Episodio único


En estos momentos una ciudad de Corea del Sur estaba pasando por una serie de límites. Decisión tomada por algunos problemas meteorológicos que podían afectar a la población.

Uno de estos límites era: la eliminación de gran parte de las entradas para los conciertos de todos los artistas. Esto se tomó en cuenta para eliminar las aglomeraciones de personas y en caso de algún ciclón o tormenta que llegase de imprevisto se tomarían las medidas adecuadas para no tener fallecidos.

No podemos decir que gran parte de las personas  se tomaron esta decisión de la mejor forma.

Ahí entra nuestra preciosa protagonista. La chica de cabellos castaños y que nunca se rinde, Song Yuqi.

Ella estaba decidida a comprar su entrada para el concierto de BTS.

Después de recibir la nueva información impuesta por el gobierno, fue una de las primeras chicas en acampar cerca de la tienda donde se venderían las entradas, pero desafortunadamente  no sirvió para nada.

Yuqi resopló cansada y se dejó caer en el suelo. Parecía una vagabunda pidiendo limosna debido a su asqueroso aspecto. Había estado en la fila desde hace dos días para que al final dos chicas delante de ella se aparecieran con una multitud ansiosa por comprar boletos. Odiaba a esa gente que colaba a los demás.

Entre dientes maldecía a esas chicas y a la vez se levantaba. Sacudió la parte trasera de su pantalón, pero se encontró con algo pegajoso en su mano. Vaya era asqueroso. Era una goma de mascar con un montón de pelo.

Se puso verde al instante, casi vomita, pero se contuvo.

Tomó aire y se dedicó tiempo para pensar y relajarse meditando. Se decía así misma que tenía que verle el lado bueno a la situación.

Su adorada conciencia le decía que no tenía nada bueno. ¡Caray! Había perdido una entrada para un concierto de los Bangtan Boys. Los amores de su vida.

—Pinches colonas —fue la primera grosería que soltó en alta voz. Su estómago gruñó. Estaba muerta del hambre.

Trotando en pleno pasillo miserable recogió sus cosas: una casa de campaña, una linterna, una cocina eléctrica y un cargador portátil. Estaba buscando desesperadamente la ducha eléctrica, pero se le había quedado en casa. Recordó eso y se olió bajo su brazo.

Su entrecejo se arrugó. Se odiaba así misma por apestar tanto.

Ya con todas sus cosas recogidas salió de aquel lugar del cual no había conseguido lo que buscaba con desespero.

Aquel día llovía a montones, no parecía que fuese a frenar. Para nuestra ARMY desilusionada fue muy difícil trasladarse con tantos bultos en medio de tal clima.

Por tanto, se detuvo bajo la parada del autobús. Por desgracia esa parada no la ayudaría a llegar a su dulce hogar, pero por lo menos esperaría a que la lluvia terminara.

Su cuerpo estaba totalmente mojado, al igual que sus cosas. Las dejó sobre el piso y se sentó a un lado de ellas.

En la parada no había muchas personas: un anciano, una señora con su hija, una embarazada y un hombre encapuchado con una sorprendente nube negra en su cabeza.

Yuqi abrió los ojos impresionada.

—Parece que los días de desvelo me han dado problemas visuales —comentó para sí misma.

Se los arrascó para poder verificar, pero en efecto, no se equivocaba. Ese hombre tenía una nube negra en su cabeza.

Un bus llegó. Aquel chico tan misterioso se subió en él.

Si algo caracterizaba muy mal a Yuqi era su alta necesidad de saberlo todo. ¿Por qué ocurría esto? ¿Por qué ocurría aquello?

Y esa nube era algo digno de investigar.

Dejando sus cosas atrás se subió también en aquel autobús. No debía preocuparse por sus cosas, ella las recogería luego. Claro, si no aparece alguien que las necesite primero.

Dentro del bus, los asientos estaban vacíos, excepto los de el final. Allí estaba el extraño de la nube.

