Capítulo 10: Pretty Cure ★ Maid Lucy
¿Quiénes protagonizan las historias de romance?
Normalmente son lindas chicas con rasgos característicos, con largos cabellos de colores llamativos que llegan por encima de su cintura, con hermosos ojos de colores únicos y voces tan dulces que sentirás como si fueras acariciado por una pluma, pero espera, ¿de verdad esas chicas son las protagonistas? Porque aquí definitivamente algo no encajaba. En Japón, para ser más exactos, en la ciudad de Yokohama, hay una chica que reúne todas esas características y, sin embargo, no está viviendo ninguna historia de romance y mucho menos se siente la protagonista de nada.
Se podría pensar que el mundo de la literatura está mal y tal vez no estemos equivocados. Una chica que vino a Japón desde Canadá con el objetivo de vivir un romance propio del más espectacular manga shoujo no ha avanzado nada en el terreno amoroso, es más, está estancada y encima hundida en su aspecto económico. Los sueños con los que Lucy Maud Montgomery soñaba cuando era más joven y veía en su tierra natal animes de romance en su ordenador se evaporaron cuando llegó al país del sol naciente. No había príncipes, ni caballeros de brillante armadura, encontrarte con el amor de tu vida no era tan fácil como lo pintaban los mangas.
Japón la engañó y en el fondo estaba enfadada por ello, pero no podía negar que el merchandising que encontraba allí era cien veces mejor que el que podía encontrar en Canadá. Lo normal tras chocar con una realidad tan aplastante sería volver a casa con el rabo entre las piernas como un perro arrepentido, pero es que en el mundo no existe nada más fuerte que una otaku que busca experimentar un romance de cuento.
- Mi momento... ha llegado – Lucy dio un paso hacia delante en la sala que se encontraba completamente a oscuras. Con un delicado movimiento de sus manos, las luces a su alrededor se fueron encendiendo una a una, dejando ver el pomposo vestido de maid que llevaba – Lucy-chan... embruja este café solo para ti, amo~ - la pelirroja formó un corazón con sus manos y apuntó con él al café en la mesa de unos clientes – ¡Kira, kira, este es el mahou shoujo spell de Lucy-chan! A partir de ahora, eres invencible – Lucy colocó el corazón que había formado al lado de su rostro y les dedicó un guiño, causando una revolución en la cafetería y un montón de aplausos.
La chica agradeció con una reverencia y se marchó corriendo hacia la barra de la cafetería de maids donde otro pelirrojo estaba limpiando unos vasos. Un poco más lejos de la vista de los clientes, Lucy se apoyó en la barra y tapó su rostro sonrojado.
- Echo de menos mi dignidad.
- Lucy-chan~ - el camarero se dio la vuelta con una sonrisa y dejó un café delante de ella - ¿Puedes embrujar este café para mí?
La chica destapó su rostro para mirarle con el ceño fruncido. Mark Twain, otro extranjero igual que ella. Que cruel era el destino, las personas normales podían pensar que al ser ambos de fuera del país podrían llegar a llevarse bien, pero nada más lejos de la realidad. Lucy no le soportaba, todo el día la lanzaba coqueteos a pesar de sus rechazos, era un chico completamente insoportable ante sus ojos.
- Ignórame, Mark.
- Es difícil, llamas mucho la atención con ese vestido y con tus hechizos mágicos, Lucy-chan, jajaja.
La chica rugió por dentro con el rostro rojo de la rabia y la vergüenza. Ver maids en animes era muy entretenido, pero verte a ti misma vestida así y haciendo las cosas vergonzosas que hacen ellas ya era otro tema a parte.
- ¡Fight, Lucy-chan!
- ¡Cállate! - aporreó la mesa furiosa - ¡Y deja de llamarme Lucy-chan!
- ¡Lucy-chan! - otra camarera llegó a su lado – No desatiendas a los clientes.
- Ya, ya – de morros volvió al trabajo con Mark riéndose a sus espaldas – Tch, maldito estúpido.
La puerta de la cafetería se abrió y Lucy se deshizo de su ceño fruncido para dedicar una sonrisa a su nuevo cliente.
- ¡Bienvenido, amo~! - levantó un poco su falda para hacer una reverencia, pero se llevó una sorpresa al ver que su nuevo cliente no era un hombre, sino una chica de secundaria con el pelo azabache y dos flores enganchadas a este, separándolo en dos mechones – Eh...
Esperó a que la chica dijera algo, pero como no pasaba, Lucy empezó a sentirse incómoda. De vez en cuando sí que venían chicas a la cafetería, pero era más extraño, casi todos sus clientes eran hombres.
- Esto...
- Hechizo mágico.
- ¿Qué...?
- Hechizo mágico - Kyouka levantó un panfleto en el que la cafetería prometía hechizos mágicos en los cafés de sus clientes por cortesía de sus maids – Hechizo mágico.
- Ya... po-por supuesto, amo, digo, ama o... lo que sea – Lucy se hizo con una carta y guio a la chica hasta la mesa libre más cercana, cuando esta se sentó, Lucy le tendió el menú - ¿Qué bebida desea que embruje con mi hechizo de amor, ama?
Kyouka abrió el menú y lo observó detenidamente, Lucy se mantuvo delante de ella con una sonrisa que estaba empezando a temblar, no le gustaba estar atendiendo a esta niña.
- ¿Necesita mi ayuda, ama?
- Este – la chica dio la vuelta al menú para que Lucy pudiera ver como señalaba un batido de fresa - Hechízalo en mi mesa, por favor.
- Claro, ama.
Lucy le retiró el menú con una sonrisa pero en el momento en que se dio la vuelta frunció el ceño y golpeó la espalda de Mark con la carta.
- Oye, baboso, un batido de fresa y rapidito.
- Awww, que borde, Lucy-chan, ¿no me hechizas para que lo haga más rápido?
- Toma tu hechizo – le sacó el dedo de en medio, causando una risa en Mark.
- Jajajaja, por eso me encantas – no tardó en preparar la comanda de la pelirroja y se lo entregó, esta para distraerse se había puesto a juguetear con una pajita - ¿Quieres que lo hechice? - le dedicó un guiño coqueto pero Lucy lo ignoró completamente y se dirigió a la mesa de la chica.
Fingiendo una sonrisa, la chica le dejó el batido de fresa frente a ella.
- Aquí tiene, mi ama~.
- Hmm... - los ojos azules de Kyouka alternaron entre el batido y la maid – Hechizo mágico.
- Mgh... - la ceja de la pelirroja empezó a temblar, pero siguió con su sonrisa forzosa y dio comienzo a su show – Lucy-chan... embrujará este café para ti, ama~ - la maid dio una vuelta sobre si misma que hizo que su falda revolotease y apuntó al café con sus manos formando un corazón - ¡Kira, kira, este es el mahou spell de Lucy-chan! A partir de ahora, eres invencible – Lucy le dedicó un adorable guiño que en cualquier cliente promedio habría causado un montón de vítores, pero en Kyouka no causó nada – Oye... jajaja – rio nerviosa y manteniendo todavía su sonrisa, aunque su ceño luchaba para no fruncirse - ¿No va a tomar su batido, ama?
- Este batido... - Kyouka tomó el vaso y empezó a observarlo de arriba abajo - ¿Se encuentra ya embrujado?
- Por supuesto.
- ¿Y ya está? ¿Ese es tu hechizo? Es bastante simple.
- Ghm... - la sonrisa de Lucy empezó a torcerse – Mi hechizo es sencillo, pero es 100% efectivo, se lo aseguro.
- ¿En serio? Bueno - apartó la bebida – De todas formas, no me lo voy a tomar.
- Mocosa... - farfulló por lo bajo, pero usó todas sus fuerzas para seguir sonriendo - ¿Por qué no lo va a tomar, ama?
- Si el hechizo es 100% efectivo... - la mirada de la chica se oscureció - Es peligroso que yo sea invencible.
- Oye... es un batido.
- Ryunosuke lo lamentaría la próxima vez que tuviese que reprimirle.
- Es un batido.
- Con estas manos... aplastaría sin dudar a aquellas personas que dañasen a Kenji – bajó la mirada hacia sus manos – Si bebo el batido hechizado... me convertiría en una peligrosa arma que las naciones desearan poseer para actividades delictivas.
- Es un batido.
- Por el bien del mundo y el futuro, debo rechazar bebérmelo.
- ¡Que es un batido!
- Pero muestro mi gratitud – de un monedero con forma de conejito, Kyouka dejó un billete con el que pagar lo que no había consumido – Gracias por enseñarme el hechizo mágico de las maids, lo usaré sabiamente para proporcionar fuerza a aquellos que se lo merezcan.
- Niña... - Lucy se rindió, era una pérdida de tiempo así que una vez más forzó una sonrisa y acompañó a Kyouka hasta la puerta - ¡Vuelva pronto, ama!
Movió la mano en señal de despedida, Kyouka simplemente asintió y se marchó de allí. Una vez que la niña desapareció del local, Lucy frunció su ceño y se cruzó de brazos.
- Pero que mocosa más rara.
Con la cafetería ya cerrada, los empleados que quedaban dentro se dedicaban a limpiar y ordenar tanto las sillas como la vajilla utilizada por los clientes. Lucy se encontraba limpiando una de las mesas con su mente en otros pensamientos, durante un momento levantó la mirada para ver el reloj del local, si acababa rápido podría llegar a casa para ver el capítulo de Odasaku Man que dejó grabando esa tarde.
- ¡¿Eh?! ¡¿Te vas?! - el grito de una de las maids llamó la atención de Lucy así que se acercó a donde varias de sus compañeras se encontraban reunidas.
- Jajaja, sí, he encontrado otro sitio donde me pagan más así que... - Mark rascó su cabeza cuando se sintió el centro de atención - Supongo que ya no nos veremos tanto.
- Oww... me gustaba mucho trabajar contigo.
- Es una pena, varias clientas venían solo para verte a ti.
- Y algún cliente también - el último comentario hizo reír a algunas maids, aunque a Mark eso no le pareció tan gracioso.
- ¿Sí? No lo he notado, pero seguro que seguirán viniendo, todas sois encantadoras y tenéis a Lucy-chan, la mejor hechicera maid de Japón.
- Que te den - farfulló por lo bajo.
- Mark-kun, te vamos a echar tanto de menos.
