Capítulo 19: Bajo las estrellas

Dicen que no hay prenda más recatada y más perfecta para una mujer japonesa que un hermoso yukata. La tela perfila sus caderas y sus piernas sin llegar a resultar obscena. La diferencia con sus prendas habituales le da a las mujeres un toque refrescante y la piel del cuello expuesta es para muchos la verdadera señal de que el verano ha llegado. Eso aplicado para la mujer japonesa, pero ¿qué pasa si es extranjera?

Pues, al menos en teoría, esa belleza y sensualidad se multiplica por 100. Así que ese debería haber sido el caso de Lucy.

La belleza de largos cabellos pelirrojos terminaba de bajar la escalera vistiendo un yukata amarillo pastel con curiosos círculos de color naranja, verde y amarillo unidos por líneas. Alrededor de su cadera iba enrollado un obi de color azul oscuro y sus pies calzaban unas sandalias con dos pequeños zancos en ella que hacían ruido con cada paso que daba. Como detalle final, en su pelo, que estaba recogido en una única trenza, había colocada una flor amarilla que sumaba dulzura y belleza a su vestimenta.

Una belleza extranjera vistiendo un atuendo japonés sin lugar a dudas.

- ¿Y bien? - Lucy hizo varias poses para que el resto pudieran verla desde todos los ángulos posibles y admirar su belleza - ¿Qué tal?

Dazai, Chuuya, Mark, Tachihara y Katai se quedaron con la boca abierta haciendo que el ego de Lucy se subiera por las nubes. Bueno, tocaba rechazar a Chuuya, Tachihara, al estúpido de Mark y al otaku de Katai para poder escuchar una confesión de amor de los labios del mismísimo Dazai Osamu, pero su confesión no llegó porque los cinco habían pasado a su lado ignorándola completamente y habían ido hacia Gin. Esta vestía un yukata naranja con dos flores de cerezo blancas en la zona baja, un obi verde oscuro con detalles de hojas otoñales y con su largo cabello oscuro recogido en un moño detrás de su cabeza, pero que mantenía tres mechones cayendo libremente, dos a cada lado de su rostro y uno cayendo por su rostro, pero mostrando su rostro. Al igual que Lucy, en un lado de su cabeza había una flor que al igual que ella era amarilla solo que en el caso de Lucy parecía una margarita y en el de Gin se trataba de una rosa. Al sentirse el centro de atención, bajó el rostro sonrojado.

- ¡Yamato Nadeshiko está frente a mis ojos! - elogió Katai emocionado.

- ¡Estás muy guapa, Gin!

- Gracias, Chuuya-san.

- Oye, Gin, ¿tienes novio? - ante la pregunta de Mark, Gin negó sonrojada - ¿Y quieres uno? Yo estoy libre.

- ¡CÁLLATE! - le pateó un celoso Tachihara.

- Oye, oye, Gin-chan, ¿recuerdas que cuándo eras pequeña decías que te casarías conmigo? Creo que es hora de cumplir esa promesa.

- ¡Dazai-san! Yo no decía tal cosa.

- Ah.... que nostalgia.

- ¡Dazai-san!

Dazai bromeaba, pero Tachihara eso no lo sabía y no olvidaba que en el yo nunca, Gin bebió. Gin se sentía atraída por alguien de ahí y no estaba dispuesto a bajar la guardia porque seguía sospechando de Dazai. Bueno, al menos tenía constancia de que en esta casa había un arma que usar contra Dazai cuando hacía algo inadecuado.

- ¡Eh, Atsushi! Dazai dice que se va a casar con Gin.

- ¿En serio? - una voz tétrica de un chico que baja las escaleras congeló la sangre de Dazai pero aun así le provocó cosquillas anticipadas en su ya maltratado cuello. Al mirar hacia arriba se encontró con un Atsushi vistiendo un yukata añil con rayas grises. Sus lindos ojitos de dos colores estaban nublados por una misteriosa rabia – Dazai-san... - pronunció de manera algo tétrica - ¿Qué le dije de mantener ese comportamiento tan inadecuado?

- Lo... ¿lo siento...? - comenzó a retroceder poco a poco, pero Atsushi estaba bajando las escaleras.

- Dazai-san.

- ¿Qué?

- Su cuello.

- Es este – se lo señaló haciendo que Atsushi frunciera el ceño.

- No le he pedido que me lo señale. Muéstremelo, le tengo que castigar.

- ¡Pero tengo muchos castigos en el cuello ya!

- Pero eso es porque usted sigue comportándose de esa manera. ¡Oiga! No huya.

Dazai comenzó a huir y Atsushi a perseguirle. Sería peligroso recibir mordiditas tan pronto en la noche, el albino le acabaría chupando las energías y además a este paso tendría más mordiscos ahí que piel. Todavía en el piso de arriba, Akutagawa observaba la escena con el ceño fruncido. Puede que en una situación normal hubiese bajado y se hubiese puesto a tirar de los pelos a Atsushi pero con Chuuya ahí abajo ahora mismo no era capaz de hacer mucho. Apretó su puño contra la zona del pecho de su yukata negro y apartó la mirada colorado de la cabeza a los pies.

Habiendo hecho un acto tan impuro con Chuuya, ¿cómo iba a ser capaz de volver a actuar normal a su lado?

Ajena a su crisis existencial, Yosano pasó por su lado y bajó las escaleras. El yukata que había elegido era de un tono azul oscuro con pequeñas flores de distintos tipos y colores que se repartían por toda la tela, su obi blanco contrastaba con el tono oscuro de la prenda que rodeaba y de su broche de mariposa caían dos finos hilos de color blanco que tenían enganchados pétalos rosas. Puede que se haya pasado arreglándose. Kunikida no se merecía verla tan guapa. Al terminar de bajar los escalones, no se paró a escuchar ningún alago, ignoró a todos los presentes y se quedó en un lado del salón mirando por las puertas de cristal el cielo nocturno.

- Eso es tu culpa – le recordó Ranpo a Kunikida poniéndose detrás de él - ¿Qué vas a hacer?

Kunikida no contestó, se quedó mirando a la mujer que con los brazos cruzados observaba el tranquilo panorama nocturno de la playa. Su pasividad había acabado con la paciencia de la mujer y sabía que estaba cerca de perderla. De ser así, quería hacer un último intento.  

- ¡¡Waaaaaaa!! - los ojos de Atsushi se iluminaron en la entrada de aquel festival. Ante él se extendían cientos de puestos de comida y por su boca caía ya un río de baba deseando probar cada cosa - ¡Dazai-san! - arrastró al castaño al puesto más cercano para que pudiera ver toda la comida – Es takoyaki... - comentó absorto en las bolitas que echaban humo y emitían un olor delicioso - ¡Tiene muy buena pinta!

- Sí - el castaño le sonrió y se quedó mirando como Atsushi analizaba todas las bolitas del puesto.

- Ah... - su nariz se movió y arrastró al castaño a otro puesto - ¡Yakisoba!

- ¡Oye, no os separéis del grupo! - les regañó Ango pero Dazai solo le saludó con la mano para quitarle importancia al asunto – Argh, ¿cómo es que en un festival solo se fija en la comida?

- Atsushi tiene hambre, en todos los sentidos - comentó orgullosa Haruno aunque Ango no terminó de entenderla y menos cuando rio por lo bajo y comenzó a teclear en su teléfono - "Capítulo 19. Atsushi y Dazai recorren un festival de verano, cuando se separan del grupo, en un sitio alejado, Atsushi se pone de rodillas y abre la boca para comenzar una felación a su senpai que acaba con su inocente pero lujurioso rostro manchado de blanco".

- ¿Qué... qué demonios estás murmurando? - preguntó Ango con algo de miedo por lo concentrada y acalorada que se veía a la mujer mientras escribía.

Mark elevó la mirada, un montón de adornos entorpecían la vista del cielo, entre ellos, el bambú parecía tener un importante papel protagonista.

- ¿Qué festival es este? - preguntó desde su ignorancia de extranjero.

- Hay que ver que idiota eres – le criticó Lucy con el ceño fruncido – Es 7 de julio, ¿qué fiesta va a ser?

- Hmmm... pues no sé - respondió sonriente - Oye Lucy, no soy un otaku como tú, así que no tengo los mismos conocimientos.

- ¡¿A quién llamas otaku?!

- Es Tanabata – le respondió Gin algo tímida por meterse en la conversación.

- ¿Tanabata...? Bata... batata... ¿algo de patatas?

- ¡¿Cómo va a ser de patatas?! - Lucy estaba que echaba humo por la ignorancia del otro.

- Es el festival de las estrellas - continuó explicando Gin – La fiesta tiene su origen en la leyenda china de la princesa y el pastor. Según la leyenda, Orihime era la hija de Tentei, el rey celestial y se dedicaba únicamente a tejer telas en las orillas del río Amanogawa, este río representaba la Vía Láctea. Su vida era monótona y aburrida hasta que conoció a un joven pastor llamado Hikoboshi. Ambos se enamoraron inmediatamente y se casaron, sin embargo, tras esto comenzaron a descuidar sus tareas y provocaron la ira del padre de Orihime, por lo que este los separó dejando a cada uno en un lado distinto de la Vía Láctea. Orihime se quedó tan triste por su separación, que le suplicó a su padre que le permitiera ver a su amado. Tentei cedió por sus lágrimas y les permitió a ambos verse una única vez al año, el séptimo día del séptimo mes. Cuando el día llegó, intentaron reunirse, pero se dieron cuenta de que no podían cruzar el río así que una bandada de grullas acudió en su auxilio para poder juntarles. Estas prometieron venir cada año a ayudarles, pero con la condición de que no lloviera.

- Ah... pues que historia tan rara.

- ¡¿Rara?! ¡Es preciosa! Otra cosa es que tú seas un idiota – le reprochó una furiosa Lucy.

- No sé, no sé... es decir, ¿las estrellas se pueden amar? ¿No son un montón de gases? Que historia tan peculiar jajajaja - miró a Tachihara y luego a Gin – Con que un pastor y una princesa... sí, los personajes me suenan, pero en la historia que conozco no creo que Tentei les deje reunirse jajajaja.

- ¿De qué demonios te ríes? - protestó Tachihara, presentía que esas risas eran provocadas por él.

- Oye Gin – Mark ignoró completamente a Tachihara - ¿Y qué pasa si llueve?

- Hikoboshi y Orihime no pueden reunirse entonces, deben esperar al año que viene.

- Oh, vaya, que mal ¿y todo el bambú este?

- Es parte de la tradición - Gin colocó uno de sus mechones detrás de su oreja y levantó la mirada al cielo para continuar explicando – Como parte del festival, la gente escribe sus deseos en tiras de papel llamadas tanzaku y las cuelgan de las ramas de bambú. El bambú y las decoraciones se acaban quemando al finalizar.

- Con que deseos eh... - Mark se quedó pensando, a Lucy no le parecía nada bueno eso - ¿Y se cumplen?

- Bueno... no sabría decirte.

- De acuerdo, tranquila, habrá que probar con un deseo de prueba por si acaso. A ver, a ver... ah, claro, oye Tachihara, ¿te importaría si deseo que te quedes calvo para probar si esto funciona?

- ¡¿POR QUÉ DE TODO LO QUE PUEDES DESEAR TIENES QUE DESEAR ALGO ASÍ?!

- Jajajaja, tranqui, no te pongas así que es un festival.

- ¡Sí, es un festival! - Naomi corrió todo lo que su yukata rosa con flores de cerezo le permitió y fue hacia Odasaku para engancharse de su brazo – Oda-san, recorrámoslo juntos.

- De acuerdo - respondió de manera simple.

- ¡Siiiii! - y la chica se acurrucó contra su brazo aprovechando para mirar mal a su hermano - Será como tener una CITA con Oda-san durante el festival.

- ¡¿Eh?! ¡O-oye, Naomi! ¿Q-qué estás...? - se acercó a su hermana y esta se separó un poco de Odasaku para poder hablar al oído de su hermano.

- Dormiste en su cama... ¿verdad? - preguntó con una voz tan grave y tan impropia en ella que Tanizaki dudó por un momento que fuese su hermana – Y sigues siendo virgen... ¿verdad?

- ¿Qué tiene eso que...?

- Tch, ¿cómo puedes desaprovechar oportunidades de oro como esas? Tengo un onii-sama realmente estúpido, este es tu castigo entonces – le sacó la lengua y volvió a pegarse al brazo del mayor – Oda-san, gane un premio para mí~ - pidió lo más melosa posible con la única intención de fastidiar a su hermano.

- Vale.

- ¡Siiiii! Oda-san es taaaaan genial~ y mi onii-sama taaaan tonto.

Tanizaki intentó regañar a su hermana por estar tan melosa con un hombre adulto, pero no pudo decir nada cuando se acabó quedando atrás mientras el resto se dirigían a las zonas de puestos de juego. Al final sí que sería castigado por no haber traspasado la línea del sexo con Odasaku, pero vamos, había dormido con él en posición de cucharita. A veces pensaba que Naomi no valoraba del todo sus esfuerzos y avances amorosos. Pararon en un puesto bien iluminado y puede que de los más grandes de la zona, era un puesto de tiro, es decir, conseguías el premio si acertabas derribando un objeto con una escopeta de perdigones. Viendo su oportunidad de triunfar y de ganar puntos con Gin, Tachihara intentó lucirse o al menos intentarlo.

- ¡Eh, Gin! ¿Quieres alguno de esos premios? - señaló el puesto y Gin miró atentamente todo lo que ofrecía.

- Pues... ese es lindo - señaló un peluche colgante del personaje de Kuromi, el adorable diablillo de Sanrio.

- ¡Yo también quiero uno, Oda-san! - le pidió Naomi señalando el puesto.

- De acuerdo.

Odasaku y Tachihara se acercaron al puesto, uno bien confiado y el otro con una expresión sin emociones, no hacía falta decir a quien pertenecía cada una. Al entregarle las escopetas, Odasaku la estuvo mirando por distintos lados mientras que Tachihara decidía fanfarronear un poco.