Casualmente el asiento al lado del chico estaba vacío y ella con toda la fuerza de voluntad del mundo fue dispuesta a sentarse a su lado, pero tuvo que retroceder, pues dicha persona colocó sus pies sobre la silla como diciendo en casi un rugido : ¡No quiero a nadie a mi lado! ¡Soy antisocial!

—¡Vaya! ¡Qué desagradable! —diciendo esto se sentó en el asiento que le seguía.

Aprovechó la cercanía y la sorpresiva silla vacía que los separaba para  hacerle unas miradas al algodón negro en su cabeza.

El dueño de aquella rareza se dio cuenta de las miradas de la chica lo cual la hizo mirarla.

Sus ojos se conectaron. Se estaban mirando en silencio.

Yuqi miró al chico detalladamente, le parecía bastante atrayente por su fuerte atractivo, pero para ser sinceros, más atrayente le parecía la nube que le colgaba a él de la cabeza.

—¿Se te perdió algo? —fue lo primero que él preguntó sin apartar la vista de la chica.

—Si, tienes una nube en tu cabeza ¿Por qué? —fue directa al grano. Después de todo se subió al autobús solamente para averiguar sobre ella.

—¡Eh! ¡Estás loca! ¡Vieja loca!

¿Vieja? Se había atrevido a ponerle ese nombre, pero no se lo iba a permitir.

El chico se bajaba del autobús y Yuqi fue decidida detrás de él. No iba a dejar que se saliese con la suya.

Aquel extraño caminaba demasiado rápido, no le quedó más remedio que ir corriendo detrás de él bajo la fuerte lluvia.

Grave error, porque terminó resbalando y cayendo dentro de un charco de agua sucia.

Se levantó con destreza a pesar de haberse lastimado sus rodillas con ligeros rasguños y continuó su anterior acción.

—Me llamaban Súper Chica en la primaria —afirmó , corría por las calles detrás del chico—. ¡Al infinito y más allá! —se dedicó unas palabras que creía que eran de la hermana de Súper Man, pero recordó que eran de un personaje de Toy Story.

Al buscar con la vista al extraño de la nube no lo encontró, lo había perdido. Piso tan fuerte el piso por el enfado que un relámpago cayó cerca de ella.

—¡Ay! —gritó asustada—. ¡Este día ha sido el peor de mi vida! —mordió su labio inferior tan fuerte que se sacó sangre— ¡No! —daba brincos por el dolor que le causó—. ¡Maldito chico de la nube! ¡Todo esto es tu culpa!
















—¡Tonta! —su mamá le pegaba con el periódico—¡Qué hija más tonta tengo! A ti es la única que se te ocurre dejar sus cosas en una parada para ir a buscar a un chico ¿Con una nube en la cabeza dice? —reprochó—. No mientas. Esas cosas no existen.

—Si mamá, te juro que eso fue lo que vi.

—Si, eso es tan real como tu siendo una superheroína.

Madre e hija estaban comiendo su cena y mirando el televisor.

—Todavía me acuerdo cuando estabas en la primaria la cantidad de veces que te lastimaste porque creías que volabas. Y la vez que te comiste esa piedra color verde. Pensabas que era verde porque era criptonita, pero en realidad era moho. Mi niña, madura —pidió preocupada.

—Mamá te estoy diciendo la verdad —dejó los cubiertos en la mesa—. Ese hombre tenía una nube en la cabeza.

—Ajá. Mañana me dirás que Park Seo Joon se transformó en Hulk para siempre y yo te aclararé la cabeza diciéndote que solo es su personaje en la película de Marvel —soltó con sarcasmo.

—¡Mamá, créeme! —insistió.

—No, no te creeré. No más. En cuanto termines de comer vete a dormir. Mañana es tu entrevista de trabajo y por favor no hagas ninguna estupidez, te lo pido encarecidamente.

—Como digas —volvió a insertar el tenedor en su bistec, continuó comiendo con desgane.










La pelicastaña tomaba una siesta en la silla. Esperaba que la llamaran para hacerle la entrevista de su primer empleo después de graduarse como meteoróloga.