- Yo no~ - comentó Lucy entre silbidos.
- Jajaja, si os ponéis así me dará más pena dejaros, ¿sabéis? Tenía planeado organizar una fiesta de despedida, ¿os apetecería venir? Sería este sábado.
- ¡¿En serio?! ¡Por supuesto que iría!
- Yo también quiero, ¡ah! Oh, vaya...
- ¿Qué pasa?
- Este sábado iba a reunirme con mi novio... pero no puedo perderme tu fiesta de despedida.
- Ah, por eso no te preocupes – Mark le quitó peso al asunto - Tráetele y ya.
- ¿En serio? ¿No te importa?
- Para nada, cuantos más seamos, mejor.
- ¿Te importa que yo también traiga a mi pareja?
- Claro que no.
Lucy se quedó sorprendida por el número de chicas que empezaron a preguntar si estaría bien que su pareja viniera, ¿acaso no existía nadie soltero allí? Ah, claro, ella.
- Lucy-chan – una maid se dio la vuelta para mirarla - ¿Tú también vendrás con tu pareja?
- ¿Eh?
- ¡Sí, di que venga! Tengo tantas ganas de conocer a la pareja de Lucy-chan, seguro que es alguien muy guapo.
- Pu-pues...
- Lucy-chan es adorable, su novio tiene tanta suerte.
- E-es que...
- ¿Oh? - Mark ladeó la cabeza confuso – Pero, Lucy, ¿tienes pareja?
La chica sintió como un enorme ladrillo le caía encima, de repente era ahora el centro de atención de la cafetería y no por estar lanzando hechizos mágicos a bebidas dulces. Las chicas la miraban expectantes por escuchar una respuesta afirmativa, en cambio, Mark la veía conteniendo una risa. El muy capullo sabía perfectamente la respuesta a su pregunta.
- Pu-pues... yo... - las miradas empezaron a hacerla sudar, con que esto es la conocida presión de grupo, maldita sociedad japonesa que vuelve el tener pareja algo tan importante – Cla-claro, ¿por quién me habéis tomado? Te-tengo novio, es alguien muy guapo.
- ¡Por supuesto! Alguien digno de Lucy-chan.
Las maids empezaron a reír coquetas, pero Mark sonrió de lado al ser el único que pilló la mentira.
- ¿En serio? Oye, pues tráetele.
- ¿Eh? ¿Qué?
- Que te le traigas, me apetece conocerlo, ¿a vosotras no, chicas?
- ¡Sí, sí!
- Tráetele, Lucy-chan.
- Es que... n-no sé si va a poder...
- Claro, cierto, no puede venir si no existe.
El comentario del pelirrojo hizo que Lucy frunciera el ceño. Podía conseguir engañar al grupo de chicas fácilmente, pero Mark era un tema a parte, él sabía que no existía tal novio y si era por avergonzarla, era capaz de llegar a hacer cualquier cosa.
- ¡¿Qué insinúas?!
- Jaja, no te enfades, Lucy-chan, solo digo... que está bien no tener pareja. No todos tenemos que estar emparejados.
- ¡Bueno, tú no! Que seas alguien insoportable no es mi culpa, en cambio, como yo soy dulce y amable pues obviamente tengo pareja.
- ¿En serio?
- ¿Cómo es?
- ¿Es guapo?
- ¿En qué trabaja?
La chica pestañeó confusa en el momento en que se vio rodeada de todas sus compañeras de trabajo. De lejos podía visualizar la mirada burlona de Mark, había caído justo donde él quería. Bien, pues no pensaba darle el gusto de salirse con la suya.
- No os voy a responder a esas preguntas.
- Claro que no – Mark se encogió de hombros – Pero deberías pedirlas perdón por mentirlas.
- ¡Déjame acabar! - Lucy posó amabas manos sobre sus caderas, echó su pelo hacia atrás con un movimiento de su cabeza e infló su pecho con orgullo para pronunciar unas palabras de las que se arrepentiría más tarde – No os responderé a nada de eso porque os lo dirá mi propio novio cuando vaya a la fiesta de despedida de Mark.
Las chicas se emocionaron por eso, en cambio, a Mark le había pillado desprevenido. No pensaba que Lucy pensase en llevar la mentira hasta el final, pero llegados a este punto, era interesante ver que pasaría el día de la fiesta.
- Bueno, si eso dices – Mark se coló entre las chicas para dedicarle a Lucy una sonrisa – Le conoceremos este sábado, a tu increíble novio, ¿no?
- ¡Por supuesto!
Por fuera Lucy se veía segura y orgullosa, por dentro estaba empezando a temblar.
- Novio... - los brazos de la chica canadiense abrazaron con fuerza al peluche gigante de Odasaku Man que poseía y miraron de reojo el calendario colgado de su pared, quedaban dos días para el sábado, es decir, tenía solo dos días para encontrar un novio – Dos días... dos días... ¡Si no lo he encontrado en 19 años, que me hace pensar que lo voy a encontrar en 48 horas! ¡AH, estúpido Mark, es todo tu culpa! - enfadada por haberle seguido el juego, lanzó su peluche de Odasaku Man hacia la pared, este acabó chocando a un lado del agujero que su molesto vecino albino hizo.
Los ojos verdes de la chica se quedaron un rato mirando el agujero en la pared, definitivamente él era una opción, podía pedirle a Atsushi que se hiciera pasar por su novio. El chico era de carácter servicial así que podría hacerle el favor, sobre todo si le sobornaba con comida. Seguro que un saco de arroz bastaba para tenerle haciéndole pasarse por su novio un año entero.
- Pero él... ummm... hay algo que definitivamente no iría bien ¿no? - se cruzó de brazos y se puso a pensar.
¿Podría ser Atsushi su novio?
~❤️~
- ¡Darling~! - un Lucy vestido de oficinista con traje y corbata entró por la puerta de su apartamento - ¡Ya estoy en casa!
- ¡Honey~! ¡Volviste! - Atsushi, vestido con un delantal con caritas de tigres chibis vino a recibirla en la puerta - ¿Qué tal tú día?
- Argh, agotador, es difícil ser la diseñadora canadiense más joven y hermosa del planeta.
- Waa, que afortunado soy de salir contigo, Lucy-san.
- Oye, oye, ¿qué es eso de Lucy-san? - de manera coqueta, Lucy le tomó por la barbilla para acercar sus rostros - ¿Ya no soy honey?
- N-no... es decir, claro que sí, honey~
- ¡Jajajajaja! Que lindo eres sonrojado, darling~ ¡Vamos, cenemos! - asestó un azote en el trasero de Atsushi que le hizo sobresaltarse – Quiero comer lo que hayas cocinado y después te comeré a ti.
- ¡Kyaaa! ¡No seas así, honey~!
Atsushi guio a Lucy hacia la mesa del comedor donde la cena que preparó les estaba esperando.
- Espero que te guste, honey, lo cociné todo con amor.
- ¿Sí? Veamos... oye... - Lucy se quedó de piedra al ver los platos. El principal era chazuke, luego bolas de arroz, también había arroz frito e incluso sopa de arroz - ¿Por qué... todo es arroz?
- Pues porque el arroz estaba en oferta - guiñó coquetamente el ojo.
- Darling... ¿acaso no tengo un buen sueldo?
- Si que lo tienes honey, pero también tienes vicios muy malos - caminó hacia un armario cercano y lo abrió, dejando ver que este estaba lleno de cosplays, dakimakuras, figuras, peluches y mangas – Mi honey se gasta el 99% de su sueldo en cosas otaku.
- ¡AAAAAAAAAAAAAH! ¡Cierra esa puerta! ¡Y no me recuerdes que soy otaku!
- Oh, lo siento, honey.
- Tch, será posible – Lucy tomó su una de las bolas de arroz y comenzó a ingerirlas, durante un rato masticando, puso mala cara – Darling, ¿no echaste sal a la bola de arroz?
- No, estaba muy cara.
- Oye...
- En su lugar, ¡compré judías en oferta! ¿Qué quieres que te prepare mañana, honey?
- ¿judías? No me fastidies... - Lucy suspiró cansada – Se me ha ido el hambre, vayamos a dormir mejor.
- Sí~, honey~.
Lucy se cambió y se puso un hermoso pijama rosa con caritas de ositos. Esperaba que Atsushi cumpliese como esposa y le esperase con alguna lencería, pero en su lugar le había encontrado con una simple camisa blanca y un pantalón gris.
- Oye... ¿por qué no llevas nada sensual?
- La lencería es cara, prefiero que mi honey me vea estando cómodo en casa.
- Puedes gastar algo de dinero en caprichos ¿sabes, darling? - la voz de Lucy dejó de ser tan tierna y se recostó junto a él en la cama.
- Prefiero que mi honey use cada yen para comprarse dakimakuras de hombres sexis sin apenas ropa – con una sonrisa en sus labios, Atsushi sacó un un dakmakura con la imagen de un Odasaku medio desnudo – Si esto te hace feliz, a mí también.
- ¡IAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡NO MUESTRES MIS VICIOS VERGONZOSOS! - roja por la vergüenza, Lucy lanzó el dakimakura lejos y se lanzó encima de Atsushi – Bien, basta ya de tonterías y vamos a hacerlo.
- Honey... - Atsushi se sonrojó por sus acciones, pero se dejó quitar la ropa sin ejercer resistencia.
- Oye... ¿esto no lo tendrías que estar haciendo tú? ¿Por qué soy yo la que está encima?
- Que agresivo eres honey~, me gusta~.
- Esto es raro – Lucy apoyó sus dos manos sobre el colchón y se fue acercando poco a poco al rostro de Atsushi para besarlo, este cerró los ojos y esperó pero las manos de Lucy se percataron de algo extraño en el relleno del colchón - ¿Por qué esto se siente tan raro? Oye, espera un poco – la chica se levantó y se agachó para levantar las sábanas y husmear en el relleno del colchón - Pero si es... ¡¡Este colchón está relleno de paja!!
- Claro, la paja es barata, los colchones son caros.
- ¡Pero no podemos dormir en paja!
- Pero es necesario – Atsushi se dirigió a un armario y sacó un montón de doujinshins en los que ella era la protagonista junto a Odasaku - ¿Cómo pagaría entonces mi honey a los artistas de doujinshi para que dibujen sus fantasías?