- ¿Sabes? Llevo desde los 12 participando en estos juegos en los festivales, es normal no acertar a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, pero hombre, no decaigas que no todos tienen unas habilidades ganadas a través del trabajo duro como...

Y un disparo interrumpió su discurso, Oda había apretado el gatillo y había dado a una de las latas más pequeñas y más alejadas, ganándose el derecho a elegir el premio que quisiera.

- ¡Felicidades! - el hombre del puesto hizo sonar una campana – Elija premio caballero.

Odasaku se giró para mirar a Naomi, esta se volvió a enganchar a su brazo y le señaló un peluche enorme de Cinnamon Roll.

- Ese - señaló el mismo que le había dicho Naomi y el hombre lo bajó para él. Al tenerlo entre sus manos se lo cedió a la chica que lo recibió encantada.

- ¡Gracias, Oda-san!

No contestó con palabras, solo acarició la cabeza de la chica y al no esperárselo, las mejillas de Naomi se colorearon de rojo.

- Te lo mereces, te ves como una chica que siempre cuida de su hermano mayor.

- ¿Sí? - abrazó al peluche contra su pecho y bajó la mirada. Parece que la amabilidad natural del seiyuu de Odasaku Man amenazaba con hacer sentir mal a Naomi por la decisión de castigo que había tomado contra su hermano.

- Oh... va-vaya... ¡Ja! Bueno, esa puntería que tienes es buena, pero... - Tachihara tomó posición - Yo por supuesto que no me quedo atrás - disparó, pero la bala voló lo más lejos posible de la lata que debía derribar.

Nadie comentó nada, ni siquiera Mark pero este solo no dijo nada porque Higuchi había visto venir sus intenciones y le había tapado la boca. Lo único que se escuchó entonces fue a Atsushi masticando su takoyaki y a Ranpo devorando un algodón de azúcar. Ni siquiera Akutagawa dijo nada y eso que aprovechaba cualquier desgracia de Tachihara para recalcar lo inútil que era, pero es que esa noche se veía algo callado y pensativo y nadie sabe bien por qué.

- Eh... va-vaya... u-una corriente de aire lo desvió.

- Sí, debe ser eso – Gin asintió y le dio la razón.

- Vale, ahora sí - y volvió a disparar y otra vez falló. Comenzó a sudar, aunque Gin a su lado seguía manteniendo su sonrisa, aunque se notaba algo tensa – O-otra corriente de aire.

- S-sí... hace mucho aire.

- Pues no hace tanto aire – y aunque no lo hizo con malas intenciones, Odasaku hundió un poco a Tachihara.

- ¡Me queda un tiro! Esta vez el aire no me lo estropeará.

Y el último y tercer disparo salió y al igual que los otros dos, falló. Como si fuera una estatua, Tachihara se quedó congelado en la postura que tenía ahora mismo.

- E-em... - Gin intercambió miradas entre el puesto y Tachihara – Bu-bueno en realidad tampoco lo quería tanto.

Tachihara bajó la escopeta, parece que había recuperado los sentidos así que Gin decidió animarle un poco.

- Este juego en realidad es muy difícil, no todo el mundo...

Un disparo al lado de Tachihara sonó y una lata cayó al suelo. Al mirar quien lo había hecho, se encontraron con Kyouka que estaba bajando la escopeta que echaba algo de humo por el disparo.

- Es más fácil de lo que pensaba - señaló un peluche de Purin y el señor se lo dio, luego Kyouka se lo ofreció a Kenji con el mechón suelto de su cabeza formando un corazón a pesar de su rostro estoico.

- Gracias, Kyouka - agradeció un sonriente Kenji.

- ¿Fácil...?

- Tachihara... d-de verdad que no...

- ¡Lo haré de nuevo! - Tachihara soltó varios billetes y el dueño del puesto los aceptó mientras le soltaba más balas. Tenía las esperanzas renovadas, pero ninguna dio sus frutos pues todos los disparos fallaron y se tuvo que llevar las manos a la cabeza por la frustración - ¡¿POR QUÉ NO ACIERTO?!

- Gin-chan – Dazai se metió entre medias de ambos – ¿Quieres que lo intente yo?

- Pues...

- ¡No! - Tachihara echó para atrás al castaño - Se lo conseguiré yo, ¡porque es lo que he decidido!

Y porque no quería darle puntos extra a Dazai. Ya estaba bien de meterse al 99% del público femenino en el bolsillo.

- Tachihara... - Gin llevó sus manos contra su pecho, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro junto a un débil sonrojo - Sí, te lo dejo a ti.

- ¡Claro!

- Pero antes de nada... ¡Waaaaa! ¡Es un ovni! - exaltada, Gin señaló detrás de ellos y todos se giraron para mirar, todos menos Ranpo que seguía devorando su algodón de azúcar con los ojos cerrados. Sabía que el seiyuu de ojos verdes no diría nada así que ignoró que seguía mirando (¿podía decir que miraba si tenía los ojos cerrados?) y soltó varios billetes al hombre del puesto cerrando un trato rastrero para que Tachihara ganase y quedase bien con ella – Ay, no, era un farolillo del festival, que tonta jajajaja.

- ¿Sí? Bueno... ¡señor, otro intento!

- De acuerdo – el señor terminaba de guardarse los billetes en el bolsillo de su pantalón y le dio otras tres balas a Tachihara.

- Esta vez lo lograré, porque es altamente improbable que quede tan mal tantas veces.

Disparó una vez más, pero solo rozó la lata. El dueño del puesto simuló una tos muy fuerte y golpeó las patas sobre las que se sostenía toda la construcción. La lata al final se acabó moviendo y cayó al suelo.

- Oh, felicidades – sin emoción alguna, el señor tocó la campana y recogió el peluche por el que tanto se había esforzado Tachihara para dárselo - Tienes una novia muy buena, chaval.

- ¿Qué?

- ¡Pero que fantástico has estado, Tachihara! - Gin se metió entre medias de la conversación algo nerviosa - Sabía que lo acabarías logrando.

- Ah, pues claro que sí - infló su pecho con orgullo mientras le daba el peluche a la chica.

- Has estado tan genial.

- Oh, vamos, vamos, que no ha sido para tanto.

Akutagawa chistó en voz baja ante el comportamiento de su hermana con el delincuente reincidente ese. ¿Por qué le felicitaba? Lo que debería hacer es mandarle a la cárcel. Increíble, no podía disfrutar de la playa y tampoco de los festivales, a su parecer, en estas vacaciones de verano le sobraba mucha gente.

- Hey, Akutagawa – al ser llamado por Chuuya, su cuerpo entero se tensó - ¿A ti te interesa algún premio de estos?

- ¿Eh? - se giró para mirarle, sus pálidas mejillas comenzaron a enrojecer a medida que lo vivido en la cama de Chuuya comenzaba a reproducirse en su mente. Incapaz de sostenerle la mirada, la apartó y se quedó mirando hacia el suelo – No.

- Ah... vale...

Eso sonó tan cortante para Chuuya. Akutagawa se veía raro desde que él había disfrutado de ese maravilloso sueño erótico, ¿y por qué no le miraba a los ojos? ¿Tendría algo en los dientes?

Después de visitar algunos puestos de juegos más, llegó el turno más esperado por Atsushi, Ranpo y Kenji, el de meterse de lleno en los puestos de comida de la zona. Ninguno de los tres parecía dispuesto a saltarse ni uno solo así que todos se vieron obligados a hacer parada obligatoria en absolutamente todos. Un puesto que vendía bananas cubiertas de chocolate llamó la atención de Chuuya pues él era conocedor de primera mano de lo mucho que amaba Akutagawa el chocolate. Tal vez si le ofrecía un poco de esa comida que tanto le gustaba hiciera que el chico cambiara un poco esa actitud tan extraña que estaba mostrando. Después de hacerse con una de esas, se dirigió hacia Akutagawa que estaba junto a Gin y le ofreció la fruta bañada en chocolate.

- Eh, Akutagwa, mira, lo he comprado para ti.

- ¿Eh? - una vez más, al escuchar la voz de Chuuya hablándole, el rojo volvió a sus mejillas, pero este fue más intenso cuando vio la comida con forma fálica que le estaba ofreciendo. No pudo evitar pensar en el miembro del pelirrojo y como este se alzaba orgulloso y preparado para penetrar a cualquiera que se le pusiera delante y ese esa noche podría haber sido él.

- Creo que esto te gustará.

- ¡¿Eh?! ¡¿Gu-gustarme?! ¡¿Co-cómo se atreve?! ¡¿Po-por quién me toma?! ¡Y-yo no soy tan desvergonzado!

- Pe... ¿perdona? - se disculpó, aunque no sabía bien por qué.

Sintiéndose observado por los demás por su extraño comportamiento, Akutagawa echó a andar hacia otro puesto todavía con las mejillas rojas.

- Que raro... - comentó Kenji mientras comía junto a Atsushi y Ranpo el yakisoba directamente de la parrilla del pobre cocinero que veía como tres simples chicos con grandes estómagos le dejaban sin producto - ¿Será que tiene mucho calor?

- Vieuakojd - farfulló Ranpo mientras masticaba, por supuesto que solo dios sabe lo que había dicho.

- Él siempre es raro – Atsushi decidió ignorar al molesto chico y seguir comiendo de la parrilla.

- ¡Akutagawa-senpai no es raro! - Higuchi salió en su defensa – Pero él en verdad está raro esta noche...

- Será que estas vacaciones le están fastidiando un poco – Mushitaro se encogió de hombros – No es ningún misterio que no le caemos bien y además... ¡¿Queréis dejar de comer directamente de la parrilla?! - regañó por fin a los tres chicos glotones.

- Es que... Mushitaro-san... - los ojitos se Kenji se aguaron para dar pena – El yakisoba huele tan bien...

- ¡Pero la gente normal no come directamente de la parrilla! Kunikida te rega... - miró a su alrededor, Kunikida no estaba por ninguna parte - ¿Eh?

- Yosano-sensei tampoco está - le dijo Kyouka a su lado.

- Oye, oye...

- Tranquilo, es Kunikida-kun de quien estamos hablando, pero solo espero que pueda arreglar todas las estupideces que le pasan por la cabeza.

Chuuya se quedó mirando un rato la banana que sostenía en su mano y después se giró para mirar con el ceño fruncido a su peor enemigo, pero mejor amigo.

- Esto es tu culpa...

- Oh, vaya ¿y ahora qué?

- ¡Esto fue por lo que me hiciste hacer en el yo nunca! Akutagawa me vio como un borracho al quedar revelada mi tendencia a beber más de la cuenta. ¡Estoy a punto de perder su respeto! Y si lo pierdo, solo seré el seiyuu de hentai que trabaja para su tío... ¡¿cómo te atreves a joderme la vida?! - comenzó a zarandear a Dazai pero este estaba tan tranquilo.

- Lo que hay que ver... - suspiró cansado y agarró a Chuuya para separarle un poco del grupo y poder hablar a solas con él - ¿Seguro que es por eso por lo que está actuando tan raro?

- ¡¿Y por qué otra cosa iba a ser, idiota?!

- Bueno, tal vez rechazara la banana porque no tiene hambre.

- ¿Y por qué cuándo habla no me mira a los ojos? Antes lo hacía, antes de ese estúpido yo nunca en el que quedé como un borracho - presionó su dedo índice contra el pecho de Dazai para señalarle como culpable – Todo por tu culpa, maldito cerebro de guisante.

- Que pesado eres a veces, Chuuchuu. Bueno, esto es un festival ¿sabes? No hay mejor lugar para intentar arreglar cualquier problema que tenga contigo que este.

- ¿Y cómo hago eso, maldito estúpido?

- Oh, vamos, Chuuya, ¿Tanto doblar hentai y no puede pasar por tu cabeza un buen momento de esa clase de animes en los que los personajes estén en un festival? ¿Qué tal si adoptas la estrategia Kunikida y desaparecéis de aquí para hablar las cosas en soledad?

- ¿Y piensas que se va a ir conmigo porque sí?

- Bueno - señaló hacia atrás con la cabeza – Atsushi-kun y Tachihara están allí, no creo que Akutagawa vea mal el alejarse un poco de ellos.

- Y... ¿y luego...?

- Pues no estoy seguro de que Akutagawa esté tan raro contigo solo por verte como un alcohólico, es decir, eso él ya lo sabía...

- ¡Oye!

- Pero de todas formas, Akutagawa te respeta por algún extraño motivo que no comprendo del todo...

- ¡OYE!

- Recuérdale que debajo de toda esa capa de alcoholismo, hay un buen hombre.

- Dazai... - Chuuya se conmovió por eso.

- Un hombre bajito, con fetiche de góticos culones y adicto al porno.

- ¡TU PUTA MADRE!

- Y después, cuando arregléis lo que sea que haya pasado... - hizo un movimiento sugerente con las cejas - Tómalo.

- ¿Eh...? ¿To-tomarlo...? ¿T-te refieres a...?

- Por esa zona - señaló un lugar boscoso detrás de los puestos – Akutagawa se sentirá feliz de haber arreglado las cosas contigo, lo más seguro es que su felicidad sea tanta que quiera entregarte su virginidad ahí atrás.

- ¡AAAAAAAAAAAAH! ¡PE-PERO YO NO LLEVO CONDONES!

- No te preocupes por eso - sonrió de lado – Un creampie al año, no hace daño.

- Cre... creampie...

Su rostro comenzó a enrojecer a medida que imaginaba la escena.

~🧡~

- Akutagawa – un Chuuya de 1,90 se paró delante de Akutagawa en aquella zona boscosa detrás del festival – Te he traído esto – le entregó un sobre, el cual Akutagawa aceptó para abrirlo y ver su contenido.

- Esto es...

- Mis exámenes médicos, como puedes ver, aunque consumo alcohol, no consumo el suficiente para haberme causado algún problema de salud, lo cual implica, que no consumo una cantidad tan elevada como para tener un problema.

- Chuuya-san... - Akutagawa guardó los papeles – Me siento tan mal por haber pensado que usted era un alcohólico.

