. Un Atsushi algo molesto soltaba gruñidos como si de un gatito enfadado se tratara.

- ¿Ya está? ¿Busca también mi confianza porque soy lindo? - otro gruñido de gatito se escapó de su garganta – He cambiado de opinión, ya no quiero sus disculpas, ni sus flores, ni su cargador - intentó devolverle las últimas dos cosas, pero Dazai no le dejó.

- Jajaja, no te enfades, gatito. Además, el cargador lo necesitas. ¿O lo vas a comprar por tu cuenta?

- Bueno, si lo pone así... - ante la idea de tener que gastar dinero que podría usar para comer, Atsushi suavizó su enfado – Pero, ¿de verdad fue por eso? El primer día que vine aquí, ¿me ayudó porque pensó que era lindo y ya?

- No, digamos que... tengo una extraña y mala costumbre. Me pongo a ayudar a niños con problemas.

- No soy un niño - protestó con un puchero – Tengo 18 años, y si es una costumbre ¿lo ha hecho más veces?

- Una y la verdad es que a veces dudo en si debo seguir haciéndolo. Creí que le estaba ayudando, pero en la actualidad ese chico depende demasiado de mí. Me tiene en un pedestal extraño y que, sinceramente, no me merezco.

- Usted... ¿está hablando de Akutagawa?

- ¿Tanto se nota? - sonrió al verse descubierto.

- Pensé que era el más probable - empezó a juguetear un poco con sus pies – Por fuera no lo parece, pero usted es muy amable.

- Waaa, me duele que bromees así, Atsushi-kun.

- No es una broma - levantó el rostro para mirarle de manera seria. Sujetando el ramo y el cargador con la misma mano, uso su mano libre para acariciar la mejilla del mayor, sorprendiéndole por esto – Usted no lo comprende, pero es muy amable, si incluso se tomó la viagra para ayudar a Kunikida-san en su cita. Usted es una persona muy amable y por eso me gusta.

Los ojos de Dazai se abrieron como platos ante lo último, Atsushi le miró confuso al no entender su expresión, pero no tardó en darse cuenta del doble sentido de sus palabras.

- ¡Profesionalmente hablando, todo esto en un sentido profesional! N-No lo malinterprete... - usó las flores para cubrir su rostro sonrojado.

Dazai tuvo que apartar la mirada, esa respuesta no se la había esperado. No era muy común que le clasificaran como una persona amable y sinceramente, no sabía que responderle. A todo esto, había que sumar que sus mejillas estaban un poco calientes. No tenía un espejo, pero ¿era posible que el mismísimo Dazai Osamu se hubiera sonrojado?

- Entonces, si todo está bien entre nosotros, ¿esta gatito despistado me dejaría invitarle a comer?

- Claro.

Ambos se dirigieron al ascensor con la intención de abandonar el edificio, pero al pulsar el botón, no parecía que el aparato estuviera subiendo.

- ¿Mm? – Dazai arqueó una ceja - ¿Se habrá estropeado?

Dentro del ascensor, Akutagawa se levantó de repente del suelo, asustando a Chuuya al no esperarse ese movimiento.

- ¿Q-qué pasa? ¿Estás bien?

- Dazai-san... - se quedó mirando hacia el techo del ascensor – Me parece haber oído a Dazai-san.

- Es imposible que le escucharas desde aquí, ¿o es que acaso tienes el odio súper desarrollado?

- Mis oídos están más desarrollados si de la voz de Dazai-san se trata, después de todo, escucho sus CD drama todos los días. Chuuya-san, ¿Qué ocurrirá si no salimos del ascensor nunca?

- Eso es muy extremo.

- ¿Qué pasará si...? ¿Qué ocurrirá si aprovechando mi ausencia, la gata roba hombres seduce a Dazai-san y le vuelve un hombre con cargas familiares? – ante su propia suposición, frunció el ceño – Esa puta fornicaría con Dazai-san todos los días y no se preocuparía por el tratamiento de su sífilis. ¡No puedo abandonar a Dazai-san con alguien así!

- Tranquilo, lo de la sífilis era broma.

- ¿Qué? Chuuya-san, por favor, no bromee con enfermedades de transmisión sexual en Dazai-san.

- Lo siento pero deja de pensar en eso y relájate, nos sacarán pronto – estiró su mano para alcanzar la de Akutagawa, al hacerlo, se dio cuenta del ligero temblor y sudor que tenía su cuerpo – Oye, ¿estás bien? – esos síntomas ya le hicieron preocuparse – Si de verdad estás mal, destrozaré esta puerta a patadas para sacarte.