- ¡IAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡GUARDA ESO!
- Mi honey tiene gustos pervertidos – Atsushi abrazó el doujinshi contra su pecho - ¡Pero aun así te amo, honey~
- ¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
~❤️~
- Definitivamente él no vale, es tan uke, maldición - Lucy abrazó sus rodillas y ocultó allí su rostro - Ojalá fuese tan fácil como salir de casa y encontrarme con un chico guapo fuera.
Como no ganaba nada comiéndose la cabeza en su casa, Lucy decidió ir a la librería más cercana para buscar el nuevo volumen de un manga que coleccionaba. Al cerrar la puerta de su casa se quedó un rato mirando la de Atsushi, que locura había sido pensar que alguien tan pasivo podría hacerse pasar por su novio. La chica comenzó a bajar la escalera al mismo tiempo que otro hombre la subía, pero al estar tan perdida en su mundo, Lucy no se fijó en quien era, estar con la mente en otro sitio también le provocó que pisara mal un escalón y casi cayera por las escaleras, aunque se salvó gracias a que la otra persona en las escaleras la había atrapado por la cintura para que no se cayese.
- ¿Estás bien? - el sonriente rostro de Dazai fue lo primero con lo que se encontró Lucy tras ese pequeño susto.
- Ah... Da... Da-da-da-da-da... ¡Da! - de los nervios comenzó a tartamudear - ¡Dazai Osamu!
- ¿Me conoces? - al verse reconocido, Dazai tomó con más fuerza la cadera de la chica – Es un honor que una chica tan guapa me reconozca.
- ¡Ah! - los colores se le subieron al rostro, ¡Dazai Osamu la había llamado guapa! - ¡Por supuesto! Me he visto todos tus animes, pero... ¿qué haces aquí?
- Mmm... tal vez me haya traído el destino aquí ¿no? - Dazai tomó la barbilla de la chica con dos de sus dedos y la hizo levantar la mirada hacia la suya – Y creo que debo estar agradecido con él.
Lucy se mordió los labios con fuerza para no gritar. ¡Por fin! ¡Ahora sí que estaba experimentando el comienzo de una historia de romance real! Si lograba salir con él y llevarle a la fiesta, definitivamente sería la envidia de todas las mujeres y le podría callar la boca al bastardo de Mark. Seguro que no se esperaba para nada que se presentase del brazo de un seiyuu famoso.
Dios por fin le estaba otorgando algo de suerte en la vida.
~❤️~
Al castillo donde se celebraba la fiesta de Mark llegó un carruaje blanco tirado por caballos del mismo color. Cuando el portero del castillo abrió la puerta del vehículo, de él bajó una Lucy versión princesa vistiendo un elegante vestido de color azul brillante similar al que usó Cenicienta en el baile con el príncipe. Tomó la mano del hombre para bajar del carruaje, de la otra puerta había salido Dazai vistiendo un esmoquin blanco y con un mechón de su pelo detrás de su oreja. No tardó en ponerse al lado de la pelirroja para caminar con ella enganchada de su brazo hacia la puerta del castillo. Al entrar en el edificio, el paje real sacó una lista para anunciar su llegada.
- Les presento a la preciosa princesa Lady Lucy Maud Montgomery y su acompañante, el sexy Dazai Osamu.
Lucy comenzó a abanicarse con aires de grandeza mientras bajaba la escalera junto a Dazai hasta la pista de baile. Una vez allí, no tardó en ser rodeada por sus compañeras de trabajo.
- ¡Lucy-chan, tu novio es muy guapo!
- ¡Pero si es Dazai Osamu! ¿Por qué no nos lo contaste antes?
- Bueno, Osamu es muy profesional, estaba preocupado porque los paparazzi me siguieran así que dijo que guardáramos esta apasionada relación en secreto. ¿Verdad, Osamu? - Lucy giró la cabeza para mirar a su pareja, pero este ya no estaba.
- Ah... - el castaño suspiró embelesado mientras acariciaba la palma de la mano de una de las compañeras de Lucy – Una piel tan suave es propiedad de una dama tan bella, ¿qué debería hacer para tener más contacto con usted?
- ¡Kyaaaa! - las chicas gritaron emocionadas por la actitud coqueta de Dazai, en cambio, Lucy solo pestañeó confusa.
- Oye... ¡Oye! - caminó hacia el castaño y le alejó de su compañera - ¡Que eres mi príncipe, que no se te olvide!
- Claro que no, my lady.
- Lucy, viniste – Mark llegó hacia ellos, al ver a Dazai, se quedó totalmente sorprendido - ¡Pero que guapo es tu novio!
- Por supuesto - echó sus trenzas hacia atrás con elegancia - ¿Qué te creías? ¿Qué te mentía cuando te decía que tenía novio?
- Vaya... que humillado me siento, al final eres toda una triunfadora y yo solo soy alguien patético sin novia.
- Vamos, vamos – dio pequeños golpes a su espalda – No te sientas mal, no todo el mundo puede lograr mi éxito. Y no lo digo por darte más envidia, pero mañana mi Osamu y yo viajaremos a Nueva York, una agencia de modelos me quiere para desfilar. ¡Quedaron prendados de mi belleza! ¿Verdad, Osamu? - la pelirroja se giró para mirar a su pareja, pero había vuelto a desaparecer - ¿Pero qué? - miro alrededor de la pista de baile hasta que le encontró agachado en el suelo junto a otra persona – No puede ser...
- Ah... - volvió a suspirar embelesado cuando tomó la mano del chico que se encontraba de rodillas fregando y vestido de sirviente – Que piel más pálida, parece la de un ángel.
- N-no diga eso, por favor – Atsushi, que era el sirviente, apartó la mirada sonrojado – Me da vergüenza.
- ¿Por qué debe un ángel avergonzarse por su belleza? - le hizo levantar la mirada y fue acercando sus rostros poco a poco - ¿Cómo te llamas, my angel?
- A-Atsushi.
- Ah... my angel tiene un nombre hermoso.
- Príncipe Dazai... - Atsushi cerró los ojos, la escena era casi un beso ya que Dazai no detenía el acercamiento de su rostro hasta que Lucy puso la mano entre sus caras.
- ¡¿QUÉ ESTÁIS HACIENDO?! ¡QUE LA PRINCESA SOY YO! Venga, que tenemos que bailar – Lucy arrastró a Dazai hacia la pista de baile, este se quedó mirando a Atsushi y le guiñó un ojo. El albino se sonrojó por ello y le despidió tímidamente con la mano.
Durante un rato Lucy y Dazai dominaron la pista de baile del castillo y despertaron múltiples envidias entre sus compañeras. En cuanto a Mark, este estaba llorando en un rincón al verse tan humillado. Cuando el baile cesó, Dazai se ofreció a irle a buscar una bebida, Lucy le dejó irse y se vio rodeada de sus compañeras de trabajo.
- Que envidia, Lucy-chan, yo también quiero un novio guapo y famoso.
- Oh, chicas, por favor, no todas podéis tener mi suerte.
- Dinos, dinos, ¿cómo os conocisteis?
- Pues estaba yo cayéndome por la escalera...
- ¿La escalera?
- Eh... n-no, es decir... - Lucy abrió su abanico dorado para comenzar a abanicarse – Jajajaja, voy a buscar a mi Osamu – con una sonrisa falsa se alejó de las chicas y fue hacia la mesa de las bebidas, pero no había ni rastro del castaño - Pero que... - solo por si acaso, buscó con la mirada también al sirviente albino, pero tampoco lo veía por ningún sitio – Oye, oye... ¡¡Mark!! - caminando enfadada, la pelirroja se dirigió hacia Mark - ¡¿Dónde está Osamu?!
- ¿Cómo esperas que lo sepa? ¿No es tu pareja?
- ¡Pero es tu fiesta!
- Es una justificación bastante tonta... oye, ¿has probado a mirar en la habitación de los actos sexuales?
- ¡¿AAAAH?! ¡¿Cómo es que existe esa habitación?!
- No lo sé, es tu imaginación, Lucy.
- ¡Maldición! - Lucy se marchó de la pista de baile y salió corriendo hacia las habitaciones del castillo. No sabía exactamente cuál era la habitación que decía Mark, pero cuando vio una con un cartel de +18, supuso que se trataba de esa.
Con el rostro pálido se quedó frente a la puerta de la habitación, no podía ser eso ¿no? Dazai era su novio, su príncipe, un seiyuu de sensual voz que podía hacer que te derritieras en sus brazos si te susurraba algo al oído, pero ¿era fiel?
- Soy su princesa... ¡Claro que me es fiel! - confiada, abrió la puerta al empujarla con ambas manos - ¡Osa...!
- ¡Osamu~! - el grito de Lucy fue interrumpido por un gemido.
La chica se quedó de piedra al ver encima de la cama de la habitación a su príncipe con el sirviente albino debajo de su cuerpo. No necesitaba un máster en ciencias de la salud para descubrir que estaban haciendo con los pantalones bajados y con Atsushi agarrando como podía a las sábanas con sus ojos llorosos y la saliva escurriendo de su boca.
- ¿Mm? - Dazai dejó de embestir y se giró para mirar a Lucy – Ah, hola, my angel.
- Angel... ¡¿QUE HACES FORNICANDO CON EL CRIADO?!
- La tentación me pudo, ¿cómo resistirme a un Atsushi-kun vestido de sirvienta? Es super erótico.
- ¡No, no lo es!
- Osamu... - ignorando la presencia de Lucy, Atsushi posó sus manos en los hombros de Dazai – N-no pares...
- No, my kitty.
El castaño retomó las embestidas, haciendo que Atsushi se pusiera a gemir inmediatamente. Por la vergüenza, Lucy se tapó los ojos, pero la curiosidad le pudo más y separó sus dedos para mirar a través de ellos la escena de su príncipe y el sirviente teniendo sexo. La cama se movía al mismo ritmo que las embestidas de Dazai, para tenerle más cerca, Atsushi había pasado sus pálidas piernas alrededor de su cadera y había rodeado con sus brazos su cuello, haciendo que se agachase más hacía su rostro.
- Osamu... - susurró una última vez Atsushi antes de cerrar los ojos en espera del beso que le iba a dar el castaño.
Con sus labios a escasos milímetros de distancia, Lucy no pudo más con la vergüenza y estalló como una olla a máxima presión.
- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡¡¡¡¡Paraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!
~❤️~
- ¿Estás bien? - la pregunta de Dazai despertó a la pelirroja que tenía su mirada perdida.
- ¿Eh? S-sí... pensaba demasiado algo y... menuda tontería.
- ¿En serio? Eso no está bien, no está bien que una chica tan guapa se coma la cabeza por tonterías.
- Guapa... n-no, en realidad no soy para tanto.
- Jajaja, los ángeles tienden a ser modestos.
- Ángel... - hizo una mueca al recordar que así le llamaba Dazai en su imaginación, pero negó con la cabeza. Menudas tonterías se imaginaba, tenía al mismísimo Dazai Osamu coqueteándola, no iba a dejar pasar la oportunidad – Di-disculpa...
Dazai le dedicó su atención, atención que duró poco cuando escuchó como una de las puertas se abría y de allí salía Atsushi.
- ¡Gatito! ¡Nya, nya! - olvidando con facilidad a la pelirroja, Dazai la soltó y esta cayó de culo en uno de los escalones.
- ¡Oye! ¡Ah! - se quedó de piedra al ver como se dirigía con un aura de flores rodeándole hacia el albino.
- Dazai-san, buenos días - le saludó con una sonrisa hasta que vio a Lucy sentada en la escalera – Lucy-san, ¿estás bien?
- Sí, es que me gusta sentarme en las sucias escaleras.
- ¿En serio?
- Era sarcasmo, ¡idiota!
- Jajaja, es una señorita agresiva.
- Es Lucy-san, es mi vecina.
- ¿En serio? Tal vez por eso sea tan hermosa – Dazai volvió hacia ella y la tendió la mano – Porque todo lo que rodea a Atsushi-kun es lindo.
Lucy apartó la mirada sonrojada, aunque se dejó ayudar a levantar. Le emocionaba que Dazai Osamu dijese que era hermosa, lo que ya no la emocionaba tanto es que relacionase el motivo de su belleza con que vivía al lado del ruidoso destroza paredes. Con ella por fin de pie, sacudió su pomposa falda para limpiar el polvo e intentó mirar a Dazai a la cara, pero no se veía capaz. No sabía exactamente de que conocía su vecino a un seiyuu famoso como Dazai, es cierto que lo tenía en el móvil como Hot Daddy, lo cual implicaba que le tenía confianza. ¿Podría pedirle entonces que se hiciera pasar por su novio? Dejando la hermosa fantasía que sería caminar enganchada del brazo de Dazai, se temía que tenía que descartarle, no podía aparecer con alguien famoso. ¿Qué haría si se echaba una novia de verdad algún día? Saldría en la tele y sus compañeros descubrirían la mentira.
- Lucy-san, ¿estás bien?
- Sí... - levantó la mirada para cruzarse con la de Dazai, no podía mirarle sin sonrojarse, era increíble el poder que podía llegar a tener uno de los seiyuus más sensuales de Japón en una mortal como ella – Yo... mmm... ¿cu-cuándo sale el CD de Everlasting?
La pregunta confundió a Atsushi pero a Dazai le hizo reír.
- La semana que viene, ¿quieres que te lo firme?
- Sí... ¡me marcho! - Lucy salió corriendo por las escaleras dejando a ambos chicos allí solos.
- ¿Dazai-san grabó otro CD? Es sorprendente cuando usted hace siempre el vago y anda escaqueándose del trabajo.
- Oye... Atsushi-kun, eso sonó cruel.
- Lo siento.
- Bueno, lo olvidaré si me dejas hacer el vago con la cabeza encima de tu regazo.
- Oiga...
- Que guapo es... - Lucy caminaba con la cabeza en las nubes recordando el momento con Dazai pero al recordar cuando su molesto vecino entró en escena, frunció el ceño - De verdad que no lo entiendo, ¿de qué conoce ese a un seiyuu famoso? - al recordar como lo tenía agendado en el teléfono, su rostro enrojeció - ¿Y-y-y-y-y-y-y esas confianzas? ¡Ah, de verdad que no lo entiendo! Si yo soy la protagonista, ¿por qué es él quien habla con un chico guapo? ¡Algo definitivamente está mal aquí!
La pelirroja frenó en seco cuando se dio cuenta de que ya había llegado a una librería. Comprobó la fecha en su móvil, aquel tomo BL salía hoy y ella tenía ahorrado lo justo para comprarlo, porque Lucy puede no ser buena ahorrando para pagar facturas o el alquiler, pero nadie la gana gestionando su dinero si era para cosas otaku. Al adentrarse en la librería buscó con la mirada la sección BL, al buscarla, tuvo que pasar al lado de una mujer rubia que echaba en su cesta de la compra varias revistas iguales con la cara de Dazai en la portada. Las estaba comprando, pero se veía agotada, a saber quien era esa pobre desgraciada y para que quería tantas revistas iguales.
- Debería estar por aquí... espero no haberme quedado sin nada – Lucy buscó bastante concentrada por cada estante hasta que visualizó en el lomo de uno de los mangas la marca de los mangakas que lo dibujaban, un lagarto negro - ¡Lo encontré! - contenta por su hallazgo, se puso de puntillas e intentó tomarlo, pero la estantería no estaba a su altura - ¡¿Ah?! ¡Oooooye! Esto no puede ser en serio.
Como si de una niña intentando hacerse con un juguete se tratase, Lucy estiró varias veces su brazo y se puso de puntillas todo lo que podía, pero ni por esas conseguía alcanzar el dichoso manga. Existía la opción de pedírselo a algún empleado, pero se moriría de la vergüenza si la veían comprando ese manga. A punto de darse por vencida, un hombre que le sacaba bastante altura se puso a su lado y se hizo con el manga para después tenderlo hacia ella.
- Toma, ¿era esto lo que querías?
- ¿Eh? - se quedó sin palabras ante el apuesto hombre frente a sus ojos. Era alto, exageradamente alto, con el pelo largo recogido en una coleta, un elegante traje de dos piezas de color beige con una camisa negra debajo y unos preciosos ojos verdes obstaculizados por unas gafas rectangulares. Su voz había sonado tan grave que mentiría si dijera que no le ha hecho temblar las piernas – Emm...
- Tómalo.
- Ah... - las mejillas de Lucy enrojecieron al volver a escuchar la profunda y desgastada voz del hombre, como si estuviese así de degastada por haber gritado o reñido mucho a alguien – Gra-gracias - estiró la mano para tomar el manga, al rozar los dedos del hombre, su rostro enrojeció y aplastó el manga contra su pecho – No hacía falta.
- Sí que hacía falta – el apuesto caballero se colocó bien sus gafas y miró de manera fija la estantería de mangas frente a sus ojos, parecía que había comenzado a pensar en algo.
En cuanto a ella, Lucy comenzó a removerse inquieta. Era tan guapo y parecía tan atento. ¿Sería ese desconocido un buen novio?
~❤️~
Lucy acababa de salir de una entrevista en la televisión, haber sido declarada la chica más hermosa del mundo había llenado de actividades su agenda y le había permitido cambiar su situación económica. Ahora vivía en un palacio en el centro de Akihabara, lleno de figuras de sus waifus y husbandos favoritos. El palacio contaba con más de cuatro buzones de correo debido a la enorme cantidad de cartas con confesiones de amor que recibía, incluso había recibido confesiones de amor de Dazai Osamu y Oda Sakunosuke, confesiones que tuvo que rechazar debido a que ella ya tenía pareja.
- Ay, qué difícil es ser tan guapa – se lamentó Lucy tras salir del estudio de televisión.
- Lucy – Kunikida, que la esperaba en la puerta, llamó su nombre - ¿Nos vamos?
- Sí - asintió con una sonrisa y se enganchó de su brazo para caminar por las calles de Yokohama camino al hogar de siete pisos que mantenían en la ciudad portuaria - Daaaarling~, no te puedes ni imaginar lo duro que ha sido el día de hoy, lidiar con tantas miradas enamoradas sobre mí es agotador.
- Es comprensible - dejó de mirar a Lucy cuando vio como un hombre tiraba una lata vacía al suelo – Ah...
- ¿Pasa algo?
- Hmmm... dame un momento – Kunikida se soltó y fue rápidamente a recoger la lata y echar la bronca al sujeto - ¡Oye, tú! ¡¿Qué haces ensuciando la ciudad?! ¡Los servicios de limpieza se pagan con los impuestos de todos! ¡Tirando la basura como si no te importase nada el dinero que duramente han ganado el resto de los conciudadanos y han dedicado a estos pagos, pero qué demonios te crees! ¡Eso va completamente contra la ética y la moral! ¡Tira esto ahora mismo a la basura!
- S-sí... - asustado por la regañina, el chico recibió la lata y la tiró a la basura.
- Awww, ese es mi darling – Lucy comenzó a expulsar corazoncitos alrededor.
Kunikida se arregló la corbata y se dirigió hacia Lucy pero Ética-Man no iba a descansar hasta castigar todas las acciones moralmente incorrectas a su alrededor.
- Alto... - Kunikida se puso en una postura similar a la que adoptaban los deportistas antes de hacer un sprint y salió disparado hacia el paso de peatones - ¡ALTO AHÍ! - detuvo a una chica que iba a cruzar la calle con el semáforo en rojo - ¡No puedes cruzar en rojo! ¡Desafías las sagradas leyes de tráfico y pones en peligro la seguridad de los transeúntes y de los conductores!
- Oh... perdón.
- Oye... darling – Lucy intentó acerarse, pero Kunikida salió otra vez corriendo.
- ¡NO PUEDO PERMITIR ESO! - más rápido que Flash, Kunikida se dirigió hacia un hombre que intentaba fotografiar debajo de la falda de una chica y le asestó un puñetazo en la cara - ¡ESA ACTITUD ES COMPLETAMENTE ANTICIVICA Y VA EN CONTRA DE CUALQUIER TIPO DE MORAL Y ÉTICA! - su puño pareció echar humo por el potente golpe que dio – Y no pienso permitir este tipo de actos frente a mis ojos.
El radar de Ética-Man detectó otro acto moralmente incorrecto y se dirigió hacia su nueva víctima, un Dazai apoyado en la pared de un edificio.
- ¿Ah? ¿Salgo en dos fantasías? Que pereza.