Se sentía cómoda en su siesta, incluso descansaba su cabeza en el hombro de una chica de la cual había conseguido hacer buenas migas , quien le había contado que ya formaba parte de los empleados del edificio.

—¡Song Yuqi! —llamó la señora. Ella no escuchó, pero la chica a su lado la hizo despertarse.

—¡Suerte !

—¡Gracias Miyeon!








Al estar frente a sus superiores sintió ganas de irse corriendo. La veían como un bicho raro. Al detenerse a ver a quienes tenía en frente, se encontró con el chico de la sorprendente nube negra en la cabeza.

—De todos los lugares ¿por qué me lo tengo que encontrar aquí? —se preguntó a sí misma. Cuando lo volvió a ver notó que la estaba mirando. Era el que más feo la miraba. Pedía a gritos que no la recordara.

—¿Por qué estás aquí? —el mismo chico extraño fue el primero en hablar.

Yuqi pensó que era una pregunta bastante estúpida. Dado que si estaba ahí era para una entrevista de trabajo y ellos lo tenían que saber mejor que nadie.

—Pues por una entrevista de trabajo.

Él sonrió por lo bajo y escribió algo en una hoja que tenía sobre la mesa.

—¿Qué piensas del clima de hoy? ¿Crees que la lluvia parará algún día?

—Por supuesto, debe parar —respondió nerviosa.

—Gracias. Puedes irte

Al dar la espalda a esas personas supo que no lograría pasar la entrevista. Había sido tan corta, de seguro ese hombre de la nube no la quería ahí por ser tan entrometida. Se odio tanto por ser curiosa.

—...pasaste.

—¡Qué! —soltó con sorpresa.











Ya llevaba trabajando una semana. Los días pasaban tan rápido que no se daba cuenta.

Bebía un café, sus codos estaban apoyados en la ventana, miraba la abundante lluvia que caía afuera.

—¿Cansada? —preguntó Miyeon.

—Solo un poco, pero me divierto —sonrió.

—Eso es bueno ¿Puedo preguntarte algo?

—Si, dime.

—¿Te has enamorado?

—Solo de BTS y Park Seo Joon ¿Por qué? —dió un sorbo a su café.

—Creo que me he enamorado de Yuk-hei.

Wong Yuk-hei había resultado ser el nombre del hombre de la nube negra en la cabeza. También era uno de sus superiores y por tanto, trabajaban en la misma oficina.

—¿Ese loco?

Yuqi sabía a lo que se refería. Nunca había conocido a alguien tan raro. No solo por la extraña nube en su cabeza, sino por su comportamiento. ¿Quién no come en todo el día?

—¿Lo dices por qué nunca lo has visto comer?

—Si, ni siquiera toma café ¿Qué le viste?

—Es muy atractivo —se llevó una mano a su boca—. Me atrae mucho.

—La atracción es la completa definición de que vas a terminar golpeándote y dándote cuenta de que es raro.

—Tú sí que eres rara Song ¿Cómo es eso de que le ves una nube negra en la cabeza? —recordó. Yuqi se arrepentía de haberle contado eso, ya que se lo sacaba en cualquier momento.

—Joder que si. Nadie me cree.

—Es tan sobrenatural.

—La sobrenaturalidad es algo inexistente. Lo de la nube es real, no ficción.

—Das miedo cuando te pones filosófica —reviró los ojos—. Como sea. Hoy me le declaro. Deséame suerte.

—Te deseo que la nube negra no te mande un rayo a tu cabeza —gritó—. ¡Ojalá que no pase!










La chica salía del edificio con su celular en la oreja. Su mamá discutía con ella por salir tan tarde del trabajo. Le preocupaba porque estaban ocurriendo muchos asaltos por esas calles a esa misma hora.

—Ven corriendo Yuqi. No mires atrás ni por impulso.

Mamá no me va a pasar nada.