- Estoy bien, no soy tan débil como para sufrir por una cosa insignificante como esta.

- ¿Por qué tiemblas y sudas entonces?

Akutagawa apartó la mirada para pensar una excusa, no podía ser sincero y decirle que estaba asustado. Nunca se había mostrado vulnerable con alguien que no fuera Dazai y le daba miedo hacerlo con alguien que no fuera él.

- Son... las medias.

- ¿Eh?

- Es algo incómodo llevarlas todo el día.

- ¿En serio? Se veían muy cómodas – como nunca había llevado ninguna clase de medias, Chuuya se creyó su mentira, lo cual alivió a Akutagawa – Pero si es así, quítatelas ¿no?

- ¿Eh?

- ¡No es que quiera verte con las piernas expuestas! Si que quiero ¡Pero ese no es el tema ahora! ¡EJEM! Lo que quiero decir es que, si de verdad te están incomodando, lo mejor será quitártelas, ¿no?

- Sí... es cierto – le dio la razón al tener que apechugar con las consecuencias de su propia excusa – Me las quitaré, pero... - miró avergonzado el móvil de Chuuya – Apague esa luz, me daría vergüenza que usted me viera.

- ¡Claro! – cumplió su petición y apagó la linterna del móvil.

Aunque no era necesario ya que estaban a oscuras, Chuuya se giró para no mirarle, quedando de frente al espejo del ascensor. Sus mejillas se tiñeron de rojo al escuchar cómo se quitaba las botas y como bajaba la cremallera de sus shorts. Detrás de él, quedando medio desnudo, se encontraba ahora mismo el dueño de sus fantasías, de sus sueños húmedos, el amor de su vida y el chico con el que compartiría una copa de vino en su jacuzzi después de casarse con él. Oh, sí, eso último había sonado muy bien. Los dos compartiendo un baño en el jacuzzi, en una de sus manos una copa del vino más caro que tuviera en su vinoteca y la otra estaría rodeando la cadera de su Ryu con este sonrojado por los toques debajo del agua.

- Jejejeje – empezó a reír con cara de bobo – Eso sí que será una buena vida.

Las cochinadas en la mente de Chuuya se detuvieron al recordar información de vital importancia que Dazai le concedió y no era ni más ni menos que la lencería. Si Akutagawa se estaba quitando los pantalones para deshacerse de las medias, entonces... ¡Su lencería cuyos ojos desconocían estaba a la vista! Aunque en realidad tan a la vista no estaba porque no se veía nada.

Se quitó su sombrero de la cabeza para clavarle los dientes con rabia. Parece que su buena suerte se había acabado. Había aterrizado encima de Akutagawa, había gozado viéndole hacer yoga, había dejado volar su imaginación con esa escena y hasta le había tenido abrazándole en la moto. Que iluso, desear ver su lencería era aspirar a demasiado.

Justo en el momento en que se dio por vencido y admitió el fin de su buena suerte, la luz del ascensor apareció entre parpadeos para finalmente regresar totalmente y volver a iluminar todo. El regreso de la luz le permitió ver a través del espejo el cuerpo de Akutagawa dándole la espalda. Podría jurar que su boca casi se cae al suelo y que su pene casi salta tan fuerte que rompe su cremallera al ver el reflejo del espejo. Akutagawa tenía los pantalones bajados y las medias igual, permitiendo ver una tela fina de color negro que no llegaba a cubrir la totalidad de los pálidos glúteos del chico. La prenda tenía forma de uve, por lo que parte de su espalda baja estaba también a la vista y aunque no podía confirmarlo sin acercarse, le parecía que el bordado era de encaje.

Chuuya nunca se consideró un creyente, pero después de haberse permitido ver esto, podía confirmar que dios existía.

- Este es... el mejor día de mi vida – su nariz empezó a sangrar, sus ojos acabaron poniéndose en blanco y su cuerpo cayó hacia atrás, aterrizando en el suelo y asustando a Akutagawa. Puede que su alma esté abandonando su cuerpo, pero sus últimas vistas antes de morir no podían haber sido mejores.

- ¡Chuuya-san! - alarmado, se agachó a su lado para comprobar que todavía respiraba y no se le ocurrió mejor forma de hacerlo que subiéndose encima de él y pegando su oído a su pecho. El corazón parecía latir, pero ¿por qué sangraba su nariz? - ¿Un colapso? - quiso comprobar que su respiración estaba bien así que acercó sus rostros para sentirse más aliviado al sentir el choque de su cálido aliento – Menos mal.