- ¡ALTO AHÍ! - Kunikida le arrebató el móvil - ¡¿Se puede saber qué es esto?!
- Un pack hentai de Atsushi-kun, ¿lo quieres? Pues de eso nada, ese pack es mío.
- ¡DESCARGARSE HENTAI DE ATSUSHI NO ESTÁ BIEN!
- ¿Y por qué? Tiene 18 años.
- ¡Porque...! Ah...
- Ja, te pillé ¿a qué sí? - Dazai la arrebató su móvil - Como Lucy-chan me ha roto el corazón, he decidido ahogar mis penas en fotos atrevidas de Atsushi-kun. Son fotos consentidas, Atsushi-kun tiene 18 y ninguna es con temática furra, ¿dónde está el delito?
- Ah... - se quedó pálido al no encontrar contrargumentos – Pues... ¡No está bien y punto! No puedes consumir pornografía en plena calle.
- No lo haré en plena calle. He quedado con Atsushi-kun para fornicar en un hotel del amor.
- ¡¿QUÉ?! ¡NO PUEDES HACER ESO!
- ¿Por qué?
- Porque... porque... ¡Llévame a ese hotel! Haré que lo cierren señalando la ausencia de medidas de seguridad como salidas de incendio y extintores para apagar posibles incendios.
- Eres muy aburrido, Kunikida-kun.
- ¡Oye! - Lucy se acercó hasta ellos - ¿Qué pasa conmigo? ¿No vas a acompañar a la mujer más guapa del mundo a casa?
- No.
- Ah, menos mal... ¡¿CÓMO QUE NO?!
- Lucy – Kunikida se echó para atrás sus gafas de manera dramática - Debes comprender que en esta vida hay cosas más importantes que el romance como la lucha para mantener una sociedad más recta y ética. Si queremos lograr esa utopía, debemos acabar con los actos moralmente reprochables y con los actos perversos dominados por la lujuria.
- No entiendo una mierda de lo que dices.
- Creo que dice que le importa más que la basura esté en la papelera que acompañarte a casa – le aclaró Dazai.
- Pero no le puede importar más eso, soy su novia.
- Correcto, no obstante, el cuidado del medio ambiente representa un tema mucho más importante que el mantener una relación romántica. Deja que te explique las consecuencias que tiene el deterioro del medio ambiente en las actividades e ingresos de las personas. Verás, el aumento de la temperatura del planeta repercute negativamente en la fauna y la flora, las medidas que se toman para minimizar su impacto son bastante costosas, con lo que los gobiernos tienen que dedicar parte de sus presupuestos a estas medidas. Aunque hay países que no aceptan estas medidas y continúan su actividad económica sin tomar las debidas actuaciones, ocasionando que los esfuerzos que llevan a cabo el resto de los países...
Lucy pasó de seguir escuchándole, para ella ahora mismo de la boca del hombre solo salía "bla bla bla". ¡¿De qué le servía un novio que no la iba a hacer caso?!
~❤️~
- Hmmm... - Lucy puso mala cara y se alejó lentamente de Kunikida – Si me disculpa... me tengo que marchar.
- Ah, claro, pero antes de nada, ¿podrías contactar con el gerente de esta tienda?
- ¿Por?
- Esto de aquí - señaló la estantería de mangas – No tienen un orden lógico, ni de temáticas ni alfabético.
- Vale... ¿qué?
- La primera estantería tiene títulos con la letra "G" pero la cuarta tiene títulos con la "A". La tercera tiene temáticas escolares, la quinta en cambio mezcla los escolares y lo sobrenatural. Sin mencionar que los mangas con contenido para adulto deberían estar apartados, en una zona lejana al público más joven para que no perviertan sus mentes y se acaben convirtiendo en adultos irresponsables que se ponen a acosar a sus compañeros de trabajo más jóvenes solo porque tienen fetiches con los jovencitos.
En ese momento Lucy sintió como si la fantasía se extrapolase a la realidad. El más alto podía ser apuesto y muy formal, pero había olvidado que ese tipo de personas podían ser unas obsesivo compulsivas como estaba demostrando el apuesto caballero frente a ella.
- Me tengo que ir, ¡adiós!
A Kunikida no le dio tiempo a decir nada más, la pelirroja se había marchado. Tras pasarse por caja y pagar, Lucy intentó alejarse lo más que pudiera de aquella tienda. Su mente estaba demasiado hiperactiva el día de hoy, ¿qué era eso de fantasear con un desconocido? Podría ser perfectamente un asesino en serie y ella pensando en salir con él. Si el resultado iba a ser que amanecería en el depósito de cadáveres, entonces no gracias. Detuvo su caminata cuando llegó al lado de una tienda de televisores donde se podía ver el anime de Odasaku Man.
Que fácil sería su vida si el apuesto seiyuu de ese muñeco de peluche fuese su novio. Daría envidia a todas sus compañeras y callaría la boca a Mark al verle con semejante hombre, pero eso sí que era completamente irrealista. No puedes conocer tan casualmente a un seiyuu, ni que fuera tan sencillo como ir detrás de un escenario, tropezarte por unas escaleras y que Odasaku Man te atrape para luego quitarse la cabeza del muñeco de una manera seductora. Es algo irrealista e imposible, incluso para el suertudo ese de su vecino.
Pero si de verdad fuese posible, si semejante portento de hombre fuese su pareja, entonces sí que podría decir que está viviendo una buena vida.
~❤️~
En el cráter de un volcán a punto de entrar en erupción, el malvado villano de turno tenía atrapada a una hermosa princesa pelirroja con una tiara valorada en 70 millones de yenes que definitivamente no había pensado vender para comprarse la última figura a escala de su nuevo husbando favorito.
- ¡Detente, Mark! ¡Odasaku Man no vendrá!
- Cállate, sí vendrá, porque te tiene que rescatar a ti, la princesa Lucy, ¿qué clase de superhéroe sería si él no hiciera eso?
- ¡No, él no...! - sus palabras se vieron interrumpidas cuando una figura similar a una estrella fugaz cruzó el cielo.
- ¿Qué es eso? - comenzaron a preguntar los secuaces de Mark.
- ¿Es un pájaro?
- ¿Es un avión?
- No... ¡Es Odasaku Man!
El aterrizaje de Odasaku Man en tierra causó un levantamiento de polvo del suelo que dejó a sus enemigos con su campo de visión nublado. Aprovechando esto, el super héroe se movió ágilmente y derribó a estos de un puñetazo en el estómago.
- Tch, estos idiotas... - maldijo Mark por lo bajo.
- ¡Odasaku Man! - Lucy le llamó emocionada con lágrimas en sus ojos.
El polvo alrededor de Odasaku Man se fue disipando y en la escena se pudo distinguir la figura de aquel super héroe con barba mal recortada y mirada estoica.
- He venido a por la princesa.
- ¿Sí? No me digas, pensé que habías venido a tomar el té.
- Oh... bueno – despreocupado, Odasaku rascó su cabeza – Tal vez otro día, si te apetece.
- ¡CLARO QUE NO ME APETECE! - Mark desenfundó una pistola y la apuntó contra la cabeza de Lucy – Da un paso más y mataré a la hermosa princesa.
- ¡Odasaku Man, no te preocupes por mí! ¡La seguridad del mundo es lo primero!
Lucy dejó escapar pequeñas lágrimas de sus ojos verdes, este era el momento mágico en que la fuerza del amor que Odasaku tenía por ella le hacía dejar la seguridad del planeta en un segundo plano y centrarse en salvarla solo a ella. Era tan heroico, rendirse ante Mark solo por ella. Un hombre que te ponía a ti por delante del mundo era definitivamente el mejor novio que podría haber deseado tener.
- Vale – Odasaku se encogió de hombros, con su respuesta, Lucy se quedó de piedra.
- ¿Eh? ¿Co-como que vale?
Odasaku echó uno de sus pies hacia atrás al igual que uno de sus puños, donde comenzó a acumularse una energía brillante.
- ¡Oye, espera un momento!
- Odasaku Man... ¡¡¡¡Punch!!!!! - al echar su puño hacia delante, una energía brillante salió de su puño y se dirigió directo hacia Lucy y Mark, golpeando de lleno en ambos y tirándolos K.O al suelo.
Lucy se reincorporó después del golpe, su pelo estaba alborotado como si le hubiese explotado una bomba en la cara y su rostro estaba lleno de cenizas. Al toser echó humo por la boca, su elegante vestido de princesa estaba chamuscado y su hermosa tiara estaba destrozada.
- Pero que... ¡Odasaku Man, me golpeaste con el Odasaku Man Punch!
- Bueno, dijiste que la seguridad del mundo es lo primero.
- ¡Pero tenías que haberme puesto por delante del mundo!
- ¿Sí? Creo que eso no es lo que has dicho.
- ¡¿Pero cómo puedes ser tan denso?! - rabiosa comenzó a golpear el suelo - ¡El ponerme como prioridad tenía que salir de ti!
- Oh... ¿lo siento?
- ¡Jo! Ya da igual - estiró los brazos hacia él - Cárgame.
Odasaku se dirigió hacia ella pero en vez de tomarla a ella entre sus brazos, se agachó y cargó a Mark que se encontraba inconsciente.
- ¡¿Y ahora qué haces?!
- Bueno, él está inconsciente, tú no.
- ¡¿Y qué?! ¡La princesa soy yo!
- Sí, felicidades.
- ¡¿CÓMO QUE FELICIDADES?! Si no me cargas tú, ¿cómo quieres que vuelva a casa?
- Puedes cogerte un taxi.
- ¡¿EN UN PUTO VOLCÁN?!
- Allí abajo hay una parada – terminando de acomodar a Mark entre sus brazos, Odasaku despegó volando del volcán, dejando a Lucy chamuscada y abandonada.
- ¡¿PERO DE QUÉ VA ESTO?! ¡ODASAKU MAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!
~❤️~
El rostro de Lucy se desfiguró en una mueca de disgusto, no sabía cómo su mente le había llevado a imaginar a un Odasaku de mentalidad tan simple que solo sabe tomarse las cosas de manera literal. Él obviamente no debía ser así, aunque mejor no descubrirlo, como dice el dicho, mejor no conozcas nunca a tus héroes.