- El ser humano es un ser movido por la duda, tranquilo, mi querido Akutagawa - acarició su mejilla, Akutagawa puso su mano sobre la suya para que no la separase de su rostro.

- Chuuya-san, llámeme Ryunosuke, por favor.

- Ryunosuke... - al ser más alto que él, Chuuya tuvo que inclinarse y Akutagawa ponerse de puntillas para conseguir que sus labios se besaran.

Nervioso por besar al hombre que respeta y ama con locura, Akutagawa se agarró firmemente a su brazo mientras sus piernas temblaban producto del nerviosismo y la excitación. Sus bocas se separaron un poco, pero sus lenguas no pues continuaron acariciándose hasta que Akutagawa separó del todo sus cuerpos y se giró para darle la espalda.

- ¿Qué ocurre, mi precioso Ryu?

- Me siento avergonzado por haber dudado de usted. Por favor, permítame compensarle.

- ¿Compensarme...?

- Sí - dejó el sobre en el suelo y se dirigió a un árbol donde apoyó ambas manos y dejó alzado su trasero, mostrándose dispuesto para cualquier cosa que quisiera hacerle Chuuya – Chuuya-san... por favor, acepte mi cuerpo como forma de pedir perdón por mi comportamiento.

- Mierda... - Chuuya tapó por un par de segundos sus ojos, necesitaba calmar su corazón, no, ¿para qué? Mejor tomar lo que su Ryunosuke le ofrecía - Entonces... ¡¡Con permiso!!

- ¡Ah~, Chuuya-san~!

Akutagawa clavó las uñas en el árbol cuando sintió como su yukata era levantado y las ansiosas manos de Chuuya se colaban ahí debajo para bajarle con prisa sus braguitas de encaje negro.

- Chuuya-san, con cuidado, e-es mi primera vez...

- Tranquilo mi Ryu - tomó las caderas del chico y tiró de su cuerpo hacia el suelo para hacerle recostarse allí - Yo soy un experto, así que te trataré bien.

- He soñado durante tanto tiempo con ser tomado por Chuuya-san... - separó bien sus piernas y tiró de la tela de su yukata para dejar al aire sus pezones – Estoy listo para usted.

- Ryu... ¡¡Ryu, Ryu, Ryu!!

Como un lobo hambriento, se lanzó encima de Akutagawa el cual no ejerció resistencia alguna y dejó que el mayor se adentrase en su interior con su dotado miembro superior al de cualquiera. En esa zona aparatada del festival, solo se podía escuchar a Akutagawa gemir de placer mientras un montón de corazoncitos salían de la pareja.

~🧡~

- ¡¡¡¡WAAAAAAAAAAAAAAA!!!! - Chuuya palmeó su rostro - ¡¿En serio eso podría pasar?!

- Sea lo que sea que has pensado, sí, pero sospechando lo que has pensado, yo diría que la probabilidad es del 0,1% pero en fin...

No se molestó en decir más porque movido por las hormonas y la calentura, Chuuya había salido corriendo hacia Akutagawa. Al verle llegar, el chico apartó la mirada avergonzado.

- Akutagawa, ¿quieres dar una vuelta por el festival conmigo?

- Hmmm... - miró de reojo la banana que todavía llevaba – No sé si es adecuado.

- Entonces, ¿quieres seguir con ellos? - señaló hacia Atsushi que seguía devorando tan tranquilo todo el yakisoba que se cocinaba.

- Por supuesto que no, su presencia es tan molesta.

- Entonces...

Akutagawa miró hacia otro lado para pensárselo con el ceño un poco fruncido. Chuuya se quedó atento a cualquier respuesta que le diera, mentiría si dijera que no estaba nervioso. Al final, el chico acabó suspirando y girándose para mirar al seiyuu amante de los sombreros.

- De acuerdo.

Casi grita de felicidad, pero no es el momento. De momento mantendría la calma, ya después de recuperar el respeto de Akutagawa es cuando gritaría por todo el festival y si había suerte, se volvería uno con el chico tal y como veía en sus fantasías.

Menos mal que soñar es gratis, porque si cobrasen, Chuuya se quedaba pobre.  

El cielo de esa noche tenía nubes, no las suficientes para ocultar a las estrellas, pero aun así, su presencia debía preocupar a los fieles creyentes de la leyenda del Tanabata. Para Yosano, no era más que un cuento sin bases, pero aun así, algo dentro de ella le hacía sentirse mal al imaginarse a Orihime llorando por tener que espera un año más para ver a su amado. En el fondo la entiende, ya puedes ser una persona o una estrella, no es fácil no estar con la persona que amas.

- Yosano-sensei.

Al ser llamada, Yosano se giró y se encontró con Kunikida sosteniendo una botella de refresco para ella.

- Gracias - estiró su mano y se hizo con él. Kunikida no preguntó y se sentó a su lado en aquel banco mientras la gente seguía yendo y viniendo a través del festival.

- No esperé que quisieras beber Ramune.

- ¿No? - Yosano abrió la botella, al dar el primer trago, la canica que había dentro resonó al golpear el cristal – Ranpo siempre anda bebiendo estas cosas, pensé que no me vendría mal beber un poco a mí también - acercó la botella hacia el hombre de gafas - ¿Quieres?

- Eh... - Kunikida se sobresaltó ante la idea de un beso indirecto.

- Ah, sí. Déjame adivinar, "No es correcto beber de la botella de otra persona", tal vez debería habérmelo...

A Yosano no le dio tiempo a acabar pues Kunikida le había arrebatado la botella y había pegado un trago tan largo como inesperado. Al terminarlo, Yosano parpadeó por fin pues el gesto la había dejado sorprendida. Kunikida había hecho un esfuerzo tremendo por no pensar en el beso indirecto que eso suponía, pero sus neuronas conectaron inevitablemente y su rostro se coloreó de rojo. Yosano intentó controlar la risa, pero al final se le acabó escapando.

- ¿Q-qué es tan gracioso?

- Nada, nada, es que.... ¡puf! ¿Qué ha sido eso? Jajajaja.

- ¿Qué pasa? - empujó sus gafas con su dedo corazón - S-sí has sido tú quien me lo ha ofrecido.

- No pensé que lo harías. Es algo raro.

- Pu-pues perdón por ello - intentó devolverla la botella, pero Yosano no la aceptó.

- No la quiero, está chupada. Que asco.

- ¡¿Ah?! - su rostro se sonrojó más, causando más diversión para Yosano.

- Bueno, señor chupón - se levantó de la banca, sacudiendo el regazo de su yukata - ¿Nos vamos?

Kunikida asintió y caminó junto a Yosano por el festival. La mujer le había seguido cuando le pidió ver el festival con él a solas, sin preguntar ni oponerse, tampoco avisaron a nadie del grupo, pero más tarde se asegurarían de disculparse por eso. Sintiéndose en un ambiente más libre al tener menos público conocido con ellos, Kunikida se atrevió a jugar algunos juegos de los puestos y Yosano le acompañó compitiendo con él a ver quién ganaba más puntos en apuntar a un payaso con una pistola de agua o al ver quien conseguía rescatar más globos de agua de una piscina de plástico con un pequeño gancho. Aunque supuestamente competían, en realidad nadie contaba los puntos y los premios que ganaban se los acababan dando a los niños que se les quedaban viendo jugar.

- Ha sido divertido – Yosano se estiró, alzando sus brazos hacia arriba – Pero deberías ser más ambicioso, ¿por qué entregas tus premios a niños pequeños?

- Tú has hecho lo mismo.

Las sandalias de Yosano dejaron de sonar cuando se paró frente a unas escaleras que llevaban al templo del lugar. Kunikida miró hacia arriba, allí era donde se encontraban los bambús en los que la gente estaba atando sus cintas de papeles de colores con montones de deseos escritos en ellas.

- ¿Quieres ir?

- No – Yosano apartó la mirada de las escaleras, junto sus manos detrás de su espalda y cerró los ojos con una sonrisa – Me temo que no soy una dulce chica que crea en los deseos a las estrellas. Me gusta la temática del festival, es linda, pero... me preocupa que la gente crea que las cosas son tan fáciles como escribir un deseo en un papel.

Yosano volvió a andar y con ella Kunikida que se mantenía un par de pasos detrás de ella.

- ¿Decepcionado?

- ¿Por qué?

- Porque no soy una damisela soñadora - Yosano alzó la mirada hacia el cielo – A puesto a que ella habría salido corriendo hacia las escaleras para pedir un deseo.

- ¿Ella?

- Sasaki.

- Ah... sí... supongo que lo habría hecho.

- Me molesta admitirlo, pero... es una mujer linda.

- ¿Por qué de repente...?

- Su cabello es largo y liso, su voz es dulce y calmada y mantiene siempre la compostura. Creo que si tú persigues algo "ideal", algo "correcto", tal vez debas apuntar a otra dirección.

- Yosano – ahora fue Kunikida quien dejó de andar. Se había atrevido a llamarla sin ningún honorífico, con lo cual Yosano ya sabía que intuía por donde estaba yendo.

- Lo que quiero decir es... - dejó de andar, sin embargo, no se giró para mirarle – Que tal vez yo no sea todo lo que buscas, ¿sabes?

- ¿Qué estás...?

- No soy una mujer dulce, ni soñadora, soy algo bruta y a veces grosera. Ayer por la noche, le estuve dando vueltas y tal vez... tal vez no encajemos. Eres demasiado perfecto Kunikida, si buscas algo como tú, me temo que yo no lo soy. Tal vez es por eso... que, aunque nos acerquemos, nunca conseguimos eliminar la distancia. Somos dos imanes que al juntarse se acaban repeliendo.

- Yosano - volvió a llamarla, pero la mujer no estaba muy dispuesta a escucharle.

- Orihime fue una estrella caprichosa - continuó hablando sin despegar la mirada del cielo - Lloró a su padre para que le permitiera volver a ver a Hikoboshi y lloró a las grullas para que les ayudasen a cruzar la Vía Láctea. Sinceramente, las personas así son tan molestas. Bueno, perdona mi hipocresía - Yosano se dio la vuelta por fin, colocando unos cuantos cabellos cortos detrás de su oreja mientras sonreía al más alto – Porque yo también seré algo caprichosa esta noche. Te estoy empujando a los brazos de otra mujer, pero, aun así, quiero que escuches lo último que tengo para decirte – con su figura iluminada por los farolillos de los puestos del festival, su sonrisa parecía más brillante – Me gustas.

Se había esperado varias reacciones, pero no obtuvo ninguna. Kunikida seguía de pie como si nada hubiera pasado. Esperaba una reacción distinta, más expresiva, pero tal vez esa hubiese sido la mejor que podría haber obtenido. El tema quedaba zanjado con esto, se acabó Kunikida y se acabó la idea del romance para ella. Sería problemático porque Ranpo la tiraría de los pelos después y la llamaría estúpida, pero seguro que después la deja llorar sobre su hombro. Vaya, nunca antes había necesitado llorar apoyada en su mejor amigo tanto como ahora.

- Eso es todo – se apresuró en volver a hablar y ahora bajó el rostro, sentía como sus ojos comenzaban a humedecerse – Creo que volveré a la casa, no me encuentro bien.

- Yosano.

Intentó marcharse, pero la voz de Kunikdia llamándola se lo impidió. Sin darse la vuelta, tomó aire para intentar calmarse y responder.

- ¿Qué?

- Me gusta el orden.

- ¿Sí? - se dio la vuelta, estaba confusa.

- Me gusta cumplir horarios, ser puntual, tener mi ropa planchada y la profesionalidad.

- Sí...

- Me gusta tener las cosas planificadas, las cosas etiquetadas y todo absolutamente controlado.

- Felicidades - frunció un poco el ceño, ¿de verdad le estaba soltando todas esas tonterías cuándo ella estaba a punto de echarse a llorar?

- El "orden" aporta control al caos. No soy perfecto, simplemente me aterra ese caos, pero en medio de ese caos, hay cosas buenas.

- ¿Cómo qué?

- Como... - apartó la mirada sonrojado, pero consiguió reunir el coraje para mirarla de frente – Como una mujer que se sale de cualquier molde - aclaró su garganta y se recolocó las gafas – Hace tiempo que perdí el control de las cosas, para ser más exactos, desde ese fatídico día en el que conocí a cierto bastardo llamado Dazai Osamu, así que día a día lucho por recuperar ese control, pero día a día también me doy cuenta de que en realidad no lo necesito tanto como pensaba. Intento hacer bien mi trabajo y que Dazai sea un profesional responsable, fallo en ello y pido disculpas a mil personas, me añaden otro seiyuu que cuidar sin aviso y me dan cientos de problemas más, pero... la verdad, es que no es una situación tan molesta como pensé que sería. El caos que robó espacio al orden en mi vida, no es tan aterrador como temía. Al contrario, es agradable.

- Kunikida... ¿qué estás...?

- Hikoboshi fue una estrella ingenua – de la manga de su yukata sacó una tira de papel y un bolígrafo, ¿había salido de casa con ello ahí? - Descuidó su trabajo, anteponiendo su relación con Orihime cuando perfectamente podría haberlo compaginado. Para eso precisamente sirven los horarios – apoyando el papel en su mano izquierda, comenzó a escribir en él - Si lo hubiese hecho así, a día de hoy no estarían separados y Orihime no habría llorado tanto. Ciertamente, es un hombre despreciable y patético, poniendo el placer como la primera de sus prioridades, ha acabado condenado a estar lejos de la mujer que ama – al terminar de escribir, guardó su bolígrafo. Yosano estaba más confundida todavía - Disculpa mi hipocresía, porque yo también seré un ingenuo esta noche. Teniendo poca fe en mis habilidades, confiaré mi destino a algo con tan poco poder como una estrella - extendió su papel hacia Yosano - Tómalo, mi deseo a las estrellas para el Tanabata, solo tú puedes hacerlo realidad.

Con cada palabra que pronunciaba Kunikida, Yosano solo se confundía más pero aun así aceptó el papel que le ofrecía y lo tomó para leerlo.