—Cariño, tú no eres un superhéroe, no te puedes cuidar por ti sola. ¿Cuantas veces te tengo que hacer entender eso? Además la delincuencia está disparada desde que salieron los nuevos límites.

—Mamá yo...

Ella iba a seguir contestando, pero vio a su amiga declarársele a Yuk-hei. Fue bastante bien, pensó, ya que la estaba viendo sonreír y muy cerca de él, pero en cuanto vio que él no movió su boca para decir nada y simplemente la ignoró supo que estaba equivocada.

¿Estas ahí? Song, dime que no te paso nada, por favor.

—Mamá estoy bien, ya voy para la casa y no te preocupes me sé cuidar yo solita.





No creyó buena idea ir a ver como estaba su amiga. Pensó que debía dejarla sola. Así que siguió a Yuk-hei para encararlo y decirle unas cuantas verdades.

Casualmente se detuvo en la misma parada de aquel día donde Yuqi lo había visto por primera vez.

—¡Oye! —le tocó el hombro—. No te han enseñado que a las personas no se les ignora, eres un imbécil, un idiota, un narcisista, un patán, un ignorante , una bestia —Continuó diciendo más adjetivos negativos hasta que su respiración la obligó a detenerse por lo rápido que hablaba.

—Tú eres una loca —se resumió a decir— Vieja loca.

—No me llames así. Te lo dejé pasar esa noche porque no te encontré, pero ahora estoy dispuesta a-

—¿A qué? —bajó y subió sus brazos, no le importaba lo que estaba escuchando—. ¿Qué me puedes hacer tú a mí?

Yuqi dejó de mirar su cara para mirar a la nube ,  había comenzado a dejar caer gotas de agua sobre la cabeza del chico, eso ponía en evidencia su existencia sobre su cabeza, pues se estaba mojando.

Yuk-hei al darse cuenta apretó sus labios y continuó ahí como si no estuviese pasando nada.

—No finjas más. Tenía razón. Tienes una nube en tu cabeza.

—Eso no te importa.

—¿Por qué la tienes? —insistió.

—No te importa —respondió cortante.

—Tiene que ver algo de eso con que no te alimentes.

—¿Me estás expiando?

—¿Qué? ¡No! Solo te veo y nunca nos acompañas a almorzar.

—No te importa.

—Cuando dejarás de ser tan cerrado. Deberías abrirte.

—Solo me concentro en vivir al límite.

—¿Eh?

—Lo que escuchaste. Vivo en un día lluvioso en una ciudad al límite.

—No entiendo lo que quieres decir ¿Qué tiene que ver la situación de la ciudad con tu nube?

—Pues es lo único que te diré.

—Espera... al fin te abres conmigo —dijo con entusiasmo—. Estoy muy feliz por eso ¿Sabes?

—Pues yo no.

—Podrías decirlo con más claridad para entenderte. No entiendo tu frase.

—Pues estúdiala.

Yuqi no pudo seguir insistiéndole porque el autobús de él había llegado, pero antes le pegó una pegatina de un conejo en su codo sin que se diese cuenta.











Yukhei vivía solo en un apartamento a las afueras de la ciudad. En aquel edificio solo vivía  él. A nadie le gustaba vivir allí , debido a que la electricidad era un problema gracias a otro de los límites nuevos.

El dueño de la nube negra no le importaba eso, ya que la humedad que desprendía constantemente unida con cualquier aparato eléctrico le podía provocar una electrocución y morir.

Como siempre, al llegar a casa se sentó en su balcón y alzó su vista hacia arriba para ver su nube.

—¿Hasta cuando piensas estar allá arriba? Tengo hambre.

A diferencia de un humano normal, ese chico se alimentaba de las gotas de agua que caían de la nube. En ocasiones tenía que pedirle a la nube que comenzara a llover, pero en otras ella solita lo mojaba. En pocas palabras el clima de su cabeza estaba descontrolado.

Por casualidad se arrasco su codo y se encontró con la pegatina. No le gustaban esa clase de cosas así que la estrujo y la tiro por el balcón.

