4. siempre se apodera de mi ser (parte 2)

Incluso viviendo en el mismo lugar, apenas se lograban ver. Era como si Hyunjin buscara poner todo el espacio que pudiera entre ellos. Sus respectivas habitaciones estaban separadas, un largo pasillo atravesándolas. Cada uno tenía una sala de la casa para sus necesidades e incluso sus asistentes eran personas totalmente distintas.

Su madre se alegró un montón cuando le comentó que viviría con Hyunjin antes de su boda. Decidieron que era lo mejor que podían hacer por el momento, con los preparativos de la boda cayendo a montones sobre ellos. Jeongin renunció hacía mucho tiempo a interesarse en ellos, solo asintiendo de vez en cuando y comentando un poco sobre flores de las que no tenía idea.

¿Un corte imperio quedaría muy bien con sus hombros? Genial, aunque lo último que supo de un imperio fue de una película sobre el espacio. ¿Los tulipanes quedarían espléndidos en la primavera? Las únicas flores que conocía eran las rosas. ¿Se debería casar en Gucci o Alexander McQueen? Si fuera por él, se casaría en una camisa desteñida que usaba como pijama.

Eran tantas cosas en tan poco tiempo que estaba abrumado. Hyunjin no ayudaba tampoco. Se levantaba muy temprano al trabajo y regresaba muy tarde en la noche. Jeongin se preguntó qué pasaría cuando sus firmas se unieran. ¿También lo ignoraría todo el tiempo como ahora? ¿Compartirían casos? Y con pesar pensó ¿Me dejaría seguir trabajando?

Se esperanzó en pensar que sí. 

Hyunjin le prometió muchas cosas y aunque coincidían en que no todas se las cumpliría, Jeongin esperaba que al menos esta sí. No podía dejar de trabajar. Se esmeró por años en volverse lo suficientemente bueno como para ser reducido a ser delegado a los trabajos del hogar. 

Tenían personal para eso, pensó con sorna. Muchos más del que alguna vez pensó cuando eran niños pequeños.

Hyunjin lo invitaba a cenar, pero apenas se pronunciaban palabras y cuando debían responderse entre ellos, lo hacían con monosílabos. Era estresante para él, que sentía que seguía hundiéndose en un pozo sin salida y que cada vez se volvía más profundo con el paso del tiempo. Pensó en que momento su vida se direccionó a esta situación.

La casa era preciosa, lo suficientemente grande para que viviese ahí un equipo de fútbol sin problemas. Jeongin siempre creyó que su hogar sería un lugar cálido. Lleno de vida y luz, que podría decorar con la persona que amase y construir ahí su propia familia. Su jardín. Para ver crecer a sus hijos.

Pero no se sentía como un hogar para nada. 

Era tan estéril, sin color, totalmente desprovisto de algún espacio de vida. Moderna, llena de lujos y un montón de habitaciones que se encontraban vacías la mayor parte del tiempo. El personal que residía ahí apenas cruzaba palabra con él. Tenía un beta como asistente que no le hablaba y se sentía fuera de lugar todo el tiempo.

Estaba acostumbrado al lujo, pero esto era algo distinto.

Minho y él se criaron con su abuelo. En su vieja casa familiar en el campo donde siempre estaban corriendo y chapoteando en la laguna. Su abuelo era un hombre rígido, siempre lleno de preocupación sobre el legado y su futuro, pero también tenía un corazón tan suave debajo de toda esa coraza de acero. No lo decía, pero Jeongin sabía que era su favorito y los recuerdos que tenía de su casa en el campo eran algo que atesoraba con su vida.

Incluso aunque tenían una buena posición social y económica, Jeongin siempre había apreciado la sencillez de las cosas. El divertirse en la vieja casa del árbol, en aprender a andar en bicicleta por primera vez. En conocer a Seungmin, un niño tan pequeño y adorable que seguía a su hermano como un cachorrito perdido. Eran recuerdos que permanecían en su mente cada vez que pensaba en su futuro y en lo cambiado que estaban las cosas. 

Hyunjin, por otro lado, era distinto. Había crecido rodeado de lujos, que se desbordaban de sus pequeñas manos de niño mientras era mimado hasta saciarse. Un niño de corazón débil intentando sobrevivir en un mundo lleno de hombres de corazones prepotentes.

No podía imaginar en crecer así, sin vida, sin un pedazo de felicidad.

Pensar en su abuelo lo devolvía a la realidad. Pensaba en él con frecuencia, en cómo estaba haciendo esto por él, por salvarle la vida y ayudar a su propia familia. Era a lo que se aferraba cuando la situación del silencio devastador no lo dejaba dormir por la noches y los despertaba a altas horas de la madrugada.

"Omega" murmuró el alfa sacándolo de sus pensamientos.