El siguiente destino de Lucy fue la estación de metro, había localizado en Internet una tienda que vendía merchandising de un anime al que se había enganchado hace poco a muy buen precio y desde luego que no iba a desperdiciar la oportunidad, aunque su cerebro desde luego no había barajado la posibilidad de destinar ese dinero a arreglar el agujero en su pared. Una vez dentro del tren, la chica buscó al asiento libre más cercano y lo ocupó, en los asientos frente a ella, un grupo de colegialas hablaba despreocupadamente entre ellas mientras compartían una revista con Dazai en la portada.
¿Era una señal del destino? ¿Le estaba diciendo la vida que se lo pidiese a Dazai? Pero es que él no valía, si simplemente no fuera famoso entonces ya sería otra cosa. Si a su alcance estuviese un chico guapo y que no salga por la televisión... algo como... un host.
La idea que pasó por su cabeza hizo que las neuronas de Lucy comenzaran a trabajar 100% veces más rápido de lo normal. Un host... sí, un chico de compañía, la verdad es que era una opción mucho más viable que Dazai y por supuesto que si se trataba de un host sería un chico guapo y había 0% posibilidades de que se cruzase en la vida de sus compañeras y de Mark. Pero el problema de esta opción se veía desde lejos y ese era el dinero, no podría pagar a un host si quería darse el lujo de comer durante lo que queda de año.
- ¿Por qué todo tiene que ser tan malditamente complicado?
Para distraerse un poco, Lucy intentó sacar el móvil de su bolso pero al hacerlo, un pañuelo de tela quedó enganchado a su funda y acabó cayéndose al suelo del metro. La pelirroja intentó agacharse para alcanzarlo pero una pasajera que acababa de entrar se le adelantó y recogió el trozo de tela por ella.
- Aquí tienes.
- Ah... gra-gracias.
Su mirada se quedó perdida por el sonriente rostro de la mujer frente a ella, cuando recogió el pañuelo, la atractiva desconocida le guiñó un ojo y los colores se le subieron al rostro a Lucy. En un ataque de pánico, Lucy tomó su bolso y se tapó el rostro. ¿Qué acababa de pasar? ¿Se había sonrojado? ¿Por una mujer? ¡Pero si ella no batea hacia ese lado! Con algo de timidez, apartó un poco su bolso para descubrir que la mujer se había sentado en los asientos frente a ella y aprovechando que no la estaba prestando atención, la repasó con la mirada de arriba abajo. Lo primero que llamó su atención fue un elegante broche de mariposa en uno de los laterales de su cabeza, su pelo era corto y liso, sus labios estaban delineados con un pintalabios rojo del mismo color que sus tacones y sus largas piernas estaban cubiertas por unas medias negras transparentes.
No podía describir a esa desconocida con otra palabra que no fuera "sensual", era muy guapa, no lo podía negar, pero ella no debería estar pensando eso. Ella no batea hacia ese lado aunque por un momento lo dudó cuando la femme fatale cruzó las piernas al más puro estilo de instintos básico y Lucy detuvo su respiración para ver que le permitía ver aquella molesta tela transparente. Enseguida decidió darse una bofetada mental, ¿en qué momento se había vuelto una pervertida del metro? La soltería estaba afectándola tanto que ya hasta se sentía atraída por mujeres. Menos mal que nadie la había visto hacer algo tan depravado, hasta ella misma se avergonzaba de ello.
Como su mente ya le había jugado demasiadas malas pasadas por el día de hoy, Lucy decidió distraerse con cualquier cosa a su alrededor aunque su mirada acababa viajando a la desconocida frente a ella. Puede que si no ha conseguido ningún novio a estas alturas de la vida, fuese porque tal vez estaba equivocándose de género... ¿no?
~❤️~
La habitación se encontraba a oscuras, la única luz que permitía a Lucy visualizar un poco lo que se encontraba a su alrededor era la de unas velas repartidas por la habitación. Intentó tirar de sus muñecas pero estas se encontraban esposadas al cabecero de la cama. Cuando intentó lo mismo con sus pies, estos si que permitieron algo de movilidad aunque no le sirvió de mucho. Completamente indefensa, en ropa interior y atada a la cama, no podía hacer otra cosa que removerse intentando liberarse aunque detuvo sus intentos cuando el choque que hacían unos tacones contra el suelo llamó su atención. Paseándose por la habitación en penumbra se encontraba la esbelta figura de la femme fatale vistiendo un atuendo de cuero, con una falda que tapaba de milagro su trasero y unas botas que le llegaban por encima de la rodilla. No llevaba ninguna camisa, iba mostrando sin vergüenza su brasier negro y jugueteando con una fusta del mismo material que su falda y sus botas.
- Ara, ara, ¿qué haces, gatita? ¿Quieres escaparte de mi trampa de amor? - Yosano recorrió con la punta de su fusta desde el pecho hasta la pelvis de Lucy.
- N-no es así, ama...
- Que mona, amo con locura a las chicas tímidas y lindas como tú - dejando la fusta de lado, Yosano se subió a la cama y se posicionó sobre ella. Acercando su rostro a su cuello para dejar que al hablar su cálido aliento chocara de frente contra su sensible piel – Y amo jugar con ellas.
- Fe-femme fatale-sama... - Lucy intentó apartar su rostro. Su piel se erizó cuando el dedo índice de Yosano recorrió el mismo camino que recorrió la fusta hasta llegar a su pelvis – A-ahí no, por favor.
- Adorable... te soltaré si me ruegas, mientras tanto, te haré gemir mi nombre.
- Fe... ¡Ah~!
Su gemido resonó en la habitación cuando Yosano hundió dos de sus dedos en una zona prohibida e inexplorada.
- ¡Femme Fatale-sama, hágame suya! ¡Aaaaah~!
~❤️~
- ¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! - el grito de Lucy llamó la atención de todos los pasajeros del tren, su rostro se encontraba del mismo color que su pelo tras haber tenido tan atrevido pensamiento. Tenía 19 años, no era tarde para dudar de su sexualidad, pero no, ella estaba segura, le gustaban los chicos. Amaba con locura a todos sus husbandos del anime y seguía fielmente en las redes sociales a todo seiyuu o modelo guapo que se le cruzaba por Internet. ¿Cómo es que una mujer que había conocido hace unos 15 segundos la había hecho dudar así de su sexualidad con solo guiñarla un ojo?
- Oye – la femme fatale se acercó a ella algo preocupada - ¿Estás bien?
- ¿Eh? - se sobresaltó todavía con el rostro rojo al tenerla de frente – Y-yo...
- Estás toda roja, ¿tienes fiebre? - intentó tocarle la frente pero Lucy salió corriendo del tren antes de que este cerrase las puertas - ¡Oye!
- ¡Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooo! ¡Me gustan los chicos! Dazai Osamu, Oda Sakunosuke, Hanae Natsuki, Ono Daisuke, Okamoto Nobuhiko, Kaji Yuuki, ¡¡¡¡¡LOS AMO PORQUE ME GUSTAN LOS CHICOS!!!!
Lucy siguió gritando en voz alta por la calle todo aquel nombre de seiyuus con los que alguna vez se imaginó casándose después de haberse visto un anime en el que estos la enamoraban solamente usando su voz. Su huida desesperada y sin dirección la acabó llevando a la calle donde el cielo había terminado de nublarse y pequeñas gotas estaban empezando a caer. Una gota cayendo sobre su frente fue suficiente para distraerla y hacerla mirar hacia arriba, al no estar en ese segundo viendo por donde pisaba, acabó tropezándose con una baldosa removida de su sitio y cayó de cara al suelo. La lluvia no tardó mucho en intensificarse, empapando su ropa y su pelo. La gente pasaba por su lado pero nadie se dignaba en ayudarla, en su lugar escuchaba a niños en compañía de su madre cuchicheando y riendo.
Putos mocosos de mierda.
Rabiosa, estampó su puño contra el suelo. Ya ni sabía si merecería la pena levantarse, ¿para qué? Si levantaba la cabeza seguro que se encontraba con aburridos oficinistas con paraguas oscuros mirándola con pena. A lo mejor alguno le confundía con una vagabunda y le echaba dinero, bueno, algo bueno tendría eso. ¿Por qué la pasaba todo esto? ¿Acaso no era la protagonista de la historia? A lo mejor solo era un personaje secundario que no merecía la pena.
- Los príncipes... no existen - todavía con la cara en el suelo, Lucy mordió sus labios con fuerza para controlar las lágrimas.
Cuando misteriosamente dejó de sentir como el agua caía sobre la mitad de su cuerpo, apoyó ambas manos en el suelo y levantó un poco su cuerpo para encontrarse con un chico alto sosteniendo un paraguas, con un largo flequillo que tapaba sus ojos y con un mapache subido a sus hombros. A lo mejor eran alucinaciones pero debía decir que se daba un aire a Dazai Osamu.
- ¿Estás bien? - preguntó algo tímido.
- ¿Dazai...?
- No, aunque no es la primera vez que me confunden - rascó nervioso su mejilla para después tenderla su mano - ¿Te has hecho daño?
- N-no... - Lucy aceptó su mano y dejó que le ayudase a levantarse. Al sentir como un líquido caía de su frente, dirigió su mano allí, se había hecho una herida que había empezado a sangrar – Mierda.
- Eso ha tenido que doler... e-espera un momento - comenzó a rebuscar en sus bolsillos algo nervioso, se notaba que no era de las personas que se paraban a hablar con cualquiera pero aun así lo había hecho al verla tirada en el suelo – Toma.
- ¿Hmm? - los ojos verdes se fijaron en como el hombre limpiaba la sangre con un pañuelo.
- Quédatelo y haz presión si sigue sangrando.
- S-sí, va-vale – cuando su mano se alejó, Lucy sujetó el pañuelo y aprovechó para intentar mirar mejor los poco visibles ojos del doble de Dazai. Su flequillo estaba algo mojado, prueba de que la lluvia no le pilló con el paraguas a mano y ahora que miraba hábilmente por un espacio entre los mechones podía ver unos ojos con una mezcla de gris y violeta con unas ojeras debajo de estos. Era atractivo y el descubrimiento de su belleza oculta fue suficiente para causarla un pequeño sonrojo en las mejillas – Thanks... - la vergüenza la hizo hablar en su idioma nativo, al darse cuenta de ello, tapó su boca aunque eso causó una risa en su apuesto caballero sin armadura.