- "Deseo... que mis sentimientos sean correspondidos" - bajó el papel para mirar a Kunikida.

- Me seguiré aferrando al orden, pero no huiré del caos. No quiero una mujer perfecta, no quiero a Sasaki ni a cualquier otra, te quiero a ti. No quiero "perfección" en el amor, creo que sería aburrido. Quiero un amor caótico y que ponga patas arriba mi mundo. Solo tú puedes hacer eso, así que... dicho esto... solo tú puedes tomar una decisión - su mirada decidida se clavó sobre Yosano – Yosano Akiko... ¡¡ESTOY ENAMORADO DE TI, DESDE HACE MUCHO, DESDE HACE DEMASIADO, NO TE IMAGINAS CUANTO!! ¡¡POR FAVOR, ACÉPTAME!!

Yosano pestañeó confundida por el repentino grito, más de una persona se les había quedado mirando. Al escuchar la confesión, la mayoría se quedaba mirando nada más que por el chisme. Era divertido ver como la actitud decidida de Kunikida comenzaba a desquebrajarse poco a poco a medida que se iba poniendo rojo.

- Eso es tan injusto – Yosano levantó el papel de nuevo – Me había costado tomar mi decisión... maldito idiota maniático del orden.

- ¿Qué quiere decir eso...?

- Demonios, que hombre tan estúpido - partió en dos el deseo de Kunikida y dobló el papel para seguir partiéndolo en pedazos más pequeños. Kunikida comenzó a temerse lo peor por aquello - ¿Desde hace mucho has dicho? ¡¿Por qué no me lo has dicho antes?! - tiró los papelitos por el aire, estos se interpusieron entre ellos, pero no impidieron ver a Kunikida como algunas lágrimas comenzaban a asomarse del rostro de Yosano – Me has hecho llegar al límite de pensar que éramos muy diferentes para estar juntos... ¡Maldito idiota! - con unos solos pasos se plantó delante de él agarrándole bien el rostro con sus dos manos - ¡¿Y resulta que no te importa que algo en tu vida no sea perfecto?! ¡Encima lo deseas! ¡Maldición, Kunikida! ¡¿Por qué me has hecho perder tanto tiempo?!

- Lo... lo siento – se disculpó sin saber bien por qué. En realidad, no entendía la situación, ¿estaba siendo correspondido o rechazado? Bueno, ella había dicho que le amaba, pero también había dicho que iba a renunciar a él así que no lograba interpretar bien la situación.

- ¿Lo siento? ¡¿Lo siento?! ¡¿Eso es todo?!

- Es que... n-no sé qué quieres que haga.

- ¡Hazme recuperar el tiempo perdido, idiota!

Eso ya le confundió más, ¿recuperar el tiempo perdido? Pero si él no podía hacer retroceder el tiempo. Intuyendo que no la estaba entendiendo, Yosano soltó una carcajada acompañada de un par de lágrimas de felicidad y tiró de su rostro hacia abajo al mismo tiempo que ella se ponía de puntillas. Los ojos de Kunikida se abrieron como platos al sentir los cálidos y suaves labios de la mujer de la que lleva tanto tiempo enamorado chocando contra los suyos. El agarre rudo de su rostro se fua suavizando y las manos de Yosano se apartaron en el mismo momento en que sus pies volvieron completamente al suelo. Durante un rato estuvieron mirándose a los ojos hasta que el público que habían acumulado comenzó a aplaudirles y a vitorearles, ambos se colorearon de rojo. Habían estado montando una escena demasiado llamativa en mitad del festival.

- ¿Esta gente no tiene otra cosa qué hacer...? - Kunikida agachó la mirada avergonzado.

- Parece que no...

Yosano miró también un rato al suelo, pero sus ojos volvieron hacia arriba al mismo tiempo que Kunikida. Viéndole tragar duro y levantar sus brazos temblorosos, Yosano solo cerró los ojos y elevó el rostro. Sintió como las manos de Kunikida se posaban sobre sus hombros y la hacían juntarse más a su cuerpo. Otro beso llegó, el primero que recibía por iniciativa del idealista manager y otra ronda de vítores del público les interrumpía. Kunikida separó sus labios y gritó avergonzado a la gente.

- ¡Ustedes sigan su camino! ¡AH! ¡OYE, TÚ! ¡No saques fotos!

- ¿Qué esperabas? Hemos llamado demasiado la atención - tocó superficialmente sus labios recién besados - ¿Quién no miraría al hombre que se acaba de confesar a gritos en una noche de Tanabata?

- Pe-pero la gente debería tener más vergüenza... argh, lo que hay que ver.

- Acepto.

- ¿Eh?

- Tus sentimientos - separó sus dedos de sus labios, mirándole al principio seria para después sonreírle - No pienso renunciar a ti, no cuando haces algo tan divertido como pedir un deseo a una estrella para que te diga que sí.

- Argh... - rascó su cabeza avergonzado – Por favor, olvida eso.

- Noooo~ - le sacó la lengua para burlarse - "Estoy enamorado de ti, desde hace demasiado, no te imaginas cuánto" - volvió más grave su voz para imitarle.

- ¡Yo-yosano! - el dedo índice de la mujer se puso frente a sus labios para mandarle callar.

- Akiko, ahora soy Akiko. ¿O vas a seguir llamando a la mujer que amas por su apellido? Después de la confesión de amor tan bonita que has hecho...

- De-deja de recordármelo...

Yosano hizo el amago de volver a besarle, pero notando que su público seguía allí, suspiró y tomó la mano de Kunikida para echar a correr fuera del festival.

- ¡Yosa...! ¡Akiko! ¿Dónde vamos?

- Te lo he dicho ¿no? - giró su rostro sin dejar de correr y usó su mano libre para bajar un poco la tela de su yukata mostrando su hombro. Kunikida tragó duro por ello – Si te hubieras confesado antes, llevaríamos bastante tiempo siendo pareja, así que recuperaré todo el tiempo que hemos perdido esta noche - guiñó un ojo, haciendo que un pequeño corazoncito saliese revoloteando hasta alcanzar a Kunikida cuya cabeza comenzó a echar humo – Es Tanabata, cariño, te haré tocar las estrellas.

- Ah... a-a-a-a-a-a-a-a-ah... ¡¿AAAAAH?!

Aunque el pobre corazón de Kunikida estaba al borde del infarto, Yosano no podía estar más feliz mientras corría entre la multitud y reía como si no lo hubiese hecho en meses. El yukata que había elegido era precioso, pero ahora lo odiaba demasiado por impedirla correr más rápido. Bueno, daba igual, al llegar a la casa no tardaría mucho en quitárselo.

Kunikida y ella tenían que recuperar demasiado tiempo perdido. 

Recorrer el festival junto a Akutagawa debería haber sido un momento hermoso y romántico, pero tener al chico a más de un metro de distancia volvía las cosas un poco complicadas.

- Eh... Akutagawa, ¿por qué caminas tan lejos?

- Disculpe, no le oigo.

- Pues estando tan lejos, claro que no – se acercó más hacia él - ¿Por qué caminas tan lejos?

- No sé de qué habla – como había acabado con su distancia, Akutagawa creó una nueva.

- ¡Pero si lo estás haciendo de nuevo!

- No sé de qué habla.

- Argh... - Chuuya se llevó las manos a la cabeza. Había conseguido apartarle del resto, pero seguía siendo frío y distante, debía hacer algo para recuperar su buena relación - Akutagawa, ¿quieres que colguemos un deseo para el Tanabata?

- Oh, yo ya llevo uno.

- ¿En serio?

- Sí - le dio el papel que tenía guardado en la manga de su yukata y se dio la vuelta mientras Chuuya lo leía.

- "Deseo que a Putajima Zorratsushi le caiga un meteorito..." ¡Pero no puedes desear estas cosas! ¡Y ese ni siquiera es su nombre!

- Es un experimento para ver si se cumple.

- No puedes desear eso...

- Entonces tírelo.

- O-oye, ¡espera! - viendo que Akutagawa comenzaba a andar, Chuuya se deshizo del deseo asesino en una papelera y fue detrás de él - ¿Tienes hambre?

- No.

- ¿Quieres jugar en algún puesto?

- No.

- Pu-pues... ¿qué tal ver las estrellas?

- Puedo verlas cualquier noche.

- Pero... hoy es Tanabata ¿sabes?

- ¿Qué tendrá que ver?

- Oye... ¡Akutagawa! - estiró su brazo y agarró su muñeca, al sentir esto, el chico se liberó del agarre de un tirón y puso más distancia entre ellos agachando la mirada para que Chuuya no viera su sonrojo. No era una acción malintencionada, pero para Chuuya se había sentido muy dolorosa – Oye... sé que no te están gustando estas vacaciones. Sé que tus vacaciones perfectas habrían sido a solas con Dazai y que ha venido gente indeseable para ti como Atsushi o Tachihara. Sé que todos te sobran aquí... - rodó los ojos, la verdad era muy molesta - Incluso... incluso yo.

- Eso no es cierto – se giró un momento, pero cuando los ojos azules de Chuuya le miraron, se tuvo que dar la vuelta de nuevo.

- No son tus vacaciones soñadas... pero al menos hagamos algo que te divierta. No recuerdes este verano como algo malo o aburrido. Consigamos al menos un solo recuerdo bueno.

El labio de Akutagawa comenzó a temblar, no sabe cómo recordaría este verano en el futuro. Al principio pensó que lo recordaría como el fatídico verano en el que se fue a la playa con sus enemigos, pero ahora cree que en su mente se quedaría grabado como el verano en el que casi cruza ciertas líneas peligrosas en la cama con Chuuya.

Y es que maldición, esa cosa entre sus piernas era brutalmente enorme.

- Venga, divirtámonos un rato - intentó tomar su mano, pero Akutagawa se aseguró de impedírselo dejándola contra su pecho. Intentó no dejar ver que ese gesto le había dolido y simplemente adelantó al chico. Este pareció aceptar su invitación pues no tardó en ir detrás de él, manteniendo ciertas distancias por su puesto.

Era el momento de Chuuya de recuperar su respeto, de hacerle ver que era un gran hombre y no un simple borracho. Con esta mentalidad, decidió pasarse por cada puesto en su camino e intentar ganar los mayores premios solo para que Akutagawa viese lo genial que era. Sí, era algo muy infantil, pero todo fuese por recuperar el respeto de su Ryu.

El plan no fue como pensó pues los puestos de juegos de un festival siempre están en parte amañados para hacer más complicado el ganar los premios y encima él tenía la presión de no fallar pasase lo que pasase o Akutagawa lo miraría con desprecio toda su vida. No fue muy bien que digamos y al final su mayor premio fue un bale de regalo para gastar en algún puesto de comida del festival. A lo mejor debería haber pedido a las estrellas ser más habilidoso. El gótico no le dijo nada sobre su fracaso y encima todavía mantenía las distancias. Esto se sentía como golpes continuos contra su estómago.

- Mierda... - suspiró triste por sus continuas derrotas. Al menos debería usar su único premio en la noche - Espérame aquí, ¿vale?

- Sí.

Tal como le dijo, Akutagawa no se movió de su sitio y espero en silencio a que volviera. Chuuya sabía lo mucho que al chico le gustaba el chocolate así que fue buscando un puesto de comida que hiciera dulces hasta que dio con uno. Era otro puesto con bananas de chocolate, pero este las tenía más grandes que el primero que visitó. Antes rechazó una, pero esperaba que esta vez no. Al enseñar su bale, la señora le dio una de las bananas insertada en un palo, pero eso no fue todo pues como regalo le dio otro producto que ofrecían. Este era rodajas cortadas de plátano bañadas completamente en chocolate y al igual que la banana, puestas en un palo. Iba una rodaja por palo así que le dio dos a Chuuya. Él no rechazó el regalo y le dio las gracias para marcharse de regreso con Akutagawa.

Tal vez debería haberse pensado como sujetar tanta comida entre sus manos pues no hizo bien colocando la enorme banana entre esas dos rodajas circulares. Más que un plátano, parecía otra cosa.

- ¡Akutagawa!

Le llamó a gritos cuando le vio cerca. El chico se giró en dirección a su voz y abrió en grande los ojos al ver el postre con forma fálica que le traía. Su rostro se tiñó completamente de rojo y el aire escapó de sus pulmones. Su mente le trajo de regreso su momento en la cama con Chuuya y su boca se secó al mismo tiempo que sus piernas comenzaban a temblar. Era un momento vergonzoso, demasiado vergonzoso y su corazón latiendo a mil por hora no permitió a su cerebro pensar las cosas demasiado bien.

- Mira lo que te he traí...

Akutagawa golpeó con la mano la comida que el otro sujetaba y toda esa fruta bañada en chocolate se estrelló contra el suelo. Chuuya todavía mantenía su sonrisa mientras procesaba poco a poco lo que acababa de pasar. Aunque acabó entendiendo que había tirado la comida que le traía, él seguía sonriendo, aunque esta curva en sus labios comenzaba a temblar. No sabía cómo interpretar esto, pero si lo hacía de la manera en la que creía que debía hacerlo, entonces lo más seguro es que acabase llorando ahí mismo. Al darse cuenta de lo que había hecho, Akutagawa tapó su boca con ambas manos.

- Y-yo no... yo...

Chuuya se agachó, recogió la fruta tirada y la llevó a la papelera más cercana. Viéndolo hundido en aquella bolsa negra, le pareció ver en su lugar sus esfuerzos de la noche. Ese bale de comida gratis era lo único que había conseguido en toda la noche para Akutagawa y ahora estaba en la basura.

- Chuuya-san – le siguió hasta la papelera – Yo no...

- Siento... - su voz salió temblorosa, se nota que estaba haciendo un esfuerzo por no llorar – Siento que este no sea un buen verano para ti y siento estar aquí molestándote. En realidad, no soy diferente de Atsushi o Tachihara ¿no? Te estorbo, como el resto.

- Eso no es...

- Creo que el próximo verano... debería quedarme en casa.