Estaba de pie frente a él en su estudio y era la primera vez que lograba verlo sin su ropa laboral. Llevaba un jean y una camisa de lino, dándole una perspectiva casual. Parece mucho más humano de lo que alguna vez lo vio, sin todo ese lujo cubriéndolo. 

"Hyunjin" le respondió "¿necesitas algo?"

"Hay algo que quiero preguntarte."

"De acuerdo, adelante."

Hyunjin pasó y se sentó frente a él. Observó todo con curiosidad, como si estuviese analizando cada espacio en su estudio. A Jeongin no le preocupó mucho. No tenía tanto que ofrecer más que unos libros y algunos archivos del trabajo. Se sentía tan desconectado con esa casa que ni siquiera su estudio se sentía como algo propio.

"Quería saber si deseas cambiar de asistente. He hablado con Seon al respecto y me dice que no tendría ningún problema en cambiar con alguien más. Pero quería saber si te sentías cómodo al respecto."

Jeongin lo pensó. Seon no era desagradable y era un asistente eficaz. Sin embargo, pensó en las miradas altivas que le daba a Jeongin, como si no pudiese creer que alguien como él estuviese en una posición tan privilegiada. Pensó también en el silencio que siempre parecía acompañarlos cuando estaban juntos. En la incomodidad de Jeongin cuando Seon andaba detrás de él como una sombra. Recordó cuando quiso acercarse a él y llevarse bien durante las primeras semanas, a pesar de que lo único que recibió fueron respuestas cortas y con sorna.

"Depende. Quizás si es alguien un poco más cálido y receptivo, sería genial."

Hyunjin sonrió "Creo que puedo arreglar algo. Conozco a alguien."

Y luego, como si hubiese sido una visión toda su conversación en esos pocos minutos, se levantó dispuesto a irse. Jeongin lo detuvo en la puertas preguntando: "¿Ya te vas?"

Hyunjin lo miró con curiosidad. "Sí, ¿necesitas algo más?"

, quiso responder. Quédate a cenar. No me dejes solo. Me siento abrumado. Pero en su lugar, simplemente negó con la cabeza y le permitió irse.



Han Jisung era un beta rarísimo. Cuando se presentó frente a Jeongin, le preguntó si le gustaba algún anime y luego pasó los siguientes treinta minutos intentando que viese uno sobre murallas y titanes. Al omega le pareció divertidísimo. Hyunjin sonreía orgulloso al verlo llevarse tan bien con el otro pero luego con una mirada seria, le habló al beta: "Necesito que cumplas tu promesa, Han."

"Si, alfa" respondió el susodicho.

Y luego Hyunjin se había ido, dejándolo con un montón de preguntas por detrás.

"¿A qué se refería con eso?" preguntó.

"Una cosa alfa. No preocupes a tu cabecita por eso."

"No me vengas tu también con esos juegos, por favor. Suficiente tengo con Hyunjin haciéndose el misterioso todo el tiempo."

"Basta de hablar" dijo el beta. Cuando quiso interrumpirlo para seguir insistiendo, él simplemente lo miró y dijo: "Ahora, continuación con ese anime..."

Y siguió hablando sobre sueros y visiones. Jeongin lo escuchó con alegría, porque el beta era divertido, pero también era apasionado. Y era muy bueno en su trabajo. Era veloz, eficiente y siempre parecía saber sobre sus necesidades incluso antes de qué el mismo supiera lo que necesitaba.

Jeongin suspiró con alivio cuando el peso sobre sus hombros comenzó a disminuir. Cuando la casa no estaba tan vacía y tenía alguien con quién almorzar, cuando alguien se sentaba a contarle los chismes de la oficina y cuando alguien lo escuchaba despotricar contra Hyunjin, que parecía ser la mayor parte del tiempo.

Incluso después de todas las cosas amables que el alfa hizo por él, su actitud petulante y creída seguía creando un abismo que se volvía cada vez difícil de cruzar. 

Le compraba ropa que seguía apareciendo en su cama sin ninguna nota, pero después lanzaba un comentario tonto sobre algún omega del trabajo que lo hacía enojar. Le dejaba preparado el café, pero luego se olvidaba de asistir a sus reuniones y a las citas para almorzar que preparaban sus familias. Le preguntaba si necesitaba algo pero luego no respondía sus mensajes, ni llamadas y enviaba a su asistente en su lugar para temas de la boda. 

A veces en las noches llegaba a creer que un olor a menta parecía arrullarlo en sus sueños pero se despertaba en una cama vacía, sin rastro del olor y con un simple mensaje de Hyunjin diciendo que llegaría tarde de nuevo, incluso aunque estaba acostumbrado. Han lo miraba un poco preocupado por el mal humor que se llevaba en las mañanas, todavía somnoliento por el sueño y molesto por el olor a menta que persistía en su lengua.

"¿Mala noche?" preguntó.

"Mala vida" dijo el omega.

Han simplemente soltó una risita y él lo dejó pasar.


(PARTE 2) 

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