Su alivio no duró mucho ya que las puertas del ascensor se abrieron, parece que había acabado subiendo al ser llamado por alguien. Al otro lado de las puertas y viendo su vergonzosa situación, estaban su adorado Dazai y su archienemigo Atsushi. Tanto el rostro de Akutagawa como el de Atsushi se pusieron rojos. El de Akutagawa por estar sin pantalones delante del castaño y para rematar encima de un amigo suyo, mientras que el de Atsushi se coloreó por estar malinterpretando lo que estaba pasando.

- ¿Q-qué...? ¡¿Qué estáis haciendo?! - usó las flores para evitar mirarles - En este edificio se graban cochinadas, ¡pero la gente no hace ese tipo de cosas aquí dentro!

- E-esto no es... - intentó taparse avergonzado – N-no era mi intención mostrarme así delante de Dazai-san. Esta no era la manera en la que tenían que mancillarme sus ojos.

- Jajaja – el castaño rio sin verse afectado por nada de la situación - Hoy ha sido un buen día para Chuuya por lo que veo, oh – cuando miró bien, se dio cuenta de que su amigo alcohólico estaba desmayado – Pero Chuuya, ¿cómo vas a conocer el placer de la carne si te desmayas en la mejor parte?

Sin poder aguantar más el estar delante de una situación tan vergonzosa, Atsushi salió corriendo con las flores todavía tapando su rostro. Al percatarse de esto, Dazai salió corriendo detrás de él.

- ¡Oye, gatito! ¡Dijiste que comerías conmigo!

Como ambos se habían ido, Akutagawa pudo respirar un poco más tranquilo. Recogió sus medias y sus shorts y se los volvió a poner rápidamente. No quiso mirarse en el espejo, ya sabía que su rostro pálido era ahora rojo al haber sido visto así por Dazai pero no tenía tiempo para estar lamentándose de cómo le vio. Tras volver a ponerse sus botas, levantó a Chuuya haciendo que pasara uno de sus brazos por sus hombros para así salir de allí y buscar ayuda para su inconsciente acompañante.

- Le... en... ría... - sus últimas palabras fueron balbuceos inentendibles para Akutagawa. 

La brisa marina del puerto de Yokohama acariciaba las mejillas de Chuuya y hacía revolotear un poco sus cabellos, aunque esta brisa no llegaba a sus fosas nasales ya que en ambas llevaba dos pequeños trozos de algodón que tuvo que ponerse para evitar que los restos de su sangrado nasal mancharan más todavía el edificio perteneciente al secreto amante de los gatos.

No pudieron grabar el CD drama que Akutagawa tenía previsto así que simplemente se pospuso. Chuuya tampoco le preguntó si tenía más trabajos para el día de hoy, sin embargo, ambos se subieron a la moto y como ninguno hablaba, condujo al azar y fue el mismo azar el que les hizo acabar en el puerto. Ahora mismo él se encontraba sentado en el suelo mientras que Akutagawa seguía subido en la moto, todavía sin decir nada y con el rostro agachado.

Que nadie se confunda, no estaban enfadados ni nada parecido, estaban sumamente avergonzados.

- Me vio – las palabras de Akutagawa llamaron la atención de Chuuya – Dazai-san me vio expuesto.

Eso hizo que Chuuya se sintiera mal. Él se desmayó y no recuerda nada después de haber visto la provocativa ropa interior del gótico, pero juzgando por mensajes burlones que Dazai le había dejado, este junto al novato les habían visto de manera malinterpetable en el ascensor. No le extrañaría que Akutagawa quisiera ahora lanzarse al mar para ahogarse debido a la vergüenza.

- Akutagawa...

- No tenía que haber sido allí.

- ¿Ah?

- Tenía que haber sido en un sitio íntimo - mordió sus labios con fuerza, ahora más que avergonzado parecía frustrado – En un ascensor... ¡En un ascensor no podía lanzarse encima de mí! Sin embargo, si hubiera sido en su casa, en un motel o incluso en el baño... ¡En el baño podríamos habernos tocado por debajo de la ropa como mínimo y haber dejado que nuestra lujuria dominara nuestros cuerpos! ¡E incluso podría haberme puesto de rodillas y...!

- ¡AAAAAAAAAAAAAAHHH! - pegó un grito para interrumpirle, no quería imaginarse la escena de Dazai y Akutagawa en el baño haciendo marranadas.