- Chuuya-san.

- Intentaré convencer al idiota de Dazai para que se vaya solo contigo, ¿eso te haría feliz?

- Eso... eso no... ¿por qué dice esas cosas?

- ¿No es evidente? Pues porque no estás feliz, se te nota y eso es mucho más molesto que saber que te doy asco.

- ¿Qué? Usted no me da asco.

- ¿Y por qué estás tan raro conmigo? - alzó un poco más la voz provocando que Akutagawa se sobresaltase por ello – Mierda... - pateó la papelera, no con la suficiente fuerza para derribarla, solo necesitaba desahogarse con algo – Creo que lo mejor será que me vaya, siento haberte jodido el verano.

- Chuuya-san – le llamó, pero el chico no se daba la vuelta - ¡Chuuya-san!

Esta vez al llamarle con un grito, Chuuya dejó de caminar para irse y se dio la vuelta.

- Chuuya-san... no puede molestarme nunca y nunca puede llegar a darme asco.

- Entonces, ¿qué te pasa esta noche? Desde el yo nunca... has estado muy raro conmigo. Piensas que bebo mucho ¿no? Pues solo espera que cuando lleguemos a Yokohama me haré un examen médico y te demostraré que las copitas que me bebo de vez en cuando no han afectado a mi salud.

- No creo tener el derecho a juzgar lo que Chuuya-san bebe. Todos tenemos vicios... al fin y al cabo - apartó la mirada, en su caso no era el alcohol sino una cajita en su habitación llena de juguetes de plástico para mayores.

- Y si no es el alcohol, ¿entonces qué es? ¿Por qué estás tan raro conmigo?

- E-es...e-es... - miró a ambos lados, le daba vergüenza hablar de estas cosas en un lugar en el que había tanta gente – Por favor, ¿podemos hablar en un sitio más privado?

- ¿Un sitio privado? - miró a los alrededores hasta que sus ojos se posaron en el templo al final de las escaleras. Podía ser un lugar transitado pero la zona de atrás seguro que estaba vacía - Allí.

Señaló el templo y a Akutagawa le pareció bien. Subieron las escaleras y tras atravesar el montón de gente que colgaba sus deseos en el bambú, llegaron a la zona trasera del templo que tal y como pensó Chuuya estaba desértica, sin nadie más que algún gato callejero paseándose por ahí. Había más intimidad, aunque de fondo se pudiera escuchar las risas y el ajetreo que tenía lugar en el otro lado del templo.

- Bueno, te escucho.

- Sí - bajó la mirada un momento. Esta conversación iba a ser muy vergonzosa para él - Hace poco... bastante poco, he logrado comprender algo de lo que antes no era consciente.

- ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

- Pues que eso que no entendía era... era...

- ¿Era?

- Que Chuuya-san... Chuuya-san... - bajó otra vez su rostro, pero cuando lo levantó estaba completamente rojo - ¡¡Que Chuuya-san es un hombre!!

Un frío viento recorrió a Chuuya mientras una pequeña lágrima se le escapaba de uno de sus ojos. Akutagawa no le odiaba por borracho, eso era bueno, pero ahora resulta que nunca le había visto como un hombre, eso era patético.

- Si ahora te das cuenta de eso... ¿qué era yo antes?

- Antes, a mis ojos, Chuuya-san era un trabajador 100% dedicado a su trabajo, responsable y maduro. Para mí, siempre ha sido un ejemplo a seguir, pero siendo tan iluso me olvidé de algo básico y evidente y es que Chuuya-san también es un hombre y co-como hombre... ti-tiene... ca... racterísticas sexuales...

- ¿Qué demonios significa eso?

- Yo... lamento ser tan descarado y por favor, no piense mal de mí - comenzó a juguetear con sus dedos nervioso – Es innegable que Chuuya-san es una persona atractiva, pe-pero como hombre... m-me he dado cuenta de que Chuuya-san es... es...

- ¿Soy?

- Chuuya-san es... e-erótico - acabó confesando con el rostro rojo hasta las orejas.

Se quedó de piedra ante su confesión. Ósea, él había estado tan agobiado y tan preocupado y resulta que al final nada de lo que pensaba había resultado ser cierto. Eso sí que es ser bien paranoico. Suspiró profundo como si le hubieran quitado un gran peso de encima. Menos mal que no era odiado por Akutagawa, lo único que pensaba es que era sexy.

Oh, espera un momento.

- ¡¿QUÉ HAS DICHO?!

- Mmm... - Akutagawa apartó la mirada pensando que tal vez le había enfadado su confesión - Lo lamento. No ha estado bien pensar así de usted.

- ¡NO, NO, NO, NO! ¡No está mal! ¡Es decir, es todo un halago para mí que yo te excite!

- ¡Chuuya-san! - protestó avergonzado – Yo no he dicho eso.

- Pe-pero significa lo mismo, ¿no? ¿no? ¡¿NO?!

- ¡No lo sé! - tras gritarle, agachó la mirada para recapacitar un poco – Yo... en realidad no lo sé. Dazai-san es la única persona a la que he visto de esa manera, pensar así de repente de usted... es confuso para mí. No lo entiendo.

- Y-ya...

Hizo un gran esfuerzo para controlar la enorme sonrisa que amenazaba con aparecer en su rostro. Era un paso pequeño, pero era un paso importante. Se sentía como si hubiese traspasado la primera puerta hacia el corazón de Akutagawa.

- Menos mal... entonces, eso era todo ¿no? Estabas actuando raro conmigo solo por eso.

- Mmm... - su cabeza comenzó a echar humo al recordar el enorme miembro de Chuuya alzado y dispuesto a robarle su virginidad. No podía ser tan sincero, mejor guardarse para él ese momento - Sí... no hay nada más. Eso es todo.

- Uff, me quitas un peso de encima, en serio. No soportaría que me odiaras.

- Yo tampoco soportaría que pensase que le odio. El mundo está lleno de idiotas, pero usted no encaja en esa clasificación.

- Oww, vamos, vamos, deja de alagarme. Primero me llamas tío bueno y ahora esto~, me voy a poner rojo.

- Yo no he usado esas palabras....

- Vamos, vamos, no seas tímido y di de nuevo lo sexy que te parezco~

- Chuuya-san... m-me da vergüenza...

- ¡Mierda! Y el imbécil de Dazai no ha estado aquí para restregárselo por la cara.

- No le restriegue nada por favor – sus manos bajaron a su propio yukata. Chuuya seguía atrapado en su nube de felicidad mientras que Akutagawa parecía preocupado por algo – Yo... siento mucho lo de antes.

- ¿Lo de antes? Ah... ¿lo del plátano? Nah, da igual.

- No, no da igual. Haber tirado la comida que me ofrecía Chuuya-san... ¡ha sido muy irrespetuoso! - agachó su cuerpo en una reverencia para pedir perdón - ¡Lo lamento mucho!

- Pero si ya te he dicho que no...

- Y-y además... - le interrumpió con una voz temblorosa, se reincorporó de la reverencia y se mantuvo mirando hacia el suelo – M-me ha dolido ver lo que Chuuya-san cree que yo pienso sobre él. Ponerse al nivel de la gata roba hombres o del delincuente de pelo teñido y orejas perforadas. ¿De verdad usted piensa que yo le veo así?

- Bu-bueno... es que...

- Si piensa así, no podría estar más equivocado sobre mis sentimientos.

- ¿Se-sentimientos...?

La lengua se le comenzó a trabar al mismo tiempo que sus tobillos comenzaban a temblar, su frente a sudar y su corazón a latir como si estuviera al borde del infarto. Esta escena de ellos solos, casi a oscuras, tan escondidos del resto de personas, ¿no parecía este el lugar perfecto para una confesión?

No, era imposible ¿o no?

- Le quiero.

¡No, no lo era!

Su boca se abrió por la sorpresa y su mente entró en pánico. Podía fantasear mucho con este momento, pero nunca se habría esperado que llegase así sin previo aviso. Debía contestar, corresponderle, besarle y hacerlo contra el árbol más cercano pero su estúpido cerebro solo atinaba a balbucear. Bueno, pues si su mente y su boca no colaboraban para responderle, entonces lo haría con acciones. Extendió los brazos hacia él y echó a correr en su dirección para abrazarle, pero su burbuja de felicidad pesaba mucho así que fue inevitable que reventase.

- Es un amigo muy importante para mí, por eso le quiero.

- ¡AY, JODEEEER! - justo cuando estaba a punto de abrazarle, se tropezó al escuchar eso y acabó contra el suelo - ¡JODEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!

- ¿Chuuya-san? ¿Está bien? - preocupado, se agachó a su lado - ¿Está llorando?

- Sí... - levantó la cara del suelo – Pero es porque esta noche es muy bonita, no porque sea un gilipollas que se emociona fácilmente.

- Ya veo – le ofreció sus dos manos para ayudarle a ponerse de pie, Chuuya las aceptó, pero cuando volvió a estar bien no las soltó inmediatamente - ¿Chuuya-san?

- Déjame tener un poco de contacto... - suplicó sollozando – Por favor...

- Umm... va-vale...

Tras unos segundos donde solo se pudieron escuchar los sollozos de tristeza de Chuuya, Akutagawa deshizo la unión de sus manos y caminó a paso lento para irse a la zona delantera del templo. Antes de abandonar la oscuridad de la zona, se dio la vuelta y se dirigió a Chuuya.

- ¿Nos vamos?

El mayor limpió alguna lágrima traicionera que se escapaba de sus ojos azules y recuperó un poco más el ánimo.

- Sí - asintió y se fue detrás de él, volviendo a caminar juntos debajo de las brillantes luces del festival.

No había salido como pensaba y la felicidad de escuchar un "te quiero" de Akutagawa había sido equivalente al dolor de la decepción de escuchar que era como un amigo, pero lo cierto era que de alguna manera se sentía más cerca de él.

A lo mejor no era consciente y a lo mejor no lo notaba, pero tal vez la gravedad estuviese comenzando a cambiar.  

 - ¡Que aproveche! - Atsushi abrió en grande su boca y pegó un mordisco a la salchicha que sostenía entre sus manos. A medida que lo degustaba, sus mejillas se ponían más rojas del gusto - ¡Que buena está! ¿Oh? - notando algo pegajoso pegarse a su mejilla, la tocó con los dedos para encontrársela manchada de queso.

- Están rellenas – le informó Ranpo que junto a Kenji comían lo mismo que él.

- No lo sabía... ¡ahora me parecen más ricas! - recogió la sustancia pegajosa en su mejilla con los dedos y lo llevó dentro de su boca. Como el queso todavía desbordaba de la salchicha mordida, Atsushi comenzó a lamerla por los costados para que nada cayese al suelo.

- Atsushi – Haruno se acercó con la sonrisa más inofensiva y le ofreció otra salchicha, esta vez cubierta de salsa barbacoa - Compré esta para ti, pensé que te gustaría.

- ¿Oh? Gra-gracias... a-aunque dos...

- Date prisa que se le cae la salsa.

- ¡Ah, sí, sí! - Atsushi se quedó con una salchicha en cada mano. Se metió la punta de la salchicha que tenía salsa barbacoa en la boca y comenzó a chuparla, luego se la cambiaba por la que estaba derramando queso y lamía los costados – ¡Ay! Quema... - sacó la punta de su lengua tras quemarse con la salsa barbacoa.

- Je... jejejejeje – Haruno comenzó a reír de manera extraña mientras tecleaba algo en el móvil. Nadie se atrevió a preguntar qué era.

Aunque era una escena erótica y lo normal era que Dazai hiciera mil y un comentarios sobre ella, el castaño parecía preferir el quedarse mirando los labios del chico y no despegaba los ojos de ahí. Claro que estaba prestando atención a las acciones que se asemejaban a mamadas, pero esos labios rosados le llamaban más la atención.

- Dazai, ¿Dazai? - Ango se tuvo que poner frente a él para que supiera que le estaba hablando - ¿Qué estás haciendo?

- ¿Eh? N-no... nada.

- ¿Me estabas escuchando?

- Pues no.

- Te preguntaba por Kunikida. No están él ni Yosano y ya llevan un buen rato perdidos.

- Pues si desaparecen esos, mejor no malgastar fuerzas en buscarlos y lo mismo deberíamos volver más tarde a casa... – Ranpo abrió los ojos y puso mala cara.

Entendieron un poco que era lo que quería decir Ranpo, pero los más niños, Atsushi incluido, por supuesto que no.

- Pero Ranpo-san, si se han perdido, lo correcto es llamar a los vecinos, organizar patrullas y ofrecer recompensas. Creo que cuatro melones por Yosano-sensei y cuatro botellas de leche por Kunikida-san deberían bastar.

- Los secuestros son comunes en festivales. Los culpables aprovecharon la multitud para pasar desapercibidos. Lo correcto es localizar a gente sospechosa que rehúya de las miradas, llevarlos a un lugar oscuro y comenzar el interrogatorio.

- Mmm... creo que si compramos comida rica. Kunikida-san y Yosano-sensei la olerán y vendrán.

Tal y como se esperaba de Kenji, Kyouka y Atsushi, sus mentes eran inocentes (la de Kyouka a su manera) y estaban sin corromper. Habría que pedir a las estrellas que se quedasen así para toda la vida. Entre bocado y bocado, Atsushi se acabó las dos salchichas. Satisfecho, sobó su tripa, hoy había comido como nunca. Tal vez se había pasado.

- Bueno... suficiente por esta noche.

- ¿Hmm? Pero si todavía no hemos probado los gofres – se quejó Ranpo con un puchero.

- Pero Ranpo-san, creo que me he pasado. Mi cartera notará el dolor por la mañana.

- Ah, ¿ese es el problema? Pues te invito yo.

- Pero no puedo aceptar eso.

- ¿Por qué?

- Pues porque es su dinero.

- ¿Y? Tú lo has dicho, es mío y si lo quiero usar para comer con mi amigo pues lo uso.