- You're welcome.
- Ah... - sus mejillas se colorearon más al escucharle hablar en un inglés que reconoció como americano – Do... do you speak english?
- Yes - asintió con la cabeza, provocando que los ojos de Lucy brillaran.
La chica quería llorar, desde su llegada a Japón, nada ha sido fácil para ella y si tuviera que mencionar uno de los mayores obstáculos que enfrentó, ese era el idioma. Lucy no asistió a ninguna clase de academia de japonés, todos sus conocimientos tuvieron como fuente el anime pero lógicamente, el vocabulario que aquello le otorgaba era limitado y más de una vez ha tenido problemas para comunicarse. Antes de venir siempre tuvo la fe de que el inglés que hablaba, que supuestamente era un idioma universal, le salvase de los apuros en los que no sabía como decir una palabra pero para su mala suerte, Japón era un país de negados para los idiomas y en el inglés la mayoría eran unos torpes. Dejando a Mark de lado, era la primera vez que podía hablar en inglés con alguien en este país.
- I... I want to cry.
- ¿Eh? ¡¿EH?! Why? - Poe entró en pánico, ¿había hecho algo malo?
- No... - Lucy frotó sus ojos verdes para limpiar cualquier lágrima traicionera - It's nothing - contestó con una pequeña sonrisa en los labios.
Verla mejor tranquilizó un poco a Poe, este le tendió su paraguas a la chica, Lucy lo acabó tomando confusa para luego ver como el chico desabrochaba la capa que llevaba y se la echaba por encima de la cabeza para taparse a él y su mapache.
- You can take this, goodbye.
- Ah... wa-wait... but you... - a pesar de sus quejas, el chico no se paró, le cedió su paraguas a ella y se marchó de allí. Lucy se quedó estática y con el rostro todavía rojo, cuando su cerebro recuperó un poco la consciencia, se permitió suspirar - It's a prince...
Un príncipe, eso es lo que era el chico que le cedió su paraguas. Le daba tanta rabia no haberle preguntado por su nombre, le había flechado el corazón y ni siquiera sabía cómo se llamaba. Sería una opción tan buena para ser su pareja.
- Pareja... ¡Pareja! - el cerebro de Lucy recuperó todas sus capacidades. ¿Por qué no le preguntaba a él para ir a la fiesta? Era alto, guapo, educado, su ropa se veía cara con lo que tenía dinero, era el partido perfecto. Si ese príncipe no encajaba como candidato para ser su novio, entonces no encajaba ningún ser humano. Estaba dispuesta a perseguirle para proponerle lo de la fiesta pero su móvil comenzó a vibrar, lo podría haber ignorado pero cuando reconoció el número como el de su jefe, lo descolgó y pegó el aparato a su oreja - ¿Sí?
Su encuentro con su príncipe le hizo pensar que su día comenzaba a remontar pero lastimosamente no era así.
- ¡Salud!
Todos chocaron sus copas en la zona del bar que Mark reservó para celebrar su marcha de la cafetería maid. Entre risas, bromas y llantos de algunas de sus compañeras, el tiempo pasaba volando para Mark. Al principio no le agradaba mucho trabajar allí, era una cafetería maid por lo que lo último que esperabas encontrarte era un chico aunque fuese detrás de la barra, no obstante, la maid pelirroja que amaba molestar había ayudado a hacer más amenos sus días allí. Podía hacerla de rabiar la mayoría del tiempo, pero de verdad apreciaba a Lucy, por eso no pudo dejar pasar por alto el hecho de que la chica no había hecho acto de presencia todavía.
- Hey - llamó la atención de una de sus compañeras para preguntar - ¿Y Lucy?
- ¿Lucy-chan? - la expresión de la chica cambió de diversión a una más preocupada para después intercambiar miradas con otras de sus compañeras.
- ¿No te enteraste?
- ¿De qué?
- Bueno, es normal, ya has dejado de venir a la cafetería... - no sabiendo bien como decirlo, la chica comenzó a rascar nerviosa su mejilla – Resulta que a Lucy-chan el otro día...
Sábado por la noche y Lucy que es joven, guapa y soltera se encontraba encerrada en casa. En realidad no era algo tan raro en ella, un plan de fin de semana perfecto para ella era quedarse en su casa, entre sus mantas, con su peluche de Odasaku Man viendo los últimos animes que echaban por la tele y aunque ese fin de semana tenía ya un plan establecido, había pasado de él después de haber recibido el otro día la desagradable notica por parte de su jefe de que estaba despedida. No tenía ganas de asistir a esa fiesta y menos de plantar cara al resto de sus compañeras. En paro y sin novio, ¿cómo iba a presentar su cara allí? Fue un verdadero dolor en el trasero hacerse con ese puesto, en realidad, cualquier cosa en Japón era un dolor en el trasero para ella por el simple hecho de ser extranjera. Aunque se pusiese a buscar trabajo ahora mismo, podría tardar meses en encontrarlo, el tiempo suficiente para que la dueña de los pisos quisiera echarla por no pagar el alquiler.
Llegados a este punto, solo quedaba una opción. Volverse a casa. Ya llevaba un rato con su móvil entre las manos, con el contacto de su padre seleccionado en la pantalla. Era patético, nadie de su familia la había apoyado con su idea de venir a Japón, decían que allí no podría salir adelante y que acabaría volviendo con el rabo entre las piernas cuando se le acabase el dinero. Como jodía saber que tenían razón. Bajó el peluche de Odasaku Man que había mantenido en su regazo al suelo y miró una última vez el paraguas negro que le había entregado el príncipe desconocido. Ni siquiera podía tener una historia romántica con buen desarrollo, una clara prueba de que no era ninguna protagonista, era un extra que se marchaba a casa. Cuando su dedo estuvo a punto de pulsar el icono de llamada, su timbre sonó y ella automáticamente frunció el ceño. No recibía nunca visitas, si era alguien debía ser el gato desnutrido de su vecino.
- ¡Vete! - intentó echarle con un grito pero el timbre volvió a sonar - ¡Que te vayas! ¡¿Eres sordo?!
Al insistente sonido del timbre se le sumaron unos aporreos en su puerta. Esos actos ya no eran propios de Atsushi, ¿sería la casera tal vez? Pero era muy pronto para cobrar el alquiler. ¿Un borracho que le apetecía tocar las narices? Era una opción, pero es que ni para un espray de pimienta tenía. Dejó su móvil en el suelo y se acercó cautelosa a la puerta, guardando distancias con ella, tragó duro y se acercó a la mirilla para ver de quien se trataba. Cuando vio a Mark jadeando y sudando se confundió, ¿tantas ganas tenía de burlarse de su soltería que había ido solo para eso?
- ¡Vete, Mark!
- Ábreme.
- ¿A qué has venido? ¿No te ibas a quedar a gusto si no te burlabas de mí? Pues venga, hazlo, me inventé lo del novio, ¿contento? Ahora lárgate.
- Las chicas me lo han dicho, ¿te han echado?
Lucy maldijo por lo bajo, malditas chismosas.
- Sí, ¿venías a eso entonces? Pues sí, no tengo novio, no tengo trabajo, debo verme muy patética ahora mismo – se tomó un momento antes de seguir hablando al notar como su voz comenzaba a romperse - Ríete lo que quieras de mí antes de que me vaya. Me vuelvo a casa.
- ¿Y ya está?
- ¿Ah?
- Demonios, eres una floja.
- ¿Floja...? ¡¿Floja?! - sustituyendo su tristeza por rabia, Lucy abrió la puerta y se dispuso a desahogarse con él - ¡¡¿Y tú que mierda sabes?!! ¡¡No tienes ni idea!! ¡¡No tienes ni idea de nada!! ¡¡No sabes el tiempo que trabajé en la secundaria para pagarme el billete de avión, no sabes las críticas que recibí de mis padres, el dinero no me llegaba para pagarme una academia así que tuve que estudiar el idioma por mi cuenta, gestionar los estudios, el trabajo a medio tiempo y mis propias clases de idiomas fue un infierno!! ¡¿Y para qué?! ¡No he conseguido nada! ¡Tenía que trabajar vestida de sirvienta, llamando amo a cualquier baboso que se cruzase por la puerta, me pagaban una miseria, vivo en unos pisos que parecen hechos de papel, mi vecino es un sugar baby que le coquetea a un seiyuu famoso y me destroza las paredes a puñetazos, todavía tengo problemas para comunicarme porque en este país de incultos no tienen ni la mínima idea de inglés y cuando por fin me cruzo con un apuesto príncipe que está destinado a sacarme de la miseria se marcha con su mapache bajo la lluvia y yo me quedo sin trabajo! ¡¿A qué no sabías eso?! ¡¡Pues no hables si no sabes!!
- ¿Mapache? - Mark arqueó una ceja – Pues no, no tenía ni idea de tu vecino sugar baby, ni del agujero de tu pared y mucho menos de que hubieses conocido a un príncipe.
- ¡¿Entonces?! ¡¿Cómo te atreves a decir que soy una floja?! ¡¡ESTÚPIDO!! - apretó su puño con fuerza y lo estampó contra el pecho de Mark, aunque había usado todas sus fuerzas, el chico ni se había inmutado. Eso solo la enfadó más y continuó golpeando a puñetazos su pecho - ¡Idiota, estúpido, pervertido, cotilla, cerebro de mosquito, asqueroso, cerdo! ¡¡¡¡Cretino!!!!!
- Sí, sí, ¿te sientes mejor?
Lucy dejó de golpearle, había empezado a jadear por usar toda su fuerza en los golpes y al gritar tanto su garganta había empezado a doler. Sus ojos le habían empezado a picar por retener las lágrimas.
- Vete a la mierda, idiota.
- Mándame a donde quieras, pero seguirás siendo una floja. Si has trabajado tanto para llegar hasta aquí y estás dispuesta a abandonarlo tan fácilmente, entonces es la clara prueba de que eres una completa floja.
La pelirroja no contestó, dejó escapar algunas lágrimas de sus vidriosos ojos verdes y empezó a sollozar. Comenzar a llorar delante de Mark era de las cosas más patéticas que había hecho en la vida, pero llegados a este punto, era imposible para ella contenerse más.
- ¿Y qué...? ¿Y qué esperas que haga? Ya no puedo más...