- Perdone – se disculpó con un pequeño sonrojo en sus mejillas – Me he dejado llevar.

- Sí, ya lo he visto – se levantó del suelo e intentó mirar a Akutagawa pero no pudo, ¿cómo le miraba a la cara si le había visto así de expuesto? Y para colmo, al chico le importaba más que Dazai no se le hubiera lanzado encima a que él le haya visto así. Eso sí que había conseguido molestarle un poco - Ha sido una mañana rara, ¿quieres que te lleve a casa?

- Sí.

Akutagawa se echó un poco para atrás para que Chuuya pudiera subirse a la moto. Una vez encima, intentó arrancar, pero el sonido de un gruñido llamó su atención. Quería seguir molesto, porque en verdad estaba molesto de que Akutagawa no se avergonzara por lo pasado en el ascensor, pero controlar la sonrisa en su cara fue imposible al reconocer el gruñido como el rugido de la tripa de su acompañante.

- ¿Ha sido tu tripa?

- No – lo negó sin dudar mientras se abrazaba a su espalda, listo para irse de allí - Han sido unas gaviotas del puerto.

- ¡Ja! Dime otra mentira.

- No es mentira.

- Lo que digas, te invito a comer algo ¿qué quieres?

- Mi dieta es estricta, con una tostada de arroz me conformaré.

- ¿Ah? ¿Pero qué es eso? La tripa te seguirá rugiendo.

- Si como otra cosa, engordaré.

- No digas tonterías, estás en los huesos. Hoy será un día libre, ya sabes lo que dicen, una vez al año no hace daño ¿no?

Algo parecido a un puchero apareció en su rostro, aunque Chuuya no tuvo el privilegio de verlo. El jugueteo que Akutagawa hizo con su camisa, indicaba que se lo estaba pensando y parece que la victoria fue de Chuuya porque al final acabó cediendo.

- Pasteles... - murmuró.

- Genial, nos vamos entonces.

Chuuya arrancó la moto y le acabó llevando a una pastelería cercana de un tamaño pequeño y adornada tan de rosa que haría vomitar arcoíris a un unicornio. Akutagawa se sintió un poco fuera de lugar nada más cruzar la puerta y que la campanita que había colgada sonara, pero como si de un niño se tratara, ignoró todo a su alrededor y se dirigió hacia la vitrina debajo del mostrador donde se lucían varias muestras de los pasteles que ahí se vendían.

Eso fue demasiado lindo para Chuuya, ¿quién iba a pensar que alguien tan amante del color negro y que saltaba con facilidad a la yugular por cualquier cosa insignificante iba a ser en realidad un amante de los dulces?

- ¿Cuál te gusta? - se agachó a su lado delante del mostrador – Invito yo, así que aprovecha.

- No quiero abusar, los pagaré yo.

- No seas terco y déjate invitar, además... - tosió un poco para mitigar la vergüenza de lo que iba a decir – Tómatelo como una disculpa por lo que ha pasado en el ascensor.

- ¿Su desmayo?

- Bu-bueno, eso y... - rascó su mejilla avergonzado - También siento haber visto tu ropa interior.

- ¿Eh...? - sus palabras parecieron sorprenderle, lo cual confundió a Chuuya – U-usted... - a medida que balbuceaba, su rostro se iba poniendo rojo - ¿M-me ha visto?

- Sí... ¿no lo sabías?

- No, claro que no, yo... - incapaz de mirarle a los ojos, se movió un poco para poner distancia entre ellos – Yo solo vi como usted se desmayaba, no me fijé en si... oh, el espejo – al darse cuenta por fin de cómo había sido posible que le haya visto, Akutagawa fue incapaz de mirar a otro lado que no fuera la vitrina de pasteles – No piense cosas raras de mí, por favor.

- No pienso esas cosas, por cierto... t-te quedan bien. Si el idiota de Dazai no se te lanza encima es porque no sabría qué hacer con semejante cuerpo entre los brazos. Se-seguro que tartamudearía y sudaría como un virgen. ¡Ja! Que idiota – el virgen tartamudeador limpió su sudor con el dorso de su mano.

Akutagawa intentó protestar sobre que no le gustaba que insultaran al castaño, pero se había quedado sin palabras al recibir el cumplido de Chuuya así que lo único que pudo hacer fue señalar un pastel pequeño de nata y fresas, adornado en su capa superior con dicha fruta.