Ante sus palabras, Atsushi se quedó algo sorprendido al mismo tiempo que sus mejillas adquirían un pequeño sonrojo. Al pensar mejor esas palabras, una pequeña sonrisa cruzó su rostro y apenado porque fuera muy visible, bajó la mirada.

Amigos. Era una palabra que hace tiempo sonaba bastante lejana, pero que ahora mismo sonaba demasiado cercana y cálida. Mirando alrededor, el panorama actual era muy distinto al que vivió hace un año. Sus abuelos eran muy mayores para ir al festival, se encontraban cansados y a veces el trabajo se lo impedía, por lo que al final dejó de asistir. Con esto, sus experiencias con los festivales de verano se redujeron a ver en la soledad de su habitación y desde la ventana como los fuegos artificiales estallaban y desaparecían en el cielo. En la distancia donde los veía, parecían demasiado pequeños e insignificantes.

Pero ahora, en menos de un año, las cosas habían cambiado mucho y donde antes no había nadie, ahora había un montón de personas. Podía comer con ellas, jugar en los puestos, caminar bajo las luces, reír y ver los fuegos artificiales.

Nunca había tenido tanta gente alrededor, pero no le molestaba.

- ¿Estás bien? - percatándose de cómo estaba, Kyouka intentó agacharse para mirar su rostro - ¿Te duele la tripa?

- No – Atsushi estiró la mano y acarició la cabeza de la chica, esta, como si fuese un animalito, se dejó acariciar.

- ¡Ah! - Gin pareció percatarse de algo mientras abrazaba a su peluche – No he comprado amuletos para el tío ni para Elise.

- ¿Eso es tan importante? - preguntó Mark – Los puedes comprar en casa ¿no?

- No, los amuletos son distintos según el templo en que lo compres. Me gustaría llevarles uno de aquí. ¿Deberíamos comprarle uno a Hirotsu-san? - preguntó mirando a Tachihara.

- ¿Ah? ¿Al viejo? No creo.

- ¡Escuchad, escuchad! Parece que los amuletos de este templo son muy buenos – Higuchi tenía la mirada en la pantalla de su móvil mientras miraba la información pasada sobre el Tanabata de esta zona – Un 90% de las personas que compraron un amuleto de amor aquí acabaron casadas.

- ¿S-sí...? - Gin usó el peluche para tapar su rostro – Bu-bueno, tal vez debamos ir a echar un vistazo... so-solo para mirar...

- ¡Ah, pero que cabeza la mía! ¡Olvidé que prometí al viejo comprarle un amuleto! - de repente la actitud de Tachihara dio un cambio radical, pero no fue el único interesado en conseguir un amuleto.

- Y-ya que son tan buenos, tal vez habría que hacerse con uno... so-solo para ver, es decir – Lucy puso ambas manos en sus caderas e infló su pecho – Las chicas guapas no necesitamos encantamientos ni nada.

- ¡Yo también quiero uno! - Naomi levantó la mano.

- A mí tal vez me interese igual – Haruno se acercó a ellas, parece que la necesidad de comprar un amuleto se había extendido como la espuma.

- Y yo – Higuchi se apuntó - Si funcionan tan bien, lo mismo uno de fortuna me hace rica.

- Umm... - Katai miró a Higuchi y luego apartó el rostro para rascarse su mejilla – Es muy cliché de anime, pero lo mismo yo también compro uno.

- Ah bueno, pues si todos se apuntan, yo también, jajajaja – sin ningún motivo aparente, Mark se unió a la compra del amuleto.

- ¿Lo compras porque el resto lo hace? Vamos, piensa un poco – Mushitaro se cruzó de brazos – A-aunque tal vez compre yo uno también...

- ¿Sí? - la voz de Poe sonó a sus espaldas, nada dulce ni tímida como sonaba con el resto. Al girarse se encontró con como a través de su flequillo se podía ver un poco de esos terroríficos ojos grises - ¿Y tú por qué? ¿Eh?

- ¡IAAAAAA! - salió corriendo a esconderse detrás de Ango - ¡¿Es que acaso solo yo lo veo así?!

- Ay, bueno, pues si todos queréis habrá que ir – Ranpo se rindió fastidiado ante la mayoría - Pero luego hay que ir a por gofres.

- ¡Siiiiii! - emocionado, Kenji alzó las manos al cielo.

Ante el gran interés que despertaban los amuletos del festival, todos acabaron yendo a la zona del templo donde los vendían. Allí, en la entrada, los trabajadores habían puesto un enorme tablón con los diferentes amuletos que vendían y sus funciones. Atsushi, Tanizaki y Naomi se pusieron frente al tablón para mirarlos más de cerca.

- ¿Cuál te interesa? - preguntó el Tanizaki mayor al albino.

- Mmm...

- ¡Yo quiero este! - la chica señaló uno de color rosa con bordados de corazones.

- Naomi, ¿no eres muy joven para comprar esas cosas?

- Noooo, soy joven para comprar porno. Puedo comprar todos los amuletos de amor que quiera. Y tú, onii-sama, ¿no estás muy mayor para ser virgen?

- ¡Claro que no! - se quejó sonrojado.

- ¡Ah! - Atsushi sonrió cuando vio un amuleto que le gustó, pero solo se había fijado en el diseño. El amuleto consistía en la misma bolsita rectangular que el resto, esta era de color azul oscuro y tenía estrellas bordadas, también ramas de bambú y una luna creciente. Su diseño era completamente del Tanabata – Esa es tan bonita.

- ¿Cuál? - ambos Tanizaki miraron el amuleto del tablón que señalaba. Al bajar los ojos para ver para qué estaba dedicado el amuleto, el rostro de Tanizaki enrojeció mientras que Naomi sonreía de oreja a oreja.

- ¡A-Atsushi! ¿N-no te da vergüenza comprarlo?

- ¿Por qué?

- Jajajaja, Atsushi es agresivo, ojalá mi onii-sama fuese igual.

- Hay más variedades de lo que pensaba – cerca del grupo de tres, Haruno, acompañada de Higuchi, Lucy, Tachihara y Gin observaban otra parte del tablón. Colocándose bien sus gafas, la mujer comenzó a pensar - ¿Cuál debería colar en los bolsillos de Atsushi y Dazai para conseguir que mis fics se hagan cannon?

- T-tú... ¿solo has venido por eso? - preguntó Higuchi extrañada por su actitud.

- ¡¿Por qué son tan caros?! - protestó Lucy pues todos los amuletos dedicados al amor tenían precios desorbitados.

- Debe ser un impuesto para los fracasados en el amor - opinó Katai detrás de ellos.

Los ojos de Gin observaban ansiosa un amuleto de color fucsia destinado a un "amor apasionado", su descripción hizo que sus mejillas se tiñeran de rojo. Definitivamente quería ese.

- ¿Cu-cúal vas a llevar a tu tío? - le preguntó Tachihara para enfriar su mente pues estaba igual de rojo fijándose en el mismo amuleto que Gin. Parece que querían el mismo.

- E-em... n-no sé, hay tantos, jajajaja, ¿y tú? ¿Cuál le llevarás a Hirotsu-san?

- Ah, no sé, jajajaja.

Entre risas nerviosas, ninguno apartó la mirada del amuleto que le interesaba.

- ¿A ti te interesa alguno? - preguntó Odasaku a Dazai que se había mantenido un poco al margen mirando de reojo como Atsushi señalaba el amuleto que quería.

- Nah - contestó con simpleza y sin girar el rostro para mirarle.

- Por favor, vayan pasando – una de las empleadas dejó pasar a la gente que hacía cola para que comprasen los amuletos.

Atsushi iba a avanzar detrás del resto, pero un llanto le frenó los pies, al buscar con la mirada se encontró a una niña pequeña llorando en el suelo junto a un conejo de peluche. Sin pensárselo mucho, se separó de su grupo y atravesó la multitud para llegar hasta ella.

- Hola – al agacharse, la niña dejó de llorar para mirarle - ¿Te has perdido? - recibió un asentimiento mientras abrazaba más a su conejito – Te ayudaré ¿vale? ¿Cómo son tus papás?

Haciéndose cargo de la niña, Atsushi la acompañó por las últimas zonas que ella había visitado y con bastante suerte se consiguió cruzar con los padres que nada más verla salieron corriendo hacia ella. Complacido por ver a la familia reunirse de nuevo y después de recibir mil gracias por parte de los padres, Atsushi se despidió de ellos. La niña agitó su mano en señal de despedida, era bueno ver que una sonrisa había sustituido a las lágrimas. Una vez que resolvió este inesperado problema, Atsushi se dio cuenta de algo, se había separado de su grupo.

Intentó buscarlos alrededor pero no había ni rastro, tal vez debería haberlos avisado de lo de la niña, pero es que no podía pensar en otra cosa en ese momento. Pensó en dirigirse al templo, pero para poder hacer eso, primero debería saber dónde estaba él ahora mismo. La zona del festival era enorme y había tanta gente que no podía ver entre tanta cabeza. Ayudó a una niña perdida pero ahora quien estaba perdido era él.

- ¡Dazai-san! - como localizarse a sí mismo se veía difícil, optó por llamar a gritos a sus acompañantes - ¡Tanizaki-san! ¡Naomi-san! - miró a su alrededor, todo caras desconocidas. Desorientado, miraba hacia cualquier lado, pero eso no solucionaba nada.

Estaba perdido y ninguno de sus amigos estaba cerca, daba igual cuanto gritase sus nombres. Algo abochornado por como algunas personas se le quedaban mirando al gritar, prefirió callarse y buscar en silencio, pero no daba ningún resultado. Ni Dazai ni los demás estaban allí, no... para empezar, habían estado allí ¿no? Su corazón comenzó a estrujarse ante la ansiedad de verse solo por primera vez en mucho tiempo desde que comenzó a trabajar como seiyuu. La soledad no era un sentimiento nuevo, pero sí que era un sentimiento que creía olvidado. Verla regresar era como sentir que le cortaban la respiración, que le tiraban de una nube cuando ya estaba en el cielo.

Deambulando por el festival sin rumbo ninguno, Atsushi estaba sumido en sus pensamientos. Fue real ¿no? ¿O la soledad acabó haciéndole enloquecer? Conoció a Naomi en aquel supermercado ¿no? Le invitó a chazuke y le arrastró a una prueba para un CD drama. Allí vio por primera vez a Dazai, pensó en renunciar y el castaño le animó a seguir. Obligó a Kunikida a volverse su mánager y entonces comenzó en ese negocio. Conoció a más seiyuus, todos distintos y con características que les hacían únicos y a muchas más personas que se acabaron cruzando en su camino. Desde que comenzó en este caótico negocio, nunca había vuelto a sentir que se podía quedar solo. Entonces, ¿por qué entre tanta multitud él era el único que se encontraba solo?

Apartándose del tumulto de gente, fue a un banco aislado donde se sentó y subió sus piernas para poder abrazar sus rodillas contra su pecho.

- Dazai-san...

No le gustaba pensar que podía ser verdad. En realidad, más allá de sus recuerdos, ¿qué aseguraba que habían estado allí? Sonrió amargamente mientras ocultaba su rostro entre sus rodillas. Lo debió suponer, ¿no se veía todo demasiado perfecto? Él no podía tener tantos amigos, no podía comer hasta reventar con ellos, ni jugar en la playa, ni ir de compras. Sus ojos comenzaron a escocer al mismo tiempo que alguna lágrima escapaba. Si resulta que todo fue un sueño o una mala jugada de su imaginación, entonces le daría igual, le gustaría aferrarse a ese recuerdo, real o no, de todos sentados en la cafetería después de terminar de grabar. Se aferrará a los comentarios que hacía Naomi para molestar a su hermano, a este regañándola avergonzado, a Yosano bostezando por no haber dormido bien, a Ranpo acabando su decimocuarta rebanada de pastel, a un alegre Kenji contando anécdotas peculiares de su pueblo, a Kyouka escuchando como si fuese lo más interesante del mundo, a Lucy trayéndoles la comida y deteniéndose en su mesa de vez en cuando para unirse a la conversación, a Kunikida al borde del infarto por ver que llevaba un retraso importante en su agenda y a Dazai...

A Dazai acariciando su cabeza como si fuese un gatito. Ese pequeño y cálido toque sobre su cabeza se sentía siempre tan bien que era difícil pensar que no era real. Esa sonrisa que acompañaba siempre a esa caricia y esa extraña felicidad que inundaba su pecho cuando la recibía eran reales ¿o no?

Un peso sobre su cabeza le alejó de sus pensamientos, bajó las piernas al suelo y se dio la vuelta. Detrás del banco estaba Dazai dedicándole una sonrisa, aunque esta se borró después de unos segundos.

- Atsushi-kun... - frunció un poco el ceño al verle con lágrimas cayendo por las mejillas - ¿Qué te ha...?

- Ah... - intentó coger aire, pero solo consiguió hipar y dejar salir más lágrimas – Da... ¡¡¡Dazai-saaaan!!!

- ¿Qué...? E-espe... ¡Woaaaa! - casi se cae para atrás cuando Atsushi se le lanzó encima al darle un abrazo – A-Atsushi-kun, ¿qué te pasa? - por mucho que le gusten sus abrazos, Dazai le separó y le hizo sentarse para después acompañarle en aquel banco - ¿Qué te ha pasado? No, para empezar, ¿dónde estabas? ¿No has visto que este festival está lleno de gente? Separarse es peligroso.

- No... ¡¡No puede ser!! - las lágrimas no cesaron.

- ¿Y ahora qué?

- ¡Dazai-san me está regañando, lo que quiere decir que este Dazai-san no es real!

- Oye... pero que grosero - acarició el flequillo albino con sus dedos - ¿No soy tu senpai en el trabajo? Tengo derecho a regañarte.

- Este Dazai-san... ¿es real? ¿Existe? - le preguntó mientras limpiaba sus lágrimas.

- ¿Qué pregunta es esa? Claro que existo - llevó sus manos a su cuello y señaló las marcas dejadas por Atsushi - ¿Tan rápido te olvidas de las personas a las que asaltas a chupetones?

- ¡E-eso no es un chupetón!