- Bueno – se encogió de hombros – Una idea sería pedir ayuda, eso no te va a matar ¿sabes?
- ...
- Aunque conociéndote ya sé que...
- Ayúdame - murmuró.
- ¿Eh? - se quedó sin palabras al escuchar eso, ¿en serio había escuchado bien? - ¿Qué has dicho?
- Que me ayudes - levantó una vez más su puño y lo estampó contra su pecho solo que ahora sin ninguna clase de fuerza - Ayúdame, maldito cara mierda.
- Oye, oye, ¿me pides ayuda y me insultas? Nunca has tenido ni una pizca de delicadeza, pero lo haré de todas formas – cuando Lucy levantó el rostro, se encontró de frente con la sonrisa de Mark – Porque no aguantaría estar lejos de ti, Lu-cy-chan~
Sin saber muy bien porque, sus mejillas estallaron en un potente sonrojo que intentó disimular agachando el rostro y comenzando a jugar con un mechón de su cabello. Ya definitivamente no podía caer más bajo.
- ¿Q-qué piensas hacer, maldito baboso?
- Pues tengo una idea de un trabajo para ti.
- ¿En serio?
- Sí - asintió feliz – Es de camarera y seguro que te gusta más que el de la cafetería porque no tienes que estar vestida de maid, aunque es una pena, el vestido de sirvienta te quedaba tan sexy.
- Lárgate - Lucy dio un paso hacia atrás e intentó cerrar la puerta pero Mark no la dejó.
- Te recogeré mañana a las nueve de la mañana, seguro que al presidente le caerás bien.
- No vuelvas a mi casa, dime donde es y punto.
- Que fría y cruel eres con el chico que te ha conseguido trabajo, Lucy-chan.
- Vete a la mierda – gracias a una patada, Lucy consiguió apartar a Mark de la puerta y le pudo cerrar esta en las narices aunque como sabía que estaba allí detrás, continuó hablando – Oye, baboso.
- ¿Me hablas a mí?
- ¿A quién va a ser? - aclaró su garganta, aunque ya no le podía ver la cara, seguía avergonzada – Gracias.
- Jajaja, ¿por qué no me agradeces con un beso?
- Vete antes de que llame a la policía.
- ¡Que mala, jajajaja!
Lucy se quedó pegada a la puerta hasta que escuchó como Mark se alejaba hacia las escaleras. Algo más tranquila, recogió su peluche de Odasaku Man del suelo y lo apretó contra su pecho. Podía ser estúpido y un pervertido, pero siempre que la veía en un problema, Mark era el primero en acudir a rescatarla.
- Idiota - farfulló con su rostro apretujado contra Odasaku Man.
- ¡Lucyyyyyyyyyyy-chan! - Mark agitó una campanita al otro lado de la barra - Terminé el pedido, recógelo.
- Oi – caminando con rabia, Lucy se acercó hasta la barra y le fulminó con la mirada – Grita otra vez "Lucy-chan" y te arrancaré el corazón y se lo daré de comer al perro callejero más cercano.
- Jajajajaja, pero si ya me has arrancado el corazón, Lucy-chan.
- Maldito idiota – Lucy recogió en la bandeja las bebidas que había preparado Mark y se dirigió hacia la mesa que le había indicado que las había pedido.
Había comenzado su nuevo trabajo como camarera en aquella cafetería incrustada dentro de un edificio del que todavía no conocía su función principal. Había sido recibida por un hombre mayor de pelo canoso bastante atractivo y una mujer castaña y con gafas, Haruno si mal no recordaba, la había acompañado a la cafetería para otorgarla su uniforme, es decir, un mandil, debajo podía llevar su ropa normal, lo cual era un alivio porque ya no tendría que andar haciendo el show de maid mágica. El sitio era tranquilo, la comida parecía buena, el resto de sus compañeros simpáticos y lo único malo que tendría que aguantar sería la cara de idiota de Mark, en verdad no estaba nada mal.
- Aquí tienen lo que... - al llegar a la mesa, Lucy tuvo que sujetar con ambas manos la bandeja para que esta no cayera al suelo al ver a la gente que tenía delante.
El primer rostro que llamó su atención fue el de su vecino, bastante sorprendido de cruzarse allí con ella y la sorpresa no era solo verle allí a él, había otros rostros ya conocidos por ella. A la derecha y a la izquierda del albino se encontraban dos de sus crushes, Dazai Osamu y Oda Sakunosuke y sentados frente a ellos estaban el hombre virtuoso de la librería, la femme fatale y el príncipe junto a su mapache. Si dios existía, debía estar usándola a ella para echarse unas risas.
- Co... co...
- ¿Lucy...san? - Atsushi comenzó a sudar, ¿qué hacía ella aquí? - ¿Por qué...?
- ¿Qué haces aquí? - se adelantó en preguntar ella - ¿Y qué haces con ellos?
- Pero si es tu vecina, Atsushi-kun. Parece que todo lo lindo se reúne en un único sitio – Dazai estiró la mano y tomó la de la pelirroja para acercarla a su boca y dejar sobre su dorso un delicado beso – Eres una camarera muy linda, Lucy-chan.
- ¡AAAAAAAH! - el rostro de Lucy se puso del mismo color que su pelo. Kunikida resopló ante esto, el castaño tenía fetiches estúpidos con gente joven y con camareras.
- Déjala en paz, Dazai.
- Solo estoy estrechando lazos con ella, ¿verdad, Lucy-chan?
La sonrisa perfecta de Dazai flechó su corazón e hizo que sus piernas temblasen. La chica comenzó a balbucear, pero no le dio tiempo a contestar a Dazai cuando la atención del castaño tuvo que viajar, como siempre, hacia su vecino.
- Oh – los ojos sin brillo de Atsushi se le quedaron mirando como si Dazai fuese un gusano arrastrándose por el suelo - Sí, se ve que ambos pueden llevarse bien.
- Dazai es muy sociable - comentó Odasaku – Y es especialmente sociable con camareras, sobre todo si son jóvenes.
- ¿Sí? Vaya – Atsushi abrió el guion de su siguiente CD drama y comenzó a echarle un vistazo – Bueno, si Dazai-san va a estar ocupado, ¿me puede usted a ayudar a practicar, Oda-san?
- Si lo pides así, supongo que sí.
- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡ATRÁS, ODASAKU! - Dazai atrapó entre sus brazos a Atsushi, que seguía mirando sin ninguna emoción el guion – Atsushi-kun solo ensaya conmigo, venga, gatito, dile quien es tu seiyuu favorito.
- Hmmm... ahora mismo no lo recuerdo.
- ¡AAAAAAAAAAH! ¡Gatitooooooooooooooooooo!
Atsushi ignoró olímpicamente los lloriqueos de Dazai, mientras que Yosano y Kunikida suspiraban exasperados por ambas actitudes. Como si de alguien ajena a todo esto se tratase, Lucy se les quedó mirando algo extrañada hasta que la suave voz de Poe llamó su atención.
- ¿Llegaste bien a casa?
- Ah... s-sí - la pregunta la pilló por sorpresa, volverle a verle tan cerca había hecho que su corazón comenzase a latir como loco. Para distraer su mente comenzó a repartir las bebidas y después apretó la bandeja contra su pecho – Fue gracias a tu paraguas, te debo una.
- ¿Y la frente?
- ¡Ah! E-está bien, fue solo la sangre que salió con el golpe.
- Me alegro – una pequeña sonrisa en el rostro de Poe fue suficiente para que Lucy sintiese como el corazón se le salía por el pecho. Esto era una oportunidad de oro, su príncipe volvía a estar frente a ella.
- ¡E-esto, m-me llamo...!
- Lucy Maud Montgomery – una voz rasposa que le recordaba a un personaje de Shingeki no Kyojin sonó a sus espaldas. Al girarse, se pudo encontrar de frente con unos ojos verdes que la miraban con frialdad – 19 años y camarera, el pene de Dazai debe andar loco ahora mismo, pero toma el primer de los dos consejos que necesitas para sobrevivir en este edificio, no respires cerca de Dazai si un chico gótico y con degradado en el pelo anda cerca.
- ¿Hmm? - Lucy frunció el ceño, no le gustaba como la estaba mirando - ¿Cómo sabes mi nombre?
- Yukichi me comentó que había personal nuevo así que me interesé en ello.
- ¿Sí? - intentó mantener una postura recta, no iba a dejar que nadie la intimidase allí - ¿Y el segundo consejo?
- Oh, ese es el más importante así que grábatelo a fuego en tu cerebro – Ranpo se dirigió hacia el resto, Lucy le iba a ofrecer una silla de otro lado al encontrarse esa mesa llena pero se llevó la sorpresa del siglo al ver como sin pena ni vergüenza el chico se sentaba encima de su príncipe, poniéndolo completamente nervioso – Mis pertenencias no se tocan, ¿te queda claro?
- ¿Q-qué...?
- Edogawa Ranpo – ignorando su confusión, se presentó con una sonrisa y estiró su brazo hacia atrás para pasarlo por la nuca de Poe y acercarle a su cuello – Y Edgar Allan Poe, MI novio.
- Ah... un placer – Lucy sonrió de manera falsa, no estaba dispuesta a dejarse pisotear por nadie – Edogawa-san, Edgar - pronunció el último nombre con más fuerza para asegurarse de que Ranpo lo escuchaba bien.
- Oye.
- ¿Hay algo mal? Los extranjeros no nos llamamos por nuestros apellidos, así que lo natural es que le llame por su nombre, ¿te molesta, Edogawa-san?
- Jajaja, para nada.
Ambos se sonrieron aunque se notaban las chispas que soltaban entre ellos. A partir de ese día, Lucy comenzó a trabajar en la cafetería del edificio, pudiendo estar cerca de varios seiyuus que admiraba y llevándose la sorpresa de que Nakajima Atsushi, su vecino destroza paredes, era un seiyuu de CD dramas yaoi y eso que parecía un santo incapaz de romper un plato.
Aunque ya lo dice el dicho, las apariencias engañan.
Hola!!! Hasta aquí el capítulo. Seguro que a muchos os ha aburrido, pero Lucy es mi waifu del bungou y se merecía un cap para ella sola.
Spoiler del próximo capítulo: Trío. Y sí, podéis pensar mal porque vais a acertar.
Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el próximo capítulo.
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