- ¿Quieres ese? - preguntó, pero solo recibió un asentimiento del gótico - Bien, ¿alguno más? - al recibir esta vez una negación, sonrió de lado – No mientas.

Se lo estuvo pensando un rato hasta que señaló otro pastel, pero este era de chocolate negro con un barquillo de chocolate blanco encima. Chuuya informó al dependiente de cuáles quería, este se los sacó y los depositó en dos platos pequeños. Tras pagarlos se dirigieron a una pequeña mesa tan rosa que parecía del mobiliario de la Barbie, a Chuuya le seguía pareciendo curioso el contraste que hacía Akutagawa en la tienda.

Una vez que los dos pasteles estuvieron delante de él, los oscuros ojos de Akutagawa parecieron iluminarse junto a sus mejillas, lo cual fue demasiado tierno para Chuuya. ¿Estaría mal abrazarle y besarle ahora mismo? Bueno, lo último obviamente le dejaría confuso.

- Que te aprovechen.

- Gracias, pero... ¿y usted?

- No te preocupes por eso, no tengo hambre y esto debería compensar también las galletas que te destrocé ¿no?

- Es un tema que no me preocupa, sé que fue un accidente de su parte.

- Aun así, me siento culpable, come y disfruta y si Higuchi se llega a quejar de que te has saltado tu dieta, déjamelo a mí - se señaló confiado.

- Higuchi no es problema, si se llegara a quejar, la mandaría a callar.

- Es verdad, no tengo duda de eso - apoyó su mejilla en la palma de su mano para admirar embelesado como su gótico devoraba con gusto ambos dulces.

Una vez que los dos pasteles desaparecieron de los platos, Akutagawa hizo una reverencia y agradeció a Chuuya, aprovechando también para pedir perdón por todas las molestias que le había causado durante este día. Él solo le restó importancia al asunto y se sintió curioso cuando Akutagawa comprobó la hora en su móvil.

- ¿Tienes que ir a otro sitio?

- ¿Eh? Sí, pero... - guardó su móvil y apartó la mirada – Puedo ir solo, usted ya ha hecho mucho hoy.

- Si es un trabajo, debo acompañarte.

- Es que... no es ningún trabajo.

- ¿Qué es entonces?

- Pues... - frotó sus piernas algo nervioso – Unas compras personales.

- ¿Personales? - Chuuya no tardó mucho en atar todos los cabos. Personales es lo mismo que decir que se trata de algo que no puede dejar que nadie vea y ¿qué es eso? Pues obviamente, su ropa interior, ¿y cómo había descubierto que era su ropa interior? - Iré - confirmó con sus ojos ardiendo en determinación.

- No hace falta, de verdad.

- Iré - repitió con el mismo fuego en la mirada.

- Pero es que me da vergüenza que me vea comprando eso...

- ¡Iré! - la determinación en su interior era tan apasionada que podría haber hecho arder la pastelería de color rosa.

Akutagawa fue incapaz de rechazarle después de verle tan decidido así que después de salir de la pastelería, él lidero el camino a pie hacia su próxima parada. Chuuya estaba emocionado, quería gritar, chillar y patear la pared para desahogar su excitación. Le iba a ver, ¡Iba a ver a su gótico kawaii comprar lencería como la que le había visto en el ascensor! Pero, espera un momento, una tienda de lencería es frecuentada más comúnmente por mujeres, ¡A la mierda su emoción! ¡Iba a morir de la vergüenza cuando se le quedaran mirando! Seguro que pensaban que era un pervertido. Sin embargo, ¿qué es más valioso? ¿Pasar un poco de vergüenza delante de mujeres chismosas o ver una vez más el paraíso con su Ryu enseñándole tímidamente desde el probador como le quedan unas braguitas de encaje?

- ¡A la mierda las viejas chismosas!

- Aquí.

Chuuya se giró emocionado pero su burbuja de felicidad explotó al ver que se trataba de una tienda de conveniencia. No entendía, ¿no eran sus compras personales nuevas prendas de lencería? ¿O a caso...?

- Ya entiendo.

Claro que entendía y ¿cómo no entenderlo? Lo que buscaba comprar su gótico seguro que era ni más ni menos que condones. ¡Pero que calenturiento había resultado ser el amor de su vida! Aunque por supuesto no se quejaba. Seguro que el plan era comprar varias cosas más para que sirvieran de camuflaje a los condones, luego comprar la lencería y hacerlo en uno de los probadores. ¡Pero eso era exhibicionismo! Mierda, las cosas se iban a poner no aptas para menores de 18 pero no podía dejarse llevar, tenía que demostrar que él controlaba la situación.