La nube rugió en forma de trueno. Estaba enfadada. Su amo mejor que nadie tenía que saber lo malo que era botar basura en la calle.

—Perdón nube. Me enfadé mucho.

Arrepentido, fue a recoger el papel a la calle y lo botó en el basurero más cercano. De paso aprovechó para barrer la calle.

—Es una linda noche para ver a un muchacho tan atractivo recogiendo la basura.

Una señora de avanzada edad le dedicó unos minutos de su tiempo para alagar sus acciones.

—Muchas gracias.

—Deberían haber más chicos como tú —sonrió.

—Mi lema es: Salva al planeta para salvarte a ti.

—Buena esa. Muchacho, me recuerdas a mi nieta. Siempre ayudando a salvar la vida.











Al día siguiente nuevamente en las oficinas de los meteorólogos, Miyeon había corrido hacia Yuqi para contarle lo ocurrido con Yukhei.

—Lo he visto todo. No hace falta que me digas nada. Vi anoche como te ignoraba. Lo siento.

—No —negó con la cabeza—. Las cosas no fueron así.

—¿Qué?

—En realidad si me dijo algo.

—¿Qué cosa?

—No está buscando tener novia ahora, pero me dijo que podíamos quedar para conversar y ser amigos.

—Pero él...tú....tú estabas. ¡Oh Dios mío! —ahogó un grito.

—¿Qué pasa?

—Le he dicho mil groserías a ese hombre en su propia cara.

—¡Qué!

—Intentaba defenderte, pero debí haberte ido a ver primero. Ahora debo disculparme.






Yuqi tocó sobre la mesa de Yuk-hei para llamar su atención. Él le dedicó una mala cara y luego volvió a fijarse en la pantalla de su computadora.

—¿Qué quieres? —preguntó sin mirarla.

—Tu mirada en mí. Me gusta que me miren cuando le hablo a las personas.

El chico dejó de ver la pantalla y se concentró en la chica de las dos coletas en la cabeza.

—Suéltalo.

—Quiero disculparme por decirte esas cosas ayer. Pensé que habías sido malo con mi amiga, pero me equivoqué.

—¿Ya has terminado?

—Si y si quiero ser tu amiga como di-

—Vete.

Yuqi se volteó  decepcionada. Sabía que la iba a tratar así después de decirle esas cosas tan feas, pero no perdía la esperanza en que le pidiese que fuese su amiga.

A punto de volver a su escritorio, se volvía a girar hacia él. Dejó las palmas de sus manos sobre la punta de su mesa y se impulsó hacia delante cortando la distancia entre ellos.

— Averigüe lo que significa la frase que me dijiste ayer.

—Así ¿qué es?

Vivir al límite. No te detienes a vivir a pesar de tus problemas. Siempre estarás activo hasta que tu cuerpo se despida de este mundo. Tus problemas incluyen a esa nube en tu cabeza. Me di cuenta que no te alimentas, me imagino que tenga que ver con ella.

—Eres inteligente —alagó.

—Lo se —sonrió.

—Pero te equivocas. Lo que acabas de decir es el significado de vivir sin límites. Sin embargo, lo mío es al límite.

—¿Planeas confundirme? —dijo levantando una ceja. Pensaba que decía lo correcto.

—No, pero te das cuenta como una preposición puede alterar una frase.

—Si, profe de español —reviró los ojos y retiró sus manos de la mesa, se cruzó de brazos— Entonces vives al límite ¿Por qué?

—La nube es mi límite. Sin ella no puedo vivir. En parte tenías razón, ella me alimenta con sus gotas de agua cuando llueve. Además otra cosa que tiene que ver con mi frase son los límites nuevos que nos ha puesto el gobierno por culpa del evento meteorológico que no acaba de pasar.

—Magnífico ¿Por qué me cuentas esto ahora? Antes no querías.

—Para salir de ti —reveló—. Ahora si me disculpas, tengo una reunión muy importante relacionada con el misterioso tornado, ciclón o sismo que pueda ocurrir.