- Cierto - acercó su rostro al del chico – Es una mordida erótica.

Atsushi le iba a replicar, pero le pudieron más las ganas de reír al sentirse aliviado así que dejó escapar pequeñas carcajadas mientras secaba las pocas lágrimas que le quedaban.

- Menos mal... menos mal...

- Oye, ¿me puedes decir de una vez que ha pasado?

- V-vi a una niña perdida - contestó con su voz un poco tocada por haber estado llorando hace nada – La llevé con sus padres, pero luego...

- Luego te perdiste tú.

- Sí...

- No ayudes a alguien perdido si luego te vas a perder tú.

- E-es que yo no sabía que me iba a perder.

- ¿Y qué más?

- ¿Eh?

- Te pregunto por qué llorabas. ¿Alguien te molestó mientras estabas perdido? - Dazai frunció el ceño, como se enterase de que alguna banda de pervertidos le acosó mientras estaba perdido entonces haría arder en llamas el festival.

- Porque... porque... - ya más calmado, se avergonzó por la pequeña crisis que había tenido hace un momento. Viéndolo más calmado, había sido tan estúpida - Po-por nada...

- Atsushi-kun.

- ¿Sí?

- Aprende a mentir.

- Ghm...

- ¿Qué ha pasado? Si no me lo cuentas, te devolveré tus mordiscos multiplicados por mil.

- ¡E-en mi cuello no caben tantos mordiscos!

- No, pero en tus muslos sí.

- ¡¡Da-dazai-san!! - juntó las piernas nervioso al imaginarse a Dazai entre ellas dejando marcas por sus muslos - ¡E-eso no está bien!

- Cuéntamelo entonces.

- Pero... ¡n-no te rías!

- ¿Cómo me voy a reír si te hizo llorar?

La seriedad con la que le cuestionó eso sorprendió a Atsushi. Después de apartar la mirada para pensárselo un poco, se centró en juguetear con sus dedos índices mientras lo confesaba.

- Lloraba porque... porque... pensé que tal vez... que tal vez nada de lo que había pasado era real, quiero decir, todo lo que pasó desde que conocí a Naomi-san y comencé a trabajar en los CD drama. Pensé que todo lo creó mi mente, que en realidad ninguno había estado aquí en realidad, que yo... - apretó sus manos contra la tela de su yukata – Que yo seguía estando solo. S-sé que es una estupidez, pero...

- Mmm... Atsushi-kun piensa cosas tan complejas – los ojos marrones se alzaron para mirar hacia el cielo – Es como un niño pequeño que no puede diferenciar la realidad de su imaginación.

Atsushi infló los mofletes en un puchero.

- No me llame niño pequeño. Tengo 18. Y es que... cuando escuché a Ranpo-san decir que era su amigo, me hizo muy feliz. No me había dado cuenta de ello, pero desde que comencé a trabajar como seiyuu, he conocido a tantas personas que no me he sentido solo ni por un solo segundo. Al perderme entre la multitud y no veros a ninguno, me entró el pánico, temí que en realidad nada de eso hubiese pasado, que no hubiese sido real y que en realidad nada hubiese cambiado. Tenía miedo... de seguir estando solo.

Dazai se quedó en silencio mirando hacia el cielo. No eran ningún secreto las carencias emocionales de Atsushi causadas por la pérdida de sus padres a una edad temprana. La compañía de los demás le hacía tan feliz que tenía miedo de que fuese irreal y de que al abrir los ojos de nuevo se encontrase con que todo hubiese sido una fantasía. Escucharle decir eso le provocaba sentimientos contradictorios, quería darle un golpe en la cabeza por pensar una cosa tan estúpida, quería reñirle por pensar que para él la felicidad es algo tan inalcanzable que si la obtiene piensa que debe ser un sueño y también quería darle un abrazo porque pensar que ha llorado por esos pensamientos le impulsa a querer recoger su cuerpo entre sus brazos.

El verano es un verdadero quebradero de cabeza para él.

- ¿Necesitas una prueba?

- ¿Eh? - sin entender, Atsushi se giró para mirarle - ¿A qué se refiere?

- Me refiero a una prueba física, ¿quieres algo que te demuestre que nada ha sido producto de tu imaginación? ¿Quieres algo que te asegure que los demás hemos estado aquí?

- Bu-bueno...

Dazai sacó una pequeña bolsa de tela roja y la abrió. Al meter la mano en ella sacó un amuleto de color azul oscuro con pequeñas costuras amarillas y verdes, las primeras simulando estrellas y las segundas brotes de bambú. Era el amuleto que había estado mirando en la entrada del templo.

- Dazai-san... - aunque el amuleto se mecía de un lado a otro, sus ojos estaban fijos sobre la figura del mayor.

- Es para ti, cógelo.

- Pero...

- Toma – lo soltó y para que no cayera al suelo, Atsushi lo atrapó entre sus manos.

- ¿Por qué...?

- Llévalo siempre contigo - pidió con una suave sonrisa – Y si tu mente de gatito inseguro vuelve a portarse mal y te tortura haciéndote pensar que los demás nunca hemos estado, mira ese amuleto y piensa en quién te lo ha dado. Tómalo como una prueba de que he estado aquí.

Atsushi se quedó sin palabras, en sus ojos se volvieron a acumular lágrimas, pero no de tristeza sino de felicidad. Cerró fuerte los ojos para que estas se marchasen y al volver a abrirlos, cerró ambas manos alrededor del amuleto y lo llevó contra su pecho.

- Lo llevaré siempre, porque es una prueba de que Dazai-san está aquí.

- Y ahora vámonos, los fuegos artificiales comenzarán en cualquier momento.

- Sí.

Atsushi tiró de la cuerda del amuleto para que esta se hiciera más larga y poder usarlo como collar. Al quedar este alrededor de su cuello, el amuleto quedó colgado contra su pecho y la sonrisa de Atsushi se hizo más grande. De un salto se levantó del banco y fue detrás de Dazai pero dejó de andar cuando vio como el mayor se quedaba quieto. Antes de poder preguntar si estaba todo bien, Dazai se dio la vuelta. Por la seriedad en su mirada no parecía ser para gastarle ninguna broma ni soltar ningún comentario con doble sentido.

- Atsushi-kun.

- ¿Sí?

- Nunca te voy a dejar solo - estiró su mano para poder señalar en amuleto que ahora usaba como collar – Estoy justo aquí ¿vale?

Las mejillas de Atsushi se colorearon de rojo tras escuchar eso y un sentimiento cálido inundó su pecho. Las lágrimas amenazaron con salir, pero hizo un esfuerzo por contenerlas. No le pudo responder con palabras así que simplemente asintió con fuerza mientras agarraba con ambas manos el amuleto. La sonrisa del albino pareció ser contagiosa pues enseguida se traspasó a Dazai que acarició la cabecita de cabellos blancos e intentó volver a andar, pero un agarre en su brazo se lo impidió. Al ver de qué se trataba se encontró con el mismo Atsushi.

- ¿Atsushi-kun? ¿Estás...?

Tirando con más fuerza de él, Atsushi consiguió que se diese la vuelta y con unos pocos pasos consiguió acabar con la poca distancia que los separaba.

Cada vez que lloraba, cada vez que sufría, cada vez que se sentía desfallecer, por algún extraño motivo, Dazai estaba allí y conseguía rescatarle para hacerle sonreír. No quiere olvidar nunca el sentimiento de felicidad que experimenta cuando está con Dazai y los demás. A partir de ahora y tal y como le ha dicho, agarrará con fuerza el amuleto y recordará que él está allí. No está solo, nunca lo va a estar y nada le puede hacer más feliz que eso.

- Yo también... quiero darle a Dazai-san una prueba de que estoy aquí.

- ¿Eh...?

Atsushi se apoyó en el brazo del mayor y se puso de puntillas. Al verle acercarse con los ojos cerrados, Dazai no pudo hacer otra cosa que cerrar los suyos y dejarse hacer, pero una vez más, lo que pasó fue diferente a lo que esperaba pues en lugar de sentir algo cálido chocar contra sus labios, sintió como la mano de Atsushi se posaba sobre su frente, levantaba su flequillo y dejaba ahí un beso.

Al separarse, el chico le dedicó una brillante sonrisa que combinaba con algo de color sobre sus mejillas. En cuanto a Dazai, este abrió los ojos y se quedó con la boca abierta y lo que es más raro en él, se quedó sin palabras. ¿Por qué siempre pasaba esto cuándo era atacado por sorpresa por Atsushi? Era tan injusto.

- E-e-e-e-e-e-eh... ¡Fuegos artificiales! - estiró hacia abajo su flequillo con ambas manos como si tapar su frente recién besada consiguiera borrar lo que acababa de pasar, aunque siendo sinceros, no quería borrarlo - ¡¡Fuegos artificiales!!

- ¡Ah! ¡Cierto! - Atsushi volvió a acercarse a Dazai y este con el rostro rojo tuvo que caminar hacia atrás, casi cayéndose por los nervios - ¿A qué hora eran? ¡A este paso nos los perderemos!

- L-los besos, ¡digo! ¡Los fuegos! L-los fuegos pueden comenzar en cualquier momento.

- ¡Nos los perderemos!

- No - señaló hacia la zona boscosa detrás de ellos – Podemos acortar por ahí y reunirnos con los demás en el templo.

- ¿En serio?

- Sí, vamos.

Dazai echó a correr hacia el grupo de árboles que apartaban el festival de la zona de acantilados que daba vistas al mar. No sabía cuánto camino acortarían yendo por aquí, pero al estar la zona prácticamente desierta al menos ahorrarían el tiempo que malgastarían yendo por el camino normal en el que chocarían con todas las personas con las que se cruzasen. Escuchaba los pasos de Atsushi detrás de él, debería tomar su mano o algo para que pudieran ir al mismo ritmo y no se alejaran mucho, pero es que ahora mismo sentía que en cualquier momento se le pararía el corazón como le tocase un solo pelo de la cabeza. ¿Por qué le tenía que estar pasando esto?

- ¡Dazai-san, ve un poco más despacio por fa...!

Sus palabras quedaron silenciadas cuando una explosión resonó en el oscuro cielo nocturno. Ambos dejaron de correr y miraron en la dirección de la que venía el ruido. La zona del pequeño bosque en la que se encontraban justo ahora tenía pocos árboles por lo que las vistas del acantilado quedaban limpias y se podía ver perfectamente como los enormes fuegos artificiales de colores se expandían por el cielo, iluminándolo más que las estrellas.

El bonito espectáculo no causó nada en Dazai, pero no se podía decir lo mismo de cuando se giró para mirar a Atsushi. La boca del chico estaba abierta por la sorpresa y sus ojos de dos colores parecían brillar al reflejar la luz de los fuegos artificiales. Era como si miles de estrellas estuvieran brillando en ellos. Atsushi parecía incapaz de apartar la mirada del cielo y Dazai no podía apartar la mirada de él.

Frente al hermoso espectáculo nocturno, Dazai no pudo evitar pensar que no había nada más bonito esa noche que Atsushi. Consiguió apartar la mirada de él, pero fue solo cuando ese último pensamiento le provocó un revoltijo extraño de sentimientos en el pecho.

- Son diferentes...

- ¿Eh?

- A los que veía por mi ventana – sus ojos se apartaron del cielo solo para mirar a Dazai. La enorme sonrisa del chico aceleró los latidos del mayor – No me acordaba de que eran tan grandes y brillantes, desde mi ventana se veían tan pequeños, ¡son tan bonitos!

- Tú eres más bonito...

- ¿Eh? - al haber hablado tan bajo y con el ruido de los fuegos artificiales de fondo, Atsushi no le pudo escuchar - ¿Qué ha dicho?

- Nada... - se giró para quedar de frente al espectáculo - No he dicho nada.

- ¿Seguro? - ladeó la cabeza confuso, él le había visto mover los labios. Bueno, si no se lo decía de nuevo sería porque no era importante.

Al igual que el mayor, Atsushi se giró para poder seguir mirando el espectáculo de fuegos artificiales. Esta vez Dazai se centró más en el cielo hasta que sintió como algo chocaba con su mano, al bajar la mirada se encontró con los dedos de Atsushi intentando rozarle. Sin pensárselo mucho y con sus latidos acelerándose cada vez más sin tener claro el motivo, Dazai tomó la iniciativa y entrelazó sus dedos, uniendo así ambas manos. Pudo ver de reojo como Atsushi usaba su mano libre para agarrar el amuleto que le había regalado.

- Atsushi-kun.

- ¿Sí?

- Vengamos otro año.

- ¡Sí, vengamos todos juntos!

Dazai suspiró, bueno, él no estaba pensando en traerse a todos de nuevo, pero eso mejor se lo callaría. También era raro que pensase en tener unas vacaciones a solas con Atsushi. No había duda, el calor le estaba haciendo algo raro en la cabeza y sobre todo en el corazón.

Después de pasar unos minutos observando los fuegos artificiales, Dazai tuvo que tomar la iniciativa de deshacer su unión y recordar a Atsushi que tenían que volver con los demás. El chico se lo tuvo que pensar un momento, en realidad el escenario era tan bonito que no se quería marchar, pero es que también quería continuar viendo el espectáculo con los demás así que al final cedió y regresó junto a Dazai a la zona boscosa para llegar al templo y reunirse con todos.

Avanzando entre los árboles, Atsushi bajó la mirada al amuleto que rebotaba contra su pecho. Él en realidad no había leído para qué era ese amuleto, solo es que el diseño le pareció bonito pero los Tanizaki parece que sí y comentaron algo raro que solo ahora parecía venírsele a la memoria.

- ¡Dazai-san!

- ¿Qué?

- ¿Pudiste ver para qué era el amuleto?

- Hmmm... la verdad es que no, solo lo compré porque era el que a ti te gustaba.

- Ciertamente es muy bonito, pero me gustaría saber para qué era.

- Seguramente sea para la fortuna o para la salud.

- Pero el lugar donde estaba... - intentó hacer memoria, ¿no estaba colocado al lado de los amuletos del amor? ¿Estaría relacionado con ese tema entonces?