- Con que así están las cosas. Hey, Akutagawa – dio unos pasos para ponerse delante del chico – Parece que te has quedado con hambre de algo más dulce – le guiñó un ojo e intentó apoyarse con una mano en la pared intentando hacer una pose seductora pero no resultó así ya que se apoyó en la puerta y al ser automática, esta se abrió y Chuuya acabó cayendo al suelo, estropeando su intento de hacerse el interesante – Me cago en la puta – murmuró desde el suelo.

- ¿Se encuentra bien?

- ¡Perfectamente! – se levantó de un salto y sacudió su ropa – Bi-bien, vamos a comprar "eso" ¿no?

Akutagawa solo asintió y comenzó a buscar por los pasillos aquello que había venido a comprar. Detrás de él, Chuuya se comía las uñas por los nervios. ¿Cuáles cogería el gótico? ¿Y si los pillaba con sabores? ¡Eso significaría unas sucias intenciones de tener sexo oral!

Ante estos pensamientos, tuvo que dejar un momento de andar para tranquilizar su mente. ¿De verdad tenía que imaginarse ahora a un Akutagawa de rodillas lamiendo su miembro?

- Mierda, a este paso moriré de la excitación antes de bajarme los pantalones – buscó a su acompañante con la mirada y se sorprendió al verle detenido delante de la sección de revistas – N-no será que... - el humo empezó a salir de sus orejas, ya sabía que estaba pasando – Revistas eróticas... para saber cómo excitar a tu hombre en la cama – mordió su propio puño en un intento de calmar su calentura pero es que la imagen de un Akutagawa mirando encima de él la revista para saber cómo causarle placer hacía volar su mente a muchos sitios pero ninguno apto para todos los públicos – Pero que travieso.

Chuuya se acercó algo emocionado detrás de él aunque al ver la revista que sostenía, tanto su calentura como sus ingenuas ilusiones desaparecieron tan rápido como llegaron. Dazai Osamu, eso era la cosa que se encontraba entre las manos de Akutagawa, o para ser más exactos, una revista con Dazai Osamu ocupando la portada, con esa cara de "Puedo embarazarte con mirarte" que a Chuuya le daba ganas de deformar con una patada.

- ¿Eso es lo qué tenías que comprar?

- S-sí... - al sentir a Chuuya detrás viendo qué era a por lo que había venido, Akutagawa se avergonzó – Dazai-san sale en la portada y en varias páginas intermedias.

- Tch, bueno, da igual, cógela y vámonos.

- Mm... ¿pu-puede sujetarla?

- Claro – aceptó algo confuso, ¿se iba a llevar más acaso?

Akutagawa observó con seriedad todas las revistas expuestas, tras analizarlas todas con la mirada, empezó a sacar algunas y a dejarlas en las manos de Chuuya.

- Dazai-san sale en la página 18 de esta, en las 20,21,22 y 23 de esta, en la contraportada de esta, en esta anuncia champú, en esta hace una pose sexy, en esta el cuello se le ve más que de costumbre, en esta sale en bañador. Tch, su abdominales están al aire, que su piel esté tan expuesta es prácticamente contenido pornográfico ¡¿Cómo se atreven a hacer pornografía de Dazai-san?! ¡Oye! – gritó furioso al dependiente, el cual se asustó - ¡Retira esto ahora mismo! ¡¿Qué harás si alguna fulana de pelo asimétrico usa esta revista para masturbarse en su pocilga de paredes de papel?! No permitiré que esa zorra use a Dazai-san como material para sus sueños húmedos. ¡Ah! No sabía que Dazai-san había posado en esta revista. Castigaré a Higuchi por no haberme mantenido informado.

Akutagawa siguió hurgando entre las revistas en busca de más material de Dazai mientras Chuuya le observaba sin ningún rastro de sentimientos en la mirada. Cuando la última revista de Dazai cayó entre sus brazos, la miró con asco y le dedicó a la imagen del castaño unas bonitas palabras cargadas de amor y cariño.

- Ojalá la clínica de aborto hubiese estado abierta el día que la visitó tu madre.

Tras recolectar todo el material de Dazai, abandonaron la tienda con Chuuya cargando las revistas en bolsas. ¿Por educación? No, nada de eso, pensaba tener un accidente cuando viera a un camión pasar a su lado.

