<<Orgullo>> siempre me ha recordado a la obra de Louis Stevenson, un científico con dos personalidades a raíz de una poción que él mismo creó.

Dr. Jekyll.

Cuando orgullo es ese ser noble que convive en paz con las personas, todo parece de maravilla. Comparte sus éxitos y enarbola los triunfos de mis amigos con pasión desmedida.

Su voz es similar a la de un hombre de negocios que ha encontrado la llave del éxito, siempre permanece propositivo y seguro de sí mismo. Ha encontrado las respuestas de problemas importantes en el último segundo. Ha sacado de la porquería del fracaso algunos de mis mejores éxitos.

Mr. Hyde.

Pero que terrible es cuando orgullo se transforma en ese ser del cual me siento atemorizado. Me ha dado por nombrarlo <<Orguyo>>, mal escrito, con una <<Y>> interrumpiendo a la palabra. Escuchándose igual, pero tan visiblemente diferente.

<<Orguyo>> Tiene la voz madura similar a su homónimo. Sin embargo de su boca emana un olor fétido similar a la comida podrida, eso me revuelve el estómago. Y es este mr. hyde quien grita más fuerte. Se sacude dentro de mi cabeza mientras intento detenerlo. Lo amarro con fuerza y pido ayuda a humildad y sentido común para detenerlo, pero en ocasiones no ha sido suficiente.

Recuerdo el día que humildad estuvo a punto de morir en manos de orguyo. Como de costumbre había enloquecido y había tomado control de mí. Lograba hablar a través de mis labios y humillaba la vida y decisiones de una mujer a quien yo conocía de hace algunos meses.

En mi mente, humildad trataba de recordarle a orguyo que él tampoco era perfecto. Que habíamos tomado decisiones equivocadas en el pasado y por ende, deberíamos de aprender a ponernos en la posición de los extraños.

Y humildad se acercó demasiado. Grave error, pues ese día estaba solo.

Orguyo lo tomo por el cuello, un cuello frágil y delgado donde se encajaron 3 uñas largas.

Azotó su metafórico cuerpo contra el suelo mientras humildad gritaba con terror encarnado. Una larga uña de su mano derecha recorrió el vientre de humildad marcando una cruz.

Dientes comenzaron a masticar con fuerza a humildad mientras sentía como su piel se desgarraba y el calor de su sangre escurría por los costados.

Orguyo se embraveció aún más cuando en la 6ta mordida sintió una costilla de humildad quebrándose.

Y fue ahí que una mano tocó con suavidad la mía. Era ella. La chica a la que había humillado anteriormente. Me miró con una sonrisa y a través de mis ojos orguyo la miro también.

Sonreía.

Golpeó con la suavidad de una hoja mi frente y apretó mi mano.

–Gracias por tu opinión. Realmente aprecio lo que dices, aunque no lo hagas de la manera adecuada. Voy a mejorar.

Y aquella suave respuesta, el sonido de su voz y la manera de tocar mi mano hicieron efecto. Las uñas se contrajeron, los 3 dedos se volvieron cinco, la piel ennegrecida recobró el color natural y orgullo se aterró al ver como las entrañas de humildad se asomaban entre su estómago.

Tomó un tiempo pero humildad se salvó y se recuperó.

Fue orgullo quien tardó mucho más tiempo en sanar. Se volvió temeroso de sí mismo. En cada triunfo, en cada éxito, meta alcanzada y premio recibido orgullo se escondía entre las sombras y se negaba a salir, huyendo de aquello en lo que podía convertirse.

Había noches en las que podía escucharlo gritar. Recluido en su propia cueva que él había construido. No podía distinguir quien gritaba y el motivo del aullido, pero sabía que sufría. En el intento de no dañar a nadie prefería dañarse a sí mismo.

De cuando en cuando, me acerco a la cueva con una bandeja de plata en las manos y la coloco en la entrada del lugar. Ahí llevó unos trozos de éxitos y triunfos para que orgullo y orguyo se alimenten. Me alejo unos pasos esperando poder verlo. No puedo renunciar a ellos. <<Necesidad >> siempre pregunta mucho por ambos.