—Sigue siendo igual de grosero —susurró para si misma.



Conforme el día pasaba la temperatura se hacía más cálida. Era muy necesario tener un ventilador  lo más cerca posible para sobrevivir a la tortura del calor.

—¡Hey Yuqi! ¿Has visto a Yuk-hei? —preguntó Miyeon, se estaba echando aire con una libreta.

—Creo que salió para una reunión.

—No puede ser —miró el reloj de su muñeca.

—¿Qué ocurre?

—Lo necesitamos para que  dé el parte meteorológico en el noticiero de hoy.

—A lo mejor llegará pronto.

—No hay tiempo. Quedan diez minutos para que su parte salga al aire. Lo estuve intentando llamar, pero me da fuera de servicio.

—¿No puedes hacer de suplente?

—No estoy autorizada.

—¿Puedo yo? Estuve trabajando hace unos días por mi cuenta. Creo que estoy preparada.

—¿Tu currículum lo autoriza?

—Si, mis profesores creen que puedo hacerlo.

—Perfecto. Amiga —volvió a mirar el reloj— estamos al aire en cinco minutos ¡Corre!







—¡Un brindis por Song Yuqi!

Los compañeros del trabajo de dicha chica le estaban agradeciendo su participación como suplente en el noticiero.

Al terminar de brindar, Yuqi se empinó su jarra de cerveza bien fría y se la tomó toda de una vez.

—¡Oh! ¡Esta junior sabe beber! —anunció muy alegre Max, uno de sus superiores—. Te envidio.

—No digas eso, solo intento vivir al límite.

—¿La frase no dice,  vivir sin límites? —habló Max.

—Eso trataba de decir...

—¿A qué viene eso?

—Déjala, está borracha —Miyeon habló por ella y de inmediato la chica calló en un sueño profundo.









Todo alrededor de Yuqi era demasiado suave y de color blanco. Saltaba sobre el suelo de ese mismo material que podía comparar con algodón. Se reía mucho y comía aperitivos de azúcar.

Su felicidad se detuvo en cuanto vio a Yuk-hei con su rostro inexpresivo. Estaba muy lejos de ella, pero el color negro de sus alrededores lo hacía hacerse notar ante sus ojos. Más aún cuando la nube sobre su cabeza estaba más grande de lo normal.

Conforme lo seguía mirando  él se aproximaba.

—¡Yuqi! ¡Yuqi! ¡Yuqi!

También la llamaba, su voz estaba diferente, además de ser más ronca de lo normal venía acompañada con el sonido de los relámpagos.



—¡YUQI! —gritó su mamá por última vez acompañada de una cachetada en su cara—. Levántate del suelo y métete en tu cama. No pienso cargarte.

—Mamá estás aquí — ella se levantó del sofá donde estaba y abrazó a su mamá por la cintura —. Te extrañe. Pensé que no te vería de nuevo.

—¿De qué hablas? No me digas.. ¿Otra vez soñaste que eres alérgica a la criptonita?

—Mamá no. Ya superé esa época de mi infancia.

—Si, claro. Todavía te escucho desde mi cuarto en las noches diciendo: ¡Voy por la injusticia! ¡Salvaré al planeta!

—Ya deja a la niña mujer —la abuela estaba entrando en la sala. Yuqi se emocionó mucho al verla y dejó a su mamá de lado para ir por su abu.

—¡Abu! —la envolvió en sus brazos y se hizo la bebé pequeña, de modo que intentó que la cargara. Casi se caen de no ser por la pared detrás de ellas.

—¿Me extrañaste?

—Un montón.

—Por supuesto —intervino la figura materna de la familia—. No ves, me ha reemplazado por ti ahora.

—No estés celosa mami. Te quiero, a pesar de que me saques en todo momento mi extraña obsesión con los superhéroes cuando era niña.

—¿Todavía sigue con eso? —asintió—, pero bueno, no entiendo porque si tú eras parecida, solo que lo tuyo era con The Beatles.