- No durarás mucho con vida, puta jirafa – insultó con odio a las revistas y decidió hacer tiempo con un poco de conversación antes de lanzar accidentalmente las revistas delante de un camión – Vaya, vaya, si que debes ser el fan número uno de este aborto mal he... digo, de este caballero tan educado y tan hijo de pu... de pura mujer educada – sonrió de la manera más falsa que sus labios le permitieron.

- Sí, admiro mucho a Dazai-san, cada trabajo suyo es arte. Nadie se encuentra a su nivel.

- Que bien. Oh... oh... oh... - se balanceó hacia un lado – Creo que se me van a caer las...

- Dazai-san me gusta.

Los pies de Chuuya se detuvieron y su intento de deshacerse de las revistas también. Una estúpida risa se escapó de sus labios, no sabía que unas pocas palabras le podían pinchar con tanta fuerza en el pecho. ¿Por qué le dolía tanto escucharle decir algo que ya sabía? Que estúpidos eran los sentimientos.

- ¿Por qué me lo dices? ¿No te preocupa que lo vaya diciendo por ahí?

- Mis sentimientos por Dazai-san no son algo que intente ocultar, además – se dio la vuelta para encararle – Sé que Chuuya-san no se lo va a decir a nadie, es un presentimiento que tengo.

- Comprendo – algo molesto, pateó una piedra del camino para retomar su caminata con Akutagawa - ¿Y cuánto te gusta Dazai? ¿En plan sexo y mañana no te he visto?

- Por supuesto que no. Los sentimientos que me unen a Dazai-san son más fuertes que la lujuria del placer carnal. Nuestra boda no es una fantasía, es un hecho del futuro y usted no se preocupe, le aseguraré una de las mejores mesas.

- Eso ya lo sé, no tengo ninguna duda de que en tu boda voy a tener la mejor de las mesas – una sonrisa apareció en su rostro sin poder controlarla, claro que iba a tener la mejor mesa, después de todo sería la mesa de los novios porque nadie que no fuera él se casaría con su Ryu. La confesión de amor hacia el castaño podría haberle hecho mucho daño, pero no pensaba pasar lo poco que le quedaba de día junto a él con una cara triste, prefería declarar sus intenciones – Oye, Akutagawa.

- ¿Sí?

- ¿Sabes que la gravedad puede cambiar?

- No, la verdad es que lo desconocía.

- Pues cuidado – con unos pocos pasos, consiguió adelantarle – Puede que en el futuro experimentes un cambio de gravedad, pero no te preocupes, te atraparé si eso te marea. 

Akutagawa ladeó la cabeza confuso. No había entendido a que venía eso, pero no le dio más vueltas y siguió caminando detrás del hombre 10cm más bajo que el japonés promedio.  

Los finos y pequeños dedos pasaron con suavidad sobre las cuerdas del instrumento, causando un sonido agradable y tranquilizante en ese pequeño aula de música. La profesora que allí se encontraba observaba con admiración como los dedos de la chica de solo 14 años se paseaban con maestría sobre el koto colocado en el suelo. Sus rodillas perfectamente juntas y sus largos cabellos azabaches atados con dos gomas de pelo adornadas con flores le daban la perfecta imagen de una chica similar a una princesa japonesa.

Los dedos de la chica se detuvieron abruptamente, sus inexpresivos ojos azules dejaron de mirar el instrumento del suelo y pasó a mirar el rostro lloroso de su profesora.

- ¿Se encuentra bien?

La profesora solo asintió entre lágrimas mientras sacaba un pañuelo y sonaba su nariz con él.

- Es que... ¡Es hermoso, Izumi-san! Nunca he tenido el privilegio de escuchar a alguien tocar el koto así.

- "El genio se hace con 1% de talento y un 99% de trabajo". Albert Einstein.

- Sí - terminó de limpiar sus últimas lágrimas para mirar a la chica delante de ella – Tu trabajo duro da sus frutos, Izumi-san, pero no olvides tomar descansos de vez en cuando de todo. ¿No es duro trabajar y estudiar al mismo tiempo?

- No.

La respuesta fue corta e inexpresiva, como se esperaba de la chica, pero aun así la profesora le dedicó una sonrisa.

- Vale, pero no te sobre esfuerces.

- No se preocupe, "El bambú que se dobla es más fuerte que el roble que resiste". Proverbio japonés.

- I-izumi-san... de verdad, no te sobre esfuerces – le sonrió algo incómoda.