Tan absorto estaba pensando que no se dio cuenta de lo cerca que pasó de un árbol con una rama a la altura de su cadera. La rama que sobresalía se enganchó a su obi y al no darse cuenta y seguir andando, el trozo de tela alrededor de su cadera se acabó soltando y su yukata quedó completamente abierto.

- ¿Eh?

Al darse cuenta de lo que acababa de pasar, Atsushi dejó de andar y miró hacia abajo, su cuerpo estaba expuesto. En cuanto a Dazai, al percatarse de que Atsushi había dejado de andar, se dio la vuelta justo en el momento en que un enorme fuego artificial explotando a sus espaldas sirvió como iluminación, permitiendo a los ojos de Dazai contemplar como el yukata completamente abierto de Atsushi mostraba sus pálidas piernas, su estómago plano y su pecho donde le llamó la atención dos pequeñas circunferencias de color rosa claro. Hipnotizado por las vistas, Dazai abrió bien en grande los ojos para no perderse nigún detalle mientras que Atsushi enrojecía completamente al verse prácticamente desnudo frente al otro.

- N-no... ¡¡¡No mireeeeee!!! - Atsushi se tapó y se agachó, haciéndose bolita en el suelo.

- ¡N-no lo hacía!

- ¡Sí que lo hacía!

- Bueno, es que estabas... completamente expuesto.

- ¡Dazai-san! - Atsushi se abrazó a si mismo completamente abochornado - ¡Olvide ahora mismo todo lo que acaba de ver!

- Vamos, vamos, que no ha pasado nada malo. Al menos llevabas ropa interior, una muy linda.

- ¡Dazai-san!

- Perdón, perdón - fue hacia el obi enganchado en una rama y agitó su cabeza varias veces para intentar calmar su mente. Maldición, Atsushi era una combinación tan peligrosa de lindura y erotismo – Atsushi-kun, toma – le ofreció el obi para que cerrase su yukata, pero Atsushi no lo tomó - Te prometo que no miro.

- Es que... es que... y-yo no sé... yo no sé atar el obi. Yosano-sensei lo ató por mí.

- Ah bueno... - bajó la mirada hacia las piernas de Atsushi - Tendrás que quedarte así entonces.

- ¡Dazai-san! - viendo a donde bajaban sus ojos, Atsushi tiró de la tela del yukata para taparse más - Hágalo usted por favor.

- ¿Yo? - se señaló a sí mismo – Atsushi-kun... hace poco aprendí a hervir agua, ¿qué te hace pensar que se atar obis?

- ¡¿EEEH?! ¡¿Y qué hago ahora?!

- Me temo que no queda de otra que rendirse.

- ¿Y si busca a Haruno-san, Higuchi-san o Gin-san? Ellas seguro que saben atar el obi.

- Jajajaja ¿y dejarte medio desnudo entre todos estos árboles dónde puede aparecer cualquier pervertido y desvirgarte contra el césped? No.

- ¡Pero no me puedo quedar desnudo!

- Tranquilo, no sé atar obis pero tampoco debe ser tan complicado. Venga, ponte de pie.

No estaba muy seguro, pero como no tenía más opción, se levantó y dejó que Dazai pasase el obi alrededor de su cintura. No obstante, la cercanía, la oscuridad y la falta de conocimiento de Dazai sobre como narices poner esa cosa provocó roces accidentales que acabaron haciendo enrojecer a Atsushi.

- ¡Da-dazai-san! ¿Dónde está tocando?

- No saques las garras gatito, el obi va alrededor de tu cintura, no puedo evitar no tocarla.

- ¡Pero eso era mi trasero!

- ¡¿En serio?! Fascinante, los deseos del Tanabata se cumplen.

- ¡¿Se puede saber qué ha deseado?! ¡Jo! ¡Mejor déjelo!

- Ey, espera, gatito.

Atsushi intentó apartarse, pero tropezó con una piedra del camino y cayó al suelo, Dazai le acompañó en su caída pues al estar agarrado al obi estaba prácticamente unido al chico.

- ¿Estás bien? - Dazai aterrizó con ambas manos sobre la hierba y encima del albino, Atsushi por el contrario había aterrizado con la espalda sobre el suelo con lo que ahora sí el yukata estaba tan abierto que lo único que tapaba era sus brazos.

- Dazai-san... - abrió sus ojos algo húmedos por el dolor del golpe.

- Argh, maldición - estiró más los brazos para poder quedar más levantado y tener mejor vistas de Atsushi. Viéndole con los ojitos húmedos, las mejillas rojas y prácticamente desnudo debajo de él, Dazai sintió que se podría morir de la emoción - Es el mejor Tanabata de mi maldita vida...

- Dazai-san... - cerró sus ojitos por la vergüenza y llevó sus manos a su pecho para al menos taparse sus pezones – N-no mire... - puede que fuese por el dolor de la caída, pero más que a queja había sonado a súplica mezclada con algún gemido.

Dazai miró a su lado, no se había dado cuenta, pero Atsushi había caído con las piernas abiertas y él había aterrizado entre ellas. Mierda, ahora se debería cambiar de religión porque el cielo existía y estaba entre esos muslos.

- Dazai-san... - un nuevo gemido lleno de vergüenza le alejó de sus pensamientos. Claro que gozaba del panorama, pero también tenía que pensar en el pobre y avergonzado Atsushi.

- Espera, te ayudaré a ponerte de pi...

Una luz enfocándole en la cara le obligó a cerrar los ojos, cuando esta se apartó un poco miró en su dirección y se encontró con Haruno enfocándoles con la linterna del móvil. Nadie dijo nada en ese momento. Atsushi se abrazó a si mismo presa de la vergüenza y Dazai comenzó a sudar por si la chica pensaba algo como que le estaba agrediendo o algo así.

- E-esto no es lo que...

- Ah... - Haruno abrió la boca, una enorme sonrisa surcó su rostro al mismo tiempo que sus gafas se empañaban - Los deseos del Tanabata se cumplen.

- ¿Qué...?

Haruno quitó la función de la linterna de su móvil y lo cogió con ambas manos para comenzar a teclear.

- "Dejándose llevar por el romanticismo de la noche del Tanabata y tras deleitar a su senpai con las sucias y húmedas habilidades de su boca, Atsushi deja que Dazai le tumbe en el césped de aquella alejada zona boscosa y dan rienda suelta a sus más oscuros deseos sexuales. Perdido en el placer y arañando la espalda de su amado mientras es embestido contra el césped, la mirada de Atsushi se pierde entre las estrellas al mismo tiempo que el potente orgasmo que atraviesa su cuerpo le hace sentir que las puede rozar con los dedos..."

- Haruno-san... - Dazai comenzó a sudar, ¿qué narices farfullaba la mujer?

- "Con su respiración agitada, pero con su cuerpo deseoso de más, Atsushi atrapó con sus dos manos el rostro de su senpai y lo acercó al suyo para suplicarle que le continuara haciendo suyo toda la noche..." ¡Maldición, este fic se escribe solo!

- Por favor... - Atsushi cerró con más fuerza sus ojos, algunas lágrimas se le escapaban por la vergüenza - ¡Deje de mirarnos!

Los chillidos de Atsushi solo sirvieron para perderse por el cielo nocturno del verano pues Haruno continuó escribiendo a toda velocidad en su teléfono como si estuviese poseída por alguna clase de espíritu.

Delante del templo, en el tablón de madera usado para mostrar los distintos amuletos que tenían, uno de color azul oscuro con costuras que se asemejaban a las estrellas, a la luna y a los brotes de bambú coloreó las mejillas de más de uno al ver para lo que se vendía dicho talismán.

Nombre: Amuleto especial noche estrellada del Tanabata

Dedicado a: Parejas

Función: Asegura pasar una noche especial, romántica y apasionada debajo de las estrellas con tu amado/amada

Algunos deseos parecían cumplirse en el Tanabata y algunos amuletos parecían demostrar su efectividad, al menos de cierta manera. 

En un tren con destino a Tokyo, un niño sentado junto a su madre miraba con aburrimiento un manga infantil. Al no soportarlo más, lo cerró y tiró de la ropa de su madre que se encontraba leyendo una revista.

- Mamá, quiero ver Odasaku Man.

- Cariño, ahora no se puede. Espera a que lleguemos a casa, ¿vale?

El chico infló los mofletes en un puchero. ¿Qué esperase? ¿Y qué quería que hiciera? Se aburría y solo ver a su super héroe favorito podría quitarle todo el aburrimiento, pero no había manera de hacerlo. Dejó el manga a un lado y miró a los alrededores del tren en busca de algo con lo que pudiera entretenerse. Para su mala suerte, no pareció dar con nada y se dejó caer contra el respaldo de su asiento. 

Sus ojos que solo albergaban aburrimiento acabaron viajando al asiento que se encontraba a su lado y que estaba ocupado por una mujer rubia, aparentemente extranjera, de ojos azules y con unas largas piernas que se encontraban cruzadas. En su regazo, descansando sobre sus piernas cubiertas en unas medias de color rojo, había un cuaderno con varias anotaciones y fotos. Debido a su infantil curiosidad, el chico se pegó al asiento de la mujer y espió sus apuntes. Tras mirarlos un rato, alzó la mirada hacia su rostro.

- Oye, señorita, ¿qué es eso?

- ¿Hmm? - la rubia se giró para mirarle mientras que la madre del niño suspiró al ver que su hijo estaba a punto de molestar a otros pasajeros.

- Fotos de gente y anotaciones... ¡ah! - el chico abrió en grande la boca por la sorpresa - Señorita, ¿es usted una asesina y esos son sus objetivos?

- Oye – su madre frunció el ceño a punto de regañarle - Deja de molestar a los demás pasajeros.

- Pero...

- Está bien - pronunció en un perfecto japonés a pesar de su apariencia extranjera - Los niños deben ser curiosos. Sí, la verdad es que me has descubierto, soy una asesina y estos son mis objetivos.

- ¡¿EEEEH?! ¡¿En serio?! - cerró la boca al ver como la mujer ponía su dedo índice delante de sus labios - Waooo... eso mola mucho, ¿quién la ha contratado? ¿Alguna organización super secreta?

- Efectivamente, es una organización que solo conoce un selecto grupo de personas, ahora tú estás entre ellos, así que guarda el secreto.

- ¡Sí, lo haré! - se asomó más al asiento de la mujer para echar un vistazo a las fotos – Hmmm... sus objetivos me suenan, señorita.

- Oh, que problema, pero ahora eres mi cómplice así que no puedes chivarte de que voy a por ellos.

- ¡Lo prometo! - estiró su mano hacia ella y le ofreció su dedo meñique para sellar el secreto. La rubia sonrió y entrelazó su dedo índice con el del chico.

- Now, It's a secret.

Sus mejillas se colorearon de rojo al escuchar a la rubia hablar en su idioma natal. Se escuchaba suave e hipnotizante, como si la voz de una sirena se tratase. Aunque quería hablar más con ella, el tren se paró y anunció su llegada a Tokyo. Al ver que la supuesta asesina se levantaba y recogía una maleta blanca de la zona de equipaje sobre sus cabezas, el chico no pudo hacer otra cosa que quedársele mirando hipnotizado.

- Bye – con una mano sujetando su maleta y la otra sobre su cuaderno, se despidió de ambos guiñando un ojo.

El chico se estiró en su asiento para no perder de vista a la asesina de aspecto dulce, cuando ya casi se perdía de su vista al salir por la puerta del tren, vio como de su cuaderno se caía una foto.

- ¡Señorita! - salió corriendo hacia ella y recogió la foto para ofrecérsela - Se le ha caído.

- Oh, gracias – se agachó y tomó la foto que le ofrecía el chico – Parece que eres un buen cómplice después de todo.

- Sí - asintió sonriente - Señorita, ¿cómo se llama?

- Agatha.

- Entonces sí que es extranjera... - se quedó mirando fijamente la foto que le había devuelto - ¿Y de verdad es una asesina?

- En realidad no y tal vez no pueda serlo, no creo tener las capacidades.

- ¿Por qué?

- Una asesina es discreta, pero yo llamo demasiado la atención ¿no crees?

- Supongo... entonces, ¿a qué se dedica?

Sus labios pintados en labial rojo se curvaron en una sonrisa y dio la vuelta a la foto que le había devuelto el chico, era una foto de Dazai y por la postura en la que estaba debía ser de alguna entrevista o anuncio.

- Mi trabajo es montar escándalos. ¿Ves? Al contrario que una asesina, no soy nada discreta.

Tras palmear la cabeza del chico, Agatha se bajó del tren y anduvo por la estación de Tokyo arrastrando su maleta blanca con ruedas. La estación estaba demasiado transitada, incluso para tratarse de Tokyo pero es que en unos pocos días iba a tener lugar un evento que reunía a muchísimas personas.

Pasando al lado de un cartel en el que se anunciaba la comiket de este verano, Agatha sonrió una vez más mientras se alejaba más por aquella estación. Su figura delgada, su atractiva apariencia extranjera y ese delicado movimiento de caderas llamaba la atención de más de uno, pero pocos sabían lo que podrían sangrar si las espinas de esa rosa llegaban a pincharles.

Las vacaciones de verano habían llegado a su fin y tocaba enfrenta nuevos dolores de cabeza.  


Hola!!! Hasta aquí el capítulo. Por fin se acaba el arco de las vacaciones de verano y se formaliza el kuniyosa. Ahora da inicio el comiket y ya sabemos quien va a estar allí y no precisamente para nada bueno. 

Dejen su estrella si le quieren lamer las botas a Agatha. 

Y disfruten de los memes

Este me hace gracia porque leí a alguien decir que Haruno era yo dentro del fic, no andan lejos de la realidad jajajaja. 

Y ESTE TENÍA QUE HACERLE JAJAJAJAJAJAJA. Reto viral, hagan la canción de Ken en los comentarios de la foto pero adaptándola a Chuuya. 

Spoiler del siguiente cap: Comiket.

Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top