—¿Qué? Esa no me la sabía.

La señora Song se quedó en silencio y se metió dentro de la cocina.

—Dile a tu mamá que te cuente la vez que le raspo el bigote a tu abuelo mientras dormía para ponérselo ella.

—¿Qué? ¿Cuando pensaba contarme eso? No creo que lo haga. Abu cuéntame por favor.

—Te lo dire mientras comemos unas galletas que te traje.

—¡Qué rico galletas!








Nuevamente rodeada de meteorólogos y con un calor en todas partes de su cuerpo. Yuqi no se alejaba de su ventilador.

—Gracias —dijo Yukhei— ¿Por qué lo hiciste? —dijo refiriéndose a como hizo de suplente en su puesto.

—Quería ayudar.

—Me contaron que estuviste increíble.

—Eso creo.

¿En qué momento se había vuelto tan amable con ella?

—¿Quieres almorzar conmigo hoy?

Estaba muy emocionada. Yukhei la había invitado a comer como si fuese su amiga.

—Pero si tú no puedes comer comida de verdad.

—Si puedo, lo que no me alimenta. Mi sistema digestivo elimina la comida de inmediato.

—Quieres decir que a penas te comes un bocado ya tienes que ir al baño.

—Algo así.








Degustaban ambos un espagueti junto a una conversación relacionada con su nueva frase favorita: Vivir al límite.

—Deberías empezar a vivir sin límites.

—No puedo con esta nube y el famoso ciclón Arthur.

Ya se había dado la noticia del que el evento tan esperado se llamaba Arthur, pero todavía no sabían cuándo daría su golpe.

—¿Hace cuanto tienes la nube?

—Desde niño.

—¿Cómo apareció?

—Un día, no se como. Solo recuerdo que desde entonces he tenido que lidiar con ella.

—¿Nunca has hablado con nadie de esto?

—Lo intente con mis padres, pero no me creyeron. Así que-

—¿Has tenido que ir al baño con urgencia después de que te comías la comida junto a tu familia? —se puso la mano en la boca. Todos la miraban, parecía que había hablado demasiado alto.

—Tal vez, pero ¿por qué te importa tanto eso?

—Es solo que suena muy incómodo. Yo no podría vivir sin la comida. No me veo alimentándome de gotas de agua de por vida —se llevó un mechón de pelo tras su oreja.

Yuk-hei se quedaba mirando sus movimientos como si estuviese apreciando una obra de arte. Le estaba pareciendo muy bonita Yuqi y no podía negar que en ocasiones era algo cómica.

—¿Tienes novio?

—No ¿Por qué?

—Creo que quiero ser tu novio.

—Pero tú...No puedo ¡No!

No quería hacerlo por su amiga Miyeon. Sabía que a ella todavía le gustaba Yuk-hei.

—¿Por qué?

Una chica de sombrero rosa tocó el hombro de Yuqi, luego saludó con su mano al de la nube en la cabeza.

—Te lo juro Miyeon no estoy saliendo con él —lo señaló—. Me dijo que soy bonita y novio quiere ser mío —se revolvió su pelo, estaba distorsionando el orden de las palabras que salían por su boca— ¡Ah!

—Tranquila —le acarició el hombro—. No entiendo qué quieres decirme, pero tengan una buena comida.

Se alejó de ellos y volvió a su mesa.

—Debe odiarme —Yuqi puso su cabeza en la mesa— Soy una mala amiga.

—¿De qué hablas? —Preguntó Yukhei observaba a Miyeon dándose un beso con Max—. ¿Sabias que esos dos salían?

Los señaló y Yuqi al verlos se quedó de piedra.

—No tenía idea...









Yuqi caminaba hacia su casa, la noche estaba haciendo de las suyas, puesto que la oscuridad era enorme en las calles.

Nuestra chica no tenía miedo, era muy fuerte y continuaría caminando como si nada.

—¡Yuqi! —la llamaban, pero no quiso ver quien era. Insistieron de nuevo y esta vez se giró—. Se te ha quedado tu monedero.