- Agradezco su preocupación pero, de todas formas, me gusta mi trabajo - giró su cuerpo para mirar el reloj colgado en la pared del aula de música - Debo retirarme, gracias por su atención, sensei.

Tras realizar una reverencia, la chica recogió su bolso azul con un llavero de conejito con un vestido negro colgando de él y abandonó el aula. Las clases del día ya habían acabado y los únicos alumnos que quedaban en la escuela era gente pertenecientes a clubs aunque esta era la excepción para ella y otro chico. En su caso, ella solo se había quedado por petición de la profesora de música, mientras que el otro chico se había quedad por una tarea especial que tenía en esa escuela.

- Acabé - informó tras llegar a la pequeña granja de la que disponía la escuela.

El chico al que hablaba se encontraba metido dentro de la jaula de los conejos. Al verla llegar, dejó uno de los animales que sostenía en el suelo y le dedicó una brillante sonrisa.

- ¡Genial! Vámonos entonces - salió de la jaula, dejando que el sol iluminara sus cabellos rubios y sus pecas repartidas por sus mejillas – Yo ya he terminado de alimentar a los animales.

- Hay muchos - miró alrededor, sí que era común que algunas escuelas tuvieran pequeñas granjas en sus recintos, pero lo que había aquí no era para nada pequeño. La cantidad de conejos y gallinas que había era excesiva y no había una vaca porque la escuela se había tenido que negar al considerar sus "desechos" demasiado molestos – La próxima vez te ayudaré.

- No hace falta - rechazó su oferta con una sonrisa - Esto no es nada comparado con los animales que hay en mi pueblo – hizo un puchero al pensar en ellos - Jo, como echo de menos a mi Hanako.

- Ya veo - sacó su móvil de su mochila bajo la atenta mirada del chico.

- ¿Qué haces?

- Traeré a Hanako-san, solo necesitaré un helicóptero, cebada, avena, ambientadores y un transportista.

- No hace falta, pero gracias por intentarlo - agradeció con una sonrisa que hizo que la chica tuviera que apartar la mirada - Además, si tengo que usar mi tiempo para ver a alguien, me gustaría ver a Ranpo-san. Desde que llegó no he podido reunirme con él debido al trabajo.

- Ya veo - volvió a centrar su atención en su móvil.

- ¿Ahora qué haces?

- Traeré a Ranpo-san, solo necesitaré dulces, un callejón oscuro, una caja, cuerdas y un transportista.

- Jajaja, no hace falta secuestrarle. Cuando tengamos un día libre, vayamos a verlo, seguro que se alegra de vernos.

La chica asintió con la cabeza y ambos empezaron a caminar hacia la salida de la escuela, pero los ojos azules se iban involuntariamente hacia la mano del chico caminando a su lado. Su rostro se mantenía inexpresivo pero un mechón de su pelo que era demasiado corto para quedar atrapado en sus coletas empezó a dar pequeños saltos inquietos. Este movimiento acabó cuando quedó alzado y formando una figura similar a un corazón.

- Kenji.

- ¿Mm? - se giró para mirarla. No hizo falta que hablara para entender lo que quería - Jajaja, puedes simplemente pedirlo. La gente de ciudad de verdad que es complicada.

El chico estiró su mano para tomar la de la chica y continuar caminando así. Nadie los miró raro, después de todo, eran la pareja más popular de la escuela. Izumi Kyouka y Miyazawa Kenji, ambos seiyuus muy jóvenes pero alabados por las revistas por su increíble talento.

- Crep – los labios de Kyouka se separaron para decir solamente el nombre de un postre.

- ¡Sí, buena idea! A mí también me apetece – ante su entusiasmo, el corazón formado en la cabeza de Kyouka con su pelo empezó a agitarse emocionado – Pero me quedaré con hambre solo con eso... ¡Comamos también estofado de res!

- Comida muy pesada.

- ¡Mejor! Así me echaré la siesta más cómodo.

Kyouka no contestó, continuó caminando a su lado tomados de la mano, comentando cualquier palabra simple que Kenji transformaba en una conversación completa y con el mechón de su pelo alzado y formando un corazón.  


Hola!!! Hasta aquí el capítulo. Bueno, me he pasado otra vez de palabras, sé que no os molesta pero es agotador hacer capítulos tan largos 😩. De todas formas ya si que no puedo hacer capítulos tan largos porque me queda poco para volver a clases y si los sigo haciendo así tardaría muchísimo más en actualizar :( 

¡En el próximo capítulo tenemos a los juniors del negocio! 💗💖💘

Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo. 

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