Lo veía correr hacia ella con la nube en la cabeza. Le parecía más atractivo que antes.

—Me recuerdas a Lucas de NCT —creyó que había pensado eso, pero al ver que él se quedó sorprendido sintió vergüenza—. Yo me entiendo.

—Tú te pareces a una integrante del grupo (G) I-dle.

Si, me lo dicen mucho. Gracias por traerme mi monedero.

—En realidad fue una excusa para poder verte. Te lo saque  de la cartera en cuanto tuve oportunidad.

—¿Verme para qué?

—Quiero volver a pedirte que seas mi novia.

—No lo se....yo.

—Intentémoslo —insistió, tomó sus manos y las acarició— No perdemos nada.

—¿Por qué te gusto?

—Porque eres especial. No lo quería aceptar, pero me gustas desde la primera vez que nos vimos. Nunca nadie había visto mi nube y eso me hizo rechazarte porque se sentía extraño, pero nunca te has rendido en averiguar cosas sobre mí. Eso me gusta  ¿Me dirás que si?

—Está bien —contestó después de pensarlo un poco.

—Genial —soltó sus manos.

Yuqi levantó una ceja. Esperaba que la besara como en los dramas, pero parecía que no lo haría así que ella misma tomó la iniciativa.

Pegó sus labios a los de él y de inmediato sintió la lluvia que provocaba la nube en la cabeza de su ahora novio.

Se despegó de sus labios sonrojada, pero contenta por ser tan valiente y decidida.

—Creía que no querías ser mi novia.

—Si, pero me gusta cerrar las cosas con broche de oro.

—¿Besarme lo hace?

—Si —asintió—. Estás de suerte, es mi primer beso.

—Eso suena bien.

—Me puedes decir por qué la compañera —se refería a la nube— cuando te besé hizo caer agua y ahora está relampagueando.

—No lo se, debe estar celosa.

—Oye

—¿Qué pasa?

—Es idea mía o está desapareciendo.

No era idea suya. La nube estaba desapareciendo lentamente.

—¡Te estas muriendo! ¡No! Acabo de besarte, no puedes hacerme esto ahora.

—¡Espera! —se quedó pausado—. Yo me siento bien.

—Eso puede significar....

—Me he convertido en un humano normal —habló sorprendido, tanto que tomó  a Yuqi por la cintura y la levantó del suelo .

—Ahora podrás disfrutar de la comida y no tendrás que ir al baño cada vez que termines de comértela, a no ser que te haya caído mal.

Yukhei río y beso sus labios esta vez de una forma diferente, romántica y muy sincera.

—Eres muy linda —le quitó algunos mechones de cabello que caían en la cara—. Eres mi sol.

—Tú eres mi nube.

—Gracias a ti ahora sobre mi cabeza hay un arcoíris de alegría ¡Te amo!

—¿No es demasiado pronto para decir esa frase tan profunda? ¿Qué hay de la frase vivir al límite?

—Ya no tengo a la nube, así que a partir de ahora mi frase es vivir sin límites. Espera, todavía no, falta que acabe de pasar Arthur para que quiten los límites que pusieron por su culpa.

—Creo que él nunca fue tan importante para tu frase.

—Tienes razón, bonita.

Yuqi hundió su cabeza en el cuello del chico, le gustaba que le hubiese dicho que era bonita y para agradecerle susurró algo que no se escuchó muy bien.

—¿Has dicho yo también te amo?

—No se.

—¿Cómo qué no sabes?

—Es muy pronto para decirlo. Todavía no nos conocemos bien —se retractó.

—¡Conozcámonos ya! Yuqi estás siendo muy seria con esto.

—Vale, lo dire si tú lo dices de nuevo.

—Te amo mi sol —sonrió.

—Te amo mi nube negra.

Para cerrar su declaración de amor se besaron apasionadamente en medio de la noche, entre los límites de una ciudad en espera de Arthur, el ciclón que en algún momento tenía que pasar o tal vez no.



